¿Su nombre?
Ya lo sabes.
¿Edad?
La que tenía Cervantes cuando publicó la primera
parte de El Quijote.
¿Qué libro le gustaría haber escrito?
Vuelo nocturno de Antoine de Saint-Exupery.
¿Su vicio inconfesable?
Tengo muchos. Y no se
puede escribir sobre ellos.
¿Su mayor virtud?
Mi capacidad de darme
la vuelta en la cama, poniendo la cabeza donde los pies y viceversa. Eso se
aplica también a la vida.
¿Qué líder político sería?
Charlie Chaplin
en El gran dictador.
¿Todavía tiene sueños?
Eróticos, de vez en
cuando, pero son eso sueños.
¿Qué le aporta el blog? Lleva ya nueve años en esto.
Fluidez de escritura,
capacidad de expresar un texto a partir de algo mínimo.
¿Ha hecho amigos con esto de los blogs?
Creo que sí, pero
también enemigos. Ha habido conflictos muy intensos. Es como la vida.
¿Su pasión?
Escribir y sobre todo
la fotografía.
¿Cómo fue su niñez?
Una niñez ideal para
curtirme en la desdicha y prepararme para una adultez equilibrada.
¿Es la infancia un paraíso?
Los cinco o seis
primeros años te conforman. Ya eres. El resto es desarrollo de esa semilla
inicial.
¿País que le gustaría visitar?
Creo que ninguno en
especial. Lo que existe en mi habitación no dista demasiado de lo que ocurre en
el país más exótico del mundo. Mi padre me decía que él conocía todo el mundo
sin moverse de la butaca del cine. Al final he sabido que él era menos dañino
que tanto turista que pervierte con su presencia la belleza de tantos y tantos
lugares.
¿Le gusta Sebastiao Salgado?
Me abruma. Lo veo
mesiánico, grandilocuente, ajeno a mí.
¿Le gustaría que le dieran un premio? Habla tanto contra
ellos que da la impresión de que está necesitando que le den uno.
Puede ser. Nunca lo
rechazaría. Hay más vanidad en rechazar el premio que en callarse y aceptarlo.
Pero ¿quién me va a dar un premio a mí?
¿Qué personaje literario le hubiera gustado ser?
Aliosha, uno de Los hermanos Karamazov.
¿Su fiesta preferida?
Ninguna. La navidad
más feliz que he pasado últimamente fue una Nochevieja en que mi mujer estaba internada en el hospital por
neumonía. La pasamos los dos solos, ella con cuarenta de fiebre. Me libré de la
cena familiar. Me comí un bocadillo de jamón.
¿Es asocial?
Esencialmente sí.
¿Su deporte preferido?
Caminar hasta quedar
extenuado. Luego comer croquetas requemadas.
¿La sensación más poderosa que recuerda?
Subirme a un escenario
y representar una obra sin acción entre dos personajes a lo largo de dos horas
delante de cuatrocientos chavales de Formación Profesional dispuestos a
machacarnos. Se llevaron un chasco.
¿Es narcisista?
Mucho, pero un
narcisista que tiene sentido de la medida, creo.
¿Qué le gustaría hacer a los ochenta y cinco años?
Poder tirarme en
paracaídas.
¿Su posición preferida?
Cualquiera que ayude a
la mente a pensar.
¿Es divertido?
El otro día mi hija me
proponía que escribiera un libro con mi sentido del humor. Yo le dije que no lo
entendería nadie. Dudo que sea realmente sentido del humor. Pero a mí me hace
reír.
¿Una película inolvidable?
Breve encuentro de
David Lean.
¿Un momento del día?
El amanecer.
¿Se cree atractivo?
Tanto como un boniato
en sazón.
¿Qué cambiaría de su vida?
Creo que nada. Es
perfecta en su terrible imperfección.
¿Se siente culpable de algo?
De casi todo. No
entiendo a esas personas que repiten que viven muy tranquilos y que no se
arrepienten de nada. Yo me arrepiento de muchas cosas, que tal vez fueron
inevitables.
¿Cree en el destino?
En cierta manera sí.
La alternativa al destino es el azar absoluto. Y yo percibo que hay algún tipo
de sentido oculto, que hay que descubrir.
¿Es rencoroso?
No lo sé. He sido más
bien incauto en mi vida y algunos lo han aprovechado, pero no les guardo
rencor. Tal vez era necesario.
¿Le gusta el mar?
Pasear por una playa
desierta en invierno me cautiva. Los colores del invierno son fabulosos.
¿En qué época le ha gustado vivir de las que ha vivido?
Me atrajo la euforia
vitalista de los años sesenta que percibí siendo niño. A la vez me sentí en la
línea del existencialismo que sobrevoló el siglo XX. Hoy los gurús del
pensamiento son Bill Gates, Steve Jobs,
Mark Zuckenberg, google.
Agradezco haber vivido un tiempo anterior a la tecnología. Es algo que mis
hijas no podrán comprender.
¿Pasearía desnudo por una playa desierta?
Tal vez, en soledad.
¿Le agrada estar solo?
Mucho. Necesito una
vida equilibrada para disfrutar de la soledad. La soledad es el más excitante
de los paraísos. Una soledad buscada, eso sí.
¿Le gusta ser profesor?
Al cabo de más de
treinta años de serlo, he de reconocer que he vivido momentos cumbre en la
enseñanza y momentos de hundimiento anímico inconmensurable.
¿Ha tenido alguna vez una depresión?
Yo soy una depresión
andante.
¿Cree ser inteligente?
No. En absoluto. He
dado vueltas y vueltas a las cosas, eso sí.
¿Su funeral anhelado?
Que enterraran mis
cenizas en la isla Graciosa, frente
a Lanzarote. En la playa, en
invierno.
¿Le atrae la muerte?
Mucho. La muerte es lo
más interesante que nos sucede en la vida. Es un momento sin el cual nada de lo
anterior tiene sentido. Todo encuentra su sentido a posteriori en la muerte.
Nadie ha vuelto para
contárnoslo. Me mantengo en un escepticismo que no afirma ni niega nada.
¿La persona más importante en su vida?
Mi madre. Me enseñó
con su ejemplo cómo no debía ser mi vida.
¿Qué recuerda de su padre?
Que me regaló una
radio de galena a los doce años. Nunca me han hecho un regalo mejor.
¿Qué anhela? ¿Qué le falta por vivir?
Una vida plena como
fotógrafo. Todo está por hacer.
¿Qué les dice a sus alumnos?
Nada. Sobre todo les
enseño a dudar, especialmente de las verdades más evidentes. Son las peores.
¿Es importante perdonar?
Sin el perdón no
existe la reconciliación, uno de los momentos más maravillosos de la vida.
¿Se siente importante haciéndose a sí mismo una entrevista?
Ya le dije que era
bastante narcisista. Me gusta el desdoblamiento dialógico. En el diálogo está
la esencia de El Quijote. Todo artista vive enamorado de sí mismo. No lo puede
evitar. Tal vez no lo quiere evitar.
¿Es todo inútil?
No. La lucha tiene
sentido. Hay que buscar hacer un mundo mejor. Aunque no se crea en ello.
¿Qué piensa de Podemos?
Se ha escrito tanto
sobre ellos y tan mal que empiezan a resultarme simpáticos. Al último que he
leído ha sido a Fernando Savater que
encuentra hilarante una entrevista a Pablo
Iglesias. Desafortunadamente, Savater
no ha sido un pensador de talla. Se entregó a lo dado en seguida. Creo que le
hubiera venido bien sentir dentro de sí el poder de una tremenda depresión. Lo
admiré mucho pero al final se me ha convertido en un articulista menor. Sin
interés.
¿Cree que es posible una revolución social?
No.
Pero ha criticado a Savater
por rendirse a lo dado. ¿Y usted no hace lo mismo?
Tal vez, pero lo
disimulo. No creo en eso taumatúrgico de crear una utopía, de levantarla, de
derribar el orden para crear algo nuevo y radicalmente distinto. Siento rabia
por pensar esto. Es como el deseo sexual. Se tiene o no se tiene. La vida es
distinta con ello o sin ello. La revolución es como el deseo. Me gustaría que
hubiera pastillas que excitaran el deseo revolucionario. Las tomaría.
No, especialmente.
Pienso que he vivido una vida bastante plena y compleja. Nunca he buscado
medrar. Se me podría tachar de poco ambicioso. Lo soy. No soy demasiado
ambicioso.
¿Qué detesta?
Que alguien tire la
piedra y esconda la mano. Que alguien te apuñale y luego diga oh no pretendía
hacerte daño.
¿Se siente proyectado en sus hijas?
Creo que no he buscado
influirlas. Son demasiado ellas para dejarse influenciar. No lo permitirían.
Eso me satisface.
¿Qué piensa del nacionalismo catalán?
Que es una especie de
narcisismo imposible de reprimir. No lo entiendo pero muchos se distraen con
ello. Les gustan las banderitas, los himnos, la idea de destino, patria,
efemérides gloriosas, épica... Todo bastante risible, pero existente. Una vez
leí u oí que Josep Carreras llevaba un trozo de senyera en su bolsillo a
cualquier parte del mundo que fuera. Nunca la abandonaba. Me imaginé llevando
un trozo de bandera de España en mi bolsillo y me sentí ridículo, pero ¿qué se
le va a hacer? Es así.
¿Vendería su alma al diablo?
No creo que estuviera
interesado en comprarla. No pediría demasiado por ella. Algo más de
inteligencia, eso me gustaría. La inteligencia es el más injusto de los dones.
¿Por qué unos la tienen y otros no? Es azar, no es un mérito. No es algo digno
de elogio ser listo.
¿Qué añora?
Haber tenido sentido
musical y sacar a mi mujer a bailar? Le gustaba.
¿Se considera un muermo?
Bastante.
Despídase con una frase ingeniosa.
Adiós.