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sábado, 7 de septiembre de 2019

España como enigma histórico



Hoy he leído en la prensa que según un estudio parcial, España es el país más infeliz de Europa y uno de los más infelices del mundo salvo Argentina. Los países más felices serían Australia y Canadá. Sin embargo, España es un país en que se vive muy bien. ¿A qué se debe esta percepción de la propia falta de felicidad? Pienso que buena parte de la satisfacción con un país se establece por la confianza en el sistema político y social, en las instituciones democráticas, en los impuestos y su redistribución… Y España es un país confrontado consigo mismo, con su historia, con sus instituciones, con su sistema político y administrativo… Los españoles no nos sentimos a gusto con lo que somos, es una especie de autoodio feroz a cualquier cosa que signifique algo positivo por nuestra parte. Si hubo alguna vez una lectura complaciente con la Transición que aludiera a nuestra cordura colectiva a la hora de pasar de una dictadura a una democracia, muchos se han encargado de hundirla y desprestigiarla. Nuestro sistema político, empezando por la monarquía y las instituciones no hacen sino recibir escaso aprecio. Es como si no creyéramos en lo que somos ni menos en quienes nos representan. Es una especie de anarquismo pesimista que detesta y desprecia al poder en cualquiera de sus vertientes. Tantos y tantos países tienen una visión más aquilatada de su historia, de sus instituciones, de su realidad como país, de sus posibilidades. 
Aquí cualquiera es especialista en denostar cualquier virtualidad positiva sea en deporte, literatura, música, política, educación, sanidad… No reconocemos nuestros puntos positivos. Los extranjeros nos ven con una mirada mucho más generosa sobre lo que somos nosotros, nos perciben mucho más positivamente que nosotros a nosotros mismos. Resaltamos lo malo, lo oscuro, lo turbio cuando muchos países tienen una mirada optimista y orgullosa de sí mismos a pesar de su pasado, y de lo mucho de lo que tendrían que arrepentirse. Nosotros nos desdoblamos y condenamos –y desconocemos- nuestra historia como algo abominable. Tenemos la moral hundida como identidad. No tenemos ciertamente ni un himno, ni una bandera, ni una historia, ni un sistema político o de distribución social, ni jurídico que nos representen unánimemente. No hay nada de que nos sintamos orgullosos como país; en cambio como regiones tenemos un orgullo desmedido y estratosférico. No funcionamos como españoles pero sí como gallegos, extremeños, andaluces, catalanes, asturianos, aragoneses… Cualquiera que busque un cierto orgullo como país recibe los más terribles denuestos y calificativos despectivos… Somos un país extraño, no sé si mezcla de nuestro pasado complejo histórica y étnicamente, pero lo evidente es que no nos queremos, no nos aceptamos,  y nos miramos como algo patético y deforme, es algo que permea la cultura española a muchos niveles… En la mirada de Valle Inclán en Luces de bohemia se evidencia esta mirada terrible sobre nuestra realidad al considerar España como una tribu del norte de África, como una deformación grotesca de la civilización europea… Lo malo es que no tiene solución, yo no se la veo. 
Pienso que el intento de regenerar esa imagen de España que supuso la Segunda República fue tan exaltado, tan desmesurado, tan conflictivo, tan utópico que nos llevó a enfrentarnos y odiarnos de nuevo unos a otros en un estallido de sangre, ese que llevamos siempre dentro como pulsión irrefrenable. Porque nuestra mayor especialidad es detestarnos fraternalmente. Ni una legión de psiconalistas llegarían demasiado a comprendernos. Es así.

28 comentarios :

  1. Al final solo nos sentimos orgullosos de nuestro país y felices cuando nos transformamos en extranjeros. Nunca me he sentido tan español y tan feliz de serlo que cuando vivía en Francia. Es curioso. Excelente post.

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    1. He viajado en los últimos años bastante por Europa y me he encontrado historias terribles, realidades conflictivas, pasados ominosos... pero hay mayor aprecio por lo que se es que el que hay en nuestro país. Sí, nosotros fuera nos sentimos orgullosos de la paella, de la tortilla de patata, del aceite de oliva, del jamón serrano, de las patatas bravas, pienso que ese es nuestro orgullo patrio, pero no de lo que hemos sido históricamente a pesar de errores y terribles conflictos.

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  2. No funcionamos como españoles pero sí como gallegos, extremeños, andaluces, catalanes, asturianos, aragoneses…
    Añadamos los vascos...mesedez. Eskerrik asko !


    Quizás esta "fiebre" curaría la enfermedad. Porque quizás esa España, sea un artificio contranatura fruto de un deseo que nadie compartió.
    Malo, cuando para argumentar su realidad se tira de cositas como aquella de que la unidad de España es un designio divino
    A mi desde luego, no me extraña esa palpable incomodidad y me entristece que nuestro orgullo patrio, pueda ser la tortilla de patatas, la roja o la madre que la parió.
    España sería, si lo aragonés sintiera orgullo de lo andaluz, o lo andaluz de lo vasco, o lo gallego de lo estremeño. Pero no es así y por eso España no es sinó a la fuerza. Y no sigo que llego tarde a misa (coña marinera)

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    1. Algo que me entristece profundamente es que en Sevilla no pueda haber una calle o instituto de enseñanza secundaria que se llama Salvador Espriu, o en Barcelona uno que se llame Antonio Machado, o en Zaragoza uno que se llame Celso Emilio Ferreiro, o en Bilbao uno que se llame Federico García Lorca... Tiene usted razón en que España sería, si lo aragonés sintiera orgullo de lo andaluz, o lo andaluz, o lo gallego de lo extremeño... No sé dónde se torció nuestra historia porque historias desnortadas o erráticas las hay por todas partes. En mi fuero interno pienso que nos quebró ser el rey de España, emperador en el siglo XVI, o el mismo descubrimiento de América, que nos proyectó en ultramar. Hay países mucho más complejos que España, pienso en Rusia, que se siente también trágicamente. Rainer Maria Rilke unía a España y Rusia como ejes de una profunda espiritualidad europea. Ambos son países fracasados. No sé si el futuro de este país sería crear quince o veinte países de sus ruinas... Sinceramente, no lo sé.

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    2. No sé si el futuro de este país sería crear quince o veinte países de sus ruinas... Sinceramente, no lo sé.

      Bueno; eso sería algo así como el café para todos en versión 2.0
      Quince o veinte no, pero tres o cuatro, igual sí.

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    3. Esa solución que consideras plausible y probablemente deseable, solo sería posible tras sucesivos estallidos de odio que se extenderían por todo el territorio que probablemente llevarían a enfrentamientos violentos, y que darían lugar a sociedades quebradas, internamente rotas y divididas, a pesar de la euforia de algunos, no lo dudo. No te discuto que España sea un mal invento, lo es, pero cualquier solución que obvie nuestra complejidad, carácter e historia, sería definitivamente peor. Los cuentos de hadas son muy peligrosos. Hasta Jordi Pujol en sus últimas reflexiones públicas ha replegado velas.

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    4. pero cualquier solución que obvie nuestra complejidad, carácter e historia, sería definitivamente peor...
      Es curioso; este argumento es clavado a una queja bastante extendida entre el independentismo catalán.
      Por otro lado, el panorama que expones de estallidos de odio, sociedades quebradas, divididas y rotas fue siempre parte del discurso que intentaba proteger las colonias. Sin embargo, no queda ninguna.
      Jordi Pujol? Velas replegadas? Ese individuo jamás tuvo una vela desplegada con excepción de la tela de los sacos de dinero.

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  3. Creo que exageras, quiero decir que extrapolas, proyectas, la percepción que pueden dominar en algunos lugares geográficos y políticos, esa percepción puede ser mas o menos dominante o generalizada en Cataluña y en el Pais Vasco pero no creo que lo sea en el resto de regiones, en estas solo lo es, minoritariamente, en cierta parte del espectro político, "los progres" No creo tampoco que puedan equipararse las reflexiones dadas en diferentes épocas históricas, no creo que Machado o Cernuda hablasen de lo mismo que un intelectual podemita del siglo XXI.. Esa imagen de la España fracasada es una proyección muy interesada, desde luego no sugirán veinte paises diferentes; tres me parecerían muchos.

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    1. Pienso que hay una percepción de nuestra historia muy condicionada por la Leyenda Negra. Mientras portugueses, holandeses, ingleses o franceses tienen una perspectiva positiva de su historia colonial, pese a sus errores, en España la hay muy negativa lo que se traduce en una creencia muy extendida de haber realizado un genocidio en América y ello lleva a no querer recordar ese pasado colonial coincidiendo con interpretaciones indigenistas de América Latina. Además, el español medio no se siente representado por el sistema político español ni la institución monarquica. Recuerdo mi visita reciente a Holanda, país en que los ciudadanos se sienten orgullosos de su historia comercial -pese a su colonialismo represivo en Indonesia-, de sus instituciones incluida la monarquía, de su sistema de impuestos -muy elevados- porque sienten que se redistribuyen con equidad. Sentí mucha envidia por ese orgullo holandés por su país, al margen de su casuística diaria. Hay países reconciliados con su historia y otros que no lo están. Si me hablas de Rumanía, ciertamente, es un país en crisis con su historia y su realidad, permeado por un pesimismo congénito como el español. Desafortunadamente el catolicismo integrista del siglo XVI y XVII encerró a España respecto al progreso europeo y nos quedamos rezagados para convertirnos en el país de Curro Jiménez y en los Cuentos de la Alhambra, un país exótico y romántico pero no en la senda del progreso. Es algo que me duele. El pensamiento español creo a Ortega pero no dio lugar a Ser y Tiempo. Cuanto más conozco Europa, más me doy cuenta de la idiosincrasia española condicionada por su pesimismo y su sentimiento de culpa y de inferioridad. No sé los países que saldrían pero yo soy aragonés y me he visto vituperado en foros aragonesistas por considerarme un rancio españolista. La palabra rancio y facha están muy extendidas para calificar una cierta visión global de lo español. Y no solo es en Cataluña y el País vasco. Creo.

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  4. Solo de las ruinas puede surgir algo nuevo. No creo que sea exactamente odio, sino cansancio y hartazgo de estereotipos. Puede que, a mi entender, no haya nada más lamentable que la exacerbación de los valores patrios. Aunque es cierto que a veces nos humillamos tanto que no vemos nuestros pies, eso no quiere decir que España sea un país de postrados ni postraciones.

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    1. Los países, cualquier país, están lleno de estereotipos sea USA, Reino Unido o Francia o Alemania. Y en estos países y la mayoría se exaltan los valores patrios como algo que contribuye a unir a la gente en torno a algo, una historia, unos valores, unas instituciones, un sistema fiscal... Y eso no es así en España. Yo veo en general a los españoles respecto a su realidad e historia como un país con un tremendo complejo de inferioridad y culpa. No sé si un país postrado o de postraciones pero se combinan unas exaltaciones de lo gastronómico y lo regional con una profunda desconfianza hacia todo lo que podemos alcanzar. Hay muchos otros países que tienen mayor motivo para sentirse postrados y no lo están. Piénsese en el orgullo alemán con un pasado recentísimo del nazismo y los millones de víctimas que produjo.

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  5. En los foros, dices? bueno, a ver dónde te metes. Respecto a lo de Ortega y Ser y Tiempo. Ortega antes del 36 es un intelectual muchísimo más respetado, visible e influyente en la realidad sociopolítica española que Heidegger en Alemania, el cual no pasó de ser un profesor y de una influencia puramente científico-filosófica vinculada al ámbito filosófico-teológico. Un brillante intelectual político-social frente un gris profesor universitario de seminario. Después las cosas cambiaron, de uno se olvidó su pasado republicano social-liberal del otro su pertenencia al partido nazi... uno fue silenciado y el otro reverenciado. En fin.

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    1. Evidentemente mi respuesta anterior era una provocación al mencionar a Ortega y Heidegger. Me ha gustado tu réplica inmediata y me ha hecho ver a estos filósofos bajo otra luz. Es significativo que hayamos silenciado la figura de Ortega que tuvo una importante proyección en Alemania y Estados Unidos -además de Argentina-. Esto coincide con nuestra visión de lo español y lo propio con complejo de inferioridad, añadido a nuestra proverbial envidia que no nos permite apreciar a alquien que haya triunfado y menos en el extranjero. Otro en el terreno literario sería Blasco Ibáñez.

      Por otro lado, parece que la figura de Heidegger se acrecienta urbi et orbe con el paso del tiempo. En algunas consideraciones se lo sitúa como el filósofo más importante del siglo XX, pese a todas las polémicas en torno a su pasado nazi.

      Ambos eran seductores.

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    2. La cosa es: quién silencia a Ortega y por qué? A quién molesta?

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    3. No puedo contestar a esa pregunta, he leído alguna mala biografía suya, la de Jordi Gracia que parece más odiarlo que otra cosa, que lo considera un hombre especializado en seducir marquesas y aristócratas -como si no hubiera hecho lo mismo Rainer Maria Rilke y nadie se lo reprocha- y que su influencia fue decisiva en la conformación ideológica de José Antonio Primo de Rivera que se reconocía orteguiano. Pienso que Ortega es un valor importantísimo en nuestra cultura y por eso mismo desde los nacionalismos periféricos se lo ignora y desprestigia, unido a una visión ingrata hacia nuestra propia aportación artística y cultural. Además, y esto es importante, como ideológicamente no se lo puede señalar como un mártir de la izquierda -algo importantísimo para adquirir prestigio-, queda en un terreno impreciso en que nadie lo reivindica. Leí un libro interesante titulado Rosas de plomo de Jesus Cotta en que se daba expresión a la fuerte amistad y simpatía entre José Antonio y García Lorca. Pero es un tema que queda orillado pues fácilmente se puede incluir a Lorca como mártir republicano y de la izquierda. Así Ortega no es reivindicado por nadie, a pesar de que su importante magisterio llegó a pensadores tan señalados como Julián Marías y otros.

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    4. Te recomiendo un libro reciente sobre el asunto: Ortega y Gasset. El gran maestro. De Agapito Maestre en Edit Almuzara.

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  6. Hablando a día de hoy nuestros políticos están demostrando que no están a la altura. Ocurre en la calle lo que vemos en los parlamentos y en muchos casos alentados por ellos: falta de respeto y de lealtad a ellos mismos, a la historia, a la Constitución (con lo que nos costó), pillaje descarado... Afortunadamente por encima de todo esto, la mayoría de los ciudadanos (no todos, claro) viven felices. Las estadísticas nunca son ciertas ni falsas, simplemente son números que no tienen por qué corresponder a la realidad del más allá de una hoja de cálculo. La gente se desplaza en vacaciones, llenan los cines, no ahorran sino gastan... hasta los jóvenes "nini" tienen 1000€ para comprarse un Samsung..., este es de los pocos países donde la sanidad es universal... ¿A quién han preguntado para realizar estas estadísticas?. Y por supuesto que tienes razón cuando dices que no se demuestra orgullo más que por la Comunidad y no por el país, por muchas razones pero la primera razón es por integridad física. Así están las cosas en la calle.

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    1. No sé que baremos se consideran en esta estadística pues pienso que España es un país en que vivimos comparativamente bien y en algunos sentidos nos sentimos orgullosos -especialmente de la gastronomía, verdadera pasión nacional, y de las fiestas-. De lo demás tenemos uns visión sesgada y negativa. Y esa autopercepción negativa que tenemos interiorizada sale un país capitidisminuido en su propia autoestima y la confianza en sus posibilidades. No podemos abrogar por decreto esta forma de estar en el mundo que viene de muy atrás y tiene raíces muy profundas.

      En cuanto a los políticos, pienso que es algo universal. El otro día leía que se había impuesto en el mundo una especie de mediocracia o gobierno de los mediocres que sobresalen y se imponen en la disputa política. El mundo de las redes sociales, el igualitarismo, el pensamiento correcto políticamente, hace estragos en todos los países. Y ciertamente, en el ranking universal la calidad de los políticos no es satisfactoria y es evidente que no responden a las necesidades de la humanidad ni de las urgencias del planeta. Hay demasiados egos a los que adular, queremos, eso es cierto, que nos adulen y que nos mientan. Ningún político ganaría unas elecciones si dijera la verdad.

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    2. Pienso; quizás sin acierto que una mediocracia o gobierno de los mediocres, no es posible sin un electorado también mediocre.

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    3. Te dejo un enlace al artículo que hablaba sobre la mediocracia, creo que tiene cierto interés LA MEDIOCRACIA ES LA ANTESALA DE LA REVOLUCIÓN

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  7. En mis pocos viajes por Europa, yo me he sentido inferior como española. No sé si los autóctonos de los países que visitaba lo percibían así, pero en mi opinión nos falta la formación, la educación, que he visto en otros lugares europeos.
    Como docente, no me he sentido responsable; hice, como la mayoría, todo lo que pude con los escasos medios a mi alcance. Responsabilizo a mi país, o sea, a sus dirigentes, de no poner los medios adecuados para mejorar la educación de sus ciudadanos, porque es muy deficiente en comparación con nuestros vecinos franceses, ingleses o alemanes, por ejemplo.
    Sí, ya sé que esto no es lo que proyectan los que vienen de turismo de borrachera a Lloret de Mar, pongamos por caso, no me refiero a eso, creo que se entiende.
    Lo que quiero decir es que el grueso de los españoles, fuera de los profes y gentes del sector, no entendería lo que se dialoga, argumenta, discute y se comenta aquí, y eso me parece tristísimo.
    "Me duele España", Joselu. Aunque es una frase muy manida, yo la he sentido en primera persona y la sigo sintiendo cuando en la playa veo a los extranjeros en sus tumbonas leyendo absortos o a mis nuevas vecinas suecas desayunando con sendos libros en las manos. Nosotros, mientras tanto nos saludamos gritando de un balcón a otro, o nos reímos fuerte en la playa, que se sepa que estamos... o somos...

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    1. No todos los países son Francia, Inglaterra o Alemania, países que tienen mucho de lo que arrepentirse en su historia. Me siento atraído por los países del este de Europa. He visitado algunos últimamente. El próximo que quiero visitar es Rumanía, un país en principio con escasos atractivos. Bucarest debe ser radicalmente fea como ciudad. Pero me interesan esas historias terribles, dramáticas y crueles de países que no solemos considerar en nuestros ejemplos. Siempre pensamos en Francia, Reino Unido, Alemania, si acaso los países escandinavos, y sentimos respecto a ellos el peso de un desajuste que nos lleva al apocamiento. Me duele mucho, como a ti. Perdimos el siglo XVI, XVII, XVIII, XIX y buena parte del XX. Fuimos muy grandes y poco a poco nos quedamos sin nada, tanto que ya ni nos atrevemos a mirar ese pasado, que no es tan oscuro ni terrible como nos han hecho creer. La Europa central progresó, tal vez gracias al protestantismo, y nosotros quedamos en manos de una iglesia inculta y reaccionaria. El pensamiento y la ciencia se hacen en esos países que siempre nombramos y nosotros nos quedamos detenidos, atrofiados. Y psicológicamente no hemos salido de esa sensación que nos lleva a la timidez. Nos falta fe en nosotros mismos, buenos gobiernos que apoyen la ciencia y la educación, los avances tecnológicos... pero no sé dónde está la clave para salir de esa sensación de dolor que a muchos nos aflige. Por lo que yo conozco se habla mucho de comida pero muy poco -o nada- de cultura. No sé si en todos lo sitios es así.

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  8. Hoy, al menos, quiero ser positivo: Salvo la lacra de ETA, llevamos 80 años de paz en España. No me consta un período similar en la historia de este país...La Constitución del 78, tachada de franquista, tiene poco que envidiar de las constituciones de países de la U.E. Occidental. Siempre ha habido agoreros propios...

    Me agrada volver a contactar con tus escritos, siempre de alto nivel tanto en lo referente a la forma como al fondo.

    Saludos, Joselu.

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    1. Me alegra verte por aquí. Te solía leer sin comentar pero hoy es un día tan señalado y político que me siento en muchos sentidos desamparado en medio de las antorchas y las banderas. Como Brassens, "el día de la fiesta nacional, me quedo en la cama igual". "Nunca la música militar, me supo levantar". Muchas gracias por tu visita. Un abrazo.

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  9. Claro, lo primero que se me ocurre es qué se entiende como felicidad en términos de colectividad, país, sociedad o Estado. ¿Es medible eso con un concepto tan abstracto e impreciso?

    Luego ratifico tu frase: "Los españoles no nos sentimos a gusto con lo que somos, es una especie de autoodio feroz a cualquier cosa que signifique algo positivo por nuestra parte". Se podría precisar lo de autoodio, porque suena fuerte, pero sí, hay mucho de descontento, vergüenza propia, etc. No hago más que preguntarme si hay un desencuentro reciente o más bien de siempre entre españoles. ¿Se conocían entre sí hace siglos? ¿Sabían de modo más cercano unos de otros? ¿Les unía algún proyecto colectivo, sentido por todas las regiones en un marco donde dominó siempre una monarquía, unas castas como la Iglesia, una nobleza propietaria de superficies inmensas y altiva y a la vez pesimista incluso moralmente como pocas? Igual que muchos han hecho un mito de la España Nación, ¿no habrán hecho otros un tópico de la España que no se reconoce ni se anima ni colabora en conjunto? Habría que analizar cada paso, cada circunstancia, cada caso, cada zona del país, cada idiosincrasia. Un país con tantas mezclas culturales ¿puede realmente ser negativo? ¿O es el precio de haber perseguido no solo a las minorías étnicas sino a los propios disidentes de pura cepa hispana, si es que estos los hay? Pues no sé, hay muchas cosas que comparto de lo que dices, muchas, es como si yo mismo lo hubiera escrito, pero a la vez me rebelo, pongo en cuestión. No sé, yo soy híbrido, hijo de padres de regiones diferentes y no cercanas en su tiempo, pero nunca pienso en castellano y nunca me identifico con el español del mito-nación españolista, soy más sencillo, simplemente no me hago nombrar a mí mismo y pienso en términos que sean en función de la información que me llegue desde cualquier rincón del mundo. Hoy quien se encierra es porque la impotencia le corroe.

    Donde disiento es en tu último párrafo. El tema de la Segunda República es más complejo y actuó contra reloj y sobre bases débiles aunque la tendencia triunfara en unas Municipales.

    Jo, es muy interesante ese tema que planteas, mucho, y no acierto a debatirlo en el blog. Es de charla de café entre amigos constructivos y exploradores de la vida, incluso la española. Un abrazo.

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    1. Muchas gracias por tu aportación y tus reflexiones. Lo cierto es que "ser español" lleva una carga pesada que no lleva "ser francés o inglés o sueco o danés o griego..." La democracia y la modernización no nos ha traído una reconciliación con nuestra identidad sino más bien todo lo contrario, y me duele porque amo este país. He viajado mucho por las distintas regiones de España y las siento próximas y cálidas... No me imagino una realidad en que todo eso se rompa. Anhelaría una forma de sentirme español como la de sentirse francés, con unos referentes compartidos por la mayoría. Hoy por hoy, es problemática esa adscripción a la que uno se adhiere con cierto sentimiento de culpa, como si hubiera una culpa original en la españolidad. Hasta en Aragón hay algún partido político que reivindica "ser nación" y la independencia. Es minoritario pero existe. Me penetra ese desasosiego profundo sobre nuestra identidad que está fijada con alfileres y se pretende quebrar desde tantas y tantas partes de España. Hay un comentarista que anhela que España se convierta en tres o cuatro países diferentes. ¿Por qué no quince o veinte a tenor de nuestras pulsiones? Eso se rechaza porque sería de nuevo "café para todos".

      En cuanto a la Segunda República: el tema territorial afloró dramáticamente, no fue un contexto que proporcionara un reequilibrio de anhelos y sentimientos. Si viniera una Tercera República, volveríamos a enfrentarnos, en una pulsión que nos lleva a querer romper trágicamente España. De hecho la guerra civil tiene como eje la idea de España, realidad que, no obstante, demuestra una resiliencia formidable por más que se quiere acabar con ella. Esto es un sinvivir: ni contigo ni sin ti. Somos un estado de conciencia maltrecho y caracterizado por la neurosis colectiva.

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  10. Traes una cuestión, nuestra idiosincrasia como país, pueblo, cultura, nación, Estado… (para contentar a todos), que suele enaltecer las filias y las fobias.

    Sobre la felicidad o infelicidad de los países que muestran éste y otros tantos estudios, mantengo cierta distancia con tales enunciados un tanto grandilocuentes o categóricos, sin que mi escepticismo le reste legitimidad a ese estudio, claro está.
    Tengo una amiga húngara que lleva muchos años viviendo en España, de hecho adquirió la nacionalidad, y me comenta; “cada vez que voy a Hungria, viviendo como vivo ahora en España, constato que los húngaros son el pueblo más infeliz que conozco, no hay color con los españoles” .Bueno, es lo que opina ella de sus paisanos centroeuropeos.

    Ahora vemos como un pueblo, los ingleses, encantados de conocerse así mismos, tienen un país histérico y enfrentado, en donde se están tirando los trastos una mitad a la otra con el Brexit de marras.

    En cuanto a nuestra endémica desconfianza, entre paisanos, la moral judeocristiana como país católico que fuimos, ya en decadencia por el laicismo, ha hecho daño. Una desconfianza que era vital para salvar el cuello en los siglos que imperó el terror de La Inquisición, de aquellos barros, aún estos lodos.

    También es verdad que la temperatura anímica de un país es un hecho muy coyuntural, fluctuando desde el desánimo hasta la satisfacción. En ese sentido fíjate, Joselu, ya que citas a Valle Inclán, la pesadumbre y la nula autoestima a finales del S.XIX, en el celebérrimo 1898, y como toda la intelectualidad, encabezada por la Generación del 98, escribió sobre el pesimismo de una Nación hasta el hastío. A veces tengo la impresión de que este asunto de nuestro pesimismo, falta de autoestima, o crisis de identidad se ha convertido, desde hace una eternidad, en un filón para aquella intelectualidad y otras recientes, y generar una cantidad ingente de ensayos y literatura en que ocupar las neuronas y las discusiones dialécticas en los foros y los cafés, a ver quien enarbola el discurso más clarividente y se lleva las palmadas del resto… mientras que el pueblo llano está a otra cosa.

    La mirada de valle Inclán es hija de su tiempo, no digo que ahora sea ciega del todo, pues guarda parte de nuestra esencia, pero si resultaría míope para reflejar toda la complejidad de nuestro presente. En cualquier caso es muy recomendable leerlo, una parte de lo que somos está atrapado en sus letras.

    En fin, planteas otras cuestiones en las que no me detendré pues ya me he enrollado de lo lindo.
    Solo añadir una cosa más, respecto a la naturaleza de la Segunda República, me quedo con un titular de Santos Juliá, en un artículo (y lo conservo en una revista) que abordaba dicho periodo, refiriéndose a España como “un pueblo republicano que habita en una nación católica”.
    De esa flagrante contradicción se intuyen otras tantas.
    Un abrazo, Joselu.

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    1. Hace unos días paseaba por el paseo marítimo de una población costera de Tarragona en que la animación era ostensible, las terrazas estaban llenas y la gente paseaba -e incluso bailaba en un entoldado con ritmos rockeros- con aire de felicidad. Yo me pregunté si este era el país infeliz que retrata el estudio del que hablo. No me cabe duda de que a los españoles les gusta la fiesta, el comer bien, el salir con los amigos, las reuniones familiares, las celebraciones... No creo que España sea un país infeliz en ese sentido. Sin embargo, si preguntas a la gente cómo se siente en relación al sistema administrativo-político-territorial-bancario-judicial... las opiniones son demoledoras. Una cosa es el estilo de vida y las satisfacciones que uno tiene y otra es la situación como ciudadano de un país al que se adjudican -a veces con acierto- todas las corrupciones y desmanes. No confiamos en la cosa pública y opinamos con recelo sobre cualquier cosa relativa a ello. Esto es diferente en muchos países del norte de Europa cuyos sistemas sociales y políticos reciben la adhesión de los ciudadanos de forma general. Nuestra autopercepción como país es muy negativa -la corrupción, los bancos, los políticos...- pero nuestra situación personal no es negativa -en general-. No confiamos en el sistema pero nosotros gozamos con nuestro estilo de vida. Imagino que estos estudios se hacen en base a esa autopercepción y, como los argentinos, no tenemos gran confianza en el sistema.

      No obstante, es cierto que nuestras bases como país parecen cogidas con alfileres y sentimos inseguridad o antipatía respecto a historia, símbolos, modelo territorial, forma de estado... Además yo vivo en una de esas comunidades en que una buena parte de la población cuestiona totalmente todo eso y el ciudadano medio no sabe de qué puede sentirse orgulloso.

      El pesimismo del 98 tiene la sombra alargada pero, a pesar de la democracia, no hemos resuelto nada nuestros viejos conflictos y no parece haber nada seguro. La misma monarquía que en otros países europeos, socialmente avanzados, está sólidamente asentada, aquí es objeto de sospecha. El modelo territorial es abiertamente cuestionado desde muchos ángulos. La clase política es desdeñada y mirada con abierto recelo, los bancos son objeto de antipatía generalizada y ¿qué decir del IBEX 35? Nuestro problema no es único, hay otros países, has mencionado Hungría, pero hay otros muchos cuya existencia también está cogida con alfileres.

      Me ha gustado la idea de Santos Juliá, tiene mucho de fundamento. Monárquicos no somos, pero a la vez vivimos una tradición católica -solo hay que ver la fuerza de las procesiones y los ritos familiares-, y eso hace una mezcla curiosa -vamos a dejar este adjetivo moderado para definirla-.

      Un abrazo, Paco, un placer y un acierto haberte encontrado.

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