Es tanto lo que se puede hacer en un aula
que en cierta manera ser profesor es un oficio de alquimista en proceso de
búsqueda de la piedra filosofal. No descarto ningún método y abrazo toda
dinámica que nos lleve a caminos inéditos. Entiendo la labor del profesor como
la de un constructor de un mecano cognitivo con infinidad de piezas que pueden
dar lugar a artefactos dispares. No hay dos ingenieros iguales, ni las piezas
son las mismas ni los métodos y estrategias pueden ser idénticas nunca. Además tenemos
el factor tiempo. Toda enseñanza se sitúa en un momento histórico, un fragmento
del tiempo, el externo, el que da el calendario, y, por otro lado, un tiempo
interno, el que viven los protagonistas que están en el aula. El profesor tiene
un reloj biológico interno y los alumnos –cada uno- otro. El resultado de este
ensamblaje pedagógico-existencial es altamente interesante. El profesor va
cambiando a lo largo de su historia. Pasa procesos, asume riesgos y fracasos,
alcanza éxitos y va aprendiendo generalmente solo. Este es un oficio muy
solitario, aunque sea una soledad extraordinariamente acompañada.
Se mezcla todo en una coctelera utópica y
ucrónica: tiempo, método, existencia, conocimiento, estrategia, procesos
paralelos... se le añade un catalizador y he ahí un resultado, como podría haber sido otro.
He vivido algunos cursos anodinos. No
podría controlar el proceso. Me faltaban ingredientes intelectuales. Y el
resultado era realmente deplorable. Lo había intentado pero todo había sido un
fracaso. El profesor en tal caso, pasa momentos malos en el aula y sale del
curso con un sabor de boca amargo. Una mezcla de espíritu de supervivencia
anímica, una dosis de olvido, un par de meses de vacaciones, y vuelta a
empezar. Algunos han criticado estas largas vacaciones de los profesores
comparadas con el resto de los trabajadores, pero esto quiere decir que no se
es consciente del proceso que vive el profesor a lo largo de un curso
normalmente agotador y extenuante. Un curso es un viaje en el que se parte a
alguna parte, se recorre una larga senda, y termina en una muerte simbólica. El
profesor muere a final de curso. No solo es la extenuación anímica, es también
un grado de postración en que se cae sin fuerzas. Hace falta un tiempo de
transición para renacer de nuevo, un bar-do
en la filosofía hinduista y budista.
Un tiempo de reconstrucción intelectual y
existencial. Esto es lo que viví este verano pasado. Acabado el curso, comencé
a idear el curso siguiente. Indagué en internet, busqué experiencias, vi vídeos
de TED, releí textos que tenía olvidados, leí otros que me abrieron el planteamiento
de la neuroeducación y fui consciente de que en mi trayectoria más fructífera
había aplicado lo esencial de esta disciplina: la presencia de la emoción en el
aula, la búsqueda continua de novedad en mis planteamientos educativos, y la
idea de juego como elemento constructor de la clase. Descubrí así el Flipped Classroom o clase invertida, una
idea realmente operativa si uno está dispuesto a indagar y experimentar. La
clase se hace en casa por medio de vídeos y la duración de la clase queda
totalmente libre para profundizar en la materia. Los vídeos son una herramienta
espléndida. Los grabo yo mismo. Llevan vistos unos treinta y tres. Comenzamos a
dos por semana y cubrimos la totalidad del programa de historia de la
literatura. Luego iniciamos la sintaxis. Experimentamos intensamente con el
léxico por medio de aplicaciones formidables. Surgió sobre la marcha el
proyecto de escribir una novela que les ha entusiasmado. Y posteriormente el
proyecto Kafka en el cual llevamos unos dos meses metidos, y todavía nos falta
la lectura de La transformación (La metamorfosis). Si el tiempo lo
permite, quiero hacer una cala en el mundo de Julio Cortázar como derivación conceptual del mundo de Kafka.
Nada de esto es posible si el profesor no
se renueva profundamente, si no muere y vuelve a nacer. Si no investiga, si no
indaga en líneas de pensamiento y de didáctica que pongan en cuestión lo
supuestamente sabido. Necesité una historia personal, bastante accidentada, con
luces y sombras, y un verano en que me dediqué a pensar y a hacer senderismo
por los Pirineos. Volví en agosto
repleto de energía. Y logré ensamblar las piezas intelectivas de una
transformación personal que se proyectaría en el aula. Lo que llevo de curso ha
servido para levantar un castillo de piezas que gozosamente, según lo observo,
van tomando su lugar. Hoy en un examen sobre Franz Kafka, en que podían tener todos los apuntes delante que
hubieran tomado ellos personalmente, he visto cómo el edificio alcanzaba
sentido y dimensión. Ha sido un examen en que han estado volcados intensamente.
No dependía el resultado del azar en absoluto. No habían tenido que estudiar.
Solo tenían que construir un texto de una cara de un folio en que presentaran
coherentemente su visión del escritor de Praga en que podían utilizar todo lo que
hubieran elaborado ellos. El problema para muchos era seleccionar y sintetizar
para articular un texto coherente que tuviera sentido. Hemos leído diversos
textos y los hemos comentado durante estos meses. Este tipo de examen con
material abre un proceso muy interesante puesto que la información que tenían
era fruto de sus apuntes y, por tanto, de su trabajo, de su comprensión y de su
capacidad de expresarlo ordenadamente. Creo que es un nivel de examen mucho más
interesante que el memorístico. Lo que he visto me ha puesto contento.
El curso va a velocidad de crucero, pero
todavía falta el clímax dramático del mismo. Va a ser una pena llegar al final
del año escolar. El profesor habrá recorrido con sus alumnos un largo viaje y
todos conjuntamente se habrán abierto a los descubrimientos y a las sorpresas.
La emoción es fundamental. La emoción unida al ansia de conocimiento. Cuando
llegue junio y termine el periplo, el profesor morirá metafóricamente (espero)
y esos alumnos habrán de seguir adelante tras vivir una experiencia vital creo
que significativa. El profesor ha estado pensando delante de ellos y ellos han
asistido al surgimiento de una idea poderosa, intelectualmente potente. Si el
profesor piensa, ellos sienten necesidad también de pensar.
Esta es la microhistoria de un curso, un
pequeño relato parcial y emocional de un profesor que siente la alegría de la
creación compartida.
Me emociona yu entusiasmo didáctico a través del tiempo.
ResponderEliminarNo siempre ha sido así. Pero las condiciones ahora lo facilitan. Aprovechémoslo.
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ResponderEliminarEl otro día me regalaste tu particular visión de mi micromundo bloguero aderezado con un momento onírico al más alto nivel jaja y sin atreverme a ello aquí - no sería capaz de llegarte al nivelazo que alcanzó tu prosa poética allí, mil gracias;)- sí te puedo decir una cosa, si me lo permites, en los más de 7 años que hace que te leo, ni el Gregorio Samna de Kafka ha sufrido una metamorfosis más evidente que la tuya y con absoluta sinceridad te digo que ha sido para mejor, si no te enfadas hasta te diría que has mutado de escarabajo, a saltamontes verde que me encantan;) El Joselu del pasado era un profesor cansado, oscuro, desilusionado, enrabietado con los reformistas educativos, frustrado por la desmotivación de los alumnos y el poco nivel de disciplina y esfuerzo de sus alumnos y alérgico completamente a todo lo que supusiera dinamizar y aligerar contenidos que considerabas debían ser adquiridos con el mismo nivel de sufrimiento que tú padeciste ¿recuerdas? .. yo sí. También tu fotofobia ;) hoy se te lee pletórico. A rebosar de ilusión y energía ( el senderismo es mil veces más curativo que el Prozac ;) satisfecho con los resultados de tu particular experimento educativo, ese al que seguro has dedicado no se cuantísimas horas este verano y cuya gratificación recibes como es lógico y de justicia y lo que es mejor, radiante, Joselu, ya no te molesta la luz porque estás en ella y no creo que hoy seas menos consciente de la realidad en la que vives que entonces, ni que la realdad de hoy sea más esperanzadora que la de entonces, seguramente mucho menos, pero tú sí lo percibes así y es una alegría enorme verte disfrutar, verte entusiasmado con una clase cuya evolución tanto te satisface, un gusto de verdad. Casi todas las letras que te leo en esta nueva etapa vital tuya, sonríen ;)
Así pues, mi más efusiva enhorabuena, maestro saltamontes Chen! ;)
Profesor en la secundaria ha supuesto un recorrido de más de diez años de profesión, antes de los cuales hubo más de dos décadas anteriores que no fueron reflejadas porque no existía internet ni los blogs ni nada parecido. En estos años abordé planteamientos educativos radicalmente revolucionarios. Pero hubo una fase central, parte de la cual conoces en que las circunstancias me devoraron y sucumbí ante ellas. Nadie puede controlar dichas circunstancias ni la química del cerebro propio. El caso es que me encontré sin armas intelectuales para enfrentarme a la realidad del día a día, unido a un estado anímico peculiarmente bajo. Nada funcionaba por más que lo intentara. Sin embargo, y eso no lo conoces, en 2006 comencé pioneramente a utilizar los blogs como herramienta educativa adelántandome a la mayoría. Nuestra infraestructura era precaria tecnológicamente y era imposible llegar a más. Ha sido necesario en los últimos años un avance en estrategias cognitivas y neuroeducadoras, unido a la realidad de que mis alumnos tienen portátiles, para alumbrar una salida al nudo gordiano. Sin una generación de alumnos que se han dejado orientar y han sido colaboradores en general, no hubiera sido posible implementar nuevos planteamientos educativos.
EliminarY es que en la realidad de esos años de hundimiento anímico que conoces, el origen de ello era la falta de ilusión de un profesor que necesita ser revolucionario para ser feliz. Pero depender de un libro de texto, o luego, peor, sin libro de texto ni nada, no favorecía nada la experimentación, o yo no supe verlo. Ahora se han combinado circunstancias por parte de los alumnos, una realidad tecnológica interesante, wifi estable en el centro, experiencias pedagógicas sorprendentes que he seguido, y ello ha favorecido que pueda por fin lanzarme a hacer lo único que a mí me gusta. Enfermé porque no podía hacerlo. Entrar en clase y ponerme a explicar cosas que me aburrían producía una intensa distorsión, y yo me consumía en ello. Fue terrible. Ahora puedo ser creativo e innovador. Lo que siempre he querido ser, pero no encontraba el modo.
No sé si habrán otros profesores tan metódicos y entregados como tú, pero lo dudo. Me parece que a pedagogía no es el fuerte de la mayoría.
ResponderEliminarBien es cierto que "cada maestrillo tiene su librillo". Del mismo modo, supongo que no hay un único método infalible y cada maestro debe elaborar el que encaja mejor con su forma de ser y la de sus alumnos.
Veo que Kafka ha protagonizado una buena parte de tus clases. Nunca hubiera imaginado que un autor como éste pudiera acaparar el interés de un público adolescente. Es interesante.
De lo que sí estoy seguro es que, por tu forma de tratar a tus alumnos y por tus métodos, dejarán en ellos una profunda huella. Que un alumno recuerde, a lo largo de su vida, a su profesor, dice mucho de éste.
Un abrazo.
Ciertamente, Kafka es demasiado complicado para ellos a los que les gustan historias más convencionales. Pero leído colectivamente entre todos, el texto, iluminado por el profesor, adquiere matices que les hace pensar porque les rompe totalmente los esquemas y esto es algo que no deja de gustarles. Se han visto inmersos en Kafka más por prurito del profesor que por entusiasmo colectivo. Pero no ha dejado de ser estimulante e inductor de proyectos creativos. He tenido que ir varios pasos por delante, pero prefiero eso a ir varios pasos por detrás dándoles solo lo que se supone que deben leer por su edad. ¿Qué debe de leer un muchacho de quince años? Depende de su nivel evolutivo. No olvidemos que Ana Frank en su encierro tenía unos trece años y su nivel expresivo y comprensivo era sorprendente. ¿Por qué tratar a nuestros alumnos puerilmente? ¿Por qué no tratarlos como adultos? Claro, haciéndolo como juego, de un modo dinámico y motivador.
EliminarNo sé si ellos se acordarán de esto, pero yo sí.
Un abrazo.
Respecto a examen con materiales, recuerdo que en Historia de la Educación de 4º de Pedagogía, el profesor Esteban nos dejaba todos los apuntes... y no eran exámenes fáciles, ni pensarlo. Había que relacionar, comparar, inferir... tareas todas que exigen un buen conocimiento de los materiales y una reflexión personal. Me encanta que apliques esa metodología. Saludos afectuosos.
ResponderEliminarEn este caso, como digo, el material que ellos tenían para consultar eran apuntes tomados por ellos. No veo que el planteamiento tradicional de memorización sea esencialmente mejor que el tratamiento comprensivo y expresivo. Para mí ha sido un descubrimiento en mi didáctica de este año. Y el resultado es bueno según me lo parece a mí.
EliminarSaludos cordiales.
Anda pues en el plano teórico allá por principios de los 80 llegué a decirles las preguntas del examen para espolear cierto instinto en los menos inteligentes y/o mas vagos.
ResponderEliminarEvidentemente se trataba de unas preguntas que les obligaba a relacionar y a tener que estudiárselo todo sin querer ni darse cuenta de ello.
Se trataba de emplear el factor principal de los primates que somos en favor del aprendizaje y el conocimiento.
En los años ochenta del siglo pasado, el estado de las aulas era radicalmente diferente a lo que es ahora. La principal diferencia es que en aquel tiempo eran inocentes e ingenuos. Ahora no. Lo que han visto en internet es tanto a tan temprana edad que resulta muy difícil sorprenderlos. En cierta manera nuestra sociedad ha perdido totalmente la inocencia y los niños y adolescentes también. Añoro ese tiempo en que lo éramos, como los alumnos de los que hablas. En aquel tiempo también comencé yo a dar clases. Y experimentos que eran posibles entonces ahora son imposibles y a la inversa, ahora son posibles otros que en aquel tiempo eran inimaginables.
EliminarYo estudie B.U.P. a principios de los 80 y aunque mi etapa en EGB me permitió descubrir muchas cosas, (normalmente malas), es cierto que no teníamos el bombardeo informativo de ahora y eramos, aunque más pillos, más inocentes. Sin embargo creo que la madurez llega ahora más tarde por culpa de los padres, que no dejan a sus hijos ser más responsables...
EliminarUn saludo
Leí hace tiempo que en países del norte de Europa, Estados Unidos y así, los adolescentes estaban quemados a temprana edad por sus experiencias sexuales, la promiscuidad, mientras que en España eran más inocentes. No sé si esto está cambiando. Ven demasiadas cosas y eso los quema. Mi hija de dieciséis años dice que a ella le es difícil ilusionarse, que ve que yo lo hago, como si fuera un niño. Esto me produce miedo. Lo suyo, claro. No veo que haya cosas que de verdad le hagan feliz. Los padres no podemos impedir que sufran.
EliminarUn saludo cordial.
Muerto el profesor institucional, lo que tocaría sería seguir por cuenta y riesgo fuera del sistema para volver a la vida escolar medieval, cuando los alumnos iban en busca de os profesores, no de las instituciones. Esa idea del docente buscado, capaz de transmitir un saber poderoso -¡ninguno lo es más que saber expresarse con propiedad!-, me ilumina nada más enunciarla: ni títulos ni horarios ni exámenes: la mente en libertad captando lo esencial... En un psicoanálisis que hice una vez, el psicoanalista llegó a la conclusión de que no necesitaba alumnos, sino discípulos. Me molestó, a fuer de sincero, por la veta eclesiástica de la afirmación; pero, por otro lado, no le faltaba razón, pensé después. Y eso advierto en ti ahora y me parece, así pensado, una necesidad social que nadie cubre. Después de ver "La academia de las musas" se me ha reforzado la potente virtud del planteamiento. Nada me encantaría más que saber que aquí, allá y acullá, con ese lanteamiento medieval que he esbozado, hay alguien, como lo hacía el filósofo zamorano García Calvo en el Ateneo de Madrid, ofreciendo un saber por quien lo domina hasta la extenuación y la más dulce capacidad transmisora. ¡Qué mejor pretexto que ese para recorrer España de punta a punta!
ResponderEliminarEn tu última línea adelantas algo que me llena de gozo: recorrer España de punta a punta. Ojalá pudiera hacer algo semejante. En tiempos viajaba por mis propios medios recorriéndola, sin coche, y así hice diversos viajes interesantísimos. Se necesita tiempo, algo que ahora tienes. Yo creo que me lanzaré a viajes exóticos durante un tiempo. Son viejos sueños que no quiero dejar sin realizar. Supondrán salir de la zona de confort y ello, no te creas, me causa no poca desazón e inquietud.
EliminarUna entrada perfecta, de una lucidez extrema, un magnífico resumen de lo que nos has ido contando este año, del proceso de cambio que has protagonizado este año en tus clase. Me ha encantado la idea de la muerte del profesor cada año, el agotamiento absoluto, lo veo en mi mujer, un año de clases, es agotador, los dos meses de vacaciones, sin duda son absolutamente necesarios, porque mentalmente las luchas diarias con los jóvenes son demoledoras. Lástima que llegues a este punto de cambio tan importante precisamente en este año. A lo mejor te vas a quedar con ganas de más. Pero bueno, conociéndote seguro que te reinventarás mil veces más en los próximos años, caminatas, viajes, fotografía, escritura, libros, conferencias, que se yo, a lo mejor te haces runner, no me extrañaría, te veo capaz de cualquier cosa. Un abrazo.
ResponderEliminarConoces bien la realidad de los profesores porque lo ves en tu propia casa. Hay una creencia no sé si muy extendida que dice que los profesores viven muy bien que no tiene idea de lo que es este trabajo en que se depositan tanta energía e ilusión y que supone un desgaste psicológico extenuante. Te agradezco tu visión real del tema. Además, ciertamente, como sabes, este año es muy importante para mí. Es el que cierra una carrera. Y lo va a hacer como me hubiera gustado hacerlo. No derrotado sino haciendo lo que siempre me ha gustado hacer: innovar, experimentar, desafiándome a mí mismo. Será una pena irme, cierto, pero también es el mejor momento para hacerlo. He pensado mucho sobre ello.
EliminarEn cuanto a lo que haré, no te negaré que me invade un cierto temor, sé que mi vida será fértil por todo lo que has mencionado, menos lo de conferencias (?) jejeje. Tengo unas ganas enormes de volver a salir con la cámara a continuar mi serie de fotografía urbana. El otro día recibí una visita en Fue un instante fugaz que elogiaba mis fotografías. Las volví a ver de nuevo y me di cuenta de la aventura que había sido aquel otoño formidable de 2014. Y lo añoré. Tengo que lidiar con unas ganas enormes de hacer cosas y mi zona de confort que me lleva a sentarme frente al ordenador. Tengo que salir en cuanto pueda. Ahora con el curso no tengo tiempo de nada. La primavera me despierta. Y ya he hecho mi primera caminata. Muchas gracias por tu generosidad y tu amistad.
Un fuerte abrazo.
Nuestra profesión, Joselu, es maravillosa. Casi roza lo mágico. Pero, claro, esto solo lo apreciarán los profesores que sientan auténticamente vocación (cuan denostado está este vocablo) por la enseñanza y con el trato de estos "locos bajitos" a los que se refería Serrat. Yo te comprendo perfectamente, y sé que en nuestro oficio existe la posibilidad de la excelencia y de la satisfacción profesional. Somos artistas, Joselu. Y cada día intentamos realizar una obra de arte. Un día nos sale mal, otro, también, pero de vez en cuando uno sale de clase alimentado de buenas, bueníismas vibraciones. Y es que aquel día, aquel momento, ha sido sublime. Y esto queda, como tú bien dices, para sí. Queda en el haber del enseñante. Y aunque el debe y en el tintero sabe que quedan muchas cosas, este momento, esta clase vale por todo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Muchas profesiones rozan lo mágico, solo hay que sentir libertad al ejercerla. Pienso en mis pinitos de actor, pienso en mis intentos de escritura, pienso en mi vocación todavía imperfecta de fotógrafo, en mi fe de viajero, de peregrino, de caminante. Todo ello se une para que uno buena parte de su vida haya sido profesor, algo que está a punto de acabar. A final de curso, acaba mi carrera docente. Me gusta que este año sea algo muy especial, que termine siendo el profesor que he anhelado ser. Tras años de haberlo pasado mal, ahora mi ejercicio docente pasa por un momento dorado. Y sí, es cierto, cada clase es oportunidad de un prodigio. No siempre, claro, se consigue, pero cuando estalla la maravilla, es algo muy satisfactorio, inasible e inefable. No dudo de que tú tendrás bastantes de estos momentos.
EliminarUn fuerte abrazo también.
¡Lo que amplía mi vocabulario este blog!!! Aquí me tienes buscando "ucronía" y dándote las gracias por ello.
ResponderEliminarEs muy hermosa esta entrada, refleja todos los sentimientos de los docentes; ese salir contento de las clases, ese salir hundido...
¿No decías que tú eres muy "mental"? Pues se ha colado varias veces la palabra "emoción" en el asunto... Eso me alegra mucho, es una combinación imparable, y muy fructífera para docente y discentes, "mágica" también podría ser la palabra, sí.
Me alegro mucho de esos exámenes al no uso, de esas vivencias compartidas y de que las expongas aquí para disfrute del personal.
¿Qué será de ti cuando el curso acabe? ¡Ah!, chi lo sa? Ahí está la gracia, aunque ya estés planeando parte del camino.
Nos leemos.
Un abrazo.
Normalmente me reservo mis emociones incluso en clases de bachillerato. Entiendo que ellos tienen que vivirlo con emoción y desde mi atonía emocional lo contemplo con placer. Soy un observador de sus emociones y desde mi atalaya procuro alentar a alumnos perdidos o que no se han descubierto todavía. No puedo forzar la máquina pero sí fomentar su autoconocimiento de modo sutil. Las emociones están permanentemente en el aula. Ellos son un volcán emocional. Yo lo observo e intento reconducirlo. A veces es fácil y otras, no tanto. Así que nosotros también vivimos una montaña rusa emocional aunque sea atemperada.
EliminarMe ha gustado este examen con sus apuntes. Lo seguiré utilizando. Es sorprendente las posibilidades que se abren cuando uno está abierto y atento.
Y lo que será de mí... Buena pregunta, buena reflexión. Tendré que enfrentarme a mis miedos para salir de mi zona de confort.
Un abrazo. Un placer.
Es una profesión muy compleja, Joselu. Necesitamos esos dos meses de descanso y cuando estamos lejos de las aulas las echamos de menos. Hay clases donde es una maravilla estar y otras son el infierno. Nunca sabes qué te vas a encontrar, por dónde van a salir las cosas y lo que funciona con un grupo es un desastre en otro, aunque la experiencia y la intuición ya te dice lo que cuadra con unos alumnos y con otros, esa inteligencia profesional que reconduce en un momento lo que ves que no va a ninguna parte. Es difícil mantenerse en el punto justo de profesor, ahora que se tiende a mezclar todo, creo que es importante recalcar nuestro papel y no igualarlo al del alumno, a quien corresponde ejercer de alumno.
ResponderEliminarActualmente, en un mundo liderado por la tecnología, dentro de la enseñanza trabajamos a diferentes niveles. Tus alumnos tienen ordenador en el aula, eso conlleva estar metodológicamente a la altura tanto por parte del profesor como del alumno. No por utilizar la tecnología, enseñar es más fácil, tú mismo has contado la complejidad de la Flipped classroom, no sé cuál será la conclusión que extraigas de la experiencia pero tiene mucho trabajo ajeno al aula, sobre todo cuando se implementa en el aula por primera vez.
Lo que nos tiene que quedar al final es la satisfacción de haberlo intentado porque nunca se sabe si funcionará o no, y no la frustración que frecuentemente sentimos de que podríamos haberlo hecho mejor. Cuando se trabaja con muchos alumnos al tiempo suele quedar la sensación de que hay perdedores.
Bueno, en fin, todo eso y mucho más, Joselu. Yo este año con dar Lengua, no sabes la experiencia que llevo encima, el inglés lo tengo en un segundo plano, lo que no me gusta nada, pero bueno, mis alumnos de Lengua son excelentes, yo les he dicho claramente que soy de Inglés y a veces se me escapan cosas de inglés sin querer y me alegra que me pillen en ello porque nos reímos. Y en el fondo no me lo paso mal porque son unas personas estupendas. Fíjate, creo que llego a conocerlos de forma diferente a como los conocería en una clase de inglés. Y la sintaxis... ahí andamos peleándonos, pero siempre tengo voluntarios a la whiteboard, eso es lo que me encanta de ellos, que le ponen entusiasmo a lo que sea. Es así con este grupo, no sé lo que sería con otro. Y cuando salgo de clase siempre pienso que merecerían tener un profesor de la especialidad, que tuviera una visión más amplia, vamos, como mis compañeros de Lengua.
Bueno, aquí lo dejo.
Un abrazo.
No he tenido que dar clase de materias ajenas a mi especialidad nunca, salvo el primer año en que llegué a Barcelona en que tuve que dar francés. ¡Vaya desastre! Puedo entender tu situación ante la clase de lengua. Aunque tal vez la hagas más viva. Los profesores de lengua muchas veces son monotemáticos y obsesivos de los mismos temas. Algo que me resultaba agotador.
EliminarY sí, la Flipped Classroom es muy compleja tecnológicamente, aunque me asombro de lo rápido que asimilan las cuestiones técnicas y el funcionamiento de las plataformas. Suerte que yo estoy muy familiarizado con la tecnología y no me resulta difícil e, incluso, disfruto con ello.
Un abrazo, Angie.
Yo he viajado contigo en estas aguas tuyas en algunos de esos viajes de los últimos años, y creo que el profesor que morirá metafóricamente en este viaje es un profesor que se me hace libre y feliz - si es que algo como eso existe- ,un profesor que ha aprendido todos los secretos de la travesía y sabe navegar. No todos los profesores que nos embarcamos en viajes año tras año aprendemos a hacerlo: yo confieso que no he sabido lograrlo, y por eso lo he abandonado, con todo el dolor que significó hacerlo, y que, a veces, aún significa esa gran renuncia en mi vida. A riesgo de equivocarme te diría que el mayor desafío para los profesores comienza en el momento en que tenemos que definirnos lejos del aula. Allí comienza un viaje identitario arduo, en el que nos sentimos inseguros y desprovistos. Muchas son las cosas que intenté aprender en mi vida de los libros. Hasta el ser madre. Defecto de profesora, creo. Nací yo también de nuevo el día en que comprendí que mi lugar en el mundo no tiene porque estar hecho de tinta ni de tiza, ni tiene por qué ser un lugar físico definido, ni tiene por qué ser una aventura todos los días. Sigo muriendo un poco cada domingo y renazco de nuevo los lunes por la mañana.
ResponderEliminarTe deseo una buena llegada a puerto, Joselu.
Un beso.
Fer
Con todo esto he querido decir, Joselu, que aunque sepas mejor que nadie que tus viajes implican necesariamente la muerte del profesor, no permitas que terminen en "tu" propia muerte metafórica. Ahora sí, lo he dicho.
ResponderEliminarUn abrazo!
Desconocía tu situación como profesora. Te había leído pero no sabía que ya definitivamente lo hubieras descartado. En mi caso, tengo a mi favor el disfrutar de una plaza vitalicia que me da seguridad y no dependo del beneplácito de ningún empresario ni director. Sin embargo, esto no significa que no haya pasado años aciagos en que odiaba ser profesor y sentía auténtica repulsión hacia el edificio de mi instituto y todo lo que significaba. Afortunadamente, una serie de circunstancias favorables en los últimos años han hecho que este aterrizaje próximo sea entrañable. No es fácil ser profesor idealista. Y tú lo has sufrido en tus propias carnes. Te deseo lo mejor en esta andadura en que ahora estás cuyas circunstancias desconozco.
EliminarNo todo, efectivamente, está en los libros. No hay ninguno que te enseñe a vivir, ni a ser padre o madre. Los que hay me resultan totalmente inanes. Desoigo todo tipo de libros que lo intenten enseñar. A vivir solo se aprende viviendo (y en mi caso, escribiendo). Escribir para comprender.
Este año es el final de mi carrera docente. Llego con ilusión y alegría. No imaginaba hace unos años que sería así. Es un regalo de la vida. Después, no lo sé. Quiero viajar y escribir. Formarme como fotógrafo. Caminar. Si la vida y las circunstancias me ayudan, serán años fértiles también. Sin embargo, somos tan frágiles y nuestra realidad es tan fugaz, Fer, que uno tiene la impresión certera de que la vida es un regalo, un don difícil de entender a menos que uno no se mire hacia dentro y reconozca su gratuidad. No soy creyente pero admiro todo lo que uno sienta muy adentro para intentar comprender su vida.
Estoy leyendo un relato precioso. No está publicado. Me lo ha dejado una compañera. Es la historia de una mujer culta, filóloga, viajera, que a sus veintitantos años tiene un tumor cerebral que es tratado con quimio y radio. Su vida académica universitaria se ve truncada y pierde facultades. Se va a Nueva York con su compañero y años despúes, imprevistamente, se le recidiva el tumor en la médula ósea. Es su historia. Creo que merecería ser publicado aunque ella no lo pueda ver. Sus reflexiones están llenas de luz y de dolor. ¿Por qué a mí? Es la gran pregunta. Vivimos por un azar del destino. La cantidad de dolor que hay en el mundo es atroz. El hecho de que tengamos una vida digna, es suficiente motivo para dar gracias a quien o lo que sea.
Un abrazo y gracias por tus palabras.
Qué descripción de la profesión tan acertada...me he visto reconocida y me he sentido emocionada...gracias por expresarlo tan claramente.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Me alegro de haber logrado dar forma a un sentimiento particular que puede ser compartido o que, en tu caso, lo has sentido próximo.
EliminarTu entrada es un texto de redención personal después de una época en que quizás te planteaste muchas cosas y no te sentías satisfecho con la deriva de las cosas.
ResponderEliminarEs muy arriesgado por mi parte decir ésto, ya que en teoría solo te conozco por lo que escribes en tu blog, pero esa es la sensación que me das después de haberte seguido desde hace una buena cantidad de años. En ese tiempo te he visto de diferentes modos y formas, desde una hipersensibilidad muy acusada en ciertos periodos de crisis hasta un optimismo contagioso tal como revela tu entrada de hoy. Ese optimismo quizás es la respuesta afirmativa a esas preguntas que tantas veces tú y los demás nos hemos hecho alguna vez, que tanto nos cuesta contestar y que empieza con un "¿Merece la pena...?"
Felicidades. Saludos cordiales
Un profesor no es un paquete cerrado y homologado por la Unión Europea que tenga una garantía de tantos años. Un profesor, como todo ser humano, está evolucionando constantemente, simas y cimas se suceden. No es mecánico. Es como la vida. Periodos de sequía y periodos de lluvias torrenciales. Depresión y éxtasis. Mi mujer dice que soy muy extremista. Puede ser. Esto, como profesor de historia de la literatura, me ayuda a comprender el carácter de muchos artistas ciclotímicos, capaces de grandes cosas y a la vez de postraciones difíciles de comprender. Tal vez -seguro- hay personas en el foco medio, en las ondas medias, situados en la sensatez vital, en el senequismo adquirido por la experiencia. Pero yo no soy así. Si no estoy entusiasmado, me siento mal. Si voy tirando, me doy cuenta de que algo no funciona, si voy acostumbrándome al día a día teñido de gris, me diluyo en el pesimismo. Es algo enfermizo, tal vez. Mi ímpetu me lleva a asaltar el paraíso. Y disfruto con ello. Como sabes, soy escéptico en la política, descreo de ella y posiblemente tenga una vena ahora conservadora, pero en mi día a día con mis alumnos soy radical, quiero que tengan lo mejor, ellos en un centro del extrarradio humilde. Ahí soy revolucionario. Si puedo, claro. Hay situaciones que no he podido gestionar y me han llevado a derivas desesperanzados. Pero ahora en este momento, disfruto con este sentimiento de exaltación que me lleva a lanzar la honda hacia lo alto. Y quiero despedirme de esta profesión dando lo mejor de mí mismo, haciendo lo que siempre he querido hacer y he hecho durante muchos años. El recuerdo será de una despedida llena de felicidad.
EliminarSaludos cordiales.
El proceso no es tan dramático pero cada curso, sí, es un inicio. Y una nueva oportunidad para saber si servimos o no para esto... Necesaria autoevaluación que no sé si todos hacen.
ResponderEliminarProblablemente yo le añada dramatismo por mi carácter extremado, es cierto, pero también entiendo que la universidad es un territorio más plano, menos áspero y abrupto que ser profesor en la ESO. Algo más acomodado. De hecho, tengo por sentado que me es mucho más fácil dar clases en bachillerato que darlas en la ESO. En bachillerato, el orden se da casi por supuesto, y los conocimientos que tengo son suficientes para apenas desarrollar la materia con solvencia. El verdadero desafío está abajo, en primero de ESO, en tercero, en cualquier curso de la ESO donde no hay selección y nada se da por supuesto. Ahí sí que hablar de literatura no es un ejercicio cómodo.
EliminarNo creas, va siendo temerario también en la Universidad...
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