Una jornada de un profesor es algo
especial. Sobre todo si este quiere disfrutar con sus clases haciendo de ellas
algo creativo y motivador. Pero el estrés está asegurado. Una jornada que
comienza a las ocho de la mañana con dos horas de correcciones y preparación de
materiales en el departamento. Luego a las diez comienzo mi periplo docente.
Clase de segundo de ESO. El último día estuvimos hablando de la narración,
elementos de la misma, tipos de narradores... Plas. Clase como reto. Un texto
sin referencia de a quién pertenece. Lo leemos en voz alta. Tienen que
localizar a qué obra pertenece, el autor, año de publicación, país de origen, y
contestar diversas cuestiones sobre el tipo de narrador, el espacio y el tiempo
de la novela. El fragmento es el comienzo de “El guardián entre el centeno” de
J.D. Salinger. Ellos tienen un portátil. Que se espabilen. Se trata de ser
buenos investigadores y capaces de aplicar la lógica y la conexión de datos que
fácilmente encontrarán enseguida. San Google contiene todo. Una alumna lo había
leído el año pasado. Los demás localizan fácilmente la autoría pero se
desconciertan cuando han de aplicar la lógica, incluso los más estudiosos. El
premio de esta prueba es a los tres mejores investigadores y capaces de
enfrentarse a un problema intelectual. Silencio durante toda la hora.
Concentración. Alguno dice que es muy fácil. Veremos.
Clase de primero de ESO con alumnos de
necesidades educativas especiales. Ritmo muy lento. Algún problema de
disciplina al principio. Luego consigo ponerles a trabajar. Las diferencias de
rendimiento son extremas. Algunos culminan la tarea de reconstruir 26 frases
desordenadas y otros ni siquiera han llegado a la segunda o tercera. Olvidan
continuamente las contraseñas para entrar en su cuenta de Edmodo. Buen ambiente
al final pero las diferencias entre ellos son muy grandes. Alguno apenas
pergeña el castellano.
Breaktime para el café. Profesores
abducidos por los móviles. Necesidad de desconectar. Frivolidades, bromas,
confidencias sobre el pirateo de películas, Dunia sonríe enigmáticamente, en la tele hablan de el Pequeño Nicolás que se ha
ido sin pagar, un simpa que le llaman. No entiendo que un mindundi como este
muchacho puede llenar tantos espacios de televisión y, sin embargo, no hablan
de la poesía de Pessoa, o de la historia del sexo de Foucault.
Clase de bachillerato. La novela de los
años cincuenta. Dar clase de bachillerato es lo más fácil que existe. Hablas de
lo que sabes y te escuchan. La resistencia al franquismo. Escribir entre líneas
para pasar la censura. La España de la posguerra. Imágenes de multitudes –les
proyecto- con el brazo en alto y cantando Cara al sol. También les pongo
L’Estaca de Lluís Llach. Les digo que no crean que España era antifranquista.
El ochenta por ciento de la sociedad solo quería pan, paz y trabajo y Franco se
lo dio tras una guerra demoledora. Franco murió en la cama. No fue derrotado.
Rememoro el tiempo en que yo era militante de extrema izquierda cuando tenía su
edad. Tenía sex appeal irse a trabajar como obrero siendo universitario. Mis
trabajos como camarero y en la construcción. La novela social tiene una
intención crítica pero los obreros no leían novelas. Los escritores (Aldecoa,
Ferlosio, Goytisolo, Ferres, Matute, Fernández Santos...) son de clase media
bien situada. Le dan al pimple y Ferlosio a las anfetaminas. Aldecoa muere
joven de cirrosis. Le gustaban demasiado las tabernas. Vivía entre Canarias y
Nueva York. La literatura de los años cincuenta se inspira en parte en el
neorrealismo italiano. Me gustaría ponerles una película para que lo
conocieran. Pero no hay tiempo. Es una mentira que todos los catalanes fueran
antifranquistas. Las tropas de Yagüe entraron en Barcelona entre el delirio
popular para poner fin a la guerra. La represión antirreligiosa alejó a muchos
catalanes de la república. Ana María Matute no es fácilmente clasificable. La
novela que hemos de leer es suya: Luciérnagas. La guerra civil en Barcelona. Un
cronotopos. Matute no nos habla de buenos y malos. Es el drama colectivo lo que
se recrea en esta novela. Fue censurada esta novela por su ambivalencia. Les
pondré imágenes grabadas con la escritora. Les cae bien. Era encantadora. No
era maniquea. Nunca se definió políticamente. Fue su gran acierto. La guerra
civil no es una historia de buenos contra malos. Es una tragedia terrible de un
país cainita. Y no aprendemos. Nunca manipular. Saben que fui comunista. Me
preguntan si todavía lo soy. Siempre decirles la verdad. No, no lo soy. Pero a
los dieciocho años necesitas –entonces- cambiar el mundo. Ahora quieren ser
ricos. El dinero no da la felicidad pero produce una sensación tan parecida que
es difícil de distinguir. No sé si es de Groucho Marx. Pero yo era marxista del
otro lado. Ya no. No creo que el mundo pueda ser cambiado, pero esto nunca se
lo confesaré a mis alumnos.
Última hora. Ciclo de cine y valores
humanos para tercero de ESO. Proyección de la película El milagro de Ana
Sullivan. Un filme extraordinario de Arthur Penn. Es un cine reflexivo en
blanco y negro, lento. Pero a muchos les gusta esta película, otros están
inquietos porque querrían más acción y color. La primera de la serie fue
Capitanes intrépidos de Victor Fleming. Luego les proyectaré Matar a un
ruiseñor también en blanco y negro dirigida por Robert Mulligan. Posiblemente
también les pasé El niño salvaje de François Trufaut. No quiero ponérselo
fácil. Tienen que habituarse a ver buen cine, del que hace pensar. Ese es mi
objetivo. Hacerles pensar. Me piden una peli de terror. He pensado pasarles La
noche de los muertos vivientes de George A. Romero, también en blanco y negro.
Después de la peli hay un foro de debate sobre la misma, una especie de cine fórum,
como antes. Cine cinco estrellas. Cine duro y potente.
Fin de la jornada. Vuelvo a casa. Han
sido seis horas y media de no parar. Pero estoy contento.
Hace tiempo, no recuerdo cuanto, escribiste una entrada en la que hablabas de los futuros recortes en educacion y las malísimas consecuencias que tendrian.
ResponderEliminarEn este curso solo te hemos visto escribir entrada sobre docencia en las que te muestras exultante. ¿dónde quedaron los terribles efectos que pronosticabas?
En Castilla y leon se han notado poco. Tenemos más alumnos por clase. Eso es todo.
No puedo evaluar los efectos de los recortes más que en lo que a mí y a mi contexto se refiere. No recuerdo bien qué pude decir. Lo cierto es que no tenemos dinero para fotocopias (las tenemos controladísimas) ha disminuido el presupuesto en limpieza y calefacción, no podemos comprar ni un libro para el departamento, tenemos más alumnos por clase ... En fin, pero sobrevivimos, es cierto. Supongo que a todo se adapta el profesor y los alumnos.
EliminarAlgo parecido paso con el ébola. También hiciste una entrada alarmista.
ResponderEliminarCreo que era en 1990 o 1991 escribí un texto sobre la incipiente guerra de los Balcanes. Hablaba en términos dramáticos sobre lo que significaba la limpieza étnica y sus posible consecuencias. El profesor que lo leyó comentó que no exagerara tanto. Desgraciadamente lo que vino fue mucho peor que lo que yo había escrito. Supongo que recordará el desarrollo de la guerra. En 1994 yo me casé y no tuve tiempo mental de aquilatar el estallido del conflicto entre hutus y tutsis que llevó a un genocidio de un millón de tutsis y subsiguientes represalias terribles. Siempre he sentido como un abandono mi desinterés por el tema, mi indiferencia, mi lasitud a la hora de enjuiciarlo y considerarlo. Ni lo hablé con mis alumnos. Supongo que podría haber hecho poco o nada, pero mi inconsciencia en aquel momento me ha acompañado desde entonces. Luego he investigado aquel conflicto y no puedo entender cómo no fui consciente de su magnitud.
Eliminar¿El ébola? ¿Alarmista? No he revisado lo que escribí, pero me parece miserable el abandono en que hemos caído desde que se curó Teresa Romero respecto a los países africanos en que se sigue extendiendo la pandemia. El caso de esta auxiliar actuó como una vacuna para nuestra capacidad de atención sobre el tema. Se curó y adiós al ébola. Ya nos habíamos saturado del asunto. Así es nuestra atención. Igual que el tema de los refugiados sirios. No existe. Hay millones de refugiados malviviendo en el desierto y nadie dice nada. Nuestra capacidad de atención es selectiva y si no nos afecta, que el mundo se hunda. Supongo que es humano. ¿Alarmismo? No sé cómo se debería calificar a una llamada de atención. Supongo que todos somos hipócritas y si no nos toca a nosotros ... que les den por ahí.
Yo hice una entrada sobre ALARMISMO CON EL EBOLA de la que estoy muy orgulloso. Se puede encontrar buscando Ese titulo en PATATITAS POCHAS.
ResponderEliminarYo no me siento orgulloso de nada. Probablemente nuestras verdades son parciales, sectoriales, provisionales ... Es difícil aquilatar la dimensión de algo cuando está empezando. Tal vez no sea nada o tal vez sea mucho. Probablemente en los años de la guerra mundial habría gente que también sería razonable y que no querría que se exageraran las cosas, todas esas cosas que se decían de campos de exterminio. Eso no podía ser cierto. A veces acertamos y a veces nos equivocamos.
EliminarLo mejor, la "ze(re)nidad" de la fotografía... Hay que estar muy sereno para estar soberbio, como suele ocurrir en tus clases. Destacaría, por ejemplar, la capacidad que siempre has tenido para reinventarte en cada clase, para derrochar una confianza en la eficacia de tu acción docente, algo que tus exalumnos han reconocido y tus excolegas, como yo, también. El profesor de nuestros días ha de tener más de guía que de fuente de contenidos, aunque debe de dominar estos a la perfección en su disciplina, porque la explicación más difícil no es la que se lleva preparada de casa, sino la que se ha de improvisar al hilo de los intereses súbitos de los alumnos. Y ahí no todos saben navegar por aguas tan turbulentas...
ResponderEliminarMe sorprendo en las clases cuando las circunstancias permiten un desarrollo sereno de la materia (lo que no siempre es posible). Y sí, había perdido totalmente la confianza en mí mismo, pero lentamente la voy recuperando. Es muy cierto que cada año, cada clase, me voy reinventando. Es mi condena y mi pasión. Tal vez podría ser de otra manera, pero esa es la mía. Gracias por tus generosas palabras llenas de afecto.
EliminarPues no hay nada mejor que esa sensación al salir del centro de trabajo: la alegría por un trabajo bien hecho. ¿Que no todos los alumnos habrán aprovechado de igual manera el esfuerzo del profesor? No damos clases a máquinas.
ResponderEliminarNo sé si es un trabajo bien hecho, pero ha sido el trabajo del día y hay algunos en que sientes que no ha estado mal del todo. Otros llegas a casa tocado y casi hundido. Hoy no ha sido un buen día.
EliminarNo me resulta desconocido nada de lo que explicas porque es mi trabajo también. No suelo hacer valoraciones del día a día aunque si es cierto que concluir el día con cierta satisfacción es gratificante.
ResponderEliminarQuería resaltar que el traslado de un aula a otra supone una traslación mental impresionante. El profesor es un mago que representa todas las funciones mentales y teatrales. Desde lo más elemental a lo más sofisticado, desde la precariedad a la complejidad; son viajes mentales entre los que apenas existe tiempo para trasladarse. Este era el sentido de mi post. Unido al estrés profundo que existe en nuestra profesión, cada vez más. Recuerdo el tiempo que daba tiempo entre clase y clase para fumarse un cigarrillo en la sala de profesores antes de cambiar de aula. Ahora es frenético. El profesor no puede retrasarse un punto pues puede ser traumático. Y en ese traslado ha de cambiar totalmente de programa en un proceso de adaptación impresionante.
EliminarDoy fe del don de la ubicuidad tan desarrollado que tenemos los profesores. Yo, cuando tengo tres clases seguidas me llevo todo el material a la primera, y muchas veces necesito un "porteador" que me lleve algunas cosas de un aula a otra. Otra cosa son las estanterías mentales que debes tener para tener todo pautado y clasificado en la cabeza, disponible para usarlo en cada unos de los diferentes microcosmos que son las aulas.Solo nos falta desarrollar un poquito más la teletransportación...porque al final siempre acabamos habiéndonos dejado algo en el departamento.
EliminarRealmente, es un proceso de adaptación difícil de percibir para el que no conozca la profesión. Yo suelo trabajar con el iPad que contiene todo lo que necesito. Otra cosa son los ejercicios corregidos, trabajos... Es ciertamente la organización mental que exige una cabeza muy estructurada para saber en qué punto exacto se está en cada clase, cuáles han sido los problemas de aprendizaje, necesidades de refuerzo, etc. El iPad es algo maravilloso para la organización mental. Y sí, algo te dejas en el departamento y ahí estás subiendo y bajando escaleras con el riesgo de dejarlos solos unos minutos. Gracias, Paz, por tu comentario.
EliminarGracias a ti , por dejar constancia de una manera tan auténtica de nuestras cuitas como profesores.
EliminarPor cierto, he visto que ya no andas por mi blog. Estoy abierta a críticas y sugerencias para recuperarte ;-)
EliminarMe ha producido alegría y bienestar leer tu entrada, Joselu. Se te ve dinámico, activo, creativo y a gusto. Y esto me alegra. ¡Qué lejos de aquellas entradas en las que pedías la hora...! Aquellos momentos (que todos pasamos) de desánimo y desazón en los que vemos enemigos por todas partes. Que todos están contra nosotros (¡vaya una estupidez!) y que no aportamos nada...
ResponderEliminarHoy no. Hoy te veo bien, muy bien.
Mirando los temas que abordas, considero que en tus clases la crítica y la libertad de opinión es moneda corriente. Y esto es un logro en los días que corren.
La literatura está conectada con la historia. Y a partir de los autores se puede sacar a flote la realidad cotidiana de lo escrito, así como la ideología o las propuestas que el escritor (o escritora, claro) ¡A ver si alguien inventa un término neutro para no tener que estar todo el tiempo diciendo escritores y escritoras, alumnos y alumnas...! Bueno, a lo que iba: lo que se intenta decir a partir de un relato, un poema... Y siempre es mucho lo que se puede sacar de ahí. Y veo que tú lo estás haciendo con tus alumnos. Ellos (y ellas) sabrán en un futuro discernir o por lo menos plantearse los porqués de unas imágenes en el cine, de unas letras en el periódico, de una argumento en una novela, de un estilo...
Y otra cosa. Es muy importante para mí, y creo por lo que he leído, para ti, el relativizar la verdad. Nada es completamente blanco y nada es completamente negro. Hay millones de matices. Y estos matices suelen olvidarse en propio usufructo (son los malos informadores o los malos historiadores). Me niego a aceptar como bueno aquello que se admite como "una cadena de izquierdas o de derechas" "un historiador de derechas o de izquierdas" ¿Pero esto qué es? Uno ya se está descalificando cuando admite esto. Es como si un árbitro de fútbol antes de empezar el partido dijera abiertamente que es forofo de uno de los dos equipos... o sea que se atengan a las consecuencias...
Un fuerte abrazo.
Un excelente comentario, Miguel. En mi modo de ver las cosas, el que proyecto, siempre es crítico con el pensamiento dominante no adhiriéndome a ningún sistema de los que huyo. No me siento cómodo con el sentir de la izquierda pero tampoco con el de la derecha, y no es que esté en el centro. Es que sé que todos mienten para justificar su punto de vista.
EliminarUn fuerte abrazo.
Es cierto que el ritmo al que trabajamos no nos deja parar un momento. A veces tengo la sensación de que he entrado y salido por la puerta de mi centro en cuestión de segundos. No hay tiempo para parar, además de las clases, son reuniones de todo tipo, llamadas de padres, de las editoriales, de empresas de teatro y otras actividades extraescolares. Yo ya no atiendo el teléfono en los recreos, en ese tiempo no estoy trabajando, está fuera de mi horario y mi salario, pero es igual, siempre hay algo que hacer. Sin embargo, este curso no me quejo de mis clases, puedo dar clase medianamente bien, aunque las clases son muy numerosas no tengo alumnos especialmente disruptivos, no me faltan al respeto ni a mi ni a sus compañeros, con eso ya me doy por contenta. El día a día es duro. Me gustaría hacer más cosas de las que hago con mis alumnos pero con una media de 30 para arriba es complicado.
ResponderEliminarY el caso es que me gusta mi profesión pero es frustrante, muy frustrante. Este invierno la gripe ha dejado las clases diezmadas y, cuando a la clase le quitas 7 alumnos de golpe, sencillamente es otra, y cuando el auxiliar se encarga de doce, por ejemplo, a mí me cunde el doble y los alumnos aprovechan en la misma proporción. En fin, para qué seguir contando.
Este año, Angie, solo tengo media jornada, ello me deja un día libre entre semana. Esta situación me permite ir al centro y no sufrir esa terrible y demoledora sensación de agotamiento y de impotencia. Estoy contento. Vivimos con menos pero ello es fuente de salud y de paliación del estrés. Sé que no cambiaré la educación ni la realidad de mis alumnos -esto es creerse demasiado importante-, hago lo que puedo procurando pasármelo bien. Siempre he creído que el fundamento de la educación es "enseñar a pensar". No es una tarea fácil pero a ello me oriento. No puedo concebir otro objetivo -además de los convencionales, claro está-. Enseñar a pensar solo se puede desarrollar pensando delante de ellos, que ellos vean que estás pensando, que no tienes ideas cerradas, que hay temas especialmente sugerentes que te motivan. Esto lo entienden cuando son más mayores, pero a los pequeños hay actividades que ayudan en este objetivo. Esto es lo único que pretendo.
EliminarDe niño se vive en el hoy .Un día abandonamos aquella tarde de pájaros, de juegos: el paraíso. y nos vamos una temporada al oficio de vivir .Con los años y cuando el retiro está cerca se abre una puerta hermosa: recuperaremos aquella tarde que dejamos a medias y volveremos a vivir en el presente. Esa alegría tuya creo que navega en estas aguas de mi comentario
ResponderEliminarNo siempre es así. Me refiero a que la inminencia del paso a situación B, sea procuradora de una segunda niñez. Yo he vivido casi siempre en ella. No entiendo mi función como profesor sin ella. El problema surgió con una ola de sucesivas situaciones depresivas que me han mantenido una década postrado, sin capacidad de interactuar con la realidad de mis alumnos (aunque lo intentaba). El hecho de coincidir con una real recuperación anímica y unas generaciones más flexibles ha hecho que esta sensación de bienestar evoque el que yo sentí hace ya tiempo y al que no había renunciado. Se podría decir que en cierto sentido vuelvo a ser el que fui antes unas circunstancias absolutamente distintas y a las que hay que adaptarse. Doy clase de literatura en bachillerato a un curso en que muchas de las chicas son magrebíes (con velo y sin velo), latinas, y un grupo más desmotivado de chicos españoles. Ello me llena de orgullo: esta transformación de el contexto y mi vivencia alegre de ello.
EliminarAntes de ser profe trabajaba de mantenimiento eléctrico. Tenía turnos que a veces se alargaban sin mesura; trabajaba a la intemperie, en invierno y verano, a cualquier hora del día o la noche, en alturas, fines de semana, festivos... Sin embargo, no recuerdo en ningún momento la sensación de agotamiento mental que genera la docencia en estos tiempos (al menos en algunos contextos educativos). Hay días buenos y días malos, pero todos tienen ese aire de plenitud que se intuye en tu post, esa sensación de montaña rusa que no se puede detener y que no sabes dónde ni cómo va a parar. Comparado con mi anterior trabajo, dar clase exige una atención precisa y una intensidad que solo conoce quien ha pasado por ahí. Evidentemente, hay quienes lo viven de otro modo, quienes no se toman la molestia de lidiar con lo que tienen delante, quienes se limitan a abrir el libro y mandar ejercicios. También hay contextos en los que dar clase hoy es igual que darla hace cien años. Por suerte, mis clases tienen de todo menos rutina, son clases vivas, son días que nunca se repiten, por suerte...
ResponderEliminarEl agotamiento del profesor se da en todo tipo de contextos. Tenemos la experiencia de que trabajamos con seres humanos en proceso de formación psicológica, vivencial e intelectual. Hay que saber de seres humanos en este proceso, y estar bien, muy bien mentalmente. Además tener una cierta dosis de idealismo, de creencia en lo imposible. El profesor tiene o ha de tener la sensación de que puede cambiar la realidad, al menos de algunos de esos muchachos que tiene delante. Para mí, la realidad educativa me lleva a no repetirme jamás. No puedo utilizar las hojas amarillentas de siempre como esquema mental. Este es un oficio en permanente estado de cambio. Y en este cambio hay que navegar peligrosamente entre Escila y Caribdis, es decir, no convertirse en un funcionario adocenado que se pliega a "la realidad" para no crearse conflictos y no caer en un estado de postración que haga emerger las potencias más negras del espíritu y el subsiguiente hundimiento de la nave por no poder adaptarse a esa realidad. Entonces "adaptarse sí" pero según y cómo. No es fácil la resolución del problema, y los docentes dan respuestas distintas de todos los pelajes. Yo sé algo de la mía, pero no sé de la que dan los demás. Hay de todo, pero no me atrevo a enjuiciarlas, habida la navegación procelosa de mi nave que ha fondeado en todos los puertos. desde el éxtasis a la más oscura de escolleras del alma. Y sí, el resultado de ese día fue de plenitud. No siempre es así, pero quise dejar constancia de ello.
EliminarPara un profano el relato del devenir diraio en las aulas refleja un mundo que les resulta totalmente ajeno. Sólo un maestro puede comprender a otro y nadie entiende la tensión, los matices, la frustracción o el placer que supone enfrentarse a una clase llena de alumnos muy diferentes entre sí. Conseguir atraer y mantener su interés es una tarea titánica, acabamos agotados. No podemos parar ni relajarnos, si bajamos la guardia estamos perdidos. Debemos atender a sus demandas sin perder de vista los objetivos oficiales que debemos alcanzar. El profesor debe mostrarse firme y seguro, lo que presupone un equilibrio emocional no siempre posible. Si dudas estás perdido. Establecer con ellos un vínculo emocional es la clave para conseguir un clima agradable que haga posible el aprendizaje pero no podemos traspasar ciertos límites. Me gusta tu manera de enfocar las clases y cómo lo cuentas. De una clase a otra debes cambiar radicalmente de contenidos y de métodos, es como para volverse loco. Me encanta que utilices películas clásicas como las que mencionas para hacerles reflexionar sobre temas que les atañen directamente porque creo que el cine tiene la virtud de contar grandes historias con magia y poder de seducción. Una imagen puede valer tanto como un tratado. Si tus alumnos aprenden la enorme lección que ofrece Gregory Peck en "Matar a un ruiseñor" no la olvidarán nunca. Se puede estudiar toda la Historia a través de la literatura y el cine. Si alguien quiere captar la crudeza de la guerra debe ver "Senderos de gloria" o "La cruz de hierro", por ejemplo, o "Cartas desde Iwo-Jima", para ver otro punto de vista. La vida está en las aulas, cosa que suele olvidarse, como si el saber sólo estuviera en viejos manuales. Si los profesores nos ciñéramos a los programas oficiales exclusivamente las clases serían un cementerio de elefantes. Por suerte existen miles de docentes como tú que saben dar respuesta a las inquietudes de los adolescentes de forma inteligente y atractiva. Te felicito y te admiro.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, colega.
La siguiente película que quiero pasarles después de "Matar a un ruiseñor" es "El niño salvaje". Creo que lo he dicho. También me gustaría pasarles "La strada" de Fellini pero tendré que esperar a otro año en que plantearé el ciclo de doce películas como obras maestras del cine en blanco y negro. Y empezaré por Luces en la ciudad" de Chaplin, King Kong de Merien C. Cooper, seguiré con las reseñadas en el post, Con faldas y a lo loco, Senderos de gloria, El ladrón de bicicletas, Umberto D, La lista de Schindler... Esta es una idea que me fascina y que espero poder llevar adelante antes del final de mi carrera docente. Puede haber alumnos que se desesperen, pero si hay otros que entiendan es posible que mi carrera esté redimida al final.
EliminarNo merezco felicitaciones ni menos admiración. Me lo paso bastante bien, y a veces muy bien. ¿No es suficiente?
Un fuerte abrazo, Yolanda.
Da gusto tener profesores así, justo sobre ellos estaba escribiendo yo.
ResponderEliminarY geniales películas, yo tuve mala suerte y en mis últimos 4 años de instituto vi La Regenta 8 veces.
¿A qué se debió? ¿Leisteis la novela de Clarín? No entiendo esa sucesión de proyección de La Regenta. Un saludo cordial.
EliminarDimos La Regenta en 3º de la ESO (no me equivoco) y la misma profesora, que se ve que era su novela favorita, que tuvimos dos cursos seguidos (3º y 4º) nos la hizo ver dos o tres veces cada curso.
EliminarTambién en mi instituto andamos escasos de fotocopias y tampoco compramos libros. Pero el problema de la educación no es un problema de dinero, como bien explicaba el autor del Manifiesto antipedagógico. Sin gastar dinero en fotocopias y sin comprar libros nuevos para la biblioteca se podría dar una educación de altísima calidad. Creo que se ha exagerado mucho con los recortes en la educación. Creo que se ha hecho interesadamente, para perjudicar al gobierno del PP. No digo que tú lo hayas hecho, digo que se ha hecho. Se habla de un desmantelamiento de la enseñanza pública. En fin, bullshit.
ResponderEliminarNo digo que en algunos países africanos no sea una tragedia. Claro que lo es, como lo sigue siendo el SIDA. No hablaba de eso. Tampoco tú has vuelto a hablar del Ébola desde que Teresa Romero se curó. En tu entrada de lo que hablabas es de que ahora los países europeos no podrían obviar el problema, que habiendo llegado a nosotros (y siendo ya inevitable el contagio) no podríamos sino preocuparnos. No ha sido así. Fuiste víctima por el alarmismo que inunda los medios en cuanto aparece alguna catástrofe. En ese sentido decía que yo me sentía orgulloso de mi entrada. Me di cuenta que el problema en España estaba inflado.
ResponderEliminarY sobre eso que dices de que no te sientes orgulloso de nada me cuesta creerte. Hay bastantes veces en que escribes tu entrada eufórico, contento de la clase has dado o cómo has planteado un tema a los alumnos. No sé desde dentro, pero yo desde fuera te veo orgulloso de lo que has hecho y así me parece que lo cuentas.
Dura poco. Es lo que intenta retener este post de un momento en que salí de clase con satisfacción. Afortunadamente el orgullo no anida demasiado en mí. Tengo otras cosas en qué pensar. Ello no quiere decir que no haya momentos de plenitud como el que recreaba. Estos son a cambio de otros momentos de profundas simas que también han existido.
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