Llevo diez años publicando en Profesor en la Secundaria, lo que
significa un número aproximado de ochocientos posts que tienen alrededor de mil
palabras cada uno, tal vez demasiado, pero es la medida de mi respiración como
escribiente que no escritor. Pero no voy a hablar de mi faceta de autor de blog
sino de la de lector de blogs ajenos a lo largo de diez años. He sido y soy
un lector constante de los blogs con los que tengo relación de alguna manera.
En algunos me he implicado intensamente. Procuro siempre dejar comentarios con
una cierta elaboración que merezcan la pena ser leídos. Esto me lleva un tiempo
aunque escribo rápido.
"Mi experiencia de lector de blogs es la de la constatación real de que detrás de un blog hay una persona con todos sus matices, con todas sus creencias, con su ideología, con sus rarezas y manías, con la aspiración en general de mostrarse con una cara positiva ante los demás".
No es necesariamente fácil la relación con otros blogueros. Es un colectivo en que somos muy egocéntricos. El tamaño de los egos es desmesurado. Uno a fuerza de leer a un autor tiende a conocerlo bastante mejor de lo que se puede pensar aunque el blog sea escurridizo y evanescente. Nos vamos revelando en la escritura. No solo mostramos lo que somos sino cómo somos en nuestra intimidad. La forma de racionalizar, nuestro pesimismo u optimismo, nuestra posición política, la edad, nuestro modo de relacionarnos con los demás, nuestra generosidad, nuestra altivez. En mi recorrido por este mundo sumamente complicado me he encontrado de todo. A muchos blogueros les he perdido la pista porque sus blogs se han detenido en una fecha del tiempo y han sido abandonados. Otros se van desasiendo de sus blogs poco a poco y van espaciando sus publicaciones ...
Con otros blogueros, tras un intenso intercambio, ha surgido el desencuentro, a pesar de nuestra atracción inicial. Hay blogs que te atraen por los temas que abordan y cómo los abordan; otros no te atraen pero te parece entrañable la persona que está detrás de él y permaneces fiel a través del tiempo. A otros los concluyes abandonando porque terminas saturado de la reiteración –inevitable- de unos tics que en un momento te resultaron curiosos pero que tras diez años de continuidad impertérrita te terminan pareciendo cargantes y te preguntas adónde pretende llegar el autor en un bucle infinito. Otros te resultan interesantes durante dos meses pero al cabo de este plazo, le ves el trasfondo egoico de su planteamiento: un intenso sentimiento de debilidad y menosprecio de sí mismo que se revela como adicción a estados de exhibicionismo y pornografía existencial. Dejan de interesarme. Hay muchos motivos de alejamiento de un blog: el choque de caracteres, un debate cargado de electricidad negativa que produce malestar, el agotamiento del modelo que lo encarnaba, la altivez ... Con esta me refiero a algunos blogs que no reciben apenas visitas y menos comentarios, pero el autor sigue adelante, en soledad, haciendo del blog su diario de derrota particular. Y lo más curioso es que estos altaneros blogueros no contestan nunca a los comentarios ni comentan en otros blogs. Su escritura es una suerte de autismo que no necesita para nada a los demás con los que no se desea un intercambio de ningún tipo. Solo estar ahí, señeros, firmes en la desolación de la quimera expresando algo que tal vez no lo lea nadie. A veces dejo algún comentario impertinente para hacerlo salir de la concha, pero te das cuenta de que el blog no es un instrumento de búsqueda e intercambio sino un artefacto de culto a la yoidad.
Un aspecto que me interesa vivamente es cómo algunos blogs parecen solo atraer elogios desmesurados y en los que no existe ningún atisbo de lugar para la disensión.
"¿Qué hacer si alguien solo nos ofrece los más exquisitos y refinados pensamientos que expresan la belleza de un alma singular?"
A estos de vez en cuando les doy una traca con alguna aviesa intención para provocar el debate. Ante esto hay dos formas de reaccionar: el sentimiento
herido y la venganza o aceptar el desafío y debatir. Acepto que mi blog pueda
generar críticas acerbas, fruto de una lectura consecuente y meditada. En
general acepto el planteamiento y converso y, si puedo, termino riéndome con el
comentarista crítico. Pero no todo el mundo reacciona igual. Hay quienes no
olvidan y te guardan un profundo resentimiento. Es fácil herir a alguien con la
palabra. Hay que tener mucho cuidado. Pero a veces es inevitable.
El mundo de los blogs está en aguda
decadencia. La expresión de la palabra ha entrado en profunda crisis y se han
buscado otros canales para conversar. El blog tiende a ser discursivo y esto no
se lleva ya hace años. Desde luego no es algo que atraiga a los jóvenes. Pocos
blogueros jóvenes hay si hay alguno. Es más propio de la madurez y algo más.
Tras unos años de eclosión gigantesca, llegó su cenit y terminaron decayendo
para llegar a este estado catatónico en que apenas hay vida en la blogosfera.
Es muy desolador escribir y ver que solo has tenido un comentario o ninguno
reiteradamente. Ante esto solo queda el orgullo de mantener frente a viento y
marea el artilugio y seguir desentendiéndote de lo que opinen los demás. Esa
soledad altiva en la que no contestas a los comentarios que tal vez un día te
lleguen. Los blogs terminan en un laberinto de soledad sin fin. Y hoy la
blogosfera es un universo con harapos de lo que algún día fue, con yoes en
desbandada, perdidos, exhibiéndose con una seguridad casi absoluta de que nadie
los leerá. Son como ruinas de castillos en lo alto de una montaña que entonan
discursos que no interesan a nadie. Y es que no olvidemos que la película
estrella de este tiempo es Ocho apellidos catalanes. No hay
lugar para sutilezas exquisitas. Y los blogueros en cierta manera nos
consideramos el no va más. Pero ¿a quién interesamos en realidad?