La crisis actual –inesperada, como un hachazo (hace diez días era todavía impensable)- es un buen gabinete de observación de nosotros mismos y del género humano. Hay muchos blogs que reflexionan sobre lo que está pasando. Los que más me repelen son los que miran con desdén a la gente y desde su altivez miran a la humanidad con espíritu de superioridad. Pienso que cada uno hace lo que puede, unos son listos y otros lo son menos, unos leen y otros no leen, unos aplauden por las noches y otros lo miran como signo del gregarismo. En todo caso, todos estamos enfrentados a una situación desconocida y de perspectivas inciertas pues no sabemos cuándo acabará la cuarentena. No parece que sea dentro de dos semanas. El virus es planetario y no nos hemos inmunizado. Aunque nosotros superáramos el tiempo de aislamiento y disminuyeran los contagios, siempre estaremos expuestos a que vengan turistas, visitantes o inmigrantes, que puedan reavivar la crisis. Pensemos que en el hemisferio sur es todavía verano, se piensa que el pico será cuando allí sea invierno.
Estamos en una balsa la humanidad, todos estamos relacionados y conectados. ¿Cuánto tiempo habremos de vivir con fronteras cerradas? ¿Acaso el virus no ha conseguido lo que los populistas propugnaron como defensa de nuestras sociedades? España recibe cada año a decenas y decenas de millones de turistas, y eso se ha venido abajo. Asimismo, desdichados africanos intentan cruzar el Mediterráneo en busca del Dorado europeo. ¿Qué pasará? Nuestras fronteras están cerradas como la de todos los países de Europa y de la mayoría del mundo. Y nosotros vivimos confinados en nuestros hogares –los que pueden, claro-.
Hoy he salido a comprar y las calles están vacías, varios de los que me he encontrado llevan mascarilla, en las tiendas hay que hacer cola para entrar, todo se ha detenido, empezando por la economía. Tememos que a mi hija pequeña le echen de dependienta de Inditex, las empresas harán regulación de empleo y sueldo y muchos irán al paro que no sé si se podrá pagar.
Es el problema más complejo a los que nos hemos enfrentado desde el final de la Segunda Guerra Mundial porque es una catástrofe planetaria de la que no saldremos indemnes. Nadie lo saldrá. Pienso que todo cambiará a partir de ahora.
Hay quien relaciona esta crisis vírica –lo he leído en The Guardian- con la depredación que realizamos con la naturaleza, la destrucción de ecosistemas donde se esconden virus que salen de la profundidad de la jungla arrasada en organismos de animales que expanden virus letales para los humanos, sean monos, murciélagos u otras especies. ¿Acaso no está en la destrucción de la naturaleza la causa de esto? Nadie dijo que Gaia no fuera a reaccionar. ¿La destrucción ecológica no está en la base de esto? Tendremos que pensar en ello. Me miro y observo a los vecinos, a los seres humanos y los veo estupefactos, atónitos. Todavía no acabamos de creernos esto.