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domingo, 27 de febrero de 2011

Corta y pega


Hace unos días (19-02-2011) El País publicaba esta noticia sobre el ministro de Defensa alemán, el barón Karl-Theodor zu Guttenberg. Su título de doctorado, muy estimado en Alemania, estaba basado en una tesis que había obtenido la calificación de Summa cum laude pero que estaba plagiada en una amplia parte de ella, tomando o copiando documentos ajenos sin citar la procedencia. Se estima que un 25 por ciento de la tesis está copiada de diecinueve autores a los que no citó. El escándalo ha sido mayúsculo y el  ministro ha retirado de su página web el título de doctor. La situación de este rico y aristocrático ministro es más vergonzosa porque hacía ostentación de ideas morales sobre la nobleza y el sentido del honor.

Hoy domingo, asimismo, el diario El País en su sección de la Defensora del lector hace referencia al artículo firmado por Borja Vilaseca en su sección de Negocios sobre el modelo de consumo insostenible de la sociedad occidental (20 de febrero de 2011). El problema es que buena parte del artículo es la transcripción de un famoso vídeo de Annie Leonard titulado La historia de las cosas, considerado como una de las mejores aportaciones audiovisuales sobre este tema. Borja Vilaseca no citó en ningún caso el origen de sus ideas. Él justifica, una vez descubierto, que lo que intentó fue democratizar el conocimiento y divulgar el contenido del vídeo, así como de otras fuentes a las que no hizo la más mínima referencia, pasando él como un experto en el tema.

Son dos ejemplos recientes que han resultado llamativos pero que expresan un estado de las cosas que ponen en evidencia una forma de actuar en el mundo de las ideas. Es de estos días la noticia de que Google ha advertido que su algoritmo de posicionamiento de las páginas web favorecía a las que, mediante triquiñuelas tecnológicas, se limitaban a copiar los contenidos de otras originales que quedaban desplazadas a lugares inferiores. Los plagiarios y copiones quedan más recompensados en el mundo de Google.

¿Por qué reflexiono sobre estas noticias desde el punto de vista de un profesor de instituto? Porque me encuentro en bachillerato casi siempre con trabajos meramente copiados de fuentes que no son citadas. El problema es escandaloso en la valoración de los trabajos de investigación, característicos de Cataluña (treballs de recerca) en que en muchos casos se limitan a ser una copia indiscriminada de páginas web a las que no se hace mención ni se acota lo copiado masivamente. Esto es –desgraciadamente- tolerado por algunos tutores de estos trabajos que no controlan adecuadamente el origen de los contenidos. La cuestión es evidente porque contrasta poderosamente el estilo de los textos copiados con el estilo personal de los alumnos que suele ser estremecedoramente pobre y plagado de errores.

Personalmente al principio de curso les reparto a mis alumnos una hoja en que les hablo del compromiso de honestidad por el que deben citar y entrecomillar todo aquello que no sea suyo. Se entiende que pueden hacer uso de ideas ajenas. Es necesario. Pero dichas ideas deben ser expresadas desde una óptica personal con un estilo propio sin reproducir fragmentos ajenos y menos sin mencionar la autoría. No lo consigo y cada año me veo ante trabajos cortados y copiados de El rincón del vago o diversas páginas web. A lo sumo cambian unas palabras para que no se note tanto u omiten algún fragmento del documento copiado. La realidad es un plagio de dimensiones abusivas sobre el que no sienten el más mínimo rubor. El otro día un alumno de segundo de bachillerato me reconoció en una conversación personal que había copiado en un examen fragmentos extensos que eran idénticos al dossier entregado por el profesor. Le pregunté si le parecía ético el hecho de copiar. No se sonrojó y muy dignamente me dijo que las trampas eran válidas si nos ayudaban a conseguir objetivos y que bastante había hecho siendo noble y reconociendo que había copiado.

Me pregunto qué falla, cómo no somos capaces de explicar qué es copiar y qué no y no me refiero sólo a los exámenes sobre los que  se puede decir que siempre se ha intentado copiar. Me refiero a la sensación de que es válido apropiarse totalmente de las ideas de otra persona sin ningún tipo de complejo y, lo que es peor, ignorándola totalmente porque no se la cita para nada. Yo no consigo hacerles ver que está feo copiar, que manifiesta una falta de respeto por el trabajo ajeno, que les impide aprender seriamente. Está claro que elaborar personalmente es mucho más costoso, que enfocar o reenfocar las ideas de alguien supone un ejercicio del juicio mucho más complejo que copiarlas indiscriminadamente sin ningún tipo de vergüenza.

Los dos ejemplos que he recogido al principio ponen de manifiesto que el mal es mucho más profundo que lo que parece. Si un aristócrata alemán plagia masivamente su tesis doctoral o un periodista de divulgación toma como eje vertebrador de su artículo (por el que ha cobrado) el trabajo de otros a los que no se menciona, es que la cuestión es mucho más honda, y el caso de nuestros alumnos no es más que la plasmación de un estado de las cosas en que no existen valores asentados ni criterios éticos reconocidos.  

¿Copiar es legítimo? ¿No hay quien defiende que copiar es la esencia de nuestra época y que es natural hacerlo, teniendo en cuenta que siempre se ha copiado? ¿Qué recompensa tienen los que aportan ideas propias y originales? ¿Cómo hacer entender esto a nuestros alumnos? 


Hay una encuesta arriba a la derecha. Si no tenéis ganas de comentar, al menos contestadla, please. 

jueves, 24 de febrero de 2011

Adolescentes musulmanas


Soy profesor de un curso de segundo de ESO donde son mayoría los españoles no nacidos en España. La mayor parte son musulmanes, hay latinos, un muchacho chino, una chica portuguesa y una minoría de nacidos en España. Me está resultando una aventura apasionante encontrarme con estos muchachos y aplicar métodos absolutamente experimentales en la enseñanza de la lengua. Somos dos profesores: Sílvia, una psicopedagoga, y yo, profesor de lengua castellana, que trabajamos con entusiasmo y en equipo.

Una de las cuestiones que más resalta en la clase es la presencia de muchachas musulmanas ataviadas con hiyab cuyos colores van combinando con la ropa que llevan. Hay dos chicas que no lo llevan. El resto lo asume y lo lleva con absoluta normalidad. He querido conocer algo acerca de la cosmovisión del mundo de estas adolescentes musulmanas y me estoy quedando absolutamente sorprendido porque contradice opiniones vertidas por mí acerca del poder negativo del hiyab. Suelo plantearles a través de cortos temas de debate que llevan a animadas discusiones en las que participan bastantes muchachos y muchachas. La semana pasado les proyecté un vídeo -terrible y hermoso- sobre mujeres pakistaníes cuyos novios o padres habían desfigurado con ácido por negarse a obedecer o  acatar que tenía que ser la esposa de alguien que era rechazado por ellas. Ejerciendo su libertad se encontraron con una tortura de una crueldad inimaginable. Luego les pasé una encuesta que se puede consultar sobre las relaciones entre mujeres y hombres. La inmensa mayorías de los alumnos respondieron que hombres y mujeres son iguales y que ninguno es superior al otro. Se ignoró por completo la opción de que las mujeres deben obedecer a sus padres, novios y hermanos. Esto me fascinó y he seguido profundizando en el tema. Hoy les he pasado un conocido vídeo en que una muchacha musulmana que lleva hiyab es coaccionada por una profesora para que se lo quite antes de entrar a clase. Las reacciones eran claras. Había un rechazo al planteamiento de la cuestión. Antes de que acabara y se resolviera la decisión, varias voces expresaban que no querían que se lo quitara. Hemos estado discutiendo después sobre ello y las muchachas musulmanas han estado hablando del tema con absoluta normalidad.  Rechazaban la idea social de que lo llevan obligadas por sus padres, querían reivindicar que lo llevaban por propia convicción (ello no impide que sean adolescentes que posan para las fotos en actitudes sexys con sus hiyab y que unen el cromatismo y la coquetería en sus combinaciones).

Podéis ver la encuesta que han contestado. Les he preguntado cuál era la edad en que se comenzaba a llevarlo y una me ha contestado que cuando se sienten mujeres, es decir, cuando tienen la regla. ¡Una muchacha musulmana hablando de la regla con normalidad! He visto que eran los varones los que más sorprendidos y cortados estaban por el debate. Varios de ellos han respondido en la encuesta que es un tema sobre el que mejor no hablar. Las chicas querían hablar y veían con agrado el debate. En sus respuestas relacionan el hiyab con una creencia en la que nadie debe entrar porque es asunto personal. Por otra parte, saben de las dificultades que tendrán para acceder al mundo del trabajo llevándolo. Sabemos del rechazo que suscita socialmente y ellas eran conscientes de ello. En el instituto es tan normal ver los pasillos y escaleras llenos de pañuelos multicolores que forman parte del panorama cotidiano. Son adolescentes que van asumiendo su dosis de rebeldía. En la última semana una alumna de la ESO musulmana ha rechazado el hombre que habían elegido sus padres como marido. Tras una profunda crisis familiar los padres han aceptado la negativa de la muchacha. Una de las razones aducidas es que el potencial marido –mayor que ella y recién venido de Marruecos- es muy de allí (no la dejaba hablar ni expresarse entre otras cosas). Y eso ya no cuadra para las muchachas musulmanas que llevan años por aquí. La sociedad occidental va calando en ellas. No es un mundo monolítico al menos el mundo de las mujeres. Los chicos por razones obvias son más tradicionales, pero en clase han de acostumbrarse a que las chicas no acepten su dominio de ninguna manera y los confictos son frecuentes por la negativa de las chicas a asumir un papel pasivo o sumiso.

El mundo islámico tiene en las mujeres un poderoso factor de renovación. Estas muchachas no aceptan pasiva ni sumisamente todo aquello que provenga de la tradición. Piensan por sí mismas –eso es innegable- pero tendrán problemas para encontrar hombres de su mismo nivel de mentalidad. Los hombres son mucho más conservadores y apegados a las tradiciones que los señalan como los amos y los que mandan.

Soy consciente: el mundo islámico está en ebullición. Sólo hay que ver el norte de África y la realidad de nuestras aulas. Creo que ya no valen los fáciles estereotipos. 

lunes, 21 de febrero de 2011

Enseñar a pensar


                                                  Michel Gove, ministro británico de Educación.

PRIMERA NOTICIA

El pasado 24 de enero aparecía una noticia en El País cuyo titular expresaba lo siguiente: Reino Unido prepara una profunda reforma de los contenidos escolares. En la noticia se recogían alguna ideas directrices de la reforma en el sentido de reducir las materias a las fundamentales: Lengua, Matemáticas y Ciencias, además de Educación Física. El resto (Arte y Diseño, Ciudadanía, Diseño y Tecnología, Geografía, Historia, Información y Tecnologías de la Comunicación, Música, Educación Personal, Social y Sanitaria) serán sometidas a una evaluación para ver cuáles serán obligatorias y a qué edades.  Por otra parte se pretende reintroducir las lenguas modernas extranjeras (que tienen el carácter de optativas). La historia tendrá como eje un contexto más amplio. Hasta ahora sólo se mencionaba al Reino Unido siguiendo las tendencias de adecuarse a lo cercano al alumno.

Un aspecto fundamental de esta reforma –que ha sido duramente criticada por sectores hostiles de la pedagogía- es volver a los conocimientos y a los hechos más que al esquema que se ha extendido en los últimos treinta años de enseñar a pensar. Algunos docentes han entendido que lo que se pretende con esta reforma es volver a la educación de los años cincuenta. El gobierno ha argumentado que de lo que se trata es de “que los alumnos tengan un núcleo esencial de conocimiento para no quedar culturalmente empobrecidos”.  El Reino Unido ha descendido lugares en la clasificación del informe PISA y se expone que Hong Kong y Shangái llevan dos años de ventaja a los estudiantes ingleses en matemáticas.

SEGUNDA NOTICIA

El Periódico de Catalunya en fecha 19 de febrero recogía algunos planteamientos de la nueva consellera de Educación Irene Rigau.  Al parecer está disconforme con  la que calificó de “pedagogía blanda” que busca adaptarse al alumno rebajando los niveles hasta lo inconcebible, relativizando la ortografía y poniendo en cuestión  los exámenes. Esta pedagogía suave es la que llevaría a que un veinte por ciento de los alumnos promocionara por decisión de la Junta de Evaluación aunque tengan de una a siete asignaturas suspendidas. En este sentido es revelador que los centros tienen en este momento como taxativos el número de alumnos que puede repetir en cada curso, lo que supone que el resto apruebe o pase por decisión pedagógica. Irene Rigau parece defender un modelo de escuela mucho más exigente, pero lo que no está claro si esto es posible con un treinta por ciento de fracaso escolar que tenemos en este momento. ¿Qué pasaría si en Primaria y en Secundaria se aplicaran criterios exigentes, se valoraran los conocimientos asentados y se actuara en consecuencia? ¿Cuál sería el nivel de fracaso entonces? ¿O entonces cabrían otros planteamientos?

Los profesores que tenemos una historia a nuestras espaldas sabemos que en los últimos veinte años se han impuesto los dogmas de la comprensividad con los que se relativizaba la adquisición de conocimientos en detrimento del proceso cognitivo que es el que debería desarrollarse.  Lo importante no es la información, ni la ortografía, ni los conocimientos sino alentar al alumno a saber buscar respuestas por sí mismo y cuya evaluación deberá ser ponderada en función de criterios que tengan en cuenta sus características y su actitud. El resultado de esta pedagogía “blanda” o “suave” creo que es evaluable por el sentido común. Por aquí hay muchos profesores y padres que entran a participar en este blog. Les hago la siguiente pregunta. ¿Cuál es el nivel de conocimientos de los alumnos o hijos que tienen? ¿En primaria? ¿en secundaria? ¿en bachillerato? ¿Tenemos alumnos formados, competentes, con capacidades comprensivas y expresivas suficientes que se expresen con una ortografía correcta? ¿Hemos sabido alentar ese precioso paradigma de “enseñar a pensar”? ¿Está la pedagogía a punto de sufrir una regresión con esa pretensión de volver a los hechos y a los conocimientos, lo que se puede interpretar como un retorno a los métodos tradicionales?  Para contestar tened en cuenta lo que veis cada día en las aulas los que sois profesores. ¿A qué se debe por otra parte el auge de la enseñanza privada entre las clases medias? ¿Qué vende la enseñanza privada? ¿Puede ser cierto que los sectores más perjudicados por la filosofía del “enseñar a pensar”  sean los más débiles socialmente? ¿Tienen un nivel aceptable de cultura, de curiosidad y de intereses intelectuales los  alumnos que cursan bachillerato? ¿Qué encontráis cada día en el aula?

¿Es posible o aconsejable una pedagogía exigente?

domingo, 20 de febrero de 2011

Fantasía de cortos


Hoy veinte de febrero ha nacido un nuevo blog. Quería anunciároslo a todos los que pasáis  por aquí. Se titula Fantasía de cortos y tiene como eje precisamente a ese género poliédrico y extraordinariamente sugerente que es el corto, sea de animación o no. Lo más fascinante del proyecto es que nos hemos juntado gozosamente cuatro blogueros veteranos que representan distintas sensibilidades y generaciones históricas. Somos los cuatro fantásticos: Lola, Miquel, Eloi blq y Joselu. Todos tenemos abiertos blogs en internet y forman parte del blogroll de éste blog.

Creo que el corto es una extraordinaria herramienta crítica y pedagógica. Como comenté en algún post anterior, lo utilizo frecuentemente en clase para promover debates y reflexiones a partir de esos dos, cinco o nueve minutos que dura un corto. Me fascinan los resortes expresivos de este género que concentra en su corta duración un mundo de posibilidades creativas y reflexivas. 

Lo más valioso del proyecto, como decía, es la colaboración de personas muy distintas: desde una mujer abierta y rebelde como Lola (Boheme) de setenta y siete años a un joven poeta de dieciséis años, Miquel, enamorado del cine y de las chicas guapas,  que estudia primero de Bachillerato científico. Desde el profesor angustiado y reflexivo que firma apasionadamente este blog  a un joven de veintinueve años, Eloi blq,  que vive una vida alternativa al sistema capitalista cultivando su propio huerto en Francia y que promueve experiencias colectivas que muestran caminos distintos  al de la sociedad de consumo y al voraz sistema que lleva a la consunción de nuestro planeta.

Nuestra mirada es crítica pero a la vez tierna. Nuestra mirada es imaginativa y a la vez intentaremos que contenga sentido del humor. Nuestro proyecto es en sí mismo un mensaje de que se puede hacer algo en común. Siempre he admirado el proyecto pedagógico colectivo que supone Tres tizas. Asistí con alegría a su nacimiento y maduración. Esto en cierta medida es también un fruto de la interrelación, del intercambio, del enriquecimiento en la diversidad. Creo que pueden hacerse cosas, más en esta época de crisis que estamos viviendo. No debemos quedarnos metidos en nuestras conchas sino salir y proponer nuevos modelos. Vivimos un tiempo apasionante. Probablemente todos los tiempos lo sean, pero pocas veces he asistido a una época tan terrible y a la vez tan sugerente. En ella se mezcla un potencial riquísimo de creación con amenazas gravísimas para el planeta que no podemos ignorar. 

El corto es una herramienta fantástica. Rastrearemos la red en busca de nuevas propuestas. Estamos abiertos a las vuestras. Si queréis hacer llegar enlaces a cortos, serán bienvenidos, y asimismo os esperamos en Fantasía de cortos donde los cuatro fantásticos, pajarracos de cuidado, celebran en este domingo que no es igual a otros, la fiesta más maravillosa, la del mundo del cine, que aliado a la literatura, producirá frutos que esperamos prometedores.

Por cierto, ayer vi Pa negre de Agustí Villaronga. Espero hacer una reseña en Fantasía de cortos, pero puedo adelantar que es una de las mejores películas que he visto hace mucho tiempo. 

miércoles, 16 de febrero de 2011

Con la mano tendida



Quiero dedicarte un tiempo para reflexionar sobre lo que ha sucedido en clase en los últimos días y en días anteriores en los que me he sentido injustamente tratado por tu tono enormemente ofensivo hacia mi persona y mi función de profesor. En tus comentarios del último día detecté un resentimiento antiguo sobre cuando fui profesor tuyo en cuarto de ESO. No sé qué pude hacer o decir que te llevara a sentirte herido. En todo caso, te pido disculpas retrospectivas sobre lo que pude decir y ya no recuerdo. De aquel año recuerdo la imagen que tenía de ti y es que eras totalmente pasivo, que nunca hacías los deberes, pero te aseguro que no había nada personal hacia ti. Nunca dejo que mis sentimientos personales influyan en la calificación de mis alumnos. Tú eres uno más, pero mis notas las tomas como una agresión personal (igual que los demás alumnos que han sido suspendidos). ¿Actuáis así en todas las asignaturas? Suspensos hay muchos. ¿Todos son una manifestación de inquina personal? 


Me preocupa tu actitud y he de confesarte que me sentí herido y lo pasé muy mal. En público cuando soy objeto de un ataque personal me siento bloqueado y no soy hábil argumentando. Te ofrecí revisar el examen personalmente pero tú despreciaste esta posibilidad. La revisión del examen hubiera sido exhaustiva y hubiera estado abierta a modificar la nota. No sé si te elevé la voz, pero has de comprender mi nerviosismo ante el ataque combinado y tremendamente agresivo de cuatro miembros de la clase. Pienso que ninguno teníais razón, pero quizás no me supe explicar bien. Te ofrecí la posibilidad de un examen de recuperación pero tú desestimaste esta opción. No quiero suspenderte, no tengo interés en suspender a nadie. No me alegra suspender a nadie, pero pienso que mi profesionalidad me lleva a aquilatar el valor de un examen o un trabajo, y el tuyo no era bueno. Lo leí como diez veces, le di vueltas y desde luego no cumplía con unos mínimos. Tenía que suspenderte a pesar de que temía tu reacción que no se hizo esperar. 


La primera pregunta resuelta en cuatro o cinco líneas era abiertamente insuficiente. Tú la tomaste como una pregunta simple que podía ser contestada simplemente, pero la pregunta era clara aunque no simple. Piensa que valía cinco puntos. Te preguntaba sobre el cumplimiento de las unidades de tiempo y lugar en El burlador de Sevilla. Este era un motivo de reflexión para mostrar tu conocimiento de la obra y requería mucha mayor extensión y establecer relaciones con lo que debías saber sobre la preceptiva del teatro de Lope de Vega. Había incluso un error cuando hablabas del viaje de Juan Tenorio a Nápoles cuando esto no sucede en la obra. Debías hacer un recorrido detallado valorando la importancia de este incumplimiento de las unidades clásicas de tiempo y lugar en la obra. Trazar el recorrido del personaje dando detalles que MOSTRARAN TU CONOCIMIENTO DE LA OBRA. Lo que viniste a decir era tan elemental que no podía merecer una valoración ni alta ni media.


PIenso que tú no eres un estudiante con perfil del bachillerato humanístico. De sobras sé que la literatura no te gusta ni te gusta leer. Yo no te he obligado a ser alumno mío. Ignoro por qué has cogido este itinerario cuando por tu carácter podrías ser más idóneo para un bachillerato de ciencias o tecnológico. Pero un estudiante de letras ha de saber expresarse con un mínimo de corrección o al menos aspirar a ello. Cuando en la primera evaluación te corregí cuando decías "asín" o "haiga" juzgaste que te estaba vacilando. Desde luego no te he vuelto a corregir. Allá tú y tu destino.

Has renunciado a presentar el comentario sobre Rosalía de Castro por puro orgullo y te obstinas en hacer algo personal de algo que por mi parte no lo es. He suspendido a alumnos a los que apreciabaprofundamente en el plano personal y he aprobado a alumnos hacia los que no sentía ninguna simpatía. Tú te burlas cuando digo que SOY EL PROFESOR. Espero que algún día puedas sentir la humillación que suponen tus palabras para alguien que lleva treinta años enseñando literatura y ama profundamente su profesión y la literatura. He corregido miles y miles de exámenes de literatura y creo que sé valorar la realidad de unas contestaciones en función de las posibilidades de mis alumnos. Tú te burlas de esto. Espero que algún día puedas comprender la injusticia de tus palabras.

En todo caso quiero comunicarte personalmente que la situación planteada en vuestra clase me lleva a replantearme en el futuro no ser más profesor de literatura. Quizás mi momento haya pasado, quizás la literatura no dice ya nada, quizás no sepa explicarme. Siento mucha mayor satisfacción enseñando a leer a marroquíes que enseñando literatura a quienes ésta les interesa un pepino. Y esta es la impresión que tengo con vosotros.

Te envío un cordial saludo, y espero que te des cuenta de que nadie hubiera dedicado tanta atención a alguien a quien se tuviera manía. Eso sí, tendré que seguirte calificando a mi pesar y seguiré siendo profesional en ello, aunque tú no quieras entenderlo.

Te deseo lo mejor en tu vida profesional y personal y espero que nadie se burle de ti como tú lo has hecho de mí.

domingo, 13 de febrero de 2011

Días que estremecieron al mundo


Leí hace años un libro significativo: Diez días que estremecieron al mundo del periodista americano John Reed. El libro, en clave de reportaje, describía los días que llevaron a la toma del palacio de invierno de los zares y el triunfo de la revolución que terminaría llevando a los soviets al poder. Fue un momento extraordinario. Describía la lucha del pueblo por conseguir la libertad y desembarazarse de la opresión zarista. Había diferentes fuerzas detrás de esta movilización de las masas, pero solo una de ellas terminaría monopolizando la revolución e instaurando una nueva dictadura que duraría setenta años.

Este libro de John Reed me ha venido a la cabeza contemplando los dieciocho días que han estremecido al mundo  y que han llevado, en una decidida movilización del pueblo egipcio, a la caída de Hosni Mubarak, tirano que llevaba treinta años en el poder. Ha sido una revolución pacífica que seguía la senda de la que había triunfado en Túnez. Todos los que pensábamos que los pueblos árabes no estaban preparados para la democracia, nos hemos admirado de estas revoluciones que no han tenido al islamismo como fuerza determinante, sino a la juventud, mayoritaria en estas sociedades, y que propugna, al parecer, una sociedad abierta y pluralista en que sean esenciales las libertades que permitan una mejora sustancial de las condiciones de vida.

Es de destacar que estar revoluciones y las que pueden venir a continuación han tenido como telón de fondo la publicación de los papeles del departamento de Estado norteamericano por Wikileaks en los que se desvelaba el funcionamiento corrupto de estos países. No sabemos la incidencia real de esta publicación, pero lo que es cierto es que muchos jóvenes sentados frente a un ordenador y utilizando las redes sociales como Twitter y Facebook han protagonizado un nuevo tipo de revolución liderada no por las fuerzas clásicas sino por blogueros que han desatado en tiempo real un huracán de fuerzas que han llevado a la movilización de cientos de miles de personas en Túnez y Egipto. Los partidos tradicionales, los islamistas, las propias dictaduras, los servicios secretos de los distintos países incluidos los americanos, los israelíes, etc,  se han quedado boquiabiertos porque nada de esto entraba dentro de sus expectativas. La historia ha desbordado a la imaginación más exaltada, igual que sucedió con la caída del muro de Berlín o el advenimiento de la crisis económica en que estamos que no fue prevista ni sospechada por el propio Fondo Monetario Internacional. Esto me llena de admiración porque me lleva a la idea de que la historia no es previsible. Ni los mecanismos ni instituciones más refinados, que se pasan la vida intentando saber por dónde irá el mundo, son capaces de intuir el efecto de las fuerzas en juego o los estados de tensión que pueden estallar en un momento dado.  La historia del mundo se puede explicar a posteriori. Para eso están los historiadores que intentan ordenar cómo pasó lo que pasó y comprender qué lógica desencadenó los distintos acontecimientos. Pero nada de eso sirve para predecir el futuro que se desarrollará según lógicas reales pero que no nos son conocidas. ¿Qué será de Europa en cincuenta años? ¿Qué sucederá en el mundo? ¿Cuáles serán las fuerzas o esquemas dominantes? Podemos hacer conjeturas pero la realidad que se puede desencadenar en unos segundos puede llevar adonde ni siquiera imaginamos.  Pensemos en el encadenamiento de sucesos que llevó a la revuelta en Túnez: los papeles de Wikileaks, la detención de un informático en paro que tenía un puesto de verduras en un mercado y que tomó la decisión de quemarse a lo bonzo… Un mes después caía Mubarak… y ahora no sabemos qué irá a continuación: ¿Argelia? ¿Marruecos? ¿Siria? ¿Cisjordania? ¿Mauritania? ¿Yemen? ¿Pakistán? ¿China

Sería inútil que pretendiera hacer la más mínima suposición, pero lo cierto es que en las sociedades se desarrollan energías subterráneas –casi en el mundo onírico- que en un momento determinado estallan y se llevan sistemas políticos por delante y estos caen tal un castillo de naipes como si hubieran estado sostenidos únicamente por arte de magia, y un soplido los hace desvanecerse. El problema que viene después, todavía más arduo que la revuelta inicial, es la de saber qué forma va a adoptar la transición a otro sistema, a otro equilibrio que pueda satisfacer a los que han hecho la revolución.  Esa es la cuestión ahora, y el mundo sigue conteniendo la respiración para saber por dónde irán las cosas, y además no tenemos la más mínima idea de qué va a pasar acto seguido. Así es la historia

jueves, 10 de febrero de 2011

La crisis en directo



Hoy he tenido una experiencia emocionante con mis alumnos de segundo de ESO. En los últimos veinticinco minutos de clase les he pasado un vídeo, el que aparece arriba, en que un parado expresa su angustia y su desesperación ante su situación extrema tras haber perdido el subsidio de 426 € que había prometido el gobierno. El protagonista, que habla con Luis del Olmo, tiene más de cincuenta y cinco años, no tiene familia, y se ve abocado a buscar comida en los contenedores tras treinta años de cotización. Tenía mis dudas sobre si ponerlo en clase o no. Temía que surgieran risas o que el tono desesperado del señor fuera malinterpretado.  En la clase de segundo D, son mayoría los que son hijos de inmigrantes (árabes, bereberes, ecuatorianos, algún portugués, un chino y cuatro nativos españoles). Es un curso en que me siento enormemente a gusto. Tienen poquito nivel en general y trabajan lo justo, pero la calidad humana ofrece un conjunto en que el profesor recupera su ilusión por enseñar e innovar.


Os pido,por favor, que escuchéis la intervención de este señor. Dura un par de minutos. Pero sin duda que saldréis tocados, como han salido conmovidos mis alumnos. Ha habido alguna risa, más por nerviosismo que por otra cuestión. La recepción ha sido absolutamente respetuosa y ha desencadenado una catarata de intervenciones que, entre mi compañera psicopedagoga y yo, hemos conducido y organizado. Todos habían salido conmocionados porque expresa el núcleo más duro de la crisis, la de ser humano que se ve abocado a la desesperación y sus palabras al borde del llanto no dejan lugar a dudas. El dramatismo es tan intenso y real que uno no puede dejar de sentir escalofríos. El debate ha sido encendido. Se ha reprochado al gobierno y los políticos que dejaran a las personas abandonadas. Las palabras torpes de estos muchachos pugnaban por razonar y expresarse correctamente. Una muchacha magrebí se ha preguntado si el parado era español. En tal caso, ha dicho, cuando le hemos contestado que sí (canario con treinta años de cotización), el trabajo debería ser primero para los españoles y no para los inmigrantes. Esto ha suscitado interpretaciones diversas. Hemos hablado de las personas que sufren más directamente la crisis. Uno de ellos ha manifestado sin ningún rubor que en su casa habían estado viviendo con doscientos euros al mes y  que habían llegado a pasar hambre, que entendía el horror de este hombre... Otras intervenciones han buceado en el tema de la gente que está perdiendo el piso en manos de los bancos por no poder pagar la hipoteca, y les ha parecido monstruoso que, tras perder el piso, sigan debiendo la deuda al banco. Algunos conocían casos de esta situación. Una muchacha portuguesa se ha emocionado tanto que no le salían las palabras. Cuando ha acabado la clase he hablado con ella y todavía estaba conmocionada. Veían su futuro muy negro, en conjunto. Esto ha llevado a la reflexión de que es necesario sacarse la ESO porque esto aumentará las posibilidades de conseguir un trabajo.

Han sido veinte minutos densos y emotivos en que las palabras salían a borbotones hablando de algo que muchos sienten próximo. Pocas veces el lenguaje, lleno de dificultades, ha procurado organizarse para expresar algunas ideas con corrección. Me sentía orgulloso de ellos. Me he dado cuenta de la necesidad de fomentar los debates con temas candentes. Temas que los hicieran sentirse próximos unos a otros, los de aquí y los de fuera. Los dos profesores hemos sentido el vértigo del debate que llegaba al fondo aprovechando una clase que se ha habituado a no tener una estructura rígida y que aprovecha la pizarra digital como una ventana abierta al mundo. Hoy ha entrado a raudales en la clase la angustia, la impotencia, la solidaridad, la emoción de algo que está aquí y que ellos lo sienten como suyo.

Gracias, Mari Carmen (Bajo la luz quemada), por darme a conocer esta grabación. Os la recomiendo como recurso educativo.

domingo, 6 de febrero de 2011

Cambio de paradigma




En el post anterior reflexionaba sobre la dificultad de acercar el mundo sentimental de Rosalía de Castro a mis alumnos de segundo de Bachillerato. Antonio Solano (Repaso de lengua) vino a decir en un comentario que quizás habría que considerar que un tipo de literatura, la que llenó nuestra historia personal, está llegando a su fin y que quizás surjan otros modelos de literatura. Decía textualmente:

No sé, Joselu; con la edad empiezo a cuestionar los cánones y ya apenas confío en mis lecturas. Algunos autores que tenía idolatrados se han convertido en ceniza con el tiempo y no tengo claro que deba recomendarlos, a pesar de que en su día me parecían magníficos. Es probable que esta generación crezca al margen de la literatura, de nuestra literatura; pero también es posible que surjan nuevos modelos que escapan a nuestra comprensión y que servirán para caracterizar esta era. Con mi optimismo prefiero pensar que estamos viviendo unas vanguardias extrañas de las que resurgirá una literatura distinta. Quizá dentro de poco lean a Rosalía como nosotros leemos a Juan de Mena”.
Aprovecho este jugoso comentario para pensar sobre ello. Y parto de la evidencia de que internet ha cambiado nuestras vidas. Internet y todo lo que ello implica está generando otro modo de estar en el mundo frente a la cultura y está produciendo cambios en nuestro cerebro que afectan a nuestro modo de leer y a nuestra capacidad de concentración que ha disminuido drásticamente, incluso en profesionales de la enseñanza de la literatura, entre los que me incluyo yo. No leo del mismo modo. Me cuesta mantener la atención en un texto especialmente cuando es largo. Mi atención es discontinua, más con mi iPad y el nuevo formato del libro digital. Me doy cuenta de que nuestro cerebro se ha conformado a los saltos de internet, de un sitio a otro... Correo electrónico, Twitter, Facebook, comentarios en el blog, navegación por internet... Es difícil mantener una continuidad. Los profesores comprobamos que nuestros alumnos tienen cada vez más dificultades para leer textos que hace quince años eran perfectamente asimilables para jóvenes de su edad. Hay asimismo un mundo sentimental y filosófico que ha quedado desfasado, y muchas de las obras de referencia durante nuestra juventud se han vuelto ilegibles, no sólo por el tipo de planteamiento literario y filosófico, que no se adaptan a las preocupaciones del siglo XXI, que es esencialmente superficial, sino también por la mecánica de la lectura que lleva a no soportar un discurso durante un tiempo considerado dilatado. Percibo una tendencia evidente a la fragmentariedad, a la dispersión, a la falta de densidad y profundidad, a la condensación y síntesis (véase el éxito mundial de Twitter y de los SMS)... 


En diez años el libro digital multimedia habrá sustituido al libro tradicional casi por completo que quedará sólo para los románticos y nostálgicos. El libro digital incluirá (ya lo hace el iPad) funciones de navegación por internet, correo electrónico, música, películas, fotografías e infinidad de otras posibilidades. Nuestros alumnos de dentro de diez años, quizás antes, contarán con un soporte digital en el que estarán los libros combinados con vídeos, canciones, hiperenlaces, diccionarios... y multitud de aplicaciones que hoy todavía no sospechamos. Se habla ya en algunos foros de la Twitternovela, hecha a partir de fragmentos y recreación colectiva. Si ahora la atención es fundamentalmente dispersa ante un texto tradicional y cuesta muchísimo fijar el pensamiento en la trama, ¿qué será ante el libro digital? ¿Alguien se imagina que se leerán El Quijote, La Celestina, Tormento, Fortunata y Jacinta, La Regenta, Cañas y barro, La colmena... por decir algo? ¿No estamos asistiendo delante de nuestros ojos a la desaparición de un determinado concepto de literatura, a la caducidad de los textos sagrados que vienen desde las culturas hindú y griega? ¿Cómo será la literatura, si es que existe este concepto, de los tiempos venideros? ¿Cómo se enfrentará el hombre del futuro próximo y lejano a los mitos y obras maestras, así como a la continuidad de un texto del pasado si han dejado de expresar sus problemas, sus inquietudes, su concepción del mundo y del tiempo? Máxime cuando los mismos conceptos de creación y autoría estarán puestos en cuestión, así como la hasta ahora sacrosanta integridad de un texto escrito. ¿Cómo soportará un muchacho un texto escrito si no incluye imágenes, vídeos, canciones, navegación por internet, mensajes multimedia, 3D, recreaciones virtuales... ?
¿Qué sucederá con nuestro cerebro habituado ya a las capas menos profundas y en continuo movimiento en torno a múltiples ejes que irán rotando continuamente? 
¿Qué implicaciones políticas tendrá todo esto?

jueves, 3 de febrero de 2011

Final Fantasy



Este año vuelve a entrar en Cataluña en las pruebas de acceso a la universidad una selección de poemas de Rosalía de Castro. Para preparar la edición y comentario de sus poemas, hacemos una introducción a la época, el movimiento romántico, el Postromanticismo, su biografía y las claves de su poesía, tan interesante en tantos sentidos. Para acercarnos a su modo de contemplar el mundo, hemos de entender e impregnarnos de esa tristeza profunda que penetra sus poemas. Dolor de la existencia, dolor de vivir, sentimiento radical de soledad existencial que se expresa en la saudade que no es sólo añoranza o nostalgia de algo perdido. En su poesía están presentes todos los matices del sufrimiento que afectan a la intimidad de un ser torturado y extremadamente sensible. Sus libros Follas novas (en gallego), 1880, y En las orillas del Sar -1884- (en castellano) tienen una profunda unidad de concepción vertebrada por la desolación, la enfermedad que arrastraba, las presencias inmateriales de los que ya no están, de imprecaciones contra Dios al que se le reprocha su silencio ante la angustia del hombre y el sufrimiento de los más débiles sobre los que parece cebarse la crueldad divina. En muchos sentidos, Rosalía anticipa la angustia que explorará Unamuno y los existencialistas del siglo XX enfrentados a la nada y el vacío. 
Mis cinco alumnos reales de bachillerato asisten atónitos al desplegar de un mundo sentimental que les resulta lejano. Ellos no han conocido la angustia y el desgarro de necesitar a Dios y buscarlo entre la niebla y sólo percibir el silencio, ellos no han necesitado buscar un sentido a su vida porque este planteamiento sólo sirve para “comerse la olla” y además no hay respuestas. Ellos parten, parecen partir, del punto al que algunos de nosotros llegamos tras un largo proceso de reflexión, de dudas y angustias. Están allí y no necesitan hacerse preguntas que les cuestionen o planteen una búsqueda del sentido. Me doy cuenta de que el mundo de Rosalía les suscita atracción y rechazo a la vez. El eje de su modo de estar en el mundo es la intrascendencia (en el sentido de no trascendencia) y sobre todo el tópico más tópico que domina nuestro tiempo: la versión más utilitarista del carpe diem que lleva a gozar permanentemente y negar el valor del sufrimiento. Es bueno todo lo que proporciona placer y malo todo lo que nos aleja de ello. 
Rosalía de Castro padecía (hoy diríamos) una profunda depresión endógena que podría haber sido tratada con fármacos y tal vez hubiera conseguido una notable mejoría en su estado de ánimo abocado a la desolación. Tal vez sí, pero entonces no hubiéramos tenido dos textos maravillosos que son Follas novas y En las orillas del Sar. El dolor es una buena fuente de conocimiento, el dolor nos hace humanos, la cercanía de la muerte nos ilumina. La negra sombra de Rosalía anidaba asimismo en la luz del sol, en los murmullos del viento, en la llamada amorosa del mar (que es la muerte) y que atrae al ser humano como los cantos de las sirenas. El lenguaje y el mundo de Rosalía es magnético para mí. Me seduce esa profunda tristeza expresada con hondura existencial y maravillosa naturalidad. Pero mis alumnos están desconcertados por muchas razones ante sus poemas y la negra sombra que los inspira. Cuando percibo esta distancia abismal entre lo que plantea la poetisa gallega y la realidad en que viven estos muchachos, advierto la brecha  que se ha abierto entre una concepción existencial del mundo y la vida y la que es inspirada por los valores contemporáneos que no necesitan nada de aquello, ni se sienten compelidos a la búsqueda de sentido. Tal vez sea mejor, pero uno no deja de sentir como necesaria esa indagación interior sobre la realidad última. Creo que en definitiva buena parte, si no toda, la esencia del arte de todos los tiempos termina por ser opaca e intraducible al lenguaje de estos tiempos en que viven los jóvenes de dieciocho años para los que no existe el misterio salvo en los videojuegos de Final Fantasy o en el resultado de la final de Copa entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona

miércoles, 26 de enero de 2011

La lámpara maravillosa


Una de las actividades más motivadoras que estoy realizando con mis alumnos de segundo de ESO (un grupo en que la mayoría son inmigrantes magrebíes y latinos) es el uso del corto como herramienta didáctica. En el blog de la clase, titulado Vamos a meternos en la boca del lobo, cuelgo algunos cortos y les propongo una serie de preguntas sencillas sobre el desarrollo de la historia así como sobre su interpretación. El dominio de la lengua castellana es escaso, no así su capacidad lingüística pues hablan bereber o árabe, si no los dos, además de una cierta base de catalán que ha sido su lengua de acogida. Pienso que no los he de abrumar con conocimientos teóricos sobre teoría de la comunicación o nociones gramaticales o sintácticas. Tomamos la lengua como herramienta de comunicación tanto oral como escrita y es positivo todo lo que lleva a desplegar la expresividad y la ampliación de léxico y estructuras gramaticales. 
El corto plantea una estructura narrativa a veces muy compleja al conectar la supuesta realidad con elementos mágicos. El visionado del corto es un momento que es esperado con mucho interés. La pizarra digital es una buena herramienta para añadir imagen y sonido a la clase. Los chavales se la han incorporado con facilidad, y a mí ahora me resultaría extraño no poder acudir a sus múltiples recursos desde los más tradicionales a los más sofisticados. El corto es proyectado una vez e inmediatamente el profesor percibe el impacto que produce en ellos: el último que les pasé: El gato que quería ser pianista les desconcertó y en un primer momento parecieron no haber entendido la historia por la mezcla de realidades que se producían en ella de modo maravilloso. Pero ellos están habituados a la presencia de lo mágico en sus vidas. Ya hablamos de su creencia en personajes como los djinn o la malévola Aisha Kandisha propios de las leyendas marroquíes. Es curioso considerar cómo mentalidades conformadas en el tradicionalismo más conservador son alcanzadas por lenguajes experimentales y novedosos, y además tener la oportunidad de poderlo expresar en el aula, que se convierte en un lugar de juego inteligente, de participación y de intento de dominio de la lengua para expresar conocimientos sencillos y otros más complejos. 
El corto, como decíamos, cuenta una historia que se puede diseccionar e intentar interpretar dando, a veces, lugar a distintas percepciones de la realidad. No pienso que una clase de casi alfabetización no pueda contener elementos que lleven a reflexiones más profundas y que impliquen relaciones literarias imaginativas. Tienen escaso dominio de esta lengua pero sus espíritus están abiertos en esa permeabilidad ante lo distinto por el contraste con la cultura de origen en la que viven buena parte del tiempo. Me doy cuenta de que sus palabras son incapaces todavía de expresar sus reflexiones o interpretaciones para las que hace falta un lenguaje abstracto. Me encantan las animaciones de estructura abierta. Me maravilla verlos abstraídos los cinco, seis o siete minutos que dura el corto, y observar la intensa reacción que les supone (hay que escoger muy bien los cortos). Luego tienen que responder a una batería de preguntas. Pueden ver en su ordenador de nuevo el corto las veces que haga falta. El profesor les va dando las palabras que necesitan, las copia en la pizarra y las repite varias veces. Ellos las utilizan en sus textos. Les hago escribir manualmente. El primer trimestre permitía que me lo enviaran por correo electrónico pero he estimado mejor que no dejen de practicar la escritura que además entonces puedo corregir y devolver con las correcciones oportunas.  
La clase se convierte en un hervidero de interpretaciones para las que faltan palabras, y de ese ambiente espero que surja el enriquecimiento de la lengua; que sea la necesidad la que lleve a las palabras que han de ser reiteradas para que se incorporen a su horizonte lingüístico. 
Ensayo-error, experimentación, tradición, innovación, recursos tradicionales, apertura mental y de caminos... Nada de lo cual aparecerá, por supuesto, en las programaciones didácticas. Es difícil dar forma, si no es literaria, al apasionante momento de crear en el aula, especialmente cuando ello se produce sin angustia, sin que creamos que el tiempo se nos escapa para conseguir objetivos, que sólo pueden ser expresados en un lenguaje tecnocrático e inelegante. Lo nuestro es otra cosa. Buscamos la magia aliándose a la lengua. Y el corto es una herramienta increíble. 

domingo, 23 de enero de 2011

En el diván


Hace unas semanas hojeaba una revista de un distrito barcelonés. Había diversas actividades de tipo cultural. En una de ellas, figuraba una conferencia sobre la filosofía de Nietzsche y una conexión con el pensamiento de Freud. No recuerdo el título exacto, pero sí que me vino la sensación de que aquello era definitivamente antiguo y anacrónico. Igual sensación me invade cuando visito las librerías de centros de arte en que se apilan libros sesudos sobre arte, psicoanálisis, revolución o decenas de conceptos propios de tratados teóricos sobre lo divino o humano. Me gustaría haber tomado nota sobre la infinidad de títulos que figuran allí y que fueron fruto de arduas reflexiones sobre el papel de la cultura, el ser humano, la sociedad y el arte. Todo me parece ya periclitado, igual que prácticamente todo mi sentido de la existencia que se formó en el siglo XX, y que hoy día resulta ya desfasado. Nada de ello me sirve para acercarme a mis alumnos que viven en otra dimensión distinta a la que yo viví en mis años de juventud y madurez. 
¿Nietzsche, Freud, Marx, Camus, Sartre, Beckett? Marcaron nuestra visión del mundo y el sentido de nuestras luchas y concepciones del arte. Hoy veo sus libros cubiertos por una capa de polvo y el olor de la vetustez. ¿Quiénes marcan hoy día las tendencias de nuestro mundo contemporáneo? ¿Quiénes orientan nuestro modo de estar en el mundo? Pienso en Bill Gates, en Steve Jobs (el fundador de Apple), Sergey Brin (uno de los creadores de Google), Marc Zuckerberg (el fundador de Facebook)... Todos ellos han acumulado un inmenso poder económico e ideológico. Han penetrado en nuestras vidas cambiando todo nuestra relación con los demás, con la cultura, con el hecho de la comunicación y la presencia de la tecnología en nuestra experiencia cotidiana. No es infrecuente que vivamos pegados a una pantalla que ocupa un lugar fundamental en todo lo que constituye nuestro fluir vital, tanto que nuestra percepción del mundo es a través de imágenes líquidas que se van sucediendo vertiginosamente. El terreno de las ideas ha sido sustituido como fuente de creación o rebeldía, la literatura misma en buena parte se ha convertido en opaca y carente de sentido para estos jóvenes a los que intentamos acercar a la lectura y que no se sienten atraídos por la experiencia de un lenguaje marcado por el estilo y sólo reaccionan ante historias cotidianas que reflejen la inmediatez de vidas parecidas a las de ellos formuladas en modo extremadamente simple y elemental. Un ansia de telerrealidad impregna toda nuestra relación con los textos. Hoy la historia de Bartleby el escribiente de Hermann Melville sólo suscita la impresión de ser un tipo raro, pero hay tantos ya en la realidad... Y si no, ¿qué son esos hikikomoris que pasan su vida encerrados en su casa, enfrentados exclusivamente a la pantalla del ordenador totalmente aislados de la vida social salvo por sus relaciones virtuales? ¿No sería Bartleby uno de ellos si lo transportáramos a estos días?
Parecería que nuestra relación con las cosas ha cambiado profundamente, con las cosas y las ideas que se convierten en algo demasiado pesado y poco apto para soportar nuestra percepción de lo que constituye la realidad. No sé dónde voy a parar, pero quiero hacer constar que el Joselu que comenzó hace cinco años y pico a escribir en este blog ha ido evolucionando y transformándose en otro personaje a la par que se modificaba su relación con la tecnología y con la cultura que le servía de soporte vital. Y tomo conciencia de que hace unas décadas nos obstinábamos en buscar un sentido a la vida, pero advierto que esto ya no es una preocupación ni siquiera secundaria entre los jóvenes que frecuento, salvo para algunos extremadamente minoritarios que bucean extrañamente en la cultura de hace un tiempo. Además el liberalismo como ideología se ha ido adueñando de todos los espacios de la economía y la cultura, así como de la política que en buena parte ha perdido buena parte de su consistencia subordinándose al poder de esos extraños mercados que dominan totalmente el panorama mundial. 
Imagino que todas las épocas han producido inquietud sobre los cambios que se operaban en ellas. Hubo un tiempo en que el ferrocarril revolucionó la idea de las comunicaciones, y otro en que la luz eléctrica dividió la historia del mundo en un antes y un después. Sin embargo percibo que en el tiempo que vivimos, todo el mundo anterior parece disolverse y quedar lejano. Yo al menos lo percibo así, y vivo en ese filo de lo inestable y líquido que se refleja en la  pantalla que me comunica con vosotros y que es una fuente de satisfacción pero también de tremenda dependencia que me lleva a añorar otro tiempo más real, más complejo en lo relativo a lo existencial y con olor a pan recién hecho y senderos que uno comenzaba a recorrer. Necesito un alejamiento de este mundo virtual, pero sé que es difícil por no decir imposible porque yo también ha cambiado y mi subsconciente también pasa hoy por este teclado que busca expresarse e intentar interpretar lo que parece carecer ya de significado. 

martes, 18 de enero de 2011

Indignaos

Zoubeir Souissi, Reuters. Enero 2011. Túnez.

Un panfleto político de treinta y dos páginas agita las conciencia en Francia. Su autor, un veterano de noventa y tres años, Stéphane Hessel, luchador contra el nazismo, detenido por la GESTAPO, deportado a Buchenwald y salvado de milagro, razona y argumenta haciendo una apelación a los jóvenes a que se rebelen contra las dictaduras de nuestro tiempo: el sistema bancario, los flujos financieros, la lógica de los mercados. Reconoce que en su tiempo era más fácil distinguir dónde estaba el enemigo: Hitler, Franco, Mussolini, Stalin… sólo hacía falta coraje y coherencia para unirse a la resistencia aunque ello supusiera jugarse la vida, Miles de jóvenes de todos los países resistieron contra el nazismo. Hoy el panorama está más confuso y complicado. ¿Quién es el enemigo? ¿Tenemos fuerza para resistir? ¿Hacia dónde debe ir nuestro movimiento?

Indignaos se vende por tres euros y ha publicado casi un millón de ejemplares. Es uno de los libros más buscados de Francia. Comenzó con una edición artesanal de ocho mil ejemplares pensándose que no iría a más… Pero su éxito ha sido arrollador. Se estima que será traducido este opúsculo a más de veinte idiomas.

¿Acaso las conciencia dormidas de Europa empezarán a despertarse del sueño del bienestar y el conformismo a que hemos sido conducidos hábilmente? Carlos Marx en el Manifiesto Comunista (1848), otro panfleto que incendió Europa, venía a decir que los proletarios del mundo deberían unirse “porque no tenían nada que perder excepto las cadenas”. Esta reflexión de Marx fue asumida por el liberalismo pero invirtiendo su planteamiento, de modo que quedaría desactivado el movimiento revolucionario: “démosles algo que perder y se estarán quietos, serán sumisos”. En esas estamos. El capitalismo ha conseguido hacer conservadores incluso a los que se consideran de izquierda. Ya se sabe: el corazón está a la izquierda pero la cartera a la derecha. Esto lo saben intuitivamente los jóvenes que sólo ansían su parcela de bienestar y consumo. La crisis ha venido a alterar el cómodo sueño tranquilizador en que vivíamos. Hemos constatado que los gobiernos no gobiernan más que de modo indirecto para aplicar las leyes que dictan los mercados que no tienen una cabeza visible. Se bajarán los sueldos, se retrasará la edad de jubilación, se endurecerán los contratos, se facilitará el despido… y por aquí seguimos quietos. En Francia se han declarado siete u ocho huelgas generales contra el gobierno, en el Reino Unido ha habido importantes disturbios contra el gobierno de coalición liberal conservador… Por aquí no detecto el más mínimo movimiento de insumisión ni de toma de conciencia acerca de tantas cosas como nos afectan. El año pasado salieron a la calle un millón de personas en Barcelona para mostrar su indignación contra el recorte del Estatut. Se palpaba allí auténtica rebeldía contra el centralismo y a favor de la independencia. Sin embargo, la lucha que habríamos de iniciar debería ser internacionalista y no nacionalista. En ella tendrían que estar franceses, alemanes, griegos, tunecinos y por aquí catalanes, extremeños, vascos, aragoneses, canarios… Tenemos que reflexionar sobre el sistema en que vivimos y la deriva que está adoptando en un mundo radicalmente injusto. Esto no ha tocado fondo. Nos tienen encantados con el consumo, el bienestar, la tecnología menos comprometida… Nos tienen atados a nuestras propias contradicciones, saben que divididos, cada uno en su burbuja, somos impotentes y fáciles de neutralizar.

En mi experiencia de la vida y de la historia, no he vivido época más gregaria, conformista y plana, que ésta en que estoy viviendo. Hay fuerzas ocultas que operan en todas las sociedades, pero no detecto en la que yo vivo, ninguna energía que conduzca a la rebelión contra el sistema, ni siquiera a pensarlo, ni a ser consciente de la realidad del planeta. Hay un núcleo extraordinariamente minoritario que no consigue extenderse. En Túnez fue el sacrificio de un informático acosado por la policía el que hizo estallar la rebelión larvada cuando nada parecía anunciarlo. ¿Qué tendría que pasar por aquí para sacudirnos la modorra y unirnos contra el sistema financiero y a favor de una toma de conciencia en lo referente al estado del planeta y la distribución injusta de las riquezas? ¿Se han acabado los tiempos revolucionarios? ¿Qué hará estallar la burbuja de indignación a la que apela Stéphane Hessel

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