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lunes, 22 de abril de 2019

Un dia de primavera


Una franja frágil bajo el cielo, el mar, plomizo, verde, turbio… Grandes olas, rompientes, llegan a este pueblo, que fue marinero, en una sinfonía monótona y gris. El paseo Marítimo, multitudes que desfilan hacia aquí o hacia allá, en un día de semana santa borrascosa como si fuera una ciudad del norte. Robin toma una cerveza en la terraza de un bar de chinos, frente al oleaje turbulento que mira una y otra vez mientras lee una novela americana de Richard Stern. De pronto, llega una familia y Robin la mira con curiosidad. Son tres, los padres y un hijo disminuido, al que antes llamaban “tonto”, que va en silla de ruedas y exhibe una risa nerviosa, turbadora, abriendo la boca y franqueando sus dientes amarillentos, a la vez que va dando lacerantes bramidos. Robin mira a sus padres, ya avanzada la sesentena, exhaustos y deteriorados. Llevan de una correa una perrita yorkshire con un ancho collar que pone Moschino. La impresión de ver a esta familia no puede ser más sorprendente para Robin, que los observa con discreción. 

El padre se ha sentado en la terraza exterior y enciende un cigarrillo y se pone a mirar obsesivamente el móvil con un gesto de absoluto abatimiento. Pide un cortado que le trae el diligente camarero chino. Pelo tupido pero totalmente encanecido, rostro cansado. Es alto y parece consumido, su envejecimiento prematuro no deja lugar a dudas de la crueldad de su vida. La perrita, tumbada, a veces se levanta y mira atentamente con negros ojos, increíblemente vivos y encendidos como tizones. La madre ha entrado dentro con el muchacho que tendrá unos treinta años. Ella está todavía más cansada y cenicienta. Se queda sentada con su hijo que aúlla, agudos lamentos que resuenan en el interior del bar. El aspecto de ella es descuidado, ni una gota de maquillaje en su arrugado rostro, ropa ajada, mal combinada… Come impúdica cacahuetes que dan con la consumición. El niño-hombre grita luego llamando  papáaaaa, papáaaaa, papáaaaa, arrastrando la última a. El hombre en la terraza hace caso omiso y sigue trasteando con el móvil y fumando su marlboro que se va consumiendo. La perrita mira al interior reconociendo a su otro amo. Imagina Robin a estos padres íntimamente destruidos pensando en el futuro de su hijo, al que no saben cuánto tiempo más podrán cuidar. La vida no puede haber sido más cruel con ellos. El hombre en un momento se levanta, paga y se va hacia la playa y mira absorto el mar, como si quisiera huir hacia algún otro horizonte. El niño aúlla papáaaaaa, papáaaaa, papáaaa… 

La madre, con los ojos semiabiertos, recuerda el sueño de madrugada en que ella, joven, poco más allá de la adolescencia, era esbelta y hermosa; evoca un día azul y luminoso en que llevaba un vestido amarillo de gasa, sin sujetador, y se le insinuaban los pezones en su piel morena. También estaba en la playa, y recuerda ese día en que su pelo oscuro ondeaba, mecido por al aire de la mañana, en aquella playa de Ibiza cuando era hippy, rabiosamente joven… y adoraba a Pink Floyd cuando tomaba LSD en la arena al atardecer. Ha soñado con ello y ha sido feliz… Son días que, transfigurados, retornan algunas noches en que sueña con el deseo y la juventud. Se sonríe y respira hondo. Vuelve aquí y mira a su hijo que es inconsciente de todo pero siente todo, incluido el cansancio atormentado y la tristeza de sus padres cuando lo visten, lo lavan o lo sacan a pasear… 

El padre vuelve, ha resistido el impulso de escapar, y va hacia su hijo y su mujer. Empuña la silla y la avanza hacia la puerta. Ambos se ponen en movimiento y se dirigen al paseo con su perrita y la silla con el muchacho que parece sonreír con una mueca grotesca, mostrando todos sus dientes glaucos. El hombre empuja la silla entre la multitud, ella pone su mano sobre la de él con ternura, y siguen adelante, en un día gris y ventoso. Poco después se pierden entre el gentío. 

12 comentarios :

  1. Uffff!!!! Menuda historia la que nos cuentas, la puedo vivir como si estuviese allí mismo y yo mismo fuese el Robin.

    No lo debes de saber pero yo realice el Servicio Social Sustitutorio (lo que se hacía cuando no querías recibir ordenes de los militares) en un centro trabajando con disminuidos físicos y psíquicos profundos. Sin duda fue mi experiencia "laboral" más enriquecedora. Allí estaban los chicos como tu protoganista que ya no podían ser tutelados por sus padres por motivos varios. El grado de disminución en la mayoría de los casos era muy elevado y cuidar a este tipo de hijos implica muchas veces, sin duda, renunciar a tener una vida normal. Seguramente no debe haber nada mejor que hacerte cargo de un hijo y dedicar la vida a que su vida sea lo más digna posible, pero seguro que siempre es a costa a renunciar uno mismo a tener una vida plena en otros muchos sentidos. Este tema me toca especialmente porque siempre he tenido una sensibilidad especial con las personas disminuidas. Un abrazo.

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    1. El relato me surgió a la vista de una escena real, como bien puede suponerse. El padre por unos momentos se desentendió de su hijo para tomarse un cortado y fumarse un cigarro, a la vez que miraba compulsivamente el móvil, así durante un cuarto de hora. Se abrían interrogantes. ¿Qué miraba el padre con tanta intensidad? ¿Cuál había sido la vida anterior de la madre? Robin se la imaginó en los años sesenta en una playa hippy de Ibiza tomando LSD, joven y atractiva. Y en una de sus visiones del ácido llegó hasta este momento en que estaba encarcelada en vida. El muchacho disminuido psíquico profundo reclamaba a su padre, que hubiera querido huir. Uf. Había dinamita y una historia terrible detrás. Sentí profunda compasión por aquellos padres cuya única escapatoria era tomarse un cortado y fumarse un cigarro, o los sueños de ella evocando otro tiempo perfectamente posible.

      Creo que alguna vez me habías hablado de este servicio sustitutorio que habías hecho, aunque una cosa es estar unas horas con estos niños-hombres y otra pasarse la vida entera, las veinticuatro horas del día, pendiente de ellos, aun cuando las fuerzas te falten y hayas quemado todas las ilusiones y esperanzas porque tu única expectativa es estar ahí. Debería existir el cielo para padres como estos. Tendría que haber algún tipo de justicia poética. Un abrazo.

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  2. "Cipote" de relato, Joselu.Es decir, de aquellos para estar sobrio escuchando a Pink Floyd.
    Saludos desde:
    microbrevedades.blogspot.com

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    1. No tengo muy claro qué significa la expresión "cipote de relato". Imagino que es algo positivo pero no lo sé muy bien, jajajajaja. Me hubiera gustado que, tú, como narrador, lo hubieras evaluado porque pocos mejor que tú pueden entrar en la esencia de un cuento urbano como este. Saludos.

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  3. Lo peor que hay en la vida es esperar algo de ella. Distinto es pretender llegar a hacer o ser algo determinado. Pero esperar no es aconsejable porque la vida es muy compleja y siempre ocurre lo que nunca habías esperado. Que se tenga un hijo con una discapacidad mental o física debe ser muy doloroso pero un hijo es un hijo. Yo, por motivos que no cabe explicar he conocido montones de familias con un hijo, o varios incluso, con dependencias y a pesar de que es un esfuerzo en todos los aspectos (material, físico, psicológico) son tan felices o no como puede ser una familia donde no haya esta circunstancia. Hay padres que dicen (yo no lo comparto aunque sí lo entienda y mucho más lo respete) que tener un hijo dependiente es una bendición, de ahí a la familia de tu relato que parecen renegar de él hay un mundo.
    Es lo que veo en tu relato, que por otro lado me parece fabuloso, con una temática tan dramática como compleja.
    SAludos.

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    1. Dices bien cuando escribes que la temática es tan dramática como compleja porque nadie sabe muy bien qué haría en una situación tal que toda la vida, absolutamente toda, está destinada a atender a un hijo que va creciendo, que tiene toda la potencia física debida a sus años con unos padres ya mayores, y desgastados, envejecidos, que temen por el futuro de su hijo. Y bien es cierto que en buena parte depende del nivel económico de la familia. Con dinero el problema es menor que sin dinero. Quise reflejar la lucha interior de estos padres, sus contradicciones, que tiene que haberlas. Por eso he imaginado los sueños de la madre que la llevan a su época hippy, algo que pudiera ser posible perfectamente por su edad. Yo los vi muy desgastados, exhaustos, y me dieron una impresión de absoluta tristeza. Solo he querido insinuar la situación. Al final, ella apoya su mano sobre la de él y se van. Creo que queda vibrando el relato en el aire. Eso era lo que pretendía. Muchas gracias por tus observaciones que me son muy interesantes. Saludos.

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  4. Me ha gustado más este relato que otros que has publicado aquí. Es más natural en mi opinión, más sincero, menos elaborado y, por ello, más emotivo, que es quizá lo que perseguías al elegir el tono.

    ¿Por qué siempre la fórmula del narrador omnisciente que nos cuenta lo que ve Robin? Podría ser más efectivo -o no, no soy experta- que el narrador sea la persona que ve la escena y la cuente tal como se la imagina. Así sería innecesaria esa vuelta de tuerca que se hace para conocer mejor a Robin, porque este relato nos dice mucho más de él que de la familia protagonista.

    Un último inciso respecto a la puntuación de una frase. Me he fijado en ella porque me ha gustado ver escrita la palabra "impúdica" en el contexto de la comida. Creo que la frase en cuestión debería puntuarse así: "Come, impúdica, cacahuetes que dan con la consumición".

    Me gusta cuando escribes relatos sencillos, creo que te quedan más... ¿potentes?... sí, ese podría ser el adjetivo.

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    1. La figura de Robin -o de Christian en otros contextos- se me impone como una necesidad. Me atrae ese desdoblamiento que me permite jugar con el observador que no es necesariamente yo, y, efectivamente, es un juego narrativo. Robin no es escritor pero observa la vida. Es el narrador, el que lo observa y observa lo que Robin ve, quien escribe. Tengo que profundizar en la relación entre el narrador oculto y Robin para que forme parte del relato. Quiero que el centro del relato esté en la figura de Robin, que vaya creciendo en dimensión y complejidad. Es una apuesta arriesgada pues he visto que el contador de visitas del blog ha descendido radicalmente desde que he abordado el género del relato antes que otros temas de actualidad. Pero en estos momentos me atrae crear un género en lugar de hablar de temas "postmodernos" como los llamaste con mucha gracia.

      En cuanto al adjetivo "impúdica" referido al verbo "come", son posibles perfectamente las dos posibilidades. Es como decir "Ella canta alegre una canción de amor". "alegre" es un complemento predicativo. Aquí la oración es "Ella come impúdica cacahuetes". Es algo parecido a la función de un adverbio, algo así como "impúdicamente". No obstante, después de recoger tu sugerencia, veo que, aun siendo posibles las dos opciones, es más elegante como un inciso explicativo entre comas.

      En cuanto a relatos sencillos depende del personaje. Robin no es un personaje sencillo, ya le gustaría a él serlo -o no-. Hay personas más complejas y contradictorias que otras. Robin es un lector impenitente de literatura, un esteta, un hombre que vive en medio de ruinas personales. Tienes toda la razón cuando afirmas que es él el verdadero protagonista. Estoy experimentando el género del relato en un estilo que va naciendo poco a poco y no me falta suerte teniendo lectores o lectoras tan afiladas y atentas como tú. Por cierto, hoy han concedido a mi hija Clara un premio de poesía en la universidad. Me encanta que escriba, y lo hace muy bien.

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  5. Con los años me cuesta entrar en los textos sin imaginar qué está construyendo el autor. Me complace o me desasosiega más sentarme en el momento que va plasmando en texto sus ideas.
    La narrativa de lo inmediato es agradecida porque apenas con pocos recurso obtienes ya resultados. Pasa un poco como con el piano frente a otros instrumentos musicales a los que es más difícil extraerles, de primeras, algún fragmento melodioso.
    El peligro es no mantener la atención del lector con recursos tan sencillos. Tú y tu personaje lo lográis y es una suerte para quien se asoma a esta ventana creativa.
    Felicita a Clara de mi parte, pero no le hagas la observación que hace unos días escribiste sobre la poesía.

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    1. Lo bueno es que Clara tiene una formación científica pero guarda un lugar muy importante para la creación y las humanidades. Esto me gusta. El poema ganador, en catalán porque no admiten el castellano como lengua, es sobre el ocho de marzo. Es un poema de circunstancias, con alguna idea interesante sobre el ambiente con el que convive cada día. Tiene frescura y gracia. Tiene ese hálito feminista necesario para destacar en todos los certámenes. Es un poema con asonancia en lo pares, muy de ritmo de poesía narrativa. Juvenil y prometedor. Transparente. La poesía seria es muy densa y hermética, pero hay una poesía en las redes sociales muy directa, de ella se nutre Clara. Una poeta muy en su onda es Elvira Sastre que el otro día le firmó un libro en la feria de Sant Jordi. Alguna vez ha comentado que le gustaría estudiar Filología Hispánica después de haber acabado Biomedicina, acaba este año. Luego vienen dos años de máster.

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  6. Todas las rosas tienen espinas, la vida es igual. No sabemos las alegrías que seguramente también proporciono ese hijo, porque seguro que las hay. El problema es que los hijos viven más que los padres y eso a los padres les supondrá un amargo final sino ven resuelto su futuro...creo yo...

    Un saludo

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    1. Efectivamente, en el relato sobrevuela la angustia de ellos por aquel hijo y su futuro, además del cansancio que arrostran, también comprensible. SAludos.

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