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miércoles, 20 de enero de 2021

El libertinaje sexual tras la pandemia


Pronto llevaremos un año bajo el impacto del Sars-CoV-2 que ha cambiado nuestras vidas en todo el mundo. Todos los países han tomado medidas de contención para frenar la expansión del virus: distanciamiento social, confinamientos, restricciones en los viajes y los desplazamientos, cierre de bares y restaurantes, higiene de manos, toques de queda, uso masivo de mascarillas… Estamos en eso y la sociedad se contrae en un hondo pesimismo y se critica a los gobiernos por su ineficacia. Estamos ante una pandemia, es la primera vez para nosotros, pero no es la primera vez en la historia que ha ido unida a ellas. Las pandemias han acompañado a la humanidad durante milenios… Y cuando estas dominan, la sociedad se atemoriza, vuelve la religiosidad, disminuye el gasto y las inversiones, nos encerramos, se practica menos sexo y todos nos volvemos prudentes, cautos y miedosos. Todo se contrae y se congela la alegría de vivir porque es peligrosa. Pero las pandemias igual que empiezan, acaban. Esta vez no será de forma solo natural sino que vacunas van a intentar frenar los contagios de un modo que no ha habido parangón en la historia. Estos próximos años serán los de vacunación masiva de los ciudadanos para alcanzar el 75% necesario de inmunes para poder dar por superada la pandemia. Hasta ahora ha habido millón y medio de muertes en todo el mundo. Estamos en una fase álgida que nos lleva a encerrarnos y asumir medidas restrictivas que nunca habríamos aceptado en otras circunstancias. Nos hemos hecho obedientes por nuestro bien. 

 

Nicholas Christakis, epidemiólogo de prestigio, ha publicado su libro Apollo’s Arrow: The profound and Enduring Impact of Coronavirus on the Way We live, en el que predice que estos van a ser años duros por las dificultades de extensión de la vacuna para llegar a una inmunización colectiva, que habría llegado de todas formas, aun sin vacunas. Habrá graves dificultades y rebrotes en los años siguientes, es lo que estamos viviendo, pero augura que en 2024 habrá acabado todo y viviremos una época pospandémica en que la sociedad se desatará eufórica de las restricciones de cuatro o cinco terribles años y se expandirá socialmente. Volverán las multitudes a juntarse como si fuera la primera vez, estallará la economía, se desatará un libertinaje sexual inaudito, gastaremos más y abandonaremos la religiosidad. Serán de nuevo unos felices años veinte como los del siglo pasado tras la Gran Guerra y la espantosa epidemia de gripe de 1918-1919. Todos liberaremos nuestra alegría y ganas de vivir tras las restricciones y miedos pasados. Esta reacción no es anómala y sí muy lógica, lo vemos en cuanto hay ocasión de que la gente se junte y vemos las ganas que tienen de estar otra vez próximos. 

 

Todo se acaba, el Sars-CoV-2 también se superará y entonces, ah, entonces, será como si nos soltaran enloquecidos de alegría y beberemos, cantaremos, nos tocaremos, besaremos, volverán las multitudes y follaremos como locos y gastaremos e invertiremos como si fuera la primera vez en nuestra vida. 

 

19 comentarios :

  1. A toda acción, reacción.
    A grandes rasgos supongo que será como dices, pero algo habrá cambiado. Ese algo entra dentro de los referentes sociales. En un par de años más el que llevamos, las personas ya se habrán acostumbrado a tele trabajar. Los grupos serán de menos personas, la sociabilización de las colas y en referente al cambiar impresiones (bancos, super, tiendas...)habrá llegado a su fin, pues lo haremos todo desde casa; la soledad tipo Hikikomori (aislamiento social agudo) será otro nuevo tipo de enfermedad para medicar, y se generará por miles. Las fiestas serán privadas, nadie se apuntará si no está invitado, pues habremos , aún sin desearlo, cambiado de métodos.

    Y la pandemía no marchará porque cambiará de forma o de estructura, como la gripe, y si no cambia, el Sistema se encargará de hacértelo creer. Ahora ya no hay vuelta atrás, el control mediante los celulares es total, y crecerá por parte de el Sistema (Poder del Estado, Capital, Iglesia), de tal manera que será este mismo quien dirá, si la cosa se desmadra tal como dices, que vuelve otra variante pandémica y todos se han de colocar una Apps obligatoriamente para saber las 24 horas donde están (igual que ahora), pero con el agravante de que será Ley.

    Vamos directamente a Huxley, o sea, a una sociedad distópica que funciona como una dictadura sin que nos hayamos dado cuenta.

    Un abrazo muy grande. Y un placer estar aquí.

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    1. La pandemia de gripe española mató a más de cincuenta millones de personas y se especula que pudiera estar en el origen del final de la Gran Guerra pues los soldados alemanes y franceses, entre otros, estaban contagiados y ya no podían combatir; se especula que el malhadado Tratado de Versalles se firmó rápidamente, con consecuencias irreversibles, por la gripe que afectaba a los dignatarios... Y, sin embargo, la vida siguió... Lo que es diferente, además de la mayor letalidad de la gripe española, es que ahora disponemos de vacunas y sistemas sanitarios eficientes -o por lo menos, mucho más eficientes que los de entonces-, pero también que vivimos en una sociedad tecnológica que nos controla como Huxley ya previó en los años veinte del siglo pasado. Somos mucho más frágiles psicológicamente y dependientes del estado y de la citada tecnología. Pienso lo que has escrito y en la mayor parte tienes abundante razón: nuestros hábitos han cambiado y muchas cosas serán diferentes como el teletrabajo, el reservar horas en las oficinas de atención al público, los bancos... Y el control sin duda se hará mucho más eficiente. Nos adentramos un un mundo cuyas expectativas no son muy halagüeñas, pero yo veo que mis hijas -millenials- lo hacen sin ningún tipo de problema.

      Leo estos días un libro El mundo perdido del Kalahari sobre el exterminio de un pueblo indómito, los bosquimanos, y me estremezco... Entre los blancos y los negros masacraron a esos hombrecillos de color calabaza que eran los primitivos pobladores de África... Aquellos sí que eran hombres libres... Me admiran su valentía y su resistencia moral y humana. Salut.

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  2. Pienso... ¿y vale la pena estar a pensar qué vendrá después? No sabemos con certeza si habrá un después. Nunca lo hemos sabido y esta situación lo ha dejado aún más en evidencia. ¿Y si en vez de provocarnos la ansiedad por un probable pero no cierto futuro, aprendemos de una vez por todas a vivir y disfrutar un presente? ...¿por qué será que el ser humano anhela lo que no tiene y se percata del valor de ese “presente” sólo en el instante de la pérdida?
    Es verdad, estamos pasando por una pandemia y es una situación horrible en muchos aspectos. También es cierto que nada volverá a ser lo que era, pero esto en realidad es casi una ley de vida, porque nada vuelve a serlo nunca y bajo ninguna circunstancia. Por lo que propongo un ejercicio cotidiano... detenerse, mirar a nuestro alrededor, “rescatar” lo que (aún) se tiene y valorarlo, disfrutarlo ahora, no mañana, no después, no en un hipotético futuro, porque en definitiva ¿quién puede decir con absoluta seguridad que llegará? ...yo no.

    Un beso.

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    1. Hay dos tendencias complementarias en muchos de nosotros: por un lado, la aceptación del presente como fuente de dicha -o de dolor, inevitable-, la concepción de la vida como sueño o ilusión de la que cabe despertar para ser consciente de una realidad Absoluta; por otra parte, como seres con vocación intelectual buscamos interpretar nuestro tiempo y evaluar el grado de control a que estamos -y vamos a estar- sometidos por el creciente poder de la tecnología y la Inteligencia Artificial. Sin duda, conoces a Yuval Noah Harari, es un hombre que practica asiduamente la meditación, e incluso se va a India varios meses al año para practicarla y es, a la vez, un pensador de los peligros de nuestro tiempo por causa de una tecnología crecientemente invasiva y limitadora. Piensa que dicha IA nos conoce mejor que nosotros a nosotros mismos y que incluso la noción de libertad que creemos sagrada es asimismo una ilusión... Pensar la realidad para mí es una vocación irrenunciable, lo que no impide que reconozca que hay una buena parte de verdad en lo que escribes con tanto acierto. Cuídate, AlmaBaires.

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  3. Yo divido la vida en "cuesta abajo", lo que nos gusta o es placentero, aunque a nivel social personal a medio largo plazo nos perjudique y "cuestas arriba" lo que no nos apetece a corto plazo, pero nos beneficia a medio largo plazo.
    Como todos llevamos ese programa incluido desde hace millones de años en el cerebro, no hace falta explicar que el marketing y más el neuromarketing intenta explotar los mecanismos de "cuesta abajo" en la masa de posibles clientes. Pero el marketing, en nuestras sofisticadas sociedades no sólo vende, educa a base de lanzarnos mensajes muy certeros que nos impulsan a "TODO" y ¡YA! Hemos vivido unos años en donde pensábamos que era posible tener, sino todo, mucho y casi de inmediato. Nos hemos acostumbrado como niños malcriados a esta vida (con todas la dificultades que se quiera), pero fácil teniendo en cuenta que cada vez se ponían más a nuestro alcance servicios o productos inasequible hace unos años. La pandemia ha trastocado esta situación y cosas legítimas a las que teníamos derecho antes, ahora no. Ha sido un cambio muy rápido, que se aceptó porque se pensaba que no iba a durar más de dos ó tres semanas, pero va para largo y esa sensación molesta, molesta mucho al respetable, al votante que puede ser presa fácil que cualquier impresentable que le vuelva a vender la moto de que con él volveremos a lo anterior.
    Creo y eso lo sabes tu mejor, que en la educación, las emociones, la adversidad, el espíritu de sacrificio, la solidaridad, no se enseñan, al menos con la misma intensidad que otras materias. Creo que falta educación emocional y no estamos preparados para lo que implica una pandemia.
    Cuando practicas un deporte a un cierto nivel, el entrenamiento previo, aburrido, duro, es el que permite luego en competición alcanzar objetivos y dar la talla. No estamos entrenados (ni nos apetece entrenarnos).Nos venden soluciones mágicas, (la religión organizada tiene mucho de magia), para "tranquilizarnos" pero, sinceramente no funciona mucho. El dar rienda suelta a nuestras pasiones reprimidas en estos confinamientos es inevitable, pero tampoco solucionará nada.
    Los estoicos hablan del "amor fati", amar lo que sucede, al menos aceptar que no está bajo nuestro control que pase, aunque sí nuestra actitud, ( y si no estamos algo entrenados, tampoco mucho). Hemos sustituidos la frustración de la impermanencia con "¡Otro! y ahora muchas veces "¡otro! no hay o llega tarde.
    Que nos sirva de entrenamiento para pruebas más grandes que están por venir...
    Un abrazo

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    1. Nosotros hemos vivido muchos siglos bajo la guadaña de la iglesia católica que desconfiaba de todo que supusiera placer. De hecho, los baños árabes eran destruidos porque eran una fuente de sensualidad. El placer era pecado. Esto empieza a cambiar en el siglo XIX cuando en las novelas aparece el adulterio, condenado por la iglesia que es cerrada cuando el placer contradice sus principios morales. Pero la vida estalla y el placer se reivindica como el fruto prohibido al que hay que dar salida. El sexo es pecado incluso dentro del matrimonio si no va dirigido a la procreación, se proscriben los anticonceptivos como pecados mortales. Pero el siglo XX ha abandonado ideológicamente a Dios y a la iglesia y reivindica el placer -ya lo había hecho Oscar Wilde-. Todo el siglo XX supone transgredir los mandatos eclesiásticos y nos vamos encaminando hacia un mundo cuyo centro es precisamente lo que la iglesia había negado: el placer. Todo ha dado un giro radical, ahora solo es válido lo que proporciona placer, solo nos atrae lo que nos lo da inmediatamente y desdeñamos el sacrificio, el esfuerzo, que la recompensa sea secundaria y posterior. Es la otra cara de la moneda. Una civilización en que todo era pecado si no era dirigida por el esfuerzo y la virtud y una que solo acepta lo que es placentero e inmediato.

      No, el sistema educativo no enseña educación emocional -es ideológica y no piensa lo mismo de ella Vox que Podemos-, no enseña enfrentarse a la adversidad, ni el espíritu de sacrificio -todo es aquí y ahora-, no se enseña solidaridad porque los alumnos lo rechazan -yo he intentado hablar de tragedias humanas de los palestinos y me han dicho que qué les importan cuando les proponía un poema de MAHMUD DARWISH-. No importa lo que está fuera del ego. El ego es la clave del declive de nuestra civilización: antes lo condenábamos y ahora lo hacemos nuestro totem. Todo es impermanente pero aceptar que el ego también lo es no es fácil cuando el criterio de todo es precisa y únicamente satisfacerlo. Un abrazo.

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  4. Cada dia veo esto más como un medio de atemorizar a la población que otra cosa, dices que ha habido un millón y medio de muertos, pues muy bien, en 2018 se murieron más de 100.000.000 de personas de hambre, ojo, de hambre, y no se le pone nombre nuevo como "pandemia". Cada dia 18.000 niños mueren de hambre y ni siquiera son recordados más alla de algunos "solidarios" que se gastan más en viajes que en alimentos.
    El desenfreno sexual después de un periodo de haber tenido la muerte cerca es una respuesta de la Naturaleza que busca equilibrar las bajas en la especie, en mi opinión, por lo menos.
    Quizás es que tenemos que ver las muertes como algo natural, cosa que es fácil de decir, pero en esta sociedad que vivimos difícil de practicar.

    Un saludo

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    1. Daniel, he buscado comprobar tus cifras y no he podido. No creo que sea real que cien millones de personas mueran de hambre cada año. Los cálculos a que he llegado es que ciertamente mueren 24000 cada día -lo que es terrible-, lo que hace que sean algo menos de nueve millones los que mueran al año. No es poco, pero no son cien millones. La noticia era ciertamente alarmista para movilizar las conciencias y decía "que podían morir".

      No sé si quieres minimizar el efecto del covid que ha matado a millón y medio de personas, lo que estadísticamente es poco. Somos seis mil millones y la mayoría eran ancianos.

      Sin duda, el covid es una enfermedad vírica pero también esencialmente ideológica que responde a una sociedad dada en un momento dado.

      Un saludo.

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    2. https://news.un.org/es/story/2019/04/1453791#:~:text=En%20total%2C%20821%20millones%20de,resolver%20estos%20conflictos%2C%20ahora%20mismo.

      https://www.abc.es/espana/abci-hasta-18000-ninos-entre-y-cuatro-anos-mueren-hambre-cada-201910160757_video.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F
      Fijate Joselu, que no sabemos bien los que mueren de hambre en el mundo. Si buscas cifras veras grandes diferencias según quien las publique, lo que ya dice casi todo. Como dice casi todo que en los países con más hambre se dan con mayor frecuencia las familias numerosas. Solo es una reflexión en voz alta.
      Un saludo

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  5. Hay consideraciones que en ocasiones se olvidan a pesar de que marcan diferencias sustanciales en esta cuestión. Es muy cierto que llevamos conviviendo con patógenos desde tiempos inmemoriales y nos preceden un rosario de pandemias, pero no son los mismos tiempos.
    En un lado de la balanza tenemos el progreso de la investigación biomédica, pero por el otro tenemos la facilidad de propagación que se deriva de un mundo globalizado donde el tráfico de personas y mercaderías alimenticias y de otra índole es constante y de dimensiones considerables entre continentes.
    Estamos vacunando, pero solo al primer mundo y los expertos ya están alertando de que si no se consigue una vacunación extendida, la pandemia no remitirá.
    ¿Obedientes dices? -No lo veo. O no lo suficiente. La demostración es ese desorden en la jerarquía de prioridades. Parece que nos faltaba el aliento vital por el estúpido hecho de no soportar la ausencia de celebraciones navideñas. No hay una decisión firme de combate contra el virus. Y veo que este enemigo se mueve bien sobre nuestras indecisiones y nuestras medias tintas.
    Quizás me falte optimismo; es posible, pero tiendo a pensar que este, solo es el prólogo de un relato distópico en el que ocurrirán más desastres que arreglos. Algunos naturales y otros provocados por nosotros. Temo el día en que se añada, la crisis del agua y la explosión de los flujos migratorios, que hasta ahora solo han presentado sus credenciales.
    En fin... que los dioses repartan suerte.

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    1. La peste negra en el siglo XIV se expandió por todo el mundo y posiblemente acabó con más de un tercio de la población europea. Salimos de ella y se escribieron El Decamerón y Los cuentos de Canterbury, además de La Divina Comedia; en España, El libro de buen amor del Arcipreste de Hita. Saldremos de esta con muchos menos daños que en pandemias anteriores. Todas la pandemias acaban con vacuna o sin vacuna. Esta no es diferente. Pienso que nos falta optimismo y darnos cuenta de que todo pasa, que esto es una fase que no conocíamos, que hemos aprendido cosas buenas y que, ciertamente, nos cambiará, y volveremos a resurgir -lo hicimos de Hitler, Stalin e incluso de Donald Trump, salvando las distancias, claro-. ¿Prólogo de desastres? Puede ser, pero así es la historia, prólogo de desastres y de éxtasis. Los felices años veinte, que no fueron tan felices, fueron el prólogo de los sombríos años treinta en el siglo pasado. Pero salimos. Hay muchos peligros sobre nosotros pero este no es el fin de la historia que vaticinó Fukuyama. El imperio romano cayó y surgieron nuevas civilizaciones. El problema es que consideramos cada instante, especialmente en una época hedonista como la nuestra, como el último y nos atrae pensar en las catástrofes planetarias. Es todo un género. Atractivo pero no da un papel a nuestra capacidad de regeneración, aunque fuéramos diezmados a un diez por ciento de los que somos. Seguiríamos adelante y terminaremos por conquistar las estrellas.

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    2. Dices: "...aunque fuéramos diezmados a un diez por ciento de los que somos. Seguiríamos adelante y terminaremos por conquistar las estrellas."
      — Si he dado a entender, lo contrario entonces, he fracasado. Tendré que aplicarme más. Aunque creo que no lo he hecho.
      Y también dices "Esta (pandemia) no es diferente". Cuidado! esa afirmación es muy atrevida y que yo sepa hasta ahora nadie lo firma. Y sigo insistiendo, aunque la pandemia no fuera diferente, la situación de globalidad y lo "aproximados" que vivimos ahora, si que lo es.
      En cualquier caso: "Bienaventurado el diez por que igual no ven a Dios, pero irán a las estrellas.
      Mientras tanto, no dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy.
      ...tu ja m'entens, oi?

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  6. Se me olvidó:
    En lo que se refiere al sexo. Con pandemia o sin pandemia, mi lema ha sido, es y será (por poco tiempo, claro) aquello que dice "No dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy" y también aquello otro de "Donde comen dos, comen tres"
    Saludos !!

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    1. Esta parte de tu comentario no lo he entendido muy bien pero ciertamente es bueno no dejar para mañana lo que puedas hacer hoy. Hoy iba a salir a caminar pero AEMET preveía chubascos que no han sido. Espero poder salir mañana. Caminar es lo más cercano que tengo para vencer a mi ego. Saludos.

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    2. No puedo ser más explicito porque estamos en horario infantil.
      Suerte con el trabajo de las caminatas "chafaegos"

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  7. Esto de las predicciones es como la meteorología que a veces se acierta y otras no tanto. Me recuerda al 'hombre del tiempo', como lo llamaba la chavalería, y que solía aparecer de vez en cuando y predecir con certeza si mañana haría sol, llovería o soplaría fuerte viento.
    Años más tarde descubrí en qué se basaba su ciencia. El hombre caminaba de un barrio a otro de la ciudad y en cada uno hacía un pronóstico. «Mañana lloverá», decía en un lugar; «tendremos bueno», apuntaba en otra barriada; «soplará el poniente», predecía en otra parte.
    Si al día siguiente llovía, por ejemplo, sólo tenía que pasar por aquellos lugares donde anticipó lluvia. Era (e)vidente.
    No sé si acertará o no Nicholas Christakis con la fecha, si será antes o después, si estaré o no vivo para comprobarlo, o si me preocupa lo más mínimo todo lo que no sea abrir los ojos cada mañana y saber que respiro. En cuanto a lo de follar, hombre mi querido Joselu, follar-follar es lo de siempre, digo los de siempre...

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    1. Ciertamente la fecha es lo de menos, ojalá que sea antes que estemos ya inmunizados y podamos pasar página de la pandemia. Lo relevante de su predicción es la reacción que tendrá lugar en la humanidad ante varios años de restricciones, confinamientos, distancia social, mascarillas, etc... El día que podamos salir a la calle sin mascarillas y arrejuntarnos en un bar o estar las verbenas, conciertos o sesiones de cine unos próximos a otros, va a ser memorable. Será eufórica nuestra reacción, sea en 2024 o antes o después. En cuanto a lo de follar quien pueda se lanzará desatado como tras el final de la Gran Guerra y la epidemia de gripe o tras la Segunda Guerra Mundial. Ya el Sida nos fastidió muchísimo, ahora la pandemia... La predicción de Christakis es una apuesta sobre seguro teniendo en cuenta las constantes humanas...

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  8. Yo supongo que suceda el mismo ciclo que tras la Segunda Guerra Mundial, y que debe haber sido la pauta corriente en estos casos... Una generación, la que ha vivido la pandemia, seguirá con sus hábitos ya adquiridos de distancia, etc. y la de los hijos, que o bien la han vivido casi inmunes, o no la han vivido en absoluto, se rebelarán contra ese estado de cosas. Habrá un nuevo Verano del Amor, pero no seremos nosotros quienes lo protagonicemos.

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    1. Me gusta la idea de un nuevo Verano del Amor, lo protagonice quien lo protagonice. Espero que llegue pronto. De todas maneras, espero con impaciencia el poder ir al cine o al teatro o a una terraza de bar o restaurante sin distancia social. Es tan triste todo así. En Cataluña los bares abren de una a tres y media de la tarde, y no veas cómo se ponen las terrazas los sábados y domingos... Nos gusta estar próximos, el calor humano... Ahora nos damos cuenta, será porque somos mediterráneos...

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