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miércoles, 25 de junio de 2014

Ana María Matute y un gin-tonic



Sobre las diez de la mañana ha llegado hasta mí la muerte de Ana María Matute (1926-2014) . Me he sentido conmocionado por la noticia que, aunque previsible, me ha afectado en mucha mayor medida que la de cualquier otro escritor. Y es que Ana María formaba parte de mi familia, de mi adolescencia, de mi faceta de profesor, de los trabajos que hicieron mis hijas de pequeñitas para el cole. Este año y el anterior, además, su novela Luciérnagas ha sido prescriptiva en bachillerato para las PAU. Me he quedado un momento en silencio y mi mente ha evocado su imagen bellísima como anciana, sus palabras cálidas, su lucidez... Y me he ido hasta ella recordando el poder de su narrativa -ella que empezó a escribir a los cinco años con faltas de ortografía-, su grave enfermedad a la misma edad, sus estancias en Mansilla de la Sierra con sus abuelos... que conformarán a alguno de sus personajes como Paulina. Me he recogido y el resto del día he ido leyendo entrevistas suyas, esas en que rechaza radicalmente hablar de política, en que habla del universo mágico en que ella vive y que se proyecta en su literatura, tanto que dice que no hay libro suyo por realista que parezca que no contenga elementos mágicos. Para ella la vida, la existencia, era mágica, y el escritor penetra en esa magia incorporándola a sus personajes, muchos niños o adolescentes que sufren el gran trauma de la pérdida de la inocencia. Porque nuestra vida es dejar atrás esa inocencia que somos cuando somos niños, pero algunos la conservan en parte, como ella, que nunca terminó de crecer del todo y, así, oírla y leerla es hablar con esa niña perversa y cruel, pero buena en el fondo.

Ana María Matute era tartamuda cuando niña. La tartamudez se le curó con el miedo durante los bombardeos sobre Barcelona durante la guerra Civil, un tema que aparecerá en numerosas obras suyas. Nunca se sintió como las demás niñas ni le interesaban los temas de ellas ni de las damas de la burguesía que solo se centraban en trapos y novios. No, ella vivía en su propio mundo que salía a raudales en sus relatos protagonizados por adolescentes que debían crecer en un mundo triste y feo, que solo, por la literatura se convertía en lírico y mágico. Porque la mirada de Ana María Matute era desoladoramente triste. Esto nos ha sorprendido este año durante la lectura y comentario en clase de bachillerato de Luciérnagas. La protagonista, Sol Roda, educada en un medio social afortunado se enfrenta con el estallido de la guerra en Barcelona al hambre, el asesinato de su padre por los republicanos, la pérdida de todo lo que constituía su mundo... y ha de encontrar de nuevo sentido a su vida. Y lo encuentra en el amor, porque Sol, igual que Ana María Matute, reclama amor como fuerza esencial de la vida. No cuento el final de la novela porque animo a leerla y descubrir la tremenda precocidad narrativa de Ana María a sus veintitrés años. Mis alumnas, alguna de edad cercana a la de la autora cuando su obra fue finalista en 1949 en el Premio Nadal, se sorprendieron de la riqueza expresiva y de la potencia de su mirada sobre las circunstancias de los seres humanos a los que comprendía bien sabiendo, no obstante, que cada uno era un misterio insondable.

Sobre 1973 o 1974, Ana María Matute sufrió una profunda depresión que la aquejó durante casi quince años y dejó de escribir y publicar. Esta depresión, en un tiempo en que ella era feliz y tenía todo lo que se podía anhelar, la hundió en una sima que ella explica remitiendo a ese libro extraordinario que es Esa visible oscuridad de William Styron, libro que he leído hace años y que desarrolla desde dentro qué es una depresión, uno de las enfermedades más dolorosas que pueden afectar al ser humano.

Hacia los noventa salió de ese pozo y comenzó a recuperar su vida como escritora y, curiosamente, se descubre a una Ana María Matute más reconciliada con la realidad, más optimista, más serena, y sus libros se orientan, más que al realismo de lo circundante, hacia una Edad Media como en Olvidado Rey Gudú (1997) y Aranmanoth en que aparece un mundo más que fantástico, mágico. Siempre ha rechazado que su literatura fuera autobiográfica, pero es cierto que muchos de sus relatos evocan y recrean experiencias suyas. Llegaron los premios y el reconocimiento universal a una escritora que vivió un tiempo en que dominaba la literatura social, pero ella creo un mundo radicalmente propio que no se puede encasillar. Probablemente sea la escritora más singular de su generación. No es que ella no diera importancia a temas como la injusticia, el dolor, la opresión, la falta de libertad. Sí que se los dio, pero entiende que el compromiso del escritor se da en su obra y en ella como artista. Entró en la Real Academia de la Lengua, recibió hace tres años el premio Cervantes, el último del ámbito hispánico que le faltaba y tuvo que leer un discurso en el paraninfo de la universidad de Alcalá de Henares a toda la élite política y cultural que estaba allí presente, y no quiero pensar el esfuerzo que tuvo que hacer para no salir de allí corriendo.

En los vídeos en que se la ve en los últimos años de su vida había perdido ya esa frescura y rapidez que le era consustancial y fue tal vez retornado a ser esa niña que ella anhelaba en el tiempo mágico de la infancia, un periodo “completo, autónomo y poético” fuera de toda blandenguería donde los niños viven tal vez las experiencias más hondas de su existencia para desembocar luego en ese periodo triste de la adolescencia, o al menos así aparece como reflejada en sus novelas, ya que se abandona la niñez para siempre y se pierde la inocencia.

No he hablado demasiado de sus libros. He dejado enlaces para los que queráis saber más de ella y su obra. He preferido redactar a vuelapluma mis primeras impresiones, mi mirada cercana a su vida  y su obra. Hoy me falta alguien que hacía mi Barcelona más cálida y humana. Lástima que no la haya llegado a conocer. Y si me preguntan qué me hubiera gustado llevarle a su casa para charlar con ella, no me cabe duda de que hubiera sido una botella de buena ginebra para hacer un gin-tonic, ese combinado que le quitaron por los achaques y que ella siempre reclamaba en sus entrevistas.


Por tí, Ana María, este gin-tonic lo bebo por ti. Te deseo que encuentres al otro lado de la vida, alguien o algo esperándote como tú anhelabas.

martes, 24 de junio de 2014

Sexo, droga y rock and roll en Secundaria



Hoy recurro a una pequeña artimaña a la hora de dar título a mi post. Lo he titulado provocativamente como veis arriba para ver qué pasa con las visitas. Estoy intrigado con las visitas al blog, tanto a la entrada última como a algunas de las históricas que continúan incrementándose a pesar de ser muy antiguas. Ignoro por qué algunas entradas son atractivas y siguen sumando visitas masivamente y otras pasan al olvido por completo. En mi columna lateral aparecen las más visitadas en la última semana. Hay algunas que se mantienen meses y meses entre las más visitadas. Ignoro si lo que promueve las visitas es el título de la entrada a la hora de que los buscadores la posicionen en un lugar destacado. Hagamos un repaso de las más visitadas en la historia del blog que apareció como tal en diciembre de 2005.

En primer lugar, destacadamente, tenemos el post incombustible, El valor del silencio, publicado el 2/4/2011 y que ha recibido 66074 visitas.

El caos en la era google fue publicado el 9/11/2011 y ha recibido 40076 visitas.

Otro que se mantiene imperturbable en los más visitados es Reflexiones sintácticas en la pista de fútbol, publicado el 1/12/2011 y ha recibido 35057 visitas.

Comprensión lectora,el origen del todo el fracaso educativo (18/11/2011) ha recibido 23984 visitas.

Copiar en un examen(reflexiones éticas) cuenta con 16007 visitas (1/6/2013).

Cine clásico paraniños, publicado el 25/4/2010 ha recibido 16183 visitas.

Adolescentes musulmanas, publicado el 24/2/2011 ha recibido 14474 visitas.

Platero y yo en el aula convertida en un remanso de poesía, publicado el 10/1/2012 ha recibido 13948 visitas.

La maldición del currículum (28/10/2011): 7651 visitas.

Un post curioso titulado La radio de galena publicado el 31/1/2009 alcanzó 7318 visitas.

La soledad delprofesor (28/4/2012) aparece con 6945 visitas.


El enigma ortográfico, publicado el 21/1/2011 aparece con 5149 visitas.

En la última semana se ha posicionado en primer lugar un post de hace dos años (15/05/2012) : Leonor,alteza real y futura reina de España, se sincera. Cuenta con 4149 visitas.

Un post titulado España publicado el 14/5/2009 contó únicamente con 48 visitas.

He decidido titular como experimento este post Sexo, droga y Rock and roll en la secundaria. El post no tiene nada que ver con ese título como habréis podido ver, lo que no quiere decir que no dejaría de ser interesante un desarrollo temático del mismo abordando el lado menos correcto de la realidad. Quiero saber si el título de un post ayuda a su difusión o es el contenido del mismo lo que lo hace interesante. No deja de ser fascinante que El valor del silencio cuente con casi setenta mil visitas y un título tan curioso como Reflexiones sintácticas en la pista del futbol obtenga más de 35000 visitas. La constancia en la repetición de estos títulos da idea de su difusión más que cualquier otro parámetro porque muchas visitas pueden ser simplemente de rebote, por pura casualidad. Y lo cierto es que cuando uno escribe no tiene conciencia de la proyección que tendrá ese post. Hay posts que escribo con mucho trabajo y que pienso que van a ser interesantes que pasan, sin pena ni gloria, totalmente desapercibidos. No sé en dónde está la clave. Hoy vamos a indagar un poco en ello.

Sexo, droga y rock and roll en Secundaria es el título que aparecerá.

¿Dónde creéis que está la clave de la difusión de un post?



viernes, 20 de junio de 2014

La verdadera vida de Franz Kafka



Ando las últimas semanas abismado en una biografía de Franz Kafka que abarca exclusivamente cuatro años (1910-1914), escrita por Reiner Stach y titulada Los años decisivos. Mi experiencia de sumergirme en este grueso volumen biográfico es extraña por el escaso tiempo que abarca y la extensión minuciosa de lo que allí aconteció, en aquellos años en que compuso entre otros títulos, El fogonero y La metamorfosis. No es fácil entrar en la vida de Kafka de la cual sabemos prácticamente todo. Hay días incluso que sabemos hora por hora qué hizo a través de sus diarios y su abundante correspondencia (más de 1500 cartas). Sin embargo, nada de eso explica a Kafka ni a su obra literaria que mana de la profundidad abisal de su psique conflictiva.

La vida de Kafka es gris, apenas hizo nada destacable.  Era empleado de una empresa de seguros, empleo que le daba seguridad pero que él no amaba. Vivió con sus padres hasta pasados los treinta. Recordemos que murió a los cuarenta años por tuberculosis de laringe en junio de 1924, solo vivió media vida, una vida marcada por el fracaso vital más profundo, fracaso en su intento de abandonar su opresiva profesión, fracaso en sus relaciones amorosas, fracaso en su vida sexual... Parece que tuvo que ser un ser frágil, aislado, inmaterial, aquejado de profundas depresiones endógenas y estados enfermizos y angustiosos. Kafka dejó tras de sí un campo de ruinas. Vivió toda su vida en la misma ciudad -Praga- y estuvo obsesionado por la relación con su padre por el que se sentía aplastado. A partir de un momento determinado se dio cuenta de que él era Literatura, que solo podía vivir en la Literatura. Sus textos no son muy numerosos y raramente se sentía satisfecho de ellos. Si alguna vez lograba terminar un relato, se sentía profundamente feliz. Escribir le serenaba pero tenía que ocupar buena parte de las noches para hacerlo porque estaba esclavizado por su trabajo de burócrata que detestaba. Sus relatos son de una precisión asombrosa, nada hay que sobre en ellos, son como una pieza de orfebrería maravillosa, pura exactitud que recrean un mundo inhabitable al que el lector tarda en acostumbrarse. Nada hay en su vida que explique su genialidad, ni viajó demasiado fuera de algunos viajes a ciudades cercanas como Viena o Budapest o Berlín. Visitó brevemente París y Venecia. Su literatura brota de las profundidades, tan hondas que no pueden ser explicadas por sus circunstancias biográficas por lo demás totalmente alejadas del aventurero. Todo le hacía pensar a aquel neurótico que era Kafka y, sin embargo, aunque no hiciera nada salvo quedarse en el sofá todo el día, lo que escribió conmocionó la historia de la literatura occidental haciéndonos pensar a millones y millones de personas.

¿Qué significa su mundo? ¿Qué quiere decir con sus relatos? Se han escrito centenares de estudios con sus posibles interpretaciones, pero nada explica su fuerza y hondura, su inabarcable complejidad que ha dejado en los registros comunes el adjetivo “kafkiano” para referirse a algo incomprensible, tal vez absurdo, pero algo más que absurdo porque en el mundo de Kafka todo está medido, todo tiene su lógica que no conseguimos desentrañar. Su potencia estética es abrumadora y nos sume en el desconcierto más absoluto.

Kafka era un apasionado de las biografías, era seguidor de las tendencias naturistas e higienistas de la época, era vegetariano, practicaba la gimnasia desnudo en invierno con la ventana abierta o en el bosque. Tuvo relaciones fundamentalmente por carta con diferentes mujeres como Felice Bauer que vendió su correspondencia después de la muerte del autor nacido en Praga (Imperio Austrohúngaro), dejándonos un testimonio enigmático porque no conseguimos descubrir qué buscaba en aquella mujer tan gris, a la que escribía dos y tres veces al día cartas a veces de quince o dieciséis páginas explicándole lo imposible que sería la vida con él. Estuvo comprometido dos veces con ella, pero ella rompió el compromiso tal vez por la extrañeza de aquel hombre obsesivo e incompresible. A la vez que él la escribía no dejaba de mostrarle el absurdo que sería estar con él. Después de seguir el desarrollo de sus relaciones, no consigo, como lector, saber qué buscaba en aquella empleada berlinesa cuyos dientes deteriorados parecían repeler a Kafka.

Cuando nos acercamos a Kafka tenemos la impresión de que su reino no es de este mundo y que hubiera estado siempre buscando un Arte de vivir para hacerse cercano a las experiencias de otros seres humanos en su definitiva otredad.  Era un ser enigmático y frágil del que es imposible hacer una biografía porque por mucho que se ahonde, y se ha ahondado mucho en todos los aspectos por sesudos especialistas, Kafka y su literatura se nos escapa, pero su universo nos ha afectado a todos y los que nos aproximamos a lo que él fue o escribió no dejamos de sentir algo que es fruto del dolor más hondo y de la extrañeza de vivir. Aunque tal vez también pueda extraerse un sentido del humor que no se puede calificar sino de kafkiano. Sin duda, si alguien ha creado un mundo radicalmente suyo, personal e intransferible que es definitivamente elusivo, es este autor checo que escribió pocas obras completas  y dejó en su testamento establecido que fuera quemado todo lo que él había escrito. Afortunadamente Max Brod, su amigo y albacea,  no respetó su voluntad.



martes, 17 de junio de 2014

Monólogo interior de Felipe VI



El próximo día diecinueve de junio me coronarán rey de España. He de pensar sobre ello. He de reflexionar sobre mis siguientes pasos como rey y es esencial el primer discurso de la Corona. Llevo trabajando en él desde hace años, toda mi vida he estado trabajando en él. Llevaré una corona controvertida. Sé de sobra que los españoles no son monárquicos. Esto no es el Reino Unido ni Suecia. La monarquía es fruto de la secuencia histórica, pero también de la voluntad de un hombre que estuvo en mi bautizo, Francisco Franco. Nací en enero de 1968. Eso no deben olvidarlo los que me pronostican un escaso futuro. Sé de mi debilidad. Sé de sobra, porque paseo por las redes y tengo a Letizia a mi lado, que está creciendo la marea republicana que cada vez es más audaz. La portada de El Jueves era hiriente pero yo no la habría prohibido. ¿Mi padre? ¿Hay alguien que no haya deseado asesinar a su padre, especialmente si se es el heredero de la corona? Siento una profunda distancia hacia su persona. Siempre estuve más cerca de mi madre de la que he heredado el carácter y su forma de hacer las cosas. Mi padre es el rey de momento y yo no puedo hablar, como él debió callar cuando era el delfín de Franco. Luego habló y creo que en conjunto la monarquía tiene una nota de aprobado alta. Otra cosa es el carácter levantisco de los españoles que nunca saben estar a gusto con nada. Debería incluirme dentro de ellos, pero ahora yo soy el futuro rey y debo mantener mi distancia. Los españoles hicieron huir a un rey de una dinastía diferente ante el caos que suponía la vida interna de España, siempre desgarrada entre pulsiones contradictorias. Las repúblicas no se afianzaron por sus propios errores. La primera duró escaso tiempo ante la división tremenda en cantones de España y la guerra carlista. La segunda que ahora añoran no supo conciliar las diferentes maneras de entender España en un sistema amplio que incluyera a todos.

Pero ahora estoy de nuevo en ojo del huracán, ahora no estoy un peldaño detrás. Ahora seré yo el que reciba los impactos de los huevos que muchos desearán tirarme y los gritos de Mañana España será republicana. Esto será creciente y, de hecho, hay muchos puntos de España que no podré pisar por prudencia. Estamos como quien dice en una nueva transición y solo saldré victorioso de ella si soy audaz e imaginativo. Tengo que hacer lo que nadie espera que haga. Si no hay sorpresa no hay espectáculo. Muchos se desgañitan porque quieren decidir y eso no es negativo. El pueblo español, yo lo sé, tiene la impresión de que han jugado con él con cartas marcadas. Que la monarquía entró por la constitución de 1978 en un paquete y que en realidad no se pudo nunca decidir. Mi padre tuvo suerte el 23F porque en esa noche se identificó con el sentir de la mayoría y muchos lo empezaron a querer. En su caso no fue una elección, era la única garantía de supervivencia. Pero ahora soy yo quien debe sobrevivir y sé que no lo haré si no rompo el juego. Si sigo haciendo sentir a los españoles que soy una imposición en pocos años esto se acabará. La monarquía no podrá superar la ruptura de España y el sentimiento de fracaso que conllevará. Sé de sobras que los catalanes o muchos de ellos se encrespan porque se les niega el derecho a decidir y así crece el vector independentista que hace unos años era muy inferior. No me falta información sobre la situación en Cataluña y  todo pronostica que vamos al conflicto más agudo en los últimos ochenta años. Va en serio. Todos vamos a salir dañados de esto y el primero que caerá seré yo que deberé exiliarme como mi bisabuelo. La prudencia conservadora me lleva a no variar el rumbo y repetir el mantra de la unidad y la diversidad de España. Pero sé que con esa mano no podré reinar mucho tiempo. Por otro lado es cierto que el rey reina pero no gobierna. Yo no haré las leyes. Mi capacidad de acción es muy limitada. Pero me quedan los gestos. En mi primer discurso, en el que utilizaré las cuatro lenguas de España, hablaré de la institución, de mi honor en reinar en un país potencialmente tan rico como España, pero he de marcar mi reinado con otro estilo.

Sé que Letizia no es muy querida porque dicen que es un saco de huesos y que es distante y ambiciosa, pero yo la quiero, la admiro porque me dice la verdad y porque ha decidido unir su destino al mío. Además nos complementamos. Ella me dice que sea audaz, que sin audacia no reinaré mucho tiempo, que he marcar mi propio sello a la corona y eso pasa inevitablemente porque yo auspicie la celebración de un referéndum sobre la forma de estado. Los socialistas recogerían bien la idea porque sería un impacto tan potente que se quedarían descolocados y sentirían el aliento republicano de las bases. Y el PP se sentiría totalmente afrentado pero no podrían enfrentarse al rey si este manifestara su deseo democrático de plantear de una vez por todas la elección legítima entre un sistema monárquico o republicano. No me cabe duda de que ganaría el envite si se planteara francamente la cuestión. Y sobre Cataluña, tampoco me opondría a la realización pactada de un referéndum sobre la independencia con solo una pregunta. La falta de respuesta del estado a su demanda creciente deja a éste sin argumentos. No se puede poner la Constitución como valladar inexorable. Si hay que cambiarla, la cambiamos. Sé que los catalanes me sentirían inmediatamente cerca. Quiero que estéis con nosotros pero si queréis iros lo entenderemos. Y lo ganaríamos. No se irían.

¿Cómo meter veladamente todo este magma que me bulle en el cerebro en mi discurso de coronación? Letizia me dice que sea cauto pero que no retroceda. No tengo poder efectivo, es cierto, pero nadie podría contradecirme sin poner ellos mismos la monarquía en juego. Soy aficionado al ajedrez y sé que esta jugada compleja lleva al jaque mate en diez movimientos. Pero si reino acomplejado, prisionero del pasado, con miedo, todo se hundirá en poco tiempo.


Ahora, querida Letizia, levanta y déjame unos momentos solo. Me encanta hacer el amor contigo a todas horas y de todas las maneras, pero ahora debo concentrarme en ese discurso que nadie olvidará.  De momento me sienten como una carcasa vacía, pero he de llenarme de contenido. Ahggggggggg. 

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