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lunes, 6 de mayo de 2019

El estatuto de víctima




¿Quién no es víctima de algo? Que levante la mano. La historia, especialmente la reciente se edifica sobre el concepto de ser y considerarse víctima. No hay nada tan atrayente como sentirse víctima para justificar una cierta actitud o una exigencia abierta de compensación justificada por el hecho de haberlo sido. Ser víctima te da fundamento y abre dinámicas terriblemente peligrosas. La URSS se sentía víctima del capitalismo internacional y eso llevó a Lenin a aplicar políticas de represión como nunca se habían experimentado. Stalin continuó su obra, frente al capitalismo internacional, con una represión todavía más feroz si cabe. Era víctima. Hitler convenció a la sociedad alemana de que era víctima del semitismo y llevó a cabo una guerra de exterminio de la población judía de Europa en la convicción de que Alemania era víctima. Los mayores genocidios se han cometido desde la convicción de que se era víctima.

Hoy día no hay nadie que no tenga en su programa la idea de ser víctima: las mujeres, los homosexuales, los palestinos, los judíos que huyen a Israel por la persecución en Europa, los kurdos, los turcos, los tibetanos, las víctimas de abusos de los sacerdotes durante décadas, los indígenas, los granjeros del medio oeste norteamericano que se sienten aplastados por la alianza progresista demócrata, los mexicanos, los latinoamericanos, los norteamericanos, los inmigrantes que llegan a Europa por tierra, mar y aire, los musulmanes y la islamofobia, los europeos que temen una invasión masiva musulmana, los jóvenes y las discriminaciones, los ancianos y su postergación social, los padres que se sienten avasallados por los hijos, los minusválidos, los catalanes aplastados por el inicuo estado español, los españoles de Cataluña aplastados por el xenófobo nacionalismo catalán, los vascos, los africanos por el criminal esclavismo, los trabajadores frente al capitalismo, los ciudadanos frente a los bancos, los descendientes de españoles en Latinoamérica que exigen una petición de perdón de España por el colonialismo, los hombres aplastados por el lobby feminista y gay, hijos frente a madres diabólicas… La lista podría seguir porque el mundo está lleno de víctimas en todo los lugares y circunstancias.

Ser víctima da derechos y explica una determinada interpretación de las cosas. Nada hay que describa mejor una situación en el mundo y en la vida que tener el estatuto de víctima. Uno se siente absuelto y con derecho a la revancha, a cambiar el status tradicional o sobrevenido. Da igual que el tiempo ominoso haya pasado, porque se trae al presente el pasado de siglos y milenios que justifican el estatuto de víctima. Y si se es víctima, se es esencialmente inocente. Y si se es inocente, uno está relevado de responsabilidad y es sujeto solamente de derechos. El reino de la víctima es arcádico, anterior al tiempo histórico, Y las víctimas tienen derecho al orgullo por haber sido aplastadas y a la venganza y la crueldad por el tiempo anterior. No hay nadie que pueda discutir el estatuto de víctima; si un determinado colectivo accede a dicho estatuto se hace indiscutible, se convierte en inocente e irresponsable ante la historia porque todo se le debe. Almacena el dolor de generaciones pasadas en su haber, aunque el presente no tenga nada que ver con el pasado. Y puede ejercer la violencia contra los antiguos opresores.

Sin embargo, esta pulsión de ser víctimas lleva a situaciones contradictorias y complejas. Se está empezando a cuestionar la irresponsabilidad de las víctimas y su exigencia de compensaciones. Considerarse víctima no debería llevar a tener más derechos y razones. No se debería poder vivir a costa de ser o considerarse víctima. Se construyen misticismos políticos en base al estatuto victimario para poder arrogarse el derecho a la compensación aún en circunstancias alejadas del pasado.

Todos somos víctimas de algo, pero eso no debería dar lugar a un existencialismo en que uno se considerara, en tal caso, inocente. Nadie es inocente. Las víctimas tampoco. No hay mayor crueldad ni fanatismo que el de las víctimas. En todas las direcciones o sentidos.


jueves, 2 de mayo de 2019

"El tesoro olvidado" de Dimas Mas



Una de mis caminatas más frecuentadas en el último año es la que me lleva de Sitges a Calafell por la costa. Al salir de Sitges, para mi sorpresa inicial, hay una especie de campamento hippy cuya existencia siempre me produce sentimientos complejos por lo inaudito de la realidad de dicho campamento. En uno de los carteles que aparecen allí hay uno que en inglés dice “Follow your dream”. Empiezo con ello porque no puedo expresar sino así el proyecto editorial de un buen amigo mío mediante micromecenazgo para alcanzar la cifra de 200 mecenas que hagan posible la publicación de un libro insólito: “El tesoro olvidado. Breve diccionario de la elocuencia minimalista. Quinientas palabras para quien quedar bien quiera”.

Mi amigo Dimas Mas, el autor de éxitos como El tesoro de Fermín Minar en la década de los noventa, vuelve a su pasión por los diccionarios como en aquella novela juvenil cuya parte central tenía lugar en el interior del diccionario. Pero es que tiene bemoles que alguien se lance a un sueño como publicar un diccionario con palabras hermosísimas pero en desuso, comentadas con inteligencia y agudo sentido del humor para traerlas a nuestra realidad lingüística cotidiana.

La edición del diccionario es a cargo del editor Emilio Pascual en tapa dura y con una extensión de ochocientas páginas aproximadamente. La aportación como mecenas es de 30€ con el compromiso de que, si se llega a la cantidad de doscientos benefactores, se recibirá en el espacio de tres meses el diccionario con gastos de envío pagados, con el nombre impreso, como mecenas del mismo. Hay otras formas de financiación que aparecen en el enlace que dejo aquí en VERKAMI. COM para los que quieran informarse mejor del proyecto.

La calidad literaria del diccionario queda garantizada como obra de un escritor maduro y en plenitud del dominio del idioma y de la ironía cuya obra en parte ha sido publicada y otros libros esperan el momento para hacerse reales. Es mi admiración por la pasión de Dimas Mas lo que me hace traer a este blog el proyecto de micromecenazgo en un tiempo que, a priori, parece totalmente contrario a este tipo de empresas. ¿A quién se le ocurrirá escribir un diccionario con voces desusadas cuando todo contribuye a la velocidad, la inanidad y la banalidad de la cultura y el lenguaje? Es tal mi sorpresa y deslumbramiento que no puedo sino hacer propaganda de ello y convertirme en mecenas desde el primer momento.

El editor, Emilio Pascual, ha sido el creador de dos populares editoriales, Anaya Tus libros y Biblioteca Áurea, y autor de novelas como “Días de Reyes Magos” que conocerán aquellos profesores de lengua que vimos cómo se unía la inteligencia y la calidad literaria en una inolvidable novela para adolescentes.


domingo, 28 de abril de 2019

Elecciones en España 2019



Hoy son elecciones en España y hemos de elegir nuestro futuro gobierno o la fórmula que sea capaz de configurar un gobierno viable que dé respuestas a nuestra conflictiva realidad en todos los sentidos. Durante estos meses de desconexión informativa –llevo tres meses de abandono voluntario de la realidad política de nuestro país- he seguido intensamente noticias culturales, tecnológicas o científicas, lo que me hace un sujeto extraño que no ha sido agitado por la propaganda ideológica superficial. Ello no quiere decir que en mí no haya un debate político profundo, que lo hay, un debate que se sumerge en la historia de nuestro país, en la literatura y en las perspectivas de futuro…

Creo que no me equivoco en absoluto en apreciar que en la campaña electoral no se ha hablado sino en clave catalana, ese maelströn en que estamos inmersos sin remisión. Y estoy seguro de que no se ha hablado de cambio climático, de migraciones, de Inteligencia Artificial, de Europa, de debates que vayan más allá de nuestras fronteras, mediante monólogos enfermizos que dan vueltas y vueltas sobre la misma muela cariada que nos aflige.

No me interesa nada sobre aquello de que se está hablando. Considero a los cinco espadas, más los espadas independentistas de raíz supremacista, como gallos peleando en el corral en debates que no me interesan para nada.

Así que me aparto, me inhibo, me desentiendo, me voy, me inscribo en una posibilidad ética que hoy considero más profunda que cualquiera de las opciones, aunque se me podrá objetar que no sirve para nada, que es inútil, que es un voto perdido, que se suma a las mayorías… Voy a votar en blanco. Ningún candidato me dice nada que me interese. Voto por mi adhesión a la democracia pero estoy lejos de cualquier opción. No quiero formar parte de ninguna componenda a un lado o a otro. Ninguna me gusta. No me gusta Pedro Sánchez, no me gusta Albert Rivera, no me gusta Casado, no me gusta Abascal y no me gusta Pablo Iglesias. Si no hay más donde elegir, me inhibo y me voy mentalmente de este país. Votaré en blanco con orgullo insensato y estéril. Eso es todo lo que puedo decir, sé que no es mucho. Hoy ni siquiera seguiré el cómputo de votos. Este país cada vez me resulta más lejano y absurdo, lo que no quiere decir que la deriva independentista, auténtica extrema derecha, me resulte indiferente. No sé más.

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