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martes, 27 de agosto de 2019

¿Renunciaríamos a la tecnología para volver al misterio del pasado?



Abundan en la web sentimientos tecnófobos que ven en la tecnología un grave peligro en muchos sentidos y no son los menos los que hacen referencia a la pérdida de privacidad e incluso de libertad, y la superficialidad inherente a nuestra civilización tecnológica. Yo he escrito al respecto sobre ello viendo en la tecnología un factor que lleva a la humanidad a un estadio prebobo por su huida de la profundidad que parecía ser algo esencial en el mundo del siglo XX. He abandonado redes sociales como fuente de peligro y control. Sin embargo, estos días leo un interesante ensayo de Alessandro Baricco titulado The game que analiza desde sus orígenes el surgir de la civilización tecnológica hacia los años setenta y ochenta hasta el estado actual. 

¿Soy tecnófobo? ¿Renunciaría a lo que ha aportado la tecnología? Ciertamente el mundo anterior a la tecnología era más profundo, más denso, más misterioso, más inmenso, era más poético. El mundo actual es definitivamente superficial y más pequeño. Hemos perdido en hondura lo que hemos ganado en velocidad y ligereza. El conocimiento entero está en internet y es inmaterial, no pesa, podemos acceder a él con una velocidad asombrosa. Es un tiempo en que es mucho más difícil pensar con hondura porque nos hemos acostumbrado a la superficialidad y a la simplicidad, hemos convertido todo en elementos de un juego esencialmente divertido. Nuestros aparatos electrónicos funcionan como videojuegos, son simples por fuera, aunque complejos por dentro. Vamos saltando de una tarea a otra, es el multitasking; nuestra capacidad de atención se ha hecho dispersa y de corto alcance; cuesta más leer sobre todo cosas complejas. Yo lo he observado en mi carrera como docente durante más de treinta años. Los chicos de los años ochenta y noventa tenían mucha mayor capacidad de atención y se podían abordar temas profundos con ellos, les gustaba la buena literatura, les gustaba escribir y pensar. Pasó el tiempo y llegó el nuevo siglo y la tecnología avanzó prodigiosamente y la mayor parte de aquello se perdió. Nuestros alumnos eran ágiles mentalmente pero esencialmente superficiales, no les gustaba ya pensar en el sentido profundo. Llegaron los smartphones, las redes sociales, whatsapp y el proceso se acentuó. A la mayoría no les gusta leer porque hay que retener la mente en un sitio, y están acostumbrados a saltar de un lado a otro. Muestran su vida aparente en Instagram continuamente, lo que produce ansiedad y angustia por compararse continuamente unos con otros… ¿Quién tiene la vida más divertida y quién es la más sexy? Vivimos simultáneamente en la realidad y el ultramundo tecnológico: nuestra mente va de un lado a otro, y ambos son reales.

Pero ¿cómo plantearse siquiera utópicamente volver atrás en el tiempo? Es imposible, este es nuestro tiempo, vertiginoso, de verdades rápidas y efímeras o abiertamente fakes, de control social y manipulación individualizada, de cambio permanente, sin gurús ni sacerdotes que digan cuál es la verdad o la postura correcta. De acceso prodigioso al conocimiento de un modo que no podía ser imaginado antes, de dependencia de las máquinas que son hace tiempo ya una extensión orgánica de nuestro cuerpo… pero un tiempo también mucho más peligroso, incierto, inestable, complejo y terriblemente superficial.

Pero Alessandro Baricco no dice que la mutación se haya producido por la irrupción de la tecnología, invierte el proceso y sostiene que la tecnología llegó porque la queríamos, la necesitábamos, la buscábamos, nos aburría el mundo antiguo, tan quieto, tan serio, tan solemne, tan estático. Anhelábamos la velocidad y acogimos la tecnología con entusiasmo colectivo y así sigue siendo. Nadie la impone y arraiga. Surgió como un impulso libertario frente a la seriedad y autoritarismo del mundo antiguo.

20 comentarios :

  1. Je, je, estoy en parte de acuerdo con casi todo lo que comentas, aunque este último párrafo donde cuentas lo que defiende Baricco me chirría bastante. El es un pensador y si ha escrito sobre el tema seguro que sus conclusiones las ha alcanzado tras un profundo estudio y reflexión del tema, pero no se, lo de que la tecnología llegó porque la queríamos, la necesitábamos, no se, no es lo que yo pienso.

    Yo creo que la tecnología en gran parte es impuesta por el modelo de sociedad en el que vivimos y por unos intereses globales a los que les interesa el perfil que está tomando la sociedad. Un perfil de sociedad que no creo que sea casual sino que es absolutamente buscado.

    Ya se que todo esto sonará mucho a izquierdos idealista que ve complots capitalistas por todo lado, pero es que justo lo que pienso.

    A las élites, sin duda, les interesamos enganchados a Netflix y los móviles de forma adicta y con capacidad casi nula de profundizar en nada, ni de cuestionarse casi nada. Seres enganchados y adictos, todos los niños y adolescentes enganchados a Youtubers imbéciles que no dicen nada bueno ni nuevo, idiotez tras idiotez. Y nosotros aun pertenecemos a una generación que aun percibimos medianamente todo esto por contraste con lo anterior porque lo hemos conocido. Pero la generación de nuestros hijos ya ni se cuestionarán nada de todo esto.Hoy precisamente leia un artículo sobre la infantilización de la sociedad y sin duda gran parte del problema lo es la tecnología.

    Yo en gran medida si que me defino como tecnófobo. Volver atrás sin duda es imposible y en algunas cosas sería absolutamente ridículo, pero hacia dónde vamos sin duda no me gusta nada.

    Las nuevas generaciones me dan bastante pena y sufro por lo que le depara a mis hijos.

    Piensa en la correspondencia por correo que mantenemos tu y yo. Yo la tengo como algo muy importante, como una pequeña parcela epistolar al estilo de la correspondencia en carta que se practicaba hace unos años.

    Para las nuevas generaciones creo que eso sería algo inaudito, extraño y antiguo. Mandar un extenso correo que a lo mejor la otra persona tarda un mes en contestar, y luego que la otra persona conteste o no a lo dicho en el correo anterior, o que se tire todo el correo contando sobre un tema tercero que no tenga nada que ver. Eso es de otra galaxia, sin caritas, sin me gusta, sin aviso de recibo, en fin. Un abrazo.

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    1. Estoy todavía metido en el libro de Baricco que realmente me ha conmocionado porque me ha dado la vuelta a todo lo que pensaba de un modo muy analítico y racional realizando una cartografía de la evolución de la tecnología desde sus orígenes. Lo curioso es que fueron ingenieros los creadores de los nuevos avances tecnológicos y eran también contraculturales y antisistema. Creían que extender los pecés a cada ciudadano era una forma de emanciparlo y confiaban en un conocimiento compartido y extendido a toda la humanidad al margen de las élites. Así se creo el concepto de web e internet. Eran visionarios y algunos o muchos de ellos deploran la evolución que ha tenido internet en manos de megacompañías que monopolizan las redes. Querían cambiar la sociedad, no desde la filosofía -no eran filósofos, eran ingenieros- sino desde las herramientas que utilizara la gente. Suponían que si se cambiaban dichas herramientas, cambiaría la humanidad, como así ha sido.

      Y sí pienso que la sociedad ha apoyado la tecnología desde el origen. Porque es dinámica, es divertida, es como un juego, es un juego en que solo hay que tocar un icono y funciona, se acabaron las complejidades del pasado.

      El resultado, estoy de acuerdo, es la puerilización de la sociedad, nos hemos puesto todos a jugar, e incluso en la escuela se aplica la llamada gamificación, todo tiene estética de videojuego, se ganan puntos, likes, etc...

      Pero nos guste o no da igual. Es como si alguien se hubiera opuesto a la electricidad cuando surgió o a los automóviles o al maquinismo como hacían los luditas. Es nuestro mundo. Y ciertamente nuestros hijos carecerán ya totalmente de otras referencias. Son nativos digitales. Ellos son el futuro.

      No quiero darte la vara, pero el libro de Alessandro Baricco es muy interesante, hace pensar mucho, estés o no de acuerdo, y esto es lo mejor que se puede esperar de un libro.

      Y sí, yo también atesoro la comunicación que mantenemos, como algo inusual y ya infrecuente. La mayoría de la gente solo sabe escribir con emoticonos y no engarza dos frases con sentido. Por lo menos lo intentamos. Un abrazo.

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  2. Lo que dice Baricco es cierto. La tecnología siempre llega porque el ser humano la busca. Desde el paleolítico ha sido así. La busca para hacer la vida más fácil. Así, por ejemplo, llegaron la agricultura o la escritura. Y cualquier avance tecnológico siempre ha producido cierto rechazo en las generaciones cuya mayor parte de su vida han vivido sin ellos. Creo que fue McLuhan quien ya reflexionó sobre este rechazo a los avances tecnológicos basado en el miedo a lo desconocido. Los médicos de principios del XIX recomendaban a las embarazadas no subir a los primeros trenes que viajaban a velocidad de caracol.
    Yo creo que la implantación de las llamadas nuevas tecnologías forma parte del proceso de industrialización que comenzó a finales del siglo XVIII y que lo cambió verdaderamente todo. Desde entonces no ha habido generación que no vieran introducir cambios en sus formas de vida. No creo que la actual sea más trascendente que la de la aparición de la locomotora, la electricidad, el teléfono, el cine o el automóvil. Es una más. Es importante en tanto que nos ha tocado a nosotros, y no nos queda más remedio que hacernos tecnófobos o tecnófilos, o ambas cosas, que todo es posible.
    Eric Hobsbawm decía (cito de memoria) que una de las características de la era industrial es la constante revolución a partir de la tecnología. Y en eso estamos.
    Un post muy interesante. Le echaré un vistazo al libro de Baricco.
    Un abrazo.

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    1. Creo que hemos asistido a un cambio de civilización a lo largo de nuestra vida. La relación de un hombre con un teclado y una pantalla ha transformado nuestro modo de estar en el mundo. Y Baricco habla de la llegada de la época de The game cuando Steve Jobs presentó en enero de 2007 el Iphone que reinventaría el teléfono haciendo un artefacto que era algo mucho más que un teléfono y sin teclado con la tecnología touch, que convirtió nuestra relación con la tecnología en un videojuego extremadamente simple e intuitivo. Esta tecnología es complejísima por dentro pero absolutamente transparente para el usuario que solo toca iconos que responden. Los libertarios que idearon la Web e internet imaginaban un mundo en que cada usuario tuviera un pc pero no pudieron imaginar hasta qué punto esto se haría realidad y con unas consecuencias duales que todavía no hemos calibrado. También dice Baricco que los graves problemas que presenta el estado actual de la tecnología no los podrá afrontar nadie que haya nacido antes de la aparición de google. Tendrán que ser ellos los que se enfrenten a ello. Nosotros somos ya del extinto y lejano siglo XX. Todavía tenemos la mirada en lo que conocimos antes por más usuarios de la tecnología que seamos. Un abrazo.

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  3. No puedo objetar nada sobre el artículo porque estoy fundamentalmente de acuerdo, incluso concuerdo con vuestros comentarios. Creo que los dos juicios, incluidas sus antítesis, se complementan. Tal vez avancemos más con las contingencias que con las conveniencias. Tenemos que ser positivos porque en último caso siempre podemos recalar en el tecnoescepticismo , el tecnoasco y el tecnodesprecio, por lo tanto habrá que darle la bienvenida a cualquier antagonismo y peculiaridad enojosa.
    Sobre el aniñamiento, un claro exponente: ¿cuál es la única criatura que al amanecer anda en WhatsApp, al mediodía en Facebook y al caer la tarde en Instagram?
    Las herramientas se van convirtiendo en nuestras extensiones, y nosotros en instrumentos de los medios. Nuestra mente se va transformando en el buscador de Google, y Google en nuestra mente. He ahí la globalización: el alzheimer programado que lo conoce todo.

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    1. Jajaja, me has hecho reír con tu lectura del enigma de la esfinge aplicado al mundo actual. Lo divertido es que expresamos nuestro tecnoescepticismo, el tecnoasco, y el tecnodesprecio desde una plataforma tecnológica. Somos remanentes del siglo XX. Nuestros hijos lo ven de otra manera, aunque a mí no me guste. Yo he sido profesor de literatura y lo he sufrido en carne viva. Mi migración del siglo XX al XXI no fue fácil, pero ¿qué más da? Nosotros no contamos ya, son los jóvenes los que tienen que diseñar el futuro y resolver sus conflictos. Quiero pensar que en ellos, en muchos de ellos, hay bastante más talento que el que les presuponemos perdidos en instagram doce horas al día. Las escuelas de teatro están llenas de jóvenes talentosos, las de música, y otros muchos ámbitos. Puede que sean minoría, pero los hay.

      Y sí, totalmente de acuerdo. Nuestros cuerpos se extienden a través de las aplicaciones y las máquinas. Ya no se nos puede entender sin la extensión de google. Cuando algo no me sale, no me esfuerzo más y le pregunto a Google, que en una inmensa parte de las veces, me da la solución.

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  4. Creo que nada es bueno o malo. Es bueno para unas cosas e irremediablemente malo para otras. Personalmente la tecnología me fascina y me aterra. Últimamente más lo segundo que primero...
    Un abrazo

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    1. Imagina lo que era el mundo hace veinte años (1999). No podíamos ni de lejos imaginar qué es lo que iba a venir, entre otras cosas porque no existía todavía la tecnología que lo iba a crear. Trabajábamos con windows 98 y creíamos que era lo máximo. Piensa en veinte años después, 2039 y hazte el mismo razonamiento. Estamos ahora en el Windows 98 respecto a lo que pasará en ese lapso de tiempo. Realmente aterrador y fascinante simultáneamente. Puedo entender tu dualidad, la de muchos.

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  5. la tecnología esta bien, en mi sector yo he vivido en primera persona estos cambios y el balance es netamente positivo en todos los aspectos, eso creo yo. Sin embargo yo a nivel personal no soy excesivamente forofo de la tecnología, no tengo libro digital, ni lo voy a tener, y leo todos los días. En este aspecto, cuando lees un libro y algunas veces escribes en el con el respeto del lapicero, dejas las marcas en las paginas y esas cosas, has dejado tu huella y cuando lo lean otras personas, encontraran tu impronta ahí. Yo como muchos libros en el rastro, ejemplares viejos que han sido leídos, algunos con manchas, otros con anotaciones, rezuman Vida, eso nunca lo tendrá un libro electrónico, el olor, la textura, la Vida que le acompaño en su existencia... En lo demás, mientras sea útil...

    Un saludo

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    1. Tienes razón en cuanto a la vida que representa un libro. De hecho, a pesar del avance de la tecnología, el formato tradicional sigue estando muy por delante en ventas respecto al libro electrónico. La mayoría aprecian tus razones como muy de peso para preferir el papel respecto a los formatos digitales.

      En mi caso, tengo la casa llena de libros, fruto de muchas décadas de lectura. No me caben más. He optado por el libro electrónico, leído en el iPad, por esa razón, además de que tiene otras ventajas que no tiene el libro tradicional. Es decisivo que cuando me apetece tener un libro, el que sea, solo tengo que clicar la descarga -pagando- y lo tengo inmediatamente en mi dispositivo para leer. En mi memoria no distingo lo que he leído en papel o en formato digital, pienso que lo importante es el contenido... Pero estas son algunas de mis razones, y entiendo que otros puedan tener otras, como las que expresas.

      Un saludo.

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    2. Lo importante es leer. El formato clásico o electrónico es secundario.

      Me gusta más leer en el libro electrónico - tipo Kindle - que en el iPad. También te puedes descargas infinidad de títulos gratuitos y legales. Eso no es poco.

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    3. Hay veces que leo un libro clásico y me quedo sorprendido pues lo habitual es que lea en formato electrónico. Tienen ventajas cada uno de los sistemas. Ciertamente es más romántico el formato tradicional, pero en resumidas cuentas lo que vale es leer o no, dando igual el medio utilizado.

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  6. La tecnología es parte de la evolución y es imparable, de nada vale negarse, y de hecho no utilizar las ventajas que nos pone a nuestro alcance es absurdo, y lo dice alguien que se pelea todos los días con Windows, con apps… que soy amante de lo tradicional, de la cercanía, de lo humano, pero aún así cómo dar la espalda a Internet cuando es la nueva Biblioteca de Alejandría o por qué no utilizar el móvil con todos sus pros y tantos otros adelantos tecnológicos. Es fundamental ir con el avance, no quedarse atrás. Todo es saber utilizar los medios y no dejar que los medios te dominen.
    En cuanto a la actitud general yo no tengo claro que nos hayamos acostumbrado a la superficialidad, yo pienso que siempre ha habido de todo, que siempre ha habido gente a las que solo les ha interesado el envoltorio, gente que pasa por la vida como las maletas, que sí, que ahora los medios facilitan esta forma de vida pero a la vez nunca antes como ahora ha habido tantos jóvenes que han terminado dos carreras universitarias, ni tantos jóvenes como ahora se hacen de un hueco en el mundo científico o político, las ONG, los grupos comprometidos con causas pro animales, exigencias sociales… los comprometidos coexisten con los superficiales. Pienso.
    SAludos.

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    1. El otro día leía un relato de un gran cuentista español, Hipólito G. Navarro, en el que el protagonista y narrador, cuando niño, iba a la herrería de su abuelo, en un día de lluvia. El narrador se quedaba extasiado viendo a su abuelo dando golpes en el yunque y viendo cómo saltaban chispas en el aire. Esta escena me sugirió que en el mundo del pasado era más misterioso. No digo que ahora los jóvenes sean tontos o estén poco preparados, pero sí que nos movemos a niveles muy rápidos, frenéticos, y la conclusión es que nos hemos acostumbrado en general a vivir en niveles mucho más superficiales de la realidad, todos. Es un efecto general del avance de la tecnología. No quiero decir que antes se fuera necesariamente más profundo, es que la vida era mucho más lenta, sin pantallas, y el nivel de realidad era más inmersivo, ahora vivimos inmersos en pantalllas. Pero la tesis principal del post es que la humanidad se enganchó con entusiasmo a la tecnología frente al estatismo del pasado. En esa transición hemos logrado cosas inimaginables, es cierto, pero nos hemos tenido que acostumbrar a ser ligeros, rápidos, leves, cambiantes continuamente, superficiales en definitiva. Es el precio del futuro que nos ofrece posibilidades alucinantes como que los tetrapléjicos puedan volver a caminar, las operaciones virtuales a distancia... Es tanto lo que se ha conseguido, y lo que se conseguirá, que uno se queda realmente fascinado. Pero el mundo antiguo era mucho más misterioso, por más películas que veamos de terror. No importa, demasiado, Manuela, estamos en este tren y no podemos bajarnos de él, pero cuando uno contempla ciertas cosas es consciente de que el mundo antiguo era más hermoso y más denso. Pero huimos de él en cuanto tuvimos la tecnología en nuestras manos. Un abrazo.

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  7. Ya solo la pregunta del título del post me incita a responder que de volver a misterios como forma de vida o mejor dicho antivida, pues no, oiga. Cuando se ha pasado por operaciones quirúrgicas o tratamientos existosos de algún desaguisado del cuerpo uno se da cuenta de que la tecnología es "salvadora", y pongo el término entre comillas porque todo avance tiene límites, pero es avance si funciona y se instala en su aportación positiva para los individuos y la sociedad. Lo que pasa con el tema y nos rebela a muchos es que no digerimos bien el cúmulo de sistemas técnicos que han crecido como setas, no todos van bien, pero eso sí enajenan al común de los mortales. A algunos demasiado, tal vez los más jóvenes, que consideran esto la modernidad. Pero ¿no tuvimos nosotros en tiempos más oscuros también nuestros signos de modernidad, si bien escasos, algo perfilados? A muchos ya mayores no nos concita la tecnología actual en ascenso ni un arrebato de nuestras almas ni un repudio vade retro, yo pugno por hallarme en un plano de comprensión intermedio que me permita discernir, escoger y no rendir pleitesía sistemática a cualquier novedad. Reconocer los avances sí, adorar los ídolos, que no todos son efectivos ni por el forro, y menos dejarme alienar por ellos, pues no. Pro ¿puede la juventud tener este criterio cuando no tiene visión objetiva ni perspectiva porque no ha conocido otras etapas? Ya ves que para ellos las tecnologías mediáticas son enajenadoras.

    Ahora bien, todo tiene un precio, como lo tuvo en el XIX el proceso duro de la Revolución Industrial. Un precio con muchos rostros y muchos perjudicados. Pero miremos también el lado de los beneficios. Tema largo, largo, y muy vivo que se agradece que traigas aquí. De hecho es propio de comentarios cotidianos en mi ámbito al menos. Un abrazo.

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    1. Yo abracé la tecnología con pasión en cuanto tuve ocasión, y desde entonces he seguido muy interesado cualquier avance en este terreno que me fascina. Actualmente, el que tiene por centro la llamada Inteligencia Artificial. ¿Sabes que entidades financieras conceden hipotecas o créditos basándose en los análisis de la IA? ¿Que en Estados Unidos muchas decisiones sociales son tomadas por la citada IA? ¿Que en China hay una especie de perfil social en que se incluyen miles de datos sobre cada individuo que establecen un ranking para acceder a determinados privilegios? La IA nos va a ir conociendo profundamente. Sabe lo que pensamos, lo que sentimos, conoce nuestros conflictos y necesidades, y eso lo van a utilizar. Es un tema peliagudo. Antes creíamos que éramos dueños de nuestra interioridad pero ya no es así. La tecnología es prodigiosa, yo estoy enamorado de ella. Tengo enlazadas páginas de cultura por un lado y por otro de tecnología y ciencia, y eludo cualquier noticia política española o internacional. Yo estoy por un lado fascinado y por otro aterrado. Y, pese a ser, un entusiasta tecnológico siento nostalgia del tiempo anterior a internet que, por supuesto, no conocieron mis hijas. Todo tiene un precio, Fackel, la tecnología nos hace sentir en cierta manera inmortales. Y terminaremos fusionándonos con las máquinas, eso tú y yo no lo veremos, pero en cierta manera ya lo estamos. Los próximos treinta años serán todavía más relevantes que los últimos veinte que han sido de infarto. Me gustaría asistir a ello, aunque a la vez siento necesidad de irme a vivir en una cabaña en el bosque como Thoreau. No lo haré, pero siento una sensación dual que algún comentarista ha destacado. Y sí, yo también prefiero que me operen en este tiempo que hace treinta años, no cabe duda. Un abrazo.

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  8. No creo que hayamos (los hombres, los seres humanos, los individuos, ni siquiera en la forma global de la sociedad o sociedades) decidido nada en el pasado, ni que podamos decidir tampoco en el futuro los acontecimientos, ni esté en nuestras manos dar un giro al tiempo. El ser se abre... podemos sentarnos y escuchar. Ni siquiera un dios podría ya salvarnos.

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  9. Soy amante de la tecnología, sin peros. Todo lo relacionado con ella me parece fascinante. Llegué tarde, quizá sea por eso. Tuve un aprendizaje forzoso y a contrarreloj porque me esperaba un cargo directivo para el que tecnológicamente no estaba preparada. Comprobar cómo lo farragoso y las enormes pérdidas de tiempo se convertían en programas fáciles y rápidos de usar, me ganó para la causa de todas todas.
    Luego fue el paso de la oficina al aula, y ahí ya me entusiasmó y la usé de manera harto satisfactoria como ya he contado muchas veces.

    Si hablamos de la lectura, para mí ya no hay color. En primer lugar, porque como bien dices, puedes recibir en el acto el libro que deseas sin moverte de casa; en segundo, porque la llegada de los eBooks ha supuesto el hallazgo del Santo Grial para mí. Puedes almacenar allí miles de volúmenes (no sé si debería seguir llamándolos así, ya que no ocupan volumen precisamente), puedes ampliar la letra, tienen luz que te permite leerlos igual de día que de noche, puedes subrayar, anotar, buscar en el diccionario, traducir, compartir tus anotaciones si quieres... ¿hay quién dé más? Sigo leyendo en papel cuando hay morriña, pero son ocasiones especiales...
    En cuanto a la profundidad, cada uno busca la que quiere, desde una tesis doctoral hasta un prospecto médico. Parafraseando ese sobrevalorado libro de "El principito", digamos que "la profundidad está en el interior".
    Abrazo grande, Joselu.

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    1. Je je je, veo que has leído la primera versión del post que contenía un párrafo más y que luego aligeré para no hacerlo tan largo. En ella hablaba precisamente de la inmediatez al acceder a lecturas que descargas inmediatamente.

      Una vez leído tu comentario, no puedo sino recomendarte vivamente la lectura del libro del que hablo The game de Alessandro Baricco. Es un libro entusiasta con la tecnología del que he sacado algunas ideas. Es un libro que me ha hecho pensar mucho porque realiza una arqueología de cómo surge la tecnología ya desde finales de los años sesenta y cómo surge unida a una ideología liberadora del ser humano. Los ingenieros de California eran contraculturales y libertarios, en la onda más hippy. Creo que es un libro que te encantará porque traza un gran arco en las distintas etapas del desarrollo tecnológico hasta la actualidad, sin entrar en la Inteligencia Artificial que reserva para un próximo libro. Es ameno y se lee muy bien.

      Yo también leo esencialmente en formato electrónico y estoy encantado por todo lo que dices. Además, cuando estoy cansado, utilizo el lector que tiene el iPad que me lee el texto y que escucho con unos auriculares convirtiendo cualquier libro en un audiolibro. Ello me permite leer sin distracciones y me aísla del exterior.

      En cuanto a El Principito, no sé muy bien qué pensar. No es un libro en absoluto fácil. Su sentido es muy enigmático. Se lo leí a mis hijas y no les gustó mucho, y cuando lo he utilizado en clase, no ha gustado tampoco. Pienso que es un libro de sentido arcano. Eso sí, he leído los libros en que Saint Exupery aborda el mundo de la aviación y me han cautivado. El libro "Vuelo nocturno" es maravilloso, es una lectura que nunca olvido.

      Un fuerte abrazo, Conchita.

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