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miércoles, 3 de abril de 2019

El Jarama y Rafael Sánchez Ferlosio



Ha muerto Rafael Sánchez Ferlosio, uno de mis autores más estimados y que más admiro, a pesar de él mismo y su evolución. Pocas novelas me han conmovido tanto como El Jarama (1955) que he leído en tres ocasiones y no descarto volver a leer. Para mí, además de ser un exponente de la narrativa neorrealista en que una serie de personajes tejen diálogos carentes de interés, cotidianos, representativos de su cultura y clase social en un día pasado en las orillas del río Jarama, es una novela que califico de obra maestra. Algún crítico ha llamado a esta escuela, “de la berza” por narrar la inanidad de un día de fin de semana y las palabras registradas a modo de magnetófono de unos muchachos a los que no sucede nada en especial. Los diálogos por lo que he leído fueron tejidos por los recuerdos de la mili de Rafael Sánchez Ferlosio en que los reclutas y soldados conversan en intercambios repletos de lugares comunes. Sin embargo, al final pasa algo que cambia totalmente el sentido del día, pero lo más relevante para mí y lo que me fascina son las escenas en el garito donde suenan aires flamencos, y algunos protagonistas, que no se han enterado de lo que ha pasado en el río, bailan sobre la mesa, totalmente poseídos por el efecto de la grifa y la narración se convierte en un ejemplo de realismo mágico paralelamente a una luna llena enorme y roja que se eleva sobre el horizonte. Realmente mágico y misterioso. 

Esta novela fue elegida para selectividad en el antiguo COU y fue un fracaso estrepitoso. Mis alumnos se rebelaron y mostraron su aversión por una novela tan aparentemente inane como esta, en que parecía no pasar nada. Por más que yo me esforcé en intentarles convencer que en la novela se pasa del neorrealismo al realismo mágico, algo que no he visto nunca comentado por ningún crítico, fue inútil. 

Pero Ferlosio rechazó esta novela como infame y renunció a ella. Y está claro que renunció al estilo de la misma, leído treinta años después El testimonio de Yarfoz que ambientado en un mundo ucrónico a mí me dejó totalmente descolocado y no me llegué a sentir cómodo dentro de la narración. Las historias fantásticas en mundos totalmente alejados de la cotidianidad me gustan cuando me las cuenta Tolkien o Ursula K. Leguin, pero ese español exquisito, ya totalmente transformado por un trabajo de estilo tendente al barroco y la hipotaxis, me resultó todo lo contrario que El Jarama, carente de interés. Pero muchos críticos alabaron como una obra singular y distinguida esta novela de proyectos hidráulicos que poco tenía que ver con la realidad histórica. 

Leo mucho después su Campo de retamas donde aparecen sus famosos pecios, artefactos reflexivos, articulados mediante largas frases subordinadas que ostentan un uso preciosista y oscuro del lenguaje. Lo he intentado leer en dos ocasiones y lo he dejado. Reconozco que hay un trabajo reflexivo a contracorriente, basado en una cosmovisión realmente original y única –Ferlosio es único, es cierto-. Pero sus pecios, una vez traspasado el ejercicio de estilo oscuro y enrevesado, no me parecen más que expresión de manías personales sobre la cultura, el poder, los lugares comunes, la españolidad, etc. Algo así como si alguien se dedica a elaborar un pensamiento complicado e ingenioso para expresar algo que se puede decir de un modo mucho más sencillo. Muchos me parecen ya anticuados respecto a nuestra realidad. Me divierte su anarquismo militante respecto al poder y su crítica acerada a los valores castizos de lo español, sus puntos de vista singulares sobre la literatura y algunos autores. Admiro el personaje que está detrás, ese hombre de gesto adusto, que parece que a nivel personal era encantador, su elaboración reflexiva hecha a cincel mediante el estilo, depurado de cualquier tono popular o tópico. Lo interesante, en tal caso, es el ejercicio estilístico debelador de los lugares comunes y la topicidad mediante un ejercicio de minería oscuro y brillante que extrae del lenguaje sus tensiones subterráneas. Lo entiendo, pero me aburre. Ahora soy yo quien se aburre con sus pecios. Hay alguno que me hace gracia, tras la traslación de un estilo fusco a una revelación más explícita, pero la mayor parte de las veces lo que encuentro detrás me produce la impresión ¿y todo era esto? Está claro que lo esencial de este autor no son tanto las ideas, muy particulares eso sí, sino el tratamiento estilístico que las construye. 

No obstante, mi admiración por él es inequívoca. Me atrae su personaje de carácter sombrío y malhumorado, oscuro y a contracorriente. Creo que era el personaje lo que más me gustaba, siento profundamente su ausencia, pero yo volveré a leer El Jarama las veces que me dé la gana. Parece que su historia literaria está hecha contra esta obra de la que no quería ni hablar, como si no fuera suya. 

8 comentarios :

  1. Hace mucho tiempo que leí El Jarama y recuerdo que me gustó. Siempre me he fijado más en cómo me cuentan las cosas que en lo que me cuentan en sí, así que supongo que me enganchó el estilo de Ferlosio. Es una pena que reniegue de su obra, me parece antinatural, como renegar de un hijo, pero, ¡ah, los artistas y sus filias o fobias!
    Es lo único que he leído de él, así que no puedo opinar de todo lo demás que dices, solo tengo que añadir que el mundo perdió un comentarista literario de primera. Eres muy concienzudo y profundo en tus percepciones/opiniones sobre literatura, ¡me encanta leerlas y dejarme guiar por ellas!
    ¡Pues nada, un buen momento para revisar la obra!
    Abrazos.

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    1. Tengo leído un sesenta por ciento de Campo de retamas. Es una sensación dual la que siento hacia este libro de pecios. Por un lado me siento atraído, pero por otro me cansa su densidad y oscuridad. No dudo que volveré a él de una forma u otra. Hay libros que se me atraviesan y que rechazo definitivamente, pero hay otros a los que me siento ligado y no quiero abandonar. Este es uno de ellos. En cuanto a El Jarama, ya he manifestado mi completa fascinación hacia esta novela y me alegro de que a ti también te gustara. Fue premio Nadal un año antes de que naciera yo, así que en alguna manera es representativo de aquel momento de la España de la dictadura en que las cosas eran así de inanes. Probablemente, hay una velada crítica hacia el franquismo en la vaciedad de los diálogos, en la falta de densidad de las conversaciones llenas de lugares comunes y tópicos, frases hechas... Solo la grifa (el hachís) hace vibrar con aires flamencos el día que se ilumina en el terreno de la imaginación. Para mí es una novela espléndida, aunque el recurso de la concentración temporal en un solo día era muy común en la época, así como la muerte de uno de los protagonistas también. Hay una película preciosa de 1960 de Dino Risi que se llama "Il sorpasso" o "La escapada" con Vittorio Gassman y Jean Louis Trigtignant que tiene en alguna manera parecido planteamiento. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.

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  2. No he leído a Sánchez Ferlosio; en mi olimpo particular reinan sobre el S.XX Azorín, dios de la contención, Juan Ramón, dios de la poesía y la vida entregada a lo sublime y Rafael Sánchez Mazas, del que una vez escribí que se le caía de las manos la literatura igual que a los fumadores se nos caía la ceniza. Y en la imagen que yo tengo, Rafael Sánchez Mazas reina displicente sobre una familia que lo negó en todo menos en el copyright de sus libros, que yo conservo, y donde pone a secas "© Liliana Ferlosio".
    Qué apasionadamente miro la literatura, con qué tremenda parcialidad! Lo sé, y lo triste es lo que nos condicionan las elecciones que hicimos creyendo que nos harían libres. Tú te hiciste profesor y eso te llevó tal vez al respeto exquisito que sientes hacia todo; yo me alejé de ese ámbito y por ello lo idealizo y me niego a convivir con lo real.
    La verdad es que nunca he podido comprender que los hijos de Sánchez Mazas no hayan reivindicado Los Sonetos de un Verano Antiguo, La Vida Nueva de Pedrito de Andía y Rosa Krüger, que han teñido de belleza las horas que les he dedicado en mi vida, muchas. Qué duda cabe, quisieron vivir más allá de la sombra de su padre y tal vez les resultó imposible. Su padre brilló a tal altura en lo "normal" que tal vez pensaron que lo superarían en lo excéntrico.

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    1. Disparas con dinamita hacia el excéntrico escritor, pero me gusta. No he leído a Sánchez Mazas, pero lo voy a hacer. Desconocía este olimpo tuyo en lo relativo a Sánchez Mazas, sí sabía tu pasión por Azorín y Juan Ramón. Más de una vez observé el silencio de Ferlosio respecto a su padre pero no me pregunté en exceso hacia ello, supuse que eran diferencias políticas que los llevaron a campos claramente antitéticos. Pero, como dices, la sombra del padre es alargada. En este país se hacen lecturas claramente políticas que se proyectan como juicios hacia la calidad de los escritores. Antonio Machado, el poeta del pueblo. Esa es la causa del ochenta por ciento de su prestigio, su casual elección política por la república. Si hubiera estado en el otro bando, su éxito, como el de su hermano, hubiera sido infinitamente menor. Sánchez Mazas era falangista y eso supone que se le niegue, que se lo oculte, que se lo tache de los grandes escritores. Hay una lectura política de toda la literatura y tu opinión es bien explícita sobre ello.

      Tú eres un lector parcial y selectivo, tal vez es esa la verdadera dimensión de la literatura. Yo leo en todas las direcciones, pero sin un centro vertebrador. Me interesan muchas parcelas de la literatura. Te envidio. A veces he leído sería suficiente estar en un museo veinte años y mirando un solo cuadro y supondría una dimensión mucho más profunda que ver mucho y no penetrar en nada.

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  3. Hay un libro de Ferlosio, 'Alfanhuí' que es una maravilla. Lo disfruté tanto que decidí leerlo en una radio libre que teníamos en los ochenta. Cada tarde leía un capítulo. Fue una experiencia muy satisfactoria y hubo oyentes que lo gozaron igual o más que lo hice yo.

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    1. He leído Alfnahui hace mucho tiempo y recuerdo una impresión muy agradable, pero la fantasía no es uno de mis temas preferidos. Desconocía esta vertiente tuya de comunicador en la radio. Tuvo que ser una experiencia muy excitante.

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  4. Yo oy un incondicional de Ferlosio, a quin descubrí, como todos, con El Jarama, pero enseguida Alfanhui me maravilló, lo mismo que, más adelante, Las semanas del jardín, que me dejó boquiabierto. Sus sesudísimos artículos en El País eran más un reto que un disfrute, pero aún recuerdo con mucho cariño aquella "beceína" de la que él hablaba cuando se refería a la ideología del ABC. Sus aforismos, él que tiende a derramarse en las subordinadas, no son cosas de otra mundo, sin embargo. Ahora bien El testimonio de Yarfoz, un episodio de la saga de Las guerras barcialeas, me conmovió los criterios estéticos de tal manera que, después de su lectura, sale uno nuevo, remozado, dispuesto a comerse el mundo de las Letras. Yo creo que si hubiera acabado todo lo que prometió de aquellas guerras, tendríamos ahora un monumento literario comparable a La Ilíada... En fin, que haya vivido tanto, me anima mucho, porque el tiempo se pasa volando y salen muy lentas las obras de los artistas desencajados y de los encajados también...

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    1. Mi punto de vista no es el de escritor, como sí lo es el tuyo. Supongo que El testimonio de Yarfoz tuvo mucho de prodigio estilístico con el que no me sentí especialmente exaltado, pero tú sí. Yo era más de Tolkien que de los artefactos hidráulicos de la novela que no me terminó de llegar. Ello no quiere decir que en algún momento no le dé una nueva oportunidad. Tengo la impresión de que hay algo que no he llegado a comprender. De momento voy a leer una novela de su padre, Rafael Sánchez Mazas que me ha picado la curiosidad.

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