Michel Gove, ministro británico de Educación.
PRIMERA NOTICIA
El pasado 24 de enero aparecía una noticia en El País cuyo titular expresaba lo siguiente: Reino Unido prepara una profunda reforma de los contenidos escolares. En la noticia se recogían alguna ideas directrices de la reforma en el sentido de reducir las materias a las fundamentales: Lengua, Matemáticas y Ciencias, además de Educación Física. El resto (Arte y Diseño, Ciudadanía, Diseño y Tecnología, Geografía, Historia, Información y Tecnologías de la Comunicación, Música, Educación Personal, Social y Sanitaria) serán sometidas a una evaluación para ver cuáles serán obligatorias y a qué edades. Por otra parte se pretende reintroducir las lenguas modernas extranjeras (que tienen el carácter de optativas). La historia tendrá como eje un contexto más amplio. Hasta ahora sólo se mencionaba al Reino Unido siguiendo las tendencias de adecuarse a lo cercano al alumno.
Un aspecto fundamental de esta reforma –que ha sido duramente criticada por sectores hostiles de la pedagogía- es volver a los conocimientos y a los hechos más que al esquema que se ha extendido en los últimos treinta años de enseñar a pensar. Algunos docentes han entendido que lo que se pretende con esta reforma es volver a la educación de los años cincuenta. El gobierno ha argumentado que de lo que se trata es de “que los alumnos tengan un núcleo esencial de conocimiento para no quedar culturalmente empobrecidos”. El Reino Unido ha descendido lugares en la clasificación del informe PISA y se expone que Hong Kong y Shangái llevan dos años de ventaja a los estudiantes ingleses en matemáticas.
SEGUNDA NOTICIA
El Periódico de Catalunya en fecha 19 de febrero recogía algunos planteamientos de la nueva consellera de Educación Irene Rigau. Al parecer está disconforme con la que calificó de “pedagogía blanda” que busca adaptarse al alumno rebajando los niveles hasta lo inconcebible, relativizando la ortografía y poniendo en cuestión los exámenes. Esta pedagogía suave es la que llevaría a que un veinte por ciento de los alumnos promocionara por decisión de la Junta de Evaluación aunque tengan de una a siete asignaturas suspendidas. En este sentido es revelador que los centros tienen en este momento como taxativos el número de alumnos que puede repetir en cada curso, lo que supone que el resto apruebe o pase por decisión pedagógica. Irene Rigau parece defender un modelo de escuela mucho más exigente, pero lo que no está claro si esto es posible con un treinta por ciento de fracaso escolar que tenemos en este momento. ¿Qué pasaría si en Primaria y en Secundaria se aplicaran criterios exigentes, se valoraran los conocimientos asentados y se actuara en consecuencia? ¿Cuál sería el nivel de fracaso entonces? ¿O entonces cabrían otros planteamientos?
Los profesores que tenemos una historia a nuestras espaldas sabemos que en los últimos veinte años se han impuesto los dogmas de la comprensividad con los que se relativizaba la adquisición de conocimientos en detrimento del proceso cognitivo que es el que debería desarrollarse. Lo importante no es la información, ni la ortografía, ni los conocimientos sino alentar al alumno a saber buscar respuestas por sí mismo y cuya evaluación deberá ser ponderada en función de criterios que tengan en cuenta sus características y su actitud. El resultado de esta pedagogía “blanda” o “suave” creo que es evaluable por el sentido común. Por aquí hay muchos profesores y padres que entran a participar en este blog. Les hago la siguiente pregunta. ¿Cuál es el nivel de conocimientos de los alumnos o hijos que tienen? ¿En primaria? ¿en secundaria? ¿en bachillerato? ¿Tenemos alumnos formados, competentes, con capacidades comprensivas y expresivas suficientes que se expresen con una ortografía correcta? ¿Hemos sabido alentar ese precioso paradigma de “enseñar a pensar”? ¿Está la pedagogía a punto de sufrir una regresión con esa pretensión de volver a los hechos y a los conocimientos, lo que se puede interpretar como un retorno a los métodos tradicionales? Para contestar tened en cuenta lo que veis cada día en las aulas los que sois profesores. ¿A qué se debe por otra parte el auge de la enseñanza privada entre las clases medias? ¿Qué vende la enseñanza privada? ¿Puede ser cierto que los sectores más perjudicados por la filosofía del “enseñar a pensar” sean los más débiles socialmente? ¿Tienen un nivel aceptable de cultura, de curiosidad y de intereses intelectuales los alumnos que cursan bachillerato? ¿Qué encontráis cada día en el aula?
¿Es posible o aconsejable una pedagogía exigente?