Hace unos días que he descubierto TED, una serie de conferencias extraordinarias en el ámbito
norteamericano que llevan por subítulo Ideas
worth spreading. Hay bastantes dedicadas a educación que voy rastreando y
eligiendo entre las más interesantes. Hay varias que me han hecho vibrar por la
fuerza de las conferenciantes. Una de ellas es la de Rita Pierson: Every kid needs a champion que recomiendo vivamente. Son siete minutos inolvidables. Otra
es de Angela Lee Duckworth sobre la Clave del éxito en la vida, en los estudios, en la realidad. Dejo enlace a la conferencia aquí. Lo que viene a decir Angela Lee es que ha impartido clases
en diversos niveles y que ha estudiado a los alumnos desde la infancia, la
primaria, la secundaria hasta llegar a la universidad y se ha preguntado cuál
es la clave del éxito en los estudios o la vida. Luego hablaré de ello.
Antes quiero contar mi experiencia de un día cualquiera como
profesor y como tutor. Hoy he tenido dos visiones contrapuestas. Una entrevista
con unos padres que venían enormemente preocupados por su hijo que suspendía
muchas materias y obtenía uno de los peores resultados de la clase. Ellos
hacían todo por él dentro de su modestia. Ambos eran titulados universitarios e
inmigrantes. El hijo es un buen chaval. Le hemos hecho venir y le hemos
preguntado por qué esos resultados que para mí eran claramente resultado de su
falta absoluta de trabajo. Se lo he hecho saber. El muchacho ha caído en un
mutismo casi absoluto. No ha reaccionado. No sé cómo vivía la escena pero podía
ser muy intensa al ser interrogado por tres adultos por su rendimiento. La
pasividad era total, parecía resignación, apatía, abulia, desistimiento. No
hemos podido sacarle de allí. Se pasa las tardes perdiendo el tiempo y sin
hacer nada de provecho. Tiene todo el tiempo del mundo pero no lo aprovecha.
Los padres, que han tenido que luchar mucho para sobrevivir, se preguntaban qué
habían hecho mal. Y se han ido desolados, casi al borde del llanto. El muchacho
es normal, no se pueden achacar sus resultados a su limitación intelectual.
El otro caso es el de un muchacho que saca excelentes notas,
que no se rinde jamás, que lucha y lucha por su destino, que se interesa por
las cosas, que busca conversación con el profesor, que acepta los retos y se
enfrenta a los desafíos con entusiasmo. Me ha manifestado a sus doce años cuál
es su vocación de futuro. Hemos estado conversando y le he manifestado mi
convencimiento de que lo conseguirá por más difícil que sea su realidad. Me ha
preguntado si me gustaba enseñar. Yo le he dicho que a veces sí y a veces no. Hay momentos desagradables y duros
que uno quisiera poder evitar, pero en otros momentos la pasión me devora.
¿Qué diferencia hay entre un chaval y otro? ¿Su
inteligencia? No. No sé cuál es más inteligente. No lo puedo distinguir porque
el patrón de comparación es incierto y uno no revela su real potencial. El otro
sí. No depende tampoco de sus circunstancias vitales y familiares. El muchacho
pasivo tenía una familia integrada que le daba todo lo que en sus posibilidades
podía. Eran universitarios. El muchacho que tiene tan clara su vocación puede
tener unas circunstancias infinitamente más difíciles. Pero se enfrentan a la
vida de modo diferente, notoriamente diferente.
Angela Lee Duckworth
viene a decir que tras largos años de investigación y observación de miles de
alumnos de todos los niveles lo que explica el éxito o fracaso en la vida o en
la profesión es un factor llamado determinación
que es algo así como la convicción de alguien para alcanzar un objetivo y la
puesta en funcionamiento de todos los resortes emocionales, intelectuales y
humanos para conseguirlo. Eso sería la determinación.
No sé de dónde proviene esa claridad de ideas pero algunos alumnos la tienen y
otros no. Unos parecen resignados al fracaso y se rinden sin plantear batalla.
Parecen nacer derrotados, como si la vida no fuera con ellos. Muchos días me
paso la hora del examen animando a alumnos para que no tiren la toalla ante el
convencimiento de que da todo igual porque van a suspender. Esta desoladora
idea tiene efectos devastadores porque lleva a la impotencia y a la inacción.
Mis pruebas son desafíos en las que tienen que poner en juego todo su
potencial. Para mi sorpresa muchos se rinden en un no lo entiendo y no pasan de
allí. Se resignan por mucho que el profesor les de claves para entender y les
facilite el proceso. Es como si todo fuera igual. ¿Qué pasa por su cabeza? ¿Es
una renuncia al esfuerzo real que conllevaría creer en ellos mismos? ¿Es
pasividad? ¿Es falta de determinación,
es decir, intuir que esa pieza que están poniendo ese día conduce de alguna
manera al futuro? ¿Es un no future
por desistimiento o pesimismo? ¿Es comodidad, apoltronamiento, galbana
adolescente que algún día se les pasará?
Todo esto me asombra. Abunda poderosamente el joven que se
entrega, que desiste, que no ve conexión entre el día a día con su destino. Y
no es un asunto de inteligencia ni de circunstancias vitales difíciles o no, no
depende de la prosperidad ni de la pobreza, ni del ambiente, ni creo que tampoco
de su estancia en el claustro materno. Para mí es un misterio lo que lleva a
algunos seres a tener determinación y
a otros no. Y eso se observa desde muy temprana edad. He conocido a muchachos
enormemente limitados que han concluido la ESO con enorme esfuerzo, que han
hecho dos ciclos formativos y que ahora están trabajando a pesar de la crisis
aunque no sea de lo que hayan estudiado. Me admiro de su situación cuando
recuerdo sus terribles dificultades intelectuales que les llevaba a memorizar
sin entender, pero su esfuerzo era titánico. Su contexto familiar no podía ser
más humilde, pero están saliendo adelante.
Eso es la determinación.
Se nace con o sin determinación? ¿Tendrá más determinación una persona optimista que una pesimista? Dependerá la determinación de la fuerza de voluntad? No encuentro respuesta.
ResponderEliminarIgnoro igual que tú las claves de ello, pero no deja de ser un aspecto muy interesante a considerar. El profesor busca alentar a sus alumnos para estimular esta -vamos a llamarla así- cualidad aunque no es fácil encontrar mecanismos para ello. Cada muchacho responde a motivaciones distintas. Lo que puede funcionar con uno, con otro es inútil. Ser profesor en buena medida es dar palos de ciego. A veces se acierta y muchas veces se yerra. Saludos.
EliminarClaro que soy yo... la Lola de siempre.
EliminarSe pensaba que rebajando el nivel se evitaría la frustración y que los chavales al no percibir los retos como inalcanzables no perderían la curiosidad y la determinación. Teníamos la culpa de todo, pero creo que ya hace tiempo que está claro que esto no funciona así. La ESO no puede dar más facilidades y aún así siguen habiendo los que tiran la toalla, los que no quieren hacer nada, los que te vacilan aunque les estés haciendo el favor de regalar (disimuladamente) la asignatura, y los que molestan todo lo que pueden. El trabajo intelectual no es para todos. La sociedad necesita guarderías para adolescentes. Nos pagan para que aguantemos lo que podamos. La determinación es importante, pero nosotros no podemos hacer nada más que poner las metas y dar la nota que se merece a cada uno. La determinación se educa en casa, cada día, desde que son pequeños. Los profesores podemos hacer bien poco, aunque, por supuesto, no por ello debemos desistir de intentarlo.
ResponderEliminarMe quedo con lo último que has escrito, que no debemos desistir de intentarlo. Saludos.
EliminarEn uno de los meandros de mi diletantismo lector choqué con un autor, Émile Coué, que se inventó una terapia consistente en una suerte de autosugestión muy fácil de llevar a cabo: uno se ha de repetir cada día que está, cada día que pasa, mejor. Eso, mañana, tarde y noche. Como un mantra en el que sustituimos OM por ese autoconvenimiento. En el extremo no sé si opuesto, tenemos el caso de Pablo Iglesias, un sindicalista luchador, quien tenía una frase coueiana que, en efecto, se repetía vada día: "Hoy puede ser un gran día, duro con él". En el fondo de ambas posturas hay una especie de idealismo energético cuyo máximo exponente fue D.Qjuijote. Nuestros adolescentes actuales son demasiado materialistas y nihilistas, de ahí el choque. Por otro lado, a la determinación siempre le hemos llamado "voluntad", y "tener fuerza de voluntad" o ser "voluntarioso" han sido siempre considerados aspectos positivos de la persona. Es curioso cómo se pretende hacer pasar por algo novedoso el abecé de la constitución de la personalidad, en la que, si falla esa "fuerza de voluntad", casi todo se viene abajo. Recuérdese, finalmente, que la voluntad, con la memoria y el entendimiento son las tres "potencias del alma", esto es, el fundamento sólido de una vida humana.
ResponderEliminarEl trabajo de todo profesor es estimular mecanismos que refuercen esa disponibilidad de fuerza personal tan acechada por la baja consideración de uno mismo. Nadie sabe muy bien qué hay detrás de la personalidad pero en un buen número de casos subyace esa falta de fe en sí mismo en cuanto las metas y los objetivos ofrecen alguna dificultad. Parece que es más fácil rendirse y darse por vencido sin algo parecido al combate y la creación de as estrategias que deberían llevar a sobrepasar los altozanos del conocimiento todavía tan minúsculos.
EliminarLa frase de "Hoy puede ser un gran día, duro con él" pensaba que era creada por Serrat en su canción. Por lo que dices era original de Pablo Iglesias. Nunca te acostarás sin saber una cosa más.
Saludos.
Hace años que soy seguidora de Ted Talks, y hay charlas apasionantes sobre el tema de educación, así como también sobre una infinidad de otros temas que pueden ser bien explotados en clase.
ResponderEliminarLa palabra "grit" siempre me ha gustado. No es de fácil traducción. Alude a cierta pasión por el esfuerzo y la dedicación sostenida y a largo plazo. No es algo común en esta generación de alumnos, desconozco también los motivos por los cuales algunos la poseen y otros no. Supongo que además de ser una característica probablemente innata, proliferan los modelos que han llegado a la cima de lo que entendemos por "éxito" sin demasiado esfuerzo, Pero es tan sólo una hipótesis.
Un fuerte abrazo.
Fer
Gracias por la precisión que ayuda a interpretar ese "grit" que me desconcertaba.
EliminarHay muchos muchachos a los que doy clase que no se interrogan por el futuro, lo que por otra parte puede parecer normal. Sin embargo, son conscientes de las situaciones de terrible precariedad en su casa. Yo pretendo estimularles hablándoles de que nadie les regalará nada, que habrán de conseguirlo con su esfuerzo, pero me doy cuenta de que este discurso no sirve para este momento. Su mente está en otras cosas, su centro es otro. No piensan muchos en el futuro. Quieren aprobar, claro, y eso los estimula pero sin poner demasiada carne en el asador y sobre todo sin pensar demasiado. Lo terrible del sistema educativo es que permite la promoción sin límite sin que sea necesario en ningún momento el ejercicio de pensar. No hay hábitos ni necesidad. De ahí los conflictos posibles cuando un profesor los enfrenta a ese ejercicio o a la necesidad de la imaginación. No tengo certezas, solo hipótesis que voy contrastando continuamente con la realidad.
Un abrazo.
Pues para mí también constituye un misterio esa determinación (o falta de ella) que presentan algunos alumnos. Por lo general no abundan los alumnos con determinación, más bien al contrario. Pero cuando te encuentras con alguien (normalmente he encontrado más chicas que chicos, no sé bien por qué) que posee determinación, las puertas de la docencia se abren y todo es fácil y hasta armonioso. Pero la realidad, querido Joselu, como decía es todo lo contrario. No hay determinación generalizada y entonces se llega a una estúpida y antinatural situación: pretender enseñar algo a alguien que no quiere aprenderlo. Esto es una tarea imposible. Entre objetivos imposibles nos movemos, pues.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Sí, Miguel, lo has expresado bien. La situación generalizada que uno puede encontrar es que cuando el profesor explica algo, el noventa por ciento de la clase está desconectada. Les puede estar diciendo en qué va a consistir el examen que van a tener, pero es igual. Nuestra voz surte efectos de adormidera. Lo tengo contrastado. Por eso procuro explicar poco y enfrentarlos a problemas o ejercicios. Eso parece más eficaz. Mientras hacen un ejercicio han de poner en marcha algunas potencias intelectuales en marcha, aunque en seguida muchos encuentran el sistema de no tenerlo que hacer sea por el ejercicio de la copia de otros o de las facilidades del sistema para ser replicado. El problema surge cundo esto no es posible y eso supone la huelga de brazos caídos. Todo menos pensar. Esa es la realidad con que me encuentro. Para encontrar a un alumno al que le guste pensar te las ves y te las deseas. Así pues, tienes toda la razón del mundo.
EliminarUn fuerte abrazo.
Conozco desde hace bastante tiempo la web de TED y he aprendido mucho con ello.
ResponderEliminarMe alegro mucho de haber renunciado a la vida docente ya me me ha eximido de ser juez y colocar a mis semejantes, jóvenes semejantes, en uno u otro lado de la balanza.
Ya sé que hay muchos profesores que intentan ir por otros territorios, en cambio muchos prefieren los juicios precipitados, las etiquetas y atribuir cierta actitud vital que ellos tildan de negativa a a vicios como la holgazanería y la pereza sin plantearse otras razones.
El descreimiento por poner un caso, no debe ser una verdad aceptable en la adolescencia.
¿Cómo un chico de 15 años va a dejar de creer en lo que hace, perdon en lo que tiene que hacer?
Eso es propio de adultos cultivados y conscientes que tienen capacidad de razonar y discernir. Esos que viven en el puro escepticismo personal frente a determinadas formas de pensar pero que a lo mejor en su calidad de profesores no le dan la misma potestad a sus alumnos.
Un abrazo cordial
Gracias por tu visita y tus palabras. Iré a ver tu sitio.
ResponderEliminarDice el chotis:
ResponderEliminar"Lo que antes te tardabas, de La Bombi
al centro de Madrid en un simón,
te lleva a Nueva York un aeroplano
y ¿qué haces tan temprano en Nueva York?"
Maratón hacia dónde, carrera para qué.
Es hermoso aprender en sí; uno de los atractivos de los juegos virtuales es que exigen desarrollar hablilidades, y aburren cuando ya se han conseguido. Pero si se piensa en el objetivo final del juego aburren desde el principio, porque el objetivo es banal.
Quien se limite a contemplar las matemáticas en su propio ámbito disciplinar, encontrará un gran atractivo en ellas. Pero quien dirija la vista hasta el final del juego, y se vea a sí mismo convertido en un engranaje más de esta inmensa máquina de alienar en la que vivimos, tendrá más difícil ilusionarse. Tal vez el niño mudo, sin saberlo apenas, dejó a los tres por imposibles, a los padres y al educador. Educador al que aprecio y admiro desde hace ya mucho. Por eso tomo la voz del niño: ¿Y qué haces tan temprano en Nueva York?
Un abrazo, Joselu.
¿Maratón hacia dónde? ¿Carrera? Supongo que no tendrá ninguna importancia que los padres de este muchacho sean inmigrantes que se están dejando la piel a tiras para sacar a su hijo adelante, y que en poco tiempo ese muchacho tendrá que tomar su propia vida en sus manos. Viva la inacción, no hay carreras, no hay destino, no hay nada. Pues a seguir así. Yo no tengo la capacidad de cambiar lo que no se puede cambiar. Solo constato e intento reflexionar sobre lo que vivo. Y lo que vi no lo encuentro estimulante en ningún sentido. Puede que nos dejara por imposibles y que sus padres tengan que seguir luchando para que él no haga nada. Es muy literario, pero este muchacho no es El graduado con música de Simon y Garkunkel. En fin, es su vida, pero lo cierto es que empatizo más con los padres y soy consciente de lo que llegan a pensar años después y son conscientes del tiempo que perdieron sin hacer nada los muchachos que desisten, pero luego es posible que sea ya demasiado tarde. El horno no está para bollos y románticas historias de muchachos sin ningún futuro por su literaria inacción. Pero como digo, yo no puedo llegar más allá.
EliminarUn abrazo.
Querido Joselu, nadie te pide "que cambies lo que no se puede cambiar" ni pretendo yo irritarte. Simplemente lo dices tú mismo: "inmigrantes que se están dejando la piel a tiras". Tal vez el niño no considere envidiable el destino de sus padres y no le atraiga esforzarse por repetirlo. Tú lo has dicho también: son universitarios. Supongo que han tenido que abandonar su país, su casa, sus amigos, su familia, su barrio.
EliminarLo que opino es que la pasividad ante las reglas no es una cuestión genética ni fruto de la "holgazanería", sino que responde a una imagen del mundo que uno se hace y al atractivo que uno siente por ocupar cierto lugar. Nada más.
Lo siento, pero los videos me recuerdan a esas películas en las que aparece una convención de vendedores de objetos inútiles donde se vitorea al que más ventas ha conseguido. No se propicia la emulación, sino la competición y la competición entre seres humanos (hasta la que llaman "deportiva" y entrecomillo porque de deportiva no tiene nada) me repugna.
Muchos docentes nos interrogamos sobre el desastre que estamos viviendo en muchos sentidos en las aulas. Las causas son tan complejas que no podría enumerarlas. No lo sé. Lo que sé es que la educación nos ocupa buena parte de nuestra vida, de nuestro tiempo libre, y que buscamos inspiración en otros colegas que tienen alguna idea sea de donde sean. Yo no hago sino rastrear la red para buscar ideas, nuevos planteamientos porque los que tenemos no nos sirven. No te puedes dar idea de las contradicciones a que está sometido un docente, especialmente si no está satisfecho de su trabajo, y yo no lo estoy. Supongo que habrá quienes lo estén. Yo conozco a muchos que no lo están y que buscan y buscan dando muchas veces palos de ciego porque cuando entras en un aula, experiencia de la que careces, todo parece dislocarse. Las cosas en entornos complicados como los que estoy yo con una tremenda pobreza entre nuestros alumnos, nos somete a difíciles elecciones. ¿Qué es lo importante? ¿Cómo enseñar? Y yo no lo sé. Solo sé que estos muchachos de doce años ocupan en mi mente la mayor parte del tiempo, dentro y fuera del aula. El estilo americano es el que es, pero el contenido de muchas conferencias como la primera que he enlazado es maravilloso. No te puedes hacer ni idea de lo que significa lo que dice Rita Pierson. Tal vez no puedas comprenderlo, como yo no podré comprender un problema de cálculo de estructuras. Ese vídeo de Rita Pierson es tremendo, emocionante, brillante. Pero imagino que no lo puedes entender porque tienes prejuicios sobre el tono con que hablan los americanos. Ojalá lo pudiéramos ver en una sesión pedagógica unos cuantos profesores y luego comentarlo.
EliminarUn abrazo.
¡Gracias, Joselu, me ha encantado tu respuesta! (No esperaba menos ;)
EliminarLa determinación de algunos de mis alumnos también me asombra a mí. En un contexto de desidia total, con alumnos inteligentes vagueando como forma de vida y muchos chavales con dificultades que lo intentan pero enseguida desisten, me quedo perplejo viendo la reacción de esos alumnos que, contra viento y marea, con dificultades familiares, con problemas económicos en casa, con problemas de base y de aprendizaje, luchan y luchan con una DETERMINACIÓN QUE A MÍ ME ALUCINA, y ante la que me quito el sombrero. Recuerdo ahora mismo dos alumnas, una del año pasado y otra de este. La primera está hoy en diversificación, la segunda es probable que termine el próximo año también allí. Como resisten, no ceden, no les vence la adversidad, la primera lo lleva mejor, la segunda está algo amargada pero en ningún caso se rinde. Las admiro.
ResponderEliminarEsa determinación también la tuve yo. En mi caso no existían problemas derivados de problemas de base y aprendizaje, yo era un chaval normal, aunque no especialmente inteligente ni con un memorión, eso sí, trabajaba como un bestia. En mi casa no sobraba, mi familia era humilde y mi padre trabajaba mucho por poco, siempre me recordó que tenía que corresponder estudiando, que tenía que adquirir esa cultura que a él le negaron para poder mirar a los poderosos sin complejos. Yo trabajé para corresponder al esfuerzo de mi padre y madre y lo hice con determinación. Quizás demasiada. Hoy me siento agotado desde el punto de vista intelectual, veo a mis compañeros hacer cursos, estudiar idiomas o hacer otras carreras. Yo, cuando logré las oposiciones, caí en redondo, agotado, tras dos décadas de determinación en la búsqueda de mi sueño: enseñar historia. Desde pequeño quería ser profesor, me gustaba enseñar, quería que mi padre casi analfabeto estuviera orgulloso y quería enseñar a mis alumnos la historia de la infamia, la historia de los humildes, de los explotados, de los machacados. Cuando enseño siempre tengo en la memoria a mi padre. Perdona, se me ha ido la olla, aunque creo que tiene algo que ver con el tema, ¿no?. La determinación puede tener muchas causas. Saludos
Me ha gustado e interesado tu aportación que revela tu temple y carácter así como la influencia decisiva de tu padre en su formación. Me gustaría saber si tus alumnos reciben tu interpretación de esa "lucha de clases" que impregnan tus clases. Mucho me temo que esa óptica se ha ido diluyendo en una cierta evanescencia del concepto de clase. Mis alumnos son ciertamente un sector muy desfavorecido, muchos están en el umbral de la pobreza, pero no observo que tengan conciencia de discriminación o de explotación. Yo desde luego no la expreso. Mi materia no da para ello, pero actúo desde otra óptica que es ser un profesor comprometido y actuar con honestidad con ellos dándoles lo mejor y más avanzado (o lo que creo que es). En todo caso intento hacerlo bien, teniendo una conciencia muy crítica de que sé que podría hacerlo mucho mejor si mis características personales fueran otras. No me rindo. Cada clase es un desafío, cada alumno es importante. Supongo que eso también es muestra de mi determinación que emerge ahora que mi equilibrio anímico me lo permite. Ya hemos hablado otras veces de ello. Esa determinación es un misterio. Mis hijas la tienen en grado superlativo, y me gusta. No es, como has dicho, una cuestión de inteligencia. Los más inteligentes en mi carrera docente no han sido precisamente los que más éxito han tenido profesionalmente o en la vida. El baremo escolar no sirve para determinar qué será alguien en la vida. En mi experiencia no lo ha sido. Pero esa determinación tiene que tener su importancia especialmente para los pobres. Porque un pobre sin determinación -lo pienso cuando veo a muchos perder el tiempo- lo tiene realmente mal.
EliminarSaludos.
Como tantas otras cosas, desconozco cómo se tiene determinación o no se tiene. Lo que si creo es que, efectivamente es el factor decisivo. Gente del montón, con determinación triunfan académicamente y otros, brillantes caen en el nihilismo.
ResponderEliminarEl otro día leyendo un libro muy recomendable (Adicción al pensamiento, está agotado pero se pueden ver algunos puntos en http://pedrojara.es/blog/2012/12/01/coleccion-de-citas-extractadas-del-libro-adiccion-al-pensamiento-pedro-jara-vera/) venía a decir que la fuerza de voluntad se considera una virtud y no lo era tanto. Para conseguir un fin deseable, hay casi siempre que pasar por cosas nada deseables y es ahí donde interviene la fuerza de voluntad, que vence el cortoplacismo. Más que echarle "narices" propugnaba la educación en ver el camino no apetecible hasta el fin deseable de otra forma. Intentar encontrarle la gracia a lo que no nos apetece, para conseguir una motivación a realizarlo, porque debajo de ese aspecto nada apetecible se pueden esconder tesoros que hay que buscar y que hacen el camino también apetecible y enriquecedor.
No se nos ha enseñado ni creo que se enseñe, este punto de vista, pero estoy convencido de su eficacia frente al típico de "echarle narices"
Personalmente lo he empezado a poner en práctica y los resultados son realmente interesantes, no sólo porque se descubran valores ocultos en lo desagradable, que hacen que caminemos con más frescura, al sumar fuerzas en vez de oponerlas, sino también porque esa parte árida del camino, el momento presente, se vive desde una perspectiva e intensidad muy enriquecedeora, tanto a nivel de experiencia vital como de mayor facilidad para alcanzar la meta que nos hemos propuesto. Algo en la línea que proponía el Dr. Coué de utilizar la imaginación mejor que la fuerza de voluntad.
Un cordial saludo
j
Recuerdo de mis tiempos de estudiante de bachillerato una frase que me llegó profundamente y que viene a decir exactamente lo que tu aportas. La leí en una revista juvenil cristiana. La recuerdo perfectamente: Si no te gusta lo que te toca, aprende a que te guste. Es otra perspectiva ciertamente. La cultura hedonista que prolifera viene a decir que solo lo placentero es estimable, que debemos vivir para el placer cuanto más fácil mejor. Esta creencia impregna nuestra época. Afortunadamente sabemos que hay prácticas que ayudan a formar una perspectiva diferente. Por ejemplo el deporte. En él se expresa que el esfuerzo a veces duro o muy duro tiene recompensa, que no todo se recoge en el primer intento, que hacer algo alguna vez bien cuesta mucho. Toda disciplina lleva un tremendo esfuerzo y desgaste.
EliminarDetrás de cosas de entrada desagradables hay un tesoro como dices tú. Recuerdo que cuando hacía COU tenía una asignatura que era Lógica matemática. Yo temía las matemáticas aunque había hecho bachillerato de ciencias. Esquivé aquella materia hasta el segundo trimestre cuando vi que era ya inevitable enfrentarme a ella. Me metí a fondo, muy a fondo, y para mi sorpresa fue una revelación que todavía me acompaña. Todo lo que ha venido en el mundo de la lógica informática lo aprendí allí. Creo que es una materia que deberían estudiar troncalmente todos los alumnos fueran de letras o de ciencias. Yo la temía pero me terminó pareciendo fascinante.
Un cordial saludo.
Querido Joselu, si los profesionales del ramo no encontrais las respuestas, ¡no veas como andamos los profanos! ¿Determinación? ¿interés ganas?...Uff. Ni Yo sobre mi mismo me aclaro.
ResponderEliminarEn cierta manera es un problema humano general que es el de la voluntad para conseguir un objetivo. Esto lo vemos claramente en la escuela donde reina un ambiente reticente al esfuerzo. Es como si la escuela no consiguiera hacerse interesante por más que haya intentado reintentarse una y otra vez. La escuela sigue siendo un lugar de opresión para la mayoría de los muchachos que a ella asisten. Esto no ha cambiado. El ansia de conocimiento existe pero de manera menos que minoritaria. Algo hacemos mal seguro.
EliminarHola a todos disfruto siempre leyendo a joselu y vuestras aportaciones.
ResponderEliminarMe fascina encontrarme con personas que tienen inquietud y curiosidad por el mundo, es tan fascinante la vida!
Como puede ser que un muchacho o un niño pierda en la escuela esa naturaleza curiosa y apasionada por el saber, por el conocimiento.Algo innato en ellos. Que se aburra, que nada le interese, que se niegue a razonar.
Algo mal debe funcionar en estas instituciones educativas o en la misma sociedad cuando el pensamiento, la libertad, el amor a la sabiduría, no encuentran su lugar en los niños que se arrastran entre desidia y el aburrimiento.
Aquí se habla de la determinación, yo me pregunto, ¿determinación hacia que?, hay muchas razones que pueden llevar a alguien a tenerla. Yo admiro a personas que tiene esta determinación por conseguir un mundo más humano, más bello y hermoso de lo que es por si. Aquellos que luchan por liberarse a si mismo y a su grupo de la opresiones más diversas que lo hacen con fuerza, incluso poniendo en riesgo su vida.
O a todos los que han perdido la ganas de vivir y encuentra al fin la esperanza.
Y sin duda la más provechosa sea tenerla por mejorar como personas.
Un saludo.
Te había dejado un largo comentario que me ha desaparecido, y ahora no tengo el ímpetu necesario para reescribirlo por la frustración que siento. En todo caso, ser consciente de que nuestras enseñanzas no logran muchas veces seducirlos y que por ello es necesario buscar alternativas. Por otro lado, constatar que la búsqueda de un mundo más hermoso, más humano, más bello, no es lo que se percibe en las aulas en donde reina en general el individualismo más extremo, supongo que porque es el que reina en la sociedad. Un saludo.
EliminarEstoy convencido de que hay un botón interior que cada uno debe pulsar por sí mismo y que a veces solo se encuentra en situaciones límite, por mucho que los que están alrededor se esfuercen en señalarlo.
ResponderEliminarPuede ser.
EliminarCuando escucho a estos gurús culturales tengo una sensación ambivalente. Por un lado, su discurso me parece nítido, lógico, casi perfecto. Pero al repensarlo, al masticarlo la impresión deviene en sospecha. Su recurso persistente a conceptos como éxito, su insistencia en maximización de capacidades, me parece muy inquietante, pese al adorno psicologicista que lo envuelve y legitima.
ResponderEliminarRespecto a lo que apuntas en tu texto, es inevitable pensar que las tesis de esta gurú conducen a cierto determinismo. Falso por otro lado.
Con facilidad, como docentes, podemos asociar la potencial competencia de un alumno con su disposición a hacer lo que esperamos de ellos. No vemos que el alumno pueda ya estar desarrollándose en muchos otros aspectos, ajenos a la escuela, o que lo haga cuando la abandone. La escuela no es el centro neurálgico de las posibilidades vitales del alumnado. Es un error contemplar todo bajo el prisma de nuestra labor. Hay vida y futuro fuera de la escuela. O por lo menos es potencialmente esperable. Ese botón que activa el interés, las ganas de aprender, de indagar en algo nuevo, no es patrimonio de la escuela, pese a que sea ese uno de nuestros mayores propósitos.
Los docentes -por lo menos desde mi experiencia- tendemos, especialmente en las juntas de evaluación, a ligar el futuro de un alumno a nuestros parámetros curriculares, sin tener en cuenta otros factores, ajenos a nuestra instrucción. Categóricamente, sentenciamos a muerte o liberamos por ciencia infusa. ¡Este es un vago! ¡De este otro no podemos conseguir nada! ¡Es carne de cañón! ¡Solo hay que ver cómo habla, viste o se mueve! ¡A ver si la novia lo espabila! Retórica común entre nuestra profesión, a menuda teñida de escepticismo y tendente a sentenciar bajo cátedra el futuro de tal o cual alumno.
Hay que confiar, entender que la adolescencia es un tránsito complejo, que a menudo se resuelve años después, ya al calor de la prudencia que da la edad. Aunque esperamos que no lleve mientras tanto a tomar decisiones que cierren puertas. Poco podemos influir en una mutación sustancial del interés, a lo sumo ser ejemplos de ilusión, tesón, ganas y amor por el conocimiento. El resto debe construirlo él solo el alumno, alentado por otras fuentes ajenas a la escuela. Siempre cruzando los dedos.
(P.D.: Joselu, he cambiado la url del blog: http://rbesonias.wordpress.com y hemos reactivado "La estanquera de Amarcord", sobre cine: http://laestanqueradeamarcord.wordpress.com)
Tu punto de vista sobre la filosofía del éxito que expresa la intervención de la enseñante arriba reseñada responde ciertamente a una forma americana de concebir la realidad que la divide en winners y losers. Cuando escribí esto me esperaba alguna intervención en este sentido, pero ha sido al final cuando ha llegado con tus palabras.
EliminarEs verdad que la vida no acaba en la escuela y también es verdad que alumnos brillantes en la escuela luego no tienen una vida profesional tan brillante, y por contra, alumnos que fracasan en la escuela terminan teniendo oportunidades laborales que no hubiéramos sospechado. Con alguna frecuencia me voy encontrando a licenciados en paro, a periodistas intentándose reconvertir en enseñantes por la nula salida en esta carrera y también a muchachos que no sacaron la ESO que están bien colocados y algunos terminan siendo millonarios, como he tenido ocasión de saber. He tenido alumnos que no aprobaron un solo examen conmigo y que terminaron llegando al mundo de la fama y las oportunidades enconómicas inimaginables que esto supone. ¿Para qué sirve la escuela, pues, si no es un medio cierto de promoción social y profesional, si no orienta acerca del futuro real de nuestros alumnos? Buena pregunta, para la que no tengo respuesta. Lo que valoramos es relativo. Luego existen otras cosas: la habilidad personal, el don de gentes, el aventurerismo, las amistades *** (ellos los saben), la suerte, la pareja que te toque… Todos estos factores pueden servir como elementos de superación personal.
En todo caso, la escuela sigue con sus parámetros intentando comprender el mundo y dándose cuenta de que no lo comprende en absoluto. Lo que es mérito para nosotros puede que no lo sea en la vida. Puede que esa alumna maravillosa marroquí que se deja la piel intentando aprender, a los dieciséis años sea casada y haya de abandonar totalmente sus posibilidades de promoción. Sucede. Y ese alumno vago y desmotivado un día encuentra por suerte su camino y se reorienta y termina llegando a un ciclo de grado superior o tal vez a la universidad (mi sobrino, ejemplo de fracaso absoluto en la ESO).
¿Qué hacer? ¿Qué pensar? ¿Damos demasiada importancia a la educación? ¿La tiene realmente?
Saludos.