Los hago colocar en disposición circular y reparto los ejemplares. Hay expectación por saber a qué personajes habrá que representar. En La casa de Bernarda Alba todos son personajes femeninos. El único personaje masculino –que no aparece pero se alude constantemente a él- es Pepe el Romano. La obra es un drama y no una tragedia. Les hago reflexionar sobre la intención de Lorca al hacer esta distinción respecto a la anterior leída y ya citada Bodas de sangre: desaparecen los personajes sobrenaturales y los coros que subrayaban la acción. Hay asimismo una voluntad de realismo fotográfico en blanco y negro. En La casa de Bernarda Alba se enfrentan poderosamente los principios de autoridad y libertad en un universo cerrado y hermético. El sexo aparece como fuerza totalizadora de la libertad humana. Adela y María Josefa se rebelan contra la tiranía de Bernarda Alba, pero la obra acaba dramáticamente y con la palabra “silencio” en boca de la madre, la misma con la que había iniciado su entrada en escena.
La lectura dura unas tres sesiones. El profesor participa leyendo las acotaciones escénicas y explica características de la estructura dramática de la obra. Es importante que se den cuenta de que están ante un texto teatral regido por la economía dramática. Todo lo que se dice en la obra tiene un sentido y subraya la intención del autor. No hay ninguna frase para rellenar.
Les explico que esta obra marca la cima del teatro lorquiano. Fue leída por Lorca a sus amigos en julio de 1936, pocos días antes del inicio de la guerra Civil, pero no fue estrenada en España hasta 1964, veintiocho años después de su escritura. Veo que esto no les asombra demasiado. Mucho me temo que hablarles de dictadura franquista es un tema tan recurrente como poco efectivo. Ellos no pueden saber qué es un régimen dictatorial y la ausencia de libertades, esas que reclaman alguna hijas de Bernarda Alba. Por ello, esta obra tardó tanto en ser representada. Parecía una alegoría de la dictadura franquista con ese terrible ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio! que imponía la protagonista del drama.
Les animo a dar énfasis a lo que están leyendo, a que no dejen caer las palabras, a que se den cuenta de lo que están diciendo. Esto es difícil en una primera lectura y cabría hacer otra segunda lectura matizando las intervenciones, pero esto ya no es posible ni todos los alumnos se implican por igual en la lectura del texto teatral. Hay quienes se dejan llevar por la desidia y la indolencia y no logran extraer las posibilidades dramáticas; otros tienen vergüenza y leen sin soltura. Pero siempre hay quien recoge el testigo y logra dar vida a la obra lorquiana. Depende de los grupos. Hay algunos que leen con vehemencia y la obra adquiere intensidad, y otros en que la lectura resulta plana y aburrida. Depende del número de chicas en el grupo. Estas son más proclives a valorar lo que están leyendo y a identificarse con el universo lorquiano.
Sin duda es una buena actividad. La próxima que leeremos será Don Juan Tenorio de José Zorrilla. Pienso que puede ser un magnífico texto dramático para continuar con nuestras sesiones de lecturas dramatizadas.
En segundo de bachillerato, estamos leyendo además El caballero de Olmedo de Lope de Vega. Es excitante ver cómo se dan cuenta de que el texto adquiere vida a pesar de estar escrito hacia 1621. Participamos de su enredo y su dramaticidad genial, riéndonos con las bromas de Tello, aunque todos sabemos que la muerte planea como un soplo gélido sobre la obra, y al final sucederá lo irreparable (aunque todo el mundo lo sabía):
Que de noche lo mataron/al caballero, la gala / de Medina, la flor de Olmedo.
No hay duda que el día que toca lectura teatral, la clase se aproxima a ser una fiesta.
La lectura dura unas tres sesiones. El profesor participa leyendo las acotaciones escénicas y explica características de la estructura dramática de la obra. Es importante que se den cuenta de que están ante un texto teatral regido por la economía dramática. Todo lo que se dice en la obra tiene un sentido y subraya la intención del autor. No hay ninguna frase para rellenar.
Les explico que esta obra marca la cima del teatro lorquiano. Fue leída por Lorca a sus amigos en julio de 1936, pocos días antes del inicio de la guerra Civil, pero no fue estrenada en España hasta 1964, veintiocho años después de su escritura. Veo que esto no les asombra demasiado. Mucho me temo que hablarles de dictadura franquista es un tema tan recurrente como poco efectivo. Ellos no pueden saber qué es un régimen dictatorial y la ausencia de libertades, esas que reclaman alguna hijas de Bernarda Alba. Por ello, esta obra tardó tanto en ser representada. Parecía una alegoría de la dictadura franquista con ese terrible ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio! que imponía la protagonista del drama.
Les animo a dar énfasis a lo que están leyendo, a que no dejen caer las palabras, a que se den cuenta de lo que están diciendo. Esto es difícil en una primera lectura y cabría hacer otra segunda lectura matizando las intervenciones, pero esto ya no es posible ni todos los alumnos se implican por igual en la lectura del texto teatral. Hay quienes se dejan llevar por la desidia y la indolencia y no logran extraer las posibilidades dramáticas; otros tienen vergüenza y leen sin soltura. Pero siempre hay quien recoge el testigo y logra dar vida a la obra lorquiana. Depende de los grupos. Hay algunos que leen con vehemencia y la obra adquiere intensidad, y otros en que la lectura resulta plana y aburrida. Depende del número de chicas en el grupo. Estas son más proclives a valorar lo que están leyendo y a identificarse con el universo lorquiano.
Sin duda es una buena actividad. La próxima que leeremos será Don Juan Tenorio de José Zorrilla. Pienso que puede ser un magnífico texto dramático para continuar con nuestras sesiones de lecturas dramatizadas.
En segundo de bachillerato, estamos leyendo además El caballero de Olmedo de Lope de Vega. Es excitante ver cómo se dan cuenta de que el texto adquiere vida a pesar de estar escrito hacia 1621. Participamos de su enredo y su dramaticidad genial, riéndonos con las bromas de Tello, aunque todos sabemos que la muerte planea como un soplo gélido sobre la obra, y al final sucederá lo irreparable (aunque todo el mundo lo sabía):
Que de noche lo mataron/al caballero, la gala / de Medina, la flor de Olmedo.
No hay duda que el día que toca lectura teatral, la clase se aproxima a ser una fiesta.