Liberado por la escritura
de miasmas y angustias,
te abres al nuevo tiempo
que vendrá, insólito,
sorprendente, distinto,
un tiempo de sombras y navíos,
de esperas y de playas desnudas
en el atardecer del trópico
por que te pasearás
un otoño próximo
en tu viaje hacia el sur.
Volverás a ser viajero
-tu vocación hibernada-
y a subir en trenes cargados
de humanidad,
o a autobuses en que alguien
dormirá con su cabeza en tu hombro,
a probar comidas exóticas,
perdido entre multitudes y flores,
junto al Ganges,
allí en el oriente.
Tu espíritu viajero
se reorientará en nuevos
paisajes y recónditas mareas,
te bañarás en mares índicos
y saltarás a islas prodigiosas ...
Viajando en soledad
con mochila, reafirmarás
el ansia de vivir,
reconquistarás la libertad
y la sorpresa de ser niño
con ojos abiertos
a la inmensidad y al océano
con los mismos que descubrías
el garaje lunático del patio,
o que mirabas tejados
con chimeneas y gatos grises
desde la buhardilla prodigiosa.
Todo lo demás,
un pequeño detalle
en la maraña divertida
de tu existencia
que pugna por ser literaria
en su nocturnidad y alevosía
de clown definitivamente
ido de la olla.