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lunes, 9 de noviembre de 2020

Crónica de una caminata otoñal


Tras un buen comienzo, el día se ha ido complicando. Quería ir andando de Cornellà a Sabadell cruzando la sierra de Collserola y pasando por Sant Cugat. Somnoliento, he salido de casa a las siete y cuarto y he visto la esplendorosa salida del sol por encima de los edificios de Hospitalet y la ronda. Parecía buen augurio y me sentía muy bien y hasta diría que feliz.  Y todo ha ido a pedir de boca: la subida hasta Sant Pere Màrtir y la bajada inicial que continúa en dirección al Tibidabo. Me han entristecido los troncos de grandes pinos amontonados que han sido talados. Son docenas y docenas de pinos que han cortado sin estar enfermos. 

 

Llego a Vallvidrera y compro unas ricas mandarinas con hojas. Sigo con fuerza y animado, a pesar del fuerte ascenso, a la torre de Collserola, diseñada por Norman Foster, y de allí hasta la entrada del camino del Tronxo donde me como con hambre, sentado en un banco, el delicioso bocata de chorizo y queso con la cocacola. La vida es hermosa y entonces recuerdo la cita de William Faulkner: “Jamás renunciaría al loco mundo que conocemos, a pesar de su infinita tristeza”. Continúo alegre por la espesura otoñal del bosque –veo caer las hojas mustias, agitadas por el viento como en una danza sincopada- hasta la carretera de  la Rabassada, pero después mi ruta en lugar de ir por Sant Medir va por un sendero lateral que sigo durante media hora hasta que termina perdiéndose y acabo descolgándome por una peligrosa y estrecha torrentera. Sin duda no hay ningún camino por ahí. O el autor de la ruta es un cabrón o el gps me ha orientado mal. Todo son piedras resbaladizas y largos espinos que me arañarán la cabeza, las manos y las piernas hincándoseme en la piel como colmillos de alimañas hambrientas. Descendía muy lentamente con los espinos que cruzaban el cauce pedregoso y que había de desenredar de mis piernas con cuidado para que no me hirieran.  Era como un descenso al tártaro y cada pequeño avance era más peliagudo y angustioso que el anterior. Me costaba mantener el equilibrio pues la bajada era criminal y mis pies “relliscaban” inseguros. Rojos madroños, como labios, colgaban de los arbustos. He podido abandonar el descenso en un tramo pero la ruta seguía marcando hacia abajo y, estúpidamente, he seguido como hechizado por el navegador Garmin. Ladridos y jadeos cercanos de perros me indicaban que había algo vivo cerca pero los he sentido malsanos. Ha sido un cuarto de hora en pleno aquí y ahora, en estado de plena alerta.  Cuando he llegado hasta el angosto y cerrado fondo del barranco, quedaban todavía más contratiempos porque inundaba el terreno una gran charca de agua profunda y sucia a mi izquierda que me impedía el paso de modo que he tenido que gatear y trepar por entre la maleza y más rocas fangosas, sin que se vislumbrara ningún paso. Me he aferrado como he podido durante unos minutos y, por fin, en un estado de máxima concentración sin ocasión de sentir miedo, he logrado emerger con alivio a un camino de grava, tras superar un escabroso talud que ascendía. He salido a la superficie con la conciencia de una prueba superada.  El gps no me precisaba la dirección y he tenido que retroceder y preguntar en una casa de una urbanización, en la que han sido muy amables –una mujer y un hombre más joven- y se han ofrecido incluso a limpiarme con alcohol las heridas sangrantes de la cabeza, algo que, agradecido, he rechazado. La sudadera tiene manchas de sangre también. Me han indicado la dirección para seguir hasta el pantano de Can Borrell en dirección a Sant Cugat pasando por el gran pino d’en Xandri en el parque de la Torre Negra.


Pero no se había acabado el trance porque al adentrarme en esa dirección unos cientos de metros, un hombre, apostado y en espera, me ha advertido que no continuara porque más de veinte cazadores y perros estaban desplegados batiendo el bosque y no podía pasar. Que me podían pegar un tiro, algo que sin duda sería lamentable, observación que he apreciado sinceramente. Le he pedido que me diera una alternativa porque no podía volver por donde había venido.  Me ha sugerido que subiera kilómetro y medio hasta la carretera de la Rabassada y que fuera por ella a Sant Cugat, aunque abandonando el bosque. Perdido en el monte, era la única opción válida. Resignado, he subido sudando el trecho hasta la carretera. La he alcanzado tras haberme limpiado la cabeza con agua. Y así me he dirigido a Sant Cugat por el inclemente asfalto y el intenso tráfico de coches, bicicletas y motos que subían y bajaban a gran velocidad. Tiene fama de ser la carretera más peligrosa de Cataluña. 

 

Algo relevante es que, en un lado de la carretera, a mi lado, he visto un pino y un letrero que explicaba que aquel era un lugar donde tenían lugar impunes ejecuciones perpetradas por los milicianos antifascistas contra presuntos sospechosos antirrepublicanos durante la guerra civil. Da varios nombres de los allí asesinados, entre ellos algún mosén, pero fueron cientos los que en esa carretera fueron liquidados con un tiro en la nuca y abandonados allí junto al pino de la muerte o en las tapias del Gran Casino de Barcelona, especialmente durante los primeros ocho meses en los que tuvo lugar la represión incontrolada más salvaje y arbitraria en los dos bandos.  El padre de la protagonista de Luciérnagas, de Ana María Matute, es asesinado en esa carretera siniestra y llena de enigmas que va a Sant Cugat... Me quedaban unos cuatro kilómetros hasta allí por el pavimento. La mañana no ha ido bien y ya tengo claro que no seguiré hasta Sabadell porque he perdido mucho tiempo. Volveré a casa desde Sant Cugat. Voy bajando por las fuertes pendientes de la Rabassada y me pongo la mascarilla cuando entro, tras una rotonda, en el perímetro urbano. Llego poco después a las calles céntricas de la rica y emprendedora ciudad donde me tomo un cortado en una “pastisseria” en que me atiende una dependienta encantadora. Pido una nube de coco que me como sentado en un escalón de una casa cercana. Descanso unos momentos. El centro de Sant Cugat es muy atractivo. 

 

Hoy el día es gris y opaco. Espero un tren a plaza Cataluña. Miro mi cuenta de Flickr en el trayecto para pasar el rato. En plaza Cataluña –en la placeta subterránea - paso por un puestecillo de venta de libros y discos en el que veo un ejemplar que quiero releer de Javier Marías - Mañana en la batalla piensa en mí- entre muchos otros. También un vinilo de Miles Davis que me hizo pensar en Francesc Cornadó. Recuerdo la desaparecida y mítica Avda de la luz -que cantó Loquillo- y que fue sustituida por banales franquicias y tiendas insulsas como Sephora. Voy en la línea verde hasta España y tomo los ferros hasta la Almeda en Cornellà. No estoy muy cansado. Rosa Mari llega al poco rato. Me ducho y miro mi cabeza magullada de lo que no se da cuenta nadie. No quiero hablar de los momentos de peligro que he vivido para no preocupar a mi familia con mis caminatas. Comemos la rica empanada de atún y cebolla que ha hecho Clara. Repito como si quisiera aprovechar los más de veinticuatro kilómetros que he caminado hoy según Fit. No me han quedado arrestos para llegarme a Sabadell. Cuando me levanto de la siesta, me comunico con José Antonio para explicarle lo que me ha pasado. Cacería de jabalíes en Collserola. Pero él no lamenta la suerte de los jabalíes que se multiplican sin cesar y ocupan todo el monte y las urbanizaciones. Hoy no era un buen día para ser jabalí. Nadie los comprende. 

 

Este es un fragmento de mi diario correspondiente al jueves, 5 de noviembre. 


31 comentarios :

  1. Muy interesante tu crónica. La he vivido en mí. En estos tiempos en que todo parece (parecía...) estar controlado por la tecnología, resulta que siempre hay un hueco para "lo imprevisto" que te obliga a volver a la era analógica.
    Cuídate de todas maneras. A nuestros años ya no no tenemos disponibles tantos recursos como hace veinte, aunque no seamos conscientes de ello y los hospitales están para no tener que utilizarlos
    Un abrazo

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    1. Lo cierto es que la ruta del gps falló y hube de volver a la era analógica, no me lo esperaba; si no, la travesía hubiera sido larga pero tranquila. Espero volver a hacerla el jueves pero por una ruta que ya tengo controlada. Tienes razón en lo de tener cuidado, pero hay algo adictivo en estas caminatas que me alejan de mi vida junto al ordenador y los libros, y, tal vez, sea porque me enfrentan a lo imprevisto. Quería conseguir que el relato fuera vivido por quien lo leyera por la intensidad que tuvo para mí. Un abrazo.

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  2. He disfrutado como el Sanchez cuando promete, un montón. He hecho más la caminata y mio los lugares donde he visto tantas cruces, ahora ya menos, de cemento a pie de carretera.
    Es mejor que las piedras estén mudas y no sepan hablar.
    Seguro que el GPS era chino jajajajajaja, y te ha llevado por la ruta de Ho Chi Ming .
    me has hecho pasar un rato muy agradable, mucho. Sigue narrado con matices y señales, que es un disfrute.
    Un abrazo

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    1. En la aplicación wikiloc los senderistas o ciclistas introducen rutas que te descargas y sigues. Puede que un desalmado introdujera una que él padeció sin advertir de sus peligros. En la ruta que he seguido no había ninguna indicación complementaria y eso era sospechoso. Está claro que el problema no era del garmin -con él he hecho docenas y docenas de rutas sin problema- sino que nunca sabes quién ha colgado la ruta si no da pistas. La crónica era un poco larga, pero espero que la intensidad de la misma contrapese el esfuerzo de haberla leído. Muchas gracias por la lectura. Imagino que la Rabassada tiene que ser un espacio para ti lleno de historias y leyendas. Un abrazo.

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    2. Entre tu y yo, JOSELU, me retrotrae a las explicaciones que quería darme mi madre cuando sabía que se estaba muriendo. Detalles que no deseaba llevarse a la tumba, y de la que no se consideraba orgullosa de haber cometido.
      Me es imposible saber si participó o no en aquelloos nombres que están grabados en cemento, y que quedan en algunas cruces, pero si se que ella estuvo por allí, de eso no tengo dudas. Quizá haya dejado de visitar aquella carretera porque no deseo que me cuente nada.
      Un abrazo
      salut

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    3. Entiendo, Miquel. Muchas gracias por tu reflexión que no quiero prolongar. Un abrazo.

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  3. La verdad es que la narración es espléndida y tiene que ser muy gratificante haber realizado la experiencia, ¡veinticuatro kilómetros nada menos! Yo tengo otro concepto del caminar, pero me has inspirado para contarlo en mi blog, tengo que reconocer que siempre encuentro inspiración en tus textos. También es admirable tu fe, en ese cacharro de la ruta que, aunque veas con tus propios ojos que es una mierda de ruta y poniendo en peligro tu propia integridad, sigues fiel su recorrido, y seguro que te consideras una persona de criterio, de elevada inteligencia y cultura en atalaya, como yo mismo te reconozco. Joselu, ten más confianza en ti mismo, tú puedes, fíate si tu instinto te dice que te vas a romper la crisma. No sigas por ese camino (nunca una frase fue más apropiada).
    Con tu arte literario y ese gusto por andar seguro que si haces el Camino de Santiago podrías escribir un ensayo, con cierta poética, "Un comunista en el Camino", como verás por el título que he pensado no tiene que ser autobiográfico, ya no eres comunista, pero tiene más pegada, porque tu entrada parece ensayística y además concuerda de maravilla con aquello que dice otro autor de caminatas, Edgardo Scott: "Los grandes ensayistas han sido muy excéntricos, no han sido académicos".
    En fin que en tu compañía siempre se pasa un rato instructivo y agradable, con infinitud de matices y, como en este caso, a veces se sabe lo que uno gana por lo que uno se pierde.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Muchas gracias, Pitt, por tu lectura y tu comentario. Efectivamente, no soy comunista -lo fui un tiempo no sin dejar de sentir una íntima repulsión hacia la historia del comunismo-, pero he hecho el camino de Santiago en todas las rutas posibles, el francés, el del Norte, el vasco del interior y el más bonito de todos, el Primitivo que va de Oviedo a Santiago por el interior de Asturias y Lugo. Aparte de un intelectual relamido y estragado soy un caminante vocacional. Caminar es un vicio, especialmente cuando se pasa de los cuarenta kilómetros que es cuando dejas de pensar. Soy una persona que piensa mucho pero siento que pensar es obviable, mediante la meditación, sea el yoga, el zen o el caminar. Caminar es una forma de meditar, especialmente cuando acabas extenuado. Estoy preparando un post que se titule "Detesto a los progresistas" pero no creo que me atreva a decir todo lo que pienso, en especial por la caída de Trump, contra el que he votado por ser yo muy sensible a las amenazas sobre el cambio climático y las advertencias de Greta Thunberg, una adolescente con problemas al fin y al cabo, pero que decía la verdad. Trump era muy divertido, entusiasmaba a los auditorios ridiculizando a los progresistas. Yo he votado con ellos contra él, pero lo lamento por la América profunda, igual que siento constantes vitales en la España profunda que no coinciden con la de los progresistas cisgénero. En fin, tienes razón, un buen caminante -no soy ensayista- no es demasiado académico y tiene algo de excéntrico de modo que suscita muchas antipatías y alguna simpatía. Me ha alegrado mucho tu visita. En tu blog procuro ser parco. Es tu territorio y no quiero ser invasivo.

      En cuanto a mi fe en mi garmin, es absoluta. He hecho muchas rutas correctas y me ha permitido recorrer buena parte de la Cataluña charnega orientado por él. Lo cierto es que a veces la sensación de peligro es excitante. Perdido en la torrentera, me sentí tan estremecido como excitado, no sexualmente, pero casi.

      Un fuerte abrazo, Pitt.

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    2. Leo los comentarios, siempre lo hago en los blogs interesantes como este, y alucino con las cosas que cuentas, jajajajajaja, siete u ocho veces el Camino..., bueno y las Caminatas..., y lo de que vienticuatro kilómetros es poco, jajajajajaja, eres tremendo. Y me pregunto cosas... ¿como se puede leer tanto, bueno, en tu caso releer tanto y caminar tanto? Eso y atender la casa, cocina, compra, lavadoras, plancha... ya sabes, como buen feminista e igualitario que es lo que debe ser; y dedicar ese tiempo tan necesario a la pareja y los hijos o nietos si los hubiere, y las relaciones sociales o atender a los padres; y estar atento a las manifestaciones animalistas... ver cine, teatro, museos, exposiciones, asistir a conferencias, congresos, inauguraciones, cenas, reuniones... leer la prensa, el blog, redes e internet en general... Y como verás, para ser generoso, he excluído el trabajo.
      En fin imagino que son cosas de la mística.
      Y lo de recomendar salir ahora con la pandemia porque "hay mucha menos gente", jajajajajaja, ha sido lo más, cuando están cerrando ciudades, provincias y autonomías. ¿Usted a qué viene? NO, nada, que pasaba por aquí, que salí de casa a caminar desde Lugo y mire, me he plantado en Santiago, jajajajajaja, nos tienes que contar más cosas, no digo solo de rutas, de más cosas de estas tan graciosas.

      Elías Canetti escribió que en las escasas ocasiones en que las peersonas logran liberarse de las cadenas que las atan suelen, inmediatamente después, quedar sujetas a otras nuevas.

      Fuerte el abrazo, profesor.

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    3. Apenas tengo vida social, tengo pocos amigos con los que quedar y menos con la pandemia. En cuanto a ir al teatro, conferencias y congresos, creo que más bien poco. Antes de la pandemia sí que iba al cine con frecuencia. Mis hijas ya dan poco mal, solo hay que poner la pasta para mantenerlas y pagarles los estudios, viajes y gasolina -una ha trabajado, pero la otra todavía no se ha estrenado a sus veintitrés años-. Vivo con cuatro mujeres: mi mujer, la suegra y mis dos hijas. No te digo más. En cuanto al caminar, los caminos de Santiago son a lo largo de más de veinticinco años. La primera vez lo hice en 1993 y la última, el vasco del interior o ruta de Bayona, hace cuatro o cinco. Sí que suelo hacer caminatas especialmente en primavera, pero esta primavera estábamos confinados, así que aprovecho este otoño para escaparme un día o dos a la semana. No altero nada en casa. No leo la prensa salvo la cultural. Hace dos años que no me entero de las noticias políticas. Mis padres murieron los dos. Leer sí que es una ocupación importante, suelo leer cuatro o cinco horas diarias. Antes me iba al bar a leer dos horas y media por las mañanas y otras tantas por la tarde. Volvía para hacer la comida y la cena. Me encanta cocinar y dicen que no lo hago mal del todo. Hay que llevar a la suegra al médico pero eso nos lo repartimos entre mis hijas y yo. Tiene montones de pruebas y visitas cada mes.

      En cuanto a lo de hacer el Camino, en instagram veo fotografías actuales de peregrinos que lo están haciendo, no sé cuántos pero haberlos haylos.

      Y ciertamente veinticuatro kilómetros son seis horas andando, de las siete de la mañana a las dos de la tarde parando para comerte un bocata. No lo veo problemático. El otro día anduve cuarenta que me costaron once horas y sí que llegué cansado, es cierto, pero me gusta, y al día siguiente estás como nuevo. Estoy habituado a sufrir caminando. Supongo que si alguien no lo está es comprensible que no lo entienda mucho.

      En fin, este es el panorama: suegra, lectura, caminatas, comida, pagar los gastos de mis hijas y atender amorosamente -cuando podemos y tenemos intimidad- a mi mujer jajajaja.

      Abrazo fuerte, Tristán.

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    4. Eres un auténtico campeón.

      ¡Bravo!

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  4. Cuídate, Joselu, los gps son de fiar sólo hasta cierto punto. Yo adoro caminar por el monte, y más ahora que llevamos la mascarilla, la soledad de la naturaleza que permite apearse del bozal es más apetecible que nunca.
    El fin de semana pasado, que fue espléndido en lo meteorológico, mi marido y yo nos fuimos de excursión y nos confundimos de ruta, teniendo que subir una pendiente que me supuso un esfuerzo que estoy pagando toda la semana. Cumplidos los cincuenta hay que tener cuidado y si no se tienen problemas de salud no se es consciente de que el cuerpo no responde de la misma manera.
    En todo caso, las crónicas de tus caminatas son muy interesantes y muy bien relatadas.
    Un abrazo.

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    1. He caminado por el monte acompañado, pero últimamente me toca hacerlo solo. Son dos modalidades distintas. Es más rica la soledad, aunque más peligrosa porque nadie puede soslayar que puedes torcerte un tobillo o tener cualquier percance, y en las soledades por que me muevo, puede ser nada tranquilizador. El gps es seguro pero depende de quién haya cargado la ruta. Puede haber desaprensivos que es lo que creo que pasó el otro día. En cuanto a la edad, yo sigo, pasados los sesenta, forzando mi resistencia lo que me produce un elevado bienestar anímico. El otro día hice una caminata de cuarenta kilómetros que conté aquí y acabe extenuado pero muy contento. A la mañana siguiente caminé veinticuatro kilómetros en estado de gracia. Caminar es una droga, de las mejores que hay. Lo siento así. El jueves quiero volver a la que hice el otro dia pero por otro recorrido más seguro. Cuando camino, pienso pero, llegado cierto punto, dejo de pensar y entro en estados próximos a lo místico, y eso me agrada. Me alegro de que te haya gustado la crónica; he querido cuidarla mucho para que fuera vivaz e interesante. Un abrazo, Ilona.

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  5. Qué relato tan intenso, hay que ver con lo bien que comenzó la ruta cómo se fue complicando. Lo bueno es que no te amilanaste y a pesar de todo saliste a flote, más o menos bien parado.
    Menuda experiencia, espero que las heridas en la cabeza sean menores y solo quede el recuerdo de una aventura extrema, de la que se puede aprender algo.
    El premio del cortado y la nube de coco en Sant Cugat es más que merecido, la enorme caminata fue un reto impresionante.

    Me gustaría hacer el camino de Santiago, vivo en Mieres del Camino, a pocos km. de Oviedo, y tu comentario sobre esa ruta enciende más ese deseo. Tal cual están las cosas me temo que no va a ser posible en una buena temporada, pero intentaré hacerlo, cuándo se pueda, e igual hasta podemos charlar sobre ello. Si no tienes nada escrito sobre el tema, sería una entrada interesantísima, aparte de ser de ayuda para los que nos planteamos hacer esa ruta.

    Un abrazo, que tengas una tarde feliz tras el merecido descanso.

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    1. Si vives cerca de Oviedo, tienes dos rutas magníficas: una más exigente pero preciosa que es el camino Primitivo que aborda los paisajes más bonitos de todos los caminos pero que tiene muchos ascensos y descensos, además de terrenos embarrados. Llegamos a Fontsagrada en Lugo en pleno principio de agosto y teníamos cinco o seis grados de temperatura. Es una experiencia muy excitante. El camino del norte va por la costa y es menos accidentado. También es bonito.

      No te creas, hay gente actualmente haciendo el camino con precaución en los albergues. No se ha parado la peregrinación. yo lo he hecho siete u ocho veces, pero querría hacerlo otra vez y esta temporada puede ser especialmente buena porque hay mucha menos gente.

      El descanso es cuestión de un par de horas. Veinticuatro kilómetros no es nada, quiero volver de nuevo el jueves. Caminar es hipnótico, cuanto más lo haces, más te gusta. Es como leer. Leer un poco es difícil, pero leer mucho es totalmente absorbente y devorador. Así caminar.

      Un abrazo, la crónica ha sido objeto de intensa elaboración, forma parte de mi diario.

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    2. Ha sido una buena crónica, muy detallada. Caminar por parajes naturales es apasionante, y si no hay imprevistos es un placer sin duda.

      En cuanto al camino de Santiago, de hacerlo escogería por la costa de mi bella región, no tanto para evitar ascensos y descensos, que es para tener en cuenta porque ni remotamente me acerco a lo que tu caminas, es que me encanta el mar, y ese buen trecho por la costa es un gran aliciente. Tal cual están las cosas, hasta la primavera o más bien verano, no me lo planteo, que tras años dejándolo correr no me va a entrar la prisa ahora, y supongo que el bicho estará más tranquilo, ojalá.
      Me ha gustado mucho el vídeo que has puesto, está muy bien, y si se presenta la oportunidad de hacer esa ruta, con pandemia y todo, no se puede desaprovechar la ocasión.

      Gracias por la información.

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  6. Buena experiencia. Que sirva de precaución futura.

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    1. Siempre me lo digo: tienes que aprender a no meterte en entuertos y fragosidades de la naturaleza. Lo intentaré pero cuando haces un camino nuevo, surge lo imprevisto. Tal vez tendría que haber vuelto atrás, hubiera sido lo más prudente.

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  7. Je, je, es sin duda un relato épico de una experiencia verdaderamente dramática. Cuando me lo contaste levemente por Whatsapp no hubo margen de imaginarmelo con tantos detalles. Pero estaba seguro de que tarde o temprano lo contarías por aquí.

    Yo hace años que sigo rutas de wikiloc, e incluso subo las mías propias como sabes, pero es cierto que uno no puede fiarse demasiado de ellas. Cuando sigues una ruta de esas tiene que haber un 70% de seguir la ruta pero yo creo que hay que dejar un resto a la toma de decisiones propias.

    Yo en ese sentido, como he pasado muchísimos años haciendo excursiones solitarias, tengo cierta intuición para ver cuando me estoy metiendo en un camino que me va a dar problemas y tiendo a retroceder.

    Independientemente de eso, el tipo de bosque mediterráneo que tenemos en nuestras caminatas es el peor posible para seguir caminos desconocidos.

    El bosque de pinos es frondoso y traicionero, y las zarzas lo invaden todo de forma salvaje. En alta montaña o en un hayedo no hubieras tenido tantos problemas.

    En fin, seguro que al final conseguirás completar tu caminata.

    En cuanto a lo Jabalíes, je, je, yo estoy contigo. A mi me siempre me parece negativa la acción del hombre y soy de los que, por no matar, soy incapaz de matar ni a una hormiga.

    Pero precisamente ayer viendo un programa de Planeta Azul explicaban cómo en determinados mares, los erizos de mar eran una verdadera plaga que acaban cargándose totalmente las vegetación marina destrozando, ya no solo la vegetación, sino también todos los animales que vivían en ella. A la práctica, donde estos erizos se imponían se creaban zonas enormes de verdaderos desiertos marinos. Y el problema, como siempre, radicaba en que el ser humano había llevado a casi la extinción las nutrias marinas que eran los depredadores principales de los erizos. Con el tiempo, por lo visto, la población de nutrias había crecido tras medidas proteccionistas y el fondo del mar se estaba recuperando.

    En todo esto la culpa, por supuesto, es del hombre.

    Con el caso de los jabalíes pasa lo mismo. No tienen ningún depredador natural. El hombre se ha cargado a los pocos que había y ahora campan a sus anchas por nuestros bosques y son un verdadero problema.

    Y ojo, no hablo de cosas que haya leído, ni que nadie me haya explicado, ni conozco a ningún cazador (actividad a la que tengo una antipatía total) que me haya convencido. El resultado de los efectos de los jabalíes los veo yo en persona casi cada fin de semana en mis queridos bosques.

    Zonas enormes arrasadas de forma antinatural, sobretodo tras los veranos más secos con escasez de comida.

    En fin, en ese sentido creo que algo se tiene que hacer para limitar su crecimiento descontrolado. En esta especie en concreto.

    Pero vaya, en cualquier otro caso la caza de cualquier otra especie me parece abominable.

    Mira un motivo ya definitivo en mi caso para ser republicano. Como se puede defender o querer tener un rey que se sabe que ha cazado un elefante que es una especie en peligro de extinción casi inminente.

    Solo por ese motivo, entre un millón de motivos más, a mi se me caería la cara de vergüenza de defender a ese señor y todo lo que representa.

    Un abrazo Joselu!!!

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    1. Tienes razón, fui imprudente y debía haberme vuelto atrás y no bajar por la torrentera aunque fuera lo que marcaba la ruta. Y pude hacerlo, luego, ya metido en ella, era complicado. Fue un error que pudo ser serio aunque luego todo salió más o menos bien y tengo unas sensaciones potentísimas que es lo que he intentado reflejar en el post que ha sido objeto de muchas correcciones para expresar exactamente lo que quería decir lo que no es fácil: escribir una crónica que mantenga el interés a pesar de ser larga. La he pulido mucho y tengo que hacerlo más. Fueron cuarenta minutos de una enorme intensidad.

      En cuanto a los jabalíes tienes razón. Supongo que serían los lobos los que se zamparían a los jabalíes y eso son palabras mayores y no creo que muchos estén por la labor de reintroducir los lobos en Collserola, así que tiene que haber batidas masivas algo a lo que he querido ponerle unas puntitas de humor, no sé si se ha notado, soy tan soso... El jueves quiero volver a Sant Cugat pero por una ruta segura. No me planteo lo de Sabadell porque veo que hay un montón de núcleo urbano y poca naturaleza. Ya lo veré más adelante, pero la caminata a Sant Cugat me gusta. La he hecho unas cuatro veces y atravieso los bosques otoñales algo que me encanta. Lo bueno es que, como tú sabes, cuanto más se transita la naturaleza, más atrae. Yo no soy un buen naturalista pero me gusta caminar, aunque a veces lo pase mal. En cuanto al Emérito, ¿qué decir? Los que vivimos la transición en primera línea y luego la reflexionamos, vemos que sin la figura de Juan Carlos, todo habría sido infinitamente más difícil. España se convirtió en un modelo para el mundo y estoy seguro de que Nelson Mandela se inspiró en España en parte para la transición en Sudáfrica. Yo viajé a Nueva York en 1981 y fui consciente de la admiración que suscitaba la transición española entre los norteamericanos. Pero entiendo que posteriormente se haga otra lectura muy diferente. Mis hijas no parecen monárquicas pero tampoco son republicanas, algo que creo que les pasa a muchas personas en este país.

      Un abrazo, José Antonio!!!!!

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    2. Conforme vayan saliendo más y más investigaciones (que una vez abierta la veda esto no va a parar y muchos van a hablar) se va a ver a que se ha dedicado desde el primer momento de su reinado nuestro queridísimo rey emérito. En fin, cada uno que opine lo que quiera.

      En cuanto a lo de llegar a Sabadell, efectivament no te aportaría nada. A partir de Sant Cugat el trayecto solo te serviría para quitarte el buen sabor de boca del camino ya realizado.

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    3. https://www.eldiario.es/politica/juan-carlos-i-kazajistan-caceria-cabras-salvajes-cinco-millones-maletines-rey-no_130_6402184.html

      Se ve que cabras también cazaba, y algo más, je, je, es un degoteo continuo de noticias de este tipo, cada día sale una nueva, se ha abierto la veda totalmente. Va a quedar absolutamente claro cuales las principales actividades de este señor.

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  8. Como mujer, las rutas en solitario no me van. Te la han jugado con la tecnología pero recuerda a la ciudadana asiática a la que un psicópata desvió el camino con trágico final.

    Tu relato estupendo,los colores del otoño me gustan.

    Adriana


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    1. Conozco grandes viajeras por todo el mundo en solitario.

      En cuanto al otoño, siento que es la estación el año que más me gusta. El otro día veía los madroños salvajes y me maravillaba, espero poder comer alguno el próximo jueves en que vuelvo a salir a atravesar la sierra de Collserola que es bellísima.

      Me alegro que te haya interesado el relato. Todo lo que cuento lo he vivido intensamente.

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  9. Toda una aventura trasladada al plano literario. Siempre te había percibido como un viajero seguro de dónde ponía el pie, pero nadie está libre de contratiempos. El viaje en la literatura tiene muchos significados y los tuyos suelen ser circulares. Vuelta al punto de partida, pero cargado de experiencia. Y menuda experiencia narrada para el deleite lector.

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    1. Viajero, peregrino, caminante, flâneur... todos son adjetivos que me gustan. La idea de homo viator pagana y latina es lo más exacto que se puede aplicar a nuestras vidas. Es una novela de aprendizaje en que se va desde el misticismo de la infancia hacia el descubrimiento del lenguaje, la introspección, el cuerpo, la madurez, y el otoño, y, luego, otra vez, el misticismo, o como pensaba Shakespeare, la nada. Sí, sin duda, la vida y el viaje tienen mucho de circular.

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  10. No practico ese tipo de caminatas, desde los lejanos tiempos de la mili. Y aunque quisiera hacerlo, mi recientemente quebranrada rodilla me lo impediría. Pero creo que me doy cuenta cuando alguien me explica bien las cosas; tal como lo has hecho, me parecía estar yo mismo bajando por esos intrincados barrancos con el cuerpo zaherido por esos pinchos que no entienden de gepeeses. Muy bueno. Muchas gracias, en espera de la próxima, que esperemos que no sea tan azarosa.

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    1. Mañana vuelvo pero por una ruta libre de barrancos. Quiero aprovechar el otoño y pasar la mañana en medio de los bosques y los prados. Hubiera querido ir a los bosques de hayas de la selva de Irati en Navarra para ver allí un otoño que tiene que ser esplendoroso, pero con los confinamientos me temo que no es buena idea. No obstante, atravesar la sierra de Collserola también tiene su encanto. Me alegro de que la narración te haya resultado visualmente intensa. Trabajar el lenguaje supone un proceso de modelado que, como tú sabes, es también una tarea preciosa. Mañana la travesía será tranquila. Sienta bien a mi mente salir y enfrentarme al día y a mi cuerpo.

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  11. Es una crónica muy vívida. Cuando uno ha pasado por algo en intenso estado de concentración eso luego se transmite en la escritura. Recuerdo varias descripciones de caza al hombre en Faulkner, muy parecidas entre si, probablemente a partir de una que vió de joven, y realmente te ponen in situ. También recuerdo de los diarios de vejez de Jünger -los dos primeros están bastante bien- que dice en un momento que es más difícil atravesar el monte bajo que el bosque, que parece mentira lo que llega a rendir. Puede que la ruta fuese del año anterior. En ese tiempo puede haberse puesto la vegetación imposible. Yo este verano intenté ir del que fue el pueblo de mi madre a otro que estaba a un par de kilómetros por el antiguo camino e igual, de espinos hasta arriba, y tuve que dar la vuelta, me fue imposible. Un saludo, Joselu.

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    1. No, aquello no era un camino, era el lecho de un torrente muy estrecho que se despeñaba con fuerte pendiente. Debí haber vuelto atrás porque no era verosímil que bajara por allí, pero me dejé encandilar por las indicaciones del gps y me equivoqué.

      Sin duda, Javi, fueron unos ¿veinte? minutos intensísimos y que guardé en mi recuerdo con viveza. Hoy he vuelto a ir a Sant Cugat por otro camino, siguiendo el bosque precioso de Collserola y no me he encontrado con nada semejante. El descenso tuvo algo de místico por la extrema concentración en el presente. Luego lo recree con numerosas modificaciones y transformaciones para lograr plasmar lo que había vivido exactamente. Saludos, Javi.

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