Hoy ha sido una de las últimas clases de Literatura de Bachillerato en este curso. Queda ya solamente pasar los exámenes
finales y la preparación de Selectividad. Hoy hemos acabado el tema sobre la
novela Luciérnagas de Ana María Matute y hemos tenido ocasión
de conversar sobre este relato, la sociedad de la época y el sentido de la
literatura. Me niego a ser un profesor que sirva solamente para pasar un examen
de selectividad, un examen muy relativo y mediatizado por los criterios
totalmente parciales y por las obsesiones del Subcoordinador de las Pruebas de Literatura
Española en Cataluña. No se trata de pasar un examen sobre historia de la
literatura sino de de satisfacer el punto de vista de dicho Subcoordinador,
punto de vista que no necesariamente coincide con el mío propio y del que más
bien discrepo profundamente.
No sé qué huella les dejará esta asignatura. Sé que hay
otras materias que estudian con más ahínco por la personalidad del profesor. Yo
no me he ganado esa posición de prioridad pero no me importa. Soy profesor de
literatura, y eso significa para mí un compromiso. No les hablo solamente a los
jóvenes que son ahora sino a lo que pueden ser en la vida y a la importancia
que puede tener la cultura en sus existencias respectivas. Sé que el papel que
se adjudica a la cultura en España
es mínimo. Somos un país muy analfabeto culturalmente y en esto incluyo a la
mayoría de los profesores que conozco, no digamos ya el conjunto de la
población que no tiene la cultura como un referente en su vida, la cultura, el
ansia de saber, el amor al conocimiento en sus múltiples matices. Hay muchos
otros países que adjudican al conocimiento un lugar muy destacado. Una de mis
alumnas recordaba una conversación con una estudiante italiana en un viaje que
ha hecho recientemente con el proyecto Comenius
a la República Checa. En esa charla
se dio cuenta de que los italianos tenían un interés enorme por la cultura,
por la literatura, por el arte. Formaba
parte de su educación sentimental. Ella se daba cuenta de que en España no ocupa ningún puesto en
nuestras preferencias. Eso le hizo pensar. Hoy en un intercambio sosegado hemos
podido reflexionar sobre ello. En mi materia quiero enseñarles a pensar, a
observar, a considerar los hechos literarios, a adquirir un lenguaje adecuado
para referir los elementos de la literatura.
No me he limitado a hablar de los libros obligatorios. En
mis reflexiones en voz alta salían también mis lecturas, mis dudas más que mis
certezas sobre la historia y la literatura. Hemos hablado de J.D. Salinger, de Dostoievski, de Baroja,
de Tolkien, de Lovecraft, de Sánchez
Ferlossio, de Murakami (autor
que no me gusta nada y que considero un bluf), de Kafka, de Tolstoi...
Quería crear un mundo de referencias e intereses, de puntos de vista sobre el
hecho literario. A principio de curso les pregunté por sus lecturas, y lo más
sofisticado que habían leído eran Las
cincuenta sombras de Grey y algún libro de Carlos Ruiz Zafón. La mayoría no leían y reconocían que no les
atraía la lectura. Yo no puedo cambiar eso por la fuerza. No hay nada que
impela a leer que lleve la marca de la obligatoriedad. Adquirir una cultura
lleva toda una vida. Es lo único que no se puede comprar por parte de un rico
(eso y la salud). La cultura es un ansia personal de crecimiento y de
curiosidad. Y la cultura es enemiga de la simplificación, del esquematismo y sí
más conectada con la complejidad y la ambigüedad. Ellos, mis alumnos, son
enemigos de los finales abiertos, prefieren que todo les sea explicado hasta el
último detalle, pero la buena literatura deja huecos y silencios que no acaban
de ser explicados. La supuesta cultura predominante es enemiga de la
connotación y la incerteza. Es como la televisión y los programas mediáticos.
La literatura exige tiempo y lentitud, y todo nuestro estilo de vida parece lejano a ello. Hace falta tiempo para pensar, para pensar y considerar tantos y tantos aspectos que se nos presentan en los libros. Una persona que aspira a algo parecido a la cultura ha de saberse necesariamente ignorante, el conocimiento no acaba nunca, cada paso que damos ahonda más nuestra perplejidad. De hecho no aprendemos para contestarnos a preguntas sino para formularnos nuevas preguntas para las que solo hallaremos respuestas provisionales si es que las encontramos. Es un camino improductivo que no lleva a soluciones fáciles.
En este curso de literatura no solo ha habido una
preparación exhaustiva para la selectividad sino también unas propuestas
modestas de búsqueda de nuevos referentes que incorporar a la vida que pasan
por la literatura y el arte en general. Esa formación humana y sentimental
tiene que ser necesariamente morosa y pausada. Se trata de dar píldoras que
lleguen al corazón y a la mente para despertar ese amor contenido y desconocido
hacia algo que nuestra época trivializa y desdeña en aras de un pragmatismo
apabullante.
El amor a la cultura debería estar dentro de nosotros pero
todo contribuye a enterrarlo en un mar de banalidades mediáticas. Quiero creer.
Pero ya digo que la vida española es desoladoramente pobre en este sentido y sí
rica en bares de pescadito y cañas de cerveza fría.
Con el título de tu entrada no sabía con lo que me iba a encontrar...
ResponderEliminarOh, el amor a la cultura. No saben lo que se pierden los que nunca se han sumergido en una historia leyendo un libro..... Se vive mucho más cuando tienes inquietudes culturales de todas clases.
Te deseo que todo tu afán tenga como premio que alguno de tus alumnos siga tu trayectoria.
Leer no garantiza ninguna felicidad, eso es lo primero, pero en la lectura -si es buena- puedes dialogar y escuchar a otros seres que han sentido profundamente antes que tú. Y eso debería de ser bueno.
EliminarEn cuanto al éxito o fracaso de mi afán, no tengo ninguna constancia de qué puede pasar. Si alguna semilla fructifica, me daré por justificado, pero eso nunca se sabe. Cada uno es como es.
Desafortunadamente, estoy de acuerdo contigo.Y mañana es Eurovisión. Otra vez escucharemos mucho sobre el complot internacional en contra de España, sobre todo por parte de unos países que pocos españoles son capaces de indicar en el mapa.
ResponderEliminarNo vi el Eurofestival. Ni siquiera vi cuando Massiel lo ganó. Pero me he enterado de quién obtuvo el primer premio. ¡Cómo nos hacen falta personas profundas que tengan alguna voz en esta sociedad! No al estilo de esa monja-show que es Teresa Forcades, sino al estilo de Raimon, el cantante y compositor, que ahora nos ha dado a todos una lección de inteligencia y honradez intelectual muy potente. Pero no es habitual pensar fuera de la masa y de los lugares comunes.
EliminarLa cultura no tiene predicamento entre nuestros alumnos, eso seguro. El "¿...y esto para que sirve?" es moneda corriente. Para qué puede servir saber que la nobleza se alió con la realeza en la Edad Moderna es algo que solo tiene una respuesta: Pues para saberlo. Eso es lo que yo les contesto a mis alumnos. Pero ellos no lo entienden. Sus idolátricos móviles tiran más que cien mil carretas. Las cervezas y la buena vida, también. Pero ellos no saben que la buena vida puede alcanzarse en los mares procelosos de la cultura. Y aquí si no contamos con el apoyo de los padres no hay nada que hacer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Supongo y acierto que los valores predominantes se transmiten por la familia, por los amigos, por los medios, y en ellos, ciertamente, la cultura tiene un lugar irrelevante y es considerada con auténtico desdén. Eso es propio de nuestro tiempo, porque en tiempo de nuestros padres se solía admirar el saber y la cultura, aunque no se tuvieran y se sentía pesar por no poseerla. Antes se decía: Es un hombre culto. No quiero ni pensar qué suscitaría hoy semejante comentario en general.
EliminarUn abrazo.
Dicen por aquí que "Mal de muchos es consuelo de tontos". Estamos empardados en cuanto a la chatura y al desinterés por la cultura y el arte. Entiendo que hay causas mucho más urgentes en esta tierra, así como en España, pero intuyo también que detrás de esto existe una intención por parte de quienes nos "gobiernan" de que no nos culturicemos, no aprendamos, para ser así más dóciles e ignorantes a la hora de ser "gobernados". Intenta priorizar lo que tu has brindado: es lo único que podemos hacer, estimado Joselu.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Fer
Perdona mi demora al contestar pero he estado unos días alejado de la red viajando por Andalucía. Personalmente no creo que el poder urda la trama de que no seamos cultos. Lo que es cierto es que no sale de nuestras sociedades ser cultos. La palabra cultura se ha cargado de una pátina de aburrimiento y solemnidad que la hace incompatible con nuestro sentimiento de la vida.
EliminarSin embargo, yo tengo a los argentinos como un pueblo que es aficionado a la cultura o así era antes. ¿Me equivoco?
Un fuerte abrazo.
Hay veces que pienso que hay demasiadas cosas a las que se les atribuye el termino Cultura. Eso produce dispersión y falta de objetivos definidos. A falta de destino es fácil perderte y "vagar por los valles de lo inmediato y fácil"... Un saludo.
ResponderEliminarExactamente eso es: vagar por los valles de lo inmediato y fácil. De lo placentero, de lo banal. Este es nuestro viaje. Y todo aquello que se cargue de alguna hondura artítica o literaria se percibe como incompatible con nuestro sentido de la vida. Así vida y cultura se entienden como enemigas y difícilmente mixtibles. Un saludo muy cordial.
EliminarGracias a la LOGSE y a todas las leyes educativas posteriores. Gracias a la mediocridad del profesorado (salvo excepciones). Gracias a las familias superficiales, a los equipos directivos ciegos, a los alumnos hipnotizados por el MTV way of life y al modelo explotador del neocapitalismo salvaje que nos envuelve podemos afirmar que nuestros alumnos estarán perfectamente preparados para ser parados intermitentes, consumistas feroces y habitantes perpetuos del sofá de los padres. Y ellos osn los que menos culpa tienen,
ResponderEliminarPerdona mi retraso. Problemas de salud y un viaje me han alejado de internet durante una semana. Tu comentario vitriólico es demoledor y contundente. Me asombra en cambio la impresión de un amigo que se ha ido a vivir a Mexico tras la jubilación. Me cuenta que allí la cultura se palpa en las calles, en los numerosos actos populares que hay continuamente, en la participación de la gente común, en el nivel de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de Mexico) donde los alumnos devoran y admiran la cultura. Esto me ha llevado a pensar que la sociedad española (y catalana) son especialmente pobres y zafias en este tema. Hubo un tiempo en que el que no tenía cultura admiraba al que la tenía, pero ahora no es así. Se han impuesto las belenes estébanes y semejantes y nuestros cachorros salen de los institutos y universidades igual de vacíos. Igual que entraron. La cultura ha pasado por ellos sin impregnarles en absoluto, como la intervención del espíritu santo sobre la virgen María que siguió siendo inmaculada. Así son estos discípulos del capitalismo y del hispano solar patrio.
EliminarPaís zafio e inculto, eso es lo que subyace a esta cuestión que planteas y en la que vuelves a tener toda la razón. Algún comentarista - Osselin- disecciona algunas claves de las que nos han llevado a ser ese país adocenado y grosero en el que se tolera y fomenta la corrupción, la mediocridad, el engaño y la trampa. Queremos que los jóvenes sean cultos y personas honestas, pero ofrecemos un modelo opuesto en el que triunfan los chabacanos y los estafadores. La literatura ha quedado como refugio de una minoría que se reconoce en pequeños gestos, que pronto solo serán una secta. Sabes que mi idea al respecto es complementaria a la tuya: yo desciendo a las lecturas juveniles y/o ligeras para tratar de crear una cantera de lectores que algún día den el salto cualitativo a la Literatura adulta. No lo tenemos fácil. No mientras en la sociedad siga triunfando la vulgaridad y la medianía.
ResponderEliminarEs curioso, Toni, que a mis alumnos en general no les gusta leer y en ellos los libros entran a trompicones. Yo no lo sé hacer mejor. Sin embargo, descubro que en primero de eso a algunos de ellos, una alumna carne de fracaso que suspende todo, que está leyendo por su cuenta y propio placer Lo que la verdad esconde de Clara Sánchez, a otro que está leyendo por su cuenta a Stephen King y a otro, El señor de los anillos. Son casos aislados y dos de ellos, están en un curso C de adaptación curricular. ¿Son lecturas apropiadas? Sin duda es una pequeña minoría que lee por placer y lee literatura adulta. A una de ellas que no hace absolutamente nada en mis clases le propuse leer Bartleby el escribiente y se lo anotó. Si se lo leé, habré conseguido uno de los éxitos mayores de mi carrera docente.
EliminarNo sé si hemos creado un subgénero juvenil para atraerles a la literatura a los muchachos de la ESO. Yo hace tiempo les daba obras apropiadas para adultos. El problema es que vivimos en un tiempo en que no gusta pensar, y menos hablar de ello, un tiempo zafio y vulgar, como dices en que los patanes son los que dominan el espacio público y no tiene prestigio la cultura o el saber que se consideran aburridos y pesados. Sobre todo, no hay que tomarse nada en serio.
Tu comentario me parece espléndido y estoy totalmente de acuerdo con lo que expones.
Comer pescado frito y cerveza fría es un modo de disfrutar de la vida, por eso yo lo opondria a la cultura. La cultura está al servicio de la vida, esa vida que muchas veces los españoles sí sabemos vivir.
ResponderEliminarEn eso de disfrutar de la vida somos expertos, no cabe duda, los españoles. Puedes recorrer la geografía española y en todos los lados encontrarás esa adoración de la gastronomía y el buen yantar. Parecería en algunos aspectos que los españoles vivimos para comer y no comemos para vivir. Cualquier conversación puede comenzar por un tema de comidas y tendrá éxito. También el fútbol, claro está es un tema omnipresente. Es bueno querer disfrutar de la vida, trabajar poco y comer y beber en abundancia con los amigos. Pero ¿alguien se atreve en una reunión de amigos y familiar sacar el tema de los libros que se están leyendo, de las películas que se han visto, de las obras teatrales a que se ha asistido, del arte que se ha tenido ocasión de contemplar? En seguida se dirá que eso no es apropiado. Que hablar de eso es clasista y cenizo, aburrido. Viva la comida y la broma fácil, esa broma evanescente en que son expertos los españoles que juegan a no tomarse nada en serio y menos la cultura exponente máximo del aburrimiento. Esto es lo que está en el ambiente. Querría creer que esas masificaciones del botellón y de las fiestas populares y de las borracheras de fin de semana también tienen su apéndice cultural, pero me temo que no. Antonio Machado definió en uno de sus poemas hace más de un siglo a ese hombre masa en su poema El pasado efímero:
EliminarEste hombre del casino provinciano
que vio a Carancha recibir un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancolía;
bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión, que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza
Creo que con algunos cambios esta visión de los españoles puede seguir siendo muy válida.
Quise decir: NO lo opondría...
ResponderEliminarCreo que no hay que ser apocalípticos, en nuestro país no se valora la cultura pero es que nunca se ha hecho, no es cosa de Logses ni la generación del móvil. Siempre sembramos para el futuro y por desgracia muchas veces no recogemos los frutos, pero ahí quedan, lo sabemos por los que sí vuelven a contarlo y eso compensa toda la frustración de pelearse con clases apáticas. La minoría es la que vibra en bachillerato con según qué propuestas, otros lo harán más tarda y muchos, nunca. Pero sin intentar despertar esas emociones o inculcar referentes, no podríamos detectar a esas minorías presentes y futuras
ResponderEliminarTú lo has dicho, minorías de minorías. Pero no todos los países son iguales en este sentido. España es un país especialmente inculto (o que rechaza con vehemencia la cultura) respecto a otros aledaños. Ha triunfado la cultura del botellón y del pelotazo, eso sí, unido al no pensamiento. Y no estoy de acuerdo en que siempre ha sido así. Yo he percibido otro tiempo en que se tenía en más a la cultura y si no se tenía, se la admiraba, o se admiraba al que la poseía. Hoy una persona culta es sinónimo de aburrida. Eso si, detectar minorías es importante porque inevitablemente se sentirán solas, aisladas, como selenitas en la romería del Rocío. Conozco a algún joven sensible y amante de la cultura y su soledad en este sentido es máxima porque no puede compartir con nadie de su círculo sus afinidades. O renuncia a ellas o las vive en completa soledad.
EliminarTanto coincidimos que me parece estar leyendo parte de un capítulo de "La España vulgar" para el que busco editor que no encuentro. Debe de ser que no molestar "a la bestia" es uno de los criterios principales de los editores. La estadística, del 50% de la población QUE NUNCA HA LEÍDO UN LIBRO no me parece tan escalofriante como el 25% del 50% restante QUE SOLO LEE UN LIBRO AL AÑO... Quienes literalmente no podemos estar sin un libro en las manos o en el e-book nos preguntamos qué tenemos que ver con esas congéneres, ¿o ya no somos siquiera ni de la misma especie, que somos ya como aquellos hombres-.libro de Fahrenheit? Cuando Juan Ramón Jiménez hizo aquella célebre dedicatoria de su Antolojía: "A la inmensa minoría", sabía perfectamente de qué hablaba, y es prima hermana del artículo de Larra: ¿Quién es el público y dónde se le encuentra? El peor efecto de esta desidia por la cultura, tan española, es la distancia que nos obliga a mantener con no pocas personas con quienes incluso la conversación insustancial resulta mortalmente insufrible. Eso tiene la lectura, te acostumbra mal: te codeas con Cervantes, San Agustín, Larra, Cioran..., y luego todo se te queda demasiado pequeño, cominero, lagartijo... Con todo, saber arañar en esa costra del pueblo para descubrir genuinas manifestaciones suyas es una de las actividades más gratificantes que conozco. Paradojas de la vida de los paradojos que somos...
ResponderEliminarDisculpa mi tardanza en responderte, amigo Poz. La helicobacter pylori ha tenido algo de culpa. Pero ahora estamos en camino de remediarlo.
EliminarLeí con sumo interés tu libelo o panfleto sobre la España vulgar, y me sentía totalmente identificado con tus consideraciones arrebatadas.
Es cierto, quien se acostumbra a leer a los más preclaros pensadores o creadores, tiene un problema porque su voz es tan potente y densa que la vida cotidiana y la realidad contundente en que vivimos se nos queda alicorta. En realidad no sé qué compartimos las personas que componen una sociedad: la afición a un equipo, la fascinación por los centros comerciales, el tapeo, el cotilleo, la nación y las banderas, los símbolos religiosos (esto menos), la banalidad... No sé qué me une al resto de españoles y ya no digo al resto de catalanes. A veces pienso que muy poco o casi nada porque apenas me interesa nada de eso. Por eso mi soledad forzada, mi aislamiento creciente sin posibilidad de expresión de un mundo propio que proyecte mi interioridad. Como dice el proverbio: Da hambre a los que tienen pan y pan a los que tienen hambre. Lo contrario es ominoso porque somos algunos hambrientos sin pan o ahítos de hogazas sin fin. Es extraño como un anhelo puede ser tan laminado por la realidad. ¡Cómo entiendo a Salieri! Mucho más que a Mozart. Paradojas de paradojos que somos también.
Hola, No se si saber mucho de literatura, arte o historia nos hace más sabios y mejores personas. Con más sensibilidad y humanidad. He conocido a personas humildes que apenas saben leer y escribir que son sabias. Y personas muy instruidas que son unos necios, entre ellos muchos de los que nos gobiernan. Un saludo.
ResponderEliminarCreo que no hablamos de lo mismo. La sabiduría no depende de la cultura que uno tenga, de la cultura enciclopédica o su bagaje intelectual. Muchos nazis eran muy cultos. Sin embargo, la cualidad de la sabiduría la da una real profundidad de las personas, profundidad que asume seriamente su limitación y su insuficiencia. He conocido a algunas personas sabias, no muchas. Y no depende de su nivel cultural, está claro, pero sí de su capacidad de autoconocerse y de su humildad. La prepotencia no puede ser sabia. Los hombres sabios respetan la cultura aunque no la tengan por su formación. Yo pretendía sugerir más bien la idea de hombre-masa, arrogante, pretencioso, que ignora la cultura y la desdeña. Tiene otras ocupaciones que rellena con ocios y placeres que nunca tienen final, no es profundo sino banal, estereotipo que nunca duda y que se cree lleno sin haber nunca hecho un profundo análisis de sí mismo. La cultura puede ayudar a este análisis pero no es imprescindible. Aunque sí aconsejable. Un saludo.
EliminarQuerido Joselu...llevo of the record una temporada. Tocan subvenciones y después de pelear con la intervención otros jefes y la publicación llevo desde el día 2 con la pelea con los peticionarios...¡Si al menos se hubiesen molestado en leer las bases! ¡Y encima hasta me las discuten!...bueno, a lo que vamos. Amor, interés por la cultura. Sólo con que le dedicasen a la CULTURA el 10% de la pasión que le dedican al futbol éramos los mejores del mundo y alrededores. Leyéndote he recordado un librito, bueno en realidad son 3 tomos en la edición (año 78) que tengo Yo y que seguramente conozcas "Historia Social de la Literatura y del Arte" de Arnold Hauser y que a algún alumno aventajado seguramente le gustaría. Reconozco que tal vez resulte un tanto "Marxista" para los gustos actuales, pero bueno como se dice en mi casa "hay que comer de todo" además se aprende literatura, arte, historia...y todo a un tiempo.
ResponderEliminarLeí con fruición aquella Historia Social del Arte y la literatura de Arnold Hauser hace muchos años. Lo tenía totalmente subrayado. Es posible que todavía esté por ahí totalmente desencuadernado por el uso que le di. Es cierto que en este tiempo su planteamiento marxista lo aleje de nuestras perspectivas actuales marcadas más por el relativismo cultural.
EliminarAy, colega, el título de tu post y el título me han hecho salivar, como les ocurría a los perros de Pavlov. Pocas cosas me gustan más que una fuente repleta de pescaíto frito, especialmente boquerones, y una cerveza bien fría. Si además estoy junto al mar, el éxtasis es inenarrable. O, si no, cualquier pescado a la parrilla con vino blanco en Guetaria, por ejemplo, en el puerto, en una noche veraniega... Vamos, que ya me estoy relamiendo sólo pensarlo... Bendito país el nuestro en lo que a gastronomía se refiere, vive Dios...
ResponderEliminarPero no, los tiros van por otro lado. Tú hablas del paupérrimo estado de la cultura en esta llamada piel de toro, del desinterés por la lectura, de la ausencia de inquietudes que valgan la pena, todo eso que constatamos a diario en las aulas, en las televisiones y en la calle. Hace pocos días me contaba una colega que al pasar por una céntrica calle madrileña le sorprendió ver una larga cola de gente que esperaba para que le firmaran un libro. ¿Pérez Reverte? ¿Lorenzo Silva? ¿Almudena Grandes? Frío, frío... La deseada escritora era... ¡Belén Esteban! Ahí lo tienes: una pedorra inculta, sin estudios siquiera primarios, zafia, barriobajera y carente de escrúpulos, que cuenta toda su vida íntima previo sustancioso pago, que presume de soltar por su operada boquita cuanto se le ocurre sin pensar en las consecuencias, que no sabe construir un discurso coherente (bueno, ni dos oraciones seguidas), y ahí la tienes, firmando libros como si fuera colega del mismísimo Gabo. Es deprimente, lo sé, pero es absolutamente real. Ignoro qué y cómo escribe, aunque doy por supuesto que ella no ha escrito ni una línea. El caso es que arrastra a la gente, algo que no consiguen los grandes autores vivos, y qué decir de los muertos... Profesores como tú y yo nos las vemos y nos las deseamos para conseguir que nuestro alumnos lean y entiendan un romance, un poema de Machado, una obra de Delibes o cualquier título actual excrito expresamente para ellos. El precio de los libros, siendo un problema bochornoso, no es nuestro único enemigo. ¿Quién tiene la culpa de la pobreza léxica y mental de tantos conciudadanos nuestros, de los "contertulios", de los seudoperiodistas, de los políticos? ¿En quién podemos detenernos para escuchar una reflexión coherente, un pensamiento crítico, un análisis veraz de nuestra situación? Dime un nombre y lo haré. Casi todo es basura, carroña, mierda pura para distraernos con el morbo adecuado. Qué mejor que el asesinato a sangre fría de una política para llenar horas y horas de televisión. Sea cual sea la verdad (que nunca sabremos en su totalidad, estoy segura) lo importante es hablar, decir lo que sea, opinar, tenernos entretenidos. Eso y el fútbol son infalibles como arma política de destrucción mental. De vez en cuando se oyen voces válidas, creíbles, por eso agradezco infinitamente esos pequeños oasis de frescura en medio del desierto neuronal que nos rodea: una obra de teatro, un libro, una conversación amena... Sigue habiendo gente maravillosa, claro que sí, y a ellos hemos de aferrarnos.
Un fuerte abrazo primaveral, colega.
Esta noche dan en la 2 un documental de la relación de Ignacio Aldecoa con las islas Canarias en las que recaló, especialmente la isla Graciosa, frente a Lanzarote, durante algunos meses. Yo lo grabaré y lo veré cuando pueda. Me pregunto por qué los programas culturales tienen tan mínima audiencia, los programas sobre literatura, arte, cine. Hubo un tiempo en que un espacio de entrevistas como A fondo, presentado por Joaquín Soler Serrano tenía una importante audiencia. Ahora esto es imposible, tal vez por la dispersión de canales, pero también por la creciente aculturización de las masas que rechazan el término cultura como algo insalubre y enemigo de la vida. Yo lo percibo en el ambiente en que vivo, el que me rodea, el que está en las aulas. Y te juro que no siempre ha sido así. Hubo un tiempo en que mis alumnos sentían deseos de impregnarse de cultura. Tenía atractivo saber cosas. Ahora es todo lo contrario. Se rechaza el pensar, todo lo que suponga un esfuerzo mental si no es basado en el conductismo de los videojuegos de estímulo respuesta, unido a constantes gratificaciones o puniciones. No se soporta un esfuerzo mantenido sin premio inmediato, y la cultura es poco llamativa en este sentido porque sus efectos son a largo plazo.
EliminarA mí también me gusta el pescadito frito frente al mar. El título era una provocación. Somos un país de telebasura, procesiones y fútbol, además de centros comerciales, eso y un desdén total por la cultura.
Un fuerte abrazo.
Tiempo, lentitud y esfuerzo... la literatura está fuera de moda, me temo. Por eso mismo, hay que seguir insistiendo.
ResponderEliminarYo ya no tengo ganas de insistir. Me cuesta seguir difundiéndola tras tantos años de hacerlo. Espero haber hecho a algún alumno lector. Sé que hay algunos, otros no. Hoy soy tan escéptico que ya me da igual qué hace cada uno. Me gustaría que mis hijas fueran lectoras. No sé si lo serán. Yo procuro no ser insistente. Yo fui lo contrario de lo que era mi padre, y no valió de nada todo lo que él me quería infundir. Nunca me interesó. Lo siento por él. Cada uno elige. Yo ya no tengo ganas de hacer lectores. Que cada uno haga lo que le venga en gana. Es una de las tareas más ímprobas de las que me tocan como profesor. E íntimamente he dimitido de ella. Hay alumnos lectores (infinita minoría) y alumnos no lectores (la mayoría). En fin, es su problema. No me pagan para cambiar la realidad. La realidad es la que es. Y demasiado tiempo he creído que yo podía modificarla. Ja.
EliminarYo hasta he probado a leer En Busca del Tiempo Perdido con una caña y una tapa de calamares en la mesa. Créeme el problema nace en los dos lados de la barricada. La solemnidad cultural aleja a los curioso del otro bando. La banalidad de las diversiones corrientes espanta a los ilustrados. Parece mentira que hoy en día todavía siga en pie aquellos conceptos esbozados por Humberto Eco en Apocalípticos e Integrados.
ResponderEliminarUn abrazo
Sin duda tienes razón y es posible que mi reivindicación de la cultura pueda parecer algo sombría y mi planteamiento apocalíptico, pero es cierto que nos va la vida de los bares más que la de la bibliotecas (en general hablo), más los botellones que leer a los clásicos, más la jarana acultural que las conversaciones que tengan un hálito de densidad. Lo que es común en otros países que es una charla relajada sobre teatro o literatura parece aquí como algo anómalo y clasista, y, de hecho, no sucede a lo que veo. Nos refugiamos en la red una serie de especímenes que no tienen contertulios con quienes hablar de sus preocupaciones más hondas y sacamos aquí nuestras reflexiones en una atmósfera más propicia que la real de nuestras vidas cotidianas.
EliminarEl otro día en la Alhambra escuché una conversación de un grupo de franceses que hablaban de esto precisamente. Decía uno de ellos y los demás le reían la gracia que en en España hay pocas bibliotecas pero bares... La carcajada fue general. ¿No es verdad esto? Bien se puede comer un bocata de calamares leyendo En busca del tiempo perdido, pero no creo que eso sea norma. ¿O sí? Y que conste que a mí también me gusta el pescadito frito y la cerveza bien fría.
Un cordial saludo.