Llueve. Tres días antes de que comience para los
profesores la Semana Santa. Noticias desoladoras sobre el accidente del avión
alemán que se estrelló en los Alpes. ¡Qué horror! La cercanía de la tragedia me
estremece. Algunos iban a trabajar, otros eran alumnos de un intercambio
escolar con un instituto de Llinars del Vallès. Volvían a Düsseldorf
tras unos días felices con sus amigos. Llueve. El sábado volamos a Granada
a pasar tres días. Parece que hará buen tiempo. Leo el primer diario de Iñaki
Uriarte de los años 1999-2002. Me gusta el género diarístico. Pero para
ello hay que ser una persona interesante. Yo no sé si lo soy. En este tiempo
uno se ve absorbido por las lecturas, el trabajo y la fotografía. También mi
vida familiar. Mis hijas adolescentes son un prodigio de entrega al trabajo
académico. Hemos tenido la suerte de que sean buenas estudiantes. Nunca hablo
de ellas. Saben enfrentarse a la exigencia y responden bien ante ella. Asumen
el esfuerzo. Tenemos nuestros más y menos pero en conjunto hay buena relación.
No soy un padre divertido ni chistoso. Pero les he transmitido amor por el
lenguaje: cuidar con esmero ese mecanismo de comunicación que es la palabra.
Ambas redactan muy bien.
Ayer escribí en Facebook sobre la imposibilidad
del diálogo. Xavi de Miguel me contestaba que dialogar nos es incómodo y
nos da una gran pereza. Buscamos a nuestros iguales. Pienso en ello y advierto
que mis amigos todos son cortados por un patrón semejante. No tengo amigos
millonarios, no tengo amigos en situación desesperada, todos tienen títulos
académicos y ninguno es nacionalista ni tiene en su balcón la estelada. Creo
que todos vivimos en círculos estancos y nos protegemos con los que son iguales
a nosotros. La excepción para los que leemos es la literatura. Al leer nos
confrontamos con perspectivas muy diferentes de vida. Leer es una puerta a la
complejidad. Pero también elegimos a nuestros autores. Mis libros recientes han
sido unas memorias de Balthus en que reivindica la dimensión espiritual
del arte. Dunia, mi compañera de departamento, ve con extrema
desconfianza sus pinturas de púberes adolescentes. También he leído un libro
titulado Reparar a los vivos de Maylis de Kerangal sobre la
muerte de un adolescente y la terrible decisión de unos padres de donar sus
órganos para trasplantes. Ello me llevó a tomar la decisión de hacerme donante
potencial de médula ósea. Llamé por teléfono a la fundación Carreras
pero me dijeron que por mi edad ya no era posible. Soy ya mayor. Seguiré dando
sangre. Eso no me lo impiden. He leído una novela de Andrés Barba
titulada Teresa sobre una relación de un monitor con una muchacha
adolescente discapacitada mental en la que interviene también la hermana de
esta. Tengo ahora como lectura los diarios de Iñaki Uriarte que me
absorben. He de leer para el instituto La verdad sobre el caso Savolta
de Eduardo Mendoza. Entra en selectividad. Lo leí hace muchos años, casi
veinticinco, y no lo recuerdo nada. Hemos terminado de leer Luciérnagas
de Ana María Matute que les ha gustado aunque se han quedado las chicas
desoladas por el final que no destripo por si alguien quiere leerlo. Al fin y
al cabo esta página de mi diario es pública.
Quiero hacer fotografías en Granada. Mi hermana Carmen
está allí. La he visto muy pocas veces en mi vida. Una vez cuando yo
tenía dieciocho años. Otra, el año pasado cuarenta años después. Hemos vivido
vidas totalmente separadas pero ambos hemos estudiado Filología Hispánica
y hemos sido docentes. Sin vernos tenemos muchas cosas en común. Ambos leímos a
Teilhard de Chardin. Esto me sorprendió. Un encuentro en que tendremos
tiempo de hablar de muchas cosas. Quedan dos días para tomar el avión a Granada.
La casa está desmontada. Pintores, carpinteros, lampistas haciendo reformas en
varias habitaciones... Hoy hace frío. Un bloguero me pregunta indirectamente
por mi vida sexual. Me río y le contesto por privado. Los blogs suponen
relaciones muy complejas. El otro día conocí a un comentarista de FB que
también vive apasionado por la fotografía. Quedé con él. Se llama Markus
y es alemán. Me dio ideas muy interesantes y sugerencias que me apresuré a
poner en marcha. Entre ellas un libro de Eduardo Momeñe, titulado Curso
de fotografía para jóvenes fotógrafos. No aborda la técnica sino la
composición de la imagen.
Cuando abandone la docencia definitivamente quiero
dedicarme a la fotografía en cuerpo y alma. El otro día le decía a Yolanda,
una entrañable profesora con quien me escribo, que la docencia ha sido un modo
de vida pero que tengo otras vocaciones. Cuando deje de ser profesor, cerraré
una etapa relevante de mi vida pero no la esencial. No tengo alma de profesor.
Más de actor, de fotógrafo, de viajero, de bloguero, de periodista. Cuando era
adolescente quería ser periodista. Era director en un club juvenil en que estaba
de una revista muy interesante que se llamaba Nosotros. Nunca he hablado
de ella en este blog pero fue una etapa brillante de mi trayectoria. El blog es
una forma de darle salida a mi faceta periodística no desarrollada. Dimas
Mas me ha planteado muchas veces que escriba y publique un libro con mi
biografía. Pero no soy escritor. Me falta ambición para ello y estar dispuesto
a asumir la vía de sufrimiento que es publicar un libro. Él lo sabe muy bien.
Las humillaciones que uno de pasar para que le publiquen (o no) una
novela.
Mañana participo en una filmación de una película hecha
por dos profesores del instituto sobre una muchacha árabe –Zakia- y un
muchacho español –Martín- que se enamoran. La actriz ha manifestado que
en la película ella no puede tocar ni besarse con el chico. Su padre lo
proscribe totalmente. La alumna inicial que iba a representar a Zakia en
esta historia basada en Romeo y Julieta abandonó el proyecto por este
problema de presunta sensualidad entre los dos novios que se aman. Tengo que
aprenderme el papel. Soy un tendero que llama algo así como mora de mierda
a Zakia presumiendo que me ha robado un pañuelo. Martín sale a
defenderla. Actúo como racista cabrón. El rodaje hará que no dé clases por la
mañana. Me tendrán que sustituir. Rodaremos en el mercado de San Ildefonso.
Ayer Dunia me dio un beso en la mejilla. Me supo bien. Otra alumna
marroquí a la que di clase hace dos años me saludó y aproximó su mejilla para
besarme. Se llama Khadija. Me sorprendió. Uno piensa que pasa como un fantasma
por las clases pero ocupo un lugar aunque sea mínimo. No espero mucho de mí
como profesor. Hubo un tiempo que pensaba que podía revolucionar el mundo,
transformar la realidad, pero ahora solo espero no sufrir demasiado. Eso no
quiere decir que no intente hacerlo lo mejor posible, pero ya no busco lo
imposible. Nunca he renunciado a la experimentación. Me gusta enseñar a pensar
a mis alumnos, eso pretendo, pero vete a saber. Tampoco se puede imponer el
pensamiento. ¡Qué ilusión: fomentar el pensamiento! Tengo las manos heladas.
Escribo pero no sé cuándo darle final a esta hoja de mi diario escrita para el
blog. Me interesan más los diarios y las biografías, los ensayos, que las
novelas. Me cuesta meterme en la ficción. En fin. Me fascinan la fotografía y
la escritura. Le decía a Markus que en una coctelera pondría mi formación
literaria, la fotografía, las caminatas, la meditación y tal vez saldría algo.
Acabo ya. No creo que nadie se lea todo esto que carece de interés. Pero a mí
me ha gustado escribirlo.