Páginas vistas desde Diciembre de 2005




domingo, 25 de octubre de 2020

El juego de la literatura

 


Estoy leyendo El cuarto de Giovanni de James Baldwin. No voy a hablar de esta excelente novela escrita por un negro norteamericano en 1956 donde desarrolla, mucho antes que nadie, las contradicciones del amor homosexual en una sociedad que lo persigue. La acción sucede en París, el de la posguerra. Cuando la estoy leyendo vivo intensamente las escenas que suceden en los bares de gays de la capital francesa, en sus calles, en su ambiente y comprendo las contradicciones de David, el personaje central. Siento que hay unas vivencias mías que se proyectan sobre la novela y la llenan de densidad y pienso que el lector cuando lee lo que hace es eso precisamente: conectar su mundo emocional y existencial sobre lo que está leyendo, algo así como nos enseñaba el método Stanislavski para construir dramáticamente los personajes en un escenario. Utilizar tu mundo emocional para llenar de verosimilitud el personaje que interpretas, y, de ese modo, resultaba creíble y auténtico.  

Recuerdo mis paseos por París junto al Sena, los cafés, alguna experiencia de mi juventud, el deseo en estado puro, mis conflictos agudos sobre la vida, la traición, la amistad, el alcohol en noches interminables, recorrer la ciudad en coche,  por la noche, estando borracho…

Esto es lógico, me refiero a utilizar el mundo emocional para dar cuerpo a una novela. Pero ¿qué pasa cuando no tienes referencias personales para hacerlo, como una narración que no tenga relación con tu vida y tus experiencias? Entonces acudes inconscientemente a tus lecturas previas y a tu imaginación; cuanto más potente y rica sea esta, más colorida y poderosa será la  lectura porque la literatura es un arte exigente como decía Harold Bloom. Siento cierto escepticismo sobre esas novelas que se publicitan y que se leen como el agua, que enredan al lector que se siente atrapado por la trama llena de emociones y aventuras fascinantes. Mi experiencia con la buena literatura es que esta no es sencilla y exige un gran esfuerzo adaptativo al mundo del escritor que nos propone un juego en que hay que descubrir las reglas, a veces, endiabladamente complejas.

Para ser escritor, a su vez, puede darse una doble tipología: el escritor aventurero, que utiliza su experiencia vital, llena de avatares emocionantes, de vivencias de todo tipo, fruto de una vida en movimiento de la que nutre sus relatos al estilo de Jack London o en nuestras letras, al estilo de Pérez Reverte que fue corresponsal de guerra en diferentes escenarios bélicos, lo que aparece en cierta medida en la concepción de sus trepidantes aventuras en la España del siglo de Oro o en su último libro La línea de fuego. Son escritores en esencia externos y sus personajes se nutren de su existencia accidentada y aventurera. Otro tipo de escritor es el  que fondea en su mundo interior explorándolo y descubriendo las galerías de su alma para conocerse a sí mismo y luego llenar de profundidad a sus personajes o a su poesía. No es necesario vivir una vida llena de grandes y accidentadas vivencias para crear un potente mundo literario. Pienso en Emily Dickinson, poeta norteamericana que apenas salió de las cuatro paredes de su casa pero que creo un sugerente y profundo universo poético lleno de complejidad y sutileza, producto de su exploración de lo circundante por mínimo que sea -¿aunque hay algo que sea mínimo?-, el canto de un pájaro, una flor, el sol que llega a su jardín, el susurro del viento, y todo ello captado por su espíritu atento que queda deslumbrado por la experiencia de lo real.

Claro que hay escritores que combinan ambas estrategias: la exploración exterior y la interior. Son maestros en el desarrollo de mundos interiores y exteriores. Pienso en Tolstoi, pienso en Vasili Grossman, el autor de Vida y destino, en Galdós, en Balzac… Dostoievski está más atento a la vida interior de sus personajes, aunque también lo está  al paisaje social de su tiempo y los sueños.

Este fascinante juego es la literatura en que se combinan un escritor con sus mundos y el lector, a su vez con sus mundos. Hay a veces lectores con una vida rica en circunstancias o, por el contrario, pobre en ellas, pero ambos mundos se alimentan mutuamente y se enriquecen. Cada lector es único porque parte de su propio mundo para comprender el mundo que se le propone desde las páginas de un libro, y, no solo eso: cada lectura es única y evoluciona si se enfrenta a ella en momentos diferentes de su vida. Acabo de leer una novela extraordinaria, Bajo el volcán de Malcolm Lowry. La había leído hace unos cuarenta años en una noche alucinante bajo el efecto de las anfetaminas cuando yo era comunista, y la he vuelto a leer ahora cuando mis circunstancias lectoras son totalmente diferentes y antitéticas de aquel joven que se despertaba a la literatura. Mi universo íntimo ha cambiado, se ha transformado totalmente, no soy el que era y la novela es otra, radicalmente otra por efecto de que la vida avanza y nosotros cambiamos, la historia cambia, todo se transforma. He ahí el juego doloroso y potente de la literatura.


26 comentarios :

  1. Apasionante, siempre, el enfrentamiento con la auténtica literatura, la que, previamente al lector, le ha exigido al escritor un enfrentamiento a lo ignoto y un desafío: llevar las emociones al papel, porque registrar los hechos es relativamente fácil y cualquier bachiller está en condiciones de hacerlo con cierto orden y rigor; pero llevar a las páginas lo que los formalistas llamaban la "literariedad", que no es otra cosa que lo que desconocemos de nosotros mismos y acabamos expresando en las páginas, eso, eso es harina de otro costal.
    Apasionante, igualmente, la reflexión del lector sobre sí mismo, y sobre cómo una misma lectura en distintas fases de la vida nos devuelve imágenes muy distintas de nosotros mismos. No diré que deberíamos hacer como el Betteredge de "La piedra lunar", leer siempre un único libro, aunque sea el inconmensurable de las aventuras de Robinson Crusoe; pero es cierto que la lectura no es inocua, y muy a menuda nos desnuda ante nosotros mismos, nos quita ciertas caretas y nos pone otras, nos hunde o nos reafirma en nosotros mismos, si es que tenemos "mismidad" que haya de prevalecer, que creo que no...
    Si Borges presumía de "lo" que había leído; otros, a veces, nos enorgullecemos simplemente de ser lectores...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tu respuesta es sin duda doblemente valiosa: por lo que es y porque eres un creador que te enfrentas al terrible problema de la literariedad cuando escribes tus relatos. Es una paradoja muy interesante la que en la crítica literaria se propone de que la opinión que un autor tiene sobre su propia obra, solo es una opinión más, importante pero no definitiva porque la esencia de toda obra que se precie es la de estar abierta. El escritor proyecta sus dudas, sus incertidumbres, todo lo que desconoce sobre sí mismo sobre la trama narrativa y el resultado es incierto y solo depende del lector que es el cierre del arco literario. No hay dos lectores iguales, de modo que no hay dos representaciones iguales en el teatro y cada espectador la vive de un modo distinto. Recuerdo asistir a alguna representación de Beckett en el Mercat de les flors en Barcelona. A la salida, todos estábamos silenciosos. ¿Qué habíamos visto, que impacto nos había producido? La pregunta no tenía respuesta pues todos salíamos opacos. Quizás el mundo de Beckett es así, como su tumba en París. No hay posibilidad de comunicación, tal vez esa era su mensaje con el que estoy muy de acuerdo.

      En cuanto a La piedra lunar, lo leí hace muchos años recomendado por ti. Quiero volverlo a leer en breve. Cuando uno vuelve sobre libros del pasado se enfrenta a un difícil problema: el de ser consciente de que el tiempo ha pasado y ya no éramos los que éramos. Fascinante situación, peligrosa también. La literatura, la buena, puede ser dolorosa, no es un mero entretenimiento, esa que se propone en la propaganda.

      Yo no soy creador, solo soy lector y no demasiado aventajado, pero algo queda.

      Eliminar
  2. "no soy el que era y la novela es otra"

    Has desarrollado un tema apasionante y lo has sintetizado de tal manera que te has ajustado con exactitud milimétrica a lo verdadero.

    ¿Cómo puedo decir nada si lo has dicho todo en una frase acertadísima?

    No tengo experiencia como escritor, esas son palabras mayores, lo que está claro, al menos para mi, parco en ideas, que para narrar algo has de haberlo vivido, no se puede hablar de amor si nunca se ha estado enamorado.

    Mís más sinceras felicitaciones por exponer con tanta sencillez un tema nada fácil de explicar.

    Un abrazo
    salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cuestionable la idea de que no se puede hablar del amor sin haber estado enamorado. Pueden nutrirse de la tradición literaria en que se desmenuza el sentimiento del amor. Los escritores medievales del amor cortés entraban en un juego literario para recrear el amor que tal vez no fuera real. Quevedo es un extraordinario poeta amoroso pero no tenemos por qué creer que cuando habla del amor, él sea protagonista de él porque la tradición literaria le permite recrear el sentimiento sin haberlo vivido.

      En otro orden de cosas, hay fotografías históricas y míticas que no fueron espontáneas sino que fueron objeto de una cuidadosa dramatización como el miliciano muerto de Robert Cappa. O el izado de la bandera norteamericana en Iwo Jima, o El beso de Robert Doisneau en París tras el final de la guerra. Fueron escenificaciones pero que fueran recreaciones no les resta valor testimonial. La literatura es así. Hay escritores que proyectan sus vivencias sobre lo que escriben y otros que se inspiran en la tradición literaria y no necesariamente hay diferencia de calidad en sus obras. La literatura es muchas veces no una versión de la realidad sino una versión de la propia literatura. Azorín cuando llegaba a un pueblo para describirlo, en lugar de irse a la taberna o a conocer al párroco o al comandante de la guardia civil, se iba a la biblioteca y desde allí escribía. La literatura se nutre muchas veces de la propia literatura, de lo escrito para crear ficciones que no dejan de tener la misma fuerza.

      En cuanto a la lectura, es un arte difícil, muy difícil. No es tan sencillo leer una obra literaria, es una materia exigente. El otro día me preguntaba una amiga por qué elegía obras montaña en lugar de obras llanas para leer y yo le decía porque era un juego y un desafío en el que me gustaba entrar.

      Un abrazo, Miquel, salut y una sonrisa de domingo.

      Eliminar
    2. Mi aprecidado:
      Con la apreciación de :"no se puede hablar del amor sin haber estado enamorado", he seguido, salvando las distancias, a Levinas, que decía, a grandes rasgos, que sólo quien ha pasado por un trance podía hablar de ese trance con propiedad. Es evidente que, podemos hablar de amor sin haberlo conocido, pero seguro que si la persona que escribe lo hace conociendo lo que es, nos resultará más nuestro. Julio Verne nos habló del hombre en la Luna, y su relato es muy verosimil. Neil Armstrong, primer astronauta que pisó aquel suelo, tiene unos escritos que son verdaderamente mágicos.
      Un abrazo

      Eliminar
    3. Amor constante más allá de la muerte

      Cerrar podrá mis ojos la postrera
      sombra, que me llevare el blanco día;
      i podrá desatar esta alma mía
      hora, a su afán ansioso lisongera:
      mas no de essotra parte en la rivera
      dejará la memoria, en donde ardía;
      nadar sabe mi llama la agua fría,
      i perder el respeto a lei severa.
      Alma, a quien todo un dios prissión ha sido,
      venas, que humor a tanto fuego han dado,
      medulas, que han gloriosamente ardido;
      su cuerpo dejarán, no su cuidado;
      serán ceniza, mas tendrá sentido;
      polvo serán, mas polvo enamorado.

      Quevedo


      ¿Este poema sobre el amor es fruto de una experiencia real o es recreada? Un abrazo.

      Eliminar
    4. No lo se. Lo que si se, es que si lo escribió habiendo pasado la experiencia,, en ella se basa para hacerlo, sin duda, sino, pues redacta un soneto con mucha fuerza, sin duda, pero sin experiencia.
      No puedo decir más que, para saber lo que es pasarlo mal, hay que pasarlo mal.
      Salut

      Eliminar
    5. Pienso que el pasarlo mal - el dolor- es consustancial a la vida humana, es inevitable de un modo u otro, así que todos los hombres tienen experiencia en ello. Otra cosa es saber si un soneto determinado está inspirado por una realidad amorosa tangible o simplemente es un ejercicio de estilo. Para escribir sobre el dolor y el amor sirve la propia experiencia que es universal, pero cuando abordamos la creación concreta en una obra literaria puede estar sometida a una recreación no inspirada por la realidad histórica. Este soneto no está inspirado por un amor concreto pero sí por la idea de amor que proviene de toda la tradición literaria desde los clásicos. Quevedo toma lo esencial del amor -arder íntimamente como si los huesos se consumieran y la idea de trascender la muerte- y lo convierte en un artefacto poético genial que puede inspirar a los amantes y a cualquier lector. El buen escritor puede idear su arte para dar cabida a cualquier vivencia humana aunque no sea "verdad" concreta de un momento dado. Quevedo lo hace y la mayoría de los poetas amorosos; ello no impide que la inspiración para hacerlo no provenga de hechos reales, sin los cuales sería imposible hacerlo. Lo que quiero decir es que el arte tiene mucho de retórica, de simulación, de reconstrucción de modelos anteriores vivificados por la propia experiencia. Es una cosa que hacen los artistas, Miquel, yo sería incapaz. Salut.

      Eliminar
  3. Para Jean Echenoz «un lector fabrica el libro tanto como el autor». El lector no sólo es un escritor pasivo, y no los es porque reconstruye la escritura en su imaginación y crea otro libro, único e intransferible.
    No hay libros erróneos sino lecturas equivocadas. Cada obra debe encontrar a su lector.
    No es el amor del creador hacia su obra, es el idilio surgido entre el lector y lo creado lo que verdaderamente importa.
    Lo dice Paul Valéry en una anotación de sus cuadernos del año 1916: «No es nunca el autor el que hace un ‘obra maestra'. La obra maestra se debe a los lectores, a la calidad del lector». Cada creación literaria busca su lector porque sin él está perdida y su autor más.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Valiosas citas que enriquecen el debate sobre la relación del lector como cocreador con la obra literaria. Hay veces incluso que siento que una obra ha sido creada exclusivamente para mí, sé que es absurdo pero la cercanía emocional y artística es tal que uno se convierte en un invitado de excepción, en un destinatario único.

      Eliminar
  4. "Dostoievski está más atento a la vida interior de sus personajes, aunque también lo está al paisaje social de su tiempo y los sueños."

    Como sabes ando avanzando en este autor al que no abordé de joven. No se cual hubiera sido la impresión si lo hubiera leído de joven cuando era sin duda mucho más influenciable e impresionable. Seguramente los temas que trata me hubieran tocado profundamente.

    Pero ahora, ya de adulto, mi capacidad de asombro sin duda ha mutado y he perdido en gran medida capacidad de mimetizarme y dejarme arrastrar por lo personajes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Releí Crimen y castigo hace un año y me seguí sintiendo conmocionado por lo que allí se contaba y con los personajes: el propio Raskolnikov, Svidrigailov -fascinante-, Dunia, Sonia, Marmeladov, Porfirio... Mi edad no me ha restado asombro ante las obras literarias. No soporto los libros de entretenimiento, pero la gran literatura como esta me sigue subyugando y apoderándose de mí. El hecho que esté ambientada en el siglo XIX para mí es un acicate que me atrae todavía más porque soy testigo de un mundo -además ruso- tan lejano que parece casi incomprensible. Cuando estuve en San Petersburgo estuve en una de las casas de Dostoievski. Es verdadera devoción la que tengo hacia él. No creo que sea una cuestión de la edad, es otra cosa.

      Eliminar
  5. Lo que es fascinante es tu exposición sobre este escenario literario concreto entre la experiencia del autor o su reflejo del mundo interior relacionado con la creatividad, con su escritura.
    Tendrás que reconocer que para ese tipo de literatura que te gusta es necesario un bagaje cultural importante así como una inteligencia notable que muchos no poseemos y necesitamos esa otra literatura que se lee como el agua, un entretenimiento nada dañino aunque no sea de altos vuelos, y que no soportas, bueno algo dañino sí es para personas como tú. Volvemos a la cita de Pío Baroja: "Todo lo que hay en un libro que interese está ya de antemano en el espíritu del lector". Somos diferentes y tenemos, más que gustos, inclinaciones y carencias que conforman nuestras lecturas. Hay autores de los que no puedes leer más de unas pocas páginas o un par de poemas seguidos de sendos libros porque es algo así como mirar directamente al sol.
    Pienso que a pesar de sus formas, todo escritor va componiendo, con mayor o menor profundidad, el rompecabezas de la existencia, hablando sobre el poder, la política, la guerra, la ética y la doble moral; la libertad, la belleza, la felicidad, la tristeza, el dolor, la amistad, el azar, el dinero, el lenguaje, la literatura y la fama; el amor (sobre su dificultad y sobre el desamor) y la muerte… En suma, todos los ingredientes del cóctel de la vida, o mejor aún, toda una serie de sucesivas aproximaciones temáticas a una realidad ambigua y en gran parte absurda y decepcionante.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Pitt, por tu comentario. Es cierto que no me gusta cualquier cosa. Estudié literatura en la universidad y he sido profesor durante treinta y siete años enseñándola a adolescentes con bastante éxito pero también con terribles fracasos. No concibo la vida sin la literatura. Es una dedicación absorbente que no todo el mundo tiene por qué compartir y entiendo que te encuentres en otra línea. Es cierto que requiere de un bagaje cultural importante. Por otro lado, te conozco hace poco pero eres un bloguero ciertamente muy interesante que tiene una gran inteligencia, soy consciente de ello, una inteligencia aguda y afilada que me atrae y que procuraré no ofender por la cuenta que me trae jajaja. Por tu último párrafo sobre los ingredientes de la vida que entran en la literatura, se desprende una concepción realmente pesimista acerca de "una realidad ambigua y en gran parte absurda y decepcionante". Yo siento lo mismo, por eso la literatura, que es belleza, entre otras muchas cosas, me ayuda a sobrellevar la vida. Pienso que hay un autor, que tal vez conozcas, que se llama Emil Cioran y que te podría interesar. Tiene muchos libros pero te recomiendo Del inconveniente de haber nacido. Es el autor más pesimista que conozco y a la vez el más divertido. A mí los escritores optimistas me producen aburrimiento, pero Cioran, en la cumbre de la desesperación, me hace troncharme de risa. Ello unido a una inteligencia y a una originalidad prodigiosas que te deleitarían si lo leyeras. Gracias por estar presente.

      Eliminar
    2. https://youtu.be/41T83bADqX8

      Eliminar
    3. Es Cioran el que nos advierte: "No se pueden evitar los defectos de los hombres sin renunciar al mismo tiempo a sus virtudes".
      Esto nos viene bien para reflexionar sobre el mismo progreso y sus consecuencias, porque parece que criticamos y atadamos aquello mismo de lo que nos aprovechamos.
      Gracias por acercarnos a Cioran.

      Eliminar
  6. Es interesante lo que has escrito, si tuviera que quedarme con un autor de los que citas sería sin duda Jack London.
    Y me ha gustado mucho conocer a Emil Cioran, sus frases y citas son muy sugerentes.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sin duda la narrativa de Jack London procede de la vida, de la experiencia, de sus exploraciones y aventuras. Te recomiendo, si te interesa, una novela que tiene base autobiográfica y se titula Martin Eden, te encantará. Un abrazo, buena semana.

      Eliminar
  7. Pues creo que no puedo añadir nada sobre todo lo que has dicho, pero voy a entrometerme en una discusión que se dio más arriba.
    Estoy leyendo The Anxiety of Influence, ayer terminé el prefacio, y aunque la teoría de Bloom es, cuando menos, controvertida, no pude evitar identificarme con lo que describe. Habla de Shakespeare y su "lucha a muerte" con Marlowe, un dramaturgo contemporáneo suyo. No se trata de ponernos al nivel de Shakespeare (ni en broma jaja), pero sí se trata de conocer, según lo veo yo, la honestidad hasta en las obras más falsas. Wilde dijo: "Toda la poesía mala es sincera", en cambio la gran poesía no necesita ser reflejo de las experiencias del autor. Pero la asimilación de las emociones, sobre todo desde la literatura, es una lucha no menos meritoria. Quevedo sí que podía hablar de amor sin sentirlo, podía basarse en la tradición literaria, pero su poesía es algo más que asimilación e imitación. Toda la gran literatura es eso en su estado fetal, cuando "nace" (después de un parto jodidamente doloroso) ya es algo distinto a todo lo que se ha hecho antes. Qué dolor de los mil demonios haber sido tan genial como Quevedo. Puede que uno no tenga "propiedad" sobre el sentimiento, pero, ¿hasta qué punto nuestras emociones nos pertenecen? ¿Las inventamos nosotros, o no son más bien parte de nuestra naturaleza? El gran mérito de esta literatura "insincera" es la exploración en lo humano, es una empatía extraña, un estudio psicológico, o espiritual, según el poema. Así que no le veo lo impropio a escribir sobre lo que uno no haya sentido. Con trabajo duro, uno puede explorar la emoción en los otros y comunicar su misterio.

    Espero no haber dicho alguna bobada después de todo jajaja. Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Encantado de encontrarte aquí, Igmacio, y con un refuerzo tan atinado y oportuno. Estamos totalmente de acuerdo. En tus palabras, precisas mucho más y mejor lo que yo había iniciado. Los grandes poetas no necesitan ser necesariamente sinceros en la expresión del amor para que este tenga una fuerza que la sinceridad a raudales no puede conseguir. Me encanta la idea de que "toda la poesía mala es sincera" jajaja. Todo el que empieza a escribir poesía piensa que poesía = sinceridad, pero yo que he sido profesor muchos años en secundaria, sé adónde lleva la sinceridad. El poeta con mayúsculas conoce y explora el sentimiento amoroso sin necesidad de estar inmerso en él. Es una penetración psicológica, esa "empatía extraña" de que hablas; es un conocimiento intuitivo de los resortes del sentimiento amoroso que había sido explorado desde los orígenes del amor cortés, el petrarquismo, el dolce stil nuovo... Pocos temas han sido tan objeto de ánalisis sutil y penetrante como el amor. Se puede decir que Garcilaso, que el mismo San Juan, Quevedo, Lope o Góngora tienen a su disposición una retórica amorosa sumamente desarrollada y la utilizan, y a la vez va unida al conocimiento de la naturaleza humana por medio de ellos mismos y de sus semejantes. Ya lo dice Don Quijote en el capítulo XXV cuando sostiene que los poetas no se inspiran en damas reales de carne y hueso sino que se las fingen para dar motivo a sus poemas, y así las Galas, las Amarilis y demás son solo fruto de su imaginación. Paradójicamente los poemas más grandes de la retórica amorosa no son inspirados por damas reales o estas son utilizadas como recursos de inspiración. ¿Acaso la Laura de Petrarca tuvo alguna verosimilitud de carne y hueso para ser tan esencial en la composición de la Commedia? ¿No era acaso una idea, un ideal más bien ficticio que le sirve al poeta como inspiración de su obra? Laura existió, pero la Laura que aparece en la Commedia poco tiene que ver con la Laura real, es una abstracción y el amor de Dante por ella es un juego literario, un maravilloso mecanismo de juego que no es sincero o es sincero a otro nivel, el puramente imaginativo.
      Esta exploración de lo humano alcanza en los grandes abismos de profundidad psicológica. Efectivamente, es posible escribir sobre lo que uno no ha sentido y ser capaz de comunicar su misterio.

      No has dicho ninguna bobada, Ignacio. Es un lujo tu comentario.

      Eliminar
  8. Amigo, Joselu. Es un placer leer tu magnífica disertación sobre la literatura, la que te exije y la que no tanto, y el modo en que el lector, tú en este caso dadas las vivencias que cuentas, conecta con esas novelas u obras. Comparto plenamente ese modo de verlo, y además me identifico con ese tipo de lector que tú mismo eres, pues así soy también en mi manera de "vivir" porque muchas veces trasciende la mera lectura y se convierte en vivencia, aunque sea interior, pero riquísima en sensaciones, matices, revelaciones... hasta el punto que me quedo "ebrio" de lo que acabo de leer e interiorizar, y es algo que incorporo a mi dimensión personal, a mi intramundo, y me hace descubrir sendas de pensamiento e indagación personal que, no pocas veces, es una suerte de autodescubrimiento, puede sonar extraño, pero así vivo las lecturas, por ello soy muy selectivo con lo que escojo.
    Ya sabes que voy con frecuencia a Perú (ahora no, claro) y soy un entusiasta de su buena literatura, quería poner énfasis en lo que ha significado una ciudad fascinante, a veces horrible y otras encantadora, como es Lima, y hasta quw punto su hostil fisonomía y su inclasificable paisanaje humano, ha prociado las mejores obras (al menos para mí) de autores como Llosa, los cuentos de Ribeyro, Bryce Echenique, Luis Loayza, etc.
    Lima ha sidi tal influjo para ellos, por su enorme magnetismo, quw parece haberles guiado la mano al escribir.
    Aunque hay mychos ejemplos similares en otros lugares del mundo, aunque sea sin salir de una paupérrima aldea rusa, como la magistral "Una aldea" de Ivan Bunin.
    Bueno te dejo ya, en breve comienza ese prometedor diálogo en yoytube, entre nuestro conocido Fracesc Cornadó y su interesante compañía, su amigo Ferrer Lerín, promete.
    Un abrazo, amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siento las erratas, escribí desde el móvil, cosa que me incomoda, pero estaba fuera de casa.

      Eliminar
    2. Desde que te conozco sé de una sintonía profunda en nuestro modo de abordar la literatura además de los ensayos que a ti tanto te interesan. He pasado treinta y siete años hablando de literatura a mis alumnos además de ser un porfiado lector que no ha dejado de leer como actividad fundamental de mi vida. No sé qué sería mi vida sin la literatura, sin lugar a dudas, sería otra muy diferente. E intuyo que en tu caso es igualmente cierto pues llegas a quedar "ebrio" de lo que lees e interiorizas, de modo que enriqueces tu mundo interior y te lleva a autodescubrimientos. Asumo todo lo que dices y lo rubrico. Lo que añado es que ser un apasionado de la literatura no te hace ser hábil en los negocios ni en la sociablidad ni en ninguna otra faceta pragmática. Es un hechizo en que vivimos, difícil de explicar para el que no lo comparta.

      En cuanto a tu experiencia con la literatura escrita en Perú y concretamente en Lima, pienso que eras afortunado en conocer otro ámbito literario distinto al nuestro. Hay otros mundos pero están en este. Yo he profundizado en la literatura africana pero nunca he visitado África, y eso no se sostiene.

      Un placer departir contigo. Un abrazo.

      Eliminar
  9. No creo que sea yo el más adecuado para hablar de Literatura, y mucho menos aquí, pero bueno. De Reverte si que he leído bastantes libros, algunos me gustaron y otros no tanto y uno me pareció "un paquete". A Reverte se le ven las espuelas y se le nota en ciertos pasajes, que, estoy seguro, están cogidos de experiencias vividas en conflictos. Creo que hay cosas que se escriben mucho mejor cuando se han vivido, y se nota, mejor dicho, lo notan quienes las han vivido y no lo ven quienes no han estado en similares circunstancias.
    La fuerza de la experiencia se ve en quienes han tenido contacto real con drogas y su ambiente, con quienes han estado en peleas y quienes han vivido, pero de verdad, determinados ambientes. Yo se lo noto en la vida real en los ojos y se lo noto cuando leo algunas cosas.
    Los "mundos interiores" son otra cosa, allí cada uno tiene lo suyo y tan solo depende de la fiabilidad y el valor que apliques a la experiencia emocional de cada cual.
    He visto el dialogo de Cornadó en "yutuve" y me he dado cuenta la falta de Cultura que tengo, es monstruosa, he estado en Florencia y no sabía nada de lo que han hablado, en fin...para que unos sean cultos, otros no deben serlo.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pienso que te gustaría mucho leer a Jack London si no lo has leído. Es el prototipo de escritor que cuenta lo que ha vivido o que le han contado fruto de aventuras que ha conocido. Supongo que has oído hablar de Colmillo blanco o Los relatos del gran norte, La llamada de lo salvaje, La quimera del oro, entre otros. Es la aventura en estado puro. Es uno de esos escritores que han vivido lo que cuentan. Pérez Reverte es también de esa escuela. Me encanta como personaje literario, dando siempre por culo a los biempensantes de izquierda y derecha. En cuanto a la cultura, un día a los diecisiete años me senté a la orilla de una acequia y me di cuenta de lo terriblemente ignorante que era. Muchos años después sigo pensando lo mismo, así que ya somos dos, Daniel. Un saludo.

      Eliminar

Comentar en un blog es un arte en que se recrea un punto de vista razonado, emocionalmente potente.

Selección de entradas en el blog