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jueves, 14 de mayo de 2020
Inteligencia Artificial y la estupidez humana
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Inteligencia Artificial
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jajajaja, esta si que es buena.
ResponderEliminarChico me has cogido a contra pie. Frase para pensar porque la respuesta no puede ser ambigua.
PD: No conozco al autor. Miraré que es lo que puedo encontrar.
Salut y gracias
Llevo varios años siguiendo las noticias que hacen referencia a la Inteligencia Artificial, pero no sé si el tema es tan relevante para los lectores como lo es para mí. Hay quien ha dicho, antes del Covid, que los dos retos mayores de la humanidad son el cambio climático y la citada Inteligencia Artificial. Su progreso, en cierto sentido, agudiza la tendencia a la estupidez de la especie humana. Solo hay que ver lo que pasa con Google Maps. Antes todo el mundo sabía orientarse por mapas o sentido común, y, ahora hasta los taxistas son dirigidos por la Inteligencia Artificial de Google. Ya no sabríamos orientarnos, especialmente los jóvenes. La Inteligencia Artificial va ocupando parcelas que antes eran de nuestro dominio y estaban bajo nuestro control. Salut.
EliminarHe de darte la razón con eso del Google Maps. Lo interesante es que no lo ponen para ayudarte a llegar a destino, sino para que des el visto bueno de que te vigilan impunemente, que saben donde quieres ir, la ruta a seguir, la conversación que se tiene (nadie nos dice que se abren los micrófonos de los celulares cuando interesa), la cantidad de personas que van en el coche, lo que se gasta, en que se gasta, e incluso nuestras infidelidades son grabadas y/o filmadas, que de todo hay.
ResponderEliminarSalut
Una reflexión inapelable.
ResponderEliminarEs pertinente echar mano de esa frase que, aunque socorrida, es muy cierta; muchas herramientas (coche, internet, clonación, etc, etc) no son malas per se, el problema deriva del uso y propósito que se les da, al servicio de qué intereses está su manejo, y este tipo de consideraciones, como en el caso de la IA.
Se deduce que Yuval Noah no ve negativa la existencia de la IA, sino el hecho de que se inviertan más esfuerzos y recursos en IA que en potenciar la formación, educación y cultura integral de las personas, para que no se conviertan en meros autómatas.
Es decir; sí a la IA, y un sí mucho más contundente a potenciar la formación de las personas, su capacidad de pensar críticamente (siempre el gran reto) para su autonomía, pero la inversión en esto es inversamente proporcional a la destinada en IA. En ese sentido solo queda posicionarse con él, desde luego.
También es verdad que todas las revoluciones o cambios de paradigma sustanciales han generado enormes suspicacias, pues presentan en sus comienzos escenarios llenos de incertidumbres. La Revolución Industrial, con la fabricación automatizada y en serie, tuvo grandes detractores en sus inicios, al considerar el trabajo artesanal insustituible. Es el recelo ante lo incipiente y poco conocido, el temor ante la promesa de lo que podría venir.
Ya más cerca, la revolución o era digital (madre de la IA, y la misma que ahora estamos utilizando para comunicarnos e interactuar con nuestros blogs) provocó que se alzaran muchas voces en contra. El caso es que gracias a las tecnologías digitales (origen de la IA) se ha podido desarrollar el teletrabajo, por ejemplo, y eso ha permitido evitar millares de contagios y, lógicamente, el crecimiento exponencial de fallecidos y un hundimiento total de la economía.
En definitiva, estamos ante dos caras de una misma moneda; el ying y el yang. Se usa IA para tenernos aún más alienados y entregados a la pasividad que nos inducen estas herramientas. Lo que viene estupendo al poder y las grandes corporaciones, controlados y vigilados.
Por otra parte, está la cara opuesta, la medicina de hoy, entre otros ámbitos, se sirve de IA para gestionar información clínica muy útil en casos de oncología y personalizar terapias, trazar datos sobre tumores y otras patologías entre los médicos a nivel global para ayudar a sus pacientes.
O como se está haciendo ahora, usar la IA para crear lo antes posible una vacuna contra el Covid y poder salvar millones de vidas, entre lo países pobres y ricos, el covid no distingue.
El gps de google salvó la vida del familiar de un amigo, tuvo un accidente en la Pedriza (zona madrileña montañosa) con la bici, y tras varias horas gravemente herido barranco abajo, pudo ser localizado gracias a que dio sus coordenadas del google maps y posibilitó ser geolocalizado por los operativos de rescate. Ahora bien… también hubo accidentes fatales por seguir con el vehículo sus indicaciones. La perfección no existe.
Y miremos alrededor… resulta que ahora la gran amenaza para la Humanidad no es la IA que nos advierten tantos pensadores, sino un organismo microscópico, escondido en las entrañas de la Naturaleza, y que de robot no tiene nada, un maldito virus, así que una amenaza hipotética; la IA, nos puede ayudar a combatir una amenaza real; el coronavirus.
Al final es como decía un científico, hay máquinas de IA de una tecnología ta extraordinaria que pueden ganar al ajedrez a todo un campeón del mundo… pero son incapaces de dominar un juego tan simple como el parchís.
Cuídate, y perdona por el tocho, amigo Joselu, es un tema apasionante y además nos concierne de manera muy relevante.
Un abrazo, magnífico tu blog para hacer gimnasia mental, que me viene muy bien.
Muchas gracias por tu aportación llena de valoraciones interesantes. No es posible decir que no a la IA, es una realidad ya insoslayable. Nuestro mundo funciona gracias a ella. Todo el sistema de aeronavegación mundial, las finanzas, los sistemas de seguridad, de navegación, toda la estructura de defensa y ataque de las grandes potencias, buena parte de la medicina -cada vez más dirigida e interpretada en sus pruebas diagnósticas por la IA-, las decisiones de un número creciente de empresas para seleccionar personal, decisiones judiciales de las que depende la libertad o no de muchos presos, los fascinantes traductores que nos permiten leer periódicos extranjeros, etc, etc... Nuestro mundo está ya unido a la IA de modo irreversible y es buena está unión porque nos lanza a retos cada vez más interesantes para la humanidad, como los que también has citado. Sin embargo, su crecimiento exponencial en las próximas décadas puede crear un mundo que en buena parte esté totalmente dirigido hasta en los mínimos detalles por la IA, que, repito, está comenzando. Ya se está introduciendo en los hogares con los asistentes Alexa, Google, el de Apple... Y cada vez, apoyándonos en ella, nos convertimos en más sabios pero también en más indolentes, más pasivos. Que un instrumento como el móvil tenga abducida a la humanidad es ya algo muy significativo. El poder creciente de la IA frente a seres humanos que han avanzado muy poco desde las cavernas en su conciencia, sí en la tecnología. Nos conocemos poco a nosotros mismos, es la tesis de Yuval Harari. Y la IA puede terminar conociéndonos mucho mejor que nosotros a nosotros mismos y condicionarnos como ya ha pasado en procesos electorales, a través de propaganda masiva y teledirigida a nuestras características políticas personales. La IA sabe cómo pensamos, cuáles son nuestras pulsiones -todo es información que le damos- y que manipulada permite un acceso a nuestra conciencia demasiado elemental y sesgada. Nuestros mecanismos cerebrales son tan simples como hace cien mil años: amor, odio, ira, miedo... Un simple like como mecanismo de las redes sociales logra manipularnos y condicionarnos. Si no crecemos en nuestro nivel de conciencia, opina Yuval Harari, podemos ser pasto de nuestra propia creación que no tiene contradicciones, no tiene emociones ni sentimientos y depende de quién la dirija o programe será capaz de llevarnos y manipularnos totalmente. Ya nos aproximamos a un mundo que no tiene nada que envidiar a 1984, lo vemos en el laboratorio de China, el país que más invierte -cantidades fabulosas- con Estados Unidos en IA. Sus ciudadanos están totalmente controlados por el estado, incluso a nivel mental. La IA puede hacer que pensemos de una determinada manera, que sintamos de una determinada manera. Es muy peligrosa si no la conocemos y si no le ponemos límites. Hay que crear leyes éticas para la IA. Estamos en un terreno muy peligroso. La mente humana nunca ha sido tan susceptible de ser condicionada. Hay que pensarlo, hay que pensarlo. Y no se está haciendo. Es algo que se introduce en nuestras vidas y las va cambiando y no nos damos cuenta de adónde vamos.
EliminarUn abrazo, me gusta la gimnasia mental. Gracias por hacerme trabajar.
Será el reflejo de todas nuestras necias limitaciones.
ResponderEliminarPara ello, hemos de conocer nuestra conciencia y sus mecanismos. No podemos quedarnos en esta constatación de que somos necios o estúpidos. El peligro es terrible si no aprendemos a conocernos, a hacer gimnasia mental, a desapegarnos de la tecnología como ejercicio experimental. Yuval Harari practica meditación vipassana. Hay que conocer nuestra mente.
EliminarMe lo dices o me lo cuentas? La mayoría se aterraría. Primero hace falta valentía, y suerte para adquirirla, lo cual en sociedades blandas y. falsarias se convierte en algo difícilmente probable. Mira los resultados prácticos que nos rodean. Obras son amores. Recordemos el antiguo y vulgar refrán de tanto antaño “inculto” ya desaparecido:”no semos naide”, pero sabios naturales de puro humildes. La muerte los ampararía.
ResponderEliminarExisten muchos modos de meditación y conozco demasiados ejemplares poco recomendables que la practican. Llevo muchas décadas en esa comba y como Sto. Tomas: si no meto el dedo.....
Vamos, que ando harta de andar metiendo dedos por todas partes que la vida me ha ofrecido y no son pocas, incluida genética y ancestros, culturas y filosofías diversas. Así me reconocí nihilista .
Pues en tal caso, la Inteligencia Artificial nos desbordará y nos condicionará totalmente. Y no se equivoca ni vacila ni tiene sentimientos frente a nuestro mundo toscamente emocional. No quiero decir que la IA llegue a ser autónoma y que se rebele contra los seres humanos como plantean muchas novelas o películas como la serie Westworld. No, pero según como se plantee y según en manos de quién esté la IA dominante seremos totalmente vulnerables ante su lógica y su conocimiento de nuestro consciente e inconsciente. En el mundo hay muchos nihilistas, yo preferiría ser escéptico y aprendiz del epicureísmo. Si no creemos en nada, estamos abocados a la nada.
EliminarCiertamente nada creo, pero mientras viva en la pesadilla llamada vida juego, o experimento. Lo mismo da. Así lo siento y no me puedo quejar.
EliminarEn la mayoría las experiencias post mortem el último comportamiento de las endorfinas condicionan experiencias inefables conforme cultura e historia de los individuos. Lo he vivido gracias a la colaboración con diversos médicos norteamericanos al respecto. Es algo que resulta muy consolador para los desgraciados que permanecemos. A ese respecto he desarrollado mis propias teorías acordes con un enfoque físico/ cuántico de la experiencia vital. Luego nada solo parte de un universo con determinadas reglas. Y hay que ser muy atrevid@ para asumir que sólo somos sombras de un supuesto material bastante vacuo según investigaciones que respeto y que se hallan en continuo proceso de evolución en un universo matricial.
Entonces seré afortunada de poder deambular voluntariamente y fidedignamente por ambos mundos (emocional y mental) pagando un alto precio: el del ser y sus esperanzas; para asumir que no soy cuando el ser resulta tan injusto como aleatorio. No se si me explico bien.
Las masas siempre resultan maleables, comodonas y mayoritarias. En mayorías las minorías resultan eliminadas . Eso ya viene de antiguo basta con analizar historia y psicologías diversas. Lo mejor es desapegarse voluntariamente de emociones, (con el consiguiente peligro de convertirse en un monstruo) antes de lo que la oleada histórica imperante obligue... y eso no se publica, se trata de un instintivo universalmente humano a través de la historia que algunas religiones, filosofías y políticas han aprovechado para alimentar con mitos a las masas (rebaños entre los cuales algunos POBRES REBELDES se ocultan a sabiendas para intentar sobrevivir)
ResponderEliminarNo sé si es posible desapegarse de las emociones. en mi caso me es imposible, creo que vivimos un mundo esencialmente emocional. No somos como Mr. Spock de Star Trek. ¡Qué felicidad si esto pudiera ser posible porque las emociones nos hacen sufrir esencialmente! Los autistas viven un mundo que parece desligado de nuestras emociones. No se emocionan ante cosas que al resto nos conmueven. En cuanto a ser rebeldes dentro del rebaño -no sé si te refieres a ti- yo me considero parte de ese rebaño mayoritario en que las actitudes individuales se diluyen como parte de la masa. Si el noventa por ciento es gris y masa, poco puede influir que un diez por ciento sea azul y rebelde, si acaso teñirá levemente la grisura. Si en algo estamos de acuerdo es que no hay salida, solo la resistencia individual que sirve a nuestra conciencia -y no es poco-.
EliminarEntiendo a Yuval, pero su frase aislada de contexto, me parece un punto oportunista. Inteligencia Artificial frente a Estupidez Natural.
ResponderEliminarSería mejor hacer una comparativa entre inteligencias o estupideces. Entonces lo veríamos diferente.
Inteligencia Artificial contra Inteligencia Natural; eso por un lado y
Estupidez Artificial contra Estupidez Natural por el otro.
Al fin y al cabo, no conviene olvidar que la IA, depende totalmente de la
la IN e incluso de que IN la deje operar, la alimente de energía, o la modifique la lógica.
Pero si que es cierto que la estupidez natural, no tiene remedio ni dejando de alimentarla.
Te dejo el contexto en que aparece la cita de Yuval Noah Harari
EliminarDesde luego, no es del todo imposible que la IA desarrolle sentimientos propios. Todavía no sabemos bastante de la conciencia para estar seguros de ello. En general, hay tres opciones que es necesario considerar: 1. La conciencia está relacionada de algún modo con la bioquímica orgánica, de tal manera que nunca será posible crear la conciencia en sistemas no orgánicos. 2. La conciencia no está relacionada con la bioquímica orgánica, pero sí con la inteligencia, de tal manera que los ordenadores podrían desarrollar conciencia y los ordenadores tendrán que hacerlo si deben superar un determinado umbral de inteligencia. 3. No existen conexiones esenciales entre la conciencia y la bioquímica orgánica o la inteligencia superior. Por tanto, los ordenadores podrían desarrollar conciencia, pero no necesariamente; podrían llegar a ser superinteligentes al tiempo que siguieran sin tener conciencia. En nuestro estado actual de conocimiento, no podemos descartar ninguna de estas alternativas. Pero precisamente porque sabemos tan pocas cosas de la conciencia, parece improbable que seamos capaces de programar muy pronto ordenadores conscientes. De ahí que a pesar del inmenso poder de la inteligencia artificial, por ahora su uso continuará dependiendo en cierta medida de la conciencia humana. El peligro es que, si invertimos demasiado en desarrollar la IA y demasiado poco en desarrollar la conciencia humana, la inteligencia artificial muy sofisticada de los ordenadores solo servirá para fortalecer la estupidez natural de los humanos. Es improbable que nos enfrentemos a una rebelión de robots en las décadas venideras, pero podríamos tener que habérnoslas con multitud de bots que saben cómo pulsar nuestros botones emocionales mejor que nuestra madre, y utilizar esta asombrosa capacidad para intentar vendernos cosas, ya sea un automóvil, a un político o una ideología completa. Los bots podrían identificar nuestros temores, odios y antojos más profundos, y utilizar esta ventaja contra nosotros. Ya se nos ha dado una muestra de esto en elecciones y referéndums en todo el mundo, cuando los piratas informáticos han descubierto cómo manipular a los votantes individuales analizando los datos sobre ellos y explotando sus prejuicios.[
Harari, Yuval Noah. 21 lecciones para el siglo XXI (Spanish Edition) . Penguin Random House Grupo Editorial España. Edición de Kindle.