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miércoles, 1 de abril de 2020

¿Volver a la normalidad?


Si yo fuera un observador fuera del sistema, no implicado en la situación que vivimos, miraría la emergencia mundial por el coronavirus como un extraordinario observatorio sobre la especie humana. Plagas las ha habido a lo largo de la historia, muchas, y han determinado hechos y la historia de la humanidad. Pero la del coronavirus es la primera a escala global que vivimos en una era tecnológica en que nos creíamos a salvo de todas las historias del pasado que pensábamos que no podían pasarnos a nosotros con toda nuestra ciencia, con todos nuestros sistemas sanitarios, con todos nuestros recursos de sociedades avanzadas, con nuestros extraordinarios laboratorios, con la Inteligencia Artificial que analiza cualquier amenaza que surja en el planeta. Pero ha llegado el batacazo, el Covid-19 nos muestra que estamos tan inermes ante la amenaza vírica como lo estaban hace un siglo ante la pandemia de 1918-1919. No tenemos nada que cure la infección y estamos a año y medio para que surja una vacuna que pudiera inmunizarnos frente al agente patógeno. Y no tenemos en cuenta las muy probables mutaciones del virus..

El mundo ha optado por la solución radical que no pudo realizarse hace un siglo, un confinamiento global de toda la humanidad. Miles de millones de seres humanos viven una situación como la nuestra.

¿Qué ha fallado? ¿Qué ha pasado si esto era inconcebible en un mundo tecnológico con modernísimos laboratorios biomédicos? Lo fascinante es que surgen reflexiones y análisis multifacéticos; ideas filosóficas renovadas; vaticinios económicos sobre la recesión que va a venir; retornamos a las plagas del pasado, a los libros que hablan de ellas; se plantean meditaciones sobre el destino humano; repensamos hipótesis –cada vez más confirmadas- sobre Gaia como organismo vivo que reacciona frente a la acción humana; reconsideramos la ideología liberal  devastadora del entorno natural como causante de la infección zoogénica; nos estremecemos por la destrucción de la biosfera y el cambio climático inexorable…

¿Está todo relacionado –nos preguntamos-? ¿Cuáles son nuestros límites? ¿El crecimiento tiene límites? ¿No es acaso esta pandemia una reacción de la vida frente a la depredación de la especie humana?

Esto sucede en las mentes pensantes que ven en esta situación una oportunidad de pensarnos como especie en relación con el entorno natural.

Pero los políticos y gobernantes improvisan, atienden a lo más urgente, a intentar controlar los picos de la pandemia, a que todo vuelva a como era antes, a retornar a la normalidad, a que de nuevo la economía vuelva a funcionar, a recuperarnos de la crisis, a que los turistas y los viajes sean tan normales como antes, a seguir produciendo y emitiendo gases de efecto invernadero… A buscar soluciones populistas y nacionales frente a las instituciones internacionales sin escuchar a los científicos, a los filósofos, a los que están pensando la estructura profunda de lo que está pasando…

Pero ¿todo ha de seguir siendo igual que antes? La humanidad se enfrenta a un reto singular porque nuestro modo de vida es extremo, devastador, y nos conduce al abismo, esto es un aviso. Pero ¿cómo hacer ver a miles de millones de personas que nuestro modo de vida es insostenible, que hemos de retroceder y pensar, que hemos de perder muchos puntos en nuestro bienestar. ¿Qué político estaría dispuesto a hacerlo habida cuenta de las desigualdades sociales y económicas en el mundo, en nuestras sociedades?

El noventa y muchos por ciento solo anhelan volver a la normalidad, pero un uno por ciento nos avisa de que no es posible… solo hay que leer mucho de lo que se publica en laboratorios de pensamiento internacionales. Hay que pensar la pandemia.

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