Probablemente lo que expresa esta viñeta que he copiado de
FB es pura demagogia. En un lado de un tablón se agolpan un montón de
desdichados en el precipicio al que están a punto de caer, y en el otro,
alguien que se lleva montones de dinero se va y dejará caer a los que están al
otro lado. La metáfora es transparente y no necesita explicación. Sabemos
quiénes están a un lado y a otro, y no nos cabe duda de en qué lado estamos
nosotros y quiénes son los que están abandonando el frágil equilibrio del tablón.
Probablemente sea inexacto, probablemente sea injusto, pero
revela nuestros sentimientos más espontáneos acerca del sistema político en que
estamos obligadamente insertos, el sistema político y el sistema económico y
financiero. Unas élites que se han forrado y siguen forrándose y unos
servidores públicos, que también gozan de privilegios sin fin por favorecer
esta situación, están abandonando la nave por codicia, por incapacidad, por
deserción, por pura incompetencia acerca de lo que está pasando y que solo
tiene un destino: el hundimiento del estado del bienestar y nuestra caída a
peso al precipicio.
Todavía no hemos tocado fondo. Lo de Bankia es el principio del hundimiento del sistema financiero. El PP y el PSOE están de acuerdo en algo, en no pedir una comisión de
investigación sobre lo que ha pasado. Se ha mentido a unos niveles
descomunales, pero ahora nadie es responsable. No hay nadie que tenga alguna
responsabilidad. ¿Cómo van a buscar responsables los mismos que lo han causado?
Es como el relato del detective que persigue al asesino, y se da cuenta de que
fue él mismo quien asesinó. ¿Cómo va a delatarse? ¿Cómo va a perseguirse y
detenerse? La maniobra es tan obscena y la transparencia tan absoluta que ya
los responsables políticos parecen sentir vergüenza y miedo del torbellino que
se nos está llevando. Que me perdonen pero creo distinguir en las miradas de
los responsables políticos auténtico miedo. Rajoy el que tenía las ideas tan claras con una lógica de economía calcetinesca
y familiar no tiene ni idea de qué hacer, y sus ministros dan manotazos sin
saber a quién encomendarse mientras va subiendo el agujero de Bankia (el primero pero no el último)
que habremos de sufragar nosotros (no ellos), sube la prima de riesgo a niveles
estratosféricos, cae la bolsa y el crédito de España no hace sino bajar en
picado.
Rajoy está
totalmente turulato pero Rubalcaba
no está mejor. No pide tampoco una comisión de investigación sobre el crack de Bankia. Probablemente porque terminaría
pringado en ella pues hasta hace dos días él era el vicepresidente del gobierno
que favoreció a los bancos, no tomó las medidas necesarias cuando eran
necesarias y tuvo mucho que ver con el desastre en que estamos.
La prensa de la derecha en los últimos días ya no está tan
beligerante: El Mundo, ABC, La Razón y La Gaceta
encuentran una mina atacando con cargas de profundidad a los socialistas, a los
sindicatos y a cualquier idea progresista que aparezca por ahí. Pero en las
últimas portadas ya no saben a quién encomendarse salvo llevar a la picota a Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Gobernador
del Banco de España, al que culpan de todo lo que ha pasado aquí, pero a la
vez no le permiten de ninguna manera ir al Congreso a explicar qué ha pasado. ¿Por qué? Oscilan entre la supuesta confianza
en el líder Rajoy y la conciencia
clara de que sus recetas nos llevan al desastre y nos hunden pues no sabe qué
está pasando ni por qué. Los socialistas ya no sirven siquiera de excusa para
explicarlo. Siento que tienen miedo. Igual que Artur Mas, el supremo líder de Catalunya, al que ya no se le ve tan contundente. Tenía clara una
idea, una sola. Todo lo que le pasaba a Catalunya
era culpa de Madrid. No hay más.
Pero esto en estas tierras catalanas es algo compartido y un noventa por ciento
de la población está dispuesto a creérselo con fruición. ¡Qué feliz sería Catalunya sin España que nos roba! Pero ni siquiera el Gran Timonel Artur Mas
parece ya muy seguro de que este mantra sirva de algo ante la lógica económica
ante la que estamos, y que vamos a recordar: estamos en el precipicio y el Estado
ni es fiable ni es el garante de nuestra seguridad. Entendemos todos que el Estado
es parte de lo que se nos está llevando por delante, sabemos que el Estado está
en manos de los bancos, que los diputados y políticos varios son unos
palanganeros que se agitan y agitan pero saben que tienen una balsa salvavidas
para huir del naufragio. Nosotros no la tenemos y somos rehenes de los bancos
que son los que tienen nuestros depósitos. Y los bancos se están hundiendo. No
los banqueros, no. Esos no se hundirán. Tienen no solo balsas y barcos de
socorro para recogerlos sino que saben perfectamente que saldrán ganando pase
lo que pase. Aunque se hunda el mercado inmobiliario y financiero, ellos
tendrán capital blindado y harán de nuevo pingües negocios a partir del
hundimiento de la clase media.
Hasta hace poco creía en el Estado. Pensaba que era el
garante de una serie de derechos que los ciudadanos habíamos conquistado. Ahora
es diáfano al servicio de quién o quiénes está el Estado. En el momento del
naufragio ya no se disimula. Cada uno va a los botes salvavidas que tiene a su
disposición. El problema es que no hay para todos, pero esto no se puede decir.
Tal vez como en la célebre historia de la balsa
de la Medusa, fabriquen una balsa para los desgraciados para no decir que
los han abandonado en medio de la tormenta, pero tarde o temprano romperan las
amarras y los náufragos de la Medusa
terminarán yendo a a la deriva sin que haya Banco Central Europeo o Banco
Mundial que los socorra. En todo caso, es algo que ya sabíamos que pasaba
con los desgraciados africanos o latinoamericanos. Solo que antes, mecidos en
nuestro bienestar que creíamos una conquista, pensábamos que esas cosas solo
pasaban a los pobres, a los que se lo habían merecido, no a nosotros que éramos
prósperos y felices porque nos lo habíamos ganado por nuestros méritos. Ja.