"¿En qué consistía la cojera filosófica? En ver las cosas desde una perspectiva unívoca y en ese sentido cegadora para otros aspectos, llámense puntos de vista. Esta capacidad de ver-como está presente con especial fuerza en nuestra infancia. Un niño puede ver una caja de cartón como una casa o como un camión con facilidad. Al filósofo le haría falta este tipo de juventud, un ojo infantil así. Parece que con los años, especialmente si se practica la filosofía, perdemos esa mirada imaginativa".
Carmona Escalera, Carla. Ludwig Wittgenstein: La consciencia del límite (Spanish Edition) . Shackleton Books. Edición de Kindle.
Es una idea que siempre está revoloteando por mi cabeza, a la que le doy muchas vueltas. Suele decirse, no sin razón, que la mirada de los adultos ya está “contaminada” por las propias experiencias derivadas de soportar los avatares de la vida, que se mantiene a la defensiva por haber perdido la candidez e ingenuidad infantil, vamos… que ya es una mirada algo viciada. Es cierto que los adultos ponemos demasiados filtros (ideológicos, culturales, sociales) entre la realidad y la visión que obtenemos de ella, esos mismos filtros que pongo en el paréntesis y otros sesgos.
ResponderEliminarEn lo que a mí respecta, no sé si por el hecho de tener esa impresión muy presente, intento no alejarme en demasía de esa mirada infantil hacia lo que me rodea, a veces, sinceramente, me viene bien como refugio ante esta realidad sombría que solemos discernir los adultos. Tal vez por eso haga de cuando en cuando esos “post sinuosos” que me atribuyes (y que me halaga), en donde me fijo en una líbelula y escribo en un libre fluir de ideas, lo que me venga (ojo, sin ayahuasca, jeje), también por eso disfruto leyendo cuentos (lo hago a menudo para mis hijas, pero también para mí, no te creas), el otro día fui a la habitación de mis hijas y me puse a leer “Aventuras del barón de Munchhausen”… alguna aventura al azar, es un librito que alguna vez me he llevado para leerlo en esos solitarios y tranquilos paseos campestres tan inspiradores para mí, y a los que me entrego con una extraña mezcla de entusiasmo infantil y recogimiento ermitaño.
Pues sí, no solo a los filósofos les conviene atesorar esa mirada imaginativa de los niños… puede que ante esa mirada temprana la idea del mundo sea más acertada, tampoco lo sé, sin duda es más amplia y, ni que decir tiene, bastante más interesante.
Un abrazo, Joselu
NO puedo sino concordar contigo en la percepción que tienes de ti mismo. Es así como lo cuentas -por lo que te conozco-, te dejas perder imaginativamente en los recovecos del camino, es una actitud imaginativa y abierta. Me gusta. No querría hablar de mi mismo para contrastar mi visión con la tuya. No creo que sea importante, así que me centraré en otras cosas para hilvanar junto a ti un flujo de ideas...
EliminarYo viví una niñez imaginativa y en la calle desde los cuatro años expuesto a la realidad fascinante de un barrio popular de Zaragoza, junto al rio Ebro. Los padres no se preocupaban tanto de nosotros y yo iba solo desde esa edad. Había bandas, había batallas con piedras de unas bandas contra otras, había hogueras, muchos niños, y una realidad poderosa que cautivaba nuestra imaginación, no necesarimente inocua sino que a veces era muy peligrosa. Me fascinaban las conversaciones de los adultos sobre muertos, las procesiones, la vida de los oficios en las calles...
¿Qué es la vida de un niño ahora? Pantallas de ipad o móviles, juegos hiperprotegidos, una vida plana y sin peligro, sin aliciente. Si hay suerte, como en tu caso, un padre que les cuente historias o cuentos. Yo he vivido esta etapa con mi hija pequeña. Cada noche le contaba historias y leíamos cuentos durante bastantes años. Aprendíamos poemas juntos, veíamos películas juntos -hasta de Bergman-. Nada de eso se ha confirmado, ni es lectora, ni le atrae la literatura, y su concepción de la vida es estrecha o yo no la comprendo. Redes sociales, youtubers, marketing, escasa imaginación. Escribir esto me duele. Pienso que la vida moderna aboca a adolescencias y juventud sin imaginación, a vida estragadas por las imágenes desde niños.
Leo ahora la autobiografía de Elias Canetti y me doy cuenta de lo riqueza vital de la vida en otros tiempos, infinitamente mayor que en este tiempo de prodigiosas tecnologías y avances impresionantes en medicina...
Pienso que la imaginación libre es una rémora del pasado, veo el mundo actual como esencialmente plano y controlado.
Por cierto, en la imagen que he colgado, que era nueva para mí, ¿qué has visto? Tengo curiosidad por saber qué has visto y en qué orden.
Un abrazo, Paco.
Ah y se me olvidaba; cuando salgo al campo siempre tengo la sensación de que en casa se queda un adulto de 52 años… y quien abre la puerta para disfrutar al monte es un niño de 8 o 10 años, con esa sensación y talante voy por los senderos, sorprendiéndome con alguna libélula, una charca de renacuajos, o lo que me cruce.
ResponderEliminarCuídate.
Completamente cierto. No puedo decir que no estoy contaminado. Y diré más, cada vez tengo más aprehensión a lo que me rodea. Me encuentro a gusto con pocas cosas, y en la criba los agujeros que he ido cosiendo se me han hecho con los años, diminutos.
ResponderEliminarNo dejo pasar casi nada, y de ese casi, la nada, que si me importa, porque soy un nihilista.
Ya ves que mi cojera ya es de tres pares.
Pienso en las neveras vacías, al igual que en los cerebros de quien nos maneja, vacíos.
No creo en el ser humano y volveremos a repetir los errores del pasado, cambiando de envase, no de contenido.
Sexo, poder, dinero ¡qué más da el turno¡ ...anillo de Giges.
Tu tienes dos hijas adolescentes. Pienso en ellas, JOSELU.
Paco tiene dos niñas que corretean por el campo, preciosas, por cierto; pienso en ellas.
Yo tengo dos nietos y un hijo, Icaro y su mujer (Reme que vale un Perú), y no puedo menos que pensar en ellos.
Y pienso en los que hacen cola en la puerta de TdC, y no puedo menos que ponerme en su piel (la gitana, la negra, la rumana, la cobriza...)
Y pienso que soy un gilipollas porque yo vivo de puta madre y no quiero dejar de vivir como vivo ¿paradojas?, no, comodidad burguesa.
Y me gusta encerrarme con un libro y escapar, pero no que se escape mi pensamiento.
Todo, todo es mentira. Todo, incluso la mirada de pato o del conejo, porque la verdad corresponde a un objeto de creencia que hay en el mundo, y ninguno de nosotros podemos saber... (ahhh el ecepticismo) ya salió la mirada torcida y la cojera filosófica.
Pero si todo es mentira, ¿cómo explico a mis hijos que mañana ya no voy al curro en la Nissan? y que tendremos que mirar lo que compramos para llenar la nevera; y que no habrá colonias, ni esas bambas de la Nike, ni podré apuntarles a natación, donde irán todos sus amigos.
¿Eso no es mentira?
¿O hay mentiras relativas y verdades taxativas?
Me dirán , los especialistas del ramo, que lo que tenemos son interpretaciones de la realidad (ahora me remito a la peli RASHOMON de Akiro Kurosawa), es posible, y también es posible que hoy haya escrito demasiado sin decir nada, como casi siempre.
Un abrazo en este día tan igual como los demás
El otro día leía la autobiografía de su infancia de Albert Camus pasada en Argelia en medio de una gran pobreza y precariedad. Se titula El primer hombre. Su madre, de origen español, era analfabeta y poco más que para comer había. No podía jugar al fútbol porque se le desgastanan las botas que tenía. Sin embargo, la cultura y la protección de un profesor hicieron que Camus siguiera estudiando en contra de los deseos de su abuela que era la que mandaba y que quería que se pusiera trabajar para traer algo a casa. Estudiar bachillerato era un lujo que no se podían permitir.
EliminarLa pobreza y la precariedad no son nuevas, Miquel, solo hay que mirar la historia. Sin embargo, en las últimas seis décadas nuestra expectativas han subido muchísimo y no concebimos que volvamos a ella. Los hijos de inmigrantes que he tenido en clase viven muchas veces con lo mínimo y dependen de la compasión de sus amigos, familiares y la administración. Quiero decir que nuestra sociedad vuelve a esquemas de empobrecimiento acelerado de las clases medias y la pobreza de los trabajadores Creíamos habernos alejado de ello pero es evidente que tornamos a ello. ¿Culpables? No lo sé. ¿China? ¿La competencia que pugna por los más bajos salarios? ¿Una España que no ha sabido ser punta de lanza en innovación y ciencia y se ha limitado al turismo, la construcción y los servicios? No lo sé. Pero antes había más compasión social, ahora hay subvenciones sociales pero menos compasión general, los precios son prohibitivos, los impuestos altísimos. Y además la cultura antes era un ascensor social como le pasó a Camus. Ahora sobran licenciados de todo tipo. Sobran ingenieros, licenciados en derecho, economistas... Hay un superávit de titulados.
La crisis nos va a golpear a todos y lo vamos a pasar peor los que tenemos altas expectativas, los que nos creíamos a salvo de las crisis. Por otra parte, la pobreza hoy es diferente a hace ochenta o sesenta años. Entonces había clavos adónde agarrarse, había empleo mal pagado pero había.
Yo entiendo que vives esta crisis en tu papel de voluntario en los comedores sociales y tienes que ver el lado más frágil de la sociedad.
Mis hijas ya no son adolescentes. Tienen 23 y 21 años, una edad muy peligrosa porque ahora tendrán que salir al mercado de trabajo y ya vamos a ir viendo cómo está después del virus. Han vivido como reinas hasta ahora bajo el paraguas de los padres. No saben qué es la escasez. Veremos lo que podemos protegerlas de la que va a caer.
Es una historia plural, como bien dices refiriéndote a Rashomon. ¡Qué tiempo aquel en que la cultura era un signo de prestigio social!
El pato-conejo da idea de esa pluralidad. Tal vez haya de verse esta crisis bajo dos figuras -o más- diferentes. Todas las épocas del pasado han sido difíciles, pero nosotros llevábamos tranquilos desde la segunda guerra mundial o desde nuestra guerra civil. No quiero ser derrotista, habremos de adaptarnos, pero son tiempos netamente diferentes y la crisis del virus no va a ser sino una adaptación muy brusca al tiempo que va a venir. Cuando veas las cosas como pato, piensa que hay otra forma de verlas, es importante.
Un abrazo, suelta una sonrisa como cuando me he dado cuenta de que tú si habías visto al conejo. Me he carcajeado.
He visto un pato... No voy ahora a ir de interesante apuntando una imagen super original que no he visto, jaja. Por cierto, mi infancia ha sido un calco de la tuya.
ResponderEliminarAbrazos.
También hay un conejo, un lindo y sonriente conejo, PACO CASTILLO, y cada uno ve lo que ve o lo que cree ver.
ResponderEliminarUn abrazo
Jaja, así es, Miquel. Un abrazo!
EliminarEs importante el momento en que te das cuenta de que hay otra posibilidad de ver la figura. Te ha inducido a verla el comentario de Miquel. Siempre hay otra forma de ver las cosas ¿no? Quiero pensarlo. Un abrazo.
EliminarEn Las sombras se equivocaron de dueño, retrato una infancia carente de todo, pero repleta de felicidad.
ResponderEliminarA la luz de un quinqué, fui feliz, no necesitaba lo que no conocía.
Un abrazo
Tú y Pata Palo, El Mochuelo, Azucena y El Grabao fuisteis una buena pandilla. De verdad.
EliminarFui feliz, de verdad.
EliminarGracias por leerlo.
Salut
Yo, por más que he intentado imaginar otras posibilidades, solo he visto un pato, sonriente, con un mar al fondo y el sol ya bajo, por los colores, con la cabeza apoyada en una mano, quiza en el Café del Mar de Ibiza, jajaja... Hasta ahí llegué, y eso que por el texto supuse que había otras figuras posibles, pero hasta que leí lo del conejo la verdad es que no lo vi.
ResponderEliminarEl comienzo de la autobiografía de Canetti es muy bonito, como un cuento oriental, pero a medida que fui leyendo se me hizo más y más, iba a decir plomizo, pero no es una cuestión de estilo, es algo más relacionado con que dejé de creerme el personaje de si mismo que construye, y así a mitad del segundo tomo lo abandoné... Ya nos contarás qué te parece. ;)
Acabo de leer La lengua absuelta y voy a empezar a leer La antorcha al oído. He leído antes El libro de los muertos y leí hace años Auto de fe que quiero volver a leer.
EliminarEn cuanto a creerte el personaje que hay detrás, no dudo de que sea una construcción literaria. Yo he escrito sobre mi infancia y sin duda aquello resultará increíble para quien lo lea. Cuando uno recuerda lo hace reconstruyendo el personaje que ha llegado a ser. Y por lo que he leído el pedante Elias Canetti de los diez, doce o quince años me parece perfectamente verosímil dentro de una construcción literaria. De momento, me seduce. Me gustan las historias raras y esta me la creo de momento por sofisticado que sea el niño. Yo he sido profesor muchos años y esta formación intelectual de Canetti desde muy pequeño es algo que está fuera de los parámetros que he conocido, pero sin duda era un muchacho superdotado y me gusta su prepotencia y que dedicara su intelecto a la literatura. Pienso en qué hubiera pensado de mí si hubiera sido su profesor... Si hubiera encontrado al profesor joven que fui, ese profesor que cometía enormes errores pero que podía ser magnético. Luego me formé mucho más pero ya había perdido mi capacidad de empatizar con mis alumnos. Me hace pensar mucho su autobiografía.
Sí, esta bien visto que es un joven pedante, pero para mi el problema no reside ahí... es más bien el brutal egotismo del autor, que me asfixia. Es muy 'español', hay algo en él que por una parte me remite a Unamuno y por otra a Juan Ramón Jiménez. Y creo que su deseo de hacer Obra, algo que perdure, termina metiéndole plomo en las alas... pero bueno, es solo mi opinión. Aprecio y le discuto bastante sus Apuntes, quizá los dos volumenes más anotados en los márgenes que tengo entre mis libros. Un saludo, Joselu.
EliminarVeo un pato y si fuerzo alcanzo a imaginar una ballena en el mar. Me recuerda al El principito, lo que representa una boa con un elefante dentro, los adultos ven un sombrero. Supongo que a medida que el entorno empieza a fraguar nuestras creencias dejamos de ser curiosos.
ResponderEliminarQuiero creer que siempre hay otra solución a cualquier problema. No es agradable la situación actual pero no pienso en si podré tomar turrón las próximas navidades. Y si no puedo buscaré alguna manera para que nadie ni nada me las estropeé...llamadme ingenua.
Saludos
Es algo mucho más evidente, Marybel, algún comentarista ya lo ha mencionado. Es tan evidente que sorprende descubrirlo después.
EliminarA medida de que nos hacemos adultos, ya en la adolescencia, perdemos la capacidad imaginativa. Pocos la conservan. He sido profesor muchos años y pienso que la vida y el sistema educativo mata la imaginación.
Pero tienes que descubrir la segunda figura.
Saludos.
Un conejo????
EliminarSi, un lindo y precioso conejo.
ResponderEliminarMARYBEL, te explicaré un secreto. Yo la primera vez que vi el dibujo, de eso hace muchos años en la Facultad de Teología,
ni me enteré, La clase era sobre Filosofía del Lenguaje.
Por eso me he reído tanto. Me acordé del profe, tan joven y tan alejado de mis postulados.
El conejo lo verás mirando desde la derecha hacia la izquierda, las orejas son en realidad el pico del pato.
Un abrazo