Seguimos con los espacios de ficción y reflexión sobre el mundo educativo. Esta vez son las anotaciones apócrifas de Jordi Altavilla, fundador del colegio Arcadia, situado en la montaña desde la que se divisa la gran ciudad y el mar. Estas notas manuscritas son el texto y el subtexto del discurso que dirigirá a los padres de los alumnos. No todo lo que está anotado podrá ser dicho en público. Es el día de apertura oficial de curso del colegio.
Entra Jordi Altavilla (Todos los padres se levantan hasta que el director se sienta y hace un gesto a los asistentes para que se puedan sentar):
"Bienvenidos a esta apertura de curso. Me alegro de que todos ustedes se hayan levantado cuando yo he entrado. No es un signo de sumisión sino de deferencia y de cortesía, de igual modo que cuando sus hijos lleguen a cierto nivel, habrán de levantarse cuando entre y salga el profesor. Es una forma de centrar la clase y ordenar el acto educativo que allí se lleva a cabo.
Educar y enseñar son complementarios. El aprendizaje requiere de un espíritu de superación que nosotros estimularemos desde la escuela. Nuestra meta es el conocimiento, preparar a sus hijos para enfrentarse a un mundo cambiante y convulso en el que hay que estar dispuestos a afrontar situaciones desafiantes e imprevistas. Desde la escuela y ya desde los primeros años de preescolar, procederemos a ordenar y organizar la mente de sus hijos. Les introduciremos en procesos lógicos de deducción e inducción de forma gradual y escalonada. La labor de la escuela consiste en desarrollar las potencialidades de sus hijos teniendo en cuenta que la inteligencia se estimula mediante el esfuerzo, la voluntad y la lógica. Sin voluntad y esfuerzo nada tiene sentido en esta escuela. Y sin ética tampoco. El alumno de Arcadia habrá de aprender que aquí no valen las tretas o los engaños, y aquí les demandamos a ustedes que nunca mientan a sus hijos, que no piensen que con trampas se pueden conseguir objetivos, y que los objetivos conseguidos de esa manera son inmorales.
El alumno de Arcadia respeta el conocimiento y a los profesores que son su plasmación y la vía al mismo. Jamás se permitirá el tuteo y habrán de dirigirse a ellos por el apellido y siempre como “señor” o “señora”. Dejemos para otros parámetros el coleguismo, el igualitarismo y la horizontalidad. Aquí se viene a aprender. El colegio irá poniendo las piezas necesarias para alzar el edificio coherente del aprendizaje. Todo será progresivo pero exigente. Ello no quiere decir que alumnos de inteligencias medias no puedan continuar en la escuela, porque, como hemos dicho, parte fundamental de este proceso es la voluntad y el espíritu de superación.
Las clases termirán siendo en varios idiomas, incluidos inglés y francés, así como castellano y catalán. Los alumnos de Arcadia son plurilingües y están acostumbrados desde muy pequeños a los ejercicios de disertación y exposición oral que son un instrumento básico en la escuela conducente a la ordenación del pensamiento y la expresión oral con el máximo rigor.
Desarrollaremos tanto las ciencias como las letras. No habrá alumno de letras que no sea competente en pensamiento matemático y científico, y no habrá alumno de ciencias que no sea buen dialéctico y lector. La lectura es pieza clave en la escuela. Sus hijos conocerán a los clásicos griegos y latinos así como a las últimas tendencias de pensamiento.
No nos importa que se nos califique de elitistas porque es verdad. Queremos a los mejores, a los que están dispuestos a luchar y no porque sus padres sean, como los aquí presentes, banqueros, políticos de izquierda y derecha, empresarios, profesores, jueces, fiscales, ingenieros o lo que sea. Queremos a los que tienen espíritu de superación. Pero no todos lograrán pasar el proceso. Muchos se quedarán en el camino. Una tercera parte o más sucumbirá en la selección. No estamos dispuestos a hacer de la enseñanza un entretenimiento para dar satisfacción a la idelogía dominante que no admite la frustración. Dejemos la educación como entretenimiento a otros sectores públicos que tienen que ofrecer cifras y resultados tranquilizadores a la sociedad. No nos interesa la nueva pedagogía, que es una moda, que pasará. No nos interesa la comprensividad ni la filosofía de que todos somos iguales. Repito que nos interesan todos pero sobre todo los que tienen espíritu de superación. El alumno que entra aquí habra de adaptarse a las directrices y filosofía de la escuela, y no la escuela a las necesidades del alumno, pero será atendido lógicamente en sus dificultades para que pueda superarlas. Tampoco se permitirá que la posición social de los padres interfiera en el modo de funcionamiento de la escuela. Esta institución no busca tener contentos a los padres ni inflar las notas para que sus hijos obtengan una buena plaza en la universidad. Lo harán porque el alumno de Arcadia supera todos los obstáculos. Así está educado: en el deporte, en la tarea diaria, en las letras y en las ciencias: con disciplina.
Todos sus hijos tendrán la misma letra hasta cierto nivel. La letra de Arcadia, pero luego divergirán, con una magnífica ortografía, según sus respectivas personalidades. La escuela potencia la personalidad entendiendo que esta se curte en la adversidad y no en el contentamiento y la lasitud.
Alguien ha relacionado esta escuela con la masonería, pero no tiene fundamento. Es laica, progresista y europeísta. Nos atrae, sin embargo, de la masonería su concepción de un universo arquitectónico, organizado, jerárquico, y estos adjetivos son los que mejor cuadran al desarrollo del pensamiento. Sus hijos terminarán preparados para enfrentarse a lo desconocido y a superar dificultades, si además ustedes no se dedican a satisfacer sus mínimos deseos. Es bueno desear. No den todo lo que quieran a sus hijos, dosifíquenselo, aunque puedan dárselo. No arruinen esa maravillosa facultad de anhelar, de soñar... Este es el sueño de Arcadia, una escuela realista y utópica que apunta hacia lo alto en la creencia de que el hombre que se esfuerza y lucha consigue sus metas siempre".
NOTA: el nombre del colegio y director son ficticios. He comprobado que existe un colegio con este nombre en Villanueva de la Cañada en Madrid. Es pura coincidencia. No tiene nada que ver.
Vamos, la antítesis de la ESO y el bachillerato emanados de la Logse y robustecidos por la Loe.
ResponderEliminarYa que el nombre de Arcadia está ya apropiado, te sugiero que lo cambies por Las Antípodas.
ResponderEliminarSerenus, lo sangrante del caso es que la escuela existe. Es privada, pero sus fundamentos y pedagogía son sólo para clases privilegiadas o para quien pueda pagarlo. Mi pregunta terrible es la de plantearme si hay una educación para las clases dominantes y otra para las masas. Es éste el fundamento del post.
ResponderEliminarSi es de pago creo que hay algo totalmente ilógico en este discurso:
ResponderEliminarQueremos a los mejores, a los que están dispuestos a luchar y no porque sus padres sean, como los aquí presentes, banqueros, políticos de izquierda y derecha, empresarios, profesores, jueces, fiscales, ingenieros o lo que sea (con dinero para aburrir??)
??
Ya les gustaría a esos haber tenido a mi hermano como alumno...
Existen varias en Barcelona con ese ideario, y alguna incluso empieza por A. ¿Es mixta?
ResponderEliminarDe todos modos, una cierta exigencia y espíritu de esfuerzo lo quisiera yo en la escuela pública, para todos, independientemente de su poder adquisitivo. Pero sin dejar tirados a los que no sigan, buscando un lugar donde cada uno pueda crecer en la medida de sus posibilidades. Esa gente echan de la escuela a los que no siguen.
Mira lo que puse yo hace ya algún tiempo.
Vero, sin duda, les hubiera gustado tener a tu hermano. El problema es si merece la pena ir en un fórmula uno en el camino del conocimiento o es mejor tejer un camino en la contrariedad, en la lucha angustiosa que es la ESO en estos momentos para los alumnos con posibilidades y vocación. Conozco un caso de la hija de una profesora de mi centro que lloraba durante los años de la ESO por el clima tan adverso que se encontraba en clase. Era excelente alumna. Le pedía a su madre que la sacara de allí, pero ésta estimó que aquello era parte de su formación. Hoy, cuando está en la universidad, sigue diciéndole a su madre que aquellos años fueron de padecimiento y angustia, pero la madre continúa afirmando que su elección era la adecuada y que no la cambiaría.
ResponderEliminarFrikosal, la escuela empieza por A y es mixta. En la sierra de Collserola donde se ve el mar, los cachorros de la burguesía catalana, se educan en torno a los ideales que aquí se plasman, que yo vería extensibles en muchos casos a las escuelas públicas buscando, sin duda, salidas para los que no pudieran continuar con la exigencia planteada. El problema es que en la escuela pública se ha llegado a un grado de exigencia cero para poder mantener un sistema sin contradicciones. Hubo un tiempo en que el sistema público era también exigente y que no tenía nada que envidiar a Arcadia.
ResponderEliminarNo me gusta esa escuela; hasta el deporte suena trabajoso.
ResponderEliminar¿Qué hacen en esa escuela couando un alumno tiene problemas para seguir el ritmo que ellos han marcado? Ser hijo de ingeniero,... no asegura inteligencia, gran capacidad para trabajar, entender...
ResponderEliminarLa respuesta la sé: "Convencer a los padres para que cambien al hijo de escuela".
A mi me ha dado miedo...
ResponderEliminarJamás llevaría a mis hijos a un colegio así. NO sé por qué, pero no me gusta. Es tan perfecto...
Me da la sensación de que es como si se dedicaran a formar seres superiores a sus propios ojos, quiero decir, gente que se creerá superior a los demás, y eso no es formar para la realidad...
Un beso
Conchi, así es, el que no puede seguir el ritmo marcado por la escuela, sabe ya de antemano que habrá de abandonarla si no quieren sus padres causar un sufrimiento innecesario.
ResponderEliminarNovicia Dalila, hace unos años planteé a mis alumnos de segundo de bachillerato una disyuntiva interesante. ¿Qué preferían ser educados en un modelo de escuela como Montessori, libre y creativa, atenta a la iniciativa personal en la que el profesor es un colaborador o guía, una escuela que fomenta el autoaprendizaje y el interés personal. O bien una escuela del estilo de Arcadia, que fomenta los criterios de esfuerzo, autoridad, lógica, selección. La votación se inclinó por la escuela abierta y participativa, pero una de las alumnas más sensibles e inteligentes votó claramente por el modelo de Arcadia. ¿Por qué? -le pregunté. "Porque es una escuela que puede crear rebeldes contra el sistema. Te dan una magnífica formación. Sólo falta que luego te rebeles contra ella."
Una respuesta efectivamente muy razonada la de esa alumna, que seguramente llegará muy lejos, pero un porcentaje altísimo de la gente que se educa en centros tan elitistas no suelen desarrollar esa rebeldía contra el sistema. Simple y llanamente porque les va de vicio dentro de ese engranaje... Sí, de ahí saldrán estupendísimos médicos, abogados, ingenieros... no lo dudo, pero que lo más probable es que jamás hayan tenido de luchar por un puesto, por un privilegio... y eso, creo, curte mucho más que la educación que se reciba.
ResponderEliminarLo que más me gusta del Arcadia este es el propósito de enseñar letras a los de ciencias y ciencias a los de letras, como si eso fuese posible...
ResponderEliminarLa ESO es lo más alejado a este colegio. No me gusta en conjunto la filosofía de la ESO, pero no sabría decir si mis intereses están en la Arcaida.
ResponderEliminarLo dice la señora Enkvist dos entradas más abajo: ¿quieren ustedes competir con la concertada?, suban el nivel de exigencia de la pública.
ResponderEliminarUna instrucción pública exigente, -con diversos itinerarios, por supuesto, y con la posibilidad, por supuestísimo, de reengancharse si el alumno se arrepiente etc.- no es ni antidemocrático ni antipedagógico ni antihumano, sino simple y llanamente puro sentido común.
Lo perverso -sí, perverso- del actual sistema público es que beneficia a la privada -yo, defensor siempre de la pública, no me lo pensaría ahora dos veces y matricularía a mi hija en un privado (tal y como están las cosas)- y, sobre todo, a las clases altas, que son los únicos que pueden costearse un colegio tipo Arcadia.
La enseñanza pública, hoy, niega la promoción social de los menos pudientes. La baja exigencia, el ínfimo nivel de ciertas materias los condena a ser segundones sociales. La progresía española no lo quiere ver y prefiere refugiarse en abstracciones y pedagogías infantiles. O la sociedad española se percata de esto y aparca de una puñetera vez el discurso ideológico -que nada tiene que ver con la mera instrucción, que nada tiene que ver con las matemáticas ni con la biología ni con la lengua ni...-, o pronto será demasiado tarde.
P.S.: Por cierto, tengo amigos -¡profesores de Universidad!- que confiaron en esa enseñanza tipo Montessori, Freinet o Summerhill -cerca de la localidad donde vivo hay una cooperativa de ese estilo-. Todo muy bonito: colaboración de los papis -se turnaban para limpiar el centro, por ejemplo-, potenciaban la creatividad del alumnado -daban clases a veces en el suelo, si así lo decidía la mayoría-, se acordaban los contenidos... Pues bien, al final, cuando los hijos de estos amigos comenzaron la ESO en un instituto normal... caput. Ni siquiera titularon. Y me dirán: los culpables son los padres por no haberse dado cuenta. Y yo les digo: claro, por no haberse dado cuenta y por haberlos llevado a pseudo sectas como ésa.
¿Pero es tan difícil hacer una escuela pública dónde haya disciplina, respeto, y profesores que amen la profesíón?
ResponderEliminarNovicia Dalila, sí, probablemente tienes razón. A muchos les viene de vicio este ambiente seleccionado que tiene poco que ver con la vida real. Pero dejemos la posibilidad de que les salga algún heterodoxo entre sus filas que les dé caña y arremeta al menos interiormente contra ellos.
ResponderEliminarPantagruel, no sé si es muy compatible la mentalidad de letras y de ciencias. Yo fui a un colegio de curas en el que no había letras y tuve que estudiar el bachillerato de ciencias aquí donde me ves. Cuando llegué a COU, en aquel entonces era obligatoria una asignatura llamada Lógica matemática. Es una de las asignaturas que más he disfrutado en mi vida y eso que soy lerdo para las matemáticas (lo que siempre he lamentado pues me hubiera gustado ser matemático, músico, bailarín, poeta...)
Miguel, eso trataba el post, generar contradicción acerca de un modelo aparentemente ideal, pero que contiene en su interior algo que lo hace ominoso.
Andrés Hurtado de Micina, me pregunto si las voces discordantes que van surgiendo sobre el modelo educativo que estamos aplicando, serán algún día más influyentes que el lobby pedagógico que se ha impuesto. Mucho me temo que el sentido de la enseñanza (o no enseñanza) que domina tiene sus raíces en una sociedad que ha socializado la mediocridad. Es de mal tono decir que la enseñanza pública puede aspirar a la excelencia porque eso signfica condenar a los perezosos y antisistema, pero tenerles en cuenta en las aulas supone enfangar el mecanismo y hacerlo irrespirable. Los padres optan desde las clases medias muchas veces por institutos en zonas no conflictivas (los hay) o por colegios donde se asegure un mínimo de selección social y académica. Es una pena que lo que se esté operando es una pura y simple selección social cuando no hace demasiado tiempo, la enseñanza pública podía competir en calidad y eficacia con la privada más selecta, tipo Arcadia. Así lo viví yo, pero esto resulta decirlo elitista y anticonstructivista.
ResponderEliminarYo creo que si que es compatible la mentalidad de ciencias y la de letras. Falta simplemente perder el miedo. Pero este es el menor de los problemas, ahora que los de ciencias no saben ciencias y los de letras no saben letras. Ni nada: la universidad está llena de estudiantes con serios problemas de comprensión lectora.
ResponderEliminarYo si que llevo a los niños a la pública. Mañana, una huelga más que nadie comprende y presiones para que los niños se queden en casa. Lo único que consiguen con esto es perder autoridad.
En principio me gusta esta escuela, me gusta el discurso del director. Da la impresión de que los estudiantes de un lugar así aprenderán muchísimo, serán individuos con una amplia mirada del mundo.
ResponderEliminarPero te confieso que en el fondo no sé si a mí me gustaría estudiar allí. Me preocupa que todo sea tan riguroso y competitivo.
No sé, le falta el componente lúdico (me refiero a que la enseñanza también puede ser un divertimento y tener experiencias atrevidas como la que tú hiciste con tus alumnos en la calle).
Mi escuela ideal sería aquella en donde haya mucho de lo que has mencionado hay en Arcadia, pero también en donde hayan debates, discusiones al aire libre sentados sobre la hierba verde, actividades recreativas interesantes que involucren las artes, en donde el alumno no ingrese para desarrollar las "metas de la escuela" y ser un "hombre apto para la sociedad", sino que el alumno entre para encontrarse a sí mismo, encontrar su identidad, entender el mundo y conocerlo.
De todos modos, ya me gustaría que parte de Arcadia fuera real y que las escuelas de mi país tuvieran ese nivel. La pena es saber que sí existen centros educativos de esa categoría, pero no todos tienen acceso. Y el problema es que el acceso no depende de la inteligencia, sino del dinero.
Un gran saludo, Joselu.
Poemas de rubén, el tema es complejo, pero sí es difícil lo que tú planteas. Es un modelo educativo que se ha impuesto en todo el mundo occidental que hace ineficaces las clases por el mal comportamiento y la desidia que domina en las mismas. El fundador de Arcadia lo tiene muy claro: es una moda pedagógica que revertirá, pero que ha costado muy caro a varias generaciones de estudiantes con ganas de trabajar.
ResponderEliminarEn mi habitual paseo por los blogs amigos, he dejado para comentar el último el tuyo porque leí la entrada y me entró un escalofrío por el espinazo. Me dije que luego entraría, porque los comentaristas habrían desbrozado aquello que yo visceralmente interpretaba como miedo, temor, escándalo temeroso.
ResponderEliminarY es que lo que primero pensé era que si el nombre era auténtico, sus fundadores eran unos verdaderos cínicos. Si lo habías inventado tú, te habías equivocado de nombre. Yo le hubiera llamado Esparta. Sabes perfectamente las connotaciones que tiene Esparta en el mundo de los estudios clásicos; la gente interpretará la dureza física, la sopa negra y todo eso que es anecdótico. En realidad eso sólo eran ínfimos síntomas de su verdadero significado. Esclavitud tenía también el reverso "democrático" ateniense, y eso es algo repugnante en cualquier lugar y tiempo, pero Esparta mantenía a sus metecos e ilotas mucho más por debajo de la ciudadanía que los atenienses, debido a un sistema de castas estrictos. Eso exactamente es lo que se desprende del ideario de ese centro de formación de cuadros dirigentes exclusivos y elitistas en el peor sentido de la palabra. Yo, sinceramente, no llevaría nunca a un hijo mío, y menos aún a una hija, a un centro así, a no ser que quisiera hacer de ellos madelmen y madelwomen, que nunca ha sido mi ideal de educación, desde luego.
Reivindico a la madre educativa, no al padre soldado. Rechazo el jesuitismo en educación y las formas espartanas me parecen la creación de un futuro totalitario. Masas de esclavos ignorantes y élite dirigente, no siempre los mejores, claro, porque ser los mejores no tiene por qué ser los más sumnisos y esforzados, los más disciplinados. ¿Qué harán ahí con los diferentes? Sencillamente, no los tendrán.
Mi idea es una escuela pública de calidad, con medios y recursos abundantes, con profesoras y profesores vocacionales y entregados, con una completa atención a la gente diferente, y con tiempo, mucho tiempo para emplearlo en atender a todo el mundo que lo necesite. No nos vale ya tirar a los tullidos por una roca abajo.
Hay algo curioso, a resaltar, aunque no tengo datos totales. He oído pocas veces decir que tal o cual premio Nobel, tal grande escritor o tal bailarín o cantante, ha asistido a ese tipo de centros educativos. Pero sí he oído decirlo de políticos corruptos y de grandes cínicos. ¿Será consecuencia una cosa de la otra?
Digo además que mis hijos se educaron en la pública, y mis nietos siguen en la pública y seguirán. No son dirigentes madelmen, pero son dignos profesores de dos ramas del Arte, con una vida normal, pero sobre todo con humanidad y comprensión, y además con compromiso social y personal. No pido otra cosa. Personas dignas y buenas, hagan lo que hagan para ganarse la vida. Los conocimientos de enciclopedia se consiguen en clases magistrales, y son eso: conocimientos que ya están en una enciclopedia y que sólo hay que ir a buscarlos. Estamos en una sociedad de la información -y a veces de la excesiva información- y todo está cambiando. Muchos enseñantes estamos algo perdidos.
ResponderEliminarYo, más que enseñante, quiero llamarme educadora, y mejor aún, maestra. Me importa más, infinitamente más, la ética que la estética. Mucho más la bondad que la acumulación de conocimientos. Mucho más el trabajo diario, constante, afectivo, que la clase magistral. Lo que no me impide enseñar gramática. No enseño gramática, enseño análisis de expresión. No enseño literatura, enseño sensibilidad. Mi hijo no enseña programas de diseño, enseña profesionalidad. Y así con todo. Parte contenidos, parte pretextos para la humanización de seres que son proyectos y continuo devenir, no esencias inmutables que hay que rellenar con conocimientos.
Clares:
ResponderEliminarQué manía -y permítame que me dirija a usted con esta exclamación- con identificar esfuerzo, trabajo y excelencia en el conocimiento con dictadura y violencia. No se trata de arrojar a los tullidos precipicio abajo sino establecer diferencias -y aceptarlas- en las aptitudes que los alumnos en particular -y el ser humano en general- poseen. ¿Sabe usted en qué consiste un sistema de enseñanza realmente democrático? Consiste en hacer que se cumpla algo muy sencillo: la igualdad de oportunidades. Lo que ocurre es que generalmente solemos confundir ésta con esa otra igualdad: la de capacidades. No todos los alumnos están capacitados para una enseñanza obligatoria hasta los dieciséis años. Hay alumnos que darían lo mejor de sí mismos si comenzaran con una formación profesional más temprana o, incluso, un aprendizaje laboral. La gran falacia de la "comprehensividad" es derramar ríos de tinta con aquello de la diversidad y luego hacerlos pasar a todos por el mismo aro. Un sistema de enseñanza de calidad no sólo se basa en destinar más recursos -si luego no se gestionan bien- o más vocaciones -si luego te dedicas a algo que traiciona la base de cualquier instrucción-. Un sistema de enseñanza de alta calidad ha de pensar, sin tapujos ideológicos de ningún tipo, que todos no siempre servimos para lo mismo, que aprender un oficio -y esto es un gran lastre que soporta la idiosincrasia española desde que expulsamos a los judíos- no es malo ni degradante. Una iniciación profesional -con contratos de aprendizaje-, una formación profesional rigurosa y una enseñanza destinada a los estudios universitarios no son tres niveles distintos de exigencia o tres itinerarios para tontos, medio tontos y listos, respectivamente, sino la auténtica ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD. ¿Por qué condenar a quien no quiere estudiar a permanecer hasta los dieciséis años sin hacer absolutamente nada? ¿Por qué condenar a quien sí quiere estudiar y realmente vale para ello a ralenticizar su ritmo de aprendizaje? ¿Por qué condenar a los acnees a esa integración social que finalmente siempre suele perjudicar su desarrollo intelectual?
La pedagogía de Estado que alienta las últimas reformas educativas nos ha hecho perder el rumbo. Y tanto es así que llamamos dictadura y autoritarismo a la reivindicación de la autoridad del profesor en clase o a la exigencia de superación de unos objetivos. A estas alturas de la película hemos olvidado que nosotros, profesores, somos, o deberíamos ser, expertos en nuestras respectivas disciplinas y que estamos en el aula para impartirlas, revelar sus mecanismos ocultos, transmitir el amor que siempre hemos sentido por ellas. Ahora, comenzado el siglo XXI, tenemos tal empanada mental que estamos dispuestos a sacrificar siglos y siglos de conocimiento humano en aras de un concepto de igualdad que sólo sirve a la demagogia política de uno y otro signo.
Basta de argumentos ideológicos. La enseñanza nada tiene que ver con la izquierda ni con la derecha.
Basta de referencias al pasado de España o a sistemas políticos que lo único que hacen es desviar la atención de los auténticos problemas educativos.
Basta de asimilar sabiduría con elitismo y búsqueda de conocimiento con darwinismo social.
Creo que no nombré izquierdas ni derechas, así que me parece fruto del prejuicio adjudicar inmediatamente tales etiquetas a un discurso.
ResponderEliminarReivindico a la madre educativa, no al padre soldado. Lo digo, lo escribo y lo mantengo.
Personas dignas y buenas, hagan lo que hagan para ganarse la vida.
Yo no he hablado en ningún momento de que se corte la salida profesional de los jóvenes que no quieran seguir caminos académicos. Pero si hubieran adelantado la edad de comenzar conmigo y no hubiera tenido una familia de apoyo absoluto, yo no sería lo que soy, porque todo el mundo no madura a la misma vez ni sabe exactamente lo que quiere a esas edades tempranas, en un mundo donde la juventud se alarga mucho más, dada la esperanza de vida que tenemos. A los treinta y ocho años Quevedo se consideraba un viejo, pero es que su esperanza de vida rondaba los cincuenta, más o menos. Cuando son los setenta u ochenta años, la cosa cambia. Y añado lo de la sociedad de la información.
La enseñanza no puede ser el plan b de muchos profesionales de otras ramas. Es una profesión, como es a menudo, lo cual convierte a estos en añorantes de un sistema que está obsoleto. Voy mucho más allá del concepto de izquierda y derecha. Que nuestro sistema es un desastre, en mayor o menor grado, dependiendo de lugares y circunstancias, vale, pero que la supuesta Arcadia-Esparta sea la solución, no es el caso, desde luego. Pues estamos hablando de educación para todos, no de esos supuestos elegidos de los dioses, luego convertidos en lo dicho en el anterior comentario. Magníficos cínicos. Cuando no rebeldes contumaces y acomodadod, que no es contradicción, sino paradoja.
Se habla a menudo con admiración de la famosa Residencia de Estudiantes donde coincidieron Lorca, Dalí y Buñuel, entre otros. Pero hay aspectos que no suelen señalarse. En un reportaje sobra Lorca, oí que Ian Gibson decía de pasada de la Residencia que era "shamelessly elitist". Me dejó pensativo el comentario. ¿Por qué sonaba políticamente incorrecto? Ha llegado a parecer un pecado aspirar a la excelencia, a lo mejor —y, sin embargo, si no contagiamos en nuestros alumnos el gusto por hacer algo *realmente bien*, sea lo que sea, creo que habremos fracasado, y mucho, como docentes.
ResponderEliminarJoselu me dijo: "Conchi, así es, el que no puede seguir el ritmo marcado por la escuela, sabe ya de antemano que habrá de abandonarla si no quieren sus padres causar un sufrimiento innecesario."
ResponderEliminarY algunos padres se resisten a cambiar a sus hijos y estos sufren. Los que son cambiados de centro seguramente también sufren porque "han perdido" o "han fallado".
Entre los que pueden seguir el ritmo de dicha escuela, encontramos los que siguen pero con muchas dificultades, con muchos esfuerzos,.. ¿Vale la pena?. ¿Por qué no todos seguirán el ritmo de una forma extraordinaria? De entre los que son "buenos" para esta escuela, ¿cuántos se creerán dioses?
Además, estas escuelas están ubicadas en zonas de "alto standing" y pobladas por alumnos de clase alta. ¿Cómo aceptan a los de clase media?. Porque una cosa es pagar la escuela (que creo debería ser no concertada) y la otra todos los "extras" tipo un supercumpleaños en no sé que restaurante, unas megabambas,...¿Hay relación de los alumnos después de clase?(lo digo porque muchos viven en zonas alejadas de esas escuelas)...¿Viven entonces en dos mundos diferentes?
Todo esto me lo pregunté hace 15 años cuando busqué la primera escuela de mi hijo mayor. No sólo había de contar la parte académica. No se puede renunciar a la parte humana.
Mi idea sigue siendo la misma: el que quiera estudiar, todas las facilidades posibles para acceder al conocimiento; el que quiera estudiar pero no llegue al nivel, todas las facilidades posibles para poder llegar hasta donde pueda; el que no quiera estudiar, su lugar está en otra parte.
ResponderEliminarUn saludo Joselu
Lo público ha de ser igualitario, para lo bueno y para lo malo. Así ocurre en la sanidad y ocurría en las comunicaciones (hasta que empezaron a privatizarlas). Cuanto mayor sea el espacio de lo público, toda la sociedad se implicará en que ese servicio funcione bien. Pero, en el momento en que existe un sistema con fisuras que permite que la educación pública vaya quedando relegada a clases medias/bajas, habrá una educación de alto nivel para unos y otra igualitaria a la baja para otros. Mucho me temo que esto no sólo no mejorará sino que irá a peor. La solución quizá fuese que ningún funcionario público (sea del nivel que sea, sobre todo políticos) pueda llevar a sus hijos a colegios privados. Muy dura para muchos, ¿verdad?
ResponderEliminarDe entrada el ideario es batante aceptable, de entrada. Deja de ser aceptable en el momento que entran de por medio los dineros. "Quien no tienes dineros, no es de sí señor."
ResponderEliminarSi en la escuela pública pudiésemos aplicar en la medida de lo posible estos criterios sería un gran avance. Ellos se pueden pemitir ser elitistas, la sociedad no puede, pero principios como el respeto, la educación, el esfuerzo... deberían estar presentes, no..., es deben de ser la base sobre la que vertebrar el sistema de educación pública. Y que todos sepamos de antemano que grandes arquitectos, grandes ingenieros, grandes docentes, serán como siempre pocos, los mejores, y que también necesitaremos buenos profesionales en todo y de todo, para que que querríamos 100.000 arquitectos si no tenemos albañiles.
Pero es que hoy en día alguien creo que todos estamos en igualdad de condiciones frente a la sociedad? Es que hoy en día alguien cree que nuestras cadencias de la vida, respecto a otras personas nos ponen al mismo nivel para cumplir unas exigencias educativas? Es que un niño nacido en el Africa podrá tener la misma educación que un estudiante de Arcadia? Por haber nacido en Africa, quiere decir que no podría cumplir las exigencias predeterminadas?
ResponderEliminarY quedándonos en el sistema educativo español... es que alguien cree, hoy en día, que un chaval nacido en un barrio donde las palizas de marido a mujer, drogadictos y bares predominan a bibliotecas y centros culturas tienen la misma igualdad de condiciones frente a exigencias como las de Arcadia con respecto a un hijo de ingenieors o médicos cirujanos criado en Pedralbes con una biblioteca particular más grande que la de mil familias obreras?
Vuelvo a repetir de nuevo, si queréis cambiar el sistema educativo y me queréis hablar de exigencias e igualdades, se debe la sociedad antes, pues no me creeré ni hoy, ni nunca (si esto sigue así) que todos estemos en igualdad de condiciones para afrontar la vida. Igualdad social primero, igualdad escolar después y finalmente, podremos exigir.
Reflexionar un poco, si en una escuela pública echaramos a todos sus alumnos y los enviáramos a Arcadia y los alumnos de Arcadia los pusieramos en la escuela pública, sin cambiar de profesores ni nivel de exigencias ni nada, donde encontrariamos mayor "fracaso" escolar? Puede que en ninguna parte pues en Arcadia echarían a todos sus alumnos al mes.
Acabando, mientras el sistema mercantilista capitalista necesite de mano de obra inculta y barata, ya pueden salir muchas Inger y Pepitos dando propuestas, que no se solucionará nada. Para eso está la televisión, para comer el tarro a los adolescentes.
Clares:
ResponderEliminar1.- En su identificación Arcadia-Esparta subyace un argumento ideológico.
2.- La esperanza de vida es mucho mayor, por supuesto, pero las edades clave para el aprendizaje siguen siendo las mismas.
3.- La sociedad de la información es una falacia. ¿Para qué me sirve a mí tener un diccionario, por ejemplo, si desconozco el abecedario?
4.- A edades tempranas el alumno puede que no tenga claro qué hacer, ¿pero lo tiene el Estado o el departamento de Orientación? ¿Por qué no dejar esa decisión en manos de las familias que, se diga lo que se diga, son los únicos expertos en sus hijos? Hay muchos chavales que, a los doce años, sí tienen clara una cosa: no quieren estudiar.
5.- No. Arcadia no es la solución. Pero sí es la única salida -oscura y perversa- que el sistema público de enseñanza ha dejado. Por un lado la masa del instituto de barrio; por otro la élite que, mañana, los dirigirá con guante de hierro. Insisto, sólo leyes como la LOGSE o la LOE han hecho posible que ése sea el único futuro que nos quede.
Ya lo decía Hesse en "El juego de abalorios".
ResponderEliminar¿La Arcadia Infeliz? Sin comentarios...
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