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miércoles, 25 de marzo de 2020

Nuestro estilo de vida


Una entrevista a Pedro Jordano en El Cultural me ha confirmado lo que en cierta manera ya intuía. La aparición del Covid-19 está íntimamente relacionada con la acción humana sobre la naturaleza. Recomiendo la lectura de esta entrevista que he enlazado, no hay más que añadir si se lee. Pedro Jordano (Córdoba, 1957) es ecólogo e investigador del CSIC y premio BBVA de Fronteras del conocimiento de Ecología y conservación de la naturaleza. 

Estas son mis reflexiones a propósito de esta entrevista: 

No es desconocida la advertencia de que el ser humano está transformando el mundo y produciendo alteraciones profundas en los ecosistemas climáticos y naturales. Somos casi ocho mil millones de personas en el planeta y la acción humana está devastando, para satisfacer las demandas de consumo del primer mundo, los recursos naturales. Los países emergentes quieren también su parte en el pastel planetario y eso hace que la naturaleza sufra nuestros embates de infinidad de formas empezando por el cambio climático, la deforestación, la alteración de hábitats naturales, sobrepoblación de áreas silvestres, avance de zonas urbanas en zonas salvajes... Ello favorece los saltos de especies silvestres a humanos. Se cree que el Covid-19 procede de una zoonosis o lo que es lo mismo, el salto de patógenos de especies animales a los seres humanos, como ha sido en otros procesos semejantes pero que no han tenido la misma virulencia como el SIDA, Ébola, SARS, West Nile, la enfermedad de Lyne, Hendra, Nipah, etc... 

Nuestro bienestar y riqueza no es gratis y lo vemos ahora con esta infección patógena que puede ser comparable a otros efectos como las migraciones humanas del sur al norte, efectos ciclónicos, grandes incendios devastadores, fusión de los polos, devastación de las selvas tropicales para plantar productos que ansiamos en el primer mundo como los aguacates o los biocombustibles, la destrucción de los océanos... Estamos alterando nuestra relación con la naturaleza de un modo destructivo y no comprendemos dicha interacción. Hay miles de virus que desconocemos. Cuando salta uno tan contagioso como el que estamos a los seres humanos, unido a la velocidad de propagación en un mundo hiperconectado por infinidad de conexiones aéreas... estamos ante una situación de emergencia planetaria. 

Estamos alterando la biodiversidad de ecosistemas naturales y se derrumban barreras para la expansión de patógenos. 

Es nuestro estilo de vida lo que está transformando el planeta. Si algo bueno tiene esta catástrofe zoogénica es que supondrá en buena medida un parón ecológico durante un tiempo. Es una advertencia que hemos de tener en cuenta. Vamos a sufrir como consecuencia de un colapso económico, pero es hora de hablar de nuestro estilo de vida depredador. Sé que es un tema muy complejo pero ahora tenemos una muestra de sus efectos. 

Sería un error irreparable ansiar que simplemente todo volviera a lo mismo que era antes del Covid-19. Aprendamos. 

viernes, 13 de marzo de 2020

Cambio climático y COVID-19


La crisis del COVID-19 está transformando nuestro modo de vida a medida de que empezamos a tomar conciencia de la seriedad de lo que está pasando. Llevamos un par de semanas o tres de retraso sobre la concienciación que tuvo lugar en el norte de Italia donde la orden de confinamiento en los domicilios es taxativa. Por aquí empieza a notarse que la gente camina de modo diferente, mantenemos distancia de seguridad cuando hablamos, suspendemos encuentros sociales… esto unido al cierre de centros educativos e instituciones culturales. Empieza a tomarse en serio la amenaza pero falta mucho para que lleguemos a la situación de Italia o, ya no digamos, de China.

Es una crisis que advertimos que nos afecta y sentimos el miedo de modo incipiente. Sin embargo, he pensado que la sociedad mundial no toma conciencia de las amenazas sin algo que se cierna peligrosamente sobre nuestras vidas. Pienso en el cambio climático, una amenaza mucho más seria que el Coronavirus, por la trascendencia que tiene para la Tierra. Pero en este caso, permanecemos indiferentes, sin hacer caso a los que nos dicen que la situación es de alerta máxima ante cambios radicalmente irreversibles. El Ártico tiene temperaturas en estos momentos de veinte grados y los polos se están derritiendo de un modo imparable, las transformaciones climáticas con fenómenos imprevistos como lluvias torrenciales, gotas frías, sequías devastadoras, incendios pavorosos, son constantes; migraciones que tememos por razón de este cambio climático que empezaron a llegar a Europa… Devastación de los mares, destrucción de los bosques, contaminación del medio ambiente… Todo es producto de nuestro estilo de vida sin ningún control derrochando energía y agotando los recursos del planeta. Muchos de vosotros lo sabéis. Sin embargo, vemos la amenaza lejana, como si no fuera con nosotros, como si fuera una cantinela de unos histéricos ecologistas que quisieran aguar la fiesta.

Este miedo, esta concienciación ante el Coronavirus que empezamos a tomarnos en serio, sería la misma que deberíamos tener ante el cambio climático, solo que la lucha no es de dos o tres semanas de confinamiento en casa, no, sería una actitud de cambio de nuestro modo de vida en todos los sentidos, lo que podría afectar a la economía mundial por la deceleración que supondría en cuanto al crecimiento económico. No es un problema fácil y está claro que no nos gustaría nada limitar nuestro consumo energético incluso de uso de internet. Cada vídeo que reproducimos es un gasto considerable de energía, cada vuelo low cost que tomamos devasta la atmósfera, cada acto común de nuestra vida supone un derroche de energía que afecta directamente al planeta.

Pero este estado de amenaza y de conciencia nos puede orientar sobre lo que sería necesario para transformar las bases de la conducta social. No me creo que sea posible. No lo soportaríamos y no nos dejarían los poderes económicos. Todos llevamos dentro un consumidor compulsivo e insaciable. El planeta está jodido.

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