Mientras iba visitando el centro me interrogaba sobre eso
que se llama pensamiento crítico con
el que supongo que la totalidad de los visitantes del blog estarán de entrada
de acuerdo en grado máximo. ¿Qué es pues pensamiento
crítico? Lo primero que me viene a la mente es un pensamiento que observa
la realidad a todos los niveles, desde el más cercano al más abstracto, y la
somete a evaluación no quedándose con el primer nivel que es la apariencia inmediata. En efecto, la realidad
que recibimos por nuestros ojos y por nuestros oídos está sometida a
elaboración ideológica por poderes que desean conformar nuestra mente en torno
a valores que ellos han elegido. Así es toda la información que recibimos a
través de los medios de comunicación así como los mil y un mensajes que nos
llegan a través de tantas y tantas personas que tienen relación con nosotros.
La principal actitud ante la información que nos llega desbordándonos es la duda metódica. Nada suele ser lo que
parece. Siempre hay algo oculto o muchas cosas ocultas. Intereses políticos o
ideológicos. Creemos que somos escasamente importantes como individuos, pero
hay poderes muy fuertes a nivel mundial, a nivel nacional y nivel regional que
quieren hacernos perfectamente transparentes para ellos de modo que nos puedan
moldear en torno a algo que interesa a alguien. Así son los intereses
políticos, deportivos, ideológicos, recreativos. Nada es inocente. Todo está
vertebrado por un intento de manipulación en mayor o menor medida. A veces nos
damos cuenta si la manipulación choca con lo que creemos nuestra forma de ver
las cosas, esa que creemos haber elegido. Que creemos haber elegido. Desde
pequeños se nos ha conformado desde la familia, la escuela, la televisión, la
publicidad, la prensa, el cine. Y la pregunta esencial para mí es ¿por qué
pienso lo que pienso? ¿qué factores me han llevado a una visión del mundo? ¿Ha
sido mi propio análisis propio y personal de la realidad o simplemente me he
ido mimetizando con mis semejantes que me han impregnado de sus creencias? Esto
vale para un club de fútbol, para una emoción nacionalista, para una creencia
religiosa, para una percepción humanista o una pulsión violenta.
El pensamiento crítico
es el que se interroga sobre lo que piensa y sus orígenes, que pone en duda sus
convicciones más arraigadas fundamentadas esencialmente en emociones. Sí, las
emociones suelen ser la mayor parte de nuestro hábitat mental. Si yo me junto
con personas que tienen emociones, si desde pequeño me educan en torno a unas
emociones que se exaltan y que se comparten estimulando nuestra faceta más
comunista (de comunidad), si yo siento placer en responder a unos símbolos con
adhesión sentimental... yo formaré parte de un völk y lo elevaré al plano ideológico, metafísico y político.
Además tendré la percepción de que ha sido elegido libremente por mí. Esta
convicción de la libertad con que he elegido es el mayor peligro porque nadie
elige con libertad completa. Nuestras ideas son sumas de sumas de retazos que
andan estructurados para influenciar nuestros cerebros que suelen ser
acomodaticios y perezosos. Nos gustan las convicciones. Nos gusta pensar que
tenemos convicciones profundas. Que han salido de nosotros por un proceso de
análisis racional pero esta racionalidad es posterior a la emoción que está en
la base de todo. De hecho racionalizamos las emociones para ser solidarios con
nosotros mismos. Cuando creemos ver el mundo diáfano y meridianamente claro es
el momento de dudar de esa certeza, sea la que sea. El pensamiento crítico no
es ser radical contra el poder, contra la Corona, contra el Estado, contra el
capitalismo, contra los bancos. Puede que sí o puede que no. Depende. Hay
muchos lugares comunes en el radicalismo así como en el conformismo. Un punky
que quema contenedores y revienta las cristaleras de los bancos no es más libre
que yo, aunque él juzgue a la masa como borregos institucionalizados. Él por un
acto de fe se sitúa fuera de algo que no tiene fuera. Todos estamos dentro,
somos un entramado de células vivientes y aparentemente racionales que se creen
libres, pero en buena manera estamos condicionados por la biología, por la
genética, por la propaganda, por la familia, por nuestra psique que tiende a la
búsqueda del placer en determinadas emociones.
No hay nada que me perturbe tanto como cuando descubro a
alguien que se siente perfectamente coherente consigo mismo, que tiene sus
ideales plenamente enraizados en la comunidad, que se cree sujeto de certezas
inconmovibles sean las que sean, que se cree libre y digno. Si a esto se une el
que una su libertad a una bandera, a un himno, a un libro, a una historia, a su
propia percepción de sí mismo como sujeto crítico... me dan ganas de reír.
Nadie es totalmente libre, todos somos hijos de algo, nacemos de algo, nos
hemos criado en algo.
El principal valor del pensamiento
crítico es dudar de nosotros mismos como capaces de un conocimiento
racional y objetivo. Pero esto no es la norma. Suelo encontrar más personas
convencidas que dubitativas y que además lo expresen. Supone en muchos casos
quedarse solo sin el calor del fuego compartido o del fuego que nos da el
sentimiento de convicción profunda.
¿A que no saben a quién estoy leyendo?
A Kafka junto a una biografía absorbente sobre sus años más creativos.
Lo que nos seduce de Kafka es su realidad impotente, su
confusión, el sentimiento de extrañeza, el miedo, la duda, la burocracia
aplastante que lo rodea, un sentimiento de onirismo que vertebra la visión de
las cosas, todo eso junto a un sentido del humor extraño.
Y ahora, una sonrisa por si nos despertamos algún día
convertidos en cucaracha tras haber estado convencidos de algo muy serio.