¿Creo en Dios? Probablemente los que
lean esto se sonreirán por la ingenuidad de la pregunta en un tiempo que parece
indiscutible que los seres humanos no necesitan a Dios para nada y más de
ciento cuarenta años que Nietzsche proclamara que Dios ha muerto. La sociedad
en general, lo constato, es atea, no sé si en ideología pero sí en la praxis.
Vivimos sin dios, intentando crear valores basados en consensos humanos que van
variando a lo largo de la historia. Querría creer que nuestra filosofía es el
humanismo, esa que pone al ser humano en el centro del mundo como expresó
maravillosamente Pico della Mirandola en su Oratio de hominis dignitate. Pero
el humanismo tiene sus puntos débiles al considerar que el ser humano es el
centro exclusivo de la vida, del sistema, de la naturaleza, cuando dicho
predominio absoluto significa la destrucción de bosques y selvas, de especies
animales, de mares y océanos. La centralidad de la imagen humana no deja de ser
problemática en el uso y abuso que estamos haciendo del planeta, de la
naturaleza, de la vida animal. A veces parece que filosofías animistas que
consideraban al ser humano como un elemento más de la cadena y no el eje de la
misma parecerían más razonables, pero nuestra altivez y soberbia parece que no
tiene camino de retorno al equilibrio con la naturaleza. En otras ocasiones se
siente una tendencia a la vuelta a modelos religiosos anteriores a la etapa de
los monoteísmos que comenzaron con el judaísmo, una época pagana en que existían
multitud de dioses antropomórficos o integrados en la naturaleza. El monoteísmo
es extremadamente sesgado pero se apropió de la deriva histórica de nuestro
mundo. Lejos queda el budismo que no afirma ni niega la existencia de Dios
porque no hay ninguna prueba para verificarla así como la de la vida después de
la muerte. A mi parecer su punto de vista es harto razonable.
Dios ha sido una necesidad histórica
de la humanidad. Todos nuestros pueblos en España y en Europa tienen un
edificio singular que se alza hacia el cielo que es alguna iglesia. No se
comprendería la historia de nuestro mundo sin esos templos que aportan una
visión espiritual a nuestra vida social. ¿Dios ha muerto? ¿Por qué lo hemos
sustituido? ¿Por el humanismo? ¿Por centros comerciales o estadios de fútbol o
salas de conciertos? Pienso que la ausencia de Dios es también problemática. No
hemos sabido con qué sustituirla y el sentimiento de vacío que viene de
Dostoievski, Kierkegaard y el existencialismo no lo hemos llenado.
Aparentemente Dios no es necesario para nada, pero su lugar vacío clama en la
desolación del sentido de la vida y de la comprensión de la muerte. ¿Qué
sentido tiene la vida humana abocada sin remisión a la decadencia y a la
muerte? Cierto que no necesitamos a Dios para asumir ese destino trágico y
doloroso del que evitamos hablar y se nota el terrible tabú ante la muerte a la
que se pretende despojar de densidad para hacerla liviana e intrascendente.
Personalmente creo que el universo
necesita una explicación que la ciencia es incapaz de dar. Se afirma que Dios
ha sido creado por los seres humanos para alumbrar la oscuridad del sentido de
la vida o de los desastres de la naturaleza. Dios ha sido inventado por los
hombres y no Dios el que nos ha creado a nosotros como afirman las religiones.
Lo considero, pero no acabo de cuadrar las piezas. El universo es de una
textura y dimensión misteriosa y no comprendemos de él ni una diezbillonésima
parte del mismo.
Pienso, como Einstein, en un dios –tal
vez dioses- que crearon el mundo y el universo, que diseñaron la vida
maravillosamente perfecta y armónica pero que luego se desentendieron de ello.
Dios o dioses que están en algún lado pero no tenemos acceso a ellos, están en otra
dimensión Los seres del universo –seamos los únicos o no, que no creo- estamos
solos, no tenemos acceso a Dios, pero en alguna forma constituimos parte de un
diseño enigmático. Dios no está detrás de nuestras desgracias o infortunios. El
diálogo con Dios es imposible, probablemente una ilusión fantástica. Pero la
deriva del universo forma parte de algún plan. Tal vez Dios nos esté soñando y
solo seamos el fruto de su sueño, tal vez una conciencia superior, una raza
posthumana nos tiene en esta dimensión planetaria formando parte de una
simulación como empezamos a sospechar. Tal vez vivamos en un mundo de sombras
proyectadas por las antorchas y estamos aherrojados y condenados a ver solo
reflejos…
El ateísmo es poco divertido, no hay
nada más árido que un ateo militante que niega misterio a la dimensión que
conocemos y quiere reducirlo únicamente a leyes y lo poco que sabe la ciencia.
Me resulta mucho más estimulante pensar que hay algo en el sentido del universo
que desconocemos por completo, que la muerte puede que sea el final absoluto de
un camino o un proceso de iluminación. Dicen que la religión es la mejor
literatura inventada, pero podemos invertirlo y pensar que la literatura mejor
es la que nos permite imaginar espacios o intuiciones que no han muerto.
Probablemente no necesitamos a Dios para nada. Y, como yo creo, Dios está
dormido o ajeno a nuestros dramas desde Kolimá a Auschwitz. Mi intuición me
dice que de alguna manera nos necesita aunque viva lejos o ajeno a nosotros y
no escuche nuestras oraciones. Dios está inacabado, formamos parte de un
proceso cuyas claves no conocemos.