Hace varios años que en mi instituto se
recibe La Vanguardia gratuitamente. Aproximadamente setenta ejemplares diarios,
tanto en catalán como en castellano. Se dejan a la entrada del centro y los
coge quien quiere. Los profesores se abalanzan con agilidad hacia ellos cuando
llegan a primera hora y los alumnos también cogen ejemplares hasta que se
acaban. Es una hermosa manera de acostumbrar a los jóvenes a la lectura del
periódico. Esta sería una interpretación piadosa del hecho de que La Vanguardia
se reparta gratuitamente en centros públicos, trenes y otros lugares no
especificados. Su lema es “El periódico
que más se vende y se lee”. Genial. ¿Qué hay detrás? ¿Por qué se regalan
periódicos cuyo coste es ciertamente elevado? No es difícil seguir la pista a esta
generosidad. El gobierno de la Generalitat concede sustanciosas subvenciones a
los medios según su tirada. A más tirada, más subvención. Si se regalan cien
mil ejemplares (no tengo cifras fehacientes), la subvención es muy superior.
Pero en un tiempo en que la prensa pasa terribles dificultades y sus ventas han
caído en picado, ¿no es algo extraño que se regalen ejemplares? ¿Quién de mis
estimados compañeros que cogen La Vanguardia gratuitamente va a comprar un
periódico por 1.60€?
El otro día plantee el problema en clase
de segundo de bachillerato y mis alumnos no veían ningún problema en que la prensa se
repartiera gratuitamente y consideraban normal que sea la Generalitat quien pague su difusión. Al fin y al cabo, la prensa
digital es gratuita y es normal que no se venda prensa. Además hay diarios que
se reparten asimismo gratuitamente en el metro como 20 Minutos.
Pero, ¿una prensa subvencionada por el
poder político será independiente? –les pregunté-. Bueno, también está la
publicidad, me dijeron. Yo les seguí diciendo que si un diario depende
únicamente de las empresas anunciantes y del poder político nunca podrá ser
independiente, porque quien da independencia a los diarios son sus lectores que
pagan el precio del ejemplar. Compran libertad de expresión con su contribución
económica. Pero la realidad es que la venta de diarios se ha desplomado y los
ingresos por publicidad también han disminuido radicalmente. Todos los grandes
diarios del mundo se enfrentan a una gigantesca crisis que puede suponer su
desaparición más o menos inmediata. Sin una economía no dependiente del poder
de empresas y político los diarios no pueden tener una infraestructura que
permita el periodismo de investigación que se enfrente al poder en todas sus
facetas, no pueden tener corresponsalías en las distintas capitales del mundo
para no depender de las agencias, no pueden tener una plantilla en condiciones
no tercermundistas, no pueden ejercer la libertad ni la independencia. Son
diarios frágiles ante el poder.
La crisis de la prensa que vivimos hace
que en pocos años pueda desaparecer el periodismo independiente. Se me dirá que
la prensa en tal caso será totalmente digital. ¿Vamos a pagar por el acceso a
un diario digital una cantidad elevada anualmente? Mucho tendrá que cambiar la
cultura de este país en que todo ha de ser gratuito para que alguien pague por
el acceso a los distintos diarios. Claro que hay diarios exclusivamente
digitales como Diario.es, El Confidencial, Público... que intentan
mantener su independencia pero entiendo que sus medios tienen que ser muy
limitados a pesar de sus buenos propósitos. Supongo que esto es el futuro:
pequeñas empresas casi domésticas que intentan ejercer el periodismo en
condiciones de no sumisión al poder. Pero no me salen las cuentas sin
la aportación solvente de lectores que mantengan al diario.
Para mí es un pequeño drama porque soy
lector de la prensa de papel desde muy pequeño. En mi casa se compraba el
periódico y yo he seguido comprándolo religiosamente toda mi vida. Soy
suscriptor de El País, aunque es
posible que este sea el último año. El capital de la empresa de El
País y el grupo Prisa actualmente no resguarda precisamente su independencia de
factores externos, incluidos los países del Golfo Pérsico y algún gran banco. Es un periódico que
ha crecido conmigo al que guardo un afecto aunque, claro, ahora sabemos que es
un diario al pairo de intereses económicos y financieros evidentes, no
precisamente limpios.
¿Y La
Vanguardia gratuita? Sin duda, un hecho de corrupción flagrante. Al poder
político nacionalista en Cataluña le
interesan diarios que expresen su ideología y lleguen al mayor número de sitios
posible, incluidos los alumnos de la ESO, profesores, funcionarios en general.
Es un mecanismo de control ideológico más. Por eso le permite que el diario del conde de Godó falsee sus
ventas con la entrega gratuita de ejemplares que producen entre otras cosas que
la gente no compre periódicos, que los quioscos de prensa cada vez sean menos
rentables y que terminen cerrando.
Pero mis compañeros, a pesar de la carta
abierta que envié reflexionando sobre ello, siguen cogiendo alegremente el
diario y mis alumnos entienden, como he dicho, que es normal que sea el Govern de la Generalitat quien pague la
difusión de la prensa con sus subvenciones.
Consecuencia: la prensa y los medios de
comunicación en esta Cataluña maravillosa en que vivo están totalmente
secuestrados.