Primero, nada de descansar en el sentido
habitual de la expresión. No quiero descansar. No estoy cansado. Quiero
actividad y movimiento. Ya busco cada cierto tiempo mis lugares y espacios de
descanso en mi hamaca multicolor. No soy capaz de una concentración intensa
durante horas. He perdido esa posibilidad. Soy más bien una persona que lleva
un montón de temas en la cabeza y los va enfocando y centrando en espacios de
tiempo no muy extensos, pero vuelvo y vuelvo una y otra vez a ello. Necesito
cambiar de actividad con bastante frecuencia. Mi falta de atención me lleva a
dispersarme en diversos temas que abordo en cortos espacios de tiempo y
alternativamente. Cuando me canso de un asunto, voy a otro, leo una novela o el
periódico, o hago la cena, o voy a comprar. Me despejo y vuelvo al punto de
partida. Es una atención parcial discontinua lo mía. Hubo un tiempo memorable
en que era capaz de estar leyendo durante ocho o diez horas una novela o un
libro de historia. Me tomaba media anfetamina y pasaba toda la noche en estado
de máxima alerta y atención recreándome en lo detalles. Lo maravilloso de
aprender es perderse en los detalles y avanzar lentamente. Me gustan esos
zigzagueos de la atención. Los hacía incluso con anfetaminas. Antes se podían
comprar casi libremente en la farmacia. Ahora no. Pero ¡cómo añoro aquellas
noches de atención máxima en que devoraba obras que en otras circunstancias
hubieran durado una semana o diez días! Nunca utilicé las anfetas para
colocarme e irme de marcha. Me preparé las oposiciones y disfruté como un enano
haciéndolo.
Pero me he desviado del tema central del
post que era proyectos para el verano. Lectura de varias obras a la vez. Un
libro sobre Roma, “Un otoño romano” de Javier Reverte que me han recomendado
para calentar motores de nuestra visita a Roma a mediados de mes. “El
astillero” de Juan Carlos Onetti, una novela poderosa que cuenta una historia,
la de Larssen, el Juntacadáveres a su regreso a Santa María cinco años después.
Me subyuga el estilo narrativo de Onetti. Leyéndolo me doy cuenta de mi
absoluta insuficiencia como escribidor. Este libro forma parte de la lectura de verano del Circulo de Lectura de Nueva York en el que participo.
Sobre el 25 de julio emprenderé mi
proyecto más ambicioso: hacer diez o doce etapas del GR11 que me llevará de
Cabo Higuer (junto a Fuenterrabía-Hondarribia) a Candanchú. Pasaré por el
Baztán que era lo que quería, y por Vera de Bidasoa donde vivía Baroja. Llevaré
un diario de viaje en mis largas caminatas en soledad. Y haré un reportaje
fotográfico. Hacer fotografías me ayuda a caminar. Tengo que parar, pensar la
foto, me abstraigo, compongo y disparo. Será una experiencia muy intensa pues
la haré en soledad por el Pirineo en una ruta que desconocía. Tendré tiempo de
pensar, de sentir, de respirar, de escribir a mano un diario de viaje, de ver
el cielo de día y por la noche. Esta larga caminata se basa en la potencia de
mi cuerpo con el que he de estar reconciliado: no fumo, no bebo, no bebo ya
café, hago travesías, tengo las piernas fuertes...
El resto del verano no sé. Supongo que
leeré mucho aunque trabajar no me distrae de leer. Ahora tengo pendientes
varios libros. Los diarios de Carlos Morla Lynch en relación con los años de la
república pero en especial sobre Lorca del que acabo de leer un libro bastante
sorprendente: Rosas de plomo de Jesús Cotta. En él se sostiene que Lorca se
aproximó a Falange Española por la relación entre este y José Antonio en los
últimos días, antes del estallido de la guerra. Lorca no era un izquierdista
aunque lo asesinaran los más reaccionarios del alzamiento. Lorca era amigo de
José Antonio, lo protegieron falangistas en Granada, y una de las razones por
que lo asesinaron es por ser amigo del líder falangista. Una hipótesis
sugerente. Se ha manipulado totalmente desde la izquierda la muerte de Lorca.
No fue como nos lo contaron ni como lo plantea Ian Gibson en su magna biografía
del poeta granadino.
Otra novela pendiente es La muerte de
Virgilio de Hermann Broch, recomendada por Dimas Mas, un escritor con el que me
unen lazos de amistad profunda.
No descarto leer la segunda parte de
Juego de tronos. La primera me interesó muchísimo.
Un verano en que no pararé, en que me
niego al descanso y en el que prepararé mentalmente el nuevo curso de Lengua y
Literatura en mi instituto.
No quiero descansar. Bastante tiempo
tendré para hacerlo algún día cuando ya todo sea irremediable. Hoy de momento,
tengo potencia y energía para caminar, fotografiar, escribir, leer, viajar. ¿Qué
más? Nada, no ansío nada más que lo que tengo.