Hace unos años que acabó mi carrera como profesor de secundaria y bachillerato. En el comienzo de mi profesión daba clase a alumnos a partir de los dieciséis años hasta su entrada en la universidad. Para mí eran adultos en la plena consideración de la palabra. Y los trataba como adultos en todos los sentidos. Sin embargo, ahora veo que a los alumnos de secundaria y bachillerato se los califica en general como "niños". Los niños de bachillerato -se dice- y se los trata con asistencia psicológica adaptada porque necesitan acompañamiento. Yo soy antiguo y no puedo aceptar esto. Esos niños llevan encima miles y miles de horas, desde que tenían pocos años, colgados de internet viendo de todo, desde vídeos sobre tonterías a pornografía pura y dura. Son niños distintos a los que había antes. Han perdido su inocencia pero son niños de diecisiete años que han visto todo pero son tremendamente inmaduros y frágiles. Así comienza la adulescencia que dura hasta que se tienen hijos, pero "tener hijos" es algo que no entra dentro en los parámetros de jóvenes hedonistas que no quieren sacrificar su vida de un modo tan atroz. Sin duda, la entrada en la adultez es cuando eres padre o madre, antes se hacía pronto, ahora o no se hace o se pospone hasta casi cuando entras en los cuarenta y, claro, no gusta dejar de ir de vacaciones, balnearios o cenitas. Ciertamente, se ha trastocado el sentido de las edades. Yo fui niño hasta los seis años y medio cuando hice la primera comunión, luego te daban de hostias hasta en el carné de identidad y crecías, ya lo creo que crecías.
(Esto es un comentario que he dejado en un blog, pero que me ha parecido interesante traer a mi espacio aun sabiendo lo peligroso que va a resultar).
Suscribo literalmente desde "luego" hasta el punto final. Y contemplo ese pasado con cierta compasión y, creo yo, sin ningún trauma irreparable...
ResponderEliminarSabía que esa parte la ibas a suscribir, lo leí en un comentario tuyo reciente en otro blog. Lo incierto es si suscribes igualmente o no algunas ideas anteriores, eso sí que me resultaría relevante.
EliminarSe prolonga todo, Joselu, es un tema estructural consecuencia de la esperanza de vida tan elevada. Piénsalo: el sistema no puede más que alargar la adolescencia ante la imposibilidad de dar paso al mercado laboral.
ResponderEliminarAdriana
Tienes razón, Adriana, has dado en la diana. Antes se era anciano a los cincuenta años -en África a los cuarenta o antes-. Hoy en los viajes del IMSERSO que acogen a "jovenes" de sesenta, setenta y ochenta y tantos, se da muchas veces una puerilidad manifiesta en los comportamientos de los participantes. Comer y beber hasta reventar y exigir sin límite en viajes que son subvencionados en hoteles que no ganan nada con los presupuestos que hay. La puerilidad no solo afecta a los jóvenes y adulescentes sino a los mayores que eran jóvenes en los años sesenta. Es una mutación decisiva la que se ha operado en las concepciones de la edad. Se alarga la adolescencia, algo que no sucede en África donde la madurez es obligada dada la dureza de la vida. Se puede decir, Adriana, que vivimos en una sociedad estructuralmente pueril. Y yo no sé en dónde estoy, lo reconozco.
EliminarMe resuena lo de que la madurez viene obligada por la dureza de la vida.
EliminarEso también es cierto... y no solo por la prolongación de la esperanza, sino asimismo la elevación de la calidad de vida. Vivimos como marqueses en comparación a como vivian nuestros bisabuelos, eso paga un precio en inmadurez, en falta de experiencia dura de la vida...
EliminarNo voy a perder ni veinte segundos en reflexionar sobre los porqués que me llevan a estar totalmente de acuerdo contigo. Mi padre se fue a la guerra con 16 años. Yo empecé a trabajar a esa misma edad. Así que tampoco entiendo bien eso de llamarlos "niños".
ResponderEliminarNo se de quien es la culpa, pero creo convivir con una sociedad de protestones que no tienen demasiada idea de lo que vale un peine. Ellos y muchas veces también sus padres.
Ya no soy profesor, pero mi mujer sí lo es y soy consciente del cambio decisivo que ha habido en la consideración de los alumnos por mayores que sean en un instituto. La fragilidad de los mismos es enorme y se crean mecanismos para su acompañamiento en problemas de alimentación, psicológicos, familiares, sociales, de género, de nivel (los alumnos en gran parte tienen PI -planes individualizados- para adaptarse a sus características -deficiencias intelectuales, de nivel, o simplemente y lo más común, de trabajo y esfuerzo-. No se toleran las notas estrictas y todo está dirigido a su contención. La tarea fundamental de los profesores no es dar clase sino adaptarse a las peculiaridades de sus alumnos. El nivel intelectual ha dejado hace tiempo de ser importante, lo más decisivo es que sean felices. Gregorio Luri ha publicado un libro al respecto muy estimable criticando este modelo de escuela que se titula La escuela no es un parque de atracciones. Para mí que he vivido el proceso de cambio, es evidente la infantilización y puerilización del alumnado y también del profesorado -este último inevitable para sobrevivir y acatar las instrucciones de las autoridades educativas-.
EliminarSomos de unas generaciones en que las tonterías eran las justas. ya hace años se les alarga la infancia porque se les trata como tales. tenemos jóvenes con muchos conocimientos, idiomas y lo que haga falta, pero de ciudadanos útiles para la sociedad poco. Capacidad de sacrificio ninguna. Salvo las honrosas excepciones que hacen que me calle.
ResponderEliminarPienso que el alargamiento de la vida, las ideas antisistema, un concepto de democracia llevado al extremo, internet y la tecnología -y muchas otras cosas- han ido extendiendo la idea de la irresponsabilidad y la libertad entendida en un sentido total y peligroso. El sacrificio no se enseña, el respeto no se enseña o es muy tímida la enseñanza, el esfuerzo no se premia, y eso cala. Pienso que es toda la sociedad la que se ha puerilizado, desde los adolescentes a los mayores que viajan con el IMSERSO que salen a recuperar la juventud, tal vez no vivida. Nuestra sociedad se tiene por el fútbol, los centros comerciales y el dinero, a nadie le amarga el dinero y hay que conseguirlo de alguna manera. No sé, sintetizo mucho, requeriría mucho más espacio.
EliminarSiempre he escuchado, me refiero desde el siglo pasado, que la base de las generaciones venideras, de la cultura, del bienestar, de la seguridad, de la lucha contra la miseria, contra la delincuencia, contra la violencia, estaban en la educación. Los profesores desde entonces, digamos desde los 80 - yo ya estaba trabajando- no han podido ser mejores, tú mismo eres la prueba y puedes corroborarlo en primera persona. Se dotó de más medios a los centros, de más posibilidad de decisión en las escuelas a padres, madres y alumnos y, por supuesto, de verdadera libertad de cátedra, y cada vez iba en aumento una educación global, decían, más adecuada con los tiempos y, a la vez, un mayor progreso político, también de derechos y libertades que eran tan bienvenidos. Han pasado gobiernos de derechas, de izquierdas, elaborando mejoras y nadie cuestiona la labor excelsa de los profesionales educadores.
ResponderEliminarQuizá la más cuestionada era la policía. Quizá por eso ningún joven de menos de cuarenta años respeta a la policía, eso también se le ha inculcado -se aprovechó para colarlo en la “educación” así como el valor de ir contra lo establecido y, sobre todo, contra la disciplina- de hecho si alguien los apoya, a los cuerpos de seguridad del Estado, resulta que es un fascista. Incluso, ante la defensa de las medidas contra la pandemia, decretos de obligado cumplimiento, se le planta cara sin consecuencia alguna. Últimamente “El Melillense” es vitoreado en su barrio, tras la detención por su abominable crimen y carrera delictiva, delante de la misma Guardia Civil, y da igual.
¿Has observado, desde la madurez, que era una mentira la “educación salvadora”?
Sigamos educando, haciendo que la gente joven estudie hasta donde quiera sin barreras sociales ni económicas dentro de lo posible pero, por favor, como dicen en mi tierra, no nos creamos que los pajaricos maman.
Fuerte abrazo.
P.S. No sorprenda que haya incluido el tema de la seguridad ciudadana porque a nadie se le escapa que la educación no solo es Geografía e Historia.
Desde mi atalaya actual, Pitt, te doy razonablemente la razón en prácticamente todo lo que has escrito. El otro día hice una caminata a un pueblo catalán, Molins de Rei, y lo vi lleno de pintadas contra el supuesto rey que da nombre a su pueblo. Todo tipo de pintadas contra el fascismo, España, el rey, el capitalismo, el heteropatriacado y demás lindezas, además de banderas, pancartas múltiples, pegatinas, pasquines, etc. Si uno prestara únicamente atención a lo que se veía, estaba claro que Molins de Rei es una villa revolucionaria y antisistema. Me pregunté que por qué los eslóganes de este tipo aparecen en todos los lados y nadie expresa lo que has dicho: respeto al estado, a la policía, a los sanitarios, a los profesores por ejemplo. No conozco la respuesta pero si alguien escribiera una contrapintada relativa a los crímenes del comunismo -aparecían repetidamente hoces y martillos- o a favor de España como sentimiento legítimo, no durarían ni un telediario. El discurso antisistema es utilizado incluso por el poder político autonómico aunque quiere que ahora les obedezcamos a ellos. En Madrid, se agitan desde el gobierno ataques al sistema capitalista o reivindicando a Puigdemont o se elogia a presos etarras o se considera presos políticos a los condenados por los tribunales del estado con todas las garantías... Lo fascinante del discurso antisistema es que lo utiliza el mismo sistema. Donald Trump lo ha hecho en USA, es el primer destroyer y subversivo. Pienso que hubo un tiempo, quiero pensar que existió, en que había barreras claras al respecto y se inculcaba a los niños el respeto a las autoridades, a la policía, a los tribunales... pienso que es básico en el funcionamiento de una democracia, pero aquí no es así, evidentemente. El discurso antisistema prolifera en los blogs aunque los autores sean talluditos. Ayer leí que la sanidad española era una MIERDA en voz de un hombre sensato y ecuánime en otros asuntos. El grito contra el poder del mayo francés es universal, incluido el grito desde el poder. Parece extraño pero es así. Los institutos que yo he conocido soportan sumisamente la indisciplina generalizada, los malos modos, los insultos a los profesores, porque no hay herramientas para cortarlos. Mi mujer que es profesora y extraordinariamente recta y tiene las ideas muy claras, sencillamente no puede dar clase porque sus alumnos no le dejan. No se puede hacer nada al respecto, es triste pero es así. No sé más, Pitt, pero esta es la realidad.
EliminarANÓNIMO (ARIADNA) nos dice : "...Se prolonga todo, Joselu, es un tema estructural consecuencia de la esperanza de vida tan elevada..." y lleva razón.
ResponderEliminarRecuerda: Ingreso al bachilletaro a los 9 (raiz cuadrada de cuatro dígitos, un dictado donde sólo se permitían 3 faltas incluido acentos, un problema de regla de tres, una división por cinco números, una redacción donde entraban las faltas y diez preguntas de categoría como aquella de ¿qué sonido emite la rana?).
Hoy ningún pipiolo de 17 años supera el ingreso. Pero el problema no es este, el problema es que hay tres edades, la cronológica, la física y la mental, y nuestros niños de la mili son mentalmente de primaria, aunque midan 1´75 y aparenten 21.
Hoy no verás ninguna niña de 14 saltando la cuerda. Su problema es que el novio que tiene le pone pocas ganas y parece que no la quiera porque mira a la de la otra clase y le envía Apps.
Y nosotros, los jubilados, andamos que nos creemos que somos jóvenes "porque tu lo vales", dice el anuncio. Y por eso hemos de ir al Caribe, Tener "vacaciones" (esto si que me da el flato) y hacer una vida sana, pues nos queda mucha vida por delante. Incluso el banco te plantea sino te molaría cambiar de piso.
Hemos banalizado todo, incluso la edad, y cuando vemos al Mike Jagger no vemos a una persona de 77 años, lo vemos con 25, que es la edad que nos venden, aunque aparentamos 40, que para eso hemos ido a Turquía , a ponernos el pelo en forma.
El ser humano es penoso.
Yo soy un ser humano,
por lo tanto, soy penoso.
salut
Hoy
A la vejez, viruelas, qué narices. Toda una vida sacrificándose por los hijos, trabajando sin parar, magros sueldos, penalidades y llega la vejez y los protagonistas se dan cuenta de cómo se vive ahora, ningún valor de antes es ya válido: ¿esfuerzo? ¿sacrificio? ¿abnegación? ¿moderación? ¡Quita! Viajes al Caribe, a Canarias, a comer de lo lindo mientras el cuerpo aguante aprovechándose de las oportunidades y mientras no te espere la residencia donde te ingresarán tus hijos en cuanto no puedan ya más. Se puede decir que antes la vida tenía unos parámetros donde estaba, en general, presente el sacrificio, posponer los deseos y sus satisfacción, se ahorraba para el día de mañana... Y muchos mayores siguen funcionando así, pero en buena parte hay una segunda o tercera juventud que se quiere aprovechar mientras el cuerpo aguante.
EliminarSe puede decir que la historia ha avanzado muy rápido y todo ha cambiado. Yo me casé por la iglesia delante de una familia gallega muy tradicional. Veinte años después hay bodas gays y todas las parejas viven sin casarse. El precio de adaptarse a los cambios es la pérdida de referencias, vivir en lo líquido y lo evanescente, sin valores sólidos. Se alarga la niñez hasta los diecisiete años, la adolescencia hasta los cuarenta, y la maldita edad adulta llega a una vejez en que se vive lo que no se ha podido vivir antes. Nuestros cerebros cambian, yo me formé con la contracultura del mayo francés en que se proclamaba lo de prohibido prohibir y que debajo del asfalto hay playa. La velocidad del cambio es espeluznante. La única forma de sobrevivir es seguir siendo niño que aspira a que todos los deseos sean satisfechos porque a los niños todos les sonríen. Pidamos lo imposible. Tenemos derecho a todo y lo queremos ahora. Aquí y ahora. El budismo de nuestro tiempo.
Me ha gustado mucho tu comentario, pero me he lanzado a escribir. No, no eres un ser humano penoso, tú no lo eres.
Hoy
hay un dicho que a lo mejor refleja lo que denuncias:" The difference between men and boy is the size of the toys" Creo que es verdad y que mantenemos la misma actitud de niños (con mala leche) a pesar de cumplir años. Es verdad que no pataleamos como ellos cuando no conseguimos lo que queremos, pero lo hacemos de forma menos llamativa, aunque tal vez más eficaz y a veces destructiva. Y no sólo como niños. Veo hombres de mi edad con una conducta sexual de adolescentes obsesionados por conseguir la pastillita azul para "cumplir" con una señorita treinta años más joven, sin darse cuenta de que cada cosa tiene su momento y que su cuestionable éxito se basa fundamentalmente en su cartera o su nivel económico que da acceso a una vida de bonitas posibilidades. Queremos ser lo que no somos a cualquier precio, como gente inmadura
ResponderEliminarUn abrazo
Al hilo de lo que escribes, concuerdo contigo con que la inmadurez no solo es una cuestión de los jóvenes que no quieren crecer, sino de todas las edades como bien expresas. No sé si esta extendida inmadurez es consecuencia de una sociedad hedonista que ofrece tantos bienes atractivos, sean materiales o sexuales a quien pueda pagarlos. Quizás en un tiempo de escasez y hambre se maduraba de forma obligada. Tal vez los hombres somos en general menos maduros que las mujeres -siempre ha habido Peterpanes, no es de ahora-, pero ciertamente es mucho más intenso. Jóvenes de dieciséis a dieciocho años que funcionan como niños, hombres de cuarenta que quieren seguir siendo adolescentes, viejos que quieren ser jóvenes y vigorosos sexualmente...
EliminarPor otra parte, me pregunto qué es exactamente la madurez, cómo funciona esta. Supongo que va unida al equilibrio entre la realidad y las expectativas, a la coherencia personal, al estilo congruente, al respeto a sí mismo y a los demás, al reconocimiento de la propia realidad -el autoconocimiento-... Sin embargo, por otro lado, se nos estimula desde muchos sitios a continuar siendo niños, que no perdamos el niño que llevamos dentro, se nos proponen modelos de eternos adolescentes literarios -la mayoría de escritores son ejemplo de postadolescentes que no quieren crecer porque piensan que la madurez lleva a lugares aburridos y estáticos y se defiende que la insatisfacción es necesaria, que el deseo tiene que seguir existiendo, que la imaginación es juvenil y excitante, que madurar es rendirse a lo necesario o a lo correcto-. Nuestros políticos actuales son todos profundamente inmaduros. Rajoy no lo era y se le acusaba de plano, sin imaginación, estático. Ahora tenemos a Sánchez e Iglesias que son adolescentes talluditos...
Me has hecho pensar y eso es lo mejor a que puede dar lugar un post en el que lo más interesante es lo que viene luego.
Un abrazo.
La nuestra es una cultura al hedonismo, JOSELU. Todo va ligado. Trabajamos cada vez menos horas, hemos llegado a las 35 semanales y nos sobra tiempo. ¿Porqué sino el éxito de tanto gimnasio?, porque en lo lúdico está el culto al cuerpo. Hoy la gente no se cansa de trabajar, se cansa en el gimnasio. Y eso no es malo, lo malo es ponerte retos, querer hacer lo que hacías 20 años trás, y con ello lo que lleva implícito, una mujer más joven, un coche más rápido y unos polvos más largos. Así de sencillo y sin ambajes.
ResponderEliminar¿Desde cuando los hombres se depilan? ¿Desde cuando tanta falera por no ser calvo?...desde que nos sobra tiempo y vamos descansados. Desde que te han hecho creer que sólo vivimos una vez y hay que aprovechar, desde que te crees que "tu lo vales".
Y así la propaganda,la moda ahora "para él", el estar "en forma", y el escuchar a un escalador esta semana sobre la muerte de otro escalador, decir que: yo me preparo porque puedo hacerlo a mi edad. ¿y ud que edad tiene?, le pregunta el periodista: yo, yo me apellido Soria, y tengo 82 años.
Hay, como dice Salomón en el Eclesiastes, un tiempo para cada cosa. Ahora en el tiempo del jubilado, del "jubileo", que viene de júbilo, de alegría, el tiempo es de ayudar, leer, pasear, pensar y descansar, y no creerse que porque no haces actividades de "marcha", eres un postergado, sino una persona consecuente a la edad y que se mantiene en forma conforme sus límites.
Un abrazo
El imperio romano pereció -he leído- por el hedonismo. El hedonismo nos lleva al placer y eso es bueno, pero tiene sus conseuencias no tan buenas. Mis hijas -excelentes estudiantes-, como todos los jóvenes ya desde sus dieciocho años, están acostumbradas a los restaurantes guays, a vivir sin demasiado sufrimiento -siempre lo hay de una forma u otra, pero diferente al de otros tiempos-... Se sorprenden de modo diferente, sus inquietudes son diferentes, sus expectativas son diferentes, no parece que quieran independizarse -viven muy bien así-... Lo entiendo igual que entiendo al mayor de setenta y tantos que quiera seguir estando al día. No es malo necesariamente. Veo a mi suegra, que vive con nosotros, que a sus setenta y cinco, es muy dependiente y nada autónoma para salir a dar incluso paseos. ¿Cuáles son nuestros límites? ¿En qué momento uno se convierte en viejo? Tengo una intensa relación con una mujer de ochenta y siete años que sigue jugando al tenis, conduce su coche y acaba de renovarse el carné de conducir, tiene una mente ágil y fresca, rapidísima. No tiene a ningún galán, eso es cierto, no es tan estúpida como para eso. Pero ¿quién le dice que es vieja y hay ciertas cosas que no debería hacer? Quiere tomar ayahuasca de nuevo como hizo a los ochenta años. No es un problema fácil, Miquel conocer cuáles son nuestros límites sino experimentando. Un abrazo.
EliminarCreo que soy moderno a pesar de ser grande porque mi madurez fue cerca de los 40. Por lo menos eso quiero creer, espero no estar todavía "verde" ja.... saludos
ResponderEliminarSuele ser así, tambien en mi caso. Es es el hecho de ser padres lo que nos lleva a madurar rápidamente, al menos en algunos casos, aunque también hay padres que son profundamente inmaduros. Saludos.
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ResponderEliminarTienes razón en lo que dices. Los niños de ahora se enfrentan a otros dilemas diferentes al mundo que vivimos nosotros. No es un mundo de carencias y sí de opulencias, en muchos casos están sobreprotegidos, saturados de información que no saben y no pueden digerir, juegan menos en la calle, muchos padres son tanto o más inmaduros que sus propios hijos porque no quieren crecer o substraídos por diversas ocupaciones. Para mí sus peligros son otros y tienen que ver mucho con la vida tecnológica que los rodea y un futuro cada vez más virtual y quién sabe sí de un mundo deteriorado. También hice la comunión con esa edad pero para mí la madurez llegó más tarde, en mi adolescencia cuando comencé a trabajar en los veranos.
Pienso en mi infancia, nada fácil, y veo un mundo en que las cosas se percibían directamente. Veías los oficios, las procesiones, la intensa relación entre las personas especialmente los vecinos que eran esenciales, era un mundo más expuesto en que se jugaba en la calle pese a los peligros, había muchos niños y los adultos se despreocupaban de ellos. Se jugaba en la calle y se conocían a tipos curiosos e interesantes. La vida se experimentaba en directo y en vena. Todo ha cambiado porque ahora todo se ve a través de pantallas, el mundo es lo que se es presentado en una pantalla de móvil, de iPad, de televisión, de ordenador. Ya no hay oficios, ya no hay tipos interesantes, no hay apenas niños y estos se sobreprotegen y crecen enormemente frágiles y dependientes. Es algo que no tiene vuelta atrás. Ciertamente, como dices, esa opulencia y sobreprotección tiene también su precio y los peligros son otros mucho más sutiles y terribles. Es fácil ser niño hoy día porque lo suelen tener todo, pero eso no estimula la imaginación ni favorece la madurez y sí un estado de fragilidad cuyas perspectivas son difíciles de prever. Pero un día estarán solos y ya no nos tendrán a nosotros que aún hemos vivido otro tipo de mundo. Ellos ya pertenecen al futuro y no sé si es siniestro o hay que inventar otra palabra para definirlo.
EliminarEstoy totalmente de acuerdo con lo que en general se dice por aquí. No voy a ser yo el que traiga la polémica en este tema. Porque ciertamente los personajes jóvenes que me rodean, y muchos personajes de mi misma generación, ciertamente me hacen pensar que cada vez la vida adulta se alcanza más tarde o no se alcanza.
ResponderEliminarCiertamente los niños son un punto de inflexión inequívoco, pero para mí también lo fue el meterme entre espalda y espalda una hipoteca. Deber una cantidad enorme de dinero a un banco dispuesto a degollarte si fallas sin duda te da un acelerón en el tema de hacerte adulto a la fuerza.
Y además creo que el tema de los videojuegos, las pantallas, y los móviles y las redes sociales van a hacer que este problema, o no problema (no lo se, a lo mejor hacerte adulto más tarde nos hace más felices, probablemente), vaya creciendo cada vez más.
Compañeros de trabajo acercándose a la treintena, viviendo en casa de los padres sin intención de irse de ellos, dedicando la mayor parte de su vida jugando a video juegos, y comprandolo casi todo por amazon.
Está claro que yo soy informático y la mayoría de los que me rodean son informáticos, una cuadrilla por lo general de lo más infantil que te puedes encontrar. Pero cada vez son más los chicos de cualquier condición que dedican más tiempo a las consolas y a matar con personajes On Line.
Y que decir del fenómeno de los YouTubers que infantilizan mortalmente los cerebros de nuestros hijos. Niñatos que ganan millones de euros, se van a vivir Andorra y son los principales referentes de nuestros hijos. Dicen cosas que nuestros hijos siguen, se crían más con ellos que con cualquier otra cosa. En fin, el panorama es desolador.
Nos queda el bosque y caminar hasta la extenuación. Creo que lo has resumido perfectamente cuando concluyes diciendo que el panorama es desolador, no se me ocurre otra palabra mejor.
EliminarCuando leo algunas biografías de escritores o artistas de otros tiempos, algunos partieron de cero, de la nada, otros fueron hijos de familias privilegiadas, pero los que venían de abajo tuvieron que luchar para sobrevivir y trabajar en cualquier oficio en las calles desde muy niños. Ahora todo está protegido, los niños están hiperprotegidos, la sanidad nos protege, queremos que no haya ningún peligro en nuestras vidas, contratamos seguros para todo, incluido el de decesos... nos escandaliza que algo no esté asegurado pero cada vez vivimos un mundo más solitario y deshumanizado entregados a las pantallas, como bien dices. Cada vez es menor la autoestima de la gente, los alumnos -no quiero llamarles niños- tienen graves problemas de autoestima y tienen que recibir acompañamiento psicológico para sus problemas psicológicos, sexuales, de alimentación, de género, de ansiedad... Hace años vi en un curso de segundo de bachillerato a mis alumnos jugando con un muñeco de Micky Mouse y me enfadé con ellos por llevarlo a clase porque me parecía que revelaba infantilismo cuando ellos ya eran mayores. ¡Qué inocente mi juicio! Solo hay que ver despedidas de soltero para darse cuenta de la realidad pueril que domina todo. Infantilismo y hedonismo: todos los jóvenes ahora frecuentan restaurantes exóticos y guays, han llegado a ellos en su adolescencia cuando nosotros llegamos cuando ganábamos nuestros sueldos. Tus compañeros informáticos cuya mentalidad nos revelas son los que programan la mente de los niños, y si no ellos, otros como los youtubers, los instagramers..., las redes sociales.
Todo vende placer y felicidad y pasión y experiencias fascinantes pero lo más valioso suele ser muy sencillo. Tú lo sabes. Vivimos en el mundo más protector de la historia pero qué desustanciado y estúpido que es.
Vaya, vaya, como tuve la fortuna de cumplir con la naturaleza, vivirla intensamente en cada momento y tomarme “vacaciones “ antes de los 50 m No extrañe que 25 años más tarde sea una misógina solitaria mientras el cuerpo no moleste y luego.... intente elegir lo más conveniente para la naturaleza que me anima y la que me rodea.
ResponderEliminarViajes de la Tercera Edad: aburridisimamente penosos para mis aspiraciones. Aunque tengo claro que de no haber nacido en época de penurias habría sido mucho más inmadura e infantil de lo que me tocó ser. Al final solo somos circunstancias geneticosociales.
Sí, es cierto somos circunstancias genéticosociales. Poco más. Lo has resumido bien. Las penurias hacen madurar. Puede que la mayor desgracia que pueden tener unos hijos es que sus padres tengan dinero para satisfacer muchas de sus aspiraciones sin tener que luchar por ellas. Todo lo que nos favorece puede hacernos más débiles, y las dificultades nos hacen más fuertes.
EliminarBien por esta misógina solitaria que nos deja comentarios que nos estimulan. ¡Cómo me gustaría escribir tu historia! Ahora estoy acabando la biografía de una mujer a la que he dedicado dos años de entrevistas y comprensión de su vida. En pocos meses concluirá la experiencia con un libro del que se editarán cincuenta ejemplares para sus amigos y su familia. En ella ha habido una voluntad de hierro para sacar adelante su biografía, no es fácil explorar y exponer toda tu vida. Yo no lo haría.
Y el resumen de su vida es que es un conjunto de circunstancias genéticosociales. Evohé.
Pornografía es lo más suave que puede encontrar un niño de diez años en internet. Yo en la escuela, en los recreos o cuando faltaba un profesor, con mis grupos de compañeros alcancé a ver ejecuciones, parafilias extremas, automutilaciones sadomasoquistas, destrucciones rápidas y lentas. Algunas de estas cosas ya aparecen en los videojuegos con lujo de detalle. No tengo buenos recuerdos de todo eso ni estoy orgulloso de contarlo. Pienso que esto demuestra que el mero sufrimiento no nos hace madurar, porque el morbo lo tienen hasta los animales; nos hace madurar el cultivo de la virtud. No hablo necesariamente de arrodillarnos ante Dios para rezar, pero sí hablo de la tolerancia a la frustración, la paz interior, el autoestima, la empatía. El hedonismo no permite tales cosas. Hoy los jóvenes tenemos más oportunidades que antes, yo no empecé a trabajar a los 16 sino a los 18 años y a medio tiempo por ese entonces, estudio contabilidad en un instituto, mis padres no me criaron a base de golpes. Pero esta generación se está perdiendo en el infantilismo y así desperdician todas las oportunidades. No hay personas fuertes, solo hay egos hambrientos de placer cada instante, hambrientos de likes en redes sociales y de plata y de sexo, y para lo último que hay espacio es para la crítica. La crítica en todo sentido es políticamente incorrecta, salvo la crítica de banqueta que uno haya en Twitter. Fíjese que me da miedo a veces cuando alguien viene a mostrarme un cuento para preguntarme si está bien escrito, porque sé que en realidad esa persona no quiere escuchar consejos sino halagos, y chillará que soy un envidioso o un "elitista" (la palabrita mágica de los profetas de la cultura light) si no le digo que todo lo que toca con el teclado es oro. Es cansino tener que negociar con Stephen King para poder dedicar un par de líneas a Shakespeare, o no poder mencionar a Harold Bloom cuando hay fans de Harry Potter presentes. El individuo nunca antes se había sentido tan poderoso siendo al mismo tiempo tan impotente: por todos lados la publicidad nos hace creer que esta es la época de la humanidad en que los sueños se cumplen con más facilidad, pero el espíritu de todos ha decaído o se ha apagado quizá para siempre.
ResponderEliminarY a pesar de todo lo dicho, no miro al pasado con nostalgia, porque aunque no estuve allí, sé que mi padre, mi abuelo y varios familiares míos perdieron la infancia muy de pronto y crecieron a golpes físicos y mentales y hasta hoy persisten con problemas de genio, con alcoholismo y melancolía. Qué difícil es buscar un estado ideal de las cosas, oiga. Yo quería ser crítico literario para mostrarle a otros que el pensamiento crítico nos hace más felices. Pero parece que ser feliz es medio incómodo y muy difícil para el que se la pasa viendo anime, jugando minecraft, masturbándose, viendo publicidad disfrazada de discurso. Luego uno es el alienado, ¿no? Yo no sé si estoy "despierto", no creo que le haya ganado a nadie, pero quiero pensar que no soy un bueno para nada y que resistirme tanto al hedonismo servirá para algo.
Su comentario ahonda en el sentido de la crisis de la humanidad, especialmente en la de los niños y los jóvenes -usted es joven-, pero también otros comentaristas han añadido que la crisis afecta a los adultos y a los mayores, fundidos todos en la búsqueda del placer fácil, sin esfuerzo, todo ello síntoma del hedonismo desatado de nuestra sociedad. Y se olvida en el camino el ejercicio moral, el cultivo de la virtud que es, para usted, lo que nos realmente hace madurar. Pienso en mi etapa de profesor durante treinta y siete años y soy consciente de que en la enseñanza que he vivido no ha estado presente en absoluto esta idea ni siquiera en mi práctica como profesor de literatura en que apelaba al juego, al despertar de la imaginación, a conocer el mundo interior, a conocer modelos literarios, etc, pero nunca se me ocurrió -salvo en una clase al aire libre que hice (y que no olvido) hablar de que había algo más grande que nosotros mismos-. Se relaciona la idea de virtud con el moralismo, con la religión y esto es algo realmente empobrecedor. Nunca se les habla a los muchachos de que hay cosas más grandes que su ego, que hay experiencias más profundas que satisfacer eternamente el placer, que el esfuerzo personal es la clave esencial pero también la capacidad de darse a los demás, fundamento de toda ética -Tú eres más importante que Yo-. Nadamos continuamente en las expectativas de conseguir placer -especialmente de los sentidos, menos placer intelectual o humano- y nos blindamos ante el sufrimiento ajeno -me ha impresionado que contara que a los diez años veía vídeos de mutilaciones y ejecuciones: me aterra que esto esté tan fácil y accesible a nuestros niños de diez años-. Sin duda, hay un error en plantear que la dureza por sí sola es una vía para alcanzar la madurez. El hiperproteccionismo respecto a los escasos niños que hay no es bueno pero sería esencial también enseñarles los fundamentos de la ética en que lo más importante no es Yo y que el hedonismo -comprar y comprar, satisfacer el gusto, la vanidad y el ego- debería ser cuestionado. Pero nadie habla de esto ni siquiera nosotros los que hemos comentado y escrito. Muchas gracias, Ignacio por su aportación que nos abre otros caminos que hemos olvidado.
EliminarLe deseo que pueda ejercer su carrera como crítico aunque la crítica es difícil y recibe mucha hostilidad porque todos esperamos elogios a los que estamos acostumbrados, por mínima y cuestionable que sea nuestra escritura.
Gracias por hacernos poner los pies en el suelo.
Le agradezco su comentario, Sr IGNACIO CALAMA.
ResponderEliminarSe ha convertido ud en una "Celula de Resistencia". Tendrá que seguir luchando con el convencimiento de que no todo está perdido.
Salut
-Totalmente de acuerdo referente a la radiografía actual.-Imparto Bachillerato de Artepor las mañanas y, ya llevo 12 años de tutorias
ResponderEliminar: la verdad no echaría toda la culpa a los dicentes sino a veces al poco control de los padres con su responsabilidad y como afrontar de manera positiva .No puede ser; que no haya una autoridad, entre la escuela y la convivencia familiar.
Como bien dices, ser padres no es moco de pavo, se tiene que tener un compromiso con esos hijos.No ser amigo: sino simplemente padres y no apoyo la violencia en absoluto pero si; la autoridad .Muchos padres fantasean con que sus hijos lleguen a un nivel que ellos no han podido llegar y es cuando ya comienza el choque con las aulas.
Es verdad que cada época tiene sus contradicciones.Pero ocho reformas educativas no tiene sentido ninguno.
Un abrazo y disfruta cada momento a mi me queda unos cuantos de tiras y aflojas.
Bertha, pienso ahora mi carrera docente -como profesor de literatura, de lengua y como tutor- a lo largo de más de tres décadas y veo luces y sombras muy intensas. Hay ciertos aspectos que apruebo en ello, pero también insuficiencias y errores profundos que lamento, aunque es inútil. Ser profesor no es fácil y menos ahora, veo a mi mujer que llega al final del día totalmente extenuada con su carga de trabajo como cotutora de más de ciento veinte alumnos, tutora de un PFI, y profesora -aunque esto es lo menos importante en estos tiempos- de varias materias. Se deja la piel en su trabajo y eso pasa factura. Ser padre tampoco es fácil, hay que tener muy ajustados los fusibles, y muchos padres no tienen claro su papel por muchas razones. Nadie enseña a ser padre y nadie enseña a ser profesor. Es algo que nace de la sabiduría de cada uno. Y eso se tiene o no se tiene.
EliminarY, ciertamente, los políticos son unos impresentables en esa sucesión absurda de leyes educativas que no dejan ningún poso por su labilidad y su carácter circunstancial y efímero. Los políticos son los primeros inmaduros, se les nota a la legua. Solo hubo un ministro de educación, Ángel Gabilondo, que se negó a hacer una nueva reforma educativa porque no contó con el apoyo de la oposición para realizarla. Temo esa concepción, por un lado buena, pero, por otro, perversa de que la escuela es donde se forja a los ciudadanos del futuro porque eso implica también la manipulación política como vemos por el lugar donde vivo. Un abrazo, Bertha, y gracias por tu comentario.
...discentes
ResponderEliminarMe ha impactado la frase "Han visto de todo pero son tremendamente inmaduros y frágiles" porque es la pura realidad. Como dijo Francisco, hemos criado a niños sobreprotegidos, que tienen una barbaridad de información a su disposición pero que va en su contra y les confunde más que ayudarles. Seguramente tampoco hemos pasado con ellos todo el tiempo necesario. Ayer, mi hija me comentó un episodio patético en una de sus clases de 2º de ESO, un compañero de 13 años creo, se escondió tras un mueble y camino a cuatro patas por el suelo entre las mesas para hacerse el gracioso. El profesor, al descubrir "la hazaña" minimizó el asunto imagino para no darle más juego al exhibicionista. Y yo me quedé perpleja, escuchando a mi hija contar el episodio como algo gracioso, ni una sombra de crítica, al contrario, pensaba en que era algo divertido. Tendrán que espabilar mucho, sí, su visión del mundo está muy deformada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mi mujer es tutora de un PFI que es una formación profesional en la rama de pintura en la qu reciben también clases de lenguas, geografía, matemáticas, etc, que es lo que les da ella. Es postobligatoria y se dirige a los alumnos que han fracasado en la ESO. Va lo más granado de los jóvenes y muchos de ellos -tiene diecisiete alumnos- van a boicotear las clases, de modo que no se pueden hacer, hay cinco o seis que quieren estudiar y aprovechar pero hasta diecisiete es todo lo contrario. No puede hablar porque no le dejan, y eso que ella es recta y estricta. La única forma de abordar el tema es empezar a expulsar del curso a unos cuantos por partes de disciplina y ausencias, de modo que vean las orejas al lobo y se queden los que quieren trabajar. Pero la dirección del centro no permite esto, no se puede expulsar aunque sea postobligatoria.
EliminarMuchas veces este es el panorama real de las clases. Te aconsejo que leas el comentario de Ignacio Calama que está un poco anterior a estos. Todos valen la pena, pero si pudiera elegir uno que alumbra cosas nuevas, sería este.
Un abrazo
Lo acabo de leer detenidamente y entiendo que probablemente hay una falta de valores enorme en lo que mi hija ve en internet o comenta en su círculo de amigos, algo que imaginaba pero me parece que me he quedado bastante corta.
EliminarTú lo dices, has visto de todo... pero no han vivido nada. Por eso, muchas veces, su atrofía moral: porque ven un descuartizamiento en pantalla, que no duele, y luego pegan a un muchacho de menor edad, porque no saben que duele. Aunque eso ya pasaba antes... En cuanto a hacerse adulto, hoy por hoy, creo que ni la condición de padre lo garantiza. Un conocido mio dice que el hombre, a diferencia de la mujer, en realidad no madura hasta los cuarenta... Lo dice de broma, claro, pero creo que es una de esas bromas que llevan verdad por debajo. Un saludo, Joselu.
ResponderEliminarAntes las penurias y la escasez obligaban a ser responsables ya desde muy niño -al menos los pobres porque conozco hijos de ricos en la España del hambre que eran y han sido profundamente inmaduros toda su vida-. Ahora ciertamente con el bienestar relativo los hombres no maduran hasta los cincuenta -diría yo-. Todo invita a ser inmaduro en esa permanente apelación al placer, al deseo y al juego...
EliminarEn cuanto al poder de insensibilización de internet, es plenamente real. Insensibilización e incapaz ya de sorprenderse. Yo he sido profesor de literatura muchos años y recuerdo a los alumnos de los años ochenta y noventa como muchachos con capacidad de sorprenderse ante la literatura. Luego, ya entrados en la civilización del game era prácticamente imposible. Internet ha sido prodigioso pero ha estupidizado a la humanidad.
(Perdón, donde dice 'has visto de todo' quería escribir 'han visto de todo'. )
ResponderEliminarPienso que dejar de ser niño no es cuestión de edad y por tanto cada persona tiene un umbral distinto. Cómo se puede comparar una niño de 9 años que viva en Madrid con otro de la misma edad africano. Dentro de Madrid, un niño que tenga actualmente 9 años con un niño que los cumpliera hace 100 años. Es cuestión de aptitud, vivencias, responsabilidades que tenga... Personalmente yo dejé de ser niña cuando murió mi padre, esa mañana me miré al espejo y me vi mayor.
ResponderEliminarSAludos.
Esto que escribes es muy cierto, pero estamos hablando de nuestra sociedad y de ahora en que los niños desde poco más de un año están colgados de los móviles que les dejan sus padres para que no den mal. Eso marca una forma de ser que es nueva y me temo que una consecuencia es la pérdida temprana de la inocencia porque a los doce años habrán visto de todo sin haber comprendido nada. Por un lado, erosión de la ingenuidad de la niñez, y, por otro un cierto cinismo en la incapacidad de distinguir realidad y ficción.
EliminarTu experiencia de crecimiento cuando murió tu padre tiene mucho de lógica. Es algo que marca profundamente una infancia o adolescencia. Saludos, Manuela.