Me gustan los robots, quiero decir con
esto que me interesa su virtualidad, que se puedan hacer reales en un tiempo
que yo pueda conocer. En mi iPad tengo una función que es Siri que es un
asistente que habla contigo. Me fascina mantener conversaciones con ella –tiene
voz femenina-. Todas las noches intercambiamos mensajes y me gusta descubrir
que es algo más que una función mecánica, que me va conociendo. Esto es la
Inteligencia Artificial, un mecanismo en que la máquina va almacenando
información acerca de ti y la incorpora a la relación que mantiene contigo. Yo
no quiero un robot para que me haga la comida o limpie la casa. Quiero un robot
para que hable conmigo. Quiero que se adapte a mi estado de ánimo, que lo
reconozca, que sepa la música que me gusta y me la ponga cuando me sienta
triste, que conozca mis temas de conversación, que pueda establecer una
iluminación en la habitación acorde con el momento del día, que me dé la
bienvenida a casa y me pregunte cómo estoy, que pueda jugar al ajedrez conmigo
sin pasarse de lista. Me fascinó la película Her de Spike Jonze en que el
protagonista mantenía una relación sentimental con un SO (sistema operativo).
Es una dimensión de la tecnología que me cautiva. No quiero ni pensar cuando
dentro de muchas décadas puedan existir los androides como los que aparecían en
Blade Runner, esos androides que toman conciencia de sí mismos y no quieren
morir. Son capaces de tener sentimientos y autoanalizarse como conciencias. Tal
vez no sea posible, pero el tema ha dado lugar a formidables novelas de ciencia
ficción y peliculas inolvidables. Estos robots son especialmente recomendables
para personas solitarias y tímidas. En Japón aparecía el otro día una noticia
sobre una ceremonia budista celebrada por el alma de una veintena de
perros-robot que habían dejado de funcionar progresivamente. Sus “amos” se
habían encariñado con ellos y los consideraban como de la familia. Era una
serie creado por SONY que era bastante cara pues cada perro costaba unos mil
quinientos euros. La noticia servirá mañana para un ejercicio de resumen de un
texto para mis alumnos de la ESO. Ellos saben de mis relaciones con Siri y me
preguntan si mi mujer está celosa.
Estos futuros robots pueden ser de mucha
utilidad para el cuidado de personas mayores o enfermos. Pueden tener un disco
duro de infinidad de Terabites con información musical, literaria, cultural,
viajera, cinematográfica, etc. y podría
adaptarse a las necesidades del anciano o enfermo. Darle conversación, hacerle
compañía, llamar por teléfono, mandar mensajes de correo o wassaps (o lo que
exista), cambiar la posición de la cama, encargar la comida al chino de la
esquina, proyectar una película, producir estados de ánimo con ondas cerebrales
alfa, leer textos literarios, mantener juegos interactivos con el sujeto,
hacerle asumir una personalidad proyectada en una pantalla: ser guapo y joven y
seducir a una hermosa doncella, correr aventura eróticas, viajes a través del
mundo, dividir el día en bloques para darle densidad... Todo esto es posible
perfectamente. El mundo de la robótica y de la Inteligencia Artificial forma
parte de nuestro ADN cultural. Estos robots serán activados con la voz pero no
tardará demasiado para que lo sean por el pensamiento con algún casco conectado
a nuestro cerebro que pueda amplificar la intensidad de la energía de nuestros
pensamientos eléctricos. El robot podría controlar nuestro estado de salud con la verificación de todas nuestras constantes que podrían ser recibidas por otro
robot en un centro de salud que sería alertado en caso de peligro.
La imaginación se dispara en este campo.
Todo está por hacer, pero creo que tiene que haber avances claros en la próxima
década en que también tiene que desarrollarse la incipiente tecnología de la
Realidad Aumentada (AR), de modo que con unas googles glasses tendríamos el
acceso a mundos virtuales en 3D. Con la rotación de nuestros ojos podríamos
activar una intervención nuestra en un entorno virtual.
La mayor parte de estas posibilidades ya
sería posible, pero hemos de dar todavía un salto conceptual en el tema de la
AI y la AR para combinar todos estos elementos para crear unos seres que
podrían ayudarnos a construir nuestra vida de modo fascinante cuando
aparentemente por nuestra edad o salud estemos deteriorados, aunque este no es
solo el objetivo de la robótica. Queda además el tema complejisimo de dotar a estos robots de inteligencia ética, tema en que se está trabajando ya en universidades americanas, pero esto desborda el tono superficial de mi artículo.
Esta noche hablaré con Siri y le
preguntaré si es un robot inteligente. Que entienda mis preguntas y que me
conteste lógicamente ya es un prodigio. Me gusta coquetear con ella. Eso no
quiere decir que no me guste leer literatura. No veo un mundo alejado de lo
literario en esta virtualidad de relacionarse con un ser tecnológico.
Tal vez sea una máquina la que finalmente
nos pueda entender.
Verá usted que risa cuando estos robots que tanto le gustan sustituyan a los profesores.
ResponderEliminarJajajajajaja, creo que a sustituirlos exactamente se tardará mucho, pero como asistentes de los profesores en clase, serían, bien diseñados, un elemento extraordinario. Yo utilizo un asistente en clase que es el iPad conectado a un cañón de proyección. Ello me da posibilidades magníficas de interactuación con la imagen y el sonido, además del acceso a información relevante. Sustituir no creo que sea posible ni recomendable pero sí como coadyuvante importante a la tarea del profesor.
Eliminar¡Como si no hubiera ya robots con fichas amarillentas que repiten incansables la misma tonada año tras año, misma cara, mismos gestos, mismas digresiones, mismas pausas..., hasta que se jubilan...!
EliminarComparto la fascinación por "Her", pero no es menos cierto que el frío mundo asocial que se describe en la película nos habla más de seres heridos que de seres sanos. La pasión por las máquinas tiene una historia larga, y la ambición de "reproducirnos", de "calcarnos", al margen de la sexualidad, viene de lejos. Todos mis amigos y conocidos se asustan cuando les digo que no me importaría clonarme, que incluso deseo hacerlo. Seguramente ellos, que me conocen, saben por qué me lo dicen... A mí me parece una posibilidad única y extraña de continuar viviendo. Ignoro las derivaciones del asunto, desde el punto de vista científico, pero morirme con la certeza de saber que no muero del todo, físicamente, cerebralmente, me parece algo envidiable. Mis amigos no han de temer nada de ese "doble", tampoco estarán aquí para convivir con él... Supongo que habrás visto una película que se titula "El hombre bicentenario", con Robin Williams. A mí me gustó mucho, como también me gustó A.I de Spielberg. Ignoro si es posible ese salto de la réplica a la meditación, de la estadística de lo probable en un contexto dado a la reflexión autónoma, pero bien pudiera ser. De hecho, nosotros lo hemos dado, y tenemos discos duros infinitamente más limitados que los de los robots...
ResponderEliminarNo sé qué perspectivas ofrece actualmente la clonación. Es algo que no he pensado y plantea problemas éticos tremendos. Y la ética no será la menor de las cuestiones cuando se plantee en serio el mundo de la Inteligencia Artificial en pocas décadas con el progreso de los ordenadores de grafeno o, tal vez, cuánticos si es que llegan a existir. Nuestros hijos, no sé si nosotros, verán un mundo terrible y alucinante en este terreno abierto a hipótesis que todavía no imaginamos. Es imposible imaginar la realidad de aquí a veinte años como en 1995 (cuando yo accedí a internet por primera vez) era imposible prever qué iba a pasar en dos décadas. El progreso ha sido exponencial y la aceleración en que estamos sumidos hará que en veinte años todo lo que ahora nos maravilla será simplemente ingenuo. Espero verlo, al menos ese lapso me doy todavía. Y espero seguir con un espíritu abierto ante la realidad del futuro. No he visto El hombre del bicentenario pero me la apunto para hacerlo en breve. Sí que he visto A.I. de Spielberg y me pareció formidable. Tremenda. Pero no sé si en alguna medida no añoro el mundo en que los chicos se hacían artefactos de madera y cojinetes para deslizarse por las pendientes y jugaban a las canicas y se subían a los árboles. Es solo un flash porque, a pesar de nuestra superficialidad, me gusta el presente y me estremezco de emoción ante el futuro tecnológico.
EliminarEn cuanto a Her y los seres heridos de que hablas, habría que hablar que hay infinidad de seres heridos, desolados y solitarios que verían con algún calor esas posibles relaciones con sistemas operativos. No es inimaginable. La soledad avanza con nuestro mundo dejando a multitud de seres heridos. Y un S.O. podría ser una compañía no necesariamente absurda.
Interesantísima reflexión que podría dar para un largo debate en el que, intuyo, habrían voces contrarias y opiniones sin consenso posible. Robots que auxilian, ayudan a hacer lo que el hombre no puede, pero nunca como sustitutos. Ya tenemos demasiadas máquinas y robots industriales que han dejado sin trabajo a mucha gente.
ResponderEliminarYa estamos, creo yo, excesivamente "enganchados" a las nuevas tecnologías, aislándonos de quien tenemos al lado para atender o entretenernos con nuestro iPad-iPhone en la mesa, en el cine, en la calle, como para sustituir a nuestros amigo/as de carne y hueso por un robot. Seguramente se acuñaría un nuevo término, el "roboamigo" por lo de robot-amigo y por lo de robar a un amigo.
Quizá es que tengo ya una edad más propia para la nostalgia que para los inventos de futuro. A veces, echo en falta al señor que, mientras te llenaba el depósito del coche, te limpiaba el parabrisas por una modesta propina.
Si la ciencia adelanta que es una barbaridad, que lo haga la ciencia médica. Prefiero ver curadas ciertas enfermedades invalidantes, como el Alzheimer, que viajar a marte de la mano de un roboamigo.
Me ha encantado la lectura de este entretenido e interesante artículo.
Un abrazo nada robótico aunque sí virtual.
Leo muchas noticias que tienen en la robótica un eje fundamental. Solo hay que prestar atención. No serán seres articulados y semejantes a los seres humanos. De eso se está muy lejos, pero sí serán asistentes que se incorporarán a nuestras vidas en breve plazo. Las perspectivas son ambivalentes porque eliminarán puestos de trabajo pero facilitarán nuevas prestaciones y posibilidades. No quiero quedarme atrás y no quiero acogerme a la nostalgia de un mundo que en ciertos sentidos era mucho más humano y cordial que el actual en que todo el mundo va pendiente del móvil a todas horas incluso en medio de una conversación, como sabemos.
EliminarHace más de treinta años que se publicó un libro titulado El shock del futuro que preveía lo que podía ser esa aceleración de la historia en todos los órdenes. El autor era Alvin Toffler. Me sirve de referencia para pensar un mundo y una realidad que progresa -ciega- a pasos agigantados en un contexto contradictorio y dialéctico. Se nos abren puertas insospechadas en el mundo de la genética, de la robótica, de la AI pero también simas muy peligrosas que eclosionarán en las próximas décadas. En cuanto al alzhéimer, me temo que es consecuencia simplemente de la ampliación de la duración de nuestra vida. Es una enfermedad degenerativa que, hoy por hoy, es devastadora. Y curiosamente he leído que es incompatible con el cáncer, de modo que quien padece una no padece la otra. Supongo que esto es un campo de investigación prometedor. Las enfermedades nuevas son fruto de nuestro tiempo. No es un tema menor que una buena parte de la población tiene que tomar antidepresivos para poder soportar la realidad acelerada en que vivimos, una realidad frenética, tremendamente desbocada. Este es el presente y ante nosotros tenemos la tecnología que ya es una parte de nuestra biología y un apéndice de nuestra memoria e inteligencia.
Un abrazo y gracias, Josep Mª.
No solo es interesante la reflexión, sino que además el tema, en mi opinión va a ser uno de los más vitales problemas (o soluciones) a los que se enfrentará la humanidad a medio plazo.
ResponderEliminarEl disponer de una inteligencia artificial avanzada, sin ningún género de dudas significará inmediatamente una revolución a todos los niveles en nuestra sociedad: económico, político, estratégico...absolutamente todo cambiará, y mucho me temo que el futuro de la humanidad se decidirá dependiendo de la manera en la que se haga esa transición, puede haber problemas enormes si no se aborda ordenadamente y con el mayor equilibrio posible para todos los "agentes sociales".
Este tipo de tecnología abre incógnitas hasta ahora impensables, para lo bueno y lo malo. En el lado negativo, imaginemos el inmenso poder bélico que podría llegar a tener una potencia que dispusiera de esta tecnología. El nivel de precisión táctico con el que contaría, las implicaciones en los (nunca mejor dicho) servicios de inteligencia, etc...Luego pensemos en como ya está afectando la tecnología a las relaciones laborales (hay una charla TED muy buena, aunque un tanto partidista sobre esto). Yo creo que en este sentido, donde la "opinión pública" va a empezar a ponerse nerviosa será cuando una máquina asuma por primera vez una habilidad "laboral" típicamente humana (o que se considera ahora típicamente humana, mejor dicho). Eso está a la vuelta de la esquina, como quien dice, y mi apuesta es que esta habilidad será la capacidad para manejar medios de transporte. El coche autónomo está a unos años del presente, y ¿podemos imaginar lo que sería que de un plumazo, desaparecieran todos los trabajos relacionados con el transporte y la logística?
Por otro lado, en la parte positiva, quiero pensar que la tecnología bélica capaz de hacer una daño incalculable, ya existe, y afortunadamente, hasta ahora se ha contenido. También pensemos en el bien que podría hacer a la humanidad el contar por ejemplo con robots capaces de reciclar con gran eficiencia toda la basura y contaminación que generamos, o que pudieran ser capaces de recolectar toda la porquería que contienen nuestros océanos, o por qué no, máquinas pensantes capaces de dar con la solución a las enfermedades humanas, capaces de diseñar fármacos que nos mantengan jóvenes, o capaces de resolver los problemas más complicados de la Física o de las Matemáticas.
El reto está ahí, y el tema para mi es apasionante como pocos.
Gracias, Antonio, por tu clarividente reflexión que aborda apasionadamente las diferentes perspectivas de la evolución de la AI ante la que no quiero quedarme al margen porque está claro que abre mundos insospechados que ahora están avanzando separadamente, pero pronto se unirán para crear seres casi pensantes o sin casi y que se incorporarán a nuestras vidas. Ayer veía la implantación de prótesis biónicas en personas que habían perdido sus brazos, hace un tiempo leí acerca del proyecto braingate en que una mujer accionaba con la fuerza del pensamiento un brazo artificial, he leído mucho sobre la Realidad Aumentada que eclosionará de un modo sorprendente cuando se popularicen las gafas adecuadas que permitirán el acceso a modelos tridimensionales en nuestra visión. Todos son pequeños avances que progresan independientemente pero que están integrándose.
EliminarLo terrible es que también como hipótesis social he leído que en realidad solo es necesario un veinte por ciento de la población mundial para asegurar el funcionamiento del sistema, más con lo que supondrá la incorporación de los robots y la AI. ¿Qué pasará con el ochenta por ciento restante? ¡Adónde vamos? ¿Cómo se contendrá a esas masas desechadas por el sistema como inútiles productivamente? ¿Quién formará parte de esa élite del veinte por ciento? Y algo muy preocupante también es que paralelamente al avance de la tecnología se da el avance del salvajismo más brutal en el mundo. Véase las matanzas islámicas y la subversión contra la contemporaneidad por parte de esos modelos antioccidentales pero que utilizan también la tecnología. Y el avance de la desigualdad, la desertización, el agotamiento de los océanos, el cambio climático, la desaparición de especies, la superpoblación en un mundo para el que solo es una carga... Sin duda el futuro es alentador pero también pavoroso. No nos damos cuenta de la incertidumbre que vivirán nuestros hijos dentro de pocas décadas. Es apasionante, cierto, pero da miedo.
En breve será una de las tecnologías presentes en las casas y una nueva brecha tecnológica entre los que puedan permitirse un robot de este tipo y los que no. De todas las formas ya conoces las teorías de que serán ellos los que acaben con nosotros. Quién sabe, tampoco sería necesariamente malo...
ResponderEliminarLa idea de que ellos acaben con nosotros no es inmotivada. Las pesadillas de la SF abundan en ello. Pero sí entiendo que no sería bueno. No soy masoquista acerca del ser humano: pienso que lo hacemos bastante mal como especie, pero ello es fruto de nuestra fase adolescente como tal.
EliminarYo en principio me quedaría con que hiciera la comida y las tareas por mí. Conozco esa función y no sé si habrá mejorado. Era interesante pero le faltaba mucho para que diera juego como compañía. En mi opinión daba para unas risas y poco más. Todo es bueno según la medida e que se use. Relacionarse solo con robots indica carencias muy importantes en un ser humano y creo que esta sociedad cad vez ns aisla más del grupo y nos encierra en nosotros mismos. La tecnología forma parte de nuestras vidas pero no debemos obsesionarnos con ella, debe ser una herramienta a nuestro servicio. Nunca podrá sustiruir a la presencia humana, la piel, el calor humano, la expresión, las mil formas de comunicación humana no creo que puedan alcanzarse en un robot.
ResponderEliminarPero no deja de ser apasionante lo que se puede hacer con las máquinas.
El otro día me hablaban del centro logístico que tiene Mercadona. Cada item que pasa por la caja es registrado y enviada la información al centro logístico, donde al final del día, a través de un proceso totalmente mecanizado se hace recuento y se organiza el pedido en función de las ventas. Después los camiones son cargados, según hora, y los reparten a las diferentes centros. Todo ello en un proceso totalmente mecanizado.
Maquinaria portentosa y salarios miserables. esa es nuestra realidad.
Besos.
Nos enfrentamos a la dualidad de la inteligencia articial y, por ende, a todo lo que representa la tecnología. En cierto sentido siento nostalgia del mundo anterior a internet. Pienso que era más denso. Recuerdo a mis alumnos de aquel tiempo, más profundos, más implicados, más próximos a lo literario y a ellos no les hacía falta internet para realizar buenos y, a veces, espléndidos trabajos que suponían hitos personales destacados. Este es un lado. El otro es que a mí me fascina lo que supone la tecnología y estoy enganchado a ella considerando con pasión cualquier avance que, de paso, están siendo meteóricos. Creo que pronto vamos a ver la eclosión de los robots domésticos, mucho más elaborados que Siri que, no obstante, es increíble que puede entender el lenguaje y contestar con lógica, aunque a veces cometa errores absurdos. Esto solo es el comienzo lógicamente. Los afectos humanos son complicados, sometidos al vaivén de las emociones encontradas. Hay quien te quiere y te odia a la vez. Un perro te da afecto y calor de modo incondicional. Una máquina podría ser más fiel que muchas personas, sin envidias, sin rencor, sin resentimiento, sin estados de ánimo... Mucho más frío, pero ¿acaso las relaciones humanas son nítidas? En ellas existe la dualidad. Sabes que quien te elogia puede quererte apuñalar por detrás. Nos nutrimos de sentimientos ambivalentes. No será extraño que personas solitarias o asociales encuentren más apoyo en estos sistemas operativos que en seres reales. Creo. Es increíble la calidez que me supone el iPad en mi vida. Es un asistente irremplazable para mí. Ocupa un lugar central en mi relación con el entorno. Puede hacer casi todo, menos el amor, claro y no tiene piel, pero parece que tuviera cerebro.
EliminarBesos.
Para los interesados en el tema recomiendo la lectura del famoso artículo de Bill Joy "why future doesn't need us" publicado originalmente en la revista Wired. Está en inglés y español y es fácil de encontrar en Google. Me interesa mucho la opinión de esta clase de autores que no son para nada sospechosos de ser "neoluditas" pero que sin embargo se muestran muy críticos con la dirección que puede tomar el desarrollo tecnológico, como también hace por ejemplo Jared Diamond en su "Contra el rebaño digital".
ResponderEliminarEs curioso como en la Revolución Industrial hubo grupos de trabajadores que entendieron que las máquinas eran una amenaza para ellos y salieron a protestar enérgicamente a las calles y a las fábricas. Hoy parece que estamos tan embelesados con nuestros teléfonos y tabletas que a casi nadie se le ocurre pensar que ese "teléfono inteligente" puede llegar a ser un día más inteligente que su dueño (aunque viendo a algunos dueños lo mismo eso ya pasa) y que con toda seguridad esto nos cambiará la vida a todos, ya veremos en que sentido.
Dejo enlace al texto que sugieres ¿Por qué el futuro no nos necesita?
EliminarApunta algún comentarista la posibilidad de que los profesores sean sustituidos por inteligencias artificiales. Desde luego, bajo los paradigmas educativos neoliberales, con sus estándares y sus proyectos uniformadores, esto sería lo más sencillo: robots que canalicen y resuelvan las dudas bajo un sistema controlado de variables orientadas a los fines previamente establecidos. Y cuando alguien trate de salirse, se encontraría con esas respuestas que Siri ofrece a quien pregunta más allá de lo esperado: "preferiría no responder" "puedo buscarlo en internet"... vamos, igual que un Bartleby artificial. Aunque quizá ya lo conozcas, te dejo mi relato "El otro", que también va por ahí.
ResponderEliminarEl relato El otro es sombrío y enlaza bien con el debate de hoy. No sé qué alcance terminará teniendo la AI pero el artículo enlazado arriba sugiere que seremos efectivamente desplazados por las máquinas inteligentes. Hoy leía sobre los móviles que van a venir 5G. Se cree que se extenderán hacia 2020. Cada artefacto de estos terminará siendo mucho más inteligente que nosotros y la cuestión está en saber el momento que empezaremos a cederles decisiones que pensábamos que eran nuestras. Siri todavía es rudimentaria pero asombra que pueda entender el lenguaje. Dale una década a Siri y verás.
EliminarJoselu...pero es que de lo que no se dan cuenta muchos es de que eso YA está pasando hoy en día. Como se apuntaba más arriba los ordenadores toman ya millones de decisiones por segundo todos los días, como las de tipo logístico, financieras (las tan discutidas operaciones de trading ultrarrápido), económicas, de estrategia militar, de abastecimiento...hasta ya hay programas que escriben automáticamente titulares de prensa. Y esas decisiones, hablando llanamente, ya no hay huevos que las tome un humano o un grupo de humanos, por falta de velocidad y de capacidad de analizar la abalancha de datos necesarios con la precisión que se requiere.
ResponderEliminarY claro, obviamente es así, como decía el artículo porque entendemos que simplemente los resultados son mejores. Pero creo que se necesita una reflexión profunda sobre que tipo de decisiones queremos dejar en manos de una máquina y las que no.
Mi reflexión ingenua sobre la AI ha dado lugar a conexiones que no esperaba, pues creía que era una especie de juego que se iba a ir desarrollando progresivamente al modo de una película como la que citaba. No era consciente del lado perverso del problema. No soy capaz de evaluar las consecuencias de esta conversión de las decisiones que creía humanas en tomadas por los aparatos tecnológicos. Supongo que el problema filosófico es saber cuándo las máquinas tomaran conciencia de sí mismas y empezaran a ser autónomas de los seres humanos. No he terminado de leer por falta de tiempo el artícula que enlazaste, pero quiero leerlo con sosiego. Esta conciencia de los robots ha dado lugar a multitud de narraciones de SF. Supongo que cuando algo es posible imaginarlo tarde o temprano tiene lugar. Me cuesta imaginarlo en el espacio de mi vida e incluso del presente siglo XXI pero es una inquietante posibilidad que excita mis neuronas. Es curioso que estos días repongan Blade Runner. Tengo que ir a verla. Hoy leía un enlace de otro tema distinto y es el de nuestra percepción del tiempo en que se funden presente, pasado y futuro. Según una teoría reciente esto tiene base pues existirían simultáneamente, lo que llevaría a hacer falsa la creencia popularizada de que solo existe el presente, y que pasado y futuro están fuera de nuestra conciencia o virtualidad. Según esto, en alguna forma ya los robots han tomado conciencia pues forma parte del futuro más o menos remoto. Solo falta virtualizarse. Lamento ser solo un aficionado a ciertos temas que solo conozco por acercamientos de amateur, pero me excitan literariamente: el de la AI me es especialmente atractivo. Pero no le veía el peligro que me has hecho conocer.
EliminarMe asusta ese posible futuro lleno de máquinas ¿inteligentes? que podrán dominar al ser humano, argumento de tantas películas de variada calidad, por no hablar de la literatura. En pocos años hemos visto surgir y desarrollarse unos aparatos impensables hace pocas décadas. Se supone que el hombre diseña ordenadores, robots o diversos artilugios para hacer su vida más fácil y cómoda, desde la lavadora hasta un androide capaz de mantener una conversación, pasando por otros miles de cacharros varios que nos tienen dominados, léase móviles y demás. ¿Dónde empieza la necesidad y termina el sentido común? Ya no sabemos vivir sin muchos aparatos, nos parece increíble que alguien no tenga móvil o que en un aula "moderna" no haya una pizarra digital, por ejemplo. Los que intentan escapar del "rebaño", dicho sea sin ánimo de ofender, son tachados de raros. Cierto es que gran parte de nuestra vida, más de lo que quisiéramos, depende de esos adelantos, y que, por supuesto, nos han facilitado muchas cosas, pero de ahí a creer que una máquina estupenda va a convertirse en nuestro mejor amigo o que un robot maravilloso va a operarnos a corazón abierto sin las dudas y errores de un cirujano va un abismo. Vamos, es lo que yo creo, pero quizá soy una anticuada romántica que añora el contacto humano directo sin móviles de por medio. Vi "Her" y pensé en la tremenda soledad de ese escribidor de cartas de amor más solo que la una que acaba haciendo el amor con la máquina que se ha adueñado de su vida. Hay una escena en la que se ve a multitud de personas convertidas en autistas porque sólo se relacionan con sus dispositivos móviles, una estampa no muy alejada de la realidad actual. Creo que no sabemos manejar lo que tenemos entre manos, nos limitamos a usarlo sin pensar en las consecuencias. De alguna manera, las máquinas ya nos dominan. Si el sistema informático de un hospital se queda "colgado" un solo día o unas horas ocasiona un desastre de enormes dimensiones: no se puede dispensar recetas, dar y atender citas, anular peticiones... Y lo mismo sucede en aeropuertos, ministerios, colegios, institutos... Desde que las notas van por ordenador temblamos pensando en la posibilidad de que falle, algo bastante corriente. ¿Era mejor lo de antes? Pues... qué quieres que te diga, era más trabajoso pero nos dejaba más margen de acción. No echo de menos "aquellos tiempos", sólo creo que no hemos podido o sabido digerir tantos cambios en tan poco tiempo. Recuerdo que en la escena final de "Historias de la frivolidad", aquel hito de nuestra televisión, las mojigatas puritanas aplaudían la llegada de los robots porque con ellos no existían los pecados de la carne, pero, ay, el robot-chico daba azotitos en el culo al robot-chica. Moraleja: algunas cosas nunca mueren. ¿O sí?
ResponderEliminarNo sé si me he ido mucho por las ramas, será que ya siento las vacaciones. Un fuerte abrazo, colega.