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domingo, 4 de octubre de 2020

El lector leído

16 comentarios :

  1. Pienso que cuando una libro te atrae, si sientes que es importante lo que dice, automáticamente rehaces tus puntos de vista habituales para hacer hueco a lo nuevo. No sé si el libro te lee, pero en ocasiones te graba, ideas que aún no habías incorporado y que acoges con esa lectura.

    Lo del spam va por temporadas, qué se le va a hacer.

    Un abrazo.

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    1. Un mismo libro leído en épocas diferentes de tu vida cambia profundamente. No se lee igual a los veinte años que a los treinta que a los cuarenta y siguientes. Parecería que el libro va evolucionando a medida que es leído desde perspectivas o circunstancias diferentes. No es lo mismo leer una historia de amor estando enamorado que sin estarlo. Parece que el libro hiciera un escáner de nuestro estado de ánimo o momento vital y se adaptara o se confrontara con nosotros. Sí, es una hermosa idea la de pensar que el libro nos lee a nosotros. Los buenos libros, claro.

      Un abrazo, Ana.

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  2. Cierto que los títulos llaman la atención, o sea, llaman al "cliente lector". Pero no negaremos que hay lectores eclécticos, que se asemejan más a una abeja libadora, y que no dejan libro cerrado.

    Soy más de temas concretos y me apabulla a la vez que me consterna el tema de la "masa", teniendo en cuenta de que yo también lo soy en relación a otros status. Así me he encontrado que en "Presencias reales", del autor que nos señalas, que hay un menosprecio de los "intelectuales" hacia el periodismo, pero hay periodistas que consideran "basura" lo que escriben según que medios a los que tildan de "amarillos".

    Y si, creo que el libro nos lee y nos deja interpretar. Nos busca o se nos esconde detrás de los anaqueles, y es partícipe de dias aciagos o alegres, de tal manera que cuando lo abrimos dependiendo de nuestro estado de ánimo, nos quiere decir una cosa o nos comenta otra.
    Salut


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    1. En Presencias reales hay una censura hacia la crítica que ha deconstruido el texto y lo han convertido en objeto de análisis desnaturalizados o abstracciones, además de sostener que el origen de la creación es siempre ontológico para llenar el vacío y de ese modo la tarea del creador es semejante a la de Dios, es decir, que todo acto creador tiene mucho de religioso. Es una tesis interesante aunque indemostrable porque no está claro que todos los libros tengan ese impulso en relación a lo divino. Hay tantos que los vemos totalmente humanos sin ninguna referencia metalógica...

      Y sí, hoy la tesis de Steiner es que el libro nos lee, se impregna de nosotros y es como si nos conociera. No hay dos lectores que lean del mismo modo un libro, ni se lee el mismo libro de igual forma en momentos diferentes de la vida. El libro es un objeto vivo -nos referimos a la gran literatura, no a Cincuenta sombras de Grey o al último best seller que te promete en la portada una lectura adictiva en que te verás inmerso en aventuras apasionadas y sorprendentes que te fascinarán. Ciertamente, los buenos libros nos miran y nosotros percibimos su mirada al leerlos. Están vivos, nos consuelan o nos acechan misteriosamente. Es un misterio la lectura, pero la idea de que los libros nos leen es muy sugerente.

      Salut, Miquel, un abraciño.

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  3. Lo dice Paul Valéry en una anotación de sus cuadernos del año 1916: «No es nunca el autor el que hace un ‘obra maestra'. La obra maestra se debe a los lectores, a la calidad del lector». Cada creación literaria busca su lector porque sin él está perdida y su autor más.
    Para Jean Echenoz «un lector fabrica el libro tanto como el autor». El lector no sólo es un escritor pasivo, y no los es porque reconstruye la escritura en su imaginación y crea otro libro, único e intransferible.
    No puedo leer sin sentirme libro, ni puedo ser lector sin haberme leído.

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    1. Colijo que asumes la idea de Steiner al aducir estas citas tan interesantes sobre la coautoría de las obras literarias entre autor y lector. La obra es como un circuito abierto y es el lector, cada lector, quien lo cierra y da sentido. Cada lectura es única, como cada espectador de una función de teatro ve una obra distinta que otro, y si va días distintos, todo ha cambiado. Probablemente, esta sea el mayor signo distintivo de toda obra de arte: su inestabilidad hasta que el lector, espectador u observador cierra el circuito.

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  4. Nunca lo había pensado pero creo que sí, que es totalmente cierto. En realidad, creo que cualquier expresión artística nos "llega" de uno u otro modo dependiendo de muchos factores, todos íntimamente personales; nuestra edad, nuestra madurez, nuestras experiencias, nuestro ánimo...

    De todos modos me dejas pensando y eso siempre me gusta, gracias... con tu permiso, por aquí me quedo. Un beso.

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    1. Sí, AlmaBaires, los lectores aportamos algo esencial a la obra literaria y lo hacemos dependiendo de muchos factores íntimos y temporales. Leí una obra a los veinte años y fue algo excepcional. Recuerdo lecturas cenitales de obras como Esperando a Godot de Beckett o Lolita de Nabokov. Me marcaron profundamente. Sin embargo, leídas treinta años después, es como si estuviera leyendo obras distintas. Siempre es peligroso volver a leer un libro que nos ha gustado mucho en un tiempo. El libro nos lee, nos adivina, es como una segunda piel que se Nos adhiere, pero esa piel cae, y si volvemos a leerlo, todo ha cambiado. Ya no somos los mismos. La obra se ha transformado. Gracias por hacerte presente.

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  5. En realidad como decía Baroja todo lo que hay en un libro que interese está ya de antemano en el espíritu del lector.
    Es posible que el libro nos lea a nosotros por eso muchos escritores van dibujando en sus obras el perfil de ese hombre que somos todos nosotros, hombres vulgares pero con sueños, con ilusiones y anhelos de trascendencia más o menos confesables, inseguros, desorientados, imprevisibles y ambiguos por naturaleza, buenos a la par que inmorales, cinicosinceros... El libro nos lee y ya nos ha leído antes de ser creado.

    Saludos.

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    1. Tu comentario me ha sugerido la técnica teatral de Stanislavski mediante la que el actor se nutre de su mundo emocional para dar vida a sus personajes. Así el escritor dota de vida, ideas y sueños a su obra y, como estos son universales, puede llegar a muchos lectores que se verán reconocidos en la tormenta de ideas o emociones que hay implicados en ella. Es la única forma, entiendo yo, en que el escritor puede dibujar el perfil de lo que somos todos nosotros, de nuestros sueños confesables o no. Muy lúcida interpretación, a fe mía. Y así el libro nos lee antes de ser creado. Saludos, Pitt.

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  6. No podemos cambiar un libro pero si es posible que un libro nos cambie a nosotros, conmigo lo hizo. Quizás ahí radica su poder y es ahí donde reside la esperanza del lector cuando abre por primera vez un libro. A mi los libros y los blogs me han cambiado, tiendo a "desasnarme", que es lo que buscaba, o eso creo.
    Un saludo

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    1. El libro como herramienta de transformación intelectiva y personal. Pero nunca acabamos de desasnarnos, Daniel, nunca. Yo a los diecisiete años me di cuenta de mi terrible ignorancia y me he pasado la vida intentando remediarla, pero el océano de la ignorancia parece crecer en lugar de reducirse.

      Un saludo.

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  7. Llego el último y veo que en el intercambio de comentarios y respuestas ya hay un buen ramillete de reflexiones acertadas.

    Redundando un poco en todo lo expuesto, yo me acuerdo del académico y crítico Andrés Amorós cuando decía, más o menos, que en parte su personalidad es la que es gracias a su bagaje lector, y que si le quitaran los libros leídos está claro que hoy sería una persona diferente. Es una idea que comparto.

    Es una fascinante sensación esa de leer un libro y pensar que parece haber sido escrito exclusivamente para ti.

    Abrazo, Joselu.

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    1. Totalmente de acuerdo. Hay libros que siento que dan respuesta a preguntas que me hago, a sentimientos que me invaden, a dudas, a conflictos que tengo, me abren a nuevas perspectivas que no me atrevo a hacer. Yo no sería el mismo, no me cabe duda sin lo que he leído. Se puede vivir sin leer un libro y la vida no tiene por qué ser de menos entidad, pero singularmente es diferente. Es como una quinta dimensión de la vida en la que se vive sin que nadie se dé cuenta. Personas que viven cerca de mí no son conscientes de los libros que leo, es como si vieran la punta del iceberg pero ignoraran qué hay debajo. Es algo que entendemos los que somos lectores de buena literatura.

      Por cierto, acabo de terminar La canción de Salomón de la que me hablaste y no responde al planteamiento que expusiste. Lechero (o Milkman) no toma conciencia de su realidad como negro a diferencia de su padre y no actúa en consecuencia frente a la injusticia o contra una vida de negros-blancos. Él, en realidad, ha ido a buscar el oro que una leyenda de familia situaba en una cueva y que abandonaron Pilatos y Macon Muerto. En esa vuelta descubre sus orígenes familiares pero no hay un planteamiento de que él sea más consciente socialmente de su realidad como negro. De hecho acaba con el enfrentamiento entre Lechero y Guitarra cuando se abalanza sobre él tras disparar este sobre Pilatos a la que ha matado. Se queda con la sensación de que puede volar, igual que su antepasado Salomon que tuvo veintiún hijos.

      Ha sido una novela que me ha gustado muchísimo, gracias por la alusión a ella.

      Abrazo, Paco.

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  8. Hola Joselu.
    No sabes lo que me alegro por tu disfrute de la novela de Morrison, es magnífica.

    Sobre Lechero refería que en su comportamiento siempre busca revelarse contra su padre, al que rechaza profundamente. Son personajes trabajados magistralmente por Morrison.

    En cualquier caso puede que yo me sintiese nuy cómplice con Lechero y esa complicidad desvirtúe algo la dimensión del personaje.
    Seguro que estás en lo cierto con tu análisis, al fin y al cabo has sido profesor de literatura, y me consta que muy buen profesor.

    Un abrazo.

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    1. Estoy preparando un post sobre literatura desde la perspectiva negra en Estados Unidos aunque he añadido una novela keniata de Ngũgĩ wa Thiong'o, candidato africano al Nobel. Me ha interesado mucho La canción de Salomón porque se centra exclusivamente en el mundo negro, en sus relaciones internas, en sus mitos y canciones y se prescinde abiertamente del mundo blanco que se percibe como amenazador y ajeno. Al personaje de Lechero le da un buen repaso Magdalena (llamada Lena) por su machismo y prepotencia frente a ella y Corintios a las que siempre ha despreciado. Es uno de los pasajes más intensos de la novela. No pienso que Lechero represente un polo necesariamente positivo en la novela, algo que tampoco era necesario. Y tampoco lo es Guitarra que propugna asesinar blancos como represalia indiscriminada ante los crímenes blancos. Un abrazo, Paco. Gracias por compartir.

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