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domingo, 16 de noviembre de 2014

El universo interior


                                              Alicia de la Campa

Mis alumnos escriben una redacción con tema fijado cada dos semanas. Les doy el tema y ellos escriben. Procuro que sean temas motivadores porque dejarles libertad significa para ellos una situación más difícil que tenerlo fijado. Suelo leerlas con gran atención. Mis alumnos tienen ahora en torno a los trece años. Corrijo su terrible ortografía, su caótica puntuación, observo su general pobreza de vocabulario, su mal uso de los tiempos verbales, su capacidad de fabular o de observar la realidad. En general es deficiente. Su imaginación no suele ser una característica de lo que leo. Sin embargo, a veces detecto alguna observación sutil, algún apunte que revela un punto de individualidad, de reflejo de un mundo interior de reflexiones e imágenes que comienza a definirse. No olvidemos que trece años son los que tenía Ana Frank cuando escribió aquel diario famoso universalmente y él, en su conjunto, es una prodigiosa revelación de su adolescencia y de su lugar en el mundo en unas circunstancias ciertamente muy complicadas. Cuando releo el Diario de Ana Frank y me apercibo de su sutileza, de su potente mirada a las cosas y a las personas, a  la reflexión sobre sí misma como objeto de observación, advierto que un muchacho de trece años puede hacerlo: puede tener conciencia de su mundo interior y su relación con el mundo exterior y, además, puede reflejarlo, expresarlo.

¿Qué materia desarrolla la creación de un universo interior? ¿Hay algo que pueda potenciarlo? ¿Es necesario? Recuerdo que en la última redacción, le escribí a una alumna con buenas posibilidades que debía enriquecer su universo interior. No me dijo nada y no sé cómo recibiría mi observación que no vino a aclarar. No sé si le parecería comprensible lo que le escribí o lo tomaría como un comentario sin importancia. Porque observé que su disponibilidad para contemplar su propia realidad y el mundo que lo circundaba era muy escasa. El profesor que corrige lo nota fácilmente por el número de estereotipos que aparecen, lugares comunes, tópicos que no reflejan una auténtica vivencia interior. Cuando aparece algo auténtico, esa reflexión brilla en medio de una hoja llena de hojarasca y desastres ortográficos. ¿Cómo aparece el mundo interior como objeto de observación? Es un misterio. Hay personas que lo descubren prontamente desde niños y otros que se pasan toda la vida ignorándolo. Me escribía una mujer con que comparto una intensa intimidad que su marido era un hombre simple, que no hay dentro de él nada más que lo que se ve. Eso no quiere decir que no sea capaz de tener ternura, pero una ternura estereotipada. Esta reflexión que leí me hizo pensar que puede darse, y se da con frecuencia, la unión entre dos  personas dispares: una con un gran universo interior y otra absolutamente exterior. El diálogo es complicado porque una ha crecido hacia dentro y otra lo ha hecho hacia fuera. Y posiblemente sea una situación que revela una profunda incomunicación puesto que sus mundos no se pueden conectar en ningún caso. Y ¿cómo vivir con alguien con quien no puedes compartir nada de lo que realmente te hace vivir y sentir? Lo que sucede es que, para mantener la paz, la persona con el universo interior que ha crecido, suele supeditarse a la otra y accede a vivir en la exterioridad, la única dimensión que la otra persona conoce. Y esto se hace no con poca frustración y sentimiento de infelicidad que se va arrastrando por años y por décadas.

El universo interior es pura capacidad de autocontemplación de uno mismo como objeto de observación. Nosotros nos desdoblamos entre el que observa y el que piensa, siente, actúa, reacciona... Son dos conciencias distintas. Si no hay desdoblamiento puede ser, y de hecho sucede frecuentemente, los sentimientos nos abruman, el dolor de existir puede ser muy agudo, porque normalmente la capacidad autorreflexiva suele ir unida experiencias dolorosas. El universo religioso por retrógrado que pueda parecer es una fuente de ahondamiento en la interioridad. Yo fui formado en una religión católica que me sumió en terribles conflictos de todo tipo desde mi más tierna infancia. Comulgué a los seis años inmerso en un espantoso sentimiento de culpa. Fue cruel e innecesario, pero aquella culpa cósmica no dejó de tener algún resquicio de potente experiencia existencial que me abrió camino al descubrimiento de la interioridad. El hecho religioso es muy potente en este sentido. Los mejores escritores del siglo XX han tenido una fuerte formación religiosa que ha entrado en conflicto. Me pregunto si el nuevo siglo y nuestro abandono de la experiencia religiosa puede suponer un nuevo factor de alejamiento de esta vivencia de lo interior.

El arte es otra posibilidad muy intensa. Todo artista verdadero vive poderosamente la dualidad de mundo interior y mundo exterior. De hecho su expresión artística, sea la que sea, se nutre de ese diálogo entre un mundo de luces y otro mundo de sombras, entre un mundo aparente y otro que pugna por revelarse detrás de la exterioridad de las cosas. Todo es símbolo. Todo es imagen trascendente de una experiencia compleja que está más allá de lo visible. La mente es ese instrumento necesario para el desdoblamiento y, afilada en su capacidad introspectiva, puede acceder a resonancias que conectan universos que en apariencia están muy separados.


El alejamiento del arte y de la literatura, el ocaso de la formación religiosa, la exterioridad con que se da la vivencia de todo en la educación no favorece la aparición y desarrollo de un rico universo interior. Yo, modestamente, desde mi área de profesor de lengua y en mucho menor medida de literatura, lucho además de la ortografía con la pobreza mental de alumnos que no tienen ningún estímulo para potenciar ese mundo que existe como posibilidad pero que la cultura de época, en gran parte progresista –oh, los progresistas-, ha contribuido a orillar y hacer desaparecer como germen de una mente en la que existan las resonancias de lo misterioso y de lo universal en conexión con la interioridad como microcosmos activo y creativo.

22 comentarios :

  1. ¡Pues menos mal que soy yo el que se pone de tiros largos y me subo a la nube esponjosa de las abstracciones y las florituras verbales del ingenio, don desdoblado...! Me endilgas una lección de metafísica y te quedas tan ancho y, sobre todo tan congruente... Me rebelo, que diablos. Y suscribo, claro está, todo lo dicho.
    ¡En qué momento de nuestra vida giramos la vista y la dirigimos prioritariamente hacia nosotros sin caer en el narcisismo? Ese es uno de los momentos clave de cada biografía. Y de esa observación, a veces entomológica, no se ha de seguir una predisposición artística, y menos un impulso hacia la creación. Vivir "en" uno mismo es lo contrario de la comodidad y la facilidad, y a veces diría que es un obstáculo incluso insuperable y fuente de infinitos desasosiegos, como reconoció el Eclesiástes.
    No sé si lo del "universo" interior es pretencioso; incluso hablar de "mundo" interior puede parecerlo, a pesar de que ya nadie note la soberbia en ese uso retórico. Algunos incluso han habado de la "provincia interior". Como se ve, parece que la especie humana lleva el imperialismo en los genes.
    Me ha interesado mucho este post porque a mi me ha pasado lo contrario, siempre he intentad huir de mí mismo. Y aun diría que todos mis actos y pensamientos e invenciones no tienen más objetivo que ese: anihilarme a conciencia. Hay algo de budista en el asunto. Lo supe mucho después. Pero la necesidad de acallar la "voz interior que no cesa", eso es lo que a mí me acaece, puede llevar a acciones muy diferentes. La menos perjudicial para los demás es la grafomanía, desde luego.

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    1. Son estimulantes tus reflexiones a propósito de mi escrito, redactado a vuelapluma, solo tras un concepto que es el de "universo interior". En FB me han comentado que esto puede ser una forma de fortalecer el capitalismo porque fomenta el individualismo y el aislamiento respecto a los demás. Ese hacer hincapié en lo personal, en los sentimientos, etc sería promover actitudes egoístas y solipsistas. Por tu parte, consideras el narcisismo como algo de lo que se debe huir. Es sorprendente que me haya pasado la vida huyendo de ello hasta que he advertido que no puedo huir de lo que soy y más me vale aceptarlo. Soy un consumado narcisista, hasta extremos máximos. Lo aprendí en mis conversaciones filosóficas con otro narcisista. Pero yo no lo veo negativo. ¿Qué tiene de malo el narcisismo? ¿No era narcisista Juan Ramón Jiménez? ¿No era narcisista Unamuno? ¿No era narcisista Lorca? Entre otros mucho, claro está. No todo narcisismo es malo. Depende. Y en todo caso, la vida, la decadencia y la muerte nos lleva a la abolición cómica de todo narcisismo en el momento en que nos desatemos de esa costumbre de ser nosotros mismos como dijo mucho mejor Borges en Los conjurados. Soy narcisista por la gracia de Dios. ¿Y qué? ¿Eso te impide hablar conmigo? ¿Me impide llevar una santa vida familiar, ser profesor esforzado, hacer la comida, la compra y hacer caminatas? No. Y como soy narcisista a tope no me reprimo en darle fuste a mi espacio de caminatas mentales y lo llamo universo con toda conciencia. Es mi universo. El único que tengo, el único que conozco, es mi maldición y mi santidad. He practicado zazen y el desasimiento del ego en la meditación, pero nunca es más fuerte el ego que en la meditación. Lo que pasa es que, si lo haces bien, lo observas desapasionadamente cómo se agita, como se retuerce, como se expresa. Yo tenía numerosas imágenes eróticas durante la meditación. El ego es una ilusión pero una ilusión bien divertida y fuente de dolor a la vez. El budismo no plantea trascender el ego sino observarlo para hacerle perder fuerza. Una vez, solo una vez, sentí en mis experiencias de meditación lo que era observar una flor desprendido del ego. Es una visión que no olvido. Espero que me acompañe el día inevitable de la muerte.

      En cuanto a tu pretensión de acallar la conciencia, la voz interior que no cesa, me abstengo de juzgarlo porque no no lo entiendo. Todo lo que escribo yo, que no soy escritor, es una forma de dar salida a mis voces interiores en un juego que considero fascinante. Todo lo que escribo parte de mi espacio interior al que no pretendo acallar. Está presente desde que tengo conciencia. El que habla es el mismo que era a los seis años. Todo lo que he sido y soy en la vida no es más que el desarrollo de aquel boceto extraordinario que era yo a los seis años. Me está llevando toda mi vida comprenderlo. Y también mucho dolor. Pero no huyo de ello. No entiendo que un escritor acalle sus voces interiores. Eso tal vez me llevaría a entender ciertos aspectos de tu narrativa. Y también de sus límites.

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  2. Nada que agregar. Has descrito una realidad magistralmente, por triste que sea.

    Un fuerte abrazo.

    Fer

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    1. Me hubiera gustado que tú que estás viviendo una profunda experiencia autorreflexiva y que no excluyes lo religioso hubieras aportado elementos para ayudarnos a entender dicho acceso a lo interior, a ese reducto o jardín interior que es la conciencia y nuestra percepción de la misma.

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  3. Magnifica exposición que suscribo, incluida una primera comunión en pecado mortal sigiloso por haberle pegado a escondidas un mordisquito a un tentador bombón. Es que las reglas de aquellos mayores resultaban tan tontas para una niña de 7 años. Jaajjj, toda una mañana en ayunas para no pecar.
    Alguien que siempre me acompaña y me consuela y cuyas esforzadas manos ya artríticas se encuentran al final de mis brazos escribió allá por la cuarentena algo así como: - no puedo evitar ser el ojo que al ojo mira -
    Dichoso ojo, tan familiar, me alegra tanto compartir su mirada.

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    1. Guardo recuerdos ominosos del día de mi Primera Comunión también en pecado mortal pero por faltas mucho más graves que darle un mordisquito a un bombón. Fue uno de los días más tristes que recuerdo, pero uno ya no pide a su niñez que pudiera haber sido feliz -no lo fue- sino que advierte la luz que puede tener algo que fue oscuro y tétrico.

      Y el ojo que nos mira, el ojo con que vemos, el ojo que somos y que contempla todo lo que sucede alrededor.

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  4. Estoy totalmente de acuerdo con tus reflexiones. Solo te añadiré que en la Universidad continúan los mismos problemas...

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  5. El problema es que no se fomente desde el aula el autoconocimiento como primer paso para cultivar el universo interior. Creo que es imposible tener profundidad interna sin un diálogo con otros: maestros, obras de arte, divinidades o el diario personal, ya que esas ideas y el contraste con lo que uno siente o piensa forma el primer peldaño de la autoconciencia: el intento de definirse, clave en la adolescencia

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    1. Es significativo que esta sea la primera vez que veo que se expresa la necesidad de fomentar la autoconciencia a partir de experiencias en el aula. Lo que me desagradaría es verlo como un ítem más en esa jerga realmente abominable de competencias y demás parentelas. Yo vivo la docencia al margen de la burocracia creada conceptualmente por esa ristra de psicópatas pedagógicos que han diseñado nuestro sistema educativo. Yo sé que fomento la autoconciencia en el aula, así como el autoconocimiento. Es mi objetivo fundamental como profesor de una materia expresiva. Y en esto es fundamental la escritura de un diario personal. Yo lo sugiero a veces. Para mí ha sido una práctica que ha ido unida a mi vida desde mi adolescencia pero me temo que ahora es algo extraño y anómalo en el modo de relacionarse con uno mismo y con la realidad.

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  6. Tengo un dificil dilema ya que quiero comentar lo que has escrito en esta entrada pero sé que es probable que no te guste lo que te voy a decir. No voy a recurrir a los paños calientes porque no es mi estilo y sería un engaño conmigo mismo. Me voy a ceñir a unos interrogantes:
    ¿Tenemos capacidad para saber si otra persona tiene un mundo interior propio y es justo que le demos un valor en nuestra escala de valores aunque uno sea profesor y otro un alumno adolescente?
    ¿Y en realidad que conocemos: su mundo interior o la expresión exteriorizada de ese mundo interior?
    ¿Tópicos, estereotipos o simplemente necesidad de ocultamiento de una realidad propia?
    Yo con 13 años no permitía que nadie conociese mi mundo interior ¿es lógico, no?
    ¿Es que la educación está para potenciar el mundo interior?
    ¿Es que un profesor tiene derecho a escarbar tan abajo y luego decir que no ha encontrado pepitas de oro?
    ¿Es que los profesores son una suerte de nuevos demiurgos con derecho para meterse en cualquier lugar?
    Pues si se hace al menos que sea como lo hacen los antropólogos es decir respetando lo que se puede encontrar y no con los conquistadores usando la condescendencia o incluso las armas de la razón que poco sirven en territorios tan indefinibles.
    ¿Es ser ésto progresista? Pues me alegro de serlo
    Saludos

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  7. Lamento la acritud con que has escrito. Aprecio siempre tus palabras pero creo que no soy merecedor de tal puñetazo en la boca del estómago que me ha dejado sin aire. He vuelto a leer mi post y creo que no lo merecía, pero acepto tu disidencia, tu crítica tremenda, tu directo al estómago. Siento haber dado esa impresión, supongo que es un problema de comunicación mío. Creo que eres injusto, profundamente injusto.

    Me pregunto qué corrige un profesor cuando evalúa una redacción o una novela presentada por sus alumnos. En varias ocasiones les he planteado que escribieran una novela de una veinte páginas en cuarto de ESO o en el antiguo BUP. El resultado es sorprendente porque aparecen allí sus perspectivas sobre la vida y el mundo. Una vez una niña con los huesos de cristal escribió una novela que no he olvidado. Se titulaba "Adolescencia dolorosa". Ella iba en silla de ruedas y había sufrido más de veinte operaciones si no eran treinta. En la novela expresó todo su sentimiento de la vida, de su dolor de no ser una más como sus compañeros, de vivir en esa silla de ruedas su adolescencia. A esta muchacha le encantó en segundo de ESO el Diario de Ana Frank, mientras que a sus compañeros les pareció un bodrio insoportable. Supongo que leer aquella novela (y otras de sus compañeros también valiosas) y que el profesor quedara profundamente emocionado por aquel alegato sobre la injusticia de la vida, le convierte en una especie de inquisidor general, en un demiurgo con derecho a escarbar en la conciencia de sus alumnos. Sin embargo, en su caso y en otros semejantes, observo que muchas veces hay alumnos que necesitan que alguien les escuche, que alguien les entienda y que les ayude a comprenderse a ellos mismos. Por supuesto que el muchacho que no desee en absoluto algo semejante, no será para mí alguien que no posea pepitas de oro. ¿Quién soy yo para juzgarle? Pero tendré que evaluar su ortografía, sus adecuación, su cohesión, su capacidad imaginativa... pero, claro, evaluar la capacidad imaginativa igual es ya algo comprometido. Me pregunto si tienes alguna idea de qué es ser profesor y de las contradicciones que supone. Tal vez sea lo mejor aislarse del mundo de los alumnos y evaluarlos solo en ítems y ortografía para no comprometerse con cuestiones más íntimas y complejas.

    Hubo una vez una alumna que sufrió un accidente muy grave. Yo le había sugerido la lectura de Krishnamurti y le dejé un libro que le marcó profundamente en especial tras el accidente. Vio la vida de otra manera. Aún recuerdo su nombre de hace más de veinte años y la conversación tan profunda que tuve con ella cuando vino a agradecerme la sugerencia.

    O el muchacho que se sinceró conmigo y me dijo hace más de veinte años que era homosexual. O el muchacho que escribía versos y me pidió que los leyera. O los muchachos y muchachas que actuaron en jornadas surrealistas y dadaístas que pudieron sacar afuera su universo interior sin límites y con libertad, algo que tras más de veinte años no han olvidado.

    Tal vez todo esto sea una intromisión inaceptable en la intimidad. Siento que lo veas así.

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  8. Ignoro qué relación tienen los profesores con sus antiguos alumnos, pero yo me preció de mantener muchas y muy variadas con los que fueron mis alumnos, y cuando nos encontramos veo que para ellos es muy importante poder hablar de verdad conmigo, con una intimidad que comenzamos cuando éramos profesor y alumno. Pero ahora somos amigos, sin jerarquías de ningún tipo. Pero tampoco las establezco, salvo las formales, cuando soy profesor y estoy abierto a cualquier propuesta que salga de ellos que tenga su propio sello.

    Por supuesto que hay muchísimos alumnos que no han mostrado su mundo interior porque no lo han querido o porque lo consideraban suyo propio o porque esa dimensión no les interesaba. Jamás me he inmiscuido en ello. Pero sí que he permitido que aquellos que lo deseaban me lo mostraran y yo le concedía valor en pie de igualdad porque un individuo que piense o que sienta siempre tendrá mi cercanía y apoyo si quiere mostrármelo.

    Es posible que sea una especie de demiurgo frustrado o un inquisidor o un gilipollas integral. Todo puede ser.

    Un abrazo.

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  9. No, tampoco tú me has entendido a mí. Yendo al principio, te dije que lo que te iba a escribir no iba a ser grato. Creo que he sido honesto al decírtelo. ¿Sería mejor que me callase no comentara nada o te dijera una vacuidad para salir del paso?
    No, no soy profesor ni quise serlo porque soy víctima de la enseñanza desde la educación progre y desde la educación autoritaria.
    No soy profesor pero incluso tú hubo una época en que no fuiste profesor y pensabas de una forma diferente de los que piensas cuando estás al otro lado de la tarima.
    Creo que hay que ayudar a la gente que quiere ser ayudada. Creo que hay que entender la mentalidad de la gente con la que uno trabaja día a día y a la que pretende enseñar. Pero no creo que haya que interferir en la vida de la gente y dar por hecho que nuestras observaciones son la realidad, la verdad.
    Maldita verdad cuantas cosas se dicen en tu nombre. De esa iba mi penúltima entrada.
    Quizás es que yo tengo una sensibilidad especial para determinadas cosas, no lo niego
    Te voy a poner un caso: me molesto el enfoque que le diste a la entrada sobre Las Meninas y El Quijote discriminando entre chicos, torpes, y chicas despiertas e interesadas. Ese comentario no me pareció justo porque bien sabes que a los 13 años hay una madurez psicológica mucho mayor entre las mujeres que entre los hombres y si hay más madurez psicológica tambien hay madurez intelectual. Yo sé lo que es la discriminación escolar, que te pongan en la etiqueta de "expulsable" por suspender 5 asignaturas sin que nadie mire más allá.
    La educación nunca podrá ser suficientemente personalizada como para entender todas las mentalidades pero al menos que se interioricen los interrogantes y se eviten los juicios taxativos y las miradas que pretenden comprenderlo cuando no somos ni capaces de entendernos a nosotros mismos.
    Por ahí iba el sentido de mi argumentación, por eso digo que hay que ser antropólogos humildes saber que nos encontramos en realidades complejas y no intentar imponer como colonizadores o misioneros nuestros propios mandamientos personales.
    No sé si me he explicado bien. Era mi intención discutir tus argumentos no agredirte.

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    1. Dr. Krapp, el otro día hablaba de la diferencia de actitud entre los varones de la clase y las muchachas, pero no eran niños de trece años sino hombres de diecisiete o dieciocho años que cursan segundo de bachillerato. Y en efecto hay una diferencia notable. No son muchachos torpes y muchachas despiertas e interesadas. Son tres de ellos que no sacan ni un papel durante toda la hora y que se pasan hablando de otros temas ajenos a la clase si el profesor, con vergüenza, no les llama la atención como si estuvieran en segundo de ESO. Y las chicas no son necesariamente despiertas pero sí son voluntariosas y muestran interés. No quiero utilizar el sarcasmo en este caso porque no lo necesita. Creo que lo que tú planteabas se podría haber desarrollado con mucha menos agresividad latente y patente. Lo he sentido. Ha sido la misma mañana en que el despacho Roca i Junyent me ha amenazado con acciones judiciales contra mí si no retiraba una imagen de un cuadro de Dalí, así como una foto de éste con Lorca de mi blog Palabra poética. Ha sido todo, unido a otras cosas más íntimas, una mañana redonda. Y tu argumentación no ha sido un alegato de razones sino claras alusiones "ad hominem" que he sentido. Sobre todo porque, conociendo mi trayectoria, no tienes razón en pensar que soy una especie de demiurgo que escarba despreciando si no es oro lo que encuentra. También te sería poco franco si te dijera que me has puesto contento no por lo que has dicho si no por la agresividad con que lo has hecho. Y si querías saber si me ha dolido, pues he de decir que sí.

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  10. Lamento haberte pillado en un mal día. La contundencia en las opiniones no implica agresividad y además te avisé previamente de que no iba a ser complaciente.
    No hay alusiones ad hominem, ni mucho menos. Respecto a lo de demiurgo me refiero a considerar que el profesor tiene una especie de omnisciencia y que no puede aprender de los alumnos como ellos aprenden de él
    Nada más. Sinceramente no creo que mi comentario sea el más crítico de los que yo te he hecho en este blog pero como todo, eso es pura apreciación personal.
    Ya te he comentado la forma para oír o intentar oír las canciones que he puesto en mi última entrada. Son complementarias al texto y no dejan de ser una ilustración musical.
    Saludos

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  11. Me meto donde no me llaman y me pongo donde me pueden llover hostias de todos lados, pero, a fuer de sincero, he de decir que la discrepancia del Dr. Kfapp, la primera que da origen a las réplicas y contrarréplicas, me parece totalmente ajustada "a derecho", es decir, a la expresión sincera de una opinión, manifestada dentro de la corrección que solemos emplear todos en estas páginas tuyas, Joselu. Es cierto que, si se toma como algo personal (A lo Ronzal...), uno puede montar en cólera, pero, visto desde la barrera del lector habitual de comentarios en estas páginas, sentenciaría que no hay "caso". No intuyo yo ninguna animadversión específica de tipo personal. Se trataba de evaluar determinados comportamientos pedagógicos, nada mas. Es evidente que tu blog, Joselu, es absolutamente personal; pero de ahí a considerar que hay un fondo agresivo en el comentario de marras... Otra cosa sería que este intercambio dirimiera diferencias que los demás lectores ignoramos, pero tampoco me parece el caso. En fin, vuelvo a pedir disculpas por meterme donde no me llaman.

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    1. Te agradezco tu intervención, pero no tengo deseos de proseguir en el debate en el que he dicho todo lo que tenía que decir.

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  12. Todo sería tan fácil como hacer de faro este verso de J.R.J “No corras, ve despacio, que adonde tienes que ir es a ti solo!” Sobre todo para los que llevamos dentro ese fardo o esa voz o ese trauma que nos nació un día y que no soltamos del todo porque quizás sea así nuestra misma esencia. Un profesor, ya lo creo que puede colarse por el bisel de esa burbuja de acero joven como tú lo intentas y así ayudar a comenzar el largo camino a uno solo.

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    1. Gracias, Rubén, me sentía muy perdido en este post. Tu comentario me ha aliviado y reconfortado. Es de eso, precisamente, el camino a uno solo, de lo que quería hablar, los has expresado con belleza y exactitud. Ahora siento que no andaba totalmente errado.

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  13. No tuve un maestro como tú en mi colegio (que hizo también las veces de instituto), y bien que lo lamento. Los tuve más tarde, y creo que ha sido una de las mayores fortunas de mi vida. Creo que con eso te lo digo todo, Joselu. O casi: porque ahora estoy corrigiendo, como tú, lo incorregible, y me alivia saber que, como en aquel poema de Borges, somos no se sabe cuántos los que estamos en la misma situación, procurando alentar la más mínima muestra de inteligencia y sensibilidad y vadeando como podemos las aguas podridas. Algo se juega en esa partida, y no es precisamente baladí.

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    1. No sabes lo desconcertado que me he sentido tras escribir este post. Es un jarro de agua fresca lo que me ofreces en tu comentario y me alienta a seguir intentando captar esas pequeñas señales de petición de ayuda que a veces nos llegan a nosotros como profesores, tal vez de modo inaudible o a través de la rebeldía. Espero no haberme equivocado demasiado en esta partida en la que se juega algo muy importante.

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  14. Después de leer todo lo escrito, coincido con Juan Poz en meterme donde no me llaman.Dicho esto, vaya por delante que no veo la agresividad de Krap, y siento como muy buena la voluntariedad de Joselu por lo que tiene de riesgo el hecho de implicarse en educar. Yo tuve en BUP una gran profesora de literatura, y consiguió de mí hacerme sentir el placer de leer y creo que obró el milagro por su entusiasmo contagioso sobre cualquier libro que nos obligaba a leer, fuese la celestina o el lazarillo (era literatura española). Sí, confieso que no me acuerdo ni de su nombre, sólo que todas las niñas decían que "estaba separada", como si de un bicho raro se tratase (estudié en un colegio de monjas y sin niños). Antes era más fácil motivar porque vivíamos más aislados en nuestra mismidad, sin móvil ni más conexiones que las previamente tenías que haber preparado u organizado, fuese para conseguir ver a alguien o consultar cualquier cosa. De todas formas os agradezco que existan estos foros.

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