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lunes, 9 de febrero de 2015

La presión de lo correcto


Estoy a punto de dejar la profesión y me siento un aprendiz de gamberro que no puede dejar de sentir admiración por la realidad de la vida en la medida de que puede ser objeto de un reportaje. Me gusta la fotografía. Soy feliz con una cámara y haciendo fotos más o menos afortunadas. Me ayuda a sobrevivir y a añadir ilusión a mis días que terminan siendo en muchos sentidos apasionantes. Pero hoy he recibido unas observaciones amistosas por parte del equipo directivo de mi centro. Los tres miembros del equipo me han hecho reflexionar sobre el último reportaje fotográfico, que he realizado y colgado en Youtube, de mis alumnos con motivo de su salida a la exposición fotográfica de Gervasio Sánchez en el Palau Robert de Barcelona. El tema de la exposición, con textos de Mònica Bernabè, es la situación dramática de la mujer en Afganistán. Es un reportaje espléndido que he visto en tres ocasiones lo que me ha conmocionado, especialmente la primera vez que lo vi. Pensé que mis alumnos de segundo de ESO, entre los que hay bastante muchachos musulmanes, serían unos estupendos visitantes para esta muestra fotográfica. Entiendo que es muy importante subrayar la cultura visual de calidad a la que no es difícil acceder pues estos chicos son más proclives a entender las imágenes que las obras literarias.

Salimos con ellos dos profesores. Los chicos se portaron bastante bien. Yo diría que muy bien teniendo en cuenta que son muchachos de calle más que de biblioteca. Yo llevaba mi cámara fotográfica y realicé con ellos un reportaje sobre su viaje en metro y su asistencia a la exposición registrando sus reacciones, sus caras de estar pensando, sobre su adolescencia en estado puro en contacto con la vida. Reconozco que cuando tengo una cámara en la mano no sé discriminar qué es oportuno pedagógicamente y qué no. Es como si la vida se me abriera delante y mi objetivo solo hiciera que recogerla en directo. Me siento como un corresponsal de guerra que se deja la piel delante de lo que ve. Fotografié a mis alumnos en la calle yendo a la exposición. Varios de ellos, musulmanes, se quedaron extasiados ante una tienda del centro de Barcelona de ropa interior femenina y recogí ese momento genial cargado de sentido. Los fotografié en la entrada del Palau Robert esperando y almorzando. Creo que les gusta que los fotografíe, siento que confían en mí y que esperan que les saque guapos, aunque muchas veces no se ven así. Yo siento que estoy ante un misterio que es la adolescencia, un tobogán emocional lleno de contradicciones, tan luminoso como doloroso. Leo sus redacciones sobre el miedo y advierto que estos muchachos tienen muchos miedos, más de lo que parece, y el miedo a la propia imagen –bastante extendido- es uno de ellos. Pero forma parte del ritual. Ellos saben que hago fotos y ellos se dejan fotografiar. Luego vemos las fotos juntos y nos reímos o reflexionamos sobre ellas. En la exposición se portaron magníficamente y los vi reflexivos sobre lo que estaban contemplando, ese horror en que están sumidas las mujeres afganas. Varias muchachas llevan  pañuelo – hiyab- y su imagen en mis fotos se mezclaba con las de las mujeres de la exposición de Gervasio Sánchez. Era un juego interesante. Enseñamos a estos muchachos a ser críticos con la realidad, yo al menos me lo planteo así. Después de estar hora y media dentro de las salas del Palau Robert salieron a los jardines y jugaron un rato. De aquí el problema, uno de los problemas. Tienen trece años y tienen ganas de jugar, de abrazarse, de quererse y de odiarse. Son de orígenes distintos pero juegan juntos –o se pelean-. Me di una vuelta por el recinto de los jardines y de pronto vi a tres o cuatro subidos a un árbol. La imagen me pareció preciosa. ¿Quién con trece años no ha soñado con tener una casa en un árbol? Pero aquello estaba mal y yo debía reprenderlos. Los hice bajar, pero antes disparé tres o cuatro fotos en el árbol. Otros se habían subido a una estatua donde aparecián abrazándose y comunicándose afecto chicos musulmanes, latinos, hispanos. La imagen me gustó y pensé que merecía ser recogida pues en efecto, los veo tantas veces peleándose que contemplarles en estado de vibraciones positivas me encantó. Los fotografié en la estatua igual que luego jugando con una cadena por la que pasaban al estilo de los ejercicios de zumba. Me di cuenta de que ya era hora de volver al instituto y los fui recogiendo por el recinto para de nuevo retornar a Cornellà. Algunos corrían, otros comían patatas fritas, lo normal en estos casos.

La última hora hicimos clase normal y trabajaron con seriedad sobre las tareas encomendadas sobre la exposición “Mujeres”. Fue una mañana divertida e interesante. El problema es que en mi función como profesor se mezcla una vena ácrata que no logro nunca reprimir del todo y quise hacer un reportaje sobre lo que había sido la salida, un reportaje educativo, divertido y veraz sobre lo que son muchachos de trece años que están saliendo de la infancia. Ya sé que soy educador y que mi misión fundamental es controlarles y evitar el asilvestramiento de ellos ante actividades culturales. El caso es que monté un vídeo con música de la que les gusta mezclando las distintas fotos en blanco y negro y color con comentarios míos sobre la salida, comentarios bienintencionados sobre el motivo de la exposición que no es otro que denunciar la opresión que padecen las mujeres en algunos países, y la lucha de algunas de ellas por reivindicar su libertad. Ahí tenemos a Malala, la premio Nobel de la Paz, que lucha por el derecho a la educación de las niñas afganas. Monté el vídeo con mayor o menor fortuna recogiendo los distintos momentos de la salida: desde su visita al escaparate de ropa interior, su momento del bocadillo, la visita a la expo con fotos de ellos asombrados ante lo que veían, trabajando, su espacio posterior de juegos, incluido el que estaban encima del árbol o jugando a la zumba, así como su viaje en metro durante diez o doce estaciones. El resultado me gustó. Lo colgué con su permiso de imagen y envié el enlace a los compañeros del centro así como a los alumnos que salieron.

Hoy el equipo directivo me ha hecho saber que mi trabajo es bueno pero no es oportuno pedagógicamente en algunos sentidos. No podemos mostrar a los muchachos subidos a los árboles o a una estatua pues eso da una imagen de descontrol del instituto. Pero los chicos son así, les digo. Ya, pero no se debería mostrar. ¿Qué les estamos enseñando? Todos sabemos que esa es la realidad de nuestros muchachos pero otra cosa es mostrarlo como actividad del centro. En otro instituto ya nos habrían montado un serio conflicto. Entiendo las razones de mis compañeros y digo que inmediatamente lo retiraré.


Cuando soy fotógrafo me encuentro con ese momento en que la cámara vive por sí misma y no sé discernir demasiado los límites de la realidad que debe ser mostrada. Por  otro lado, veo la obsesión angustiosa que vivimos sobre lo que es correcto o qué no. En cierta manera me siento orgulloso de este documento –que he retirado ya- en que se ha visto la realidad de treinta muchachos y muchachas adolescentes en una mañana en que han salido a aprender otras cosas que no aparecen en las aulas. A la vez siento una profunda inquietud al no saber deslindar mi faceta de creador y fotógrafo de mi faceta de educador y especialista en lo correcto, pues no siento remordimiento por haber dado salida a otra visión de la realidad -pienso que hermosa- que la que es oportuna. Ello no quiere decir que no comprenda las razones de peso de mis compañeros.

18 comentarios :

  1. Como profesora fuera de ejercicio pero en la búsqueda, estimado Joselu, te digo que me habría empacado si me hubiesen hecho una cuestión por tan poca cosa. No mostraste en tu video ningún acto de indisciplina ni mala conducta por parte del alumnado, que además se encontraba fuera del instituto, en un lugar abierto con naturaleza para disfrutar y arte para interactuar. Muchas veces las autoridades nos plantean cuestiones que no se cómo manejarían ellos si estuvieran en nuestros zapatos. Eso fue lo que me llevó a abandonar mi último empleo en un instituto de enseñanza privada porteño.
    Si te queda poco para retirarte y tienes la autorización de tus alumnos para hacerlo, podrás subir esas imágenes cuando te desvincules del instituto y te dediques plenamente a esta nueva y oportuna pasión en tu vida.

    Un abrazo.

    Fer

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    1. No es una nueva pasión, Fer. El primer sueldo que cobré en la enseñanza unido a la paga extraordinaria (cuando nos la pagaban) fue para comprarme una cámara y un equipo de revelado de blanco y negro. La fotografía siempre me ha acompañado. Quizá ahora lo que pasa es que quiero profundizar más, aprender más, abrirme a campos que desconocía como la fotografía callejera o el macro, entre otros. Y sí querría dedicarme por entero a la fotografía cuando cambie de profesión. Hacer fotos me hace vivir con especial ilusión, llena de dinamita mis días y mis noches. Y tengo una ambición inmensa en ello. Pienso que lo mejor de mi vida está por llegar, y un nuevo terreno profesional debe abrirse ante mí, así lo intuyo.

      Un abrazo.

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  2. Las cosas que "son" pero "no se deberían mostrar"...la escuela como escaparate.No me convence en absoluto.Sigue captando imágenes sin cortapisas internas, no te frenes porque te tengan que "reñir".El rol interesante es el tuyo.La señorita Rothenmeier siempre ha sido una antipática y una amargada.

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    1. Sin embargo, cada vez es más difícil salirse de lo estrictamente formal y oportuno. En una salida académica debe haber fotos didácticas, positivas, pedagógicas (muchas de las que hice lo eran) y debe evitarse todo componente ajeno a ello. Por propia supervivencia, por propio instinto de conservación. Y la Junta creo que actúa con arreglo a dicha prudencia para prevenir cualquier problema sobrevenido. Yo les entiendo a ellos. Soy yo quien no está suficientemente adaptado a la realidad de 2015. Lo que hice no se le ocurre a nadie. Hay una autocensura clara que impide que se hagan ciertas cosas que desbordan lo lógico. Pero ya he dicho que hay en mí una vena ácrata que por mucho que he intentado amordazar siempre me sale. No pienso que sea problema de una señorita Rothemeier antipática y amargada. No, creo que es una señorita con los pies en el suelo del tiempo que hemos creado y su lógica. A nadie se le ocurre fotografiar a cuatro muchachos magrebíes fascinados por la tienda de ropa interior femenina y mostrarlo en un vídeo del centro. O subidos a un árbol. Eso no se hace aunque ocurra sin duda. Pero salió mi faceta creadora que con una cámara en la mano es altamente peligrosa. Suerte que pronto el sistema dejará de contarme entre los suyos. Puedo decir que en los años en que doy clase, ya más de treinta, ha habido tiempos mucho más liberales que éste. Pero esa constricción mental y moral y social en dirección de una sociedad puritana estamos edificándola entre todos sin darnos cuenta.

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  3. Joselu, no deberías haber filmado a tus alumnos trepando por el árbol - deberías haberte unido a ellos, y el otro profesor debería haberte filmado. La cara del equipo directivo - no tendría precio.
    un abrazo

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    1. Mentiría si te dijera que me enervó la escena del árbol. Me pareció preciosa, propia de una película de los años cincuenta en que aparecen niños subiéndose a los árboles y jugando en el río. Pero no estamos en los años cincuenta sino que vivimos en el tiempo puritano -cada vez más- del siglo XXI, que sigue las huellas de la sociedad americana y su planteamiento de blindamiento jurídico ante posibles querellas potenciales. ¿Qué hubiera pasado si un niño se cae del árbol y yo estoy allí sin intervenir (sí que intervine y les hice bajar aunque antes los fotografíé). Se me hubiera caído el pelo. Los padres hubieran ido a degüello contra mí y el centro. Hubiera sido expuesto como una muestra de descuido profesional y de descontrol hacia unos niños a nuestro cargo. ¿Te imaginas? Para prevenir querellas y accidentes se monta todo un tinglado mental y educativo en que siempre has de estar en situación de protección jurídica. Yo entiendo que estar en un equipo directivo no es fácil. La presión de algunos padres puede ser tremenda si acuden a inspección. Ante ello lo mejor es no exponerse nunca más allá de lo permitido. Claro que los chicos de mi barrio se suben a los árboles y juegan y corren pero de eso a fotografiarlo... ¡Ojo! Estamos dando pruebas que pueden ser utilizadas en nuestra contra ¿Entiendes? No es fácil. La obsesión por la limpieza moral y política que invade nuestra sociedad es positiva en cierto sentido, en otro es muy preocupante. Un abrazo.

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  4. La Edad de piedra, la Edad del bronce, la Edad del hierro... se explica en Historia. Cuando pasen algunos milenios, se explicará "la Edad de la hipocresía". Y es que en esto estamos, querido colega. Hemos discernido perfectamente lo que se tiene que decir y mostrar, y lo que se hace en realidad. Y aquel que es capaz de moverse bien en estos condicionantes es un triunfador. Quien hace y dice la verdad es un fracasado...

    Un fuerte abrazo.

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    1. Yo no me he sentido fracasado. He hecho el reportaje que he querido, y su censura moral supone para mí un acicate que me refuerza en que estoy en el buen camino. Temo más las felicitaciones y los aplausos. Raramente los he conseguido pero si alguna vez he estado cerca, un íntimo malestar me ha invadido. El hecho de haber tenido que retirar este vídeo de Youtube (aunque los chicos lo han visto encantados) es un motivo de cierto orgullo. El día que sea aplaudido, estaré en mal camino. Normalmente merezco la ignorancia, la indiferencia y algún tirón de orejas con cierta frecuencia por parte del equipo directivo. Eso es bueno. No hay nada más nefasto que el éxito reconocido y los aplausos. Prefiero que me ignoren.

      Un abrazo fuerte.

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    2. Lo que quería decir es que tú sigas "levitando" con tus foto artísticas y auténticas, y los que tienen que tener a la fuerza los pies en el suelo-la dirección del centro- ya harán su papel (si no lo pueden resistir). Pero que el papel interesante es el tuyo, el otro es un rollo ( necesario, pero un rollo)

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  5. Algo tan pueblerino como "el qué dirán" como motor de la censura y de la corrección política que es, vaya por Hermes, siempre la del poder dominante. En otra escala, no se me despinta el "choque" que les supuso a mis colegas verme dar las clases con mascarilla para evitar contagios a menos de un mes del maratón y con unas clases llenos de griposos... Fue un desfile de rostros enmarcándose en el cristal de la puerta que soporté estoicamente, y no sin compasión...
    Enhorabuena por la salida, tan estimulante.
    Ya adviertes que la fotografía es una actividad llena de peligros, a juzgar por la galería de las fotos de lo mínimo y la sospecha permanente que despiertas...
    ¿Dónde las colgaste? ¿Hubo protestas de alumnos o de padres? Es cierto que lo de los derechos de imagen complican mucho hacer fotografías a la gente, y aun más a los alumnos, pero en habiendo consentimiento...

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    1. No ha habido protestas de nadie conocido y menos por parte de los alumnos que están encantados por el reportaje, y han consentido en la cesión de sus derechos de imagen a principio de curso. Ignoro si ha habido alguna protesta interna por parte de profesores anónimos que hayan querido curarse en salud pensando que una actividad pedagógica no debe llevar apéndices como niños subiéndose a los árboles o rodeando una estatua o imitando los movimientos de la zumba. Es solo eso. Se considera que el reportaje está bien en general pero que no puede llevar imágenes que desvirtúan una salida académica. Está claro que por mi parte no quería hacer un reportaje únicamente sobre una salida académica sino sobre un morceau de vie de adolescentes llenos de vida. No pretendía ser un vídeo propaganda de la Generalitat ni del instituto sino un reportaje vital. Eso es poco oportuno, es la idea. Se ha aducido que si estuviéramos en una zona más de clase media hubiera habido, sin duda, ataques a la yugular por parte de los padres. Y puede que sea cierto: por eso comprendo sus objeciones y he retirado el vídeo. Pero la reflexión es sobre este tiempo puritano en que vivimos y que imita a la sociedad americana punto por punto. Stonner es una magnífica novela en que años ha se desarrolla el tema de lo que es políticamente correcto frente a la honestidad de un profesor que no cede. ¿La has leído?

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    2. Me acabo de leer Stoner. Lo he devorado en dos días. Me ha encantado. Gracias José Luis por la sugerencia que le haces a Juan, que me la he tomado como propia.

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    3. Paz, es una obra maestra que pasó en su momento desapercibida pero que el tiempo la va sacando de su olvido. Es de lo mejor que he leído en los últimos años. Me alegro de que coincidamos en su aprecio.

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  6. Los maestros vivimos encorsetados, sujetos a los límites que nos imponen leyes, autoridades, padres, compañeros e incluso los propios alumnos. Resulta difícil compaginar el orden que debemos respetar y la sana anarquía que a veces nos parece tan rica y maravillosa. Las salidas del aula suponen todo un reto de organización y un esfuerzo considerable pero resultan enriquecedoras y estimulantes. Por lo que cuentas de tus alumnos, necesitan estímulos "diferentes", y la actividad que cuentas les habrá resultado fascinante e inolvidable. La vida real apenas tiene cabida en los libros, y el complejo mundo actual resulta difícilmente explicable sin salir de las cuatro paredes de las aulas. Si queremos que los chavales de hoy comprendan las tremendas injusticias que rigen el mundo hay que enseñárselas en vivo y en directo mediante exposiciones de fotos o testimonios reales. Si no conseguimos que reflexionen y aspiren a cambiar este caos, ¿qué demonios estamos haciendo? Hoy hemos ido al Museo del Prado y aunque en general se han portado bastante bien un vigilante nos ha espetado: "No sé para qué los traéis". Un chaval ha comido durante la visita, algo que todavía me resulta incomrensible tras atantos años de docencia. Cada vez soporto peor a estos niños caprichosos, desobedientes, maleducados. Cada excursión supone para ellos comer mil guarrerías, gastar por gastar y pasar como vándalos allá por donde van. Algo les quedará, supongo, de toda la belleza que han visto y de las estupendas explicaciones que han recibido. Deben aprender a valorar y apreciar la rica variedad que les rodea, pero es una tarea ardua y compleja. Si tus alumnos se ven en las fotos que has hecho les parecerá como poco curioso y supongo que sacarás mucho jugo a la experiencia. Es un lujazo hacer siquiera de vez en cuando algo que nos satisface de verdad. Te felicito por la iniciativa.
    Un fuerte abrazo, colega.

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    1. Este año he empezado a llevar a los alumnos de segundo de ESO a exposiciones fotográficas gratuitas que son un verdadero lujo. Incluso son recomendables para muchachos mayores de secundaria y bachillerato. En general son muy positivas, aunque como dices, tienen sus más y sus menos ya que no son perfectas al cien por cien. No obstante, para un porcentaje de los que asisten verdaderamente son relevantes e inspiradoras. Otros las verán como un entretenimiento y una huida de las clases. Para este tipo de chicos, yo considero que son más viables las fotografías que la pintura que requiere otro tipo de mirada más formal. La fotografía es directa y les entra directamente sin tener necesidad de traducir su naturaleza formal. El espectador de pintura es más formado que en principio el de fotografía.

      En cuanto al rígido encorsetamiento de todo el entramado educativo, no puedo sino estar de acuerdo. La espontaneidad es necesaria. El problema es cuando un profesor se dedica a fotografiarla y queda como documento comprometedor, lo que ha sido el caso. Pero no lo siento como un error.

      Un abrazo, Yolanda.

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  7. Para nosotros la infancia, la primera adolescencia, fue un garabato de orina en la pared, calle y sudor. Y debería ser así siempre, pero desde hace tiempo, con todo tan regulado, tan formal, supongo que echará a la vida muchachos más virtuales que otra cosa . Me alegra que en cualquier descuido del sistema sigan subiéndose a los árboles .Hasta los nidos les echan de menos.

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    1. Yo tuve la misma alegría. Me doy cuenta de que tienen trece años y que es o debería ser normal. Sin embargo, a mi lado iban dos figuras: la del profesor que los hizo bajar tras varias llamadas de atención, y la del fotógrafo que disfrutaba con la escena y que hizo esas fotos que han sido censuradas por la dirección del centro. No hay que decir con cuál de esos dos personajes me hallaba yo más cerca. Los tratamos como niños incapaces, o niños que no pueden ser niños. Es una mezcla curiosa. Por un lado nuestra vinculación a ellos es de una lasitud extrema y, por otro, les hacemos objeto de una rigidez formidable. La niñez antes era más niñez, Rubén. Yo recuerdo ir a mis cuatro años horas y horas solo por la calle de mi Zaragoza natal, participaba con las bandas. Hacíamos vida de calle, para bien y para mal porque no éramos precisamente buenos y responsables. Éramos salvajes en estado puro y libre. Hoy están totalmente protegidos en su casa solo con productos tecnológicos que encierran en muchos sentido más peligro que la calle. Pero muchos de estos muchachos son marroquíes y tienen reciente la vida en libertad en sus pueblos de origen. De ahí subirse a los árboles.

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