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lunes, 10 de diciembre de 2018

La edad del resentimiento


Uno de los ensayos más esclarecedores que he leído hace un par de años, cuando fue publicado, es La edad de la ira del pensador indio Pancaj Mishra. En él, publicado tras la victoria de Trump en Estados Unidos y el referéndum del Brexit en el Reino Unido, se sostiene que las sociedades mundiales, de este a oeste, de norte a sur, están electrizadas por el sentimiento de ira contra los poderes establecidos, contra grupos sociales que se consideran antitéticos, contra la mundialización y el poder ilimitado del capitalismo, contra ideologías y movimientos que se perciben como amenazadores... Y así desde la India a Rusia, desde Argentina a Brasil donde ha triunfado un populista como Bolsonaro, desde Italia a Suecia, desde Cataluña a Andalucía, desde el Brexit inglés, surge inquietante un intenso resentimiento que desdeña los partidos tradicionales y apela a unos viscerales factores emocionales incontrolables que son el resentimiento y el miedo que son amplificados por las redes sociales de un modo devastador. El enemigo puede ser el capitalismo internacional, los bancos, las élites financieras, la desigualdad y la fragilidad de los más humildes, la inmigración masiva que se percibe como amenazadora, la penetración del islamismo en occidente, el machismo y la sociedad heteropatriarcal, la política establecida que se ve unida a los poderes fácticos, el fascismo que se percibe redivivo, el comunismo que renace de sus cenizas, el estado de Israel, la política americana… Este estado emocional surge impetuoso en forma de opciones políticas que expresan este resentimiento contra el poder -y la desigualdad- y erige líderes antipolíticos que hubieran sido inimaginables años antes de la crisis de 2008 en que el mundo era mucho más manejable a nivel político. 

Leo dos artículos en El País de estos días, uno de Daniel Innerarity, titulado Las voces de la ira, y otro de Javier MaríasFomento del resentimiento. Ambos desde reflexiones concomitantes dan cuenta del mismo fenómeno que hemos señalado. Nos sentimos amenazados y reaccionamos visceralmente, prescindiendo de los cauces de intermediación que establece la democracia, y, por otro lado, Javier Marías habla de ese rencor que se cultiva en unos contra otros y que es alimentado por una cultura del resentimiento. Así vemos en Francia, la revuelta de los chalecos amarillos que comenzó con una protesta contra el alza del precio del diésel que castiga a los trabajadores que dependen de sus vehículos para ir a trabajar en la Francia rural, y que se ha convertido en medio de la expresión de una ira agazapada contra el sistema político y financiero que hace sentir a la gente normal como excluida y olvidada en uno de los estados más proteccionistas del mundo, así como una rabia latente contra el presidente francés al que se ve como prepotente y altivo. El movimiento de los chalecos amarillos no sigue procedimientos democráticos pues Macron ha sido elegido democráticamente y se le está intentando hundir por todos los medios sin elecciones ni recursos propios del sistema representativo. 

En Andalucía acaba de hacer eclosión un estado de ánimo que ha alumbrado a Vox con una fuerza inesperada. Los calificativos que se le han dedicado no hacen retroceder a sus partidarios y el partido reconoce que está recibiendo mil afiliaciones diariamente que no respetan los sesudos análisis de los partidos institucionales o los columnistas de El País que lo califican de ultraderecha. En Vox hay elementos antipolíticos y populistas pero igualmente lo hay en Cataluña con la presencia de los CDR cortando autopistas, atacando sedes judiciales o haciendo escraches contra políticos no nacionalistas. El mismo presidente Torra es un agitador fuera de control, igual que su mentor Puigdemont en Bruselas. El independentismo ve en España un enemigo odioso al que hay que combatir sin respetar las reglas del juego, y en España brota impetuoso un sentimiento contrario de rebelión contra los nacionalismos y lo que se consideran privilegios de algunas regiones y la desigualdad que alienta el sistema autonómico. Podemos asimismo apareció tras el caldo de cultivo del movimiento 15M que fue una rebelión contra el poder de los bancos y el bipartidismo PPSOE reivindicando un populismo de límites imprecisos que choca frontalmente con las reacciones viscerales también antipolíticas que este está levantando en el campo de la derecha en todas sus vertientes de modo que la tensión y la confrontación política cada día es más intensa.  

La ira aparece por todas partes, sea en los granjeros del medio oeste que se ven desdeñados por las élites liberales y votan a Trump a pesar de la película de Michael Moore que ha fracasado en Estados Unidos –y Europa-; da igual que se sea pobre o rico; da igual que se sea mujer del movimiento Femen o Me Too que ve en cada hombre un objetivo a abatir; da igual que se sea hombre y se rebele contra la prepotencia del movimiento feminista o el creciente poder de la liga LGTB cuyos lobbies cada vez son más arrogantes; da igual que se sea animalista que ve en las corridas de toros un acto atroz de una crueldad terrible o se sea taurino que ve amenazado un arte y una cultura que encandiló a genios del arte, de Picasso a Lorca; da igual que se sea jubilado o joven sin trabajo; da igual que se sea musulmán que ve con odio a la sociedad occidental, atea y sin valores; da igual que se vea en la constante llegada de inmigrantes atravesando el Mediterráneo una amenaza para Europa, pobre en natalidad frente a los vientres islámicos que se reproducen geométricamente; da igual ser africano que no acepta su postración en la historia y recuerda el pasado esclavista y quiere emigrar a Europa que blanco que ve en la invasión un peligro letal para este continente; da igual si se es ruso o ucraniano o nacionalista indio o acaso budista en Myanmar contra los rohingya que son masacrados; da igual que se sea obrero que vota a Le Pen en Francia o a Salviani en Italia o a la derecha radical en Suecia contra la inmigración… Da igual, todos nos defendemos contra algo y sentimos un íntimo resentimiento y miedo contra un determinado estado de cosas que consideramos amenazador y violento. Sentimos que la democracia no es garante de nuestro derechos de los que nos vemos excluidos y se acude a opciones antipolíticas que no encajan en el sistema democrático tradicional. Muchísimos se sienten excluidos y alimentan sus brasas de ira y miedo contra algo o contra alguien, y la tecnología -su gigantesca eclosión coincide con la de la crisis de 2008- amplifica, con sus mensajes simplistas y demagógicos, la estabilidad de los sistemas políticos. 

Lo más sorprendente es que vivimos en el mundo mejor de la historia, en que ha retrocedido la pobreza más extrema, en que los derechos sociales son más respetados que nunca antes, en que las guerras son escasas respecto a épocas pasadas, en que la medicina ha hecho avances gigantescos...  El liberalismo ha creado un mundo que no tiene parangón con el del pasado asolado por guerras terribles, hambrunas y desastres humanos, pero a la vez se ha convertido en profundamente desigual y ha alumbrado una creciente marea de miedos, resentimientos y aspiraciones legítimas o no que amenazan la estabilidad del sistema abocado a populismos de perspectivas muy peligrosas. ¿Se imaginan una nueva crisis mundial, en el terreno capitalista y financiero, en este estado de cosas?




10 comentarios :

  1. Creo que no estamos diseñados para apreciar lo habitual. Posiblemente ese "desprecio" a lo habitual sea lo que nos ha mantenido con vida como especie en sus inicios, de forma que el cerebro sólo atendiera los estímulos raros y desechando los habituales, más que nada por capacidad de procesamiento.Como dices, en el primer mundo tenemos unos altos niveles de calidad de vida, aunque también es cierto que no llegan para todos.
    El que no los disfruta intenta buscar un culpable y la inmigración y los teoricamente anisistema son los chivos espiatorios que han encontrado.
    Creo que Vox está haciendo una labor de captación magnífica, basada en tópicos, vale, pero es que la sociedad ha sido educada para el tópico.Un abrazo
    j

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    1. El mundo funciona a base de tópicos, a derecha e izquierda, tópicos que luego son difundidos masivamente, convenientemente simplificados para que puedan ser digeridos rápidamente sin hacer mucho esfuerzo. Estamos en el tiempo de las fake news, que, por cierto siempre han existido -vengo de Lisboa en una de cuyas plazas se recuerda la matanza de seis mil judíos un día de 1506 por un rumor absurdo que había corrido por la ciudad-. Somos demasiado crédulos para lo que viene de nuestros baluartes ideológicos y desde donde se señala la vesanía del enemigo que siempre es culpable, sin ver lo que viene de nuestro lado ideológico. Hay quien no cree en los crímenes del comunismo y dice que es propaganda de la derecha, hay quien niega los campos de exterminio y las masacres en Bielorrusia, Ucrania y los Países Bálticos por parte de los nazis y sus colaboradores. La tarea de verificar y de querer saber la verdad debía ser un imperativo moral pero es más sencillo creerse la propaganda envenenada que viene de los nuestros y que se da por válida. Las verdades simplistas son muy peligrosas. Nada hay que sea sencillo y no sea terriblemente complejo. Uno ha de desconfiar especialmente de lo que viene de su mundo ideológico, el más cercano. Pero uno necesita saberse parte de algo, pertenecer a alguna parte, tener alguna identidad y lo más peligroso, lo más grave, creerse con la verdad moral y política absoluta. Los poseedores de la verdad de la historia son los peores, se creen con el monopolio de la ética, la moral y la razón histórica. Yo siempre he desconfiado de los míos, por eso no he formado parte de nada. En un conflicto, me matarían unos u otros, sin lugar a dudas. Un abrazo.

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    2. La libertad de pensamiento tiene ese precio...
      Coincido contigo en el miedo a los que se creen posedores de la verdad, a los que no tienen dudas. Como dices todo es terriblemente complejo. Entiendo que en algún momento, para tomar una decisión urgente hay que simplificar de alguna manera, (para no caer en la parálisis por el análisis), pero creo que en el mundo actual, donde todo debe ser ¡ya! es terrible lo poco que se piensan las cosas y los efectos que pueden producir...
      Un abrazo
      j

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  2. Lo primero, felicitarte por tomar de nuevo las riendas de un blog tan magnífico y reaparecer de manera tan discreta que si no me avisas, sigo sin enterarme de que has vuelto a la trinchera de la "opinión" en donde tanto s te echaba de menos, porque tus lecturas siempre iluminan y tus reflexiones nos indican caminos de pensamiento. Leí el artículo de Marías ayer e iba asintiendo a esa ferocidad de la animadversión que, a veces, incluso, sin causa concreta se desata en muchas personas como una forma de ser o de estar en el mundo. Sé que el fenómeno es global, pero también que, por esos saqueos de las tiendas de lujo en París, por ejemplo,hay un mucho de frustración individual que se libera en esa asociación que se quiere revestir de justa reivindicación social. Al final, tanto fracaso escolar acaba pasando esta terrible fractura. Hablaba hoy con mi Conjunta sobre el escándalo de los precios de los alquileres y la inacción política al respeto, y en cuanto he "elevado" el nivel de la reflexión: ¿Cada español por el hecho de nacer en España tiene derecho efectivo a que le sea facilitada una vivienda?, la respuesta es que "me voy del tema". Vivimos desde hace mucho en la era de los derechos y en la negación de los deberes, así como en la sumisión al papá Estado que, al modo comunista, me ha de garantizar el bienestar, y no uno cualquiera, claro, sino de primera, que no me falte de nada..., como ese grito populista que me heló las venas hermenéuticas cuando se lo oí a la candidata socialista a la Junta: "Nuestros niños son todos de diez", secundada inmediatamente por el del pp, por cierto. En este mundo vivimos, y sí, me temo que la falta de formación, unida al exceso de la opinión deformada , no nos va a traer nada bueno. Enhorabuena por reabrir "tu casa", que es la nuestra...

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    1. Entre los tres lemas de la revolución francesa están las claves de nuestro mundo: libertad, Igualdad, fraternidad. Tuvieron una trascendencia que traspasa el tiempo. Igualdad y libertad están en el eje de toda reivindicación callejera y política. No se admite que pueda haber cortapisas a estos principios. Veo los trenes de cercanías pintarrajeados con grafitis estúpidos y hemos de entender que eso está hecho en nombre de la libertad, y, por supuesto la igualdad porque todo el mundo tiene derecho a expresarse, no solo los privilegiados. Que mis derechos entran en colisión con los tuyos, es indiferente. Lo importante soy yo. Yo. Y en la educación lo mismo. Se han suprimido las calificaciones, como sabrás, para evitar la comparación entre notas destacadas como el excelente y el aprobado, todos somos iguales, no hay mérito como expresa el famoso lema de la igualdad. Todos tienen derecho a todo lo que alimenta la frustración generalizada y el resentimiento. Todos tenemos motivos para sentir rencor contra algo o contra alguien: yo lo siento hacia la política del independentismo, lo confieso. Imagino que cuando las emociones y el estómago sustituyen al equilibrio y el respeto a las reglas, el camino se tuerce y no ofrece buenas perspectivas. Un mundo en que muchos creen que tienen derecho a todo, ¿cómo no a la independencia?

      En cuanto al tema de la vivienda, estoy con tu compañera en que el tema está desbocado pero no solo en España. En las distintas capitales europeas -acabo de volver nuevamente de Lisboa- hay una carestía de viviendas que han experimentado alzas en sus precios de adquisición y de alquiler inabordables. Parte de la culpa la tiene el turismo que, por un lado, es la gallina de los huevos de oro pero, por otro, es depredador de las posibilidades de vivienda para los más jóvenes que quieren independizarse. Hay un claro abuso que yo no viví cuando era joven.

      Por otro lado, me ha defraudado la respuesta de Macron a las protestas. Ha cedido al chantaje y ha hecho concesiones para parar el movimiento, pero cuando está abierto el camino para el mismo, no hay quien lo pare. Lo paradójico es que el alza del precio de diésel tenía un objetivo ecológico, esa aspiración que parece universal para paliar el calentamiento global. Y ha sido el pueblo el que por medio de los sans culottes de los chalecos amarillos ha bloqueado la medida que también llegará a España.

      Gracias por tu bienvenida a esta casa que estaba abandonada, llena de matojos, hierbajos y olvido.

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  3. Cuanta razón tienes Joselú, comparto esta visión que haces de la situación cosa que, por otro lado, tampoco es que sea fruto de un momento de especial lucidez por nuestra parte, sino que es evidente a raíz de las desastrosas noticias de todos los días. Y concretamente, los que como tu y yo, no formamos parte de ninguno de estos odios ni simpatizamos en absoluto con ninguno de los bandos que pueden ir saliendo a nuestro alrededor, vemos con absoluto hastío como desde todos los bandos nadie hace ni el más mínimo gesto para apaciguar los gestos. Son como pataletas de niños chicos, donde uno se enroca y no quiere ni escuchar lo que dice el otro. No se a quien interesa todo este tema, pero seguro que hay élites de derechas a las que le interesa promover todo lo que está pasando en España. En mi caso lo de Francia lo veo como algo totalmente diferente a lo de España. Quizás algo desproporcionado, pero como mínimo allí veo una unión del pueblo con un objetivo u objetivos común. A todo eso yo lo único que quiero es vivir tranquilo y alejado de todos los fanatismos patológicos que nos rodean pero es absolutamente imposible. La podredumbre ha llegado hasta el tuétano de muchos y lo único que esperan ya muchos de ellos es el enfrentamiento final. Me sorprendo escuchando a compañeros de trabajo que hasta ahora consideraba moderadamente razonables de que en todo este tema al final tiene que haber un ganador de uno de los bandos. Ya el hecho de que hablen de bandos, casi en términos gerracivilísticas es de una gravedad extrema. Y si todo no se resuelve a través de un novelístico final inesperado propio de las novelas de realismo mágico, va a acabar sin duda con aplastamiento sin precedentes de las instituciones catalanas y sin duda que una violencia en Cataluña que va a llegar para quedarse. En fin, mi tierra a pasado de ser un lugar pacífico donde viví en armonía mis primeros 40 años de vida a ser, por culpa de toda una serie de fanáticos nacionalistas (de ambos bandos), una puta mierda de tierra donde todo el mundo está frustrado y con miedo al que vendrá. Un abrazo.

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    1. Hoy hablaba con un amigo que "quieren muertos". Sin muertos la secesión no acaba de darse un impulso definitivo. Quieren muertos. Lo ha dicho Torra explícitamente citando el ejemplo de Eslovenia. Hacen falta mártires que empapen la tierra de sangre para impulsar a los demás. Si surgiera una voz sensata que dijera que hay que pararse a pensar lo tildarían de traidor, de cobarde, de botifler. Junqueras calla probablemente porque no sabe qué decir. Estamos en manos de individuos que carecen de límites, poseídos por abismos patológicos, a los que les da igual que haya una guerra civil, que es lo que va a haber si sigue esto adelante y hay muertos como quieren y buscan. Una mitad de Cataluña contra la otra. Yo tengo mucho miedo y si pudiera me iria de aquí porque esto no va a acabar bien. Nada bien. Si pudiera me iría a vivir a Portugal por ejemplo, lejos de esta maraña estúpida guerracivilista. Los procesos se sabe cómo empiezan, es fácil, pero nunca como acaban. Reitero que tengo miedo. Lo has expresado muy bien. Pero esto no ha hecho sino empezar. Un abrazo.

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    2. Coincido totalmente con lo que dices. Yo también tengo miedo. La esperanza que tengo que yo de que la sangre no llegue al rio radica en que simplemente Cataluña no tiene ejercito y va a ser muy dificil que se revuelva. Y me consta que hay gente dentro del independentismo que si que se está acojonando porque entre ellos también los hay que no quieren para nada que la cosa se complica. Además muchos se deben haber dado cuenta de que no hay apoyos, de que no son suficientes y de que sus lideres los han llevado engañado a una situación sin salidas. Lo malo es que los más fanáticos ya están totalmente encendidos y va a ser muy neutralizarlos o tranquilizarlos. Aunque te parezca mentira yo tengo bastante esperanza en que de esto nos saquen determinados capos gordos del PdCat como el mismo Mas que no metió en esto, porque ese, que es mucho más inteligente que el resto, ya se ha dado cuenta que lo del Torra y Puigdemont es demencial y que el choque de trenes no va a traer absolutamente nada bueno para ellos. En algún momento el sector moderado del PdCat tendrá que provocar la ruptura porque esos se deben a la burguesía catalana y la burguesía no quiere para nada lo que esta pasando ahora. Un abrazo.

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  4. Yo creo que la humanidad peca de lo mismo que se fue fraguando en el neolítico y que se consolidó en la edad de los metales. Esto es, el particulatismo violento de un determinado grupo que pretende ser superior al resto. Cambiaron las formas, pero la base es la misma: el hombre es un lobo para el hombre. Solo hay que rascar un poco en las mentes para que surja esa ira escondida-adormecida por la educación democrática.
    Un abrazo.

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    1. La educación democrática, efectivamente, no cala en la estructura profunda de la psique, solo la roza, y los instintos en los que domina predominantemente el miedo proyectado de diferentes maneras (particularísmo, supremacismo, violencia tribal..) hace su aparición. Lo peor de todo es que la historia no nos sirve de nada, lo siento por tu profesión de historiador. Nunca se ha utilizado la historia como ahora, pero cada grupo selecciona algunos rasgos románticos convenientemente simplificados de la historia para justificar cualquier ideología o posición política. Yo soy muy aficionado a la historia contemporánea y me doy cuenta que la inmensa mayoría de la gente, utiliza tópicos, ideas sesgadas, anécdotas -casi impropias incluso de revistas de divulgación- para apoyar sus tesis irrebatibles. A veces parece que nadie ha aprendido nada de la historia y estamos condenados a repetirla, como vemos en la España actual que se parece y mucho a la de principios de siglo, ya no sé si decir a la de los años treinta. Un abrazo.

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