He pasado dos días en el delta del Ebro, desconectado de la blogosfera, y aunque echándola de menos, he podido sentir el cielo sobre mi cabeza, el cielo y el río que llega hasta el mar en una desembocadura, si no amazónica, sí bastante hermosa. Dos días encapotados pero de cielos con suficiente luz y nubes para dar lugar a fotos interesantes. He comido dos arroces de la zona, a cada cual más bueno, he visto un molino de arroz tradicional y he aprendido el proceso que lleva al arroz desde la marisma a la bolsa herméticamente cerrada. Siempre he sido un enamorado del arroz. Cuando viajé por Indonesia, Malasia y Tailandia comía arroz para desayunar, para comer y para cenar. El arroz nunca me cansa en cualquiera de sus variedades. He comprado saquitos de arroz bomba y arroz marismas, excelentes para paellas, pero me gusta el arroz basmati, el risotto, la paella, el arroz tres delicias… Me encanta hacer fotos en los arrozales. El cielo se refleja en ellos. En Balí hice fotos sugerentes reflejándose las palmeras en el agua, en un cielo tornasolado de colores violetas, amarillos y verdes. Creo que pertenezco a la cultura del arroz…
Pienso en mi alumnos. Me encantaría invitarlos a una gran paella en el delta del Ebro. Hablaríamos de leyendas africanas o sobre literatura. Cada vez me horroriza más la enseñanza impartida en campos de concentración obligatorios.