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viernes, 15 de mayo de 2020
El privilegio del lenguaje
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Recuerdo a un Dr de Antropología Filosófica que nos decía : ¡digo lo que quiero decir¡.
ResponderEliminarViene a cuento porque si de una cosa peca Heidegger es precisamente de un lenguaje encriptado (eso no lo digo yo, lo decía Mario Bunge), y he de darle la razón.
Cuando se habla del Problema del Ser he de recomendar encarecidamente a Gabriel Marcel. Dice lo mismo que Heidegger, lo mismo, sólo que sin crucigramas. De hecho, casi todo lo escrito por G.M lleva un nombre muy específico : Aproximación al problema del Ser; Metafísica del Ser.
En ocasiones me parece que Heidegger, al mezclar el ser con el tiempo necesita explicar gramaticalmente y etimologicamente lo que es el "ser", y es allí donde se produce un entramado en el que a veces es complejo de salir.
Si te das cuenta, en su Introducción a la Metafísica (Heidegger) comienza: ¿Porqué es el ente y no más bien la nada?. Solo esta entrada merece otro libro aparte, porque el tipo de lenguaje que emplea, en vez de ser razonablemente modulado, es complejo y pone cotas muy altas incluso para el que está medianamente preparado.
Prefiero, (ya sabes que contra gustos no hay disputas) insisto, a Gabriel Marcel (siendo los dos filósofos metafísicos, que es donde yo me encuentro a gusto) para hablar de la metafísica, la ontología o, simplemente, del problema del ser. Quizá Heidegger se me hace muy complejo. Es lo más probable.
Un abrazo
salut
Yo desde luego no me he atrevido con Heidegger directamente aunque un amigo profesor de filosofía me anima a leer Ser y Tiempo con la ayuda de un comentarista filosófico que lo hace mucho más accesible. He leído sobre Heidegger en la voz de Georges Steiner que tiene un ensayo sobre él. La idea de relacionar Ser y Tiempo de un modo tan absoluto y absorbente me fascina, pero no lo entiendo demasiado, vaya por delante.
EliminarEn cuanto a la cita de hoy, pienso, es muy clara y no ofrece mayores complejidades. Simplemente constata que nuestro acceso al problema de Ser lo hacemos los seres humanos a través del lenguaje. El lenguaje es lo que nos diferencia de otras clases de animales y su misterio es tan impenetrable que no hay todavía ninguna explicación que nos acerque a resolverlo. ¿Por qué solo los seres humanos tienen la capacidad del lenguaje? Noam Chomsky lanzó su célebre interpretación innatista en que venía a decir que genéticamente estamos programados para el lenguaje, pero hasta ahora no se ha descubierto absolutamente nada que respalde científicamente esta idea que arrasó en los departamentos de lingüística de todo el mundo durante un largo periodo de tiempo en que Chomsky se comparó con Platón. Hoy no hay nada que confirme su apriorismo. Pero los seres humanos podemos pensar el Ser solamente mediante el mecanismo del lenguaje, algo que es fascinante. Nuestro perro más querido nunca podrá elaborar el concepto de yo, por ejemplo. El ser humano sí porque tiene el lenguaje.
No he leído a Gabriel Marcel aunque ganas no me faltan. Tu referencia me lo hace desear más cercanamente.
Veo que he tocado un tema que dominas y que sientes próximo por tu pasión por la filosofía. A ver si un día me decido por Ser y Tiempo.
Salut, un abrazo.
Encontrar libros de Marcel es complejo, están agotados, descatalogados y no todas las biblios los poseen. Podrás en contrarlos en la biblio de la F de Teología (Diputacón / Enrique Granados).
ResponderEliminarte paso un enlace para tu libro electrónico, creo que esta introducción muy bien elaborada, y nada compleja, te será apetitosa.
salut, JOSELU
http://www.mounier.es/cuadernos/Marcel.pdf
Me he descargado el enlace y le he echado un primer vistazo al índice y he ido al capítulo en que se habla de que el amor trasciende a la muerte. Sabía que Gabriel Marcel era católico pero en un tiempo como el nuestro de flagrante ateísmo y materialismo, me ha sorprendido gratamente que para tí sea un pensador de referencia. En realidad no te conozco demasiado, hace poco que tenemos contacto a través del blog, y no sé por qué no te hacía creyente, lo digo porque es raro que alguien no creyente lea a un autor católico y espiritualista. Yo he leído maravillado a Simone Weil y pienso que cualquier espíritu abierto puede encontrar apasionante su pensamiento sobre la Gracia y la realidad humana abierta a la espiritualidad. Yo no sé cuál es mi terreno. Por un lado leo a humanistas que piensan que toda nuestra vida psíquica y espiritual solo son mecanismos del cerebro y que en cuanto este muere, se acaba todo. Por otro, leo a mujeres como Weil y otra increíble que es Elizabeth Kübler-Ross que ve en la muerte el acceso a una suerte de trascendencia. En algún momento, le daré un vistazo al pdf que me has enviado. Muchas gracias. Salut.
EliminarQuizá el que esté inmerso desde hace catorce años con la Orden de Teresas de Calcuta en Barcelona haya hecho su esquirla, Joselu. Quizá el que haya hecho teología y me haya enfrascado dentro de Mounier, Chardin y Marcel haya logrado otra mella. Quizá la influencia de Ignaci Boada, o de Torralba, o de Matabosch, o de Via Taltavull dentro del ambiente donde siempre me he movido, hayan ido dando golpes de bastoncillo al clavo y este haya profundizado. Lo que si tengo claro, es que negar las cosas por el mero resultado de creer que lo que pienso es acertado, es un error. Nunca diría que soy A-Theos (NO-Dios), el mismo giro de la negación afirma que hay uno, sino ese, otro. Lo dejaremos en que soy un curioso que ha leído a Mircea Eliade y le fascina la relación entre el hombre y la Trascendencia. (Esto ha quedao bordao).
EliminarNos conocemos hace poco, pero fíjate que parece como si nos relacionáramos desde hace años.
Un abrazo y un placer.
salut
Leí a Teilhard de Chardin apasionadamente a mis 18 años, creo que fue una conmoción difícilmente explicable si no fuera porque provenía de un cristianismo tradicional y opresivo. Su cristogénesis me abrió un mundo que yo desconocía. Sin embargo, la culpa del cristianismo fue siempre una herida abierta en mi relación con aquel señor hasta que al final opté por dejarlo estar y abandonar la dimensión religiosa después de haber leído también a Mounier en los libros de ZYX, creo que se llamaba la editorial, ser seguidor de las revistas de la HOAC y haberme quedado boquiabierto por las ideas de Thomas Merton y su concepción paulina. Me alejé de aquello para mi salud mental. No puedo aceptar racionalmente que un judío que vivió en Galilea hace dos mil años sea un ser divino. No me lo puedo creer, además de ser consciente de que fue Pablo de Tarso quien diseñó el cristianismo que conocemos. Eso no significa que no hay hecho un amago de oración en alguna capilla románica, pero es la oración del que no cree. Tampoco me defino como ateo. La idea de agnóstico me es más próxima. También he leído a Mircea Eliade, una vez pasé tres meses en Indonesia leyendo Mito y realidad, era el único libro que llevaba en el viaje. Y sí, ciertamente, es un placer departir contigo, con vosotros. Un abrazo. Salut.
EliminarLeyendo esta acertada reflexión de Heidegger, me viene a la cabeza esa desconcertante dualidad que encuentro en lenguaje; es una herramienta que nos libera y a la par nos limita. Nos libera en el sentido de poder comunicarnos con nuestros semejantes, abrirnos al resto y hacer crecer nuestra idea de todo aquello que nos concierne. Es una herramienta que también nos limita, pues es insuficiente para entender la complejidad de Todo… o, paradójicamente, la Nada, para algunos el Todo es la Nada, cuestiones de semánticas diferentes para situarnos en el mismo lugar de partida, cosas del lenguaje.
ResponderEliminarCuando comentamos estas cuestiones me gusta recomendar un ensayo muy interesante; Guerra y Lenguaje, de Adan Kovacsics, repasa, entre otras cosas, la instrumentalización del lenguaje en la época de la Gran Guerra, como el Imperio Austro-húngaro creó un Cuartel de prensa, en donde colaboraron algunos escritores importantes, por ejemplo Zweig, para orquestar un discurso (lenguaje) persuasivo y movilizar a los ciudadanos ante la causa de la Guerra y la defensa del Imperio, la postura contraria de W. Benjamin y K. Krauss, su crítica a esto, fue el silencio… enmudecer, no utilizar el lenguaje ante periodistas, medios, etc, simplemente el silencio… ahí lo dejo.
A mí me gustaría tener la capacidad de Augusto Monterroso, pero como no tengo su inteligencia y muchísimo menos su talento, necesito doscientas palabras para contar lo mismo que él con veinte, resultando él mucho más revelador… y además lo hace con un humor brillante, Monterroso es una rara genialidad en lenguaje.
Ahora estamos inmersos en lenguaje científico para enmarcar la situación que nos amenaza, y después volverá el imperativo del lenguaje económico ante el drástico escenario que tenemos ya, está claro que lenguaje también habrá de transformarse ante una realidad que nos supera, ante esta realidad incipiente que nos espera y para la que el lenguaje no puede ofrecer todas las claves deseables.
Apunto la recomendación de nuestro amigo, Miquel.
Un abrazo, Joselu.
¡Qué callado se tuvo Stephan Zweig su participación en un gabinete de propaganda en su obra El mundo de ayer en que aparecía como un pacifista nato! Y sí, es cierto, el lenguaje verbal es una capacidad humana fascinante que nos ha permitido alcanzar hitos prodigiosos desde que salimos de las cavernas hasta llegar a la IA. El lenguaje permite el amor, y la literatura del amor cortés, ha creado toda la literatura, ha dado forma a los sentimientos expresándolos. Sin embargo, como bien dices, el lenguaje es una limitación porque es susceptible -y lo es casi siempre- de manipulaciones, de falseamientos, de trampas verbales que inducen al odio, a la creación de conceptos en forma de palabras realmente criminales. El lenguaje divide a los seres humanos. No hay mentira que no pueda ser expresada a través del lenguaje, no hay sentimiento de odio que no pueda ser proyectado por el lenguaje. Traigo aquí el caso de unos de los criminales de guerra serbios, Radovan Karadjic, que fue psiquiatra y poeta durante unos años. Poeta y criminal de guerra. ¡Qué extraño maridaje parece! Pero no lo es tanto. La poesía ha alentado terribles masacres en formas de nacionalismos radicales, ha exaltado el corazón de las gentes para lanzarlas a asesinar a los otros.
EliminarEl lenguaje es peligroso y une tanto como desune. Es capaz de expresar conceptos que unen a los seres humanos o que los enfrenta a muerte. La división en clases, razas, culturas, castas, en que unas están arriba y otras abajo es obra del lenguaje. No hay idea por criminal que sea que no sea producto del lenguaje. Sin duda los seres humanos a veces hemos intuido que el silencio, el que adoptaron Adorno y Benjamin es lo más humano y digno. Ahora empiezo la lectura de un libro de Walter Benjamín.
El lenguaje nos hace humanos y nos convierte en santos y en criminales.
Un gran abrazo dialéctico, Paco.
Me apunto, con tu permiso, PACO CASTILLO, el autor.
ResponderEliminarUn abrazo a los dos
Cuidaros
Aún conservo los libros de Heidegger y de Steiner de finales de los 60.
ResponderEliminarCada etapa de la vida nos proporciona distinta emoción al releerlos.
Está claro que has llevado una vida intelectual muy intensa desde hace décadas. Hubiera sido interesante conocerte en los año sesenta, tenías que ser rompedora.
EliminarY por cierto conocí personalmente a Kubbler Ross ya fallecida, creo, y al con razón denostado Moody.
ResponderEliminarFallecida en 2004 exactamente, tras una vida apasionante, aunque algo crédula respecto al mundo de los espíritus. De Moody solo sé que publicó el libro Vida después de la vida, pero no lo he leído. No sé por qué es denostado, se me escapa.
EliminarHagamos, pues, uso práctico del lenguaje mientras este me ampare. También podría utilizarlo para descubrir sociedades rosacruces secretas norteamericanas y para intentar explicar la abstracción actual de la astrología e igualmente abstractas interpretaciones, o sobre mis viajes culturales, mi decisiva educación e influencia británica así como de mis terribles errores? De tanta vanidad el nihilismo libera.
ResponderEliminar“ polvo somos y en ello nos hemos de convertir “. Más clarito imposible, eso sí terriblemente impopular, pero como así nadie pegaría un palo al agua había que decorar una figura imaginaria con una cabeza de cartón de atractivos ropajes.
Lo cierto es que mientras la materia nos anime debidamente la curiosidad estará servida, de lo contrario estaríamos muertos en tiempo de acción. He ahí una de las muchas contradicciones de la sociedad comodona que nuestra miopía congénita ha desarrollado y servidora como un@ de tant@s.
La sociedad es comodona, es cierto, pero casi es preferible a cuando ha sido épica y guerrera: los mayores desastres han sucedido cuando las sociedades han dejado de ser comodonas.
EliminarEn cuanto al nihilismo como liberador de la vanidad y que conecta con el aforismo bíblico de "polvo somos y en ello nos hemos de convertir" es irrebatible. Pero hemos de vivir y vestir la cabeza de cartón con atractivos ropajes. Si fuéramos conscientes desde siempre de nuestra dimensión auténtica -finita- viviríamos tal vez de otra manera. En el budismo zen me enseñaron que habíamos de considerarnos ya como un cadáver dentro del ataúd como forma de ver la vida. Éramos una mezcla de pieles y huesos. Esto que podría ser macabro me gustaba pensarlo, era un modo de ver las cosas en su transcurso, sin juzgar, solo observando, si estamos muertos, ya todo carece de importancia.
Indudablemente el budismo zen resulta de lo más atractivo y hace décadas me habría identificado mucho con su filosofía, pero el factor terrenal me definió sin elección posible como culturalmente occidental y físicamente como hembra mediterránea. Reivindicativa y prudentemente feminista, responsable de la saga familiar rural femenina tal y como mandaban los cánones de mi sojuzgado genero.
ResponderEliminarAsí en virtud de la sacralidad de una materia procedente de extremos muy opuestos pero bien nacida no me quedaba otra que ser agradecida y jugar mis cartas en la ruleta de la vida lo más certeramente posible. Aún así no dejaría de errar. Claramente abocada a un nihilismo que me aterraba durante la juventud y me consolaría durante la fragilidad de la vejez para seguir amortizando la vitalidad que me reste.
Recuerdo las décadas de los 60 y 70 como muy productivas pero crueles y sojuzgadas por motivos sociológicos de diversa índole. Los “felices ochenta” los recuerdo como la típica patochada cutre nacional y no como ahora pretenden vendernos, andaba inmersa en mi papel didáctico-maternal a tope con las vistas puestas en una futura diáspora familiar, ya consumada. Tengo nietos adolescentes alemanes.
Ahora resulta una verdadera fortuna haber alcanzado con salud la edad avanzada, si señor. Las bazas se jugaron en su momento apropiado, y el descanso eterno o no, lo mismo da, resulta un verdadero placer. Le toca a las siguientes generaciones seguir cometiendo los mismos errores, eso siempre, bajo distinto manto.
Estoy llevando a cabo contar la vida de una mujer de alta clase social que tiene ochenta y seis años. Desde su nacimiento en la república hasta ahora. Repasar los ángulos de una vida es un ejercicio apasionante. Llevo más de año y medio intentando construir un relato -pactado: no se puede decir toda la verdad- de su historia llena de luces y de sombras. Atreverse a contar la propia vida es un ejercicio prodigioso para el que la cuenta y para el que escucha.
EliminarSuerte con la aventura. Resultaría complicado para cualquiera porque la química y/o subjetividad de cualquier contenido físico impide el acceso veraz del objeto observado.
ResponderEliminarMi contenido fue autoescribiéndose desde que apareció la conciencia de la soledad de una pobre unigénita cercada por las incoherencias de los adultos de su época Resulta tremendo analizar esa forma de presente continuo emocional desde la más tierna infancia con una perspectiva ancestral. De modo que si, por el motivo que fuera hubiera sido programada para la autoexigencia, ineludiblemente aplicaría al exterior su proyección, y provocaría unas ineludibles consecuencias conforme a. ley universal.