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lunes, 23 de marzo de 2020

Desde Cataluña un mensaje de afecto a los madrileños


Mi mujer y yo teníamos con frecuencia la costumbre de bajar sobre las ocho de la noche a tomarnos un vino turbio con las almendras como tapa que nos daban. En el bar gallego pasábamos tres cuartos de hora charlando. Nos contábamos cómo nos había ido el día. Era un rito que nos encantaba y el camarero cuando nos veía entrar, rápidamente sacaba la botella de vino turbio y lo echaba en nuestras copas con alegría.

¡Qué lejos queda esto! –pienso-. Lo que era normal y hasta repetitivo en nuestra vida social ha dejado de existir. ¡Cuándo volveremos a salir con los amigos a cenar, a tomar unos pinchos, unas copas…? Esas rutinas que ahora nos parecen inimaginables cuando vemos todos los bares cerrados, todos los comercios cerrados, salvo las tiendas de alimentación en horario restringido y a las que entramos de uno en uno, o a lo máximo de dos en dos.

Mis sueños también se contagian de inquietud y esta madrugada me he despertado muy agitado con lúgubres pensamientos. Para alejarlos he leído unas páginas de la novela La habitación de los susurros de Dean Koontz, algo ligero para sobrellevar días de fuerte carga emocional.

En casa, el encierro continúa. Nos juntamos en las comidas que procuramos que sean apetitosas y variadas para paliar la inquietud. Luego mis hijas colorean láminas que descargan de internet o hacen puzles o ven series actuales o antiguas o hacen gimnasia con algún vídeo de Youtube. 

Alguna vez me conecto por Skype con algún amigo o amiga, leo, reviso las publicaciones de los blogs o periódicos internacionales americanos, ingleses o italianos. El mundo entero gira en torno a una palabra maldita. Es el título de mi diario estacional, el de primavera al que he llamado Diario del Coronavirus. Sueño con que pase el tiempo y de pronto estemos ya en junio y yo comience el diario de verano, espero que en otras circunstancias.

Una buena noticia es que en Italia por primera vez ha descendido el número de fallecidos. Quizás hayan llegado ya al pico del que estamos lejos todavía en España.

Desde Cataluña, un inmenso calor y afecto a los madrileños que están en el epicentro de la pandemia. Pensaré en vosotros cuando aplauda esta noche. 

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