Quiero dedicarte un tiempo para reflexionar sobre lo que ha sucedido en clase en los últimos días y en días anteriores en los que me he sentido injustamente tratado por tu tono enormemente ofensivo hacia mi persona y mi función de profesor. En tus comentarios del último día detecté un resentimiento antiguo sobre cuando fui profesor tuyo en cuarto de ESO. No sé qué pude hacer o decir que te llevara a sentirte herido. En todo caso, te pido disculpas retrospectivas sobre lo que pude decir y ya no recuerdo. De aquel año recuerdo la imagen que tenía de ti y es que eras totalmente pasivo, que nunca hacías los deberes, pero te aseguro que no había nada personal hacia ti. Nunca dejo que mis sentimientos personales influyan en la calificación de mis alumnos. Tú eres uno más, pero mis notas las tomas como una agresión personal (igual que los demás alumnos que han sido suspendidos). ¿Actuáis así en todas las asignaturas? Suspensos hay muchos. ¿Todos son una manifestación de inquina personal?
Me preocupa tu actitud y he de confesarte que me sentí herido y lo pasé muy mal. En público cuando soy objeto de un ataque personal me siento bloqueado y no soy hábil argumentando. Te ofrecí revisar el examen personalmente pero tú despreciaste esta posibilidad. La revisión del examen hubiera sido exhaustiva y hubiera estado abierta a modificar la nota. No sé si te elevé la voz, pero has de comprender mi nerviosismo ante el ataque combinado y tremendamente agresivo de cuatro miembros de la clase. Pienso que ninguno teníais razón, pero quizás no me supe explicar bien. Te ofrecí la posibilidad de un examen de recuperación pero tú desestimaste esta opción. No quiero suspenderte, no tengo interés en suspender a nadie. No me alegra suspender a nadie, pero pienso que mi profesionalidad me lleva a aquilatar el valor de un examen o un trabajo, y el tuyo no era bueno. Lo leí como diez veces, le di vueltas y desde luego no cumplía con unos mínimos. Tenía que suspenderte a pesar de que temía tu reacción que no se hizo esperar.
La primera pregunta resuelta en cuatro o cinco líneas era abiertamente insuficiente. Tú la tomaste como una pregunta simple que podía ser contestada simplemente, pero la pregunta era clara aunque no simple. Piensa que valía cinco puntos. Te preguntaba sobre el cumplimiento de las unidades de tiempo y lugar en El burlador de Sevilla. Este era un motivo de reflexión para mostrar tu conocimiento de la obra y requería mucha mayor extensión y establecer relaciones con lo que debías saber sobre la preceptiva del teatro de Lope de Vega. Había incluso un error cuando hablabas del viaje de Juan Tenorio a Nápoles cuando esto no sucede en la obra. Debías hacer un recorrido detallado valorando la importancia de este incumplimiento de las unidades clásicas de tiempo y lugar en la obra. Trazar el recorrido del personaje dando detalles que MOSTRARAN TU CONOCIMIENTO DE LA OBRA. Lo que viniste a decir era tan elemental que no podía merecer una valoración ni alta ni media.
PIenso que tú no eres un estudiante con perfil del bachillerato humanístico. De sobras sé que la literatura no te gusta ni te gusta leer. Yo no te he obligado a ser alumno mío. Ignoro por qué has cogido este itinerario cuando por tu carácter podrías ser más idóneo para un bachillerato de ciencias o tecnológico. Pero un estudiante de letras ha de saber expresarse con un mínimo de corrección o al menos aspirar a ello. Cuando en la primera evaluación te corregí cuando decías "asín" o "haiga" juzgaste que te estaba vacilando. Desde luego no te he vuelto a corregir. Allá tú y tu destino.
Has renunciado a presentar el comentario sobre Rosalía de Castro por puro orgullo y te obstinas en hacer algo personal de algo que por mi parte no lo es. He suspendido a alumnos a los que apreciabaprofundamente en el plano personal y he aprobado a alumnos hacia los que no sentía ninguna simpatía. Tú te burlas cuando digo que SOY EL PROFESOR. Espero que algún día puedas sentir la humillación que suponen tus palabras para alguien que lleva treinta años enseñando literatura y ama profundamente su profesión y la literatura. He corregido miles y miles de exámenes de literatura y creo que sé valorar la realidad de unas contestaciones en función de las posibilidades de mis alumnos. Tú te burlas de esto. Espero que algún día puedas comprender la injusticia de tus palabras.
En todo caso quiero comunicarte personalmente que la situación planteada en vuestra clase me lleva a replantearme en el futuro no ser más profesor de literatura. Quizás mi momento haya pasado, quizás la literatura no dice ya nada, quizás no sepa explicarme. Siento mucha mayor satisfacción enseñando a leer a marroquíes que enseñando literatura a quienes ésta les interesa un pepino. Y esta es la impresión que tengo con vosotros.
Te envío un cordial saludo, y espero que te des cuenta de que nadie hubiera dedicado tanta atención a alguien a quien se tuviera manía. Eso sí, tendré que seguirte calificando a mi pesar y seguiré siendo profesional en ello, aunque tú no quieras entenderlo.
Te deseo lo mejor en tu vida profesional y personal y espero que nadie se burle de ti como tú lo has hecho de mí.