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miércoles, 4 de mayo de 2016

A propósito de un examen de sintaxis



Hemos empezado mayo y siento en el ambiente compartido de alumnos y profesores síntomas de fatiga. Es el noveno mes de curso, la primavera arrecia, y los corazones van basculando poco a poco hacia otras dimensiones menos galácticas. Es la hora del esfuerzo final, el sprint de los campeones, la última cuesta, la más empinada, la que lleva al reino académico de Ávalon. Un curso es corto o largo, depende de si lo estás viviendo o lo recuerdas en perspectiva. 

En perspectiva es un latido, un tic del reloj, un vistazo a derecha o izquierda y poco más. Pero es largo si lo vives día a día, clase a clase, unos como profesor y otros como alumno. ¡Qué de conocimiento esparcido en las mentes! ¡Qué de letanías y homilías piadosas que llevan poco o nada al esfuerzo supremo! Un curso académico es una ceremonia metódica que corresponde al tiempo cíclico. Circular. Una vuelta más sobre el eje. Un giro más en torno al sol. 

Y en medio, el crecimiento de estos muchachos que andan por aquí. Llegaron con doce años, casi niños, y salen ya con ansias de mayores, de querer revertir el curso del cosmos a su imagen y semejanza. En definitiva eso es la vida. Una lucha entre el yo y el mundo. Entre ese universo pequeño en que nos despertamos cada día y la comprensión de todo lo que nos rodea. Un cruce a veces dulce o dramático. Doloroso siempre. Porque vivir es aprender a llevarnos con el dolor. Hacerlo nuestro. Y trascenderlo. Un instituto con su trajín frenético de centenares de adolescentes que luchan y crecen para comprender dónde están en relación a sí mismos y a los demás. Suben y bajan por las escaleras, gritan, se pelean, se aman, sienten la amistad como nunca mas se vuelve a percibir, la traición, la burla, el sinsentido... 

No han leído a Shakespeare pero no hace falta, forma parte de la cultura inconsciente de nuestro mundo. La vida es una pasión ciega, una obra de teatro donde unos personajes se agitan y no entienden que están representando ora una comedia, ora una tragedia. La máscara de la risa y la del llanto no están tan alejadas. Yo los veo y siento sus vidas palpitantes, lujuriosas de vitalidad, de esperanza, de fe en sus propias existencias a pesar de las dificultades. Y yo estoy dentro de ese caudal tormentoso de sentimientos que son como torrentes que hay que amansar. Hoy un alumno me preguntaba qué significaba temperar y yo le he dicho que lo que hacemos los profesores cuando entramos en el aula. Calmarles, llevarles a algo que centre su atención, un ejercicio, un tema, una lectura ... Su inercia latina los lleva a la dispersión. No son muchachos finlandeses, no. No viven cerca de la Laponia que los enfría. No. No son chinos ni coreanos dóciles y disciplinados. No, son pasionales e indóciles, llevan en su genética el ADN del Mediterráneo. Una propensión al grito y a la hoguera. El profesor paladea cada instante de ese fluir vital a lo largo de diez meses cada año. 

Y cuando llega mayo, y la calor, la fatiga hace su aparición. Igual que historias de sensualidad y de deseo. Hoy pasándoles la película La casa de Bernarda Alba dirigida por Mario Camus en 1987, han sentido el prodigio de la obra en total silencio, solo roto por la masturbación con su sombra de Martirio, la mujer más interesante de la obra de Lorca. No es Adela ni Bernarda Alba. No. Esa casa cerrada entre sombras y luto donde solo hay silencio y pasiones sexuales desatadas. Como este instituto mezcla de casa de Bernarda Alba y el patio de Monipodio cervantino. Un azar, un caos incierto en que nos agitamos representando una obra en que nosotros somos magos del conocimiento del siglo XXI y ellos seres más sedientos de vida que de otra cosa. Y llegan valoraciones de lo enseñado y lo aprendido, y los profesores se quedan siempre con un gesto que si alguien pudiera fotografiarlo se haría de oro. La cara de un profesor cuando corrige un examen de sintaxis es digna de un retrato psicológico. Se resume en ella toda la realidad del proceso, y el mes de mayo, en sazón, y sus alumnos más preocupados de sus sentimientos que de las oraciones subordinadas sustantivas. Evohé. 

El profesor no siente pesadumbre. No. El es parte de la obra y no es precisamente Pepe el Romano. No. Él otea el horizonte y clama por que llegue el mes de junio y el fin de la travesía una vez más. Entre el sentimiento y la razón ¿quién duda que nos posee el sentimiento a nosotros y a ellos? Y podemos comprenderlo. Nosotros tampoco aceptaríamos estar encerrados seis horas diarias recibiendo infinidad de datos y llevar tareas para varias horas en casa. Todo para comprender la cultura de nuestro mundo. Tantos años, tantos. Cuando anhelarían estar corriendo por las praderas viendo copular a los leones y bañándose en cataratas de aguas cristalinas. Pretendemos hacer crecer el intelecto, pero el río que nos lleva nos muestra nuestros límites, nuestra incerteza también. El mundo no hay quien lo entienda. Nunca ha podido entenderlo nadie. Solo se vive. Como se pueda. Danzando a veces, cantando otras, arrastrándose ... o desnudándose cuando pasa Pepe el Romano

Hoy he visto a dos alumnas besarse en la boca tiernamente. Son ya novias. Y una cuida de que la otra haga los deberes. Nada puede parar la vida en un edificio donde se juntan tantos sentimientos desatados. El conocimiento es parte de lo que pasa aquí. Y eso cansa. Solo falta la recta final. El último repecho. No es cuestión de quedarse en Babia lamentando cómo la sintaxis no es el lenguaje preferido por nuestros alumnos. Las palabras hacen el amor, explico en clase. Pero ni aun así. Me falta la genialidad de un Lorca para expresarlo con palabras y revelar un mundo que para ellos ya será inolvidable. ¡Bernarda! grita María Josefa, que se quiere casar a la orillita del mar...

sábado, 9 de abril de 2016

En veinte o treinta años el mundo será totalmente diferente




He visionado un par de veces la entrevista de Iñaki Gabilondo a José Luis Cordeiro, que enlazo aquí y aquí, profesor de la Singularity University ubicada en Sillycon Valley y financiada por Google y la NASA. Estos vídeos me han llegado por el interesantisimo blog Patatitas Pochas, cuyo autor es Loiayirga, profesor de filosofía en una ciudad castellana. Son vídeos de unos veinticinco minutos pero animo a los lectores a verlos porque les abrirán caminos de reflexión fascinantes acerca del futuro que se nos va a abrir en 20 o 25 años. Ahora parece Ciencia Ficción pero los caminos que la ciencia y la tecnología están abriendo apuntan allí.

En la conversación de Iñaki Gabilondo con Cordeiro se aborda una tesis que me ha dejado aturdido y es la de que en dos o tres décadas se podrá “curar” el envejecimiento y la muerte, algo que hasta ahora se había considerado como inmanente a toda especie viviente. Según Cordeiro, en los próximos veinte años se van a producir más cambios que en toda la historia de la humanidad y es perfectamente verosímil la idea de acabar con el envejecimiento y la muerte. Por lo que infiero este camino lo abren las células hasta ahora consideradas malignas que producen el cáncer, y que no mueren. Se reproducen indefinidamente mientras tienen órganos que colonizar. Se podrá hacer células que vivan eternamente. Esto unido a que se podrán cambiar órganos, cultivados con nuestras propias células y tejidos. Además en diez años se habrá conseguido abaratar el mapa del génoma humano de cada uno que hasta hace poco costaba mil millones de dólares. El coste que se prevé es de diez dólares y en dicho mapa conoceremos las enfermedades que habremos de prevenir y las tendencias de nuestro organismo que habremos de controlar. En veinte años se conseguirá prevenir el Alzhéimer y el Parkinson, así como el cáncer que al final será nuestro gran aliado.

Adelanta Cordeiro que será normal la telepatía, la comunicación inmediata de cerebro a cerebro; que nuestra conciencia y memoria se expandirá a la nube que guardará nuestros recuerdos y vivencias; se hará realidad la computación cuántica; dejaremos de matar animales para nuestro consumo puesto que “cultivaremos” la comida para producir carne artificial que tendrá el mismo sabor que la original. Los robots, con forma humanoide o no, serán normales en nuestra vida y estos poseerán autoconciencia y sentimientos. Según el entrevistado, en el parlamento de Corea del Sur se está debatiendo actualmente el tema de los derechos humanos de los robots, algo que resulta realmente sorprendente para las discusiones que se abordan en nuestro Parlamento.

Asimismo es una hipótesis que se va a comenzar en dos o tres décadas la colonización de Marte con las espectaculares perspectivas que esto abre para la humanidad.

Hay muchas más ideas en los vídeos pero me detengo aquí. La idea de la Singularity University es que se va a abrir una etapa que podríamos llamar la Post-Humanidad en que todos los factores que limitaban la vida humana serán rebasados y entraremos en otra etapa que ahora mismo se está gestando. En los próximos veinte años habrá más cambios que en toda la historia de la humanidad.

Si esto es verosímil, estamos al borde un cambio trascendental de nuestra civilización humana. Se me ocurren muchas preguntas. Alguna las plantea Iñaki al profesor Cordeiro como la superpoblación creciente en el planeta unido a que no morirán necesariamente los seres humanos. Estima este que la población mundial se estabilizará en torno a nueve mil millones de seres humanos. La colonización de Marte abrirá una salida importante para dicha población.

Todo esto parece realmente inverosímil e increíble y plantea una gran cantidad de reflexiones morales, filosóficas, políticas y religiosas. Cordeiro sostiene que las religiones que se basan fundamentalmente en el límite de la vida que es la muerte, dejarán de tener sentido, dado que esta no será inevitable.

Sin embargo, a pesar de esta posibilidad fascinante de no morir es posible que haya personas que elijan morir –será una elección- como un proceso necesario y natural, como hay sectas y tribus que se niegan a aceptar el mundo moderno y sus avances. 

Estos vídeos me han dejado alucinado porque todas son hipótesis pensables, dados los avances gigantescos en ciencia y tecnología que estamos viviendo.

Me pregunto muchas cosas, pero una para mi es esencial ¿qué significará el arte, la literatura, el misticismo para esta nueva Post-Humanidad que se hará realidad en el siglo en que estamos? ¿Qué será Shakespeare para ellos? ¿Bach? ¿Dostoievski?

¿Realmente es posible imaginar la no muerte? ¿Cómo será la vida sin ella?

¿Estamos al borde de un nuevo paradigma para la humanidad?

¿Estamos preparando a nuestros alumnos para lo que les va a tocar vivir? 



jueves, 24 de diciembre de 2015

Feliz Navidad


Feliz Navidad
es un mensaje escueto, nítido,
abierto para hombres a los que les gustan las avellanas,
pero no para los que navegan en otoño.
Papá Noel es un sátiro verde
que acecha el sueño de los niños
para colmarlos de desdicha.
El niño Jesús llora impotente
en su portal junto a millones de pastores
desesperados que querrían cruzar el mar.
La Virgen María grita a los ojos de los murciélagos
pero estos no pueden sentirla por la tarde.
Mi padre murió y lamentó cada navidad
que tenía que escuchar el discurso del Rey.
Yo tragaba sables y jugaba con las lagartijas
en la cama de arena junto a ella
que dejó de estar allí cuando cumplí siete años.
Feliz Navidad
es un deseo claro de amistad y hermandad
para todos los rinocerontes que vagan por la playa
en la noche del trópico de Cáncer.
Navidad, dulce navidad,
preñada de mazapanes y huesos en la herida
que supura sin cesar cada veinticinco años,
y los leones rugen en la playa
cuando ven llegar al viejo pescador.
El mundo es el que es: sórdido y oscuro
pero en navidad todos comemos turrón
y levantamos las copas brindando
por las pirámides de Egipto
clavando cuchillos silenciosos en la tabla
de piedra que nos engulle silenciosa.
Feliz Navidad,
los Reyes Magos iluminan con su ira
el oriente que está llegando
y Jesús ríe sarcástico, sabiendo
que todos vamos a lavarnos al río
que no deja de fluir.
La vida es un estuche de papel brillante
y los pastores crepitan horrorizados
por la noche que no tiene estrellas
y la luna ofrece su ángulo más femenino.
Feliz Navidad a todos los hombres de
voluntad certera y corazón hermético.
Os deseo un  próspero año nuevo
en que todos vuestros deseos
se conviertan en azúcar
refinado y gritemos juntos
alborozados que la navidad ha llegado
una vez más para irse de nuevo
sin dejar una moneda
a los mendigos que llegan a nuestras puertas.

Feliz Navidad.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

El profesor, más cerca de Jung que de Freud...


Lo que he aprendido como profesor durante más de treinta años es sencillo: nunca estar satisfecho, nunca creer que se tienen todas las claves porque se tenga mucha experiencia en el tiempo. Un profesor es siempre un aprendiz en todos los sentidos. Su trabajo es evanescente. Es como trazar una línea en la arena junto al mar. Totalmente transitorio, precario, impredecible. El profesor debe ser una persona del tiempo que está viviendo. Esto es importante. No puede quedarse atrás por pereza o falta de ganas de adaptarse. Su trabajo exige una permanente adaptación al tiempo histórico y existencial del momento. Debe leer la prensa, conocer los avances de la ciencia, la cultura y la tecnología. Tener conciencia de los grandes desafíos de la humanidad, de sus lacras, de sus injusticias. Debería ser un hombre o mujer comprometido con su alumnado, con su realidad, con sus circunstancias, que se insertan en un momento dado de la historia. Y como todo momento de la historia es efímero. Su filosofía tiene más que ver con Heráclito que con Parménides. Todo está en perpetuo estado de transformación. Un día no es igual a otro día, un curso no es igual a otro curso, los adolescentes no son siempre iguales, los profesores no son siempre iguales a sí mismos. El profesor está mutando, igual que sus alumnos. La cuestión es sincronizar ambas mutaciones. Si se produce el encuentro, las cosas funcionarán por un tiempo. No es una garantía para nada. El profesor debe seguir buscando a los sujetos de su materia que no permanece estancada en un saber consensuado y fijo. No. 

"Las palabras que mejor definen la educación son dinamismo, cambio, transformación. Fuego".

El profesor y los alumnos son viajeros en el tiempo. No puede haber miradas atrás. No sirven. Solo miradas al presente para intentarlo comprender o, si no, al menos, acercarse a su latido. Miradas al presente y un presentimiento de futuro. ¿Qué es hoy? ¿Qué puede ser mañana? ¿Qué necesitarán estos muchachos en veinticinco años de lo que yo hoy les estoy ofreciendo? ¿Qué necesitan retener? ¿Acaso hay algo inmutable que deba ser para siempre? Sí, un instrumento, el lenguaje. Este sirve para abrir los ojos ante el mundo, para transformar lo dado en algo potencialmente deseable. El lenguaje en cualquiera de sus vertientes nos ayuda a desentrañar la madeja de la incertidumbre. Somos profesores de lenguaje, de lenguajes, en muchas áreas. Este es el instrumento de nuestra profesión. Atados al tiempo que no cesa. 

"Un profesor y un alumno se ligan espiritualmente en esa búsqueda incierta. Y utilizan el lenguaje para encontrarse. Dos perspectivas vitales distintas pero que logran sincronizarse en el frenético devenir de los días". 

No hay detención posible. Solo implementación de futuro en un construir instrumentos que nos liguen al cambio, imposible de detener. El profesor que se detenga, que no pueda seguir, quedará anclado a la pata de su cama. Y se perderá el horizonte de lo que vendrá. El profesor en cierta manera es un pequeño filósofo que no sabe solo de su materia sino que se interroga constantemente si es correcto lo que piensa. Vive en un proceso metacognitivo en que es también un salvaje que alienta a sus alumnos a danzar con el torso desnudo y antorchas encendidas en un rito de iniciación y gritos de esperanza en el amanecer que será siempre otro: ¿podría ser de otra manera? Los hombres salvajes y nosotros tenemos mucho en común, y esto debe proyectarse en nuestro modo de dar clase. La clase es una asamblea de emociones y el profesor abre su corazón y su mente delante de sus alumnos para que ellos también puedan hacerlo. En cierta manera es una tribu presocrática que celebra los rituales de hermandad en un conocimiento que se está transformando. Los guerreros necesitan elixir para seguir cazando en las llanuras que serán su futuro. El profesor no debe ser necesariamente un asceta ni una esfinge. No. El profesor también se unirá a la caza. Su acción se desarrolla por la exfluencia, un concepto que expresa la mezcla de tiempo y conocimiento mediante un proceso de acercamiento mutuo.

Ser profesor es un desafío, una forma de dar un hachazo a la selva primigenia donde todo estaba confuso y los seres humanos se hundían en las ciénagas. Hace milenios logramos salir de allí y desde entonces seguimos caminando de un anochecer a otro, de un día a otro, que nunca son iguales, que siempre tienen tonalidades distintas.

Estamos más cerca de Jung que de Freud. 

"Parece una situación sencilla esa de entrar en un aula y mirar a los ojos a los alumnos y decir... ¿decir qué?"


Eso debe ser diferente cada día, cada año, cada estación. El tren no se detiene y avanza implacable. Cuando se está cansado, uno debería irse a la montaña y dejarse devorar por las alimañas como en La balada de Narayama. Tal vez después del sueño, surja de nuevo la pasión de enseñar.

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