Páginas vistas desde Diciembre de 2005




jueves, 31 de diciembre de 2015

El patio de mi casa



Niñez.
Solo en la cocina
que da a un patio
muy pequeño y gris
sin perspectiva.
Encerramiento.
Fascinación contemplativa,
abro la ventana, miro
los desconchados de la pared
del patio. Paso muchas horas
embebido en esas formas
quebradas. Las siento mías.
Muchos años después
vuelvo a ellas,
¿cómo describirlas?
¿cómo comprender la escritura
que hay en ellas y que llega
hasta mí en la noche de fin de año
en que habrá euforia,
cava, uvas, campanadas,
abrazos, todo eso, pero yo
me voy con la imaginación
y la memoria a ese patio
de mi infancia en que no había
un limonero lánguido,
ni una fuente limpia,
ni una buena madre que tuviera
albahaca en sus macetas.
Mis ojos, asombrados,
miraban ese patio grisáceo
y creían distinguir formas
en las corcovas que se plegaban
como un garaje lunático.
No sé por qué doy importancia
a este recuerdo
pero me acompaña,
es mi huerto íntimo
que yo llenaba, en su aridez,
de mares y gaviotas,
de navíos piratas,
de aventuras asombrosas
para dominar
la angustia que ya llenaba,
como un pecio negro,
el fondo de mi alma.
Era mi huerto oscuro
que yo henchía de luz
en la tarde de los domingos
para comprender
a un niño extraño,
inmerso en lo invisible,
perdido en la duermevela
de otra vida distinta...
            ...
Me asomé una mañana
de primavera a la ventana
y metí mis manos puras
en el ensueño de mi patio
encantado en busca
de los navíos hundidos...
            ...
Y hoy estoy aquí,
con uno de esos bajeles
fantásticos en mis manos.
Escribiendo, advierto
que estaba allí en medio
de la angustia y el miedo
en un mar de lodo,
cubierto de grisura.
Pero tenía luz.
Este soy yo.

12 comentarios :

  1. El patio de la cocina de mis padres era semejante, también maloliente y además las cucarachas se paseaban de noche por sus paredes. En noches tales como hoy fregaba los platos de la cena, luego los secaba. Hoy también me toca fregar, pero de otra manera, como todos los días. Me gusta fregar, pocas personas lo comprenden, no es de mi incumbencia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Feliz año, ya han pasado unas horas de él. Y la vida sigue más o menos igual.

      Eliminar
  2. La memoria siempre encajona esos recuerdos que aunque son parte y culpa de como uno es en la actualidad; no dejan de ser emotivos.

    Te deseo mucha tranquilidad y sobre todo que sigas siendo tan auténtico que eso es lo que hace grande a las personas.

    ¡Feliz inicio de año Joselu!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Bertha, es curioso que estos textos merezcan tan disímiles consideraciones. Emotividad, ciertamente. Recuerdos. De todo un poco.

      Feliz año, Bertha.

      Eliminar
  3. Hay una expresión idiomática en inglés que se me ha venido a la memoria leyendo tu poesía inspirada por esos recuerdos de tu infancia que hoy emergen. "To see the writing on the wall" significa tener la capacidad de ver o de prever lo que sucederá en el futuro. Esas manchas en los muros de tu patio, tal vez, se asemejaban a letras que intentabas descifrar para leer tu propio futuro más allá de esas paredes que sentías propias y que, de cierta forma, parecían limitar tus anisas de aventuras, de ser tú mismo. Yo creo que eres un ser de luz, alguien que ha sabido descender al reino de las sombras para iluminarlas e iluminarte, y que has logrado pisar firme en la superficie. Eso te hace un ser completo. Hay muchas personas que jamás confrontan su propia oscuridad, ni siquiera la perciben jamás, pero no es tu caso, y yo encuentro que la experiencia de confrontarse con la propia oscuridad - la angustia- fortalece, enriquece y brinda aplomo y madurez.
    Te deseo un año nuevo con esa capacidad de ver "the writing on the wall", con ese don guiando tu camino e iluminando tus días, mi estimado Joselu.

    Un beso!

    Fer

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una hermosa metáfora la del "To see the writing on the wall". Una lástima que yo no pueda entrar en la riquísima cultura inglesa en directo dado mi penoso dominio del idioma. Estos días intentaba escribir algo sobre mi adolescencia, el periodo que se abre después de los seis años en adelante y veo que cambia mi vida de ser apasionante a ser gris y anodina. Fui a un colegio de curas sádicos y frustrados, tan diferentes de las monjitas en que estuve dos o tres años y donde aprendí a leer. Esos nueve años en aquel colegio fueron un fracaso vital de grandes dimensiones. No recuerdo nada luminoso de mi pubertad-adolescencia. Un periodo vacío, incapaz de inspirarme nada salvo mediocridad mía propia y del ambiente que me rodeaba. Solo los libros vinieron en mi ayuda algún tiempo después. Me doy cuenta que realmente viví en esa España de las postrimerías del franquismo terriblemente gris. Una pena. Solo la literatura me pudo rescatar de ello. Bueno, más que la literatura, los libros, porque literatura tardé en empezar a leer. En cuanto a tus generosas apreciaciones sobre mí, solo pueden provenir de un amigo afectuoso porque me veo y leo lo de estos días y siento más vergüenza que satisfacción. ¡Exponerse uno así! A veces pienso que se me va la pinza que se dice por aquí, pero ¿qué haría uno si no se le fuera de vez en cuándo? No tengo respuesta. Solo un enorme agradecimiento a tus palabras.

      Un beso, Fer.

      Eliminar
  4. Me asombran estas producciones poéticas casi diarias. Una pregunta: ¿estaban ya escritas o son resultado de la emoción/revisión-de-vida navideños? Porque si es el segundo caso, voy a empezar a creer no solo en las musas, sino también en que acuden a determinadas horas y días del año. Lo que podría dar lugar a hacerme la encontradiza con ellas :)

    Encuentro singular su escritura, desgarbada, caótica, irreverente, e incluso coincidente con mis vivires... Que si la horchata, los patios, los gatos, Ismael y ese elixir de la felicidad o santo grial en forma de aceite de ballena,...
    Mi "patio" fue la chimenea de mis padres, donde mi madre cosía a la luz de un flexo y yo aprendí a leer sola (¡ay, las madres, cómo perciben las secuencias de vida de sus hijos, la maestra nada tuvo que ver, según ella!).
    Desde entonces no me separé de los libros y, como usted bien sabe, tampoco de las chimeneas.
    Quedo a la espera de su próxima producción. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No creo que tenga que ver con la navidad, aunque váyase a saber. No sé. Todo comenzó con un texto ácido sobre la Navidad que no tenía previsto. De ahí sentí el deseo de escribir un siguiente texto utilizando técnicas de composición vanguardista y de asociaciones provenientes del azar. No, no los tenía escritos. No sé si es inspiración o resultado de un respirar hondo y ponerse a escribir sin excesivo control. En cuanto uno escribe condicionado por parámetros estilísticos, sociales, morales o religiosos su libertad creadora queda coartada. Mi patio fue sombrío, triste, tan diferente de esa alegre chimenea en que usted se hizo lectora... ¡Qué maravilla!

      Un cordial saludo.

      Eliminar
  5. "Rompí" a leer sola, no "aprendí"... La precisión, a veces, no es esquiva.

    ResponderEliminar
  6. Una de las que más me ha gustado, la imagen de tu patio triste es muy potente, un tragaluz parece. Cada ves tus poesías son más sutiles. Hasta que no sueltes todo esto en novela como parece que has dejado caer en algún comentario no va a acabar de estar fuera del todo. Yo tuve una infancia muy aburrida con respecto a esto, muy feliz y normal, como debería ser siempre, por cierto. Oh, no, desde luego si fuese así no saldrían personajes como tú. Pero el precio es demasiado alto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Adelanté en 1990 un boceto de dicha narración que me servirá de base de alguna manera. Tengo la intención de que sea corta, un tanto lírica, pero intensa. Tener a una madre malvada y a un padre ausente, visto en perspectiva es una potente inspiración literaria, si logras sobrevivir, claro. No obstante, estoy leyendo estos días el libro "Voces de Chernóbil" de Svetlana Alexeyevich y siento el horror que tuvo lugar allí. Es inimaginable. Yo lo vi desde lejos en 1986. Ser niño en esas circunstancias en las cercanías de Chernóbil tuvo que ser espeluznante. Igual que en las guerras, en tantos sitios de agudos conflictos en que los niños son víctimas que asumen un sufrimiento horroroso. Un niño que sufra es bastante común, bastante más común de lo que pueda parecer. Lograr hacer una construcción literaria de ello es el desafío. Creo que tengo todos los elementos para hacerlo. Solo falta encontrar el momento de ponerme a escribir lo que tengo en la mente. Igualmente, si yo fuera un buen narrador (cosa que no tengo nada claro) sería un guion cinematográfico excelente para Víctor Erice. Pienso que si logro creer en mí mismo (algo que no siempre logro) puede abrirse un periodo muy importante en mi vida. En alguna manera pienso que lo mejor está por llegar. Muchas gracias por tus palabras de aliento.

      Eliminar
    2. Aga recomendó en su día ese libro. No podría leerlo. El tuyo, sin duda, lo devoraría, por cercanía, no creas. No leo nada por el estilo, evito historias dramáticas en la literatura. Pero en tu caso claramente el interés sería para entender tu forma de ser, sin duda.

      Eliminar

Comentar en un blog es un arte en que se recrea un punto de vista razonado, emocionalmente potente.

Selección de entradas en el blog