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domingo, 5 de octubre de 2014

El misticismo y el abandono del yo en Bachillerato.



 El pasado viernes tenía que presentar a mis alumnos de bachillerato el tema de la poesía religiosa del siglo XVI, concretamente en su dimensión mística en la que destacan autores como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de Granada. Entre los alumnos que tengo hay un grupo destacado de muchachas marroquíes que han llegado a segundo de bachillerato pero a las que no se puede suponer un conocimiento de fundamentos de la religión cristiana católica ni de sus diferencias con el protestantismo en un siglo de fuertes conflictos bélicos y políticos entre ambas corrientes. Por lo demás los muchachos hispanos tampoco conocen demasiado la religión mayoritaria del país. Explicar el misticismo no es fácil. Es complejo describir estados que por su naturaleza son inefables en la pretensión de unir el alma con Dios en un éxtasis absoluto. Como los autores de aquel tiempo, he de acudir a la necesidad de los símbolos para expresar algo que no se puede describir con palabras. El lenguaje amoroso, la unión sexual de los amantes, en poemas de distintas y sucesivas interpretaciones. Les hablo de las vías místicas, de sus diferencias. Del camino común con la ascética en su fase de despojamiento de lo accesorio, de su búsqueda de la perfección moral, hasta que llega un momento en que el alma se ve invadida por la luz. Es lo que describen los poemas místicos. El alma atraída por una luz cegadora renuncia a su ego y se va fundiendo por la Gracia de Dios en un pozo de oscuridad y de mil soles resplandecientes.

Me doy cuenta de que es muy difícil acceder a esto para mentes acostumbradas a lo racional. Pienso en el trance en que se puede entrar en distintas experiencias. El ascender una montaña difícil, el deporte en grado intenso, el dejarse llevar por la música, el efecto de distintas drogas psicodélicas. Pero a mis alumnos hay que darles algo más plástico y evidente. Pienso en los danzantes turcos, los derviches, de la vertiente sufí del Islam. Entran en trance en sus giros llenos de magnetismo, acompañados de una música hipnótica y tras la lectura de textos sagrados del Corán. Mis alumnas marroquíes agradecen que intente acercar la perspectiva de las clases a su mundo islámico. Esto era impensable hace unos años. Ahora he de entender que muchos de mis alumnos provienen de otro universo cultural y religioso, que no comparten necesariamente las evidencias de nuestro mundo occidental.

Les pongo un vídeo de los derviches leyendo el Corán, al ritmo de la música, y el momento en que empiezan a girar sobre sí mismos en un abandono progresivo del yo, ese abandono que Cioran no compartía porque estimaba que nuestro altivo yo es lo único y más valioso que tenemos, lo que nos hace singulares. Sin embargo, las distintas religiones han valorado como esencial ese abandono del ego en aras de uniones más hondas. Los danzantes sorprenden a mis alumnos. No los conocían. Van girando con las manos primero cruzadas sobre el pecho y luego con los brazos abiertos o alzados. La música produce un efecto magnético sobre la clase. Pienso entonces que cómo hacerles partícipes de aquello. Les propongo que los que quieran pueden salir adelante y girar como los derviches. Yo hago el amago de girar dos o tres vueltas. No se deciden. Pero la idea les atrae. Están fascinados. Luego un par de chicos y una muchacha musulmana aceptan la propuesta y salen a danzar. Vuelvo el vídeo atrás para que comiencen esos ochos minutos de giros y éxtasis. Empiezan a girar mis alumnos. Al principio pierden el equilibrio tras treinta o cuarenta segundos de giros. La música invita a la experiencia. La chica musulmana se marea y dice que tiene ganas de vomitar, se retira, no sin una sonrisa. Los dos chicos que quedan danzan durante cinco o seis minutos con una gran seguridad en sí mismos. Siguen sus giros. Los demás le dicen que vayan más rápido al ritmo de los derviches. Ellos tienen los ojos cerrados. No sé si esto coincide con los danzantes turcos. Giran y giran hasta el final del vídeo. Son alumnos poco escolares, pero hoy han participado. Les pregunto qué han sentido en sus giros.  ¿Han visto la realidad de otro modo? Contestan que sí, que han percibido un mundo que subía y bajaba, que se alejaban de la clase, que se han visto dominados por estados de conciencia no habituales (esta terminología se la añado yo a sus palabras). En alguna manera, este trance, este abandono, es propio de todas las corrientes místicas en el cristianismo, el judaísmo, el islam, el hinduismo y el budismo en un ansia de alejamiento del yo, de superación, de hundimiento de la propia conciencia en una realidad inmensa, sea la Gloria de Dios o el Nirvana.

La lectura de Cioran este verano mientras hacía el camino de Santiago me hace reflexionar sobre ello. Las religiones han propuesto el abandono del yo como vía para calmar el sufrimiento. Dice Cioran: “El yo es una obra de arte que se nutre del sufrimiento que la religión tiene como misión calmar” y “Por este motivo quieren liberarnos del yo, de la más extraña florescencia que hay bajo el sol”.


No he planteado ello en clase. Sería un debate demasiado hondo para esta situación que debía más bien acercar la experiencia mística a adolescentes de diecisiete o dieciocho años. Lo hemos intentado. Creo que será algo que no olvidarán, especialmente los que han danzado, pero los que los han visto, tampoco.

24 comentarios :

  1. Un axioma básico en la pedagogía que me han impartido en mi paso por el profesorado es que no hay nada mejor que hacer para aprender. Aquellos que se han animado a realizar la experiencia seguramente habrán sentido y, por tanto, habrán aprendido el mensaje que les querías transmitir.
    Coincido en que, a fin de cuentas, todas las corrientes místicas se basan sobre los mismos sustentos, y me parece positivo buscar los puntos en común sin ahondar en conceptos demasiado abstractos que a estos adolescentes se les han de escapar de las manos.

    Un fuerte abrazo y adelante con tu trabajo.

    Fer

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    1. Siempre, dentro de lo relativo que es todo en esta profesión en que no hay nada firme (o yo no lo encuentro), creo que estas clases sobre Poética de los Siglos de Oro, son interesantes. Y el primer indicador es que yo me lo pase bien lo que es el caso. Gracias, Fer. Un abrazo.

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  2. Hace tiempo vi un documental sobre los derviches y me dejó impresionada esa danza incesante, ese dominio del equilibrio, ese giro continuo que resulta tranquilizasor aunque si uno intenta colocarse en el papel lo primero que te viene a la mente es la desestabilización y falta de equilibrio. Debe de requerir un proceso largo y perseverante y en la confianza de que se puede hacer es cuando somos capaces de realizar aquellas cosas que concebimos en principio imposibles y sentirnos bien con nosotros mismos. No sé, estoy divagando, pero intentar que los alumnos sientan es la mejor manera de transmitirles conocimiento.

    Besos.

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    1. Hacer sentir a los alumnos es esencial. Para mí es punto prioritario en mi modo de ver las cosas, pero para ello es preciso antes otras cosas que no es fácil que se produzcan si no hay una madurez en su caso. Con niños más pequeños es impensable. Cuando llegan a los diecisiete o dieciocho años, ya en general, es otro momento más adecuado más propicio para adentrarse en temas más complejos que es lo que a mí me gusta para mi bien y para mi mal.

      En cuanto a los derviches, me gustaría asistir a una ceremonia u oración que no fuera para turistas. Supongo que esto no es fácil y menos en un viaje improvisado a Turquía en que tienes muy pocas posibilidades de salir de lo trillado. Los rezos coránicos me impresionan, pero la mística sufí me atrae poderosamente. Tener a alumnas musulmanas es un acicate en la clase para intentar explicar a otras perspectivas el siglo de oro en lo que vale. Besos.

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  3. Hola Joselu.
    Vivimos tiempos de incredulidad, nos suena a extraño por no llamar superticioso todo lo relacionado con dios, la religión, la espiritualidad, la mística. Y muchos lo critican sin conocerlo a fondo. Creo que para poder rechazar o aceptar algo hay que conocerlo en profundidad. Los temas de que hablas tan maravillosamente en tu clase estan relacionados con la experiencias humanas relacionadas con estados de conciencia no habituales, donde lo racional, lo cognitivo pasa a un segundo plano y emerge algo esencial. Me parece algo magnífico que trates estos temas con tus alumnos. Un abrazo.

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    1. Si yo pudiera, si yo tuviera la ocasión, me gustaría profundizar en estos estados de conciencia no habituales por medio de la meditación, las artes marciales (el kendo, por ejemplo), pero ahora no puedo. Puedo tener mis intuiciones, pero he de intentar desarrollarlas por medio de mi realidad. La fotografía va a ocupar la parte más importante de mi vida, la que está por llegar. También, pienso, se puede expresar misticismo por medio de la fotografía. Me atrae el misticismo y la fotografía. De ahí puede salir algo interesante. Gracias por haberme abierto el camino.

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  4. Bueno, yo siempre he respetado las creencias ajenas, (mientras no tenga que pagar la fiesta, o por lo menos no toda la fiesta). Me parece respetable refugiarse en la fe (cada uno se consuela como quiere) y creo en experiencias "suprapersonales", las he tenido, hace años acampaba yo solo en muchas ocasiones,en mitad del monte, totalmente aislado y he sentido cosas que me cuesta reproducir, pero son reales. En Teruel en un paraje de cuyo nombre no me quiero acordar, senti panico por la noche porque veia escenas de guerra reales en mi cabeza pero ficticias en la realidad, pero que en ese paraje, (posteriormente me entere), existieron., he sentido la energia del bosque como un todo, no como un conjunto de árboles, he sentido la Naturaleza.
    Cada uno escoge su camino y lo mismo que para muchos es el grupo el que sirve de enlace a la "energia", en mi caso es la soledad buscada la que me conecta.
    Yo no creo en dioses, ni falta que me hace, pero si en "cierta energia" en la que si practicas, puedes apoyarte, ultimamente he dejado de hacerlo, quizas es hora de retomarlo de nuevo. Un saludo.

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    1. Creo que escribiendo te has dado cuenta de esa necesidad, igual que yo he advertido que también puedo combinar mi nueva profesión con el misticismo. Puedo entender lo que expresas en esas percepciones suprasensoriales que has sentido en contacto con la naturaleza en soledad. La soledad, desde mi punto de vista, es esencial para encontrar el propio camino. Cuando hago fotografías necesito estar solo. Luego puedo compartirlas y de hecho me gusta hacerlo, pero parto de la soledad. Yo también he experimentado cosas que cuesta reproducir. Tal vez deberíamos hablar más de ello porque si no, uno piensa tal vez que ha sido algo casual o sin sentido. Creo también que hay algo inexplicable en la vida, que no se puede racionalizar, que hay un sentido oculto, que hay azar necesario, que hay algo que es más grande que nosotros. Y no pienso en Dios. La idea de Dios me repugna. Un saludo, Temujin.

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  5. He leído este post dos veces. Me alegra tanto que ellos tenga un profesor como tú, que los lleva a aprender haciendo, algo tan rico para educar, y más para un tema tan difícil de aprehender como el misticismo en la literatura.

    Anoto tu experiencia como ejemplo.

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    1. Escribiendo aprende uno y leyendo las respuestas de los demás también, y mucho. Nada es casual, Argénida, ni tu comentario ni mi post. Yo he aprendido algo importante leyéndoos y redactando mis contestaciones. Dar clase, cuando te dejan, es un prodigio. Pronto dejaré de hacerlo y me dedicaré en cuerpo y alma a la fotografía, mi nueva profesión. Me alegro de que la experiencia te haya sido interesante. Cuando voy a este curso, no sé si siguen o no la clase, pero en ella voy dejando algo de lo más valioso de mí. Me doy cuenta de que estoy viviendo una etapa final. Y comienzo de otra cosa. Y esto me gusta. No encuentro caminos cerrados, sino caminos gozosamente abiertos que se expanden místicamente. Nada está escrito. Nosotros somos los que creamos el camino y que existe si somos capaces de descubrir el misterio que acecha tras los árboles y las montañas. Gracias por pasarte por aquí.

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  6. Hermosa experiencia viéndoles girar sin pudor. Para degustarla. ¿Pero no crees que todo ese misticismo de ahora huele a éxtasis programado para gozo del turista, a folclore? En Anguiano los jóvenes bajan vertiginosamente dando vueltas por una cuesta empedrada del pueblo, vestidos con sayones y en zancos. Del patio de la escuela a ser la peonza que bailaba un dios antiguo como los niños en la antigua Grecia que al cumplir los nueve años ofrecían sus peonzas a los dioses porque ya comenzaban su preparación para ser hombres. Esa es su tradición, pero ahora con tanto turista no creo que sientan lo de antaño mejor digo que puedan sentirlo derviches o muchachos bisoños de Anguiano. Eso de desaparecer sin pudor entre tanta cámara para unirte con tu dios me temo que pide otro escenario.

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    1. Sí, sin duda. Empieza a extenderse por muchos sitios la fobia al turismo. En Barcelona es tremendo cómo han ocupado toda la parte histórica y ya se siente como una agresión a los modos de vida de las ciudades, los pueblos, las comarcas. El turismo desnaturaliza cuando es masivo. Y peor cuando estas experiencias como los derviches o los zancos de Anguiano son fotografiados por centenares de cámaras que acechan y rodean a los participantes que pierden su sabor auténtico. No sé qué habría que hacer, pero empiezo a sentirme mal cuando viajo porque sé que formo parte de esa marea tremenda que es el turismo. Sí, sin duda, pide otro escenario. Quizás lleguemos al final del turismo masivo. No sé.

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  7. Hay que agradecerle a Rudolf Otto, "Lo santo", que rescatara ese concepto del ámbito religioso para poder explicar realidades que nos afectan también a los agnósticos. Nunca he dudado de la "santidad" de Juan de la Cruz, a quien le quito el "san" que le pone la iglesia para hacerlo más mío. La santidad del Cántico Espiritual, la confusión entre lo misterioso y lo terrorífico, la exploración de los límites de la razón y la presencia avasalladora de la irracionalidad en tantísimos de nuestros actos vitales, conscientes e inconscientes, son una prueba de que la santidad no es dominio exclusivo de la religión. No me refiero, claro, a esos "santos laicos", como Machado, de los que les gusta hablar a los religiosos sin iglesia, sino de la experiencia de una realidad que solo se vive desde el cogollo de la emoción, no desde el triple salto mortal de la razón.
    Fui durante unos años profesor de música, por aquellos azares de nuestra disparatada institución, y dividía el curso en dos tramos: La ópera y La danza. En el primero veían y oían, y criticaban; en el segundo, sin embargo, tenían que hacer una coreografía y bailarla en la clase, ante el resto de los alumnos. En esa parte los derviches giróvagos eran visión obligatoria, como El lago de los cisnes, cuya música tiene momentos de una calidad excelsa.

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    1. Mi estancia en Segovia me llevó por azar a encontrarme con la lujosa tumba de Juan de la Cruz. Me produjo emoción pero a la vez un terrible desencanto por la grandilcuencia con que se le honra. Creo que merecía algo más sobrio, mas desnudo, más poético, más esencial que esa soberbia fúnebre que observé.

      Tengo un libro apartado para leer algún día que se titula "Oración para ateos" o "La oración para ateos", algo así. Más de una vez me he encontrado en una capilla románica o que invitara al recogimiento con la sensación de que quería orar, pero no sabía cómo hacerlo teniendo en cuenta que no espero que nadie esté al otro lado para escucharme. La idea de una Deidad me repugna. ¿A quién o ante quién orar? No lo sé, pero era una necesidad inexplicable que me lleva a permanecer en silencio (si nos dejan) durante unos minutos confundido con la esencialidad de la capilla. Creo que la espiritualidad es algo que desatendemos en occidente, y pienso que esas experiencias entre místicas y poéticas que se viven desde la emoción son significativas y estimables. Afortunadamente la literatura da para eso y mucho más. Un profesor de literatura, aunque herido en el ánimo, es un personaje que puede abrir ventanas de muy diversa índole.

      Conocía tus experiencias de la clase de música de aquel tiempo -ya lejano- en que eras docente. ¡Qué tiempos aquellos! Yo los echaré en falta. He vivido momentos de felicidad extrema y también de desolación profundísima.

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  8. Sabes que no olvidarán esta clase. Asociarán los nombres de nuestros autores místicos con una experiencia extraña, seductora, ridícula incluso para los neófitos. Has convertido la clase de literatura en una performance poética. Eso es lo que cuenta.

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    1. Te dije que anhelaba tener unas horas a la semana para poderme dedicar a hablar de literatura en serio. Estas son las cuatro horas de Literatura Española. Observo un alto nivel de atención. Y me agrada poder expresarme con propiedad utilizando un lenguaje preciso de carácter literario. Me recuerda cuando era profesor de literatura a tiempo completo. Sin embargo, son las clases que menos trabajo me dan para preparar. Una clase de la ESO es mucho más complicada e incierta.

      Me gusta pensar que lo que hicimos fue una performance poética.

      Estos días leo al poeta neorrabioso. He recibido su libro. Es un poeta como la copa de un pino. ¿Lo has leído?

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  9. Hace treinta años sonaba una canción que se titulaba "Malos tiempos para la lírica". Hoy, tres décadas después, podemos decir lo mismo. Corren malos tiempos para la introspección y para el cuidado del ego racional. Todo es uitilitarismo e inmediatez. Resultados, estadísticas, números... La literatura, la Filosofía, el Arte, pues bueno, está bien para esas mentes raras, que también las hay, que parece que viven del alimento espiritual. ¡pobres Ilusos!
    Hoy privan otros menesteres. Las redes sociales se están convirtiendo en el quinto poder. Y pronto desbancarán al cuarto poder.
    Me ha parecido un reto fantástico y valiente lo que has hecho en el aula, y a juzgar por los resultados, parece que has abierto los ojos a más de uno/a. ¡Bravo por ti Joselu! Algún día, esos alumnos te lo agradecerán.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Las redes sociales tienen usos interesantes, no hay que descartar su utilidad en estos asuntos. No hay pregunta que uno pueda hacer que no reciba en seguida varias respuestas sea del tema que sea. Yo utilizo con frecuencia facebook y he planteado preguntas antropológicas, sobre fotografía, sobre la determinación de un tipo de araña y con una inmediatez maravillosa he recibido respuestas que eran muy atinadas y exactas. En facebook está todo. Lo peor, es cierto, y lo mejor. Hoy es una plataforma muy ágil que sirve para infinidad de cosas atendiendo a intereses muy diversos que no excluyen el pensamiento estético o filosófico.

      Yo lo que he observado es que alumnos que parecían totalmente desinteresados de la clase y pasaban de ella, ahora los veo más implicados. Probablemente eran muchachos inteligentes pero pasotas. Me gustaría pensar que algo como esto les puede llevar a implicarse de lleno en la materia. Es solo un deseo.

      Un abrazo. Gracias por tu presencia.

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  10. Menuda polémica: fortalecer el yo o fundirnos en el Cosmos.
    Esto es muy antiguo y quizás tenga algo ver, es mi idea, con el tema del Paraíso Terrenal tal como lo concibe la Biblia.
    Supongamos que el hombre fuera feliz en la indefinición animal en la que vivía hasta que la conciencia del yo, la conciencia de estar desnudo y sentir que se es alguien en vez de ser algo, le expulsa de aquel paraíso del Génesis. Yahvé lo condena a tener un yo y llevarlo con el sufrimiento que todo yo conlleva. La religión como éxtasis y no como rito podría ser entonces una vuelta a aquella indeterminación perdida, a esa condición desposeída que hace a los humanos menos independientes pero más felices. Porque a lo mejor la felicidad es simplemente eso la falta de conciencia. Mis experiencias psicodélicas estudiantiles me llevan a concebir esa posibilidad.
    Abrazos

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    1. Desde luego el debate es interesantísimo. Yo solo puedo añadir mi experiencia durante unos años del zazen en que se nos transmitía que el ego no es más que una ilusión cambiante, en perpetuo estado de transformación. Creo que no se nos decía que debíamos anular el ego, pero sí que debía nuestra atención centrarse en observar sin juzgar lo que pasaba en esos estados de intensa meditación. El ego no puede dejar de funcionar, ni siquiera durmiendo. Dejarlo, no ejercer ninguna violencia sobre él y observarlo sin clasificar o evaluar. Este estado de observación y vigilancia atenta permitía hacer pasar los pensamientos como si fueran nubes atravesando una montaña. Creo que son importantes estas experiencias, las tuyas psicodélicas también, en esta consideración filosófica de las cosas. Hablamos poco de ello, sumidos en un mundo de pragmatismo asfixiante. Me atrae asimismo la reflexión de Cioran sobre el ego como obra de arte, unido, claro está, al dolor, nuestra vía de accesis al conocimiento. Ello no impide que algún día me acerque de nuevo al zazen, en cuanto tenga tiempo para ello.

      Un abrazo, y gracias por tu lúcida reflexión.

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  11. "El yo es una obra de arte..." Nunca lo había leído, oído o visto planteado de esa manera, y me deja pensando, pues si es arte entonces el ego es una especie de intermediario hacia la realidad. Volviendo a los derviches, ¿sabes?, una vez pude experimentar esto al participar de una excursión con un grupo de personas que estaban interesadas en el misticismo y teosofismo y que habían llegado por esas vías a los derviches danzantes, y recuerdo caerme, volver a intentar, hasta que solamente veía un remolino de árboles y brazos extendidos a mi alrededor. Arboles, brazos, árboles, y una música que creo fue compuesta para ese fin. Me sentía desquiciado, fuera de lugar, y no creo que desprovisto de "yo" o "ego" pero sí tal vez situado en otro fragmento de ese lienzo en que nos imaginamos a sí mismos. Es interesante que puedas hacer eso con los estudiantes. Creo que en otras latitudes (aquí por ejemplo) te quedaría prohibido porque la religión ya no se toca, casi ni para estudiarla desde otro punto de vista.

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    1. Me admira esa coincidencia de interés por los derviches y tu experiencia giróvaga. Desde luego me gustaría participar en algo semejante. Me imagino que para ti tuvo que ser algo realmente importante, dada tu atracción por realidades religiosas diversas.

      No sé si conocías a Emile Cioran. Es un pensador de origen rumano que se afincó en Francia. Su filosofía es profundamente pesimista pero a mí me resulta sumamente estimulante. La idea del yo como obra de arte me resulta de una claridad extrema. Es nuestra única obra de arte. Pienso que, a pesar del dolor, nuestra experiencia vital es lo más valioso que tenemos mientras que las religiones intentan hacerlo fundirse con la totalidad para hacerlo desaparecer, juntamente con el sufrimiento. Desde luego es un tema que merece más de una reflexión.

      Aquí la religión no es un tema tabú. Tal vez porque es un país poco religioso. Y mis alumnas musulmanas, las que tengo este año, son bastante abiertas a pesar de que lleven algunas hiyab.

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    2. Si me hubieras conocido en otro tiempo, JL, probablemente te hubiera hartado hablando de misticismo, meditación, percepción, ego, transcendencia, autorrealización, qué sé yo. Era casi lo único que me interesaba. No conozco a Cioran, pero por un tiempo leí mucho a Schopenhauer y por lo que veo tienen temas comunes. Me llamó mucho la atención esa conceptualización del yo que citabas aquí. Ahora me acerco a estos temas desde un punto de vista menos involucrado, aunque no dejan de interesarme. Lo que me ha pasado es que no me apresuro mucho a una conclusión, y por eso no me alineo con ninguna doctrina, porque luego veo otras posibilidades y me parece que muchas respuestas, prácticas, filosofías y credos aquietan las inquietudes que nos pueden mantener en un estado de flujo más dinámico respecto a la realidad. Pero me parece excelente experimentar y considerar otras interpretaciones de la realidad.

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    3. Yo pasé también una etapa de mayor involucración en alguna corriente budista como el zen. Sin embargo, siempre ha sido una constante en mí el escepticismo que no me ha permitido creer en exceso en nada. Siempre me ha faltado convicción incluido el patriotismo. Huyo de los convencidos, de los patriotas, de los progresistas de manual, de los espiritualistas, de los materialistas. Yo conocí algo de aquel interés tuyo por las corrientes religiosas y participé de ello. Me gustaban tus incursiones en diversas sectas y tus valoraciones, pero eso son etapas. Todos cambiamos. Me sorprenden las personas que dicen con orgullo que ellos no han cambiado ni una coma desde sus convicciones de adolescencia. Toda cambia, todo fluye. La esencia de todo es el cambio permanente.

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