Una idea me está rondando hace unas
semanas para mis alumnos de tercero de ESO de trece años. Quiero que escriban
una novela. Extensión, unas veinte o veinticinco páginas. Sería una novella al estilo italiano en el Renacimiento,
narraciones breves, condensadas. ¿Es posible que un adolescente tenga algo que
decir y pueda -y quiera- contarlo? La respuesta la conozco. Sí, clamorosamente
sí. Un adolescente es un salvaje en el sentido de puro y en él se agitan
fantasmas poderosísimos en su proceso de descubrimiento del mundo. Lleva unas
semanas de maceración en mi caletre. Es una experiencia que he planteado otras
veces pero un curso más tarde, a los catorce años. Pero el año que viene yo ya
no estaré con ellos. He aprendido a quererlos durante los tres años que he sido
su profesor. Me gusta estar con ellos aunque a veces tenga que pegar cuatro
gritos para calmar su excitación y su inquietud. Hoy se lo he comentado. Quiero que escribáis una novela. La idea
no parece haberles sorprendido mucho, como si la estuvieran esperando, como si
quisieran decirme que ya están maduros para ello.
"Es el momento, profe. No te lo pienses más".
Ahora o nunca. Me digo,
cuando el nunca está más próximo. Tiene que ser ahora. Varias chicas me han
mirado interesadas. Una de ellas debe publicar textos en alguna plataforma como Wattpad. Es increíble que un profesor
de lengua no aproveche la realidad de alumnos que escriben, que les gusta
escribir. Aunque debería hablar en femenino. A ellas, a algunas al menos les
encanta escribir y los profesores no lo sabemos y no lo incorporamos a las
clases. Otra chica de pelo de colores me ha preguntado que si podía haber sexo. Le
he mirado fijamente y le he dicho que el contenido es libre pero tiene que
estar bien contado. ¿Pero podemos
escribir de lo que sea? Claro, por supuesto. Podéis escribir sobre lo que
sea. Este proyecto lo he llevado a cabo varias veces en mi vida. En los tiempos
del BUP y en la ESO. Todas las veces que lo he experimentado me he encontrado
con muchas novelas muy interesantes, algunas las recuerdo a pesar del tiempo
pasado. Historias de amor, de deseo, de sufrimiento, de aventura, de horror, de
ciencia ficción ... No hay idea que no pueda bullir en la cabeza de un
adolescente. Los adultos no conocemos su mundo y ellos se ocupan bien de que no
lo conozcamos. Una profesora cuando va a clase dice siempre: Voy con la tropa. No me gusta. Da idea
de un colectivo amorfo con el que se mantiene una relación jerárquica. No, no
me gusta. Sé que mis alumnos van a aprovechar la oportunidad de escribir una
novela sobre la vida, sobre su vida. Una vez una muchacha en silla de ruedas,
con la enfermedad de los huesos de cristal y que había sufrido más de veinte
operaciones en sus piernas, escribió un relato fascinante que tituló Adolescencia dolorosa. Era su vida, su
pura y escueta vida contada con una pasión y con un dolor inenarrable. Pura
vida en estado salvaje. Este es un ejemplo pero he leído relatos increíbles de
todos los temas. Ya hablaremos de las cuestiones técnicas como el tipo de
narrador, la progresión de la novela camino del clímax y el desenlace, así como
la división en unidades narrativas menores como los capítulos. El tratamiento
del tiempo y el espacio. Los personajes. Sin embargo, en mi experiencia sobre
esta idea, he visto que muchos problemas narrativos son resueltos
intuitivamente por ellos porque tienen algo que decir. Para escribir ese es el
motor fundamental: tener algo que decir. Las cuestiones técnicas van después. Tener
algo que decir y querer contarlo. Los procedimientos técnicos van apareciendo
en el camino. Les prepararé un vídeo para introducir la idea. Tendrán cinco
meses para desarrollarla. Y el 20 de mayo presentarán sus novelas. Esto supone
la lectura de más de mil páginas para el profesor. No obstante, el instante en
que me enfrento a una novela de un adolescente, es un momento mágico porque dan forma a sus mundos con una gracia
y una frescura que invita a la lectura. No los conocemos. Las redacciones sobre
temas estereotipados que les proponemos no son expresión de sus posibilidades
como narradores. Hay algo más. He leído de todo.
"Las chicas son formidables narradoras. Detrás de un rostro tímido puede estar escondida una Emile Brönte o una Virginia Wolf."
Hacen falta mundos propios que están estallando en
su interior por el descubrimiento de la vida como experiencia fundamental. Y
los hay. Las chicas son a veces perversas. No te fíes nunca de un rostro
angelical. Son los peores. O los mejores. Sus voces pugnan por salir al
exterior. Solo hace falta un profesor loco que las invoque. Y que esté
dispuesto a leerse el millar y pico de páginas que van a escribir. Para mí será
la despedida. He sido profesor de adolescentes durante muchos años. Me he
sentido como un enfant terrible, un maudit de la docencia. Me aburren los
discursos de mis colegas en las reuniones. Desconecto. No me interesan sus
críticas, sus estados de ánimo, su falta de entusiasmo, su adocenamiento. Puede
que sea excesivamente ácido con ellos y sean excelentes profesionales. Seguro
que sí, pero cuando estamos juntos todo huele a rancio. No hay debates en
profundidad, no hay espíritu de vivir sueños juntos. Solo reproches, quejas,
negativismo, rendimiento a la burocracia. Vivo allí, entre ellos, pero soy un
gigantesco o diminuto –no vamos a ser narcisista en demasía- son of the bitch. Y como lo soy y lo sé,
voy a desarrollar este proyecto que les implicará hasta el tuétano. A mis
alumnos. A mis alumnas. Estaremos abiertos al océano, a los sueños, a lo que
salga, a lo que encontremos en el viaje. En el que seguro habrá numerosas
cargas de profundidad. Y no evitaré que exploten. Les animaré a ello. Los
lectores del blog –entre los que hay alguno de ellos (¡pillín!)- estáis
invitados a asistir a la deflagración. Luego no os quejéis.