La soledad del profesor
Imaginemos un conflicto entre la seriedad y exigencia de un
profesor que esperara que sus alumnos hubieran de estar a la altura de unas
expectativas adecuadas. Imaginemos que
ese profesor ama su profesión, que trata de sacar lo mejor de cada uno de sus
alumnos, que se entrega totalmente y cuerpo y alma a su tarea a la que dedica
infinidad de horas. Imaginemos que colabora activamente en todo tipo de
actividades escolares y extraescolares implicándose emocional y vitalmente
hasta el final, de modo que termina la semana agotado, exhausto, extenuado, y
que solo la lectura, el cine y el teatro logran hacer de nuevo que se sienta de
nuevo cargado para empezar otra semana igualmente apasionante y llena de
desafíos.
Imaginemos que ese profesor, que tiene todavía una confianza
en la dignidad de su trabajo y que piensa que su posición es sólida, sabe que
un alumno suyo puede dar mucho más de sí de lo que hace, y lo estimula y exige
como a todos los demás. Las normas son las normas y el profesor exige tanto
como se exige a sí mismo. Imaginemos que ese alumno está en una familia enferma
moralmente, que acumula violencia y desestructuración interior, y que sus
padres para compensar su desistimiento y su rendición educativas, optan por
complacer a su hijo -caprichoso y cruel- y machacar al profesor exigente. Le hacen
presentar documentación sobre los criterios pedagógicos que llevan a que su
hijo sea exigido en clase igual que los demás, interponen denuncias ante la
administración, una tras otra, de modo que el profesor es puesto en cuestión y
convocado por la dirección del centro y la inspección y se le amenaza con
consecuencias legales y una investigación a fondo de sus métodos y su
pedagogía. El profesor, que creía hasta ahora en su dignidad y su profesión, ha de humillarse y reconocer que se equivocó y
pedir perdón a los padres así como al alumno y cambiar los criterios en lo relativo a este
muchacho que a partir de ahora sabrá que está blindado frente al profesor.
Este caso imaginario no sé si podría darse porque los
profesores hemos interiorizado ya hace tiempo que somos piezas prescindibles,
que solo somos elementos intercambiables, y que hemos de ser totalmente
flexibles en lo que se reclama de nosotros y que es totalmente contradictorio.
Por un lado se dice políticamente que la educación es vital para un país, pero
a la vez se desprotege, humillándola socialmente, a la pieza esencial de ese
proceso, de modo que se sabe el profesor en una posición en extremo frágil. Se
le hace total responsable del fracaso educativo y a la vez se le desprotege
profesionalmente y humanamente. El profesor sabe que no es nada, que todo lo
que pueda conseguir será a pesar del sistema que es crecientemente burocrático
y despersonalizador, sabe que está solo, radicalmente solo ante sus alumnos,
ante los padres y ante la administración, y que en caso de conflicto no tendrá
ningún asidero, dada la falta de solidez y fundamento de su posición, en un
colectivo desunido e incapaz de formular con firmeza sus convicciones si es que
algunas le quedaran. Sabe que es una pieza objeto de controversia. Hay tantos
padres que cuestionan a los profesores ante sus hijos que esto es un lugar
común. Se le reprochan sus circunstancias laborales, sus vacaciones, se
cuestionan sus fundamentos, se le hace
sentir inoperante y simple correa de transmisión de lo que en todo momento se le ocurra a la autoridad educativa
pertinente y que está cambiando continuamente, se le exigen documentaciones
burocráticas extenuantes que no reflejan la realidad, que son inútiles, que
nadie lee y a nadie le importan salvo como criterio de cumplimiento obligatorio
administrativamente.
¿No es extraño que la figura del profesor se haya convertido
en patética, que sea simplemente un superviviente
que se pliega estratégicamente a los vientos cambiantes que dominan en todo
momento y ante los que se siente como un navegante solitario? ¿Es extraño que
en el ejercicio de su profesión sepa que ha de ser pragmático y oportunista,
que nadie en la administración lo va a respetar, que sus convicciones
personales y su vocación -tan legítimas- solo son elementos fungibles? ¿Es
extraño que rehúya cualquier conflicto, que se sepa radicalmente solo, que sepa
que lo mejor de su profesión son sus alumnos pero que ha de evitar cualquier
situación planteada por los padres que utilicen la legalidad ante la
administración?
No basta con amar una profesión y entregarse vitalmente a
ella como socialmente se reclama a los profesores a los que se les hace reos de
sí mismos. Pobre del profesor que quiera enmendar la conducta, la dedicación y
el trabajo de alguno de sus alumnos si va más allá de lo que su situación real
le permite.
Hay que aprender a nadar y guardar la ropa.
Y sonreír diciendo que esta es la mejor profesión del mundo
y que las aulas masificadas contribuyen a mejorar la calidad de la enseñanza
puesto que ayudan a socializar a los alumnos, que el deterioro de las
condiciones de trabajo no son tales, que la disminución de salario y el aumento
de la jornada laboral son una suerte en estos tiempos que corren.
Venga, cantemos todos que ya llega el mes de mayo: Venid y vamos todos, con flores a María...
"y la inspección y se le amenaza con consecuencias legales y una investigación a fondo de sus métodos y su pedagogía"... Que investiguen y planteen los métodos alternativos, cuando se critica algo siempre hay que dar el método correcto. Aunque sinceramente pienso que hay más padres con necesidad de "gafas" que niños feos, los padres tenemos nuestro deber de educar en la responsabilidad, de aprovechar lo que la sociedad les proporciona, pero también hay que enseñar a cuestionar "verdades inamovibles" y ser tremendamente críticos en la vida, pero la critica con las opciones alternativas, no la critica por deporte...
ResponderEliminarLos niños deben tener igualdad de oportunidades que no es lo mismo que todos sean iguales, y eso se olvida a menudo, por los padres y por los profesores.
Los padres en muchos casos son el problema, por sus conductas, por comprar cosas para que se callen, por quitarseles de "en medio" y ese no es buen sistema; no todo se puede, ni de debe comprar y eso es algo que hay que dejar claro en nuestros hijos.
Temujin, hay muchos padres que pasan de sus hijos, y a los que les es más cómodo darles todo lo que quieren (o todo lo que pueden darles) que implicarse profundamente en su educación lo que supone decir que no y limitar. Abundan los niños caprichosos, faltos de límites. Y cuando uno es profesor de inmigrantes marroquíes se da cuenta de que en ese caso estos alumnos tienen una sólida formación moral, la que tantas veces escasea en los nativos que se creen con derecho a todo, y pobre del profesor que no ceda a sus deseos si los padres tienen ganas de enmarañar la cuestión y recurren a medios legales. Ahí el profesor está solo en un terreno indefinido en que nada le respalda, nada, Temujin, nada.
EliminarYo tengo tres hijos y están acostumbrados a que cuando digo NO, es NO. Se acabo la discusión. Aunque procuro administrar mis negativas a lo estrictamente necesario. Una cosa es la autoridad y otra muy diferente el miedo y me pega que los marroquies tienen más miedo que respeto y eso no es bueno porque no es razonable, pues cuando se acaba el miedo empiezan los caprichos de la "libertad"...
EliminarCon todo el respeto del mundo pero... serán los alumnos marroquíes que os han tocado a vosotros, porque los que me han tocado a mí son tremendos. En clase no doy clase, trato de mantenerlos entrenidos. Ni me apoya la dirección (sabe lo que pasa pero pasa) ni me apoyan los padres, ni nadie. Encima soy un contratado temporal y me las estoy viendo moradas para salir adelante. Y os digo, como tenga la oportunidad de deciarme a otra cosa que no sea la de dar clases (en secundaria doy) lo voy a hacer. Esto es un infierno tremendo, ojo con los que quieran meterse acá y tengan otra opción, que no se crean los cuentos, que esto para algunos es el mismísimo infierno.
EliminarPost realista el tuyo. Aún así, te veo al pie del cañón luchando contra corriente.
ResponderEliminarAdmiro a tu gremio, os lo debemos todo y os lo pagamos mal. ¿Que sería de la juventud sin vosotros? Habrá que gritar fuerte para que se enteren.
Yo, con vosotros. Un beso Lola
No soy perfecto, no lo somos como gremio, Lola, pero es cierto que esta sensación de pérdida de densidad en el proceso educativo y que yo he experimentado en mi vida laboral y profesional, no beneficia a la educación. Yo comencé teniendo alguna conciencia de mi valor y pensándome importante y decisivo. La realidad y la evolución del mundo educativo me ha mostrado que no soy más que un ingrediente -prescindible e intercambiable- en un proceso que lleva a la elaboración de un producto en que es efectivamente producto y cliente. El alumno es un cliente y a la vez el producto del proceso educativo. La terminología y las concepciones empresariales se han impuesto en lo que yo consideraba adquisición del conocimiento. Gracias, Lola. Un beso.
EliminarSoy profesor interino, y he de reconocer que cada vez que llego a un centro envidio la situación de los profesores fijos. Tienen un sueldo estable (cobran todos los meses) pueden desarrollar sus proyectos educativos como crean conveniente y tienen una estabilidad laboral impresionante. Al llegar a cada centro debo adaptarme al modo de trabajo en el mismo, tratar de demostrar que el hecho de que sea un interino no implica que sea un incapaz y que tengo conocimientos y habilidades suficientes como para desempeñar mi trabajo de forma competente, a pesar de que mis compañeros me mirarán con recelo, me dejarán los grupos que ellos no quieren dar porque son más molestos (PCPI, diversificación, 1º y 2º de ESO) y fácilmente cuestionarán lo que yo haga. Cuando me integro un poco más empiezo a descubrir que hay mucha división entre ellos, y tratarán de atraerme hacia uno u otro de los grupillos que allí se forman, muchas veces relacionados con diferentes ideologías políticas y con distintas formas de entender la educación, generalemnte progres contra conservadores. Y a mí todo eso me da igual, considero que somos afortunados por poder aprender continuamente a lo largo de nuestra vida, podemos transmitir aquello que nos apasiona y llegar a apasionar a otras personas, abrir los ojos. Considero también que muchos de estos profesores en ocasiones tratan de imbuir su ideología en sus alumnos. He visto como compañeros llevaban a alumnos a las manifestaciones para luego grabarlos en vídeo (alumnos de 2º de BAT he de decir) y colgarlos en youtube como muestra de la oposición a los recortes. Yo sólo pienso que me gustaría estar en vuestra situación, sólo poder cobrar cada mes, y que voy a ser el primero en ser expulsado del sistema educativo, tal vez por ser el más prescindible. Pienso que también muchos de los fijos hacen su trabajo de cualquier manera, que también es secundaria su labor docente, estando muchos en política, y eso me indigna sobremanera. Y pienso que hay profesores que rozan la excelencia, se limitan a dar clases y se centran en su materia, y en como transmitirla de modo eficiente. Es a estos últimos a los que admiro. Y si pudiese echaría al resto. Porque eso de tener un trabajo fijo que te permita actuar como quieras lo veo contraproducente en muchos casos. ¿Que hay muchos alumnos por aula? En muchos centros esos grupos quedarán para el profesorado interino, no os preocupéis. Y los interinos no tenemos voz. Estamos de paso. Y hay quien pensará que apruebe una opoción y me haga fijo, ya la aprobé, y resulta que no habían suficientes méritos, que no conocía a nadie del tribunal, que mi uso de las TICs, blogs educativos y herramientas multimedia le resultó extraño al tribunal. Esto es una pataleta, lo siento.
ResponderEliminarNo sé cómo responderte. Tú lo ves así, y probablemente tengas razón desde tu punto de vista. Sin embargo yo no observo que se politice en ningún caso la docencia. La protesta contra los recortes yo no la veo política, la veo de decencia, de sentido común, de supervivencia. Es un juicio de valor el que haces cuando dices que un determinado profesor lleva a sus alumnos a las manifestaciones para grabarlos y colgarlos en el youtube para demostrar su oposición a los recortes. Lo aduces pero no deja de ser una opinión sobre intenciones supuestas. Quizás todo sean juicios de valor, pero en tu caso, que te presupongo joven, observo demasiada acritud. Has reconocido que es una pataleta, pero no deja de inquietarme. Solo te diré que en mi seminario de lengua castellana, dar bachillerato es lo que menos queremos. Yo lo huyo totalmente y prefiero los cursos de la ESO y me da igual que sean del primer ciclo. Probablemente el curso que viene, algún interino se encontrará el bachillerato como niveles pendientes.
EliminarEso sí, tu visión demuestra que estamos divididos, profundamente divididos.
Un cordial saludo.
Me gustaría convencerte de algo, Joselu y soy consciente de que no lo voy a conseguir. La cuestión está que el que carece de todo o de casi todo agradece lo poco que le dan. Una perogrullada pero muy real. Viene al caso de lo que cuentas una vez más de los estudiantes marroquíes. Yo que no pertenezco a una familia adinerada siendo niño agradecía como nada los 50 céntimos que me daban para poder alquilar, alquilar no comprar, un tebeo en el kiosko. Mis padres también agradecían la educación que recibía su hijo porque ellos no pudieron tenerla igual siendo náufragos de la Guerra Civil y la Postguerra. La gente que no ha tenido la posibilidad de tener una educación entiende muy bien el valor de algo de lo que carecen. Eso pasa con los niños marroquies de hoy en día y pasó antes entre los niños españoles que nacimos al acabar la autarquía franquista. Tampoco soy profesor pero puedo entender que las cosas han mudado, que estáis siempre en el disparadero, que os tratan como al muñequito del pimpampung. Sin embargo también creo que las culpas son compartidas. Cierto es que los padres han mudado de actitud y defienden "sus pertenencias" de forma brutal y desconsiderada, pero los profesores en muchos casos se han convertido en simples dispensadores de programas educativos que políticos irresponsables y mendaces les obligan a ejecutar. Detrás de todo se adivina el discurso de que lo propio está por encima de cualquier otra cosa y que los demás solo pueden ser obstáculos en nuestro camino hacia una hipotética y nunca alcanzable felicidad.
ResponderEliminarLeo y releo tu comentario, sobre todo en su conclusión en la que sostienes que de fondo está el discurso de que "lo propio está por encima de cualquier cosa y que los demás solo pueden ser obstáculos en nuestro camino hacia una hipotética y nunca alcanzable felicidad". ¿Te refieres al discurso que se desprende de mi post en que pongo de manifiesto la fragilidad de los profesores? Me interesa mucho lo que dices porque estoy de acuerdo en prácticamente todo pero no entiendo este final que no sé adónde apunta, si a lo que he dicho o a otro lado.
EliminarApunta a que en estos tiempos hemos conseguido algo que pareciera imposible unas décadas atrás: convertir el yo individual en una fortaleza inexpugnable donde cada uno defiende su parcela con uñas y dientes y nadie está dispuesto a hacer concesiones a los demás. Los padres con sus hijos que al parecer son parte de su patrimonio personal, los profesores sus derechos adquiridos sin pararse a pensar en si las circunstancias son las mismas de cuando tenía todo el poder en sus manos y las autoridades educativas poniendo sus rastreros intereses políticos por encima de las necesidades de unos y deotros. A todo esto me refería con mi quizá algo abstracta conclusión final.
EliminarDoctor Krapp, imagino por lo que dices que no eres docente. Empiezo a conocerte y a leerte. En todo caso, los profesores hace ya mucho tiempo que sabemos que las circunstancias no son las mismas. No somos mejores que antes, pero sabemos que hemos de ir con mil ojos abiertos, y ser cautos y prudentes, sabiendo que estamos expuestos a huracanes si no sabemos colocarnos en el lado adecuado en el momento justo.
EliminarTe pondré un ejemplo. Antes un médico utilizaba su ojo clínico para diagnosticar enfermedades. Podría equivocarse, claro está, pero era una parte importante de su labor. Ahora, para precaverse de infinidad de reclamaciones y procesos que pudieran cuestionarle, sabe que todo ha de ser verificado por multitud de pruebas diagnósticas de todo tipo que le cubren las espaldas frente a cualquier error posible. Esto es bueno, tal vez, porque la asistencia médica se ha judicializado, no tanto como en Estados Unidos en que se reclama a los médicos y al sistema sanitario por cualquier hipotético error. La otra cara de la moneda, Dr. Krapp, es que una sanidad pública no puede sostener el volumen de pruebas diagnósticas o tratamientos que se reclaman y pasa lo que está pasando. Quiero decir, en el caso que nos ocupa. que los profesores han de saber que se mueven en un entramado legal complejo y cambiante, pero que el acto educativo (lo que sucede en el aula) no se puede burocratizar ni judicializar aunque se puedan cometer errores (ciertos), pero punir estos errores o que se tenga la sensación de que pueden ser punidos, lleva a una situación que crea muchos más problemas de los que resuelve. Siempre habrá buenos profesores y malos profesores, como malos y buenos médicos.
Pero sí, ciertamente, los profesores sabemos que no tenemos todo el poder en nuestras manos. De hecho, tenemos bien poco, y eso lo saber cualquiera que entra en un aula.
Hola,
ResponderEliminar¡¡ Este es un tema muy complejo ¡¡.
Soy madre y Psicopedagoga y/o viceversa.No lo quiero separar es un todo, eso no implica que no sepa distinguir entre mi esfera profesional y personal...
Sin comunidades de aprendizaje, no es viable subsanar ese problema. Además estoy en un proyecto de los colegios más innovadores...las remesas de profesores que salen nuevos ya no son vocacionales en su inmensa mayoría...aquí existe un problema de fondo.Por ello es tan necesaria la visión de la comunidades
Tengo tanto que decir ¡¡ no sé por donde empezar, porque no cabría aquí y reducirlo sería sesgarlo...¡¡
Una vivencia práctica que explicita el mensaje de fondo puede servir:
En mis clases de Psicopedagogía , donde existían docentes en activos, se daban cuenta gracias a los debates surgidos ,que no se apoya a los padres que colaboran con la escuela, que había una lucha de poder... a parte de las luchas internas de los propios claustros...etc.
Me permito recomendarles/te un libro , lo ví ayer en un programa de TV3, creo que refleja muy bien, lo que pretendes decir en algunos aspectos.Pero me parece que como alma de escritor te gustaría...(igual ya lo leístes )...http://www.llegirencasdincendi.es/2012/04/entrevista-con-alexander-maksik-autor-de-no-te-mereces-nada/
En tiempo de crisis se acelera este paradigma :
"Salvesé quien pueda "...la historía es que como humanidad estaremos perdidos...
Nada más...un placer visitarles.Les invito a mi página de Facebook ELICREA ( espero no lo tomen como descortesía...¡¡ a mí me encanta compartir ¡¡
https://www.facebook.com/ElicreaEscuelaDeLiderazgoCreativo
Joselu: si lo consideras un abuso, ¡¡ borralo sin problemas ¡¡
Bss
Activo el enlace que has reseñado sobre la novela de Alexander Maksik NO TE MERECES NADA.
EliminarMi respuesta va para la psicopedagoga, Carmenchu.
EliminarHablas desde la comodidad de quien no tiene que entrar en el aula y por tanto no tiene que enfrentarse a la indisciplina y descontrol de clases de 30 o más alumnos.
En uno de los institutos donde trabajé hace un par de cursos, había una pedagoga que un día que yo me retrasaba 5 min porque había tenido un examen en otro grupo y uno de los alumnos tardó en entregar, la encuentro en el pasillo y con cara de mala leche me reprocha mi tardanza. Le digo: "ya que estás de guardia, ¿por qué no entraste a vigilar la clase?" y me contestó: "¡uyy, yo en ese aula no entro, que les tengo miedo!".
Así que ya ves. No digo que sea tu caso, pero hay pedagogos que dan lecciones a los demás mientras ellos ni se enfrentan a los problemas ni los resuelven. La indisciplina de los alumnos, sus faltas de respeto, su desidia, su ignorancia...eso ya que se lo coma el profesorado; ellos con sentarse cómodamente en el despacho a organizar chorradas como recogida de material escolar para cualquier país tercermundista o un cursillo de no sé qué, ya arreglan y justifican el sueldo. Con eso y con reunirse con los tutores del centro para darles charlas sobre cómo hacer su trabajo, trabajo que como ya he dicho, ellos no realizan.
Que no digo que haya otros que se enfrentan a los problemas o que incluso dan clase de apoyo. De todo hay en la viña del señor, pero lo que yo vi, en su mayoría era de darte lecciones a ti, que tú te comieras el marrón y ellos a fiscalizar la labor del profesorado y pontificar desde un cómodo despacho.
Y luego encima te escupen a la cara sentencias como la tuya: "es que los profesores de ahora no tienen vocación".
Pues hay que tener una poca para aguantar lo que se aguanta hoy en día en el aula, oiga.
Además tener vocación no es sinónimo de ser mártir de la causa.
Pues yo, disculpa que te lleve la contraria, no os considero intercambiables. Os considera así la administración porque no tienen conciencia, ni creo que inteligencia. A lo largo de mi vida he tenido muchos profesores, muchos. Pero sólo unos pocos que marcasen una diferencia. Esos serán administrativamente sustituibles, pero insustituibles para mi.
ResponderEliminarLos profesores teneis una importancia vital. Pero no es justo cargar todo el peso educativo en vosotros. Para los padres, faltos de tiempo y en muchos casos interés, es más fácil sustituir ese tiempo y ese interés por cosas materiales. Y es también más fácil ponerse burro y defender a tu vástago más allá.de lo defendible que reconocer que a lo mejor el que has fallado en la educación eres tú como padre, y no el profesor. No hay más ciego que el que no quiere ver.
Pero también me permito decirte que hay muchos profesores faltos de vocación, que enseñan porque no ven otra salida laboral (yo me vi tentada por esa opción, pero pensé que no era justo, ni para los alumnos ni para mi), o por un sueldo fijo, etc. Vocacionales e implicados no sois todos.
Yo, por mi parte sólo quiero alabar tu implicación, y asegurarte que para tus alumnos no eres ni sustituible ni intercambiable.
Un beso.
Nuria, primero considerar que efectivamente para la administración no somos más que piezas a las que no se concede demasiado valor fuera de su valor administrativo. Los inspectores son otras piezas que dependen de administraciones variables (a tenor de los gobiernos de turno) y cuya función es meramente de control y coerción, y nunca de apoyo moral, profesional o humano a los profesores a los que se considera simplemente como el departamento de Recursos Humanos. Yo nunca me he visto apreciado o considerado por la administración que es fría y coercitiva.
EliminarDurante varios años se fomenta la incorporación de la tecnología en las aulas y se dota a cada alumno de un PC sustituyendo a los libros de texto. Cambia la administración y cesa dicha política que queda en el aire. Toda una nueva pedagogía -buena o mala- se va al traste. Este es un ejemplo.
Los gobiernos utilizan políticamente la educación cuando requeriría de un gran consenso, y los profesores han de estar siempre adaptándose a los cambios continuos sabiendo que la mayoría de las veces son improvisaciones, experimentos inaplicables, majaderías infinitas y que solo nosotros sabemos lo que pasa dentro de las aulas.
Y pobre del profesor que tenga la mala suerte de caer ante el fuego graneado de unos padres con mala fe y que conozcan la legislación y sus recovecos.
Porque, Nuria, estamos en el aire, sometidos a los vaivenes continuos de cretinos que desconocen todo acerca de la educación y que tienen simplemente intereses políticos cambiantes. Y jamás protegerán con firmeza a los profesores.
Es por eso que sostenía que pobre del que pretenda tomarse a sì mismo en serio y no sepa nadar y guardar la ropa.
En cuanto al nivel vocacional de los profesores no sé si mis compañeros lo tienen o no. Supongo que muchos lo que pretenden es hacer su trabajo bien que es lo máximo que se puede pedir a alguien, y en cuanto a su vocación, sencillamente es difícil garantizarla en los decenas de miles de profesores que sostienen la educación de este país, y no sé si es posible que fuera así.
Además en la vida de un profesor se pasan etapas, se viven profundas esperanzas pero también decepciones, y el nivel de mantenimiento de la ilusión a lo largo de los años es problemático. He conocido algún profesor que tomaba estimulantes para entrar en clase poniendo en peligro su corazón, para mantener esa implicación y esa dedicación infinita que requiere una profesión cuyos límites son imprecisos. El que la viva en carne viva, lo pasará muy mal, Nuria, si no aprende a relativizar y a profesionalizarse lo que es hacerse moderadamente escéptico y saber reconocer tu verdadero lugar para el sistema, que no es mucho. Otra cosa es el lugar que ocupas para algunos alumnos, y esto es impagable. Un beso y gracias por tus palabras.
La vocación no sirve de nada cuando la violencia en el aula lo impregna todo de ese insoportable sabor a hiel de las situaciones críticas, estresantes, demoledoramente dolorosas y aciagas. No se puede trabajar tal y como están las cosas actualmente. Quizá por eso hay tantas renuncias en las listas de interinos y substitutos, y tantas bajas y excedencias entre los titulares.
EliminarEntiendo tu frustración, y el cansancio del final de curso. Yo misma me veo tentada, a estas alturas del año, a caer en este tipo de consideraciones. Pero lo cierto es que también encontramos la compensación: padres que te agradecen en privado o público, personal o virtualmente tu trabajo; compañeros, directiva o inspección que alaban tu dedicación; colegas con los que compartir tu entusiasmo; y, sobre todo, la mirada de esos alumnos que te siguen en clase y están orgullosos de pertenecer a tu aula.
ResponderEliminarPD. Este sólo es un comentario para compensar. Ánimo, compañeros.
Mª Luisa, mi estado de ánimo no es el que refleja el post. Personalmente no siento cansancio ni desánimo. No he tenido la mala suerte que refiere el post, pero sí que expongo una situación real que sí se da en alguien que aprecio mucho y que sé que es totalmente injusta. Normalmente no hay este tipo de conflictos porque aprendemos a navegar entre dos aguas. Yo sé que he de aprobar a un determinado número de alumnos para tener la fiesta en paz, pase lo que pase en el aula. Si algo pasa, no cabrá duda de que la responsabilidad es nuestra. Por eso, aprendemos a prevenir y a evitar cualquier cuestión conflictiva. Esto lo aprendí en la praxis educativa a costa de años de profundo malestar porque me di cuenta de que estaba solo. Mi ánimo a estas alturas de curso es alto, Mª Luisa, pero es porque mis alumnos afortunadamente no tienen padres dispuestos a actuar con mala fe, pero pobre de ti si te encuentras con alguno que sí. Es cuestión de azar. Entonces te darás cuenta exactamente de cuál es tu valor. Un cordial saludo.
EliminarHablas de la soledad del profesor. Es algo que conlleva nuestra profesión. Un profesor frente a un grupo de personas (alumnos y alumnas) que vibran en otra dimensión social. Un profesor frente a un cúmulo de problemas e individualidades a las que él solo tiene que afrontar. Pero el profesor, cuando sale del aula se da cuenta que hay otros/as como él. Otros profesores que acaban de abandonar sus aulas y que se incorporan al grupo social de los adultos. Otra dimensión y otra mirada. Ahora las cosas se ven de otro modo. Se comentan las situaciones que se han vivido en clase. A veces son tiernas y divertidas, a veces, horribles. Y el profesor sabe que está solo. Incluso cuando habla con los padres/madres sabe que tiene que ir con mucho cuidado para no decir la verdad simple y dura, y se ve obligado a enmascararla con frases políticamente correctas. Y el profesor está solo. Y sabe que mañana estará delante de sus alumnos/as y se dará cuenta que ni compañeros, ni inspectores, ni directores, ni jefes de estudio ni eso que llaman comunidad educativa estarán junto a él. El/ella empezará su clase y se dará cuenta que está solo. Y a lo mejor es feliz...
ResponderEliminarUn abrazo.
Efectivamente, puede que nada de lo escrito en mi post cuestione que el profesor no pueda ser feliz. Es cierto, pero también, como bien dices, que está radicalmente solo y que dependerá de su "habilidad" para sortear la burocracia, la incoherencia de sucesivas administraciones, la utilización política de la enseñanza, y la soledad intrínseca de la labor docente, para lograr, si tiene suerte, lograr ser feliz en su profesión. Pero pobre de él como encuentre alguien con preparación y mala fe enfrente de él. Un abrazo.
Eliminar1º.- La labor de un profesor es similar a la de un barrendero. Intenta tener limpia la calle y al día siguiente aparece plagada de suciedad. Sísifo on the rocks.
ResponderEliminar2º.- No demos más importancia a nuestro trabajo del que tiene. Somos una pieza más dentro del gran proceso de socialización de los jóvenes. La educación es germen de cambio, pero los profesores no somos los únicos que educamos (mal o bien).
3º.- Paciencia, he aquí la virtud cardinal del docente, y su déficit más común.
Un placer, Joselu, como siempre.
No somos los únicos que educamos, ciertamente, pero a diferencia de todos los demás factores que educan (padres, medios de comunicación, publicidad, cultura de época…) nosotros sí estamos sometidos a evaluación y contraste continuamente. Y la mayor habilidad de un profesor es saber sonreír en la foto y que no se le vea demasiado. Paciencia, sí, infinita, Ramón, y prudencia, cautela, también infinitas. Un cordial saludo.
EliminarLa prueba de que la figura del profesor se ha convertido en patética, como comentas, es la poca afluencia de estudiantes a los profesorados.
ResponderEliminarNo aparece atractiva la propuesta de ser profesor para los jóvenes que terminan el Instituto (por lo menos por estas latitudes).
Y si hablamos de género, cada vez hay menos varones en la actividad (¡qué decir de los maestros de Primaria!)
Evidentemente la educación no es prioridad para ciertos gobiernos.
Así estamos.
Saludos.
Antón.
Por lo que he visto vives en Argentina. Por aquí no ha llegado todavía esa crisis y las escuelas de formación del profesorado no notan ese declive. El problema efectivamente es que hay carreras como Historias, Filología, Arte, Humanidades, Biología, Matemáticas… que llevan en muchos casos a buscar salidas en la docencia no sé si con vocación o no o solo como medio de vida. Es complejo el tema de la vocación de los profesores. La realidad es que es una profesión cada vez más compleja y sus dificultades son crecientes a la par que su reconocimiento social cada vez (en España) es menor así como su compensación económica. Sin embargo, se apuesta demagógicamente por que la educación es vital para un país. Saludos, Anton.
EliminarDemasiado realismo para mi sábado, Joselu, el día en que intento despejarme de todos estos sentimientos que me dejan un sabor amargo en la boca luego de la semana de clases. Estoy en plena crisis vocacional, fantaseando con la posibilidad de dedicarme a otra cosa, pero no se me da. Estoy harta de ejercer la docencia siempre bajo la lupa, tan mal vista socialmente, tan cuestionada, con tan poca estabilidad laboral en el sector privado al menos, tanta burocracia absurda y tan mal paga.
ResponderEliminarTal vez las cosas aquí en Argentina hayan llegado demasiado lejos, pero esta hipótesis con la que tu entrada abre es aquí moneda corriente, sólo que fuera del marco legal: si haces algo que a los padres del alumno no les parece correcto, vienen por tí a agredirte verbal y hasta físicamente y salen impunes. Te humillan, te lastiman y es probable que pierdas tu trabajo o pagues las consecuencias con tu salud. Cada vez que le hago una observación a un alumno quedo pensando cuál podría ser la consecuencia. Se siente temor al poner límites. Y es mayormente a lo disciplinario a lo que más tenemos que abocarnos.
"Entonces, ¿qué hacemos?" Le pregunto el jueves por la noche a mi esposo, directivo docente igualmente harto de hacer las veces de un asistente social. ¿Hacemos una inversión con los pocos ahorros de una vida y nos ponemos un negocio para que nos asalten cada dos por tres, y los ladrones entren y salgan de la cárcel con una facilidad pasmosa?
Mejor dejo ahí, que hoy es sábado y toca película y distracción. Pero pasado el feriado largo, con puente y todo por el Día del Trabajo, volvemos a la soledad de nuestra profesión sabiendo que deberíamos sentirnos agradecidos de tener trabajo...
Un beso.
Siento haber concitado un debate que tiene, como sabemos, tintes complejos y amargos para los profesores si no sabe actuar con todas las cautelas del mundo ante el entramado paterno-legal-burocrático al que nos enfrentamos. Espero que la película que hayas visto te haya alejado de estos tintes sombríos con los que evaluamos nuestra situación interna en lo que a la profesión se refiere. Un beso, y gracias.
Eliminar¿Sabes con qué peli fui a dar para entretenerme un rato? Con El pianista de Polanski. Luego de eso, nada de lo que nos sucede a diario parece tan trágico...
EliminarUn beso, Joselu.
Creo que conoces esa intención mía de algún día acabar dando clases en un instituto. Desde que era pequeña, cuando alguien me preguntaba, decía que quería ser profesora. No sé muy bien por qué. No he perdido esa vocación con los años, pero además he tomado conciencia de la importancia de la educación para una sociedad o del desarrollo humano y además, esa idea de plantar la semilla de la curiosidad y la lucidez en alguien, como hicieron otros en mí, me atrae.
ResponderEliminarSin embargo, conozco a muchos profesores y hace muchos años que te leo y lo cierto es que el mundo de la docencia no es tan ideal y la realidad de un instituto día a día es bastante más cruda. Me imagino a un profesor entusiasmado, que se ha preparado su clase con unos fines, con la intención de transmitir un mensaje, etc... , ante una clase apática e indiferente y no me creo capaz. Y después está la administración, la burocracia... Admiro tu labor y la de muchos profesores como tu, que a pesar de navegar solos, seguís creyendo en vuestro oficio.
Un abrazo!
Pd: Comenté también el post anterior, que siempre voy tarde!
Es necesaria esa frescura y esa intensidad que tú puedes aportar, más si va unida a una vocación tan clara como la tuya. Eso sí, la vida de un profesional de la enseñanza está abierta a profundos motivos de satisfacción pero también a dolorosas situaciones en que uno ve que el mundo en que creía estar, se tambalea. No es fácil ser profesor y mantener incólume la ilusión durante tantos años, máxime cuando se tiene conciencia de que se está radicalmente solo para bien y para mal. Lo he pasado muy bien y también lo he pasado muy mal. Este blog es expresión de esa dualidad, y de mi vocación profundamente antiburocrática. Gracias por estar ahí. Un abrazo.
EliminarJoselu, no tengo palabras para agradecerte este post.Somos muchos los docentes que sabemos lo que significa ser el blanco de las iras de unos padres que se creen con derecho a todo:a cuestionar los contenidos, las programaciones, los criterios de evaluación, las sanciones... Cuando les conviene se leen la ley hasta la última coma y si te has equivocado, ¡zas! palo y tentetieso. La Dirección te da un tirón de orejas, aunque sea metafórico, la Inspección te pide papeles y justificantes, los alumnos saben que estás en la picota y tú estás indefenso, cabreado y dolido. Con suerte, como es mi caso, los compañeros están todos a mi lado y la inmensa mayoría de los padres se han ofrecido a testificar en mi favor si es necesario, que no creo que lo sea. Como agravante añado que la denunciante es también profesora, para más inri. No tengo conciencia de haber actuado de mala fe, te lo aseguro. Meter la pata o equivocarse no significa cometer un delito, pero así están las cosas. Hay que aprender de cosas así, sin duda, yo y todos. Ya te he comentado en alguna ocasión que he dado en incontables ocasiones "aprobados terapéuticos", y habrá que seguir haciéndolo. Como dice una colega mía, ya los suspenderá la vida, y al fin y al cabo no son mis hijos. Yo he intentado educarles, no sólo enseñarles, y está visto que los padres no lo entienden así: el niño tiene que ser feliz, jugar y disfrutar, vivir en los mundos de Yupi, y quien se atreva a exigirles esfuerzo, responsabilidad y trabajo es el enemigo. Así están las cosas, y cada vez peor.
ResponderEliminarEsta tarde he visto otra vez "El club de los emperadores", una historia preciosa no exenta de amargura con un fantástico Kevin Kline que comprueba cómo uno de sus antiguos alumnos, chulo y prepotente, hace trampas descaradamente para obtener el título de "Julio César" años después de haber dejado el colegio en un concurso sobre cultura latina en un fin de semana. Escribí sobre ella cuando la vi en cine, te lo mandaré. El fulano en cuestión va a ser senador, muy probablemente, y tiene la caradura de defender ante la prensa la importancia de la educación. Dice que vive en el mundo real, y eso significa hacer trampas para ganar. A la mierda los valores que le intentó inculcar su profesor,a quien considera fracasado. Por fortuna, sus compañeros no piensan lo mismo y despiden al profesor como se merece, y se va convencido de lo importante que es su labor: si educas a un muchacho puedes cambiar su vida, forjar su futuro. Quizá algunos lo vean exagerado, pero es así realmente. Quienes lo vivimos lo sabemos; quienes nos consideran meros operarios privilegiados no lo entenderán jamás. Peor para ellos.
Un enorme abrazo, colega.
Cualquiera que esté en la profesión sabe lo que son los "aprobados terapéuticos". Son aprobados políticos que se conceden para hacer que cuadren más o menos las estadísticas de la administración. Es algo así como una empresa a la que los accionistas le piden "buenos resultados", lo que supone una necesidad perentoria de "maquillarlos" para que parezcan buenos. La realidad se pone de manifiesto cuando se someten los maquillados a pruebas de evaluación externa y se comprueba el nivel real de los evaluandos. ¿Por qué no aprenden más los niños? Una buena pregunta que no descarto intentar plantear algún día en mi blog.
EliminarMe alegro, Yolanda, de que te veas apoyada por tus compañeros y los padres. En estos momentos es impagable ese apoyo y cercanía. Sé lo que es tener a unos padres de mala fe enfrente que compensan su desidia educativa (su profundo malestar) buscando cada coma de todo el articulado de la normativa para implicarte en cualquier error (por otra parte inevitables). Y es que la obra de un docente, como la de cualquier artista solo es evaluable como conjunto, como panorama, como perspectiva general. Si ponemos el microscopio sobre todas y cada una de las pinceladas, es posible que algunas sea erróneas. Si alguien se dedica a hacerlo, no cabe duda de que se machacará al artista (o profesor).
Ciertamente, El club de los emperadores, es una película que hace pensar. Y el mensaje es que para vivir en la realidad hay que hacer trampas. Los idus de marzo, desde otro punto de vista ilustra la misma idea en el sentido de que la inocencia es imposible en el mundo de la realidad real. Terrible.
Un fuerte abrazo.
Yo tuve un profesor (todo un maestro) del que al principio todos nos reíamos porque era un santurrón (él sonreía), el hermano de La Salle Josean. Si era el cumpleaños de alguien, entraba antes y le felicitaba en la puerta. En la primera semana se aprendió casi todos nuestros nombres. Se acordaba de todas nuestras faltas en los exámenes. Luego ya nadie se metía con él, pues nos parecía hasta peligroso que se preocupase tanto por saber de nosotros. Eso sí, siempre siguió con su misma sonrisa.
ResponderEliminarEl recuerdo que tengo de mis profesores maristas (también hermanos) no es tan zen. Una suerte poder disfrutar de alguien tan equilibrado interiormente que podía mantener su sonrisa, pese a todo.
EliminarA pesar de que corren malos vientos yo creo que debemos seguir luchando, que ante tanta tempestad, un día vendrá la calma.Pienso que en este trabajo el conflicto está servido porque tratamos con personas, que a su vez están sufriendo el cambio de la sociedad. Es necesario hacernos más fuertes en sitios como este, en las redes... y expresar todas nuestras inquietudes para desahogarnos y ayudarnos en lo que podamos. No caigamos en el pasotismo de aquellos que dicen que "como está el patio"... Gran reflexión.Un saludo
ResponderEliminarEste blog (y otros muchos) ayudan a plasmar ideas, sensaciones, preocupaciones, esperanzas, conflictos, miedos, dolor… que sentimos en una profesión tan abierta al lado humano que duele (o al menos a mí me duele) y exalta.
EliminarHoy me he encontrado con una antigua alumna de perfil absentista y sumamente conflictiva. Su historia familiar era muy complicada y dolorosa. Su conducta tenía explicaciones. Lo hermoso es que nos hemos encontrado y durante unos minutos hemos hablado y me he interesado por su presente (en paro, claro), su familia… y han sido unos momentos de reencuentro y respeto. Al final, me ha dicho con afecto: Adios, profe. Con lo dura que fue mi relación con ella. En fin… Este es el otro lado, Loly.
Un saludo.
Como invitación al pragmatismo no tiene precio, la prédica. Salgo de ella convencido -hace siglos que lo estoy- y me sumo a la cara amable del sistema: tantos votos me das, tantos excelentes os regalo, poque somos nosotros quienes los repartimos, ¡y cuidadito del profesor díscolo que se atreva a cuestionar que los alumnos han de pasar de curso aunque tengan por peinado más asteriscos que culebras la Gorgona! ¡Y cuidadito con que a quien se ha esforzado (Ha asistido, tiene algo parecido a una libreta de curso, ha escrito seis palabras con quince faltas y ha sufrido a los "caprichosos" a los "ametódicos"profesores de turno)no se le valore por ese esfuerzo, aunque este a años luz de haber asimilado ni el 20% del programa! ¿Para qué han inventado las "competencias básicas" sino para aprobar los cursos de parvulario a los 16 años? Nosotros hemos tenido una ladrona (confesa y expedientada) que ha sido trasladada a otro INS por decisión de la Inspección. El padre ha recurrido (el nuevo INS "está muy lejos" de su casa) y, mientras, la niñita ha venido a reírse en la cara del robado y de los otros profesores pasando de todo hasta que la admitan en el nuevo (¡todo ello por orden de la benemérita Inspección, dispuesta a que ningún padre les ladre!). Que nuestras condiciones de trabajo han retrocedido a los años 80 del pasado siglo es un hecho, para quienes somos viejos y nos asiste la memoria. ¿Cuál es la diferencia? La pérdida de años,de energía, de salud, de ilusión y de esperanza.
ResponderEliminarEl caso, Joselu, puede ser ficticio, pero es absolutamente real. REcuerdo el de una profesora que se negó, siendo sustituta, a realizar la memoria del seminario (Filosofía) y cómo, mediante actas de seminario falsas, hechas en complicidad por la Directora y el compañero de Seminario (también en la Junta) se la denunció ante la Inspección y acabo yendo a juicio, donde aún siguen litigando. Como yo mismo tuve que defenderme en la inspección contra la tergiversación de un acta de claustro donde se ponían en mi boca expresiones que nunca había dicho, sé de qué va el paño de los "horrores" cotidianos con los que convivimos, a todos los niveles y en todas las direcciones...
Para los ajenos a la profesión, quiero aclarar que la referencia a los "asteriscos" de Juan Poz se refiere a cuando un alumno suspende una o varias asignaturas pero por decisión de Junta de Evaluación se estima que pase curso. Esto es muy frecuente, y puede darse que un alumno con siete asignaturas suspendidas pase curso, dado que las repeticiones de curso son limitadas. Solo un pequeño número de alumnos puede repetir (entre un 5 y 10 por ciento). El resto promocionan en la inteligencia de que la repetición en alumnos abiertamente conflictivos puede ser más complicada que su promoción y que la confluencia de muchos repetidores llega a ser muy disruptiva. Esa es la realidad que permite que muchos alumnos que no han dado un palo al agua, promocionen. Si los padres utilizan cauces legales basándose en la letra grande y pequeña de la normativa, de hecho pueden conseguir cualquier cosa. No hay defensa para el profesor que es una pieza causal pero no decisiva.
EliminarUn profesor nunca está solo si logra la comunicación y la complicidad con sus alumnos.
ResponderEliminarEstoy convencido de que tú las tienes y de que tus alumnos son unos privilegiados de tenerte como profesor.
Todo lo demás, sin ser accesorio – familia, consideración social, etc.- es secundario. Fijo.
Ánimo, Joslu, lo estás haciendo muy bien y todos que te conocemos aprendemos de ti.
Gracias por ello y un abrazo
La situación que refería no me afectaba a mí. Yo soy prudente y sé nadar entre dos aguas. Sé cuáles son mis límites (o eso creo). Afectaba a una persona cuya implicación en la profesión es mucho más meritoria que la mía, y que la acción legal de los padres ha logrado hundir en la miseria a dicha persona. Y no ha tenido defensa, aunque sus compañeros le han apoyado, así como otros padres. En caso de conflicto, Luis Antonio. el profesor está solo. Estimo que nunca te has encontrado en una situación como la que refiero. Eso es cuestión de suerte y de habilidad tuya (igual que mía) para sortear situaciones envenenadas ante las cuales es más práctico renunciar a los principios y considerarlos casuísticos y coyunturales.
EliminarUn abrazo.
En modo alguno había interpretado que hacías referencia a tu persona.
EliminarHe vivido experiencias de todo tipo, pero rehuyo por principio cualquier manifestación que suene a victimismo. Los lamentos crónicos que palpo en algunos sectores docentes me exasperan. Agravan, si cabe, la consideración en que se nos tiene. Lo mejor es seguir trabajando dignamente para ganarnos la consideración y el respeto de los alumnos. Creo.
El debate, si es que debe haberlo, no creo que radique tanto en la indefensión del profesor cuanto en un cambio radical de modelo, mejor dicho, de sistema educativo. Es verdad que la derrota y el desánimo planea como un buitre sobre los docentes, y es verdad también que poco o nada de respaldo obtiene de las instituciones, pero tampoco la sociedad en su conjunto aboga por la figura del profesor, quizá como contraposición a esa imagen del maestro autoritario heredada del franquismo.
ResponderEliminarPero antes, con toda la férrea disciplina y la excesiva severidad de gran parte del profesorado, no eran mejores los resultados, si acaso de forma aparente, y si no se hablaba entonces de fracaso escolar era porque, sencillamente, no existía ni siquiera tal concepto en unas épocas en las que las primeras letras eran vistas por el común de las gentes como algo inevitable y someramente necesario para desasnar a sus hijos, pero sólo eso. La educación de calidad, al igual que ahora, está reservada en exclusiva para quienes pueden pagarla, y no me estoy refiriendo a colegios concertados no laicos: las élites se forman en otros lugares...
La discusión, aquí y ahora, es, por más que duela decirlo y reconocerlo, de baja intensidad, de segunda categoría comparándola con el verdadero problema, casi drama, que se nos plantea: caminar por el abismo entre lo posible y la ilusión, asunto del que la cuestión educativa, con ser importantísima, tan sólo configura una pequeña parte.
Un abrazo.
Ciertamente, Javier, las élites se forman en otros lugares, en los que no hay concesión a la mediocridad de rendimientos y alumnos de primero de ESO realizan trabajos que mis alumnos de segundo de bachillerato serían incapaces de imaginar por su rigor, contenido y seriedad. Existen, claro que sí.
EliminarUn abrazo.
A menudo se critica al profesor apático o desencantado -incluso nosotros mismos lo hacemos- sin tener en cuenta que quizá detrás exista un drama de desengaño como el que cuentas. Vivimos más de una vez experiencias terribles en las que nuestro afán por ayudar y hacer bien el trabajo choca con la desidia o la violencia de aquellos a los que pretendemos beneficiar. Por si fuera poco, también tenemos que salvar al resto de alumnos cuando esos conflictos afectan al grupo, aun sabiendo que nadie nos apoyará, que estamos solos ante el peligro. Más vale no pensar en ello.
ResponderEliminarCreo, Antonio, que has sabido leer muy bien el trasfondo de la situación que expongo. Es el compromiso del profesor, es su implicación, es su profesionalidad, las que llevan a que quede totalmente mofado y humillado. Pasa, claro que pasa.
EliminarPor eso hace tiempo que me aconsejan que en la profesión hay que saber relativizar y ocultar el ala, por si acaso. Y no tomarse las cosas demasiado en serio.
El problema más grande del actual sistema educativo es que se obliga a permanecer en el aula hasta los 16 años a alumnos que no quieren estudiar. En otras ocasiones son los propios alumnos disruptivos y conflictivos los que se niegan a abandonar el aula porque "allí se divierten mucho", como me decía una vez una alumna que no pegaba palo al agua y encima insultaba a los profesores. Eso no tiene pies ni cabeza.
EliminarLa motivación tiene que partir del propio alumno, es él (sobre todo a partir de cierta edad) quién ha de valorar la oportunidad que la sociedad le brinda de aprender y formarse. Si no valora ese privilegio, entonces a la calle.
Cada plaza en un colegio o instituto públicos cuesta unos 800 euros al mes (bastante más que algunas pensiones de jubilación en nuestro país). Es muchísimo dinero.
Por tanto, todo aquel alumno no dispuesto a rendir o al menos respetar al resto de la comunidad educativa (ya sea docente, no docente o alumno), debería ser expulsado. Que habiliten centros de aprendizajes de oficio en los que no sea necesario estudiar o que los padres se encarguen de ellos.
Imaginad a un alumno cazado in fraganti con una chuleta en el examen final de recuperación de una materia cuyos tres trimestres había ido merecidamente suspendiendo.
ResponderEliminarImaginad que el profesor le suspende.
Imaginad que la Junta de Evaluación ratifica su suspenso y la necesidad de que repita curso.
Imaginad que la familia solicita que la decisión se reconsidere.
Imaginad que la Junta, tras reconsiderar el caso, se reafirma.
Imaginad que la familia acude a Inspección.
Imaginad que el inspector decide hacer una prueba extra-extraordinaria para valorar al alumno "competencialmente".
Imaginad que el alumno es aprobado.
Imaginad que el profesor que lo pilló con la chuleta es reprobado.
Imaginad, que yo no necesito imaginarlo.
Pasa, claro que pasa, jnj, aunque afortunadamente el caso de padres como estos es una mínima parte. La inmensa mayoría no utilizan torticeramente -esa es la palabra- los cauces administrativos para lograr lo que expones. La implicación de los padres es muy importante. Hay quien en un tuit ha reivindicado que los padres han de saber qué está pasando con sus hijos, lo que es innegable. Nadie contradiría esto. Otra cosa es que los padres decidan intervenir legalmente utilizando la normativa para conseguir privilegios para sus hijos. Y esto lo hacen algunos que son muy listos y que, curiosamente, no tienen demasiada buena conciencia de ellos mismos como padres. ¿Por qué? Buena pregunta. ¿Es legítimo hacer trampas para conseguir objetivos? Para algunos, sí. Son minoría, ínfima minoría, pero pobre de ti si te encuentras con ellos.
EliminarUna de las cosas más tristes que ha ocurrido en nuestra profesión en los últimos años es, precisamente, la que comentas: el profesor tiene la sensación de ser prescindible. Ni el entorno social ni la administración le tienen, de verdad, en cuenta. De esta forma, la educación española se queda sin la herramienta más adecuada para su función.
ResponderEliminarAprovechamos resquicios legales también para seguir alimentando nuestra ilusión a pesar de la burocracia absurda y la manipulación de la administración para obtener réditos esencialmente políticos. Los profesores, efectivamente, somos un elemento sustituible, exactamente como el de cualquier trabajador, cuyo valor no deviene de sí mismo sino de las circunstancias del momento, laborales, políticas, etc.
EliminarSi los padres utilizan la normativa para hacer cualquier cosa, verbigracia, conseguir que se apruebe a alumnos que no han hecho nada y además se han comportado fatal, me pregunto qué defensa nos queda. Quizá, al estilo del Bartleby de Melville, la insumisión, la resistencia pasiva, el "preferiría no hacerlo" repetido hasta la saciedad.
ResponderEliminarSi es individual, sé que conduce al expediente fulminante, pero si fuera colectivo -y esto es lo último que nos queda, la esperanza de que algún día reaccionemos como colectivo-, otro gallo cantaría. Aquí y donde fuera.
Abrazos
Me temo, Francisco, que estamos demasiado desunidos y que la dimensión normativa y burocrática ahoga cualquier intento de unión. Creo que hubo un ministro de Alfonso XIII, el conde de Romanones, que dijo: hagan ustedes las leyes, que yo haré los reglamentos. En eso estamos, Francisco, hundidos en los reglamentos. Abrazos.
EliminarGracias por expresar en el post y en tus comentarios lo que muchos pensamos y,o no nos atrevemos a decirlo o no nos entienden.
ResponderEliminarErisueno, lo bueno de la red es esto, que podemos compartir, advertir que no estamos solos. Cuando me pongo a escribir siempre me asaltan dudas sobre la corrección política sobre lo que voy a escribir, sobre su oportunidad, sobre el ánimo que planea sobre la cuestión… Sin embargo, llega un momento que dejo de lado estas dudas y me pongo a escribir, dejándome ir en la comprensión de que siempre habrá alguien a quien diga algo del mismo modo que cuando recibo comentarios sobre lo que escribo es como si me ayudaran a considerar aspectos no considerados o insuficientemente tratados. Gracias por estar ahí. Un cordial saludo.
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