Hoy he tenido una experiencia emocionante con mis alumnos de segundo de ESO. En los últimos veinticinco minutos de clase les he pasado un vídeo, el que aparece arriba, en que un parado expresa su angustia y su desesperación ante su situación extrema tras haber perdido el subsidio de 426 € que había prometido el gobierno. El protagonista, que habla con Luis del Olmo, tiene más de cincuenta y cinco años, no tiene familia, y se ve abocado a buscar comida en los contenedores tras treinta años de cotización. Tenía mis dudas sobre si ponerlo en clase o no. Temía que surgieran risas o que el tono desesperado del señor fuera malinterpretado. En la clase de segundo D, son mayoría los que son hijos de inmigrantes (árabes, bereberes, ecuatorianos, algún portugués, un chino y cuatro nativos españoles). Es un curso en que me siento enormemente a gusto. Tienen poquito nivel en general y trabajan lo justo, pero la calidad humana ofrece un conjunto en que el profesor recupera su ilusión por enseñar e innovar.
Os pido,por favor, que escuchéis la intervención de este señor. Dura un par de minutos. Pero sin duda que saldréis tocados, como han salido conmovidos mis alumnos. Ha habido alguna risa, más por nerviosismo que por otra cuestión. La recepción ha sido absolutamente respetuosa y ha desencadenado una catarata de intervenciones que, entre mi compañera psicopedagoga y yo, hemos conducido y organizado. Todos habían salido conmocionados porque expresa el núcleo más duro de la crisis, la de ser humano que se ve abocado a la desesperación y sus palabras al borde del llanto no dejan lugar a dudas. El dramatismo es tan intenso y real que uno no puede dejar de sentir escalofríos. El debate ha sido encendido. Se ha reprochado al gobierno y los políticos que dejaran a las personas abandonadas. Las palabras torpes de estos muchachos pugnaban por razonar y expresarse correctamente. Una muchacha magrebí se ha preguntado si el parado era español. En tal caso, ha dicho, cuando le hemos contestado que sí (canario con treinta años de cotización), el trabajo debería ser primero para los españoles y no para los inmigrantes. Esto ha suscitado interpretaciones diversas. Hemos hablado de las personas que sufren más directamente la crisis. Uno de ellos ha manifestado sin ningún rubor que en su casa habían estado viviendo con doscientos euros al mes y que habían llegado a pasar hambre, que entendía el horror de este hombre... Otras intervenciones han buceado en el tema de la gente que está perdiendo el piso en manos de los bancos por no poder pagar la hipoteca, y les ha parecido monstruoso que, tras perder el piso, sigan debiendo la deuda al banco. Algunos conocían casos de esta situación. Una muchacha portuguesa se ha emocionado tanto que no le salían las palabras. Cuando ha acabado la clase he hablado con ella y todavía estaba conmocionada. Veían su futuro muy negro, en conjunto. Esto ha llevado a la reflexión de que es necesario sacarse la ESO porque esto aumentará las posibilidades de conseguir un trabajo.
Han sido veinte minutos densos y emotivos en que las palabras salían a borbotones hablando de algo que muchos sienten próximo. Pocas veces el lenguaje, lleno de dificultades, ha procurado organizarse para expresar algunas ideas con corrección. Me sentía orgulloso de ellos. Me he dado cuenta de la necesidad de fomentar los debates con temas candentes. Temas que los hicieran sentirse próximos unos a otros, los de aquí y los de fuera. Los dos profesores hemos sentido el vértigo del debate que llegaba al fondo aprovechando una clase que se ha habituado a no tener una estructura rígida y que aprovecha la pizarra digital como una ventana abierta al mundo. Hoy ha entrado a raudales en la clase la angustia, la impotencia, la solidaridad, la emoción de algo que está aquí y que ellos lo sienten como suyo.
Gracias, Mari Carmen (Bajo la luz quemada), por darme a conocer esta grabación. Os la recomiendo como recurso educativo.