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jueves, 25 de diciembre de 2008
Las grietas de la realidad
Me gusta pasear por zonas abandonadas, con caserones medio derruidos, con ventanas apuntaladas y que se haya producido el rito del paso del tiempo. Recuerdo que mi padre me llevaba cerca de Zaragoza a las ruinas de un castillo abatido por los siglos. No tenía un gran valor artístico, pero él siempre me recitaba algún fragmento de la Epístola a las ruinas de Itálica de Rodrigo Caro: Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora/campos de soledad, mustio collado, /fueron un tiempo Itálica famosa. Las grietas del tiempo son grietas en nuestra realidad. Nos devuelven la imagen de nuestro pasar como caminantes por este mundo. Me gusta fotografiar paredes desconchadas, mamposterías caídas, teatros abandonados, ventanas desgastadas... y siento como me invade la melancolía, pero luego inevitablemente me voy a alguna taberna del camino y me bebo un vaso de buen vino para celebrar que estoy vivo. ¡Qué bello es vivir y qué aburrido estar muerto!
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Coincidimos, Joselu, en ese gusto. Creo que es propio de gente muy vital, con un fuerte componente poético y mucha sensibilidad. La foto es buenísima, limpia. Me gustan mucho esas plantas que aprovechan cualquier resquicio para vivir; son para mí un símbolo de la vida misma.
ResponderEliminarPara la nostalgia, nada como Belchite o Corbera d'Ebre.
ResponderEliminarSaludos.
Antonio, mi padre me llevó a Belchite cuando era un niño. Todavía se podían encontrar huesos entre las ruinas. Me produjo una fuerte impresión, tanta que aún recuerdo mi visita a aquel espectáculo de desolación. Corbera d'Ebre no lo he visitado. Un saludo.
ResponderEliminarA mi, creo que ya lo hemos conversado antes, también me fascina la historia que se esconde en las paredes. Nuestros objetos, nuestros lugares, nuestros edificios, pasan a ser una extensión de sí mismos.
ResponderEliminarVíctor, creo que lo hemos hablado. Pero añado ese gusto por las ruinas, por el desgaste, por la desolación, por las hierbas que se enraízan en las paredes como dice Clares, por la decadencia... La cámara se enamora de estas imágenes de lo caduco. He visto recientemente una exposición chino-japonesa titulada El poder de las ruinas. En ella unos cuerpos desnudos posan entre patios abandonados. Un espectáculo entre erotismo y destrucción que hacía más vivo el contraste entre lo erótico y la muerte, la mutación.
ResponderEliminarQué buen momento para un padre y un hijo. ¿De él te viene la afición por la literatura?
ResponderEliminar:)
Las ruinas son los más bellos paisajes. Están llenos de historias.
Las ruinas siempre son atrayentes, quizá porque nos recuerdan un pasado aún vivo. Cuando paseamos por ellas podemos oír el eco de quienes allí habitaron, sus pisadas, sus suspiros, sus llantos... Por algo son fuente de inspiración de grandes poetas y escritores. Los románticos hicieron de ellas uno de sus escenarios preferidos y seguramente hay más obras dedicadas a la decadencia que al triunfo. Lo perdido y roto ejerce un gran poder de atracción sobre nosotros. Hay quienes no soportan regresar a los escenarios del pasado personal, como yo, por ejemplo, y no por deseo de mirar sólo hacia adelante sino por incapacidad de superar ciertas carencias. Todos tenemos grietas en el alma y no hay enfoscado suficiente para taparlas.
ResponderEliminarUn abrazo, colega. Espero tu foto y tu comentario de mañana.
... por desgracia, la mayoría de las veces la realidad tiene muchas más grietas, y desde luego no embellecen nada :/
ResponderEliminar... será que no me gustan demasiado los sentimientos que me genera la visión de unas ruinas, o tal vez la navidad, vaya ud. a saber.
Saludos.
V.
Tienes toda la razón, Joselu, es una maravilla estar vivo y poder apreciar todo lo que hay en el mundo, desde las cosas grandes hasta las pequeñeces, esas que quizás nadie ve o aprecia, pero que algunos que todavía no han perdido la capacidad de asombro todavían pueden percibir.
ResponderEliminarCelebro la vida contigo pero no pienso mucho en el tiempo... Si me voy al pasado me pongo algo triste, si pienso en el futuro veo incertidumbre y en el presente... el presente lo construyo a cada segundo. Ese asunto del tiempo es una tarea pendiente para resolver en mi interior.
Saludos a tus bellas hijas, a tu pareja y esperemos el año nuevo con alegría.
Las ruinas son la imagen de la decadencia.
ResponderEliminarMeike, mi padre me recitaba esos versos de la elegía a las ruinas de Itálica pero era un descreído de la literatura. A él le apasionaba la técnica, la mecánica, la aeronáutica, el ajedrez. Quería que yo hubiera sido ingeniero o abogado. Nunca entendió que yo estudiara filología. Cuando me veía leer pensaba que yo perdía el tiempo cuando debía estar divirtiéndome. O sea que no fue de él de quien heredé el gusto por los libros. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarYolanda, tienes razón en cuanto a tu consideración del carácter romántico de las ruinas. Imágenes de un viejo esplendor que nos vuelve. A mí tampoco me gusta volver a lugares en que ha transcurrido mi pasado. Me invade una congoja muy intensa. Sin embargo, siento que la casa donde pasé mi niñez haya sido derruida, junto con la totalidad del barrio. No queda nada. En mi memoria, no obstante, sigue poderosamente vivo y en pie. Vuelvo a él con frecuencia. Un abrazo. Gracias por tu presencia.
ResponderEliminarAnónimo, un cordial saludo. Gracias por estar ahí. Hay muchas personas que no gustan de la Navidad y que se sienten especialmente solas o hartas del ambiente de alegría real o ficticia. Parece despertar viejos fantasmas como el de las navidades pasadas. Sin duda responde a la visión del tiempo cíclico de la que hablábamos hace unos días.
ResponderEliminarRosa, es un placer poder vivir en el presente como haces tú. El presente es evanescente y efímero, pero es lo único que tenemos. Hay pensamientos religiosos que hacen del aquí y el ahora, el centro de su experiencia mística. Por la vida, por tu sonrisa. Un abrazo.
ResponderEliminarFascinante entrada, decadentes sentimientos me hacen trasladarme a un recuerdo entrañable...mi padre recitando el poema.."campos de soledad...."
ResponderEliminarGracias por ser tan sensible....y la fotografía es divina!!
Saludos
y cmuchos son los teatros abandonados por desgracia
ResponderEliminarbonita foto
es como los poemas que no presentaste un día
Carmensabes, después de lo visto en tu blog, es realmente estimulante tu elogio. Nos seguimos. Un cordial saludo.
ResponderEliminarEloi, no hay experiencia comparable a la de entrar subrepticiamente a un antigo teatro, clausurado y totalmente cerrado al público. Hace años un grupo de teatro, del que yo formaba parte, asaltamos un antiguo teatro en el Paralelo de Barcelona. Visitamos los pasillos, los camerinos, la sala, la platea, el anfiteatro. Era un teatro enorme y que poco después fue derribado. Fueron un par de horas en que deambulamos por el interior de una película de terror.
ResponderEliminarJoselu, estás que te sales y me alegro un montón. La primera vez que estuve en La Habana, vine muy desconcertado. Pero tuve la suerte de que me recibiera en su casa -no lo he podido ver desde entonces- el mejor maestro que he tenido, un profesor de la escuela de Madrid, que me explicó la belleza de esos muros, que envejecen como nosotros y acusan, como nosotros, las cicatrices.
ResponderEliminar¡Qué bonita la foto de la azotea de Portugal! Siempre me han encantado esos viajes.
Un abrazo.