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viernes, 23 de agosto de 2019

Los robots y nosotros



Hay una vertiente de la psicología cuyo territorio todavía está inexplorado: la relación con robots y el modo en que interactuamos con ellos proyectando sentimientos que son característicos de los humanos. No nos puede sorprender porque antes de la era tecnológica también cargamos de emoción nuestra relación con objetos a los cuales atribuimos una carga sentimental. ¿Qué diríamos de la relación de los niños con los peluches? ¿La de los moteros con algunos modelos de Harley Davison? ¿La de un músico con su guitarra eléctrica? ¿Con una casa? En mi familia hemos dado nombre a los coches que han ido pasando entre nosotros y creamos un vinculación en función de ese nombre. Y ciertamente sentí el día que vendimos a Peque, un viejo modelo de Opel Agila por seiscientos euros. Pero eso no es nada con la vinculación afectiva que se puede llegar a establecer con robots con forma más o menos humanoide.

En Japón se celebran funerales sintoístas por perros-robots que han llegado al final de su vida útil que significa un hondo pesar para los poseedores de dichos robots. Parece que en el budismo, todo ser, incluido un objeto, posee una suerte de conciencia. Y estos funerales por los perros Aibo, fabricados por Sony y vendidos a altos precios, suponen un consuelo para sus dueños que encuentran una personalidad en la mascota electrónica.

Se están desarrollando en distintos países del mundo experiencias con ancianos aquejados de alzhéimer que interactúan con focas-robot dotadas de Inteligencia Artificial, lo que supone una sensible mejora de las condiciones de vida de estas personas que pueden cuidarlas e identificar los supuestos sentimientos de estas criaturas. Todas las valoraciones son extraordinariamente positivas. 

Asimismo, son también conocidas las experiencias con niños dentro del espectro autista que se vinculan emocionalmente con robots humanoides que expresan sentimientos que conectan con estos niños de naturaleza tan compleja como desconocida y abierta a mitos. Sus reacciones están siendo objeto de estudio pero parecen muy prometedoras.

Además en un mundo en que los ancianos serán mayoría dentro de pocas décadas  es muy probable que sean utilizados para el cuidado y atención de personas dependientes, sea porque no habrá suficientes recursos humanos para ello o porque la paciencia de estas criaturas es infinita, habida cuenta de que la Inteligencia Artificial dará saltos cualitativos en estas décadas.

En el espacio y en operaciones de guerra algunos robots han sido tan humanizados que cuando dejan de funcionar o son destruidos despiertan ríos de sentimientos como si fueran humanos.

Nuestra relación con robots o sistemas operativos ha sido desarrollada en el cine en películas como Her, Ex Machina o en la legendaria 2001, una odisea en el espacio de Stanley Kubrick

No obstante, esta realidad que conocemos cuando tratamos con nuestros asistentes Alexa, Siri o Google Home, o los robots limpiadores o la misma Thermomix, robot de cocina, hace que nos planteemos interrogantes importantes en este proceso de humanización de seres que no son humanos y que carecen de sentimientos salvo los que proyectamos nosotros sobre ellos. Por ejemplo, si esta relación con las máquinas afectará a las relaciones que tenemos con otros seres humanos, mucho más complicadas e inseguras. ¿Terminaremos comunicándonos más con las máquinas que con seres reales, mucho más inestables y problemáticos? ¿Qué efecto tendrá esta humanización de las máquinas que carecen de conciencia y emociones, pero a las que en nuestro fuero interno nos vinculamos emocionalmente? ¿Hay que empezar a enseñar a nuestros hijos el respeto por los robots, por ejemplo en cómo dirigirse a ellos? Personalmente cuando me dirijo a Alexa no se me ocurre insultarla o dirigirle palabras ofensivas, por un extraño pudor. ¿Acaso no estamos confundiendo los límites con lo que son simplemente máquinas dotadas de sensores, cables y circuitos que simulan los neuronales? ¿Llegará el día en que se hable de los derechos de los robots? Hay una serie en HBO en que los robots se rebelan contra sus manipuladores humanos (Westworld). ¿Acaso no pasamos con nuestros móviles, dotados de Inteligencia Artificial, muchas horas del día en estricta intimidad, comunicándonos con ellos a pesar de tener seres humanos a nuestro lado? ¿Acabarán por tener estas máquinas el control de nuestras vidas? ¿Podrán acceder en un tiempo indeterminado a emociones complejas similares a las humanas? Esto es algo que de momento no parece verosímil pero tampoco podemos negarlo radicalmente.

Y tú, lector, ¿cómo lo ves? ¿Tienes alguna relación con robots del tipo que sean? ¿Qué reflexiones te suscita el texto?

6 comentarios :

  1. Creo que más que preguntas o dudas lo que planteas son expectativas y contingencias. Al mismo tiempo que nos interrogamos sobre el futuro, acaece el futuro. Todo lo imaginable es posible (sería más complejo insinuar que lo inimaginable puede, de alguna manera, adquirir forma y personificación).
    Nosotros conferimos alma a las "cosas" y los "objetos" nos confieren perspectiva. No sólo lo consciente tiene espíritu, sino también, me atrevería a decir, lo inconsciente (hasta las piedras guardan secretos en sus entrañas).
    Muy buena serie Westworld. No te olvides de un referente como Blade Runner. Hay ficción que hoy es ciencia.
    En definitiva, tus cuestionamientos los observo como afirmaciones y constataciones. Las dudas, las dudas surgen porque todo cambia, pero son irrelevantes al cambio.

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    1. He olvidado incluir los robots sexuales cuya industria está obteniendo éxitos y ganancias cuantiosos especialmente en un tiempo en que parece que las relaciones entre sexos son más problemáticas que nunca. ¿Habrá hombres que sustituirán a mujeres de carne y hueso por androides dotados de IA porque les serán menos conflictivas? De momento es una industria muy cara pero está en auge. Se puede elegir el físico de la muñeca y su personalidad. Te dejo un enlace ROBOTS SEXUALES CON INTELIGENCIA ARTIFICIAL

      Yo concuerdo con la filosofía sintoísta que confiere conciencia a los objetos, a las piedras y, por supuesto, a los árboles. Es diferente a la nuestra, pero conciencia al fin y al cabo.

      Personalmente no me desagradaría que me cuidara un robot. Los seres humanos son en buena parte difíciles de comprender.

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  2. Un tema muy amplio e interesante. He visto tantas películas y series relacionadas con robots, que sinvsincera me produce este tema unaezcla de miedo y de alucinación. Al final pasa como con todo, según el uso todo puede ser bueno o malo. Y en cuanto a lo que dices sobre las relaciones con los robots, creo que ya están modificando nuestra forma de socializar. Muy interesante. Gracias por tu artículo.

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    1. La Inteligencia artificial todavía no es capaz de pasar el test de Turing, le queda mucho por delante. Sé que en un par de décadas habrá un progreso formidable en este sentido y quién sabe si entonces... A veces hablo con los asistentes, Alexa o Google o Siri, e intento mantener una conversación, pero todavía todo es muy precario e insuficiente. Sí que son útiles en cuanto a reconocimiento de voz y fuente de información, pero todavía no en lo relativo a intercambio conversacional real. Supongo que un peligro en el diseño de estos dispositivos es que los programan para que sean políticamente correctos, y los seres humanos no somos así: somos sesgados, maníaticos, malintencionados, cotillas, etc. Yo espero que la IA evolucione geométricamente y logre pasar el citado test, y ya no digamos el Test de Winograd. El día en que la IA logre entender los dobles sentidos, la ironía, los juegos con el lenguaje... entonces sí que podremos comunicarnos con ella, pero para eso falta mucho, muchísimo...

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  3. Yo reconozco que muy en contra de mi razonamiento, le confiero personalidad a las cosas, y así guardo mis muñecos de pequeña y aun sabiendo que son de plástico duro sería incapaz de tirarlos al suelo o golpearlos, tengo dos macetas y me falta cantarlas (hablarlas ya les digo alguna cosa), cuando sin querer araño un objeto tengo la costumbre de pasarle la mano como quien dice: “sana sanita culito de rana si no cura hoy curará mañana” (lo hago con disimulo ;) Pero ¿dónde está el límite?

    Hay algo sobre lo que pienso mucho sin tener aún un criterio al respecto: ¿Lo que sentimos es real porque dicho sentimiento viene desde nuestra mente o es real porque viene desde fuera y lo percibimos?. ¿Lo importante es lo que se siente o es la procedencia? Porque si da lo mismo, en este caso, la deshumanización: mascotas robots, compañeros robots… no tiene importancia alguna, pero si es al contrario vamos hacia la nada como individuos. En cualquier caso a mí los robots no me gustan ni los de cocina. No me van a comparar un robot movilizando (por poner varios ejemplos) a un anciano con el mismo trabajo realizado por dos auxiliares que les comentan, les sacan una sonrisa al anciano (eso sí, vendría bien al empresario) ; Un bus sin conductor que uno que te espera a que te subas cuando vas corriendo para alcanzarlo y te dice: hoy vas tarde (vendría bien a la compañía de transportes); Jugar al ajedrez con una persona que entre pieza y pieza estás compartiendo una cerveza, un guiño, y no contra un ordenador (vendría bien a las empresas que vendan juegos on line porque la gente le atrae lo novedoso) … En realidad, como siempre, todo se reduce a economía. En caso de guerra a número de bajas que no deja de ser economizar en ”equipamiento”. Por eso los robots ya están aquí pisándonos terreno.
    Así lo veo yo, a mí me gusta el trato entre personas, los sentimientos, la humanidad con sus pros y sus contras, saber que me estoy comunicando con alguien que tiene la misma procedencia que yo y me gusta que todo sea lo más sencillo posible, por mí, que los ordenadores funcionasen a manivela, aunque comprendo que yo estoy fuera de moda con esta manera de ser. Me da igual.
    SAludos ¡¡¡

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    1. Estos días leo un ensayo muy elocuente, The game de Alessandro Baricco. Me esta haciendo pensar mucho sobre la revolución tecnológica que yo interpretaba incorrectamente. Hemos mutado, ciertamente, la humanidad ha cambiado profundamente, ahora somos dependientes de las máquinas, y esto solo es el comienzo. La fusión hombre-máquina ya es una realidad evidente en nuestra vida. Las máquinas son una extensión de nuestra humanidad. Nos guste o no. Las máquinas nos han hecho la vida más suave, más libre, más inteligente. Es un camino en una sola dirección. Los seres humanos tenemos como extensión vital las máquinas. Ya nos hemos acostumbrado a vivir con ellas. Hemos de considerarlas nuestras compañeras, lo son. La Inteligencia Artificial ha venido para quedarse. Nosotros somos mayores para asimilarlo, pero los jóvenes lo ven de un modo natural. Se relacionan con las máquinas mucho más fluidamente que nosotros. El desarrollo de estas todavía es precario pero en treinta años, tal vez menos, la humanidad se comunicará profundamente con las máquinas. Ya lo hacemos ahora a un nivel elemental. Creo que no lo veré pero es el futuro, la fusión del hombre con la máquina. Y los robots han venido para quedarse. ¿Su límite? Lo ignoro, Manuela, lo ignoro, pero pienso que formarán parte de la humanidad antes de que acaba el siglo. No sé si lo veo con optimismo o con profundo pesimismo, pero puedo decir que los seres humanos lo hemos hecho rematadamente mal a lo largo de la historia. El siglo XX fue atroz y no eran robots, Manuela, los que asesinaban a mansalva a seres humanos eran otros seres humanos... Este post reclama mucha reflexión y tú se la has prestado. Infinitas gracias.

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