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lunes, 12 de diciembre de 2011

Buscando la comunicación entre culturas



La mayoría de mis alumnos son musulmanes. Supongo que os habéis dado cuenta por mis continuas referencias a su realidad y a las contradicciones que me supone el encuentro con su cultura y su modo de ver el mundo. Temo hacerme pesado, pero también pienso que es interesante porque esta permanente reflexión sobre un tema medular en la cultura europea contemporánea (el islam europeo), contribuye a iluminar aspectos oscuros o lo que es peor, cubiertos por los estereotipos y los prejuicios.

 No es fácil entender el mundo islámico, sobre todo cuando se hace desde presupuestos muy distantes. Los posts que publico me suponen elementos de introspección importante, que a mí me sirven -no sé si a otros- tanto por lo que yo escribo como por las reflexiones que me hacéis llegar. Lo importante es pensar, y si lo hacemos conjuntamente mejor que mejor.

Dicho esto, quiero hacer alguna detención en una situación que se me ha producido hoy en clase. Les he dicho que les iba a pasar una película muy dura, que no iba a ser fácil. Me han preguntado cuál era. En mi reflexión personal pretendía mostrar una película realizada por un musulmán de componente crítico acerca del fanatismo islámico. He pensado en varias películas con una intención clara pero no sé si honesta. Me han venido a la cabeza filmes como Kandahar de Mohsen Makhmalbaf, ambientado en el Afganistán talibán; he pensado en Osama, filmada en las calles de Kabul y dirigida por Sidgiq Barmak, director afgano y que fue ayudado por Makhmalbaf,  desarrolla una historia real de una niña que se hace pasar por niño para sobrevivir en el dominio talibán, hasta que es descubierta y es terriblemente castigada. He pensado en Buda explotó por vergüenza de la hija de Mohsen Makhmalbaf, Hana. Esta desarrolla la voluntad de una niña de estudiar en una escuela bajo el dominio talibán. Es magnífica como opera prima.

Pero muchas veces me doy cuenta de que voy retrasado. Cuando he dicho en clase que iba a pasar una película iraní, Osama (en realidad es afgana), una alumna seguidora de las noticias de Al Jazeera, ha levantado la mano para decir que las películas iranís son todas sobre los talibanes y que contaban muchas mentiras. En un comentario suyo reciente, ante una imagen de una muchacha afgana a la que su marido le había cortado las orejas y la nariz, opinó que era una cortina de humo para disimular los crímenes de los americanos en Afganistán. Esta muchacha es rapera y además lectora entusiasta de la saga de Stephanie Meyer, Crepúsculo y su posterior serie.

Ante su comentario he pensado hasta qué punto es acertado que yo les pase películas que refuerzan la imagen de un islam intolerante, opresivo, fanático, mutilador, machista... ¿Es así el Islam? No lo sé. Yo sé que mis alumnos musulmanes son muy distintos entre sí. Desde muchachas musulmanas que visten totalmente occidentalizadas y marcadamente sexys, a otras mucho más recatadas que lucen orgullosamente el hiyab pero son seguidoras de la música occidental más radical.

En los países de la primavera árabe han triunfado en las elecciones partidos de obediencia islámica contrariando la visión abierta y democrática que teníamos de la revolución tunecina y de la plaza Tahrir en El Cairo. Una reflexión alternativa sobre ello podría ser que durante muchas décadas estuvimos gobernados en Europa por partidos demócrata-cristianos en Alemania, en Italia, en Irlanda y en muchos otros países. En este país además todavía no se ha resuelto la separación entre lo religioso y lo civil en muchos elementos que todos conocemos y que no voy a detallar.

Pero es fácil, me doy cuenta, acudir a los estereotipos, y no digo que las películas de Makhmalbaf lo sean. Son magníficas. Pero ¿por qué acudir a estas cintas negras y duras cuando se puede ofrecer una imagen mucho más alegre y humana del Islam? Al menos como introducción que incite al diálogo y no al pesar.

Rápidamente, he pensado en películas que me pudieran servir para establecer puentes. He de reconocer que no soy un especialista. No lo soy de nada. Me ha venido a la cabeza la película Halfaouine del director tunecino Ferid Boughedir, que es una gozada. Tiene por resumen lo siguiente: ¿Qué hacer para descubrir como son las mujeres cuando se vive en una sociedad que las obliga a ir tapadas hasta los ojos? Lo relevante es que Boghedir lo resuelve mediante el género cómico, mientras las películas que yo pretendía pasar lo hacen mediante el registro trágico.

Otra cinta en que he pensado es Le the au harem d'Archi Hahmed  dirigida por Mehdi Charef ambientada en París, y que revela la amistad entre un muchacho árabe y otro francés. Es un interesante documento que vi hace muchos años pero que me dejó un buen sabor de boca.

He pensado en un miniciclo de cine árabe o islámico en que se recojan diferentes registros desde la comedia hasta el drama. No es bueno trazar líneas definitivas que reflejen mundos cerrados. También nosotros tenemos extrema derecha ultracristiana pero no debe interpretarse que todos nosotros seamos así.

La idea es crear puentes. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Reflexiones sintácticas en la pista de fútbol


Hoy estaba de guardia en hora de Educación Física con un curso de primero de ESO. Les he dejado unas pelotas de fútbol y basket para que jugaran. Los he estado observando durante la hora. Unos se han quedado sentados en las gradas, cuatro chicas se han puesto a ensayar una coreografía y un grupo de unos doce se han puesto a jugar al fútbol. Jugaban chicos y chicas, lo que me ha alegrado, pero no solo eso sino que algunas chicas eran realmente buenas. Conocía a una del ciclo de cine de terror. Ahora la veía en otra tesitura. Otro muchacho que llevaba una camiseta con el número diez del Barça también era del ciclo. Es un muchacho marroquí, menudo, y que asiste ensimismado a la proyección de pelis de terror. Me ha pedido si puede continuar en el ciclo otro trimestre. Hoy lo veía jugar al fútbol con sus compañeros. Era muy bueno, regateaba con suma habilidad, se desmarcaba con acierto y daba unos pases muy efectivos, a la vez que no era aprovechado y trabajaba en equipo con sus compañeros. Ha metido varios goles.

Los veía jugar al fútbol, tan alejado de la clase de lengua y he pensado que aquello que estaba viendo también tenía una sintaxis en el modo de elaboración de las jugadas, un orden y una retórica que se manifestaba en una serie de dribles, regateos, pases, visión de conjunto, compañerismo... para lo que exige mucha concentración y conciencia de los elementos que forman el juego. Yo nunca fui bueno en el fútbol. Me perdí esta parte de la vida ya desde muy pequeño. Era torpe y carecía de cualquier virtud para este deporte. Me tuve que orientar hacia otros tipos de sintaxis. Me pregunto si hay alguna conexión entre el orden sintáctico en el juego y la sintaxis de las palabras, y no me refiero a si una oración es subordinada adjetiva o no. No, me refiero a esa agudeza visual, a esa intuición necesaria para jugar o escribir con alguna destreza. ¿Tiene alguna relación con la agudeza para el lenguaje? Probablemente no. Son dinámicas distintas. En cambio,  se sabe que la música y el lenguaje ocupan la misma área en el cerebro, e incluso se han intentado paliar efectos de la afasia mediante el uso de distintas melodías en los afectados. Mis alumnos estudian con música. Mis alumnos son jugadores de fútbol. Otros, en cambio, se quedan parados charlando quizás porque no les interesa esa parte del hemisferio físico.

¿Se puede establecer una relación, algún modo de conexión entre las diferentes sintaxis y ritmos? Hablamos tan poco sobre cuestiones serias en los centros de enseñanza. Es probablemente el lugar donde menos se habla de pedagogía y menos se intercambian experiencias como si todos lo tuviéramos claro y nuestro cubículo fuera un compartimento estanco que no tuviera relación con lo demás. No hay debate, los claustros son pragmáticos, sin discusión pedagógica de ningún tipo. ¿Pero qué sé yo de lo que están haciendo otros compañeros? Hoy me he asombrado del juego de algunos alumnos míos y creo que he sabido más de ellos. Esa concentración de Khalid en la estrategia del partidillo es tan intensa como cuando contempla las películas. Otras muchachas se mantenían al margen en una actitud anodina que es la misma que reflejan ante el ciclo de cine de terror. ¿Cómo se nos escapa la visión de conjunto de la jugada educativa en el que son tan necesarias las interconexiones y los canales de comunicación? Me interesan muchachos buenos en deporte, me interesan muchachos con sentido musical, con sentido de la estética que se plasma en las disciplinas plásticas... Y ello repercute en mi materia que es nada más ni nada menos que lengua, la materia básica para desarrollar todas las demás. El lenguaje es el elemento central del proceso educativo, pero necesita de un conjunto de circunstancias en línea. Es posible que exista una muchacha dotada para las palabras pero que no tenga ninguna habilidad deportiva, lo que sería una pena porque el deporte estimula el sentimiento de superación. Me es necesario asimismo que tengan un sentido de la estética para poder presentar sus trabajos con armonía, con orden -desde el mismo margen-,  la organización del texto, la letra, los colores...

Sabemos tan poco unos profesores de otros, y parece interesarnos tan poco lo que es el universo intelectual de otras materias… A veces tengo la impresión de que todo está desconectado cuando habría de estar en red. Desde lengua organizo debates de contenido ético, ecológico o social, les propongo temas científicos, musicales... y cuanto más sé de ellos en otros órdenes más me da idea de que mi materia, la lengua, es el eje central de todo el proceso cognitivo. No sé si decir que todo es lenguaje, pero casi. Se requeriría una organización que promoviera debates en los centros de enseñanza, núcleos de conversadores ajenos a las directrices de la ominosa inspección, intercambios de filosofías del aprender, que por lo que veo en el blog son tremendamente diversas. Se produce más debate en un post que en todos a los que he asistido durante muchos años en un centro de enseñanza. Quizás porque tiene el márchamo de lo no oficial, en el que volcamos nuestro núcleo profesional más íntimo. No pretendo un nuevo paradigma. Me parece una expresión propia del marketing new age, pero sí que necesito un nivel de discusión e intercambio en que se pongan en juego distintas concepciones, sin mesianismos, sin prejuicios. Me es tan válida la posición de un profesor tradicional y serio con sus alumnos a los que estimula humana e intelectualmente que la de un innovador radical que promueve aspectos distintos en el proceso de enseñanza. Siempre que nadie quiera erigirse en el centro del podio y tener la clave de esto tan complejo e  inabarcable. Sin duda es necesario mucho diálogo, sin apriorismos, en que estemos dispuestos a escuchar y a exponer nuestras ideas.

Pero esto falta donde más debiera estar. 

viernes, 25 de noviembre de 2011

Trece espectadores y un ciclo de horror


Los que seguís este blog sabéis que inicié en septiembre un ciclo de cine de terror dirigido a alumnos de primero de ESO como programación de Alternativa a la religión. Llevamos vistas seis películas que han sido: Carrie, dirigida por Brian de Palma y basada en un guión de Stephen King; El resplandor, dirigida por Stanley Kubrick y también basada en un guión de S. King; El exorcista, dirigida por William Friedkin, y basada en una obra de William Peter Blatty; Alien, el octavo pasajero, dirigida por Ridley Scott; The ring (la señal), dirigida por Gore Verbinski; Dark water, dirigida por Walter Salles y basada en una novela de Kôji Suzuki.

La valoración hasta ahora es positiva. El género de horror les resulta atractivo, y varios de ellos ven otras películas  del mismo por su cuenta. Sin embargo, me gustaría hacer algunas observaciones sobre el gusto adolescente que revela tendencias interesantes y que nos pueden orientar sobre qué tipo de cine les atrae.

Hasta ahora, todas las películas han sido interesantes y a veces geniales producciones cinematográficas que les han absorbido. No obstante quiero reseñar dos que ofrecen algunos ángulos que pueden propiciar el debate. Pese a mi opinión entusiasta de la película de Ridley Scott, Alien, el octavo pasajero, esta cinta no les gustó demasiado y en algún caso manifestaron su falta de interés en la misma. Las razones estriban fundamentalmente en dos hechos: la película tarda en comenzar, el planteamiento es moroso y hasta que entra la acción trepidante pasa una media hora larga. La segunda razón por la que he observado que no les ha gustado es que no hay ningún niño que centre la trama como así pasa con Carrie, El resplandor, El exorcista, The ring y Dark water... Esto es decisivo para que ellos se vean concernidos por la película. Si no hay un protagonista niño o adolescente, ellos se ven distanciados de la cinta por buena que ésta sea. Esta observación es obvia pero no era consciente, ello me ha hecho considerar la cantidad de películas de horror que tienen a niños por protagonistas, y en los debates llevados a cabo en clase, nos hemos preguntado por qué. Quizás porque los niños o adolescentes tienen todavía una capacidad de entrar en contacto con mundos fantásticos, o guardan todavía un resto de poderes que les hacen ver lo que los adultos no ven... Muchas de estas obras muestran la adolescencia o la niñez como una edad especialmente perceptiva en la que se muestran los conflictos del cambio y el rechazo a la entrada en el mundo adulto y la repulsión que esto implica... Carrie es una muchacha que tiene la primera regla y se asusta; el protagonista de El resplandor es Danny, un niño que tiene poderes, como Carrie, y le permite ver a fantasmas o seres que los adultos no pueden ver; en El exorcista, la  protagonista, Regan, una niña encantadora que se enfrenta a la separación de sus padres,  se transforma y se ve poseída por el diablo; en Dark water, dos niñas centran la trama, Cecil y Natasha, y ambas perciben un mundo conflictivo en el que los padres se separan y en el que conviven los seres reales con los fantasmas...

La película que les ha fascinado y provocado entusiasmo compartido es The ring (La señal). Hay dos versiones, la japonesa dirigida por Ideo Nakata y la americana dirigida por Gore Verbinski. He preferido pasarles la americana porque resultaba más cercana y más comprensible. Esta cinta les maravilló y se puede decir que es la única que ha creado en ellos la sensación de auténtico miedo. Es la que merece más alta valoración hasta ahora. El argumento desarrolla una leyenda urbana: alguien ve un vídeo que corre por ahí. Los que lo ven reciben una llamada telefónica que les da una semana de vida, al cabo de la cual mueren en terribles circunstancias... De ahí la acción trepidante de la película, pues varios personajes, entre ellos un niño, ven el vídeo, y hay una semana para desentrañar el enigma.

Ayer empecé la proyección de una magnífica película de terror, Al final de la escalera, una soberbia obra dirigida por Peter Medak, pero al cabo de media hora me di cuenta por sus reacciones que no les estaba gustando nada, y la razón fundamental estribaba en que no había ningún protagonista niño, porque el ritmo es adecuado, incluso la acción comienza con la máxima intensidad y es una película sutil y realmente terrorífica, una de las mejores del género y que ha sido imitada hasta la saciedad. Tendrán que tener paciencia puesto que una vez empezada una película, hay que acabarla y juzgarla críticamente.

Son muy niños pero sus juicios revelan una buena percepción de las tramas y del trasfondo de la película, lo que no quiere decir que sean capaces de expresarlo adecuadamente por escrito. Se ven atraídos por el ritmo narrativo que debe ser intenso desde el principio sin perderse en largos preámbulos. La estética que más les atrae es la más reciente, y en alguna manera el cine antiguo les distancia...

Creo que es un lujo para estos muchachos asistir a un ciclo de estas características, puesto que están educando su gusto cinematográfico y afinando su sentido crítico... Pienso en las próximas películas que veremos. Estoy considerando fundamentalmente  la magnífica Déjame entrar, una película sueca de 2008 en que el protagonista es un niño, Oskar, que sufre acoso escolar y en cuya vida aparece otra niña misteriosa y que le ayudará. Es un filme minimalista en el que no hay grandes sobresaltos pero destaca con diferencia sobre esa serie infumable de cine de vampiros que nos aflige. Es una película que produce una extraña fascinación, pero tiene el problema de que es lenta, poco dada a las impresiones y sustos que tanto les gustan.

Cada película es un salto en el vacío. No sé de antemano si les va a gustar, pero lo cierto es que aprendo viendo estas películas a través de sus ojos críticos e indisciplinados. Una educación estética también puede iniciarse a través del cine de horror cuya poética es extraordinariamente eficaz aunque puede que no coincida con los gustos mayoritarios. Por otro lado, les intento hacer conscientes de las bandas sonoras de estas película que son un elemento fundamental en el efecto que produce en nosotros como espectadores. 


viernes, 23 de septiembre de 2011

El árbol de la vida



He vuelto a ver por segunda vez El árbol de la vida de Terrence Malick. Esta vez en versión original y he sido de nuevo consciente de la dificultad que presenta esta película para un espectador medio. Sabemos que hay personas que se salen de su proyección indignadas, y otros, que aguantan hasta el final, se sienten estafados y manifiestan un desconcierto mayúsculo. No es una película al uso, podríamos incluso interrogarnos acerca de su género. No es frecuente -y más en estos tiempos- una película que no pretenda satisfacer al espectador que es el dueño y señor de la sala. El cine es un negocio y el espectador es el cliente que exige ser satisfecho, junto a su ración de palomitas, su derecho a pasar un buen rato de entretenimiento.

El árbol de la vida no es fácil y su estructura interna la hace todavía más difícil empezando por el ritmo lento o lentísimo en que es difícil contar los hechos que suceden por lo mínimos que son. El espectador está acostumbrado a un cine de efectos especiales en 3D, de acción trepidante y sin lugar alguno para la reflexión. En cambio, este filme es moroso, manifiestamente lento, y con el trasfondo de una voz en off en susurros que nos habla con versículos del libro de Job, de la necesidad del perdón, del amor, de la angustia de la vida, de la falta de respuestas empezando por la misma existencia de Dios que parece regodearse en echar sal en las heridas que él mismo crea.

Yo destacaría varios niveles interpretativos. Primero que es una película sobre el dolor de la infancia que ocupa buena parte de la cinta. La infancia es un territorio mágico pero en el que anida el dolor. El señor O'Brien (Brad Pitt) es un buen padre, quiere a sus hijos, pero lo hace de un modo destructivo imponiéndoles un mundo de dureza y perfeccionismo que raya en lo tiránico. La madre (Jessica Chastain) es extraordinariamente delicada y frágil y nos fascina con su presencia telegénica en un mundo dominado por la fuerza de su marido. La relación entre los tres hermanos, especialmente entre Jack y Steve está llena de sugerencias. Son como carne y uña y viven intensamente en ese paraíso en el que el río y la confianza mutua juegan papeles fundamentales.

Yo diría que es una película metafísica que se interroga sobre el sentido de la vida humana y de la muerte (de hecho la escena inicial se inicia con la pérdida de uno de los personajes principales que muere como murió el hermano de Terry Malick dejando un hueco que nunca pudo ser llenado). Es por tanto, una cinta autobiográfica en que el director expresó y reflexionó sobre su propia historia en claves enigmáticas.

Es una película cósmica en la que aparecen imágenes de formación del cosmos en conexión con el drama básico que vertebra el filme. Uno se podría preguntar por el papel que juegan estas imágenes que alguna crítica vitriólica las ha rebajado a un sucedáneo de National Geografic, y no encuentro otra respuesta sino que pertenecen a la cosmovisión de Malick en que conecta lo concreto y familiar, como la historia de la familia O'Brien, con los ritmos de la naturaleza, el origen de la tierra e imágenes de los dinosaurios en que se representa la lucha entre el macho dominante y la cría, la misma que aparecerá entre Jack su padre.

Uno podría preguntarse por el sentido de estas imágenes que podrían haber sido descartadas en un planteamiento más convencional de la cinta, y piensa que tal vez la novela Moby Dick también podría haber sido despojada de toda su carga ajena a la historia y persecución de la ballena blanca que es apenas el veinte por ciento de la historia. ¿Para qué esta digresión cosmológica en El árbol de la vida? Pienso que para marcar que estamos ante un ritmo distinto, ante un planteamiento ajeno al cine convencional, que estamos en el marco personal de Terrence Malick y allí no somos simplemente consumidores que reclamamos nuestra dosis de entretenimiento -sin riesgo- y palomitas. Estamos en el centro de su mundo, de su universo. Es una película de autor que puede reventarnos o fascinarnos. Todo es posible y no voy a condenar a nadie que la deplore, pero es cierto que estamos en el centro de la interpretación existencial, cósmica, religiosa y cinematográfica de Malick. Ha tenido la osadía de llevar al cine algo que al ciudadano medio le está vedado: dar forma a su visión particular del universo. ¿Qué tendría dicho ciudadano que decir si le dijeran que podía dar representación a su interpretación de la vida, de la necesidad o no de Dios, de las preguntas sin respuesta, de la relación de lo macro con lo microscópico, de la infancia...? Probablemente no sabría  hacerlo o no tendría mucho que decir. Malick sí, y tiene un universo potente y magnético, que no tiene por qué coincidir con el nuestro, faltaría más, y puede desagradarnos por su tentación trascendente que algunos considerarán "pedante", "pretenciosa" y hasta caracterizada por el sermón moral.

Esto es lo que más me fascina del ejercicio de Terrence Malick: que ha dado forma a su universo íntimo en un terreno (el cine) caracterizado por el carácter de industria y a contracorriente de los gustos mayoritarios y que plantea una película de carácter poemático que será de muy difícil deglución para una buena parte de los espectadores que van simplemente a pasar un buen rato, a olvidarse de la realidad o a ver a Brad Pitt y Sean Penn. Lo tendrán difícil porque la película puede llegar a ser extenuante en todos los sentidos. O entran en el juego o saldrán escaldados, burlados, escarnecidos... O simplemente aburridos por una película cuyo sentido es esquivo y demasiado complejo para resumir en un post de este blog.

¿Es una película perfecta? Yo diría que no. No todas las partes me han atraído por igual. Algunas se me han hecho pesadas y otras me han retenido casi sin respiración en la butaca. Podría decir que la cinta tiene algunos desajustes pero la fuerza de la misma, el poder hipnótico de las imágenes que son auténticos poemas (no aptos para los que son adictos a la prosa), la magia de esa recreación de ese mundo de la infancia, me han hecho asistir a una segunda proyección y no descartar verla de nuevo. No pienso haber agotado ni en una mínima parte el mundo simbólico, psicoanalítico, religioso y existencial de este ejercicio totalmente personal acerca de la pérdida de la inocencia.

No la recomiendo a los que no estén dispuestos a entrar en este juego. 

lunes, 12 de septiembre de 2011

Cuentos de terror

Me ha encantado esta viñeta. Creo que me servirá de inspiración para el crédito de Alternativa a la Religión que estoy preparando y que está basado en un ciclo de películas de terror como comentaba el otro día. Recibí vuestras sugerencias que estoy revisando en un visionado exhaustivo.

El terror sirve para prepararnos para la vida adulta 

Muy bueno, mi admirado El Roto.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Incursión en lo terrorífico


¿A quién no le seduce cuando es niño o adolescente una historia de miedo que haga subir los niveles de adrenalina y provoque una inquietud desasosegante y amenazadora? El miedo es uno de los resortes fundamentales del ser humano. Nos sirve para sobrevivir. Si no tuviéramos miedo, habríamos desaparecido como especie. El miedo es consecuencia de nuestra fragilidad ante peligros reales, pero también imaginarios.  La nómina de terrores es elevada: miedo a lo desconocido, a monstruos que pueblan nuestras pesadillas, a ser poseídos, al bosque, a lo misterioso, a lo anómalo que reside en nuestro inconsciente y que pugna por emerger, a lo extraño o deforme...

Hay un sector de la humanidad al que le gusta experimentar la angustia y la tensión del miedo, artísticamente plasmado en la literatura o en el cine,  para exorcizar las raíces del miedo profundo de la vida real. Antes se contaban historias de terror, de aparecidos, de cementerios, de posesiones, de brujas o de muertos vivientes junto a los fuegos y a esos relatos asistían fascinados los niños que formaban parte de la colectividad también a través de esa comunión con los terrores colectivos.

Llevamos unas décadas de consideración de la infancia como un territorio habitado por  personajes blandos como Teo, Pingu, Las tres bessones o las fantasías tranquilizadoras de Disney o Pixar... Alejamos a nuestros niños de la presencia y realidad de la muerte y los protegemos de peligros potenciales innombrables impidiéndoles jugar en la calle, como se hacía antes, y los saturamos de actividades extraescolares que llenan el ocio de su tiempo libre para evitar que pueblen su mente de criaturas y pensamientos extraños. Nos aflige que comprendan la desprotección y las amenazas de la vida, y tememos que contemplen las raíces del miedo profundo aunque sea como experiencia simulada.

El cine de terror es un clásico que va unido al origen del séptimo arte. Hombres lobo, vampiros, brujas, extraterrestres invasores, ladrones de cuerpos, zombies, monstruos, el mundo de ultratumba, fantasmas, psicópatas... son criaturas que han poblado y pueblan nuestro imaginario colectivo inconsciente.

¿Por qué no dedicar un ciclo de cine de terror a alumnos de primero de la ESO en la alternativa a la religión en ese encuentro de dos horas semanales? Un ciclo en el que puedan ellos elegir su presencia en la elección del crédito. Habrá, claro está, una advertencia a los potenciales electores del crédito: se les avisará de que no es apto para espíritus demasiado sensibles ni para aquellos que tienen miedo a la oscuridad o a quedarse solos por la noche. El ciclo ahondará en las raíces del miedo buceando en filmes míticos en la reciente historia del género de suspense. Luego de cada proyección habrán de presentar una ficha técnica que enlazo, y en la que habrán de exponer su opinión razonada sobre el filme además de consideraciones más especializadas. También habrá un debate, a modo de fórum sobre la película y su eficacia terrorífica.

Estoy considerando varios títulos. El ciclo se compondrá de seis u ocho películas. Estoy trabajando sobre las siguientes:

1.     Alien, el octavo pasajero de Ridley Scott (1979).
2.     El proyecto de la bruja de Blair de Daniel Myrick (1999).
3.     El resplandor de Stanley Kubrick (1980).
4.     Pesadilla en Elm street de Wes Craven (1984).
5.     The ring de Ideo Nakata (1998).
6.     El exorcista de William Friedkin, (1973).
7.     Tiburón de Steven Spielberg (1975).
8.     Carrie de Brian de Palma (1973).

Podéis participar sugiriendo títulos o dando vuestra opinión sobre el género o la actividad. Sé que he dejado de lado clásicos relativos al monstruo de Frankenstein, a la saga de Drácula o Nosferatu el hombre lobo o clásicos como La parada de los monstruos, Los pájaros o Psicosis estas dos últimas de Hitchcock. No lo tengo claro, temo que los títulos demasiado clásicos les parezcan lentos o anticuados. Por otro lado, quiero que vean títulos inteligentes y originales aunque sean perturbadores y angustiosos. Alguien me ha hablado del terror oriental. He incluido The ring de Ideo Nakata, una magnífica y desasosegadora película.

Y otra pregunta, ¿cómo se abordará la clase de matemáticas o lengua tras contemplar uno de estos títulos? ¿Qué opináis? ¿Veíais cine de terror a escondidas cuando erais pequeños? ¿Deseabais hacerlo?

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Avatar


Reconozco que ayer salí conmocionado tras ver la película Avatar dirigida por James Cameron (2009). Tenía conciencia de haber asistido a un espectáculo extraordinario que me proyectaba al cine del futuro por los alucinantes efectos especiales y el derroche de imaginación visual que expone esta película. La vi en 3D lo que acentuó mi sensación de maravilla. El público aplaudió al final de la proyección, lo que no es frecuente y es más bien raro. Creo que teníamos conciencia de haber asistido al nacimiento de una nueva época del arte cinematográfico.

La película desarrolla una historia muy querida por la ciencia ficción. La acción se sitúa en el año 2154 en el satélite Pandora. Allí hay establecida una compañía de extracción de minerales entre los que destaca el unobtainium de inmenso valor económico. Sin embargo el planeta está poblado por una raza de humanoides, los Na’vi, indígenas que viven en íntima conexión con el bosque, la fauna y la biodiversidad. Jake Sully (Sam Worthington) llega a Pandora sustituyendo a su hermano gemelo que ha sido asesinado. Es un antiguo marine que quedó parapléjico en una acción bélica. Lo fascinante es que él y todos los militares que llegan al planeta se funden con sus avatares, trasladándose su mente, durante el sueño, a los nuevos cuerpos creados genéticamente con la forma externa de los Na'vi para conseguir adentrarse en su cultura. Deben internarse bajo la forma de los avatares en comandos en un entorno hostil en el que viven terroríficas criaturas. Jake Sully queda perdido en el bosque durante la noche y entra en contacto con los Na’vi. Debe obtener información sobre ellos y el gran árbol sagrado bajo el que se esconde un gran depósito de unobtainium. Debe ganar su confianza y lograr desplazarlos para que la empresa pueda apoderarse del mineral. Actúa como un traidor infiltrado. Sin embargo, Jake Sully, que vive entre dos identidades, ha de escoger finalmente su pertenencia a uno u otro mundo cuando el conflicto sea ya inevitable y la guerra, total. Le ayuda la doctora Grace Augustine (Sigourney Weaver) que se pone de su lado frente al malvado coronel Quaritch (Stephen Lang)

El punto débil de la película es el guión que es fácilmente previsible. Pienso que esta película debería haberse inspirado tal vez en alguna obra de ciencia ficción existente de mayor riqueza argumental. El guión es muy endeble, es del mismo Cameron, y reelabora historias que ya hemos visto en otras películas como Bailando con lobos de Kevin Costner, La selva esmeralda de John Boorman, Un hombre llamado caballo de Elliot Silverstein e incluso Pocahontas. A mí me evocó Soldado azul de Ralph Nelson e incluso a Enterré mi corazón en Wounded Knee por la lucha de los pueblos indios para defender su cultura frente al depredador hombre blanco. La película abunda en el mensaje bienintencionado ecologista, un delicado romanticismo por el amor entre el avatar de Sully y Neytiri , la muchacha Na’vi, y la lucha por la supervivencia de los pueblos indígenas. Muchos tópicos acumulados que son olvidados por la maravilla de la realización técnica que reitero que es espectacular y bellísima. También hay que pensar que el film no está dirigido a las minorías sino al gran público no demasiado exigente en cuanto a la originalidad del argumento. Sin embargo, uno piensa en películas que marcaron época como 2001, una odisea en el espacio, Alien el octavo pasajero, Blade Runner, La guerra de las galaxias, Solaris… y se da cuenta que pueden unirse ambos extremos: la calidad técnica y la originalidad sorprendente del guión.

Algunos blogguers han criticado duramente la película de Cameron porque es el héroe blanco el que lidera y dirige la lucha de resistencia de los nativos frente a la invasión armada de la selva. Supondría una especie de racismo subrepticio en el que figuraría el hombre blanco como salvador y redentor, una especie de capitán trueno que enardece a los indios dirigiéndolos con éxito contra el ejército agresor.

Esta es la primera parte de una trilogía, ya sugerida por la última escena de la película en que la continuación queda abierta.

Destacan en la película las escenas de recreación de la naturaleza de Pandora en las que aparece la biodiversidad más asombrosa, especialmente en las de ambientación nocturna con plantas y criaturas fosforescentes; las escenas de acción trepidantes marcadas por la agilidad y el ritmo mantenido; la conexión con las criaturas voladoras; el trasfondo filosófico de la relación entre los seres humanos y sus avatares que incluso puede plantearse desde un punto de vista religioso como reflexiona Víctor Manuel en su crítica-comentario de la película en Libro abierto

James Cameron quería crear una película que marcara un antes y un después en la historia del cine algo así como el paso del cine mudo al sonoro o la aparición del cinemascope, o lo que supusieron ciertas películas citadas más arriba. Quizás no sea para tanto y la cinta posea elementos muy positivos (dura casi 160 minutos y en ningún momento se mira el reloj) que hace que los espectadores queden fascinados por la estética y el uso de una tecnología realmente fantástica, pero tenga también elementos que hagan que no sea un hito en la historia del cine e incluso resulte superficial por su mensaje y tratamiento. El público tiene la palabra, el público y la historia del cine que pondrá esta película en su lugar.

Yo desde luego quiero volver a verla y llevar a mis hijas conmigo.

Dejo algunos enlaces de blogs que han comentado la película.

Blog Aterrizaje forzoso.

El cine según TFV

Cine Archivo (Crítica de Frederic Soldevila)

Mis críticas de películas

Escrito por... (Canal TCM).

Literatura prospectiva (Iñaki Baón)

Avatar, el paraíso azul (Una maestra feliz)

Libro abierto (Víctor Manuel Ramos).


domingo, 4 de febrero de 2007

Lecturas atractivas


En el último post del blog de la clase planteaba a mis alumnos algunas preguntas sobre su relación con la lectura y el mundo de los libros. Partía de un texto de Alberto Manguel en el que se afirmaba que leer era un acto de rebeldía porque supone una elección de la acción frente a la inacción, que conduce a la reflexión y ello siempre es peligroso. El fragmento continuaba con el principio de “Lee lo que quieras” porque, según Alberto Manguel, "nadie puede enseñarnos a amar un libro. Es algo que se aprende pero no se enseña, del mismo modo de que nadie puede obligarnos a enamorarnos de alguien. Es un proceso misterioso, pero seguro que hay un libro, algunas páginas que existen y que han sido pensadas para nosotros".

Sus respuestas han sido bastante coincidentes. En general reconocen que no les gusta demasiado leer. Tienen a su alcance otros muchos estímulos que les parecen más emocionantes y directos: internet, los chats, las vídeo-consolas, la música… Pero no quitan totalmente el valor a la lectura (reconocen que les aporta conocimientos y cultura) aunque sí que son selectivos con los temas que ésta aborde. En general atraen los libros basados en la realidad (acoso en la escuela, mujeres maltratadas, el mundo de las drogas, bandas juveniles, la emigración, la temática de la anorexia…), o el mundo del misterio y la intriga, la magia y la fantasía… Dos tendencias que nos llevan a la dualidad del realismo y la ficción fantástica. Les atraen universos narrativos con los que se puedan sentir identificados pero su identificación está condicionada por la imagen del mundo y de los adolescentes que proyectan los medios de comunicación y la publicidad. Les cuesta mucho identificarse con circunstancias que no sean las coincidentes con este sentir colectivo del tiempo juvenil que estamos viviendo. Su conocimiento del mundo y de la historia es muy limitado y les es muy complicado salir del tiempo actual para introducirse en otras coordenadas histórico-sociales. El presente es absorbente y lo devora todo.

Sin duda coinciden en que la lectura "no es un acto de rebeldía". No sé si han leído o entendido la propuesta de Alberto Manguel, pero desde luego no ven en la lectura una forma de rebelarse contra la sociedad que están viviendo. Esta idea de rebelión les es muy ajena. Ven en la lectura sobre todo una posibilidad de evadirse de la rutina y vivir otros mundos en los que les gustaría existir. Reconocen que puede haber otros países u otras épocas en las que leer haya estado prohibido, pero se dan cuenta de que no es el caso en nuestra sociedad. Un par de alumnos sugieren que lo que habría que hacer para promover la lectura es prohibirla porque así se convertiría en atractiva. Predomina en sus respuestas la predilección por una literatura de evasión o de distracción frente a la gris realidad. No hay en absoluto la idea tan cara en los años sesenta del siglo pasado de que la literatura puede servir para cambiar el mundo.

En cuanto a si es buena idea la de imponer libros de lectura en los institutos, la mayor parte se decantan en que ésta no es una buena forma de plantear el asunto. Los hay que sugieren que los alumnos puedan leer lo que quieran porque lo importante es leer sea lo que sea, u otra sugerencia es la de que el profesor dé varios libros distintos como posibilidad y que sean ellos los que elijan según sus gustos y aficiones. Hay algunas opiniones que refrendan la obligatoriedad de libros de lectura porque entre ellos hay algunos interesantes y en todo caso, se puede pensar que el siguiente lo será. No obstante la opinión generalizada es la de la libre elección o al menos una elección parcial de la lectura.

Otro tema es el de la importancia de la familia en la conformación del gusto lector. Algunos, pocos, han visto siempre presentes los libros en sus padres y hermanos. O recuerdan los libros que les leían cuando eran pequeños. No hay duda de que un ambiente propicio a los libros es un buen campo de cultivo para la formación de futuros lectores, pero no es una condición absoluta. Pueden surgir buenos lectores de hogares sin gusto por la lectura y por el contrario, nada garantiza que una atmósfera lectora sea decisiva para la creación de buenos lectores. Ayuda mucho pero no es determinante.

Como conclusión: literatura o libros con los que puedan sentirse identificados; que les ayuden a vivir otras experiencias distintas de las suyas, aunque éstas deban pertenecer al mundo previamente diseñado en su imaginación por los mass media; la literatura como evasión y diversión y no como instrumento de cambiar el mundo ni de indagar en la realidad; la literatura libremente elegida y no impuesta por profesores; literatura en esencia divertida y ligera, llena de acción sea en el ámbito del reportaje o de la fantasía, el misterio y los enigmas. Nada de literatura inquisitiva, existencial o de contenido filosófico.

Este es el campo de juego de nuestros adolescentes. Es toda una sociología del gusto adolescente. No hay duda de que podemos extraer conclusiones interesantes sobre los jóvenes y los libros adecuados para ellos.

lunes, 29 de enero de 2007

Fuerte Apache


Fuerte Apache es una película recién estrenada en España y dirigida por el realizador catalán Jaume Mateu Adrover. Se ambienta en un centro tutelar de menores en Cataluña, Can Jordà, donde un grupo de educadores entre los que destaca Toni Darder (Juan Diego) luchan contra la sensación de desencanto y fracaso que conlleva su trabajo con muchachos condenados por la vida y sus circunstancias. Los educadores funcionan por la inercia pero sin creer demasiado en lo que hacen. Saben que el ambiente que rodea a los internos –menores delicuentes- es decisivo para impedir su rehabilitación.

Sin embargo, un día llega un muchacho magrebí, Tariq (Hamza El Hilali) que parece diferente por su predisposición a ser ayudado, la ternura de su rostro y por sus ansias de mejora social. Aspira incluso a llegar a la universidad. Es un filme de segundas oportunidades y que plantea mantener la esperanza cuando ya no parece haber motivos para hacerlo.

Tariq es un niño de mirada limpia. Tiene trece años y ha llegado de Marruecos escondido en un camión. Sus padres han muerto. En Marruecos vivía con un tío que le pegaba. Ha huido buscando nuevas oportunidades. El centro de Can Jordà le parecerá bueno a diferencia de sus compañeros que lo ven como una pequeña prisión. El adolescente Hamza El Hilali fue seleccionado en un casting entre mil quinientos muchachos. Su historia hace reír y conmueve.

La película a pesar de ser de ficción tiene una fuerte ligazón con el cine social y el reportaje. Por los personajes –jóvenes adolescentes castigados por las circunstancias- , por la ambientación en un centro tutelar de menores y en segundo lugar en la Barceloneta, en sus calles estrechas y sus balcones llenos de ropa, así como en los barrios periféricos de Barcelona en sus atmósferas más degradadas e inhóspitas.

Juan Diego interpreta al educador protagonista, Lolita Flores es Carmen, una mujer bregada en la vida que ha estado casada en dos ocasiones y que espera una nueva oportunidad que parece encontrar con Toni Darder. Carmen lleva un restaurante en la Barceloneta en el que se ambientan algunas escenas sensacionales como la de la paella que comen un día de salida el grupo de muchachos entre los que está Tariq, cuya llegada hace que algo esté a punto de cambiar en la vida del educador, esta vez para bien.

La película tiene un buen ritmo y el enredo hace que el espectador se vea implicado en la emoción de unos hechos que se van encadenando diabólicamente. Algún crítico ha considerado esta película como en algún sentido previsible y bienintencionada. Ello no le resta fuerza a esta primera realización en el campo del largometraje de Jaume Mateu Adrover, ni a sus experimentados protagonistas y al hallazgo de Hamza El Hilali, cuyas circunstancias hemos hemos descrito.

Sólo queda por decir que todos los días que tengo guardia de patio en mi instituto, me encuentro con un muchacho de mirada clara y aire tímido que estudia primero de ESO. Se llama Hamza El Hilali y es alumno de nuestro centro. Su hermano Ayoub, exalumno, también se dedica al teatro y al reportaje cinematográfico sobre la realidad social que rodea a nuestro barrio. A Hamza no se le ha subido el protagonismo en la película Fuerte Apache a la cabeza. Es un muchacho normal, lleno de potencial personal y cinematográfico. Lucha por sacar los estudios y abrirse camino en la vida. Sin duda, esta película es un buen comienzo. Hamza está decidido a aprovechar las oportunidades que le da nuestra sociedad. De hecho su rostro ha llamado la atención porque la cámara queda prendada y prendida de él. Hoy nos ha prometido que seguirá adelante y que terminará la ESO.

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